La ley debe ser acatada.

— ¡Hey! ¿No nos conocemos ya? — Inquirió Leo, al joven robusto y de semblante dulce que se puso delante de nosotros, quien parecía no poseer imperfecciones típicas de un adolescente normal en el rostro . — Me tienes una cara conocida.

Después de salir de la oficina de Ares, (aliviados y algo temblorosos) y (cada uno llevando indicaciones escritas en una hoja, las cuales debíamos seguir obligatoriamente si no queríamos ser expulsados) inmediatamente nos encontramos con Luke y Dylan, cuyos engendros metiches habían estado escuchando disimuladamente detrás de la puerta, todo el tiempo que estuvimos allí. Luego, al pasear un rato por ahí para conocer y acostumbrarnos al entorno, un chico de rasgos asiáticos con brazos el doble de grandes que los míos (el ya mencionado) se nos acercó voluntariamente con una sonrisa amable; dispuesto a ayudarnos.

Leo tenía razón, en algún lado yo también ya lo había visto, pero con mi memoria de pez, me era imposible recordar.

— Me llamo Frank Zhang, soy el hijo y el empleado sin paga del director del Gimnasio. — Le responde a Leo con un aire divertido, mientras me saluda rápidamente con un apretón fuerte de manos. —También soy de Goode, pero vamos en diferentes secciones. Nos cruzamos un par de veces por los pasillos.

— Ahh, con razón. ¡Entendido! Mucho gusto, Franki Du. —  Le dice Leo en tono bromista, a la par que le pasa la mano, y el chico se la estrecha mientras suelta una desganada risa algo oscura; y por la repentina aparición de una mueca de dolor en el rostro de Leo, algo me decía que el apretón de manos estaba siendo más fuerte de lo necesario. — Bien, sé que mis manos son súper suaves, viejo. Pero ya puedes devolverme la mano.

—¡Claro! Solo no vuelvas a llamarme así, — el rostro de Frank, no pierde su semblante afable y su sonrisa azucarada al amenazar. — y no sufrirás de extraños accidentes mientras estés aquí, duende.

Dicho eso tan abiertamente, finalmente suelta la mano de Leo, y éste, deliberadamente, se la frota suavemente con su otra mano, como tratando de quitarse los calambres que le habría dejado Frank. La piel alrededor de su mano, también estaba algo rosada. Luego de retroceder unos pasos hasta estar cerca del seguro y gentil Will, toma el valor para mandarle una mirada recriminadora al asiático, (tiene ojos chinos) quién finge ignorancia y lo deja a segundo plano para dirigirse hacia mí.

— ¡Ge—nial! — Suelta Luke con un bufido divertido, antes de que Frank pudiera decirme algo. — Leo haciendo amigos como siempre.

— Ustedes deben ser Luke, y Percy Jackson,  — nos nombró a los dos con facilidad, dejándome algo sorprendido. — Mucho gusto en conocerlos, ¿cuáles son las indicaciones que les dieron mi padre para el primer día?

— Espera, antes de eso, ¿cómo es que me conoces?

— Hay más chismes que hablan sobre ti, que sobre las chicas del instituto que se embarazan cada año. — Contó, encogiéndose de hombros, como si no fuera la gran cosa. ¡Pero por qué las personas no se meten en sus asuntos! — Que decirte, los Thompson te dan muy mala fama.

Al decirlo, todos nos giramos a acribillar con mala cara, al Thompson que está presente entre nosotros, especialmente Luke. (Aunque él siempre lo mira mal). Dylan, quien se encontraba muy concentrado en tratar de quitarse una piel suelta de sus dedos, alzó la vista al sentirse atacado visualmente por todos. "¿Qué? Nos inquirió confuso, y mi mejor amigo aprovechó ese momento para darle un sopetón en la cabeza.

—HEY, sus imbecilidades no son mi culpa.— Se quejó, dando un paso lejos de él mientras se sobaba la parte afectada. — A mí tampoco me agradan. Ahora por favor, vuelvan la atención al Percesito, él es el único protagonista de la futura transformación aquí. Gracias.

Su atención volvió a sus dedos entonces, pero esta vez, no logró desaparecer del todo la tensión de su rostro. Ni el rictus desdeñoso de sus labios. Me sorprendía... Y al mismo tiempo, tampoco tanto, porque, ¿a quién le caen bien esos tres caras de sapos mutantes? Y teniendo en cuenta la monumental diferencia de genes que tenía Dylan con ellos, no me era muy difícil imaginarme que lo molestaran "un poco". Volví mi atención de vuelta al chino.

— Descuida, Percy, — me tranquiliza Frank, dirigiéndose a mí. — Sé que eres una buena persona, ahora, sobre mi pregunta...

—¡Oigan! Iré un rato al baño. ¿Frank, me dices dónde queda? — interrumpió abruptamente Will, lo cual descoloca un poco a todos. Su rostro se ve algo pálido y nerviosos, así que supuse que se sentía muy mal del estómago, (eso lo explicaría todo) y por esa razón no se veía tan animado hoy.

— Eh... sí, al fondo a la derecha. — Le dice Frank, apuntando con un dedo la dirección— hay un cartel luminoso pegado por allí que dice "Baño". Lo encontrás de inmediato.

—OK. Ya vuelvo. — Anunció, y sin agregar nada más, se giró sobre sus propios pies y fue al baño casi corriendo. Parecía que había visto a un fantasma por su apuro.

—¿Qué le ocurre? — Me preguntó Luke en un susurro, mientras mirábamos con extrañeza al rubio, irse rápidamente hasta que se perdió de vista. Negué sin saber la respuesta, cada persona era su propio mundo lleno de problemas, muy diferentes del otro. — Está actuando muy extraño. — Me encogí de hombros, haciéndole saber que no era mi asunto.

—¡Oh, cierto! — Recordé, y moví la mano donde tenía el papel de instrucciones, luego se lo pase a Frank, quién lo leyó de inmediato. — Dice algo sobre que debo empezar con,  ¿"man de cuernos"? Solo dime que no dolerá.

— Cerca, pero no, — se ríe de mi ignorancia. — "Mancuernas", así se dice, son esas pesas para una mano. Y, lo siento, pero debe de dolerte. De lo contrario, algo estás haciendo mal.

— Geniaaal, porque no sabes cuánto me encanta el dolor, ¡somos viejos amigos! — Murmuré sarcástico, mientras Luke se alejaba de mi lado, para luego volver casi inmediatamente, (todo emocionado) ésta vez trayendo consigo un par de pesas para que yo las cogiera.

Mi muñeca me duele apenas agarro la primera pesa, y quiero sollozar desconsoladamente al darme cuenta, de lo mucho que esto me costará. Luke me invita a agarrar la segunda pesa, con la otra mano libre que me queda, (la cual llora por su destino). Creo que mi rostro se habrá puesto demasiado azul, porque rápidamente,  Dylan se acercó para quitar la pesa de la mano de Luke, y alejarla de mí, con una sonrisa apaciguadora y de aliento.

— Okay, concentrémonos en un brazo a la vez, Luke

¡Gracias, Dylan, sabía que eras cool! ...Ah, soy tan patético. Me recrimino, mientras empiezo a subir y bajar la pesa con una mano, a la par que inicio el conteo. Y seré franco, en la flexión número siete, ya empecé a sentir un par de calambres, mis dedos estaban entumecidos y sentía un dolor amortiguado entre mis brazos y antebrazos, que presentía no me dejaría ni aunque me detuviera. ¿Así que un mes haciendo esto, eh? OK, no estoy llorando. Es solo el sudor empezando a salirse por mis ojos.

—Y tú, — el rostro de Frank vira hacia Leo, y mueve su dedos para que le pase también su nota, el latino tarda un rato en entenderlo, pero finalmente se lo da. — Ahh, — Exclamó cuando lo leyó, apretando los labios como aguantando una risa. — ya veo, tu diagnóstico es severo, Valdez. Necesitas una completa atención... lástima que en ésta empresa, no hacemos milagros para el rostro.

— Viejo, — inició Leo con voz dolida,  colocando una mano dramática sobre su corazón. — Ya lo entendí. No llamar "Franki du" al hombre panda. Hagamos las paces.

—Amigo, tú solo buscas que te maten. —  Bufó Dylan, y acto seguido, se volteó y alejó de nosotros diciendo. — Estaré trabajando con los Press de bancas de allá. Suerte Percy.

—¿Qué es eso? — Preguntó Leo, al cabo de un rato. — ¿Saben qué? Lo haré, para ganarme tu respeto Franki du. Apuesto a que puedo hacerlo también. Sea lo que sea.

— No, no podrías. — Contesta de inmediato Frank, alzando una ceja despectiva. Leo lo mira indignado, y a su vez, también le envía una ceja alzada muy descarada.

—¿Quieres apostar?

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Juraba que lo había visto pasar por aquí, una sombra negra, que se movía silenciosamente entre la multitud sin problema. Pero desviando la atención de todos sobre él, irremediablemente, por su sobrenatural belleza que levantaba suspiros de amor y de envidia. Más de envidia que de amor, a decir verdad. Había corrido a buscarlo con la excusa de ir al baño, pero al no encontrarlo, al final aprovechó para hacer sus necesidades. Y pensándolo bien ahora estando a solas, en realidad estaba aliviado de no haberlo encontrado.

Porque no estaba preparado. Los nervios lo atacaban como avispas en su estómago, apenas pensaba al hablar con él.

Will abrió la canilla del lavabo para lavarse las manos como debe de ser. El agua está fría y le tienta a pasárselo por el rostro para despejarse un poco la cabeza, llena de un millar de pensamientos, todos dirigidos hacia una sola persona. Grande fue sorpresa, que ésta misma persona, (señor de sus ensoñaciones) estuviese parado justo a su lado, como aparecido mágicamente, de entre los huecos intangibles de los azulejos.

—¿Llevas un arsenal en esa mochila o qué? — Lanzó la pregunta el azabache, y formando una sonrisa sardónica al ver al rubio, casi soltar un grito de espanto.

—¡¡Santo Jesucristo!! — Exclamó Will, sin molestarse en ocultar su gran sobresalto, sus labios habían formado una perfecta "O" de sorpresa. Cerró la canilla, y secándose las manos en sus shorts de lana, se volteó a enfrentarlo. —¿De dónde apareciste? ¿De un portal?

— No es mi culpa que seas tan distraído, cualquiera pudo haber entrado e intentado robarte la billetera, y tú jamás lo hubieses notado. — se burló.

— Estás exagerando, — Siseó Will, su voz adoptando un tinte nervioso, al caer en cuenta entonces, con quién estaba a solas en el baño. Disimuladamente, inspiró hondo para calmar su corazón. "No hay porqué de estar nervioso", se alentó Will, "No es como que su perfecto y bonito rostro, (peor aun después del sábado), me recordara de ciertas escenas en mi mente, las cuales quería repetir aunque sabía no era correcto".

—  Entonces... — inició Nico, después de una larga pausa en la cual Will había tenido una difícil batalla interna. Se acercó hacia los lavados también, utilizando el que había usado, para lavarse las manos con una dolorosa parsimonia. — ¿Qué tal estás?

¡SOLO ES UNA PREGUNTA INOCENTE! Se gritó histéricamente Will por dentro, tratando de convencerse, que Nico solo se refería a su estado actual en forma de saludo sin dobles intenciones. Definitivamente, no se refería a "Qué tal estaba", luego de "aquello". Pero con él nunca se sabe, la ironía y la burla siempre iban (listos y letales) en ambos bolsillos de Nico, los cuales siempre utilizaba sin remordimientos. Así que, ¡bien podría estar refiriéndose a "eso" también! ¡O las dos cosas al mismo tiempo! ¡Porque él es un maldito al que le encantaba poner pequeños Nicos angelicales alrededor de su cabeza, para que pongan todo su cerebro desordenado y al revés! 

—Te quedaste meditando demasiado tiempo. — Le indica Nico, frunciendo levemente el ceño con desconcierto. Tenía razón, Will tenía que contenerse para evitar seguir viéndose como un completo idiota en frente de él. — ¿Estás bien?

Está a tres pasos de distancia, el aire que antes le parecía frío y relajado, de repente cambió súbitamente a uno más electrizante y seductor; el espacio se sintió más pequeño de lo que era, como si las paredes lo empujaran hacia él. Simplemente está vestido con pantalones negros holgados y una camiseta gris que no contenía nada de especial, pero a pesar de eso, hacía que el corazón de Will doliera por tenerlo tan guapo enfrente suyo. Lo convertía en un manojo de nervios que solo quería fingir diarrea para huir lejos de él.

Sus manos querían tocarlo tanto, donde sus ojos recorrían deliberadamente, a tal punto que tuvo que llevarse las manos entrelazadas detrás de la espalda, para no caer en la tentación. Porque se había prometido, (después de haberlo pensado tanto el domingo entero) que no volvería a ocurrir lo de la madrugada en su casa. Él... él no era la persona que Nico necesitaba, y aunque fingiera serlo, viviría con el temor de lo inevitable todo el tiempo a su lado.

"El abandono y la decepción". Y eso, eso era algo que no creía ser capaz de soportar.

—¿Has estado pensando mucho en mi propuesta, no? — Lo dice, sin una pizca de vergüenza ni timidez. Espera pacientemente su respuesta, pero Will a pesar de querer hablar, no encontraba la fuerza de hacer salir las palabras de su garganta. ¡Estaba aterrado! — ¿Y bien, qué quieres decirme?

Will sintió un poderoso e invisible jalón en la parte baja de su estómago, el cual le ordenaba imperiosamente, que se tirara sobre Nico para solo besarlo hasta que sus labios le duelen y tenga que parar, ¡pero no! No, no, no, no. Debía ser fuerte, él no iba a ser un tipo de prostituto para él, porque eso era lo que quería, ¿no?

—Sobre nosotros... umm — Tartamudeó, sus labios están demasiado secos. — Tengo que ser sincero, emm...

¿O acaso, a qué se refería con usufructo? ¿Por qué no podía soltar palabra alguna? ¿Por qué no podía moverse e irse? ¿Por qué estaba tartamudeando? ¿Por qué no podía mirarlo directamente a los ojos y decir la palabra sexo y luego,  "ya no sexo entre nosotros"? ¿Y por qué era demasiado débil como un adicto...? AHHHHHHHHHH. Sin importarle que estuviera delante de Nico, se rascó la cabeza desesperadamente con las dos manos, mientras aguantaba las ganas de saltar por una ventana. 

— Wow. — Exclamó Nico con algo de diversión, ladeando su rostro en un gesto pensativo. — Realmente esto te está costando mucho porque pareces a punto de entrar en combustión. Creo que tu problema es hablarme de frente, ¿no? — Soltó una exhalación profunda. — Bien, hagamos esto o no llegaremos nunca a ningún lado.

Y apenas terminó de decir aquello, Nico se dio la vuelta y se encaminó hacia los cubículos, abrió la puerta de uno de ellos, entró, y luego la cerró detrás de él. Will quedó "solo" entonces, parado en medio del baño, y mirando fijamente una puerta que ocultaba al señor ojos oscuros. Segundos después, la voz de Nico se oye a través de ella.

—Ahora, dime tus pecados, hijo mío. — Suelta Nico con voz irónica y divertida, haciendo alusión al momento como si fuese la mala imitación de una confesión. —Yo te escucharé, atentamente.

Will no pierde el tiempo.

—¿Qué es usufructo? — Es lo primero que Will quiere saber, ignorando el tono juguetón de su oyente; él sabe muy bien que pudo haberlo buscado en Internet, pero allí siempre había más de diez distintos conceptos y no quería tener una respuesta equivocada. —Cuando lo mencionaste el domingo a la madrugada, ¿a qué te referías?

—El usufructo... —Repitió, su voz adoptando el tono de un estirado profesor de de abogacía. —Es el uso, goce y disfrute de la cosa. Sin que le pertenezca. Lo que quiere decir en palabras simples, que... Ambos somos la "cosa" por la cual el otro puede hacer uso y mucho goce de ello; pero, sin que ninguno tenga el derecho de poseer a la cosa...

—Es decir, quieres una relación libre y pasajera. — lo interrumpió el rubio, sintiendo algo de pesadez y congoja en su interior.

—Míralo desde el lado bueno. — La voz de Nico se oye tranquila y persuasiva, y Will presta suma atención a sus siguientes palabras. — Tendrás una pareja activa, libre de enfermedades sexuales y constante a tu lado, al alcance tuyo mediante una sola llamada. Podrás utilizarme para practicar, o usarme para satisfacer ciertas necesidades... 

—Sí, sí, se oye todo muy bonito. — Will bufó con sarcasmo, una tapadera para ocultar la vergüenza que sentía por esta conversación. — Pero no veo como tú te beneficias, ¿qué ganas tú con todo esto?

— Tenerte a ti.

Joder, Will exhaló con fuerza, y contuvo las ridículas ganas de empezar a reír como un loco desquiciado lleno de alegría. Dioses, este tipo era demasiado bueno al hablar, es todo, solo debía tener cuidado de esas dulces declaraciones, de lo contrario, sabía muy bien cómo terminaría esto.

— Ya te has dado cuenta por ti mismo, — continúa Nico luego de una pausa, como si nada hubiera pasado  — no podemos estar ni en la misma habitación por tres minutos sin que uno quiera lanzarse sobre el otro. Luchar contra esto... es solo una perdida de tiempo, cuando bien podríamos ya estar aprovechando de nuestras circunstancias.

—Tú serás el único... — intentó mentir Will, pero Nico ni siquiera lo dejó terminar.

—Ajá sí, y hace rato estando delante de ti, no estabas acosándome totalmente con la mirada. — se jacta, y las mejillas del rubio se colorean del bochorno, ¡¿había sido tan obvio?! — Y no me hagas decirte cómo te veías el sábado luego de que yo haya...

—Okay, okay, ya entendí. — Se apresuró a censurarlo, definitivamente, eso no podía oírlo más. No sin morir de la vergüenza en el trayecto. — Pero tú solo quieres que nos enredemos y yo... — "Yo no sabía que era gay hasta hace dos días", me dije internamente, mirando un punto vacío en particular, además, ¿podría soportarlo?

— Sí lo que tanto intentas decirme con balbuceos es que "No deberíamos volver a repetir lo que hicimos en mi cama". — Recitó, alargando las palabras en un tono cansino. — Yo te respondería con un "Ni en broma, rechazo tu rechazo de que no vuelva a ocurrir"

— ¡¿Qué?!— No pudo evitarlo, su exclamación salió disparada de sus labios, con una mirada anonadada. Un microsegundo después, su cerebro volvió a funcionar y se acercó más a la puerta para retarlo — No puedes decidir por mí, Di Angelo. ¿Qué pasa si me niego a aceptar tu rechazo sobre mi rechazo?  — Escupió Will, y de alguna forma, sabe que él está conteniendo una carcajada.

— No creo que tu negación dure mucho tiempo. — Carraspeó. — No tienes mucha fuerza de voluntad con respecto a mí. Eso ya lo tengo muy claro.

— Ja. Já, JÁ. ¿Cómo lo sabes? 

De repente, la puerta de su cubículo se abre en frente de Will y de forma casi fugaz, observa que la mano de Nico sale disparada del interior; coge el brazo de Will con un agarre férreo, y acto seguido, lo jala para que entre junto a él dentro del cubículo, a pesar de las quejas que recibe del rubio.

—¡Espera, no voy a entrar allí ni en broma! — Casi chilló Will, plantando sus pies en el suelo y sujetándose con la otra mano libre de las bisagras de la puerta. No obstante, Nico no dejó de jalar de su brazo con insistencia, hasta que finalmente, (siendo él más habilidoso) logró ingresarlo dentro del cubículo. — ¡No! ¡Para, para! ¡Hay cámaras aquí!

— Eso es falso. — chasqueó la lengua. — Ares solo dice eso para evitar que los chicos intenten cogerse a las chicas del gym en los baños.

— Bueno, tú no harás eso, ¿no? — Bromeó Will, y haciéndole una pregunta silenciosa, indirectamente.

— No, claro que no. — Contestó el azabache, sin embargo, ni siquiera le dio tiempo a Will a que soltara un suspiro de alivio, porque inmediatamente continúa. — Es obvio que no cojo con chicas.

Entonces lo besa. Con hambre y ganas. Como si hubiese esperado por esto demasiado tiempo y finalmente lo tuviera a su alcance. Sus ardientes labios chocan con los de Will, y aprieta su espalda contra la pared cuando su exquisito cuerpo se apega al de él, para no dejar ni un centímetro de distancia entre ellos. Es suave y húmedo, cálido y excitante. Su boca es un manjar que quiere que le sirvan todos los días, de mañana, tarde y noche.

Su beso era una poderosa arma que lograría sucumbir a cualquiera sin mucho esfuerzo. Pero Will no dejaría vencerse tan fácilmente, aun le quedaba un ápice de resistencia en su adolorido corazón por tantas emociones arrolladoras. Con dificultad, vira su rostro y sus labios lejos de los de él, e ignorando el terrible dolor que siente al hacerlo; se mueve hasta la otra esquina, para mantener una distancia segura. Cuando miró a Nico, juraría que vio una chispa de dolor en aquellos orbes que tenían todo tan bien oculto.

— No, para. — sentencia, pero por dentro está gritando que lo ayude a dejar de pensar en lo coherente— Yo no... Yo...

—¿Por qué tienes que ser tan problemático? — Inquiere Nico, y una vez más, se acerca hacia su presa.

De repente, nota que los ojos de Nico caen nuevamente sobre sus labios. Casi como si ni siquiera fuera consciente de lo que estuviera haciendo. Es como un imán o un tipo de punto demasiado atractivo y llamativo que Nico simplemente no podía ignorar, y el anhelo y el deseo de probar aquellos labios, es tan visible que causa un vergonzoso temblor en las piernas de Will.

Es tan embriagante, y lo llena de un poder tan extraño y excitante,  que lo ayuda a reunir la suficiente valentía para atreverse a morder sus labios de forma casi imperceptible, pero de tal manera, que no le cupiera duda de que estuviese tentándolo cruelmente ¿Cómo alguien como él podía seducir a alguien como Nico? Le parecía ridículo, pero ahí estaba él, con sus oscuros ojos poniéndose aún más oscuros por la simplicidad de sus carnosos labios, reacción que desencadena automáticamente, en una excitante, placentera y molestosa sensación en su entrepierna.

—Me gustas, Will. Y yo también te gusto. — Las primeras palabras, dejaron estupefacto a Will, con el corazón en la garganta, él no se detuvo. — Solo contéstame algo, ¿quieres que me vaya?

Solo se necesitaba una palabra suya. Parecía tan fácil, pero la decisión era más difícil de lo que parecía, y mirándolo fijamente, estando tan cerca de su atractivo  cuerpo, tan cerca de su apuesto rostro... ¿Cómo se supone le diría que no? ¿Cómo? ¿Cómo podría negarle que hiciera con él todo lo que quisiera? Aunque eso significara, llevarse todo de Will, hasta dejarlo completamente seco.

—No. — Declaró, y era todo lo que su cuerpo le ordenaba decir, para evitar que él lo dejara. — No quiero.

Y esta vez, fue él quien lo besó, agarrando su rostro entre sus cálidas manos, sin nada que los frenara ahora. Las manos del otro recorren el cuerpo del otro frenéticamente, con ganas y codicia. Sus labios se ven como una danza perfecta, que ocultan el placer que sienten y comparten sus lenguas al encontrarse en la boca del otro, para iniciar un sensual roce entre ellas. Un gemido salió de los labios del rubio, el cual no pudo contenerlo, y Nico automáticamente le pone un dedo sobre los labios, para que se quede callado.

¡Pero es imposible! Está a punto de decirle a su amante, pero en eso, la puerta principal del baño se abre e inmediatamente, se oyen las voces de un par de chicos que conversan sobre las vitaminas, y las chicas que iban a gastarse el próximo viernes. Un sudor frío recorre la espalda de Will entonces, aterrorizado de ser descubierto allí mismo, de infraganti. Sin embargo, lo último que tenía pensado Nico era en detenerse ahora. 

Nico apartó el dedo que había posado sobre los labios de Will para volver a besarlo, pero cuando quiso hacerlo, éste se negó con vehemencia, haciendo gestos nerviosos con su mentón hacia afuera, donde se oían al par de amigos orinar casi al mismo tiempo. ¿Así que no quieres darme tus labios, eh? Le dijo Nico sin emitir sonido alguno, (solo haciéndole saber a través de una mirada) y por segunda vez, intentó besarlo, pero el rubio le negó el placer de atacar de nuevo su boca provocativa.

"Bien, no hay problema". Nico le alzó una ceja con determinación.  "Puedo distraerme con algo mejor".

Al principio no entendió cuáles eran sus indirectas, pero cuando se hubo arrodillado enfrente suyo y empezó a tratar de bajarle los pantalones, ya no le quedó ni la menor duda. Golpeó sus manos tratando de evitar que se saliera con la suya, no obstante, era demasiado insistente, y con la mano que no usaba para esquivarlo, inició a utilizarla para empezar a frotar su miembro por encima de su ropa.

—Ah, — dejó salir un quejido en contra de su voluntad, se tapó los labios con las dos manos entonces, pero mediante eso, Nico tuvo el camino libre para bajarle los pantalones y los bóxers, y empezar con la sublime tortura celestial.

Otro jadeo, un gemido contenido, y su cabeza golpeó la pared detrás suyo, mientras sus labios estaban boquiabiertos, por donde su agitada respiración salía en silenciosos jadeos. Oh, Dios mio. ¡Qué bien se siente! Gritó internamente, era mejor de lo que recordaba. Definitivamente, esto era mejor que el sábado, sin lugar a dudas. El ritmo que su mano utilizaba, era el punto exacto para lograr hacerlo correr, y hacerlo sufrir al mismo tiempo dentro del mar de placeres.

Apenas y se dio cuenta cuando el par de amigos que habían entrado hace rato, por fin salieron del baño a seguir con sus miserables vidas. Menos mal, porque él estaba a punto de empezar a jadear y a gruñir de verdad.

—¿Quieres que pare? — Le preguntó Nico con voz santurrona, mientras seguía masturbándole con una mano. Era un maldito, pero estaba demasiado excitado para que le importara. Literalmente, estando así, él podría pedirle cualquier cosa en el mundo y se lo daría aunque significase su muerte. —¿Me detengo...?

—No, por favor. —Susurré, tragando saliva y casi implorándole con la mirada. — Sigue...

Esa fue toda la luz verde que Nico necesitó, al principio se lamentó en gran medida cuando él dejó de tocarlo, pero luego, cuando gloriosamente su boca tomó su lugar, todo lo demás dejó de importar. Y eso si que hizo delirar a Will, eso sí que hizo casi gritarle, de no haber recordado a último momento, que estaba en un lugar público y nadie debía descubrirlos. Pero mentiría si dijera que eso estaba siendo muy difícil de lograr.

Y con su pudor yéndose al garete, movió sus caderas para que él pudiera llevarlo más al fondo de su garganta. Tal vez Will era demasiado débil, o él demasiado bueno en lo que hacía, el punto es, que no tardaría mucho en terminar en su boca. Quiso advertirle que parara, (¡no quería terminar allí!) pero al momento en que agachó la mirada para avisarle, se encontró con el paisaje más sexy que alguna vez podría tener, y eso solo incrementó más la presión en su miembro.

La vista constataba de, su miembro apareciendo y desapareciendo dentro de los labios de Nico una y otra vez, de forma rápida y cuidadosa. Sus ojos oscuros miraban directamente los suyos, grabando cada expresión de placer de entrever su rostro. Él estaba leyéndolo, estudiándolo y saboreandolo por completo, y cuando su lengua rozó la punta de su miembro, sus ojos sonrieron diabólicamente, porque estaba consiguiendo rápidamente, romper todas sus barreras, de un solo disparo.

Will sujetó el pelo crespo del chico, algo brusco entre sus dedos, mientras le indicaba el ritmo que debía de seguir. Hasta que finalmente, no pudo soportarlo más, y se dejó ir completamente en su boca, mientras llevaba la cabeza hacia atrás y soltaba unos silenciosos gemidos de satisfacción.

El orgasmo tardó un poco en abandonarlo por completo, sus piernas temblaban y repentinamente, sentía algo de sueño. Pero esa última sensación dormitante desapareció de golpe, cuando su cabeza le repitió lo que acababa de pasar y en dónde. ¡En un baño público! ¡Por Los Dioses! Penosamente, y con algo de enojo, se guardó su miembro de nuevo en sus pantalones, sintiendo su rostro caliente, mientras Nico se ponía en pie para estar delante suyo, sonriente.

—¡No puedo creer que hayamos hecho esto! — Exclamó, cuidando en no alzar demasiado la voz. De repente, la paranoia lo atacó poderosamente, y hasta tuvo ganas de asegurarse de que los retretes no tuvieran una cámara de seguridad. —¡¿No tienes un gramo de decencia?!

—Yo no vi que te hayas quejado mucho. — Le respondió el azabache, riéndose (en voz baja) abiertamente a su costa. — En realidad, vi que lo disfrutabas bastante.

—¡Basta! — Lo detuvo, casi cerrándose los oídos en un gesto infantil. — ¡Todo es tu culpa! ¡Tú me sedujiste a hacer esto!

—Pues la seducción no hubiese funcionado si hubieras puesto una pizca de resistencia, Solace.— Se mofó. — Ya no tienes excusas.

—Sal de mi camino, sal, sal. — lo apuró entonces Will, sin ser capaz de mirarlo fijamente por más tiempo, ni mirar esos labios que solo hace unos segundos estaban haciendo un muy buen trabajo. ¡Ya, no pienses en eso! Se dijo. — Eres un pervertido.

Entonces, cuando ya había dado un par de pasos hacia la puerta, con el objetivo de salir del cubículo del baño. Nico volvió a detenerlo, posando una mano sobre su brazo con insistencia. Forzosamente, Will lo miró, con una pregunta implícita en sus brillantes ojos azules.

—¿Y bien? — Demandó.

—¿Qué cosa?

—Sobre mi propuesta. ¿Qué dices?

Will trató de pensar en una respuesta rápidamente, intentó tomar la decisión apresuradamente, pero supo que no lo lograría en un santiamén, y él solo quería huir de aquí, y alejarse del peligro de ser descubiertos. Tal vez lejos de aquí y lejos de él, podría pensar con mayor claridad y cordura.

—Te enviaré un mensaje. Luego. — Tragó saliva nervioso. — Cuando lo haya pensado mejor.

Y dicho eso, con extremo cuidado, Will comenzó por abrir la puerta y llevando el corazón en la garganta,  miró por una pequeña franja, para vigilar que no hubiera moros en la costa, y cuando hubo confirmado la zona despejada. Salió de allí, y se encaminó hacia la salida principal.

Abrió la puerta.

—¡AHHHHHHHHHH! — Aulló horrorizado y con su alma cayéndose a sus pies, cuando enfrente suyo, se encontró con el enorme pectoral de Ares y sus ojos mirándolo como si fuera una rata muerta. —¡¡Por Los bebés de Apolo!!

Listo, es el fin, Nico le había mentido con lo de "no hay cámaras" y ahora moriría por ser la indecencia hecha persona. Su mente malvada y cochambrosa, automáticamente le hizo pensar en todas las escenas en que esto acabaría muy mal.

—¡¿Por qué carajos gritas?! — Demandó Ares saber, a la par que se rascaba la oreja izquierda por el grito, un montón de otras personas alrededor, también habían virado la cabeza hacia aquella dirección.

—¡¿Qué hace aquí?! — Interrogó Will con una voz muy aguda, pero a los cinco segundos de haberlo hecho, supo por el cambio súbito de su rostro, que había sido una pregunta muy estúpida.

—¡¿Cómo que, qué hago aquí, animal?! ESTE ES MI BAÑO, Y VENGO A CAGAR. — Vociferó, aportándole de su camino, con una mano violenta que lo lanzó a un lado. —¡¿O acaso no puedo venir a cagar y mear en mi propio baño?! ¡¿Pero qué coño?! — sentenció furioso, ingresando en su baño y salvando a Will de una paliza.

—Cierto Will, ¿estás bien? — Nico pasó a su lado, derrochando sarcasmo en cada poro de su ser. — Por alguna razón estás muy nervioso.

Will empezó a abrir sus labios para soltarle una reprimenda grosera, pero a último segundo, supo que era un caso perdido. Además, justo en ese instante, un grito que denotaba mucho dolor, perteneciente a una voz bastante familiar, se oyó por toda la sala, y sin perder el tiempo, se dirigió en aquella dirección con mucha curiosidad

Luego de caminar un poco rato,  llegó hasta donde estaban Percy y Luke mirando algo en el suelo con un pizca de ironía, Will se colocó al costado de Percy, haciéndose espacio entre la multitud que también había formado un círculo para ver algo o alguien sufriendo y maullando con dolor.

—¿Qué pasó? —Le preguntó, Percy dio un pequeño respingo de sorpresa y luego al verlo a él, sonrió.

—Leo intentó alzar esos " press de banca" que son esas pesas con una barra, que alzas acostado en una camilla, Leo lo hizo con una mano... y parado. —Explicó con torpeza. — Y bueno, no lo logró. Y además, se ganó una fractura en el tobillo. Es todo.

"Ahh", fue todo lo que dijo Will, moviendo su atención hasta encontrar a un adolorido Leo en el suelo, abrazando su tobillo en posición fetal, mientras Frank Zhang le ponía vendajes pacientemente y le repetía. "Te lo dije, te lo dije" por alguna extraña razón que no entendía.

~~~

Un montón de autos pasaban a su lado, pero ninguno de ellos era aquel Mercedes tan familiar que su madre poseía, esperaba en la vereda impaciente a la llegada de su madre para que lo recoja del Gimnasio. Como el niño indefenso de mami que ella pensaba que era él. Y Jason no podía refutar, porque al hacerlo, solo se conseguía demasiados regaños que lo dejaban agotado.

—¡Jason! — La voz de su mejor amigo llegó cojeando por detrás de su espalda, y cuando volteó a mirarlo, (para su alivio) Leo aún tenía una sonrisa amigable para él. — ¿Qué tal estás amigo?

—Yo debería preguntarte eso, — se río el rubio, observando el vendaje que abrazaba su tobillo. Leo había tenido suerte en no romperse completamente la pierna. —¿Qué tal está esa fractura?

—Siendo un hijo de puta muy doloroso y molesto, — Respondió con un bufido airado. Pero de repente, su rostro adopta un semblante más gentil, y sabe lo que preguntará antes de que lo haga. — ¿Y bien? — su voz es exageradamente melosa. —  Por qué no te acercaste a nosotros, Jason.

No le respondió, (¿cuántas veces ya lo había dicho?) simplemente se encogió de hombros, y siguió mirando la ruta y los automóviles que surcaban, esperando por el Mercedes que volvería a llevarlo a su jaula. Evitó los ojos instigadores de Leo, él ya sabía la respuesta a esa pregunta, ¿por qué lo torturaba? En repetírselo de vuelta.

—Ella no se habría enterado... — susurra, dejando la idea sin terminar al aire.

Pero en realidad, claro que lo haría. Ella tenía amigos y amigas por todas partes, ojos en cada esquina, y voces que le susurraban en el oído, todo lo referente a lo que hacía, cada día, cada hora y sino era cada segundo también. Ella siempre se enteraba de todo de alguna manera y siempre aparecía en el momento más inoportuno.

Era de algo que ya estaba demasiado acostumbrado, había vivido esto desde que tiene memoria después de todo. Pero para los demás que no habían vivido lo que él, siempre le preguntaban, ¿cómo puedes vivir así? Pero no era tan difícil, solo debías ignorar muchas cosas. Aunque al principio duela, al día siguiente luego de una larga siesta, jamás volverá a importar.

—Quedamos en comer con los demás en un Starbucks. —Prueba Leo, con la mirada puesta hacia su izquierda, probablemente eran "ellos" llamándolo para reunirse en el lugar mencionado. —¿Seguro que no quieres venir?

—No, está bien. Diviértete. — Lo alentó con falsa alegría, mientras por dentro la envidia lo consumía como un asqueroso monstruo. — Nos vemos mañana. — No podía irse con ellos, tenía miedo de ser descubierto. — Sabes que... — mucho miedo. — no puedo.

—Te entiendo, tranquilo. — Leo da un paso incómodo hacia él, y posa una mano reconfortante sobre su hombro, Jason le sonrió agradecido. — Nos vemos, ¿ok?

—OK. 

Piii  piiiii. Su corazón sufre un fuerte vuelco, cuando oye aquella bocina tan conocida. Sus ojos viran hacia la calle y ahí está el auto, aparcado delante suyo con apuro, y oye el mecanismo del cerrojo abrirse y sabe que es una indirecta para que suba ¡ya! Al auto.

Ya, ya, ya, si tardaba más de veinte segundos en verla, desde que ella ya está esperándolo. Se ganaba una fuerte reprimenda, y un sermón muy largo en donde recibía un montón de palabras condescendientes que le recordaban su inutilidad y fragilidad.

¿En qué momento había llegado? Se preguntó mientras abría la puerta y subía al auto. No se había percatado de su presencia, fue como si hubiese salido prácticamente de la nada. Eso era algo que siempre ocurría también; esperaba media hora por su madre, pero al minuto que cierra los ojos para descansar, ella ya estaba allí, prácticamente gritando del porqué estaba siendo tan lento en moverse.

Por eso ni iba al baño, cuando sabía que ella podría estar cerca.

NA. No saben lo mucho que me está costando escribir esto. Por Muchas razones.

Por el rabillo del ojo, ve a Nico salir del Gimnasio, con la cara inexpresiva dirigida hacia él como siempre. Ah, él nunca lo había perdonado. Bien dicen que las riñas de los niños ni se olvida nunca. Se preguntó porque estaba en un lugar como este, cuando él parecía estar casado con su cama.

Apenas su trasero estuvo sentado en el asiento del auto de su madre, ella volvió a arrancar y salieron en la autopista con destino a casa. Ella estaba vestida con un traje a medida, sofisticado y elegante de color turquesa, que hace resaltar su piel inmaculada y bien cuidada. Al principio no dice nada, Jason estaba tan aliviado de que no lo mencionara o lo dejara pasar, tal vez no lo había visto... pero entonces, lo dice:

—He visto al marginado de tu primo salir del mismo gimnasio en dónde vas tú también. — Su voz tiene un tinte de repulsión que es demasiado evidente, delante de nosotros una pareja cruza la luz roja, y mi madre les bocina con ímpetu, mientras mascullaba entre dientes. —¿Acaso vino a pedir limosna? ¿Por qué estaba allí? ¡Él no tiene cómo pagar ni el agua...!

Sigue y sigue quejándose, igual que todos los días, sobre distintos temas. Mi madre no quería que hablara con Percy, "Es malo para la imagen", "Un chico como tú debe tener solamente compañías importantes y que sean de provecho". Yo debía buscar amigos que me convenía o personas decentes, con las cuales hablar sobre temas importantes y de alto coeficiente intelectual. Las tonterías eran un desperdicio de tiempo.

Blah, blah, blah.

— No voy a dejar de venir sólo porque él está ahí, mamá. — Le dijo, "es ridículo" pensó ofuscado, pero sin atreverse a decirlo por temor a las repercusiones. — Solo no voy a hablarle, y el gimnasio es lo suficientemente grande para evitarlo. Todo está bien.

— Tal vez. — Contesta la mujer reticente, apretando los dientes con disgusto y haciendo remarcar un músculo cerca de su mandíbula. — En todo caso, ¿Cómo?

—Se ganó un concurso. Tiene membresía dorada por un mes, fue suerte — Le contestó cortante, distrayéndose con las casas y las personas que pasaban por su ventanilla, en una de esas, observó como un grupo de amigos jugaban en el patio de su casa.

Ella siempre dice que puedo salir a donde yo quiera cuando yo quiera. Pero cuando le pido permiso de salir los fines de semana dice, "Los hijos de malas familias solamente salen cada fin de semana, las fiestas causa la destrucción de la persona". (Tal vez tenga razón) y cuando le digo que saldré entre semana, también contesta con una negatoria, "Son días de trabajo, no puedes salir mientras otros se esfuerzan por darte de comer en esta casa". (Tampoco tengo un trabajo) ¿Por qué necesitarías trabajar? Dice ella. ¡Yo ya te lo doy todo! ¡¿Pero qué supuestamente te falta?! ¡¿Eres un desconsiderado?!

¡¡Tú solo quieres convertirte en un sinvergüenza!! Si no fuera por mi, hace rato te hubieras destruido la vida. Eso decía ella, pero cuando Jason abría su billetera, lo máximo que siempre encontraría sería la tapa de una botella vieja de gaseosa. Solo eso. Comprarse un chicle a veces era tan difícil, todos sus amigos pensaban que él siempre la tenía todo. Podía tener Lo que quisiera y nadaba en dinero.

Já, si ellos supieran que con suerte podría comprarse una hamburguesa al mes, porque no era sano comerlo más de una vez a la semana.

—Tenía tan buen concepto del señor La Rue, pero después de ésto, Bah. —Ella bufa, pasándose una mano por su brillante pelo castaño, el cual parecía haber pasado por un reciente baño de luz. — Mantente alejado Jason, la sociedad es muy chismosa y habladora, les das la mínima oportunidad y ellos la aprovecharán. Ellos no son bien vistos, a diez metros te quiero de él.

Ella siempre pide el vuelto del dinero que me da para mi almuerzo, siempre, hasta el último centavo, se lo doy todo, a veces sin pedirmelo porque ya estaba demasiado acostumbrado. 

Ella siempre dice que puedo ser amigo de cualquiera, puedo juntarme con quien quiera, pero cuando se entera de quién se trata y a quién tiene por padre o madre. Ella me ordena que no vuelva a acercarme a aquella persona.

—Esa clase de persona no traen nada bueno, ni valen algo. — Sentencia, y su decisión es ley. Sus palabras se acatan.

Mientras viva bajo su techo, se hace lo que ella ordena, sin chistar, y solo sonreír alegre por las cadenas que tan gentilmente te han puesto. Esa su vida.

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¡Memes de RLKin! La pobre se vicio... y no deja de mandarme todos los días Nuevos Memes. (No me quejó)

EESTE FUE EL QUE MÁS ME MATÓ DE RISA. ÉPICO.

A todas esas personas que me hicieron espoiler, (menos a los que les pedí) ojalá salgan a la calle una noche y se encuentren con un negro de dos metros y les viole con su pito de 20 centímetros Hasta que les arda el culo. Mal parados.

He cancelado proyectos de nuevas historias por esa simple razón. Fin. Sin mas comentarios. No volveré a cometer el mismo error.

Lamento que haya pasado un puto mes, la vez pasada, prometo publicar mas seguido. (Escribí este capítulo desde el viernes que publique) dios, no sé si es falta de práctica o simplemente fue algo difícil, ustedes dirán si valió la pena tanto trabajo.

Pregunta Random: ¿Cuál es el lugar más loco en donde has leído un capítulo mío?

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