V

Por recomendación de Joaquín, tomé las primeras vacaciones en años y no quise ni imaginar las habladurías en la empresa por la repentina decisión, pero en aquel momento era más importante resolver todo el desastre que pasaba en mi vida.

-¿Qué sabemos sobre el niño? -preguntó Edward, mi mejor amigo y abogado al que llamé para pedir asesoría legal con todo esto.

En el momento que lo recibí, una sonrisa estúpida se dibujó en su rostro al verme con Tadeo en los hombros mientras se comía mi oreja. Solo así conseguí calmarlo, estuvo llorando un buen rato y ni siquiera devorar el control del TV fue de ayuda. Mi amigo negó con la cabeza al entrar y dejó caer su robusta anatomía sobre el sofá de cuero en el salón .

-Lo que sé es que parece ser mío -respondí y Edward se soltó a reír.

-Me dijiste que necesitas ayuda legal, ¿qué quieres? ¿Darle tu apellido? ¿Fijar manutención? ¿Solicitar custodia o qué?

-Lo primero que quiero es saber: ¿Dónde están sus madres?

-¿Madres? ¿Cómo que madres? No es así como funciona, si lo sabes, ¿cierto?

-Cierra la boca, idiota. Escucha, según su acta de nacimiento es así.

-Espera, no me digas que te lo dejaron en una canasta con una carta diciendo: "Tobías toma a tu hijo", firma: "la desconocida que te cogiste".

Reí a carcajadas solo de imaginarlo, él también; de hecho, se mordía un puño para tratar de calmarse, una extraña costumbre que el barbudo ante mí tenía de toda la vida.

-Pero ya, fuera broma, Tobías. ¿No se supone que guardaste las balas del cañón bajo llave y luego la tiraste? -Eso me hizo reír otra vez, entonces él continuó-: Porque yo recuerdo el junte postoperatorio donde todos nos turnamos para molestarte.

Volví a reír por recordar las estupideces de mis amigos cuando se aparecieron en casa, la segunda noche; cargados con cervezas, documentales sobre esterilización de distintos animales y un cartel enorme que al desdoblarlo, parecía que los testículos se separaban del dibujo de un hombre con mi foto como cara.

Los muy desgraciados, incluso me colocaban una botella helada en la entrepierna cada vez que mostraba alguna señal de dolor y decían idioteces como: "¡Agárrense que ya se le paró!".

Imbéciles.

-Ed, así fue, pero metí la pata y tuve sexo sin protección antes de cumplirse los tres meses que Sebas advirtió.

-¡Oh! Bueno, entonces admites que hay posibilidad.

Asentí en silencio.

Uno porciento de probabilidad existe de un embarazo post vasectomía, según me explicó Sebas la noche anterior cuando lo llamé desesperado; solo uno y el niño en mis hombros, junto a la carta de su madre, decían que debí jugar a la lotería ya que mi suerte era asombrosa. Bajé a Tadeo al suelo, de inmediato atacó a un cojín, eso me provocó una sonrisa.

-Escucha, Tob -Ed volvió a llamarme y devolví la atención a él-. Puedes someterte a una prueba de paternidad para corroborar que sea tu hijo.

-Bien, lo haré, pero necesito encontrar a Odalys.

El risueño rostro de Ed cambió en segundos, abrió la boca, pasmado y yo solo me encogí de hombros.

-¿Tu ex esposa? Tobías, ¿qué tiene que ver ella en todo esto?

-Ella es la madre biológica.

-Espera, Tob, ustedes se divorciaron hace más de seis años... -La incredulidad en el tono que empleó era evidente también en su rostro, me veía como si yo hubiese enloquecido y solo procedí a corregirlo:

-Siete...

-O sea, más. Ese pequeño no tiene ni dos años, ¿cuándo fue el reencuentro?

-San Valentín del año pasado, no lo planeamos y te juro que creí haberlo soñado.

-Hasta que ayer despertaste y conociste al fruuuto de tus entraaaañas -expresó con un tono similar al de los presentadores de infomerciales mientras hacía ademanes con sus manos y señalaba a Tadeo.

De nuevo volví a reír, llamé a este idiota por asesoría legal, pero se le salió su payaso interior, debí saber que pasaría.

-¿Puedes ponerte en modo serio, Ed? -pregunté al parar de reír, el idiota ante mi carraspeó y adoptó una pose más elegante acompañada por un gesto de seriedad que a leguas se notaba fingido, sin embargo, lo que salió de su boca no sonó a payasada alguna:

-Te digo que debemos movernos con cautela, estamos en terreno minado. En el acta, tú no figuras como padre del menor, su madre biológica no fue quien lo dejó a tu cargo y tampoco tienes un poder o permiso legal firmado por alguna de ellas donde te nombren responsable de él, así que podrías incurrir en delito de secuestro solo por tenerlo. -Abrí la boca asombrado luego de escucharlo.

«¿En qué lío me has metido, Odalys?», me pregunté.

-Bueno, eso es serio -contesté algo consternado y suspiré con fuerza, sin embargo, indagué-: Pero fue su otra madre quien lo dejó aquí.

-Exacto, ¿y quién te dice que no fue ella la secuestradora? -Eso me impresionó mucho más-. Se han visto cantidad de casos así, los padres se pelean, se separan y uno sustrae al menor solo para vengarse del otro.

Observé a Ed por un rato, pasmado, luego desvié la atención al pequeño que se apoyaba contra la rodilla de mi amigo para intentar subir, entonces él sonrió y lo sentó en su regazo.

-Hola, bebé -le dijo tratando de suavizar su típico tono grave-. ¿Sabes qué tu papá está en problemas? Sí, lo sabes.

-Idiota, para eso te llamé -repliqué con fastidio y Ed se soltó a reír antes de hablarme:

-Dime que sabe usar el baño o al menos tiene pañal, no quiero que arruine mi traje fino, debo ir al juzgado.

-Sí, tranquilo, recién lo cambié.

-Bueno, eso es un sutil "vuelve a bajarlo por tu propia seguridad" -replicó luego de revolverle el cabello a Tadeo-. No creas que no confío en tus habilidades paternales, pero... No, la verdad no confío.

-¡Idiota! -exclamé fingiéndome ofendido, Tadeo regresó conmigo y repitió el movimiento en mi rodilla así que lo cargué en mi regazo y centré la atención en él-: ¿Qué pasó? ¿El oso grande y malo dice tonterías? ¿Quieres que lo golpee?

Tadeo reía a carcajadas y resultaba demasiado adorable, por eso, continué hablándole en el mismo tono juguetón, obvié por completo la presencia de mi amigo hasta que volvió a intervenir, esa vez sonaba más que emocionado:

-¡Tob! ¿Qué tienen los hombres con bebes para lucir así de sexis?

-Sí, sigue así y le diré a Harry que me quieres hincar el diente -contesté en broma, pero mi amigo solo guardó silencio y esbozó una sonrisa algo melancólica.

Edward y yo crecimos juntos por eso era completamente consciente de que algo no iba del todo bien con él, por más que trató de ocultarse en tal gesto.

-¿Pasa algo, Ed?

-No, nada. Si quieres, dile... -Suspiró con desgano, entonces devolví a Tadeo al suelo y le pasé otro cojín para que pudiera pelear o morder. Una vez más puse la atención en Ed, lo hostigué bastante y aunque no quería soltar palabra acabó accediendo-: ¡Qué molesto eres, Tob! Rompimos, ¿feliz? Oficialmente me sumo a tu club de los pobres diablos.

-¡Oh! Lo siento, amigo, ¿qué pasó? Quiero decir, todo iba bien entre ustedes.

-Lo mismo creí yo, hasta pasamos un fin de semana increíble en ese chalet en las montañas; luego, lo busqué de sorpresa y el sorprendido fui yo cuando lo encontré tirándose a un enfermero. ¡Al diablo con él!

-¡¿Quééé?! -exclamé de verdad sorprendido, ese par de idiotas había tenido su idílico romance durante alrededor de quince años-. ¿Estás seguro?

-No, Tob, yo me equivoqué de consultorio y solo estoy cabreado por gusto. ¿Sabes qué es lo peor? -Negué con la cabeza en respuesta y él prosiguió-. ¡Sebas estaba enterado y fue incapaz de contarme!

-Espera, ¿qué te hace pensar eso? Ed, que trabajen en la misma clínica no significa...

-¡Por favor, Tob! -me interrumpió en alto, golpeó con un puño la mesa de centro y se puso de pie; al instante, Tadeo comenzó a llorar, asustado por el exabrupto-. ¡Mierda!

-Muchas gracias, Ed -repliqué molesto y cargué al bebé para calmarlo, caminé como loco de un lado a otro mientras mi amigo continuaba disculpándose.

-De verdad lo siento, Tob. Bebé Tadeo, discúlpame.

Pero el llanto no cesó y era peor cuando Ed se acercaba para intentar arrullarlo. Volví a maldecir mentalmente a Odalys y también al idiota que tenía al lado, haciendo muecas que resultaban más aterradoras para Tadeo.

-¡Idiota, lo asustas más! Ed, mejor toma el sobre que está en la mesa y lárgate.

-Enseguida, capitán, de verdad lo lamento. ¡Te mantendré al pendiente!

Ni bien dicho aquello, Edward agarró el sobre y abandonó la casa a toda prisa, quise matarlo en ese momento, quizás sentí envidia ya que él sí podía escapar de todo el escándalo.

Lo curioso del caso fue que en cuanto la puerta se cerró, Tadeo comenzó a calmarse poco a poco y sentí incluso un poco de pena al escucharlo hipar entre sollozos, ¡menudo susto el que le provocó ese torpe con su arranque!

Comprendo al bebé, ver a un tipo barbudo y robusto exaltarse de esa manera puede resultar bastante intimidante.

-Calma, chiquito, ¿te sientes mejor? Ya se fue el oso grande y malo. Mira, pongamos la televisión.

Encendí la tele y rápidamente pasé canales hasta llegar a la programación infantil, escuché al bebé reír, entonces lo senté en el sofá junto a mí. Todo iba fantástico hasta que en el condenado programa salió ni más ni menos que un oso armando escándalo y de nuevo regresaron los gritos y llanto.

-¡U to! ¡U to!

Desde ese día quedó establecida una regla: Prohibida cualquier alusión, por chiquita que fuese, a un oso.

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