XXIII

Desde que ese auto se alejó corrí a buscar el celular, necesitaba hablar con él, disculparme por lastimarlo... de nuevo. En cada timbrar me maldije sin cesar y es que seguía atónito ante mi estupidez. La contestadora volvió a mandarme al diablo hasta que llegó un momento en que salió apagado. Con rabia, lancé el aparato contra el sofá y suspiré cansino antes de desplomarme derrotado junto a él.

La frustración me ganó y un gutural quejido emergió de mi garganta en cuanto cerré los ojos y recosté la cabeza sobre el espaldar.

Recordé cada beso, caricia y sensación que había experimentado hacía apenas minutos, luego se fragmentó en millones de pedazo con la sola imagen de su lastimero semblante. Otro furioso gruñido dejé salir.

-Hijo, ¿qué pasó? -La voz de mi padre era baja y apacible, pese a eso, me provocó un respingo porque ni siquiera fui consciente del instante en que tomó asiento junto a mí. Lo observé espantado y él me devolvió una risa baja-. Lo siento, hijo. Cuéntame.

Creo que mi cara de espanto no varió, tampoco me atrevía a decirle algo de lo ocurrido con Ricky, ¿cómo podría?

-Debes saber que tu madre se siente apenada por la interrupción.

Palidecí al escucharlo. Mi padre sonrió antes de continuar:

-Hijo, no te pongas así, ustedes son demasiado obvios, hasta te cambió la cara cuando viste llegar a la calabaza -añadió en medio de risas, ¿cómo podía reír si yo estaba a punto de un paro cardíaco? Cuando la risa mermó, retomó la palabra, supuse que mi cara seguía siendo de shock-. Tobías, te lo hemos dicho antes, eres nuestro hijo, te amamos y nada cambiará, independientemente de la pareja que tú decidas, mientras seas feliz, nada más cuenta.

El terrible miedo que se había apoderado de mí, de repente mermó, las palabras de mi padre trajeron el recuerdo de esas que Ed me dijo antes de partir. Todos tenían razón y aunque ese chico había sido capaz de hacerme sentir vivo otra vez, no podía evitar asustarme, temía ser señalado, las habladurías en la empresa o donde sea serían terribles y no estaba seguro de poder soportarlo. Me hallaba en medio de una encrucijada, era imposible negar cada sentimiento que el insufrible me hacía sentir, pero el terror al mundo era enorme, aunque el dolor que mi estupidez le produjo a él sin duda debía ser peor.

Sin esperarlo, mi teléfono sonó, pese a que ya eran casi las dos de la madrugada, Ed me hacía una videollamada que me descolocó porque su norma es que pasada las diez no admitía ese tipo de comunicación. Decidí contestar, entonces lo vi pasearse en ropa interior de un lado a otro en su habitación, cada tanto se halaba los cabellos y finalmente se paró frente a la cámara a gritarme:

-¡Tob, eres un idiota!

«Como si no lo supiera ya», ese pensamiento me obligó a suspirar cansino, pero el descargo de Ed continuó:

-De verdad, no comprendo, das un paso adelante... ¡y retrocedes cinco!

-¡Lo sé! ¿Crees que no sé que volví a arruinarlo?

-Tomas, yo no estoy allá, por favor, ¡dale! -Ed le hablo con fastidio a mi padre mientras se masajeaba la frente y este enseguida me dio un zape-. ¡Gracias!

-Ed, ¿qué hago? -pregunté luego de quejarme mientras sobaba mi cabeza por el golpe. Lo vi masajearse las sienes con una mano antes de responder:

-Tob, debes enfrentar ese miedo. Hermano, no digo que salgas a la calle con una bandera arcoíris, gritando "¡soy orgullosamente maricón!"; pero si no enfrentas ese miedo, ¡vas a perder a Ricky!

-Hijo, Ed tiene razón, ya no eres un niño, los miedos del pasado debes dejarlos allá.

-Tob, tu miedo no solo te hace mal a ti, una y otra vez lo lastimas a él.

Mis ojos temblaron mientras contemplaba la pantalla, sabía que Ed llevaba la razón, pero no tenía idea de cómo enfrentarlo. Durante años me había esforzado por escapar de cualquier señalamiento, mostrarme superior y ahora tenía en puerta, sí, algo hermoso que deseaba experimentar, pero a la vez propiciaría toda clase de... «¡Maldita sea!», estaba aterrado, un escalofrío recorrió mi columna. Ed se despidió recalcando que me diera la oportunidad de ser feliz, papá aprovechó para preguntarle por sus libreros y mientras ellos se embarcaron en una breve charla, me levanté del sofá y caminé hacia el comedor donde se encontraba una bolsa grande con el disfraz, ya desinflado y doblado, que Ricky trajo; recordé el fuego que percibí cuando lo ayudé a quitarse esa cosa y la electrizante sensación que recorrió mi piel al tenerlo entre mis brazos. Una vez más me maldije por haberlo hecho sentir un error. Necesitaba hablar con él.

El domingo tampoco conseguí comunicarme con Ricky, cada llamada me envió directo al buzón, peor resultó con los mensajes, me dejaba en visto, ya no tenía idea de qué hacer. Mis padres me pidieron dejar de insistir y darle tiempo a calmarse, pero yo temí una interpretación errónea o poco interés por arreglar las cosas.

El lunes, antes de dirigirme a la oficina, contra toda lógica, el corazón en la garganta y conteniendo la respiración, desvié el camino hacia el área de archivos y mensajería con la esperanza de encontrarlo antes de empezar la jornada. Me sentí un manojo de nervios cuando fui atendido por el supervisor del departamento, lucía algo molesto en cuanto pregunté por el chico, incluso suspiró cansino y se pasó un pañuelo por su profunda y despoblada frente, eso que el día apenas comenzaba; yo no sabía qué motivo darle para justificar mi presencia allí.

-Señor Wolf -me dijo con hartazgo-, ¿qué hizo ahora Ricky? -ladeé la cabeza, confundido y él continuó-: Sí, hace tiempo que no tenía una queja suya, señor Wolf, y para que esté aquí personalmente...

Volví a maldecirme al recordar el montón de reclamos que interpuse desde el día que entró a trabajar a este lugar, anhelaba el cese de sus funciones porque conseguía exasperarme. ¿Y ahora? Ahora solo temía perderlo por imbécil.

-No-no, lo siento, no lo busco por algo malo, lo juro. Debo tratar un asunto con él. -Quizás soné nervioso o fue mi percepción, ni modo; sin embargo, él no le dio importancia a mi tono y como si nada, siguió adelante.

-Aún no llega, señor Wolf, pero me aseguraré de ubicarlo en su ruta de reparto.

Agradecí con un gesto de cabeza. Una vez fuera del área de mensajería, un largo suspiro brotó desde lo más profundo de mi ser y me dirigí al ascensor para subir a la oficina.

Me topé con Dante en el elevador y no le presté la más mínima atención a cada una de sus palabras, solo tenía cabeza para Ricky y mi enorme estupidez, creo que incluso bajé en mi piso sin cruzar una palabra con él. Por inercia saludé a Margot, aunque luego noté que no se encontraba en su sitio y fui a mi oficina donde la hallé, dejando un par de fólder, le di los buenos días y me dejé caer en la silla del escritorio, derrotado.

Supongo que mi actitud llamó su atención porque vino conmigo a indagar; en vista de que no decía nada, acarició mi mejilla y tomó asiento en mis piernas, me sentí perdido, incapaz de reaccionar; pero por un segundo reapareció la escena en mi sofá de aquella noche y de repente ya no era la hermosa asistente quien se encontraba conmigo. Sonreí cuando mi mano se enredó entre sus rizos turquesa y me devolvió el mismo gesto antes de juntar nuestras bocas.

La suavidad de sus labios me hizo notar la ausencia de ese travieso pirsin e incipiente barba y así caí en cuenta de mi error; me tensé, enseguida frené las caricias de Margot, apretando fuerte sus antebrazos. Yo la observaba espantado, ella a mí, sumamente confundida.

-¿Ocurre algo, Señor Wolf? -preguntó en un susurro, a mí me tembló la boca por largo rato antes de lograr contestar:

-Tú-tú y yo acordamos que ya no...

Margot rio en bajo, interrumpiendo mis palabras, tragué en seco.

-Señor Wolf lo vi decaído y pensé animarlo...

-¡Fuego de noche, nieve de día...! -escuché los chillidos de Ricky entre los corredores y palidecí, eso significaba que en cualquier momento aparecería y lo último que necesitaba era más problemas.

-Margot, levántate, por favor -le pedí en tono bajo mientras me removía en el asiento para forzarla a quitarse. Lo hizo, pero no dejó de verme, extrañada-. Perdona, esto no puede repetirse.

Creo que enrojeció de pena o quizás molestia por mi rechazo, no lo sé, pero tampoco me importó porque la puerta se abrió al mismo tiempo que ella se disculpaba en voz baja y arreglaba su ropa, Ricky había dejado de cantar y mantenía la vista fija en mí con una expresión entre lastimera e incómoda; pero rápidamente se dirigió al escritorio a dejarme un par de sobres en cuanto Margot pasó a su lado, evitó cruzar mirada conmigo cuando me vio erguirme de mi sitio.

-Ricky, necesito hablar contigo, por favor.

-Ahora no, señor Wolf, tengo un montón de trabajo.

Intentó girarse para escapar, pero se lo impedí, halándolo por un codo. Sus ojos lucían tristes al mirarme.

-Ricky, lo siento, de verdad...

-¿Qué cosa? ¿Juguetear con tu secretaria desde temprano? -Él me interrumpió con una sarta de preguntas a las cuales solo podía contestar con una desesperada negación de cabeza- ¿Besarme? ¿Hacerme sentir deseado y luego como un error del cual arrepentirse?

-¡No! Ricky, nunca he querido lastimarte.

Mi otra mano fue a posarse en su mejilla, mi pulgar le limpió una lágrima escurridiza, junté mi frente con la suya, ese leve roce de nuestras pieles replicó las sensaciones de aquel día.

-De lo único que me arrepiento es de herirte -le dije en un susurro.

-Tobi, no me hagas esto ahora -suplicó entre sollozos-. En serio, tengo un montón de trabajo.

-¿Ahora no? ¿Entonces cuándo?

No dijo nada, mis manos se apropiaron de sus mejillas y ese aro insolente que habitaba su labio inferior, una vez más me invitaba a probar su boca, pero él con una leve risa se apartó un poco y susurró:

-De verdad, tengo un montón de trabajo, Tobi.

-Te llevo a casa por la tarde.

Una coqueta sonrisa surcó su rostro antes de responder con las manos entrelazadas en mi nuca:

-Ay, Tobi, tú y tus propuestas indecorosas -habló con esa picardía que antes habría desatado un instinto homicida en mí y ahora solo me obligaba a reír-, tengo clases, voy a la universidad al salir.

-No se diga más, yo te llevo.

Me aferré fuerte a su espalda baja y él alrededor de mi cuello, no habría deseado separarnos, pero llevaba razón, ambos teníamos trabajo pendiente, ya luego pasaríamos tiempo juntos. Así que sin desearlo, nos tocó despedirnos. Cuando al fin abrió la puerta para partir me devolvió un sonriente guiño, gesto que mutó por otro más nervioso cuando Zack apareció, diciendo "buenos días".

-Buen día, Za... señor Jackson -contestó Ricky en un raro tono y a toda velocidad se dirigió al carrito de mensajería. Zack contempló un momento la dirección que el chico tomó hasta escucharme devolverle el saludo, lo vi negar con la cabeza una fracción de segundo y luego acabó de entrar en la oficina, sonriente, a mi encuentro.

Debo admitir que sentí algo extraño en ese momento, quizás él quería algo con Ricky y yo solo estaba celoso, pero en definitiva, el comportamiento de ambos era raro cuando se topaban.

Sin embargo, seguimos con nuestro trabajo el resto del día; agradecí al cielo cuando se despidió temprano para resolver otros compromisos y continué en lo mío.

Más tarde, mamá me envió una foto de Tadeo, practicándole una llave de lucha a mi papá y no pude parar de reír, decidí enviarla a Ricky quien en cuestión de segundos respondió muerto de risa y un mensaje: «acepto el puesto de padrastro😉», eso me provocó más risa. Un rato después, el chico me avisó sobre la finalización de su turno y le pedí esperarme en el estacionamiento. Acabé de arreglar algunos asuntos en la oficina y partí después de despedirme con cortesía y formalidad de Margot.

Mis ojos se abrieron mucho de la impresión cuando llegué al estacionamiento del sótano y vi a Ricky o más bien a quien estaba junto a él, desde mi posición era imposible saber de qué hablaban, pero algo era seguro, Ricky no lucía cómodo con él, caminé a su encuentro y lo vi marcar distancia de un tirón cuando Zack posó su mano sobre un brazo suyo.

-¿Zack? ¿Qué haces aquí? -pregunté al llegar junto a ellos, él enseguida se giró a encararme con una sonrisa que a leguas se notaba fingida y bastante tensa, crucé mirada con Ricky brevemente y pude notarlo nervioso antes de hablar:

-El señor Jackson preguntaba por ti... -Ricky se apresuró a decir, sonriente y creo que lucía más relajado, pero me pareció que solo buscaba desviar la atención por tal motivo mi preocupación no varió.

-Sí, Tobías, el consorcio me llamó, así que venía a transmitirte una información importante -Zack añadió y asentí en silencio, pasando la vista de él hacia Ricky más de una vez-; pero parece que vas de salida. Creo que debí avisarte.

-Sí, mejor lo dejamos para mañana, mi hijo me espera. -Volví a centrar la atención en Ricky en cuanto lo vi comenzar a atarse el casco para abordar su scooter-. ¿Te llevo a clases?

-Favor que me hace, señor Wolf.

Ambos nos dirigimos a mi auto luego de despedirnos de Zack, quizás eran ideas mías, pero creo que Ricky lucía aliviado al alejarse, mientras, pude ver de reojo al otro con un aire bastante serio, en la misma posición que lo dejamos y me atrevería a decir que no apartaba la mirada del chico a mi lado.

Puse en marcha el vehículo en completo silencio, incluso los primeros kilómetros del recorrido así fueron hasta que él decidió apropiarse del reproductor y colocar reguetón a un descomunal volumen, lo miré hastiado.

-Quita esa basura -espeté serio, en cambio, él me devolvió un sonrisa.

-Hasta que te acordaste que llevas compañía.

Sin embargo, no emití otra palabra hasta atascarnos en un embotellamiento, procedí a bajar el volumen al intento de música esa y lo observé serio.

-¿Qué se traen tú y Zack? -No fui consciente de cómo soné, pero él me lo hizo ver con una burlesca risa.

-¿Celoso, señor Wolf? -No dije nada, solo continué con la mirada sería puesta en él- ¡Oh por Dios! No lo puedo creer, ahora conoceré otra faceta de ti.

Me mantuve en silencio, contemplándolo con atención, aunque ladeé un poco la cabeza sin comprender a qué se refería y pude verlo sonreír, algo burlesco, antes de volver a hablar:

-El celoso, posesivo, controlador, ¿qué sigue? ¿Cargarme como costal y luego azotes?

Lo admito. Quise mantenerme serio, de verdad lo intenté, pero luego de semejante comentario me resultó imposible y tuve que apretar los labios para disimular. Su respuesta fue una risita burlona, seguida de punzadas en mis costillas que acabaron por provocarme carcajadas.

-¡Ya, bas-ta! -le pedí entre risas, pero solo lo hizo cuando contraataqué: en un veloz movimiento, me apropié de sus mejillas y le robé un beso que, pese a lo fugaz del contacto, consiguió acelerarme.

Un claxon tras nosotros me obligó a retomar la marcha, de reojo vi a Ricky sonreír algo nervioso y luego voltear la cara hacia la ventanilla; en mi caso, debí asir el volante con una sola mano mientras la otra, por inercia, subió a mi labio inferior.

-¿Por qué te importa saber si pasa o no algo con él? -inquirió luego de un rato, no dije nada, pero me dolió su pregunta y tono, aunque supuse que lo merecía- Soy joven, soltero, libre de todo compromiso, ¿no es así, Tobi?

-Tienes razón -concedí luego de un suspiro-, solo me preocupé por ti, es todo.

De nuevo el silencio se apersonó y el chico a mi lado decidió subir el volumen de otra vez. Entorné los ojos y un suspiro se me escapó mientras continuaba conduciendo, sonó quizás un par de canciones, tal vez tres; no sabría decirlo porque todo el reguetón, a mis oídos, es exactamente igual de horrible; entonces fue él quien liberó aire con pesadez y bajó la música, de golpe, antes de emitir otra palabra bañada por la obviedad y el reproche.

-No, señor Wolf, no me traigo nada con él ni con nadie porque resulta que cometí la gran idiotez de enamorarme de un estúpido que constantemente me hace sentir como un error.

Su declaración la sentí igual a un puñal que me atravesaba el pecho con violencia, por fortuna, el tráfico volvió a trancarse y aproveché de fijar la mirada en él para hablarle. Más que molesto, lucía dolido, decepcionado quizás; pero lo que quiera que fuese, era una expresión que empañaba su típico brillo y yo no quería tal cosa.

-Perdóname -le dije y posé mi mano encima de la suya sobre el reposabrazos, su gesto triste no varió-. Sé que me he disculpado muchas veces...

-Demasiadas, Tobías -me interrumpió enseguida- y lo peor es que cada vez que te arrepientes, a mí me duele más porque primero me haces creer que sientes lo mismo y luego resulta que no.

Sentí un golpe muy fuerte en mi interior con sus palabras, un vacío se instauraba dentro y parecía crecer cada segundo a medida que le escuchaba.

-Tobías, yo solo quiero que aclares lo que sientes... -Su voz sonaba temblorosa, entrelazó sus dedos con los míos y lo vi cerrar los ojos en un intento quizás de evitar el llanto, incluso agachó la cabeza con la intención de evadirme-. Yo, ya no quiero ser tu error y tener que... tener que alejarme de ti... me dolerá al doble porque tú, tú vi-viniste con pa-paquete completo y te juro que a ese pequeño lo amo con mi vi...

-Estoy enamorado de ti -le dije con firmeza sin desviar la mirada ni una vez porque, aunque había tardado en descubrirlo, sí, era justo eso lo que sentía por ese alegre, escandaloso y entrometido chico que me devolvió la vida.

Ricky levantó el rostro y clavó los ojos en mí. Con mayor fuerza le apreté la mano y vi sus ojos temblar, en realidad, creo que su mirada estaba cargada de incredulidad, me veía como si una segunda cabeza se hubiese desplegado sobre mis hombros por eso se me escapó una risa baja.

-No eres un error en mi vida...

-¿De-de verdad, To-tobi?

-Eres insoportable, la persona más estruendosa y exasperante que he llegado a conocer...

-¡Tobías! -su voz fina y chillona emitió tal queja que me hizo reír.

-Lo juro, ¡jamás te callas!, creo que ni con mordaza serías capaz de hacerlo...

-¡Y tú eres un amargado prepotente! -exclamó algo molesto provocándome una risa mayor, lo que consiguió enojarlo más e incluso trató de zafar su mano.

-No te esperaba, pero tu luz me ha cambiado la vida. Eres el segundo mejor cambio que ha llegado a mí.

Por un segundo no dejó de luchar hasta al fin comprender mis palabras y volvió a mirarme en silencio, una nimia sonrisa surcó su rostro, mismo gesto que yo mantenía al mirarlo. Usó su mano libre para limpiarse un par de incipientes lágrimas.

-No juegues con mis emociones, Tobi.

-No lo hago. -Inhalé una profunda bocanada de aire y luego suspiré despacio antes de continuar, Ricky no dejó de contemplarme en silencio, expectante-. Siento algo muy especial por ti, pero me asusta...

-¿Crees que voy a lastimarte? -preguntó en tono bajo, yo negué con la cabeza y le di un pequeño apretón a su mano.

-Eso, en parte. Ricky, me aterra ser diferente -confesé en tono bajo, él ladeó un poco la cabeza, pero me observaba de tal manera que sus ojos pedían una explicación, así que luego de un nuevo suspiro pude continuar-: amaba a Trev, pero solía esforzarme por destacar y que no me vieran como "el hermano del fenómeno" o "es tan tonto como el otro"... Lo que quiero decir, es: Desde niño solo intenté "ser normal", que no me vieran o hablarán de mí como lo hacían con él...

Me sentí horrible al decir eso en voz alta, es que, Trev había sido alguien hermoso y puro, Ricky no dejaba de observarme, expectante, estaba a punto de explicar algo más cuando él me interrumpió en tono bajo:

-Por eso la máscara - arrugué el entrecejo sin comprender sus palabras-. Cuando supe que intentaste hacer que me despidieran... -Abrí los ojos de la impresión, él continuó en medio de risitas-. Sí, Tobi, lo sabía y por eso comencé a molestarte mucho más; por ser un arrogante, prepotente, egocéntrico, antipático, sangrón...

-¡Ya sé que fui un cabrón contigo! Puedes seguir con tu alocución, gracias -le interrumpí fastidiado y de nuevo se soltó a reír.

-Está bien, solo quería aclarar. Entonces, descubrí por casualidad que tienes un hijo, te vi con él, tu dulzura, luego me contaste cómo llegó a tu vida y me di cuenta de que el amargado señor Wolf era tu máscara, pero hasta ahora comprendo el motivo para usarla.

El tráfico comenzó a andar una vez más y en completo silencio retomé la marcha, así permanecimos, aun cuando volvió a subir el volumen, no me importó, mi cabeza se encontraba perdida.

"Máscara", tal vez era eso, me disfracé de alguien normal un día y llegué a creerme mi propio juego.

-¿Seguro que no estudias psicología más bien? -pregunté con ironía luego de un rato sin desviar la mirada del camino y lo escuché reír bajo.

Volví a observarlo un breve momento cuando elevó mi diestra que había reposado sobre su mano y la llevó a sus labios para plantar un beso en el dorso. Sentí electricidad ante ese gesto. Me devolvió una sonrisa que traté de emular y volví a fijarme en el camino.

-Creciste con miedo al qué dirán, a ser diferente, pero ¿qué crees, Tobi? ¡Todos lo somos! Y a quien no le parezca nuestra manera de ser, puede agarrar su crítica y metérsela por el culo.

Una nueva risa se me escapó, él mantuvo retenida mi mano contra su pecho, pese al ritmo pausado de sus palabras, notaba el fuerte retumbar de sus latidos como un eco de mi propio corazón.

-Estás en la cima, eres guapo, exitoso, tienes una familia fantástica que te ama, apoya y respeta. -Volví a mirarlo con una sonrisa luego de escucharlo-. Podrías tener a alguien maravilloso a tu lado si solo te decides.

El tráfico se detuvo al mismo tiempo que se me escapó una risa tonta y me atreví a acercarme y halarlo para envolverlo en un abrazo que fue seguido por un tierno beso.

-Estoy enamorado de ti y no quiero privarme de cada sensación que provocas en mí -susurré en sus labios y nuestras bocas se buscaron una vez más-. Te prometo no volver a herirte con mi idiotez, pero también necesito que me entiendas y concedas tiempo de asimilar todo esto para hacerlo público, ¿sí?

Ricky sonrió y me acarició el cabello con su mano como si intentase acomodar un inexistente mechón tras mi oreja.

-Jamás te obligaría a hacerlo público, Tobi, que yo sea abiertamente gay no significa que cualquier persona en una relación homosexual esté lista para hacer lo que yo... -Una sonrisa decoró su rostro antes de seguir-: Me basta con que no te arrepientas por cada contacto conmigo.

-Eso nunca más, lo juro.

Un fuerte abrazo inundó mi cuerpo con su calor, un nuevo beso desbocó nuestros corazones y me llenó de una sensación suave y agradable, muy superior al miedo que he sentido siempre; una sensación a la cual no estaba dispuesto a renunciar.

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Hola,mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 espero hayan disfrutado la actualización, pido perdón por la demora con la actualización semanal, que en este caso tomó más tiempo, he tenido fallas técnicas en casa, espero poder traerles otra actualización en los siguientes días.

Los amo💖 gracias por el apoyo y la paciencia🤗💖

Nos leemos lueguito.

Ya sabes, si disfrutas esta historia házmelo saber en comentarios que con gusto y cariño voy a responderte😉😚

P.D.: Recordarles niñxs que si desean un capi dedicado a ustedes deben asegurarse de ser el 1er comentario😆 no BERTISDIAZ este ya salió pa vos, prima, tampoco podéis acaparar😂. El próximo cap será para ClssstX . Ahora sí, nos leemos lueguito.

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