XIII
Pasé el resto del día bastante preocupado por ese chico, sin embargo, no me atreví a buscarlo para evitar más habladurías de las que ya corrían por la empresa, varias veces tomé mi celular e intenté escribirle, pero luego me retractaba, es que tampoco quise parecer entrometido; hacia el final de la tarde y sin otra idea decidí comunicarme con Ed, después de todo eran pareja y él podría tal vez arrojar algo de luz en todo eso.
Luego de saludarnos no supe tampoco cómo abordarlo, sí, era mi mejor amigo con quién hablaba de lo que sea, pero sacarle información sobre alguien más, no lo sé, me pareció inapropiado.
A punto estuve de dejar la conversación así, luego solo le pregunté por sus planes para esa noche y su estado comenzó a fluctuar entre en línea y escribiendo, por largo rato fue así, pensé que me contaría algo asombroso, pero más bien se arrepintió y volvía a borrar, no lo sé, cuando al fin recibí respuesta solo decía: «¿Por qué, Tob? ¿Quieres ser mi cita?».
Guardé el celular y seguí pensando, ¿no sé suponía que son pareja? ¿Qué clase de pareja no tiene nada planeado en San Valentín? Suspiré cansino y decidí dejar de dar vueltas al asunto.
Cuando la jornada laboral llegó a su fin, Margot y yo salimos juntos del edificio, en todo el trayecto juraría que nos observaban por doquier, pero ni hablar ya solo quería abandonar ese ese sitio; sonreí con su coqueta invitación para ingresar cuando la dejé en su condominio y luego de un rápido beso quedamos para vernos a las siete, volé a casa escuchando un popurrí de Beethoven, pero a mitad del camino decidí cambiar a una playlist latina y reí como imbécil cuando sonó La rebelión, aunque mi risa volvió a apagarse al recordar el comportamiento de Ricky.
Sin pensar mucho, aproveché un embotellamiento para hacer lo que debí desde la mañana que pasó todo: escribirle un mensaje. «Hola, Ricky, ¿cómo estás?», aunque sonó prefabricado y algo que le dirías a cualquiera, no me sentí menos nervioso por ello.
Como idiota esperé una respuesta sin apartar la vista de la pantalla hasta que un claxon bastante ridículo me provocó un sobresalto, maldije a La cucaracha, pero aun más al cretino tras de mí que usaba tal canción como bocina en su camioneta.
Saludé a Joaquín en cuanto llegué al complejo y él me puso al tanto de la situación: mis padres salieron con Tadeo lo cual me hizo reír porque mamá se emocionó cuando le pedí cuidar al bebé para poder irme a celebrar San Valentín, pero la sorpresa fue enterarme que un joven vino a buscarme, así que observé al portero, confundido.
—Era ese muchacho delgado, moreno con afro turquesa... Dijo que traía algo para ti, se me hizo extraño porque le hice saber que podía encargarme, pero él solo sonrió y se fue.
—¿Ricky estuvo aquí? ¿Cuándo?
—Se fue hace como cinco minutos, Tobías...
Corrí como demente durante algunas cuadras en la dirección que me indicó el portero, buscando al chico de cabellos turquesa, sin éxito; miré el reloj en el tablero y este marcaba ya las seis y media, no tenía tiempo para seguir, así que regresé a casa para prepararme veloz y salir a mi cita con Margot.
¿Cómo podría decirlo? San Valentín sin una reservación es la muerte, rondamos por varios lugares, pero no conseguimos nada, ya llevábamos una hora o más entre sitios y solo podíamos reír cada vez que regresamos al auto sin ningún éxito, a ese paso, terminaríamos comprando en el supermercado algo para comer dentro del vehículo.
A pesar de todo, Margot seguía luciendo hermosa y a diferencia del estilo habitual y más formal que suele emplear en la oficina, esa noche su castaña cabellera caía en ondas, le enmarcaba el rostro y la hacía lucir mucho más bella, sin mencionar la bonita sonrisa que no abandonó su rostro pese a las adversidades.
Comenzaba a sentirme mal por esa terrible cita.
—De verdad lo siento, debí reservar algo —le dije apenado por la situación, pero ella volvió a reír, luego acarició mi espalda para levantarme un poco el ánimo y segundos después la escuché jadear como quien acaba de hacer un gran descubrimiento, entonces posé la mirada en ella.
—Tobias, ¿y qué hay del Wild Forrest?
Asentí con una sonrisa de complicidad, después de todo, sería mejor ir al club a bailar y beber algunos tragos que seguir varados en el auto.
La larga fila de entrada al Wild Forrest daba miedo, pero recurrí a los encantos del dinero para darnos pase, aunque las personas que habían esperado por horas no pararon de gritar y quejarse, ni modo, la plata manda y yo no tenía ninguna intención de hacer esperar afuera a la bella Margot que bastante me había aguantado en esa nefasta cita.
Pese al montón de personas, aún quedaban algunos módulos disponibles en el área VIP de la parte superior, una vez acomodados en nuestro sitio y beber unos tragos nos lanzamos a la pista; el ambiente era impresionante, ese club se caracteriza por el estilo salvaje en la decoración y las jaulas aéreas dispuestas en varios sitios donde chicas y chicos pintados como felinos o plantas realizan bailes y actuaciones.
Aquel día predominaba el rojo en la iluminación, dentro de las jaulas habían parejas felinas que hacían movimientos bastante sugerentes. Música latina que iba desde el grotesco reguetón hasta la salsa más brava rompía la pista, Margot y yo a punto estábamos de tomar una de esas jaulas con nuestros bailes, en realidad solíamos pasarla genial juntos.
Sin embargo, varias veces me distraje pensando en ese chico, su comportamiento de la mañana y por qué fue a mi casa solo para esfumarse como lo hizo, no comprendía nada.
Tomaba una botella de vodka entretanto contemplaba la pista a la espera de Margot quien se excusó hacía varios minutos para ir al tocador, sonreí con el baile sexi de las jaulas, entonces mi risa se disipó cuando vislumbré entre la muchedumbre un afro que asemejaba azul oscuro por efecto de la iluminación, pero que sin duda pertenecía al molesto pasante, sentí algo fuerte recorrerme y cerca estuve de ir a matarlo porque el grandulón que le acompañaba no era mi amigo, sino quién sabe.
Me tocó contenerme y disimular la ira cuando Margot volvió conmigo, aunque me costó demasiado alejar la mirada de ese punto en la pista donde el infeliz bailaba y se insinuaba de la manera más provocadora que se le pudo ocurrir, incluso pareció comportarse peor al notar mi presencia porque tuvo el descaro de sonreírme antes de volver a centrar la atención en el sujeto desconocido al cual estaba a punto de besar.
—Tobías —habló Margot al oído y me giré a verla, parecía esperar respuesta a algo, pero había estado tan ensimismado que no tenía una sola idea—. Dije que si quieres bailar porque te veo mirar la pista con anhelo.
—¡Ah!, eso, sí, por supuesto.
Claro que quería bailar, ir a la pista a distraerme con ella o quizás, teniéndolo cerca, golpearía al idiota ese por verle la cara a mi mejor amigo.
—Tobías, ¿seguro que estás bien? Llevas rato distraído, ¿en qué piensas?
Las palabras de Margot una vez más captaron mi atención, desde que bajamos paseé la vista entre los alrededores en busca de ese idiota y por supuesto que ella lo notó, si no es tonta, pero no podía evitarlo, sentía un hervor en mi interior.
—Ricky... —lo dije sin pensar cuando lo vi besuquearse con el tipo. «Ahora sí te mato», fue el pensamiento que cruzó mi mente, pero una vez más Margot interrumpía mi frustración:
—¿Hablas del pasante? ¿Por eso estás así? —inquirió en un tono que captó en el acto toda mi atención, podía ver en su rostro la confusión reinante y a mi mente retornaron las habladurías de la empresa ante su mirada de extrañeza.
—No, no, no, no es lo que piensas; ese chico es pareja de mi mejor amigo y acabo de verlo con otro tipo.
En el vano intento de excusarme, perdí de vista a ese par y maldije por lo bajo, ¿cómo iba decirle a Ed algo de aquello? «maldita sea», ¿por qué ese chico tenía que colarse en nuestras vidas? Más bien, en la de Ed luego de lo que vivió con Harry.
—¿Tu amigo? —preguntó ella y yo solo asentí por inercia mientras intentaba ver por encima del gentío, en todas las direcciones, sin éxito— Tobías, eso suena a una pobre excusa trillada: "no soy yo es mi amigo"...
—¿Qué? Escucha, Ricky me ayudó con mi hijo y así conoció a Ed, mi mejor amigo, ¿lo recuerdas? En fin, no dejaré que le vea la cara de idiota.
—¿Hijo? ¡Tobías, tú no tienes un hijo! He pasado fines de semana, en tu casa, contigo.
—Eso fue antes, Margot. ¿Sabes qué? Solo olvida el tema —espeté halándome el cabello con ambas manos como demente, varias veces me pregunté a dónde diablos se fueron.
Suspiré cansino, resignado a dejarlo escapar, pero en definitiva, me escucharía luego. Lo peor sería contárselo a Ed, ¿cómo podría? «Maldito seas, Ricky». Miré a Margot y vi la molestia en su rostro, era consciente de que no había sido la mejor cita y ya me sentía mal por eso, como si no fuese suficiente pasaba aquello.
—Margot, lamento esta nefasta noche —le dije en tono bajo, fijando la frente sobre la suya y mis manos en su cintura—. Entenderé si quieres terminar todo esto.
Margot suspiró sonoramente, pero contrario a lo que esperé subió las manos a mis mejillas y me dio un tierno beso antes de emitir sus siguientes palabras:
—Ha sido, sin duda, una extraña noche de revelaciones, pero sin otro plan, escojo quedarme contigo.
Sonreí al escucharla y ella me devolvió el mismo gesto. De verdad no merecía el desastre que le ofrecí.
—Juro solemnemente no seguir arruinando la cita —le prometí y ella comenzó a reír.
Pasamos el resto de la noche entre retozones, bailes, mucho coqueteo y por supuesto, licor; lo que detonó una visita urgente al baño. Estaba a reventar, pero al menos la fila no era ni de cerca como en el de las chicas, Margot pasaría un buen rato allí; sin embargo, mi vejiga reclamaba atención inmediata así que me dirigí a otro sanitario más alejado y que suele ser menos transitado, ubicado en la parte superior, guardaba la esperanza de que ese atestado día fuese igual.
Agradecí a todos los santos por no encontrar fila y entré sin más, pero las ganas se dispararon enseguida, mutaron en un arrebato incontrolable con la escena que presencié:
—¡Cerdo infeliz, suéltame!
Se oyó desde el interior de un cubículo y estuve seguro de haber reconocido la voz. Al grito le siguieron algunos golpes contra el metal y fue tal el forcejeo que la portezuela cedió.
—¡Ven acá, cabrón, ¿crees que puedes calentarme y huir?!
«¡Lo sabía!»
Ricky salió disparado, a medio vestir, pero el tipo lo jaló por el cabello con la suficiente fuerza para estrellarlo contra la loza gris de la pared.
—¡¿No entiendes un no, imbécil?! ¡Suéltame!
Todo ocurrió en cuestión de segundos, pero me pareció que en cámara lenta, cada cosa transcurría ante mis ojos: gritos, forcejeos, golpes de parte y parte, aunque el tipo era más grande y fuerte que Ricky. Lo siguiente que vi fue al mal nacido abusador, estrellarse contra un retrete y ni siquiera fui consciente de estar sobre él hasta después reventarle el rostro a golpes.
—¡Tobi, basta!
Ricky gritó tras de mí y me abrazó con fuerza para detenerme, aunque me retorcí por un rato, conseguí volver en sí y giré a verlo, preocupado.
—¿E-estás b-bien? —le pregunté en bajo sosteniendo sus mejillas y de repente comencé a temblar, lo mismo que él, supongo que el efecto de la adrenalina pasó y todos mis nervios se dispararon. Ricky asentía en silencio una y otra vez, pero la sangre en su rostro revolvía todo dentro de mí, a nada estuve de arremeter otra vez contra el infeliz cuando él me contuvo.
—¡Tobi, ya, Tobi, ya! Estoy bien, salgamos de aquí —suplicó nervioso y me jaló fuerte para abandonar el lugar.
Estaba hecho un manojo de nervios, yo no soy alguien violento ni mucho menos, pero me descontrolé y ahora un tipo, abusivo y degenerado sí, permanecía inconsciente en un baño por mi culpa, su cara ensangrentada no salía de mi cabeza. Entramos a mi módulo privado y en medio de recriminaciones a mí mismo, tomé asiento en el sofá de cuero con la cabeza gacha, repitiendo sin cesar la escena en mi mente.
«Maldición, ¿qué hice?»
Un rato después, Ricky se paró en frente de mí y me apretó el hombro izquierdo, así levanté la cabeza para verlo. Llevaba la camisa negra abierta, el pezón izquierdo le sangraba; subí la mirada y noté la ausencia del pirsin en su labio, este estaba hinchado y sangrando. No había duda de que ese cretino le hizo mucho daño.
Comencé a abrochar los botones que aún quedaban en su camisa desde la parte baja, ni siquiera sé por qué lo hice, las manos me temblaban, tal vez fue una forma de recobrar el control de mí mismo. Ricky sollozó cuando nuestras miradas se cruzaron una vez estuve en pie para cerrar el último. Sentí que me fallaba el aire.
No dijimos ni una palabra, las luces que entraban desde la pista teñían el sitio de distintos colores y eran la evidencia del lugar en que estábamos, pese a eso, no existía ruido alguno en el ambiente; las voces se extinguieron a la par de la música, cual eco logró extenderse un ensordecedor silencio.
Mi piel se erizó cuando percibí una mano suya en mi pecho y allí permaneció...
—G-gracias, Tobi —un susurro nervioso fue lo único que expresó y en medio de aquel silencio lo escuché con claridad, yo seguí callado, no podía hablar, pese a que el horrible recuerdo se había visto mitigado por ese extraño momento, mis ojos y los suyos permanecían anclados.
—Con que pareja de Ed, ¿no?
La voz de Margot rompió el silencio y una vez más retornaron la música, los gritos y el bullicio, así fui consciente de mi cercanía con el chico y enseguida di un salto atrás que me provocó un traspié contra el sofá.
—Margot, espera...
Fui tras ella en cuanto se giró y salió, corrí veloz hasta alcanzarla, pero al conseguir acercarme, recibí una fuerte bofetada que me torció la cara.
—No solo es la peor cita, ¡jamás me habían humillado de esta manera, señor Wolf!
—Margot no es lo que crees, a ese chico...
—¡Casi lo besas! —gritó muy molesta y sentí un fuerte latido en el pecho ante esas palabras. Por supuesto que no era así, solo no entendía qué diablos ocurrió— ¡Y ni siquiera intentes negarlo porque sé lo que vi!
—No, Margot, escúchame...
—¡No! Escúcheme usted a mí, deje de seguirme ya he tenido suficiente por una noche.
Suspiré cansino, resignado y también molesto al verla partir, lo peor era que el único culpable intentaba darse a la fuga por el otro lado del corredor y la ira me invadió. A paso veloz fui tras él y lo obligué a regresar al módulo por más que se quejó de mi agarre durante el trayecto, lo empujé al interior y bloqueé la puerta con mi cuerpo.
—¡Estás empeñado en arruinarme la vida, ¿verdad?! —espeté en tono fuerte, enojado, él enseguida frunció el ceño y puso sus brazos en jarra antes de responderme.
—¿Yo a ti?
—¡Por supuesto que sí! Lo único que has hecho es desestabilizar mi mundo desde que decidiste meterte en mi casa.
—¡Ah, claro! Debí dejarte matar a tu hijo con comida hindú.
—¡¿Qué hacías con ese tipo en la pista?!
Ricky río en tono burlesco, demasiado alto en realidad, tanto que taladraba mis oídos, incluso se llevó la mano derecha hasta la boca en un vano intento por ocultar su carcajada. Comencé a respirar de manera errática ante sus burlas, entonces él se acercó, incluso tuvo la desfachatez de aferrarse a las solapas de mi chaqueta para elevarse sobre la punta de sus pies y así nivelarse conmigo antes de descargar toda su ironía:
—¿Qué te importa? —me dijo sin apartar su mirada de la mía— ¿Eres mi papá? ¿Necesito tu permiso para salir o qué?
—Te besuqueabas con ese tipo —espeté y él una vez más volvió a reír.
—¡¿Y a ti quééé?! —contestó en alto pese a estar a centímetros de mí.
—¿A mí? Nada, ¡pero sales con mi mejor amigo y no dejaré que...!
—¿Celoso, señor Wolf?
«¡Por supuesto que no! ¿Por qué debería?», a pesar de lo que mi mente gritaba guardé silencio, él continuaba observándome con atención y empezó a hablar entre susurros...
—¿Es eso lo que tienes, Tobi? ¿Es lo que te ocurre conmigo?
Pude percibir su agarre reforzarse del mismo modo que su rostro se acercaba al mío y un ardor se apoderó de mis mejillas, así que solo opté por apretarle los antebrazos y hacerlo a un lado, lo escuché reír en bajo cuando le di la espalda.
—Ed es mi mejor amigo, ha sufrido y vienes tú, le pintas pajaritos y ahora...
—¿Y ahora me quieres para ti, Tobi?
—¡Noooo! —Me giré molesto para contestarle en un fuerte grito, ese imbécil conseguía sacarme de mis casillas—. ¡Te metes con un degenerado que te trató peor que a una zorra y casi te viola en un baño!
Me arrepentí de mis palabras en cuanto lo vi temblar, su mirada se empañó enseguida, esa lastimera imagen provocó en mí un fuerte dolor dentro del pecho y fue imposible controlar el irrefrenable impulso de abrazarlo y disculparme mil veces, aunque él no paraba de removerse.
—Basta, de-déjame. —Intentó apartarme entre sollozos, pero no se lo permití—. ¿Crees que fue mi culpa? ¿Crees que quería esto? ¿Qué te pasa?
—¡Lo siento! De verdad, lamento lo que dije, Ricky...
No hubo forma de expresar algo más, el chico forcejeó conmigo, consiguió empujar con la suficiente fuerza para desestabilizarme y así huyó a toda prisa.
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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 lo prometido es deuda, aquí una nueva actualización, ¡tadá!😆 Espero la hayan disfrutado💖 nos leemos lueguito💖
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