El Gimnasio de los Niños ricos.
- Hola sis, - Amer saluda a RLKin, quien está sentada en un sofá de hilos de oro de Arabia y sosteniendo un cóctel orgasmo. - Gracias por estar conmigo hoy, en este día tan especial donde público un nuevo capítulo. Y el cual, tendrá la misma dinámica que el penúltimo capítulo que has publicado.
- Tú solo tienes que pedirme lo que quieres y lo tienes, sis - le responde sensualmente con un guiño, luego carraspea. - Y es una dicha estar aquí. El juego es el mismo lectores, excepto que mi sis será honesta y SÍ, el párrafo estará dentro de la historia narrativa.
- RLKin ha escrito DOS párrafo en este capítulo. - Amer guiña un ojo. - Encima les doy doble oportunidad. Sean astutos e inteligentes, elijan un párrafo y justifiquen el porqué. Me gusta saber los porqués... El premio... pues, he... Ya lo hablaré con la ganadora :'v
- ¿hago los honores, sis?
- Por favor, sis. Aprovechando que estás aquí, adelante.
🌊 En capitulos anteriores: En el Instituto se realizó un sorteo de membrecías para un Gimnasio muy importante, con el fin de obtener fondos para un grupo de estudiantes. Los ganadores fueron Leo, Percy, Nico y Will. Con eso se dió cierre al curso y vinieron las vacaciones de verano. Dylan adoptó a Percy como su protegido y se ha propuesto realizarle una transformación from zero to hero, por lo que lo llevó a hacerse un piercing con el Tatuador más genial de la historia (y digno de mención) Hunk, esto después de la genial idea que Apolo indirectamente le dio. (Percy Punk esta acercándose, perras). En esa misma fiesta Will tuvo su primer beso (con lamida y todo) propinado por Nico. En un último intento por negar su sexualidad intentó coshar con Ciel, pero para desgracia de la rubia, no se puede tapar el sol con un dedo. Nico toma terreno y hay besuqueo intenso en el callejón, interrumpido por un drogadicto que buscaba a Apolo. Nico suma uno más uno y sabe que ese es el negocio que su padre lo envió a investigar, por lo que invita a Will a su casa (y ahí si hay cosheo intenso). Will se niega a aceptar que está enamorado, en un intento de proteger su corazón, pero Caronte (fan#1=RL) le confía que tiene posibilidades con su bambino. Y aun no sabemos qué carajo va a pasar con Hades y su supuesta boda.
Gracias, gracias, doy clases los jueves, no cobro mucho.
●●●●
-Antes de empezar el primer día para acabar con tu patética imagen actual. Siempre hago una evaluación general del sujeto, para descubrir, ¿qué podemos explotar? ¿Cuáles son sus falencias? Y, de qué manera lograremos cambiar tu imagen de escuálido desgraciado a una de un hombre de verdad. - Dice una voz proveniente del televisor que está pegado sobre una de las paredes en frente de unas máquinas corredoras. (Donde chicas con calzas sudadas, y tops deportivos diminutos, corren sensualmente)- ¿Estás listo para Está oportunidad única? Bienvenidos al Gimnasio de Ares, y recuerda, ¡Si no hay fracturas al primer día! ¡Lo estás haciendo mal! ¡Ánimo, zánganos!
Esto es un mensaje del mismísimo director del Gimnasio más reconocido e importante de New York.
Advertencia: La empresa no se hace cargo en caso de quiebre económico o muerte súbita.
-¡¿Pero qué carajos estás haciendo tú aquí?! - Fueron las tiernas y suaves palabras pronunciadas por Luke Castellan, en dirección a Dylan Thompson. A quien (para su desgracia) nos habíamos encontrado apenas ingresamos por las puertas del Gimnasio Ares. - Juro que si en la tercera ocasión nos volvemos a encontrar. Te denunciaré por acoso, porque no hay forma de que siempre nos encuentres "casualmente", maldito hijo de puta.
Era demasiado temprano para pelear, y apenas el minúsculo tono elevado que utilizaba Luke, hacia que me palpitara la cabeza por la persistente resaca que se negaba a abandonarme, a consecuencia del poco alcohol que me había tomado el sábado. Y sí, eso demostraba mi muy patética y poca resistencia hacia las bebidas, y sin embargo, éste hecho, no me desanimaba ni en lo más mínimo.
- Luuuke... - Inicié, inhalando hondo y bufanda con desgana. - No empieces por favor.
Era obvio que nos encontraríamos con él en un lugar como este, es decir, era uno de esos lugares de clase alta sobre la alta máxima. Prestigiosa, y tan cara, que con el dinero gastado aquí mensualmente, uno ya pudo haberse ahorrado todo el esfuerzo e implatado abdominales artificiales directamente (y cirugía plástica en la cara) si así lo quisiera. Y teniendo en cuenta la familia de donde provenía Dylan, no me sorprendería sí encontrará sus pesas personalizadas y grabadas con su nombre, en alguna parte de por aquí.
Bien, sabiendo todo esto, seguro te preguntarás con tu cerebrito de pez, ¿pero qué coño haces tú aquí entonces, en el gimnasio de los niños de papis ricachones? ¿Siendo tú más rico que el Chavo del Ocho? Pues verán, les refresco la memoria. Hubo una vez hace mil días anteriores, un sorteo el cual gané, y por eso, mi indigno y sucio pie de pobre, podía pisar este impoluto salón repleto de pesas e instrumentos de tortura de todo tipo. Todo gracias a este pequeño ticket de oro que tenía en manos, el cual me regalaba un mes gratis en este lugar.
- No me iba a perder el primer día de la transformación del Percesito, Luke. - Le contestó Dylan, con una mezcla de irritación y diversión en la voz. - ¿Qué clase de amigo sería entonces?
-¿Quién dijo que eras...? - Empezó a decir Luke, con la intensión de iniciar una tercera guerra mundial, pero entonces, una voz cargada de emoción y furor lo cortó de sopetón.
- ¡Hey! ¡¿Qué tal amigos míos?! - Sufrí fuerte un respingo por la repentina aparición de Leo por detrás de mí, quien luego apoyó su antebrazo sobre mi hombro como si fuese una repisa. Lucía entusiasmado y enérgico, y adornando su rostro de rasgos latinos, mostraba una enorme sonrisa de oreja a oreja. - Por favor, díganme que también les ocurrió lo mismo que a mí al entrar. O sea, estaba caminando tranquilamente y pensé que la puerta estaba abierta, pero resulta que estos infelices limpian y pulen tan bien sus puertas de vidrio que hasta parecen invisibles, y entonces fui todo idiota a chocar contra el vidrio. - Tomó aire, y luego volvió a hablar - Fue demasiado vergonzoso, pero al menos hice reír a dos chicas de la sala principal, quienes por cierto, llevaban unas "calzas", que no dejaban nada a la imaginación.
Hubo una pausa silenciosa al principio, en el cual nos quedamos mirando a Leo con semblantes inexpresivos. Después, Dylan alzó la mano tímidamente llamando nuestra atención.
- A mí también me pasó, bueno, no exactamente lo mismo. - Explicó, rodando los ojos, a la par que soltaba una risilla avergonzaba. - Estábamos un amigo y yo, (hace un mes) hablando detrás de una "puerta" que supuestamente pensábamos que estaba "cerrada", sobre los buenos culos que se traían algunas. Eh... Luego nos dimos cuenta, (cuando una de ellas nos derramó agua de una cubeta en la cara) que la puerta sí estaba abierta, y sí no estaban oyendo perfectamente.
- Siempre lo he dicho, viejo. - Leo comenta, asintiendo vehemente, sobre la problemática existente. - Las chicas con calza, son un peligro para la población masculina.
Luke se atragantó con una carcajada que amenazó salir sin su consentimiento, pero a último momento, logró taparse la sonrisa inmediatamente, pasando una mano sobre sus labios. Su orgullo era demasiado grande para hacerle ver a Dylan que estaba simpatizando con él. Yo no sabía que me perturbaba más, o la historia de Dylan, o la vestimenta que Leo estaba usando con orgullo. Tal vez sintió mi escrutinio sobre él, porque de repente, pareció notar su desentono con el entorno y con nosotros, porque al echarnos un repaso a nuestras prendas. Exclamó.
- ¿Pero qué hacen vestidos así? - Nos señaló con una mano enérgica, sin dejar de moverse sobre sus propios pies, como si su hiperactividad lo superaba. - Están totalmente fuera de onda con el ambiente, chicos, ¡Solo miren mi estilo! Así es como hay que lucir en este lugar para no desentonar.
En realidad, me arriesgaría a decir lo devuelta, que él era el único que estaba desentonando aquí. Y por la cara de póker de Luke, y las mejillas muy sonrojadas de Dylan por estar conteniendo una carcajada con todas sus fuerzas... No era el único que lo creía. Pero es que, ¿cómo alguien no podría inmutarse con esto? Un hombre vistiendo calzas ajustadas hasta medio muslo, una camisilla naranja con demasiado escote para unos pectorales que no existían ni en su imaginación, y para rematar, usaba una banda que tenía un bordado de llamas, el cual contenía heroicamente, sus alocados rizos castaños en medio de su frente.
Dylan era el que más sintonizaba con el lugar, vestía una camisilla para mostrar lo suficiente de sus bien trabajados bíceps, y unos simples shorts con zapatos deportivos. Con él, no se aplicaba la frase tan famosa de "¿Para cuando ejercitas el rostro?" Bah, él ya lo tenía todo, ¡incluso era algo injusto que además se ejercitara para verse aún mejora! Tanto que quería gritarle: ¿¡Qué sigues haciendo aquí?! ¡Tú ya estás listo! Vete a casa a celebrar tu perfecta virilidad. Idiota. Idiota afortunado.
En cambio Luke y yo, simplemente habíamos optado por un par de camisetas y shorts deportivos de todos los días. Mis tenis eran los de siempre, rojos y gastados, con la suela algo agujereados por el uso constante. Luke tampoco necesitaba el gimnasio, ya tenía la suficiente masa muscular para siempre dejarme (con suerte) la segunda opción entre las chicas. Pero como es habitual, él me acompañaba en todas partes sin falta.
- Eh, sí, claro, Leo. - Le respondí entre dientes, dando a la vez, un paso a la izquierda disimuladamente para que nadie viera que estaba conmigo. Su brazo cayó sin nada que lo sostuviera, y fingió estar ofendido en respuesta. ¡Ey, Leo era un buen tipo, ya lo sé! ¡Pero hoy se ha pasaba de excéntrico! - Había olvidado que tú también ganaste el sorteo. Enhorabuena por ti, Valdez.
- Cosa que me tomó totalmente de sorpresa debo confesar - comenta alegre, mientras sus ojos vagan por todo el lugar como buscando algo o alguien en especifico. Pasa de los baños, el fondo y luego su vista se alza hasta el segundo piso que es fácilmente visible mediante la (¡Sorpresa!) pared de vidrio instalada. - ¡OH, ALLÍ ESTÁ! ¡Me prometió que me esperaría en la puerta, éste vil mentiroso!
-¿Quién? - Inquirió Luke con curiosidad, alzando una ceja en su dirección, para luego, voltear su rostro hacia donde el latino miraba y alzaba la mano como para llamar la atención de ese alguien. Creo que Luke lo ha divisado también, porque todo su rostro se tensó automáticamente, y la curva de sus labios demostró su completo desdén por el sujeto. Cuando alcé la vista para investigar el porqué de su desagrado, no me tomó mucho descubrirlo.
Está parado casi delante de la pared de vidrio, parecía estar probando el peso o tamaño de un par de pesas, moviéndolas de arriba a abajo, haciendo flexionar y sobresalir sus robustos bíceps. (Nótese que todos en este lugar, a excepción de Leo y de mí, tienen unos impresionantes bíceps). Su cabello rubio algo rapado se destaca de entre todos como un faro, y a pesar de la distancia, al mirar hacia mí, sus ojos eléctricos atraviesan los míos con facilidad.
Su rostro (como en los últimos años) se ve frío e inexpresivo al observarme, sus labios lucían una línea férrea, como si no se le permitiese nunca, ni formar una mueca parecida a una sonrisa. Le sostengo la mirada fijamente. Está allí, y aún así, siento un millar de kilómetros de distancia entre nosotros, los cuales él mismo ha puesto sin darme jamás una oportunidad de preguntar por qué. Y Luke lo odia, puedo ver que emana desprecio de cada uno de sus poros a tanta intensidad, que no pudo pasar desapercibido por nadie.
- Que bueno que no tengas una pistola en la mano en este momento. - Le dice Dylan divertido, y Leo lo mira de forma reprobatoria por su comentario, (sin prestar atención al obvio repudio de Luke) luego, vuelve a lo que hacía.
-¡Jason! ¡JAAAAAASOOOOON! - alza y mueve sus manos histericamente encima de su cabeza, tratando de conseguir que volteara hacia él. -¡Baja aquí conmigo para saludarlos! - Le pide, como si fuera tan fácil. Y entonces, cuando Leo finalmente logra que Jason lo mirara, no ocurrió lo que él esperaba, al parecer. Pero sí lo que yo esperaba.
Mi primo hermano miró con indiferencia a Leo por unos segundos, luego, lo saludó vagamente y solamente a él, (con un mano) desde su puesto tan privilegiado e inalcanzable en el segundo piso. Después, apartó la mirada como si nunca nos hubiese visto y se adentró más al fondo para que ya no alcanzáramos a verlo. Sin embargo, en un efímero momento antes de desaparecer, juraría que vi una chispa de emoción en su rostro.
- Ah, pero que sorpresa. - Masculló Luke con sarcasmo, cruzándose de brazos y poniendo una cara huraña. Por lo cual Dylan siguió sonriendo, entretenido por su expresión. - Huyendo como la rata que es, como siempre. ¿Y tú de qué te ríes? - atacó por último a Thompson.
-¡No lo llames rata! Es... Es muy tímido, es todo... - Leo empezó a defender a Jason, mientras se rascaba un lado de su mejilla con incomodidad. - Seguro alguien lo llamó de arriba, o estaba haciendo algo importante o recibió una llamada urgente... - Continúo diciendo, pero no me molesté en seguir oyendo tontas excusas mal hechas. Lo ignoré, y él inmediatamente se dio cuenta de ésto y se detuvo en seguir soltando palabrerías.
He pasado como diez años preguntándome siempre la misma cosa, sobre qué había hecho mal o qué había de malo en mí, y ya estaba harto de hacerlo. Basta de menospreciarme. Jamás lo dañé, o lo insulté, ni hablé mal de su persona alguna vez; así que su indiferencia no tenía fundamentos. No los tenía... Sí él alguna vez se dignaba a volver a hablarme, sabía donde encontrarme, pero yo no iría a rogarle por atención al señor presumido.
Tampoco hizo falta que le dijera algo a Luke, él automáticamente a sabiendas del tema viejo, ya no mencionó al innombrable y empezó a hablarme de otra cosa de inmediato, como sobre el hombre de edad mediana, que era visible a través de una ancha y gigantesca ventana de vidrio. Estaba sentado plácidamente delante de su mesa, en su oficina, utilizando unos diminutos anteojos rectangulares sin marco, colocados sobre su torcida nariz; para leer algunos papeles de color amarillo y blancos que se parecían bastante a facturas. (Con mi historial, podía reconocer un montón de facturas de cualquier tipo).
- Percy, mira ese tipo a tu derecha, el que está sentado sobre esa silla que a leguas se nota pide socorro. - Luke se ríe a carcajadas, e inmediatamente lo sigue Leo sin disimular ni un poco su burla. - Necesito felicitar al carpintero de esa silla, con mucho respeto. ¿Quién lo hizo, un duende? Apuesto que podría sostener hasta a una moto.
Mientras él sigue tirando chistes en referencia a la silla, mientras tanto, yo no podía encontrar un sinónimo más poderoso que imponente para describir al hombre. Solo digo, que él desafiaba incluso a esa palabra. Era gigante, definitivamente media los dos metros y sus brazos y piernas eran tan grandes como troncos de robles. Tenía la cabeza rapada en un estilo militar muy rígido, y su boca parecía haberse quedado atascada de forma permanente, en una mueca despectiva para cualquiera que osara incluso respirar su mismo oxígeno.
- Santo Dios...- Se me escapó, antes de que pudiera detenerme. La impresión fue tanta, que de pronto, todos mis muy enclenques brazos empezaron a dolerme y a temblar, con solo echarle un vistazo a ese semejante ser humano del ejército ruso. Simplemente quería huir y esconderme bajo mí cama.
-¡Solo miren eso! - Exclamó Leo con un siseo casi histérico, mientras lo apuntaba "disimuladamente" con una mano enérgica- Puedo oler los esteroides hasta aquí.
Entonces, algo más impresionante que el hombre con músculos sucede.
- No usa esteroides. - Dicen Luke y Dylan al mismo tiempo, e incluso ellos mismos se sorprenden de hablar al unísono. ¿Es este el fin del mundo? ¿Debo lavarme con cloro, el cerebro o la boca? Son algunas de las preguntas de Luke, que prácticamente flotan a la vista de todos sobre su cabeza.
Leo me da un codazo justo después de eso, moviendo las cejas de arriba a abajo y soltando una risita muu sugerente que estaba abierto a un montón de pensamientos morbosos como es tan típico de él al bromear. Entonces soy yo el que ahora suelta una carcajada al visualizar la indirecta. Y es porque es demasiado descabellada, Luke y Dylan estando juntos sólo por un par de segundos, no sé quién terminaría matando primero al otro. Además de qué, Dylan era demasiado heterosexual.
- Las personas que usan esteroides, se les nota desde lejos. - inicia a explicar Dylan, con voz de profesor universitario, dejando de lado la broma de Leo. - Sus cuerpo demasiado abultados no tienen gracia, y sus músculos siempre parecen como sacos llenos de agua, que con el mínimo pinchazo de una espina. Explota. Además de qué son bastante debiluchos a pesar de sus extravagantes músculos. - añade.
- Ahí lo tienen. - Se burló Luke sin perder oportunidad. - El experto en drogas está hablando. - Dylan rueda los ojos, pero no lo confirma ni lo niega. - ¿Ven? El que calla otorga.
- ¡Ah! Pero que coincidencia tan irónica, - sisea Dylan de repente mirando hacia alguien detrás de Leo, en un tono casi inaudible que me costó oír. - ¡Hola, Will! ¡¿Qué traes tanto en esa mochila?!
Will se acerca hasta nosotros con pasos cansinos, casi como arrastrando sus pies sobre el suelo. Venía revisando su celular con un ligero fruncir de cejas y una pequeña arruga de disgusto en sus labios. Saludó a Luke y a Leo como es debido, con un rostro casi escaso de sonrisas, pero a pesar de no verse tan amigable Clo de costumbre. Esto no evitó que dejará de llamar la atención de las chicas que estaban ejercitándose cerca nuestro.
- Heey... - Suceso extraño, noté, que él saludo de Solace no estuviese acompañado de su brillante sonrisa y su tono entusiasta. Cuando se hubo puesto a mi lado para saludarme con un choque de puños, también noté un par de ojeras que nunca antes habían estado allí. Suceso insólito en verdad, ¿qué será lo que carcome su mente al chico siempre feliz? - La mochila es casi un adorno, no llevo muchas cosas. Solo un kit básico - se encoge de hombros, refiriéndose a la pregunta inicial de Dylan. - Un par de vendas, toallas, bidón de agua pequeño, calmantes para dolores musculares, chanclas y vitaminas.
- Ya, lo básico. - Asentí, conteniendo una risa divertida. Will se da cuenta de ésto, y me da un codazo juguetón con algo de brillo iluminando por fin sus ojos cielo.
-¡Oh Dioses! - Soltó ruidosamente Leo de repente, apareciendo en medio de nosotros, y acercándose tanto a mí cara para mirar mi oreja, que tuve que poner una mano en su pecho para mantener la distancia-no-gay - Lo acabo de ver hasta ahora. ¡¿Tienes un hierro atravesándote la oreja, viejo?!
- Se le llama pircing industrial. - Dylan informó, poniéndose también cerca de mí para mirar el objeto con orgullo. - ¿Le queda genial, no? ¡Se le ve estupendo!
-Sí, wow. - Exclamó, pasando un dedo con extrema suavidad por el pircing, gesto que casi me da un patatús, ya que temía por el dolor que me causaría. Aunque al final no ocurrió nada. - Hombre, ¿qué te dijo tu mamá al verlo?
- Ah... pues... - comencé, mientras el recuerdo inunda mi mente.
~~~
Madre e hijo, se encontraban desayunando tranquilamente un domingo a las diez de la mañana sobre la mesa de la cocina.
Estaba a punto de acabarme mis huevos revueltos por completo, mientras ella se tomaba sin prisa su taza de café con pequeños sorbos. Todo iba bien por casi media hora, casi me salvaba... cuando de improviso, me hace la pregunta que no quería oír y que me había estado poniendo tenso, desde el segundo en que me senté delante suyo en esta mesa.
-¿Eso...? - inició ella, entrecerrando sus ojos hacia mí oreja. -¿Es eso un pircing, Percy?
- Mhmm, tal vez... Bueno sí, lo es- Murmuré rendido, en voz demasiado baja, sin alzar la mirada y encontrarme con sus demoledores ojos marrones. - Lo siento, ¿sí? Perdón, voy a quitármelo si quieres fue solamente una locura entre amigos el sábado, porque se nos ocurrió hacernos los únicos y esp...
- Ah, no, no, no me molesta - me tranquiliza, interrumpiendo mi vaga excusa, con una mano levantada perezosamente. - Solo... Me sorprende que tú ya tengas un pircing a los dieciséis, y yo con mis treinta, ni tengo agujereadas aún mis orejas. Es, es gracioso... De verdad, muy irónico.
- Sí. - Asentí de acuerdo, riéndome un poco de las circunstancias. Mientras que internamente, sentía ganas de ahorcar a Dylan por persuadirme de haber hecho esto y meterme en esta situación. - Sí quieres, podemos ir juntos alguna vez, cuando puedas, a perforártelos.
- Eh, no lo sé. - se apresura a decir, en tono nervioso, y madre e hijo, comparten en este mismo instante, el mismo sentimiento que sintió Percy al momento de la implantación del hierro. - Es decir, ¿te dolió mucho cuando te metieron la aguja? Aunque, seguro te ponen anestesia, ¿no?
- Eh, sientes como un, pinchazo. -Le digo, a la par que hago gestos demostrativos. - Y no, no hay anestesia, te la clavan directamente en la oreja y debes respirar hondo al mismo tiempo.
-¡Qué horror! - Soltó escandalizada, y así término la conversación de los pircings, para desviarse sobre la crueldad de la falta de anestesia.
~~~~
-Se lo tomó bien. - Le contesté a Leo, sonriendo con cariño ante el recuerdo de mi madre.
- Tu mamá es genial. - Añadió Luke, luego, su atención pasó a algo, o, a alguien mejor dicho a mi derecha, e inmediatamente se descruzó de brazos con el rostro súbitamente lleno de alarma. - Carajo, ¿ese tipo está viniendo hacia nosotros?
Los cinco volteamos hacia donde miraba y sí, efectivamente, un tanque ruso hecho hombre, caminaba hacia nosotros. Y nuevamente, me siento con la necesidad de recalcarlo, para mi querido público que solo puede visualizarlo con la imaginación.
En definitiva, él es el hombre más intimidante que he visto en toda mi desperfecta existencia. Con cada paso que da en nuestra dirección, yo siento ganas de dar un paso hacia atrás. Es como si cada vez que su huella se estampa sobre el piso, muriera algún pobre diablo al otro lado del mundo, por alguna embestida de un animal salvaje como... yo que sé, un jabalí, tal vez.
- Código rojo, código rojo. - Chilló Leo, poniéndose disimuladamente detrás mío, como si yo fuese a proteger su pellejo. Pff, como si fuerza capaz de detener a un toro con mis propias manos. Con suerte le serviría de carnada para que él huyera. - Creo que hicimos contacto visual, repito, acaba de ver prácticamente mi sucia alma.
No puedo evitarlo, y mi mirada va subiendo desde la punta de sus botas de combate hacia arriba. Sus pantalones a pesar de ser gigantescos, no parecen ser lo suficientemente grandes como para que no se presionen contra los músculos fortificados de sus piernas. Creo que incluso puedo ver las fuertes y salvajes venas sobresaliendo por encima de la ropa. Debajo de su camiseta, se marcan todos y cada uno de sus abdominales, como si de rocas pulidas se trataran. Y sus brazos... Por todos los dioses, yo no querría ser el perdedor que tuviese que soportar algún golpecillo de camarada por su parte.
Y en el trayecto de su caminata, triplicó la velocidad de las máquinas corredoras, gritó a un par de chicas que perdían el tiempo chismoseando, duplicó el peso para las personas que hacían pesas acostadas sobre una camilla, hasta el límite en que casi unos desgraciados, observaron su inminente muerte saludándolos mientras esperaban pacientemente a que se rompieran la tráquea con la barandilla de hierro.
Finalmente, se detuvo delante de nosotros, arrugando la nariz como si estuviese oliendo mierda y haciendo crujir las articulaciones de sus dedos distraídamente. Todos guardamos silencio, (cuidando de hasta respirar con demasiada fuerza para molestarlo) expectantes a sus siguientes palabras.
- Un gusano tiene más masa muscular que ustedes, así que, me arriesgaría a decir que son los nuevos - escupe, con voz rasposa y gutural, mirándonos directamente, y, casualmente, a Leo y a mí. ¿En serio? - Aún así, lo preguntaré. ¿Quienes de ustedes virginales, salieron ganadores de mi membresía dorada?
Luke y Dylan, dieron un paso lejos de nosotros mientras evitaban a toda costa contacto visual con el sujeto intimidante, dejándonos a Will, Leo y a mí, enfrente de él. El hombre, nos echó una fugaz mirada como preguntándose, ¿a quién destruiré primero y a quién le haré picadillo para empanadas? Y juro que alcancé a oír a Leo, tragar saliva duramente con temor.
- ¿Solo ustedes tres? - Interrogó, el tipo, alzando una ceja hostigadora. – Pensé que eran cuatro.
Leo y yo, viramos nuestros rostros casi al unísono en dirección a Will, enviándole silenciosamente, la suave (desesperada) orden de que él tomara la responsabilidad de contestar la pregunta. Siendo él, menos propenso a morir en manos de aquel hombre por su increíble carisma. El rubio nos frunció el ceño indignado por unos segundos, pero luego, se apresuró a contestar.
-Eh... Está en lo correcto, señor. Somos cuatro. – Informa, y extrañamente, sus ojos se tornan un poco más luminosos al referirse a aquella otra persona. – El cuarto integrante, debe de estar por llegar en cualquier momento. Me disculpo de ante mano por la tardanza de mi compañero.
Me sorprendió que tomara el papel de defensor en nombre de Nico, sin siquiera considerarlo, me hizo cavilar de que, tal vez, luego del beso que se dieron el sábado, pudo haber pasado algo más entre ellos. El hombre soltó algo parecido a un gruñido de entendimiento, y antes de girarse para volver a caminar por donde había venido, nos ordenó a seguirlo.
-Los tres, a mi oficina.
Los tres acatamos su orden, sin siquiera dudarlo dos segundos, empezamos a caminar detrás de él con la cabeza agachada como si fuéramos un par de desgraciados a recibir nuestros castigos, manteniendo a la vez, una distancia prudente y de emergencia, en caso de que debíamos salir huyendo de un momento a otro.
~~~~
La oficina del General era muy fría, y no sólo me refería al tono gris frío que estaban pintadas las paredes, ni a los azulejos de color negro; sino más bien, el aire acondicionado estaba en su máxima potencia y había convertido la habitación como un refrigerador, que para el colmo, hacían castañear ligeramente mis dientes. Al menos me reconfortaba no ser el único sufriendo, porque viendo como Will se encogía y pasaba sus manos sobre sus brazos con piel de gallina, supe que no era el único que estaba sufriendo aquí.
También hay un televisor colocado en la pared a nuestro costado, el cual transmitía un canal en donde un par de boxeadores, se daban la putiza del siglo, mientras el público con ardiente emoción, gritaba y lanzaba botellas de agua a los demás espectadores contrincantes. (A Luke le encantaría ver este canal, o estar allí mismo, mejor dicho). El hombre, agarró el control remoto y enmudeció el sonido del televisor, para luego, escrutarnos a través de sus pequeños anteojos, con sus intensos ojos, que eran una mezcla de marrón rojizo; cual dos carbones encendidos.
-Me presento, me llamo Arnold La Rue, aunque soy más conocido con mi seudónimo "Ares" como el Dios de la guerra, y soy el director de este gimnasio. El cual levanté, con el sudor de mi frente para que llegara a ser lo que es hoy en día. Para que lo sepan. - Añadió terminante en un tono muy presuntuoso.
En verdad, no me cabía duda de que él tipo hubiese levantado los cimientos y las columnas de hierro por sí mismo, utilizando solo la fuerza de sus poderosas y vigorosas manos.
-Una de las razones, el cual he alcanzado el éxito siempre, es porque antes de que mis nuevos clientes empiecen su primer día, les hago una rápida inspección para guiarlos correctamente, y aconsejarlos sobre los ejercicios que deban realizar. - A la par que habla, se quita sus anteojos cuidadosamente con solo dos de sus dedos, como temeroso de hacerlo añicos por un descuido. - Esto sirve, para que no hagan las cosas incorrectas, y al final del día, terminen deformados, con un brazo más grande que el otro, o un glúteo más pequeño que el otro. ¿Entendido?
- SÍ SEÑOR. - Los 3 respondemos al unísono con rapidez.
- Tú. ¿Cómo te llamas? – Sé dirigió Ares a nuestro rubio compañero. – Tú eres el único qué tiene mejor aspecto que los otros dos. ¿Qué deportes prácticas?
Bueno gracias, ¡ah, y no se preocupe, señor! Ya mi autoestima está lo suficientemente maltrecha para que sus palabras surtan efecto. ¡Descuide, esa cosa ya ni servía! Francamente, tengo miedo de que al haber utilizado TANTO sarcasmo me haya dado una embolia. Leo a mi costado, le pone los ojos en blanco arriesgadamente, sin temor a jugar con las llamas del diablo.
-Will Solace, señor. – Contestó el susodicho, apretando la correa de su mochila distraídamente, como si buscara apoyo en ésta. – Y, lo normal; arquería, Básquet, natación...
- Te ves como un hombre saludable y acostumbrado al esfuerzo físico. Eso es bueno. - Lo halaga Ares, sacando un bloc de notas de uno de los cajones de su mesa. - Eso significa, qué no te resultará muy difícil seguir el ritmo de cualquier entrenamiento que te imponga. ¿Saben? No me agradan los debiluchos, los odio, siempre van desmayándose y vomitando por doquier, cuando apenas van corriendo por cuatro minutos y ¡ensucian mi puto piso por completo, joder!
El hombre dio un puñetazo furioso contra su mesa, haciendo crujir la madera y echando un retrato estrepitosamente al suelo, que estaba colgado detrás de él. Siguió negando y enviando auras de muertes a aquellos pobres desgraciados con intestinos débiles, que probablemente en este momento, debían sentirse asustados por una razón que creían inexplicable.
-Bueno, subo mucho las escaleras en el hospital cada cinco minutos... - susurra Will a mi lado, de forma casi inaudible. - Y luego tengo que fregar, barrer, limpiar la casa...
-En cambio, ustedes dos - nos apuntó a Leo y a mí, y ambos nos pusimos firmes por inercia. - la versión de mi hija de cinco años, podría haberles pateado o quebrarles un par de huesos fácilmente. Cuando lo quisiera. ¿Tienen anemia?
- No, señor. - Contestamos ambos a la vez - No que yo sepa, señor. - Agregó Leo con mirada pensativa, seguramente tratando de recordar alguna inspección médica pasada que delatara una posible falta de hierro.
-¿Qué deportes practican? – continuó interrogándonos, con rostro adusto y una ligera chispa de diversión en sus ojos. El cual hacia que naciera en mí, unas terribles ganas de querer darle una paliza, por mirarme con tan poco valor, como si fuese un estúpido conejillo de indias. De repente, tuve que darle la razón a la persona que le había puesto aquel sobrenombre, porque tenía la sensación de que éste hombre podría crear peleas y guerras con un solo comentario mal intencionado. - Te hablo a ti, latino.
- Bueeeeno, en cuarto practiqué karate por cinco meses, pero lo dejé por cuestiones personales. Hago educación física en el colegio y... - Se quedó sin habla, con la boca abierta, mientras pensaba en otra actividad física que hacía que podría mencionar. - Ehhh... - Supongo que eso era todo.
Ares agarró su bolígrafo, le dio clic al botón para hacer sobresalir la punta y empezó a escribir en su cuaderno.
- Es todo lo que necesito saber, puedes callarte.- Le ordena, y Leo hace caso sin chistar, tratando de controlar al mismo tiempo una sonrisa avergonzada y nerviosa que trataba de escapar a la vista. Ares pasó a echarme un vistazo, adoptando un semblante repentinamente serio, que no sabía si era bueno o malo.
Que se atreva a decirme algo ofensivo y yo iba a...
- Tienes buenos hombros. - Oh, esperen, creo que me cae un poco mejor ahora. - ¿Nadador, no? Tienes una estructura ósea perfecta, solo un diminuto por ciento de la población tiene un cuerpo predominante a conseguir masa muscular con poco esfuerzo. y sobre todo, tienes unos buenos ojos. Llenos de coraje e impertinencia. Apuesto que eres el inquieto monstruo de tus profesores.
Los tres nos quedamos algo sorprendido por esa declaración. Ellos sabían tan bien como yo, que solo de vez en cuando me metía en problemas o contestaba las bullas de los demás. Obviamente estaba equivocado. O, supongo que mis ojos contenían todo el rencor y la furia de tantos años de acoso por parte de todos, un par de contenedores que presentía que pronto desbordarian un montón de emociones desolladoras, para ahogar a cualquier imbécil que se ponga delante mío.
- Creo que será divertido trabajar contigo. - Murmuró Ares, más para si mismo, sin dejar de escribir en su cuaderno. - Les pasaré su calendario de actividades, y luego podrán empezar a trabajar. ¡NO, se hagan de los vagos! Tengo cámaras de seguridad por todas partes, hasta los baños. Están advertidos.
- De acuerdo, gracias. - Agradeció Will educadamente, mientras Leo y yo, asentíamos con alivio de haber salido vivos de ésto.
- Ah, casi se me olvida. - Ares dejó de escribir momentáneamente, solo para agarrar una carpeta de un lado sobre la mesa, y sacar de ella un par de hojas impresas sobre algún asunto que desconocía. - Antes de iniciar, deben firmar estos papeles.
Ordenó las hojas delante de nosotros sobre la mesa, y sacó un bolígrafo extra para que lo utilicemos. Will fue el primero en dar un paso y empezar a leer, mientras que Leo sin más drama, agarró el bolígrafo y firmó la hoja que le correspondía. Le envié una mirada de alarma y de regaño, sin embargo, él simplemente se encogió de hombros desinteresado de las misteriosos consecuencias que podrían acarrer su apresurada decisión.
-¿Qué es esto? - Sé atrevió a preguntar Will sobre los papales, aunque él ya estaba firmándolos también, sin pensar demasiado como Leo.- ¿Un contrato?
-Algo así. - Le contestó Ares en tono despreocupado. - Sólo un documento que asegura que "No nos hacemos cargo en caso de lesión o muerte súbita de uno de nuestros clientes". – La mano de Will se detuvo a media firma, y nos miró a ambos con nerviosismo. Sin embargo, ya era tarde para él, no tenía más remedio que completar su firma.- No sé preocupen princesas, no ha habido muertos en mi empresa desde ese tipo que murió aplastado por una pesa en su tráquea, hace un año. Admito que diez quilos pudo haber sido demas... Nahh, no es mi culpa que haya sido un debilucho.
- ¿Tienes corrector? - Me preguntó Leo en un susurro desesperado, tratando de pensar en cómo borrar su firma. - Dime que tienes un corrector, Percy.
-Sí tienen dudas, pueden recurrir a preguntarle a mi demasiado generoso hijo menor, siempre está vagando por allí y por allá ayudando a otros. – sacó un selló de su bolsillo, y lo estampó contra la hoja donde escribía. Sellando de esta manera, nuestros destinos. - Bienvenidos sean y, recuerden, si no hay fractura de piernas en el primer dia, algo están haciendo mal. ¡Suerte!
●●●●
😂😂😂😂 Ahg, puta, mi cabeza esta muy dispersa en muchas historias. Todas mis ideas vuelan como colibríes preguntándose si esta escena No le quedaría mejor a la otra historia. Ahg, crisis. 😂 ya veo que me tomará un tiempo acostumbrarme a todo esto.
MIL DISCULPAS. Por todos esos fallos en publicar ok? Es que carajo, esta el botón de guardar cerca del de publicar. Siempre me pasa 😩 Ahg, es una mierda. Igual los quiero por no tirarme lanzas o piedras 😂😂
En síntesis, ¿lograron identificar al menos uno de los párrafos que escribió @RLkinn? Daré la respuesta en privado si les interesa, para evitar que otros se aprovechen y hagan trampa. 😂😂
¿Qué el capítulo? ¿Creen que escribo como siempre a pesar de tener 4 historias en proceso? Sean sinceros... bueno, no tan sinceros... Bueno sí... Ahg, solo, díganlo con amor ok? 😂
♡♡♡
Frase favorita?
Escena favorita?
Cuántos haters tengo?
Byeeeeee los amo desde el fondo de mi estómago repleto de gusanitos que también les saluda con cariño. ♡ 🐛🐛💟😍
~~~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top