Despejando nubes de inseguridad
Nico me besó...
Bueno, primero me había dado una lamida muy intensa, ¡pero después me besó! ¡Y yo le había seguido el juego más que con gusto! Genial Will, estupendo, así es como confirmas tu heterosexualidad a medio mundo. ¡Bravo!
Sentía como... Parecía que dentro de mi pecho, mi corazón estaba cabalgando sobre un alocado y salvaje caballo, instándole a la vez, a tratar de tranquilizarse, a pesar de encontrarse acorralado ante tantas emociones exultantes. Pero es que, si uno recibía un beso así, de esa manera, y frente tantas personas, ¿qué clase de ser inhumano sin sangre en las venas tendría que ser para no inmutarme en absoluto? ¡¿Eh?! ¡¡¿Eeeh?!!
— Será mejor que cambies ese rostro ya mismo — Nico susurró en mi oído, mientras la risa llena de júbilo y burla de mi padre, se oye por toda la discoteca mediante el micrófono que tiene en manos. — A no ser que quieras que tus amigos se den cuenta de lo mucho que te ha gustado mi sorpresa...
Estoy en shock. Completamente anonadado, aturdido, y demás intensas emociones de la real academia que ahora no se me ocurren. Pero de alguna forma, mis brazos actúan casi por inercia propia y empujan a Nico di Angelo lejos de mi rostro, para después, cerrar mi boca abierta de un chasquido. Porque estaba casi seguro de que ya estaba teniendo una pinta de retrasado.
A pesar de todos los bisbiseos del público a nuestro alrededor, y que su primo Percy lo ha visto todo desde primera fila... Nico estaba sonriendo internamente, sus labios son una fina línea recta, pero sé qué se está riendo por dentro a costa mía, porque sus ojos oscuros brillan divertidos y con una oscura ironía. ¿Todo esto lo ha hecho para burlarse de mí, no? ¡¿Cómo se atreve a besarme sin mi permiso?! Aunque fue un beso jodidamente exquisito... ¡Pero ese no era el punto!
—¡¿Por qué has hecho eso?! — Demande con voz imperiosa a Nico, a la vez que llevaba dos dedos hacia mis labios, para tocarlos ligeramente como si quemaran. Sin embargo, él ya no dice nada más, y acto seguido, simplemente se da la vuelta y empieza a alejarse, perdiéndose entre la multitud que se abre ante él, como si los ahuyentara con su aire peligroso.
Mi corazón todavía martillea dentro de mi pecho, y me sudan las manos, quiero correr hasta él para exigirle respuestas pero no puedo saltar por encima del mostrador, ni tengo las agallas suficiente de ir a enfrentarle después de ésto... Ahora él lo sabía, luego de corresponderle tal beso, Nico tendría la certeza del tipo de persona que soy.
Ya no había escapatoria.
—¿Sunshine? ¡¿Sunshine?! — Ciel me ha estado llamándome desde hace un buen rato, entonces la miro sin oírla del todo, mientras vagamente soy consciente de que el público se está riendo y mis amigos han bajando del escenario para venir corriendo hacia mí. — ¡¿WILL?! ¿Hazme caso! — Oh demonios, ellos me habían visto también. — ¡¿Me estás escuchando?!
— No. —Le respondo con la mandíbula apretada, y sin más, paso hacia su lado y el de Paolo, para huir en la dirección del baño de empleados, donde tal vez encontraría algo de normalidad.
— No me digas que te gustó el beso, marica. — Se ríe un tipo cuando pasé a su lado, y mi pecho se congela de horror. — ¿A dónde huyes chupa—pollas? — Vuelve a insultarme, y entonces vuelvo a echar a correr lejos de ellos mientras las risas de sus amigos me persiguen.
"Marica". "Afeminado". "Asqueroso". "Degenerado". Eso y más adjetivos oigo que me dicen cuando paso cerca de ellos. Mi garganta se siente obstruida para devolverles los insultos, y hago todo el esfuerzo posible para no dejar caer lágrimas y darles el gusto de verme dañado. Nada de sus palabras debe afectarme. No. Me recuerdo. Nada de lo que digan vale una mierda.
—¡¿Will?! ¡Espéranos! ¡¡WILL!! — Es la voz de Lou tratando de llamar mi atención desesperada, tratando de llegar hasta mí, pero ella es la última persona a la que quiero tener a mi lado en este momento, así que, fingiendo como que no la oigo, seguí mi camino hasta lograr llegar al baño (empujando a varias personas a mi paso) y me encierro en uno de los cubículos vacíos.
Poniéndole el seguro a la puerta, retrocedo lentamente hasta que mis rodillas tocan el inodoro detrás de mí, y decido sentarme encima de la tapa de éste. Apoyando mi espalda contra la fría pared, y tapando mis orejas para evitar oír los suplicios de mis amigos para que les abriera la puerta, (pero ellos no tenían ni una oportunidad de hacerme cambiar de opinión.)
— ¿Will? Sé que estás allí dentro, amigo. — es la voz de Cecil sonando conciliadora, mueve un par de veces la manija pero pronto se rinde en tratar de abrirla, al ver que era inútil.— Vamos abre, sé qué te sientes muy humillado en este momento...
— Y con razón. — Corrobora Lou de inmediato, con voz jocosa —. No puedo creer que te haya besado, ¡es un asqueroso! ¡Un puto degenerado! — amonesta, y siento que me encojo automáticamente de remordimiento —. Solo sal de ahí Will, no tienes nada de que avergonzarte porque no fue tu culpa, y si te hace sentir mejor...
— ...iremos a darle una paliza a Di Angelo por ti, y si quieres puedes unírtenos. — Cecil terminó la frase por ella, echando una risita al mismo tiempo algo inseguro — ¿Will? ¿Estás escuchándonos, verdad?
No quiero hacerlo. Solo necesitaba, estar solo para, pensar. Reflexionar, descubrir y averiguar por mí mismo la verdad... Y ser valiente. De algún lado de mi ser, debía sacar coraje y enfrentarme a lo que esto significaba... Una vez más, vuelvo a recordar cada detalle del beso que Nico me había dado allá afuera. Y en respuesta, automáticamente, mi corazón salta, y una particular sensación cálida y hambrienta nace de mi interior, y baja velozmente de mi pecho hasta mi... entrepierna.
Golpeé mis mejillas con furia cuando distinguí el tipo de sensación que me embargaba. Era más que obvio. La respuesta había estado frente a mis narices desde hace mucho tiempo. Solamente faltaba que yo dejara de ser un idiota y un cobarde para enfrentarlo. Pero lograr eso resultaba bastante difícil ahora, y más cuando tus propios mejores amigos estaban hablando de ésta manera...
— ¿Por qué hizo eso ese lunático? — siguió diciendo Lou enojada, pero ésta vez, parecía solo dirigirse hacia Cecil. — ¿Qué quería probar con eso? ¿Alardear de su asquerosa sexualidad con Will? Él no es igual que él. ¿A qué está jugando?
—No lo sé... — Le respondió Cecil, utilizando una diminuta vocesita incómoda.
¿Lou estaba diciendo repugnante a Nico? Solo por.... ¿besarme? ¿Era en serio? Una extraña y repentina ira me inunda en ese instante, y contengo las ganas de gritarle como a los tipos de alma afuera que me ofendieron... No obstante, pude controlar mi temperamento, adecuadamente.
No quería verlos, ni oírlos, ni sentirlos cerca mío siquiera. A pesar de las súplicas incesantes desde que llegaron para que les abriera la puerta. Yo solo no podía enfrentarlos en este momento, simplemente quería quedarme encerrado aquí para siempre. Tratando de hacer funcionar de nuevo a mi cerebro con normalidad, para saber que se supone debía hacer ahora... ¿Cómo les diría?
¿De qué forma confiesas algo, que apenas hace solo diez minutos te has enterado? ¿Cómo lo dices? Sin que piensen que estás enfermo o desquiciado, o que te has descarrilado como una oveja pérdida, del ganado de la normalidad. Cómo evitar que te miren, como sé perfectamente que lo harán después de decirles...
— Váyanse. — mi voz es autoritaria al despedirlos, como nunca antes, sueno brusco y resentido y casi puedo percibir sus brincos de sorpresa detrás de la puerta. — Necesito un momento a solas, por favor.
Al menos por ahora. Porque soy más cobarde que valiente en este momento, y la idea de perder a mis amigos es más dolorosa que la verdad que he descubierto repentinamente.
— Pero, Will... — inicia Lou suplicante, pero antes de que dijera más, la vuelvo a interrumpir con firmeza.
— Déjenme. En. Paz.
Ella se queda totalmente callada después de eso. Al igual que Cecil, quién intuía debía estar estupefacto por mi reacción. Minutos después, oigo como mi mejor amigo intenta disuadir gentilmente a Lou para dejarme solo en el baño, y gracias a él, un rato después, lo último que oí es la puerta de enfrente abrirse y cerrarse de nuevo.
Solté un largo suspiro luego de que se fueran, alzando mis piernas por sobre la tapa del inodoro y sujetándolas contra mi pecho para luego, esconder mi rostro dentro de mis rodillas. Mientras tanto, afuera donde el público bullía, oí a mi (traidor) padre empezar a hablar de nuevo por el micrófono, anunciando que en breve les daría una sorpresa a sus adorados y afortunados clientes nocturnos.
— Estúpido papá... — Murmure agotado, frotando mis ojos contra mis rodillas, mientras me ensimismaba dentro de mis desordenados pensamientos y repetía una y otra vez la escena del dichoso beso, sintiéndome a la vez, inevitablemente, feliz.
~~~~
—¡Wow! Cuidado bombón. —me advierte en tono burlón, la chica que había estado restregando su trasero contra mi costado cuando pasé a su lado, (y me ofende que piense que no me he dado cuenta de sus viles intenciones desde un principio.) — No querrás derramar eso sobre mi vestido. Porque luego tendrías que quitármelo...
"En tus sueños, fea". Le contesto sin articular palabra alguna a la loca, dándole a la vez, una brillante y muy falsa sonrisa que logra despistarla, para luego largarme de nuevo hacia mi mesa, dejando a la estúpida chica, totalmente ignorada en medio de la pista. "La vista de mi trasero alejándose de ti, es lo único que obtendrás de mí, fea".
Suelto una risotada que se pierde entre el rugir de la música electrónica, y sigo burlándome de ella internamente mientras me encamino lejos. Pero por favor, ¿de verdad pensaba que podría ligar con alguien como yo? Ni siquiera era auténtica, es decir, si la tipa se pusiera un poco más de silicona en los pechos, estaba seguro de que ya no podría ver de ellos nunca más por su exagerado tamaño.
En verdad, nunca había entendido la necesidad que tenían algunas mujeres en ponerse implantes, hacer eso en mi opinión, era aún más vergonzoso que no tenerlos en absoluto. Jamás saldría con una chica así. No señor, yo era un gourmet muy crítico, y solo elegía lo mejor de lo mejor de entre las señoritas. NATURALES.
— ¡He vuelto, mis camaradas! — Me anuncié apenas llegué en la mesa donde compartía con Percy, Luke, y ahora con un Nico di Angelo muy taciturno, quien no dejaba de acribillar con la mirada la puerta del baño, donde su chico favorito se había encerrado ya desde hace un buen rato. — Y traje bebidas, incluso para ti también, sociopata. — Sí, lo sé, era un hijo de puta muy pesado con el rubio la mayor parte del tiempo. ¡Pero oigan! No era mi culpa que fuese tan divertido molestar a Castellan; las caras hurañas que ponía eran toda una obra de arte, y me era inevitable no joderlo apenas encontraba una oportunidad.
Pero bueno, ignorando eso. Después de hacer malabares para que las bebidas no se me cayeran de entre las manos. Sintiéndome agotado de tanto jaleo por llegar hasta aquí, dejo los tres vasos sobre la mesa para luego sentarme en mi asiento, cuyo lugar desafortunadamente, compartía con ojo oscuros amenazantes.
— A ti ya te dieron tu bebida, y además de eso, un gran beso de premio. — Le digo a Nico en tono zalamero, a la par que levantaba mis pies para descansarlos encima de nuestra mesa. — Por eso no te traje nada, por si te lo preguntas.
Como me lo esperaba, él ignoró mi bulla, el chico estaba demasiado ocupado vigilando la puerta del baño como para hacerme caso, con sus pies rebotando incontrolablemente contra el piso como si quisieran echarse a correr en cualquier momento. Decidí ignorarlo, no iba a conseguir nada más de él, así que, cambié mi atención de nuevo a Percy, quién miraba con un adorable brillo en los ojos, la bebida que había traído para él, y me autofelicite por mi buena elección de refrescos.
— ¿Te gusta? — sonreí entusiasmado. — Anda pruébalo, sabe incluso mejor de lo que se ve.
Había pedido una mezcla de frezee color azul y jugo de arándanos para el Percesito. La bebida era más que decoración, que algo que pudiese lograr tumbar a alguien en estado de ebriedad. En buen momento, recordé que a él le gustaba el color azul, tanto como a mi me gustaba coleccionar bragas. De acuerdo, eso fue una mala comparación...
— ¿Qué es? — Preguntó Percy algo indeciso, mientras cogía el vaso en sus manos para admirarlo y Luke abría los labios listo para refutar.— Se ve bonito.
Antes de que Luke fuera a todo atolondrado contra mí, porque pensaba que "intentaba emborrachar a su "amiguito", me apresuré a explicarme tranquilamente, a la par que también agarraba un vaso para beber. Sentía los ojos de varias chicas puestas en mi cuerpo, pero antes de emocionarme, volví a recordarme que hoy no estaba de caza.
— Tranquilo. — Le dije a Percy con una sonrisa burlona, luego me dirigí al tornado personal que tenía a su lado. — es solo frezee, papá Luke. No se emborrachara, a no ser que se tome dos botellas completas de ésto...
— En realidad, lo que te iba a preguntar es sí no has puesto ninguna pastillita de la felicidad en su bebida. Como tienen la costumbre de hacer tus hermanos— Habló con seriedad, con un duro escrutinio de sus intensos ojos celestes; y como si su acusación no fuese suficiente para mi ego, inmeditamente, Nico le siguió la conversación a Luke, también muy interesado en mi respuesta.
— Esa es una buena pregunta. — Recalcó, y no puedo evitar ponerles mala cara por su (fundamentada pero molesta) falta de confianza, mientras Percy de igual modo, se toma la bebida con un encogimiento de hombros despreocupado. Él jamás sabría, lo mucho que había significado aquel acto de fe ciega en mí, a pesar de saber de donde provenía.
Aún así, Luke y Nico esperan mi respuesta; y es solo mi orgullo herido lo que me detiene a contestarles... Y entonces, el desgraciado destino me echa una mano justo cuando más lo necesito (y estoy malditamente seguro que después me lo cobrará muy caro). Me acerqué al oído de Nico sin temor a las repercusiones, y le murmuré en tono confidencial.
— Solo tómatelo, y calla, agua fiestas. — Oigo a Percy decirle a Luke vagamente, y éste bufa contrariado pero derrotado, haciéndole caso al final. Mientras Nico me miraba precavido por mi repentino acercamiento.
— ¡Ooh! Mira eso Nico, que suertudo eres. Tu pequeño sol ha decidido por fin salir y dejar de esconderse de detrás de sus nubes. — Le avisé con picardía, y éste viró su rostro de forma inmediata en la dirección que le indicaba, justo a tiempo, para ver a Will Solace salir por la puerta del baño (luego de fisgonear que nadie lo estaba viendo, y fracasando en el intento) y luego dirigirse a paso apurado hasta la segunda puerta que (seguramente) daba al callejón afuera de la discoteca. — Ah, mi error, aún sigue salteando de nubes en nubes.
Pero eso no era toda la novedad de la noche, segundos después, ambos observamos como aquella belleza llamada Ciel decidía dejar su puesto de trabajo y acto seguido, salía también por la puerta de emergencias tras él, por quién sabe qué motivos... Vaya, vaya... Alguien tenía competencias duras.
Por el rabillo de mi ojo, pude ver el momento exacto en que todo el cuerpo del italiano se ponía tenso, y la línea de su mandíbula se endurecia con recelo. Ah, ¡pero que descuidado, señor Di Angelo! Me mofe de él en silencio. Porque estaba demostrando con demasiada claridad que ardía de celos ante lo que había visto. Aunque, siempre había sido bueno en identificar esa clase de emociones en las demás personas. Sonreí con socarronería.
— ¡Oh! ¿Por qué iría esa bomba de mujer tras él? — fingí meditar en voz alta, con sarcasmo puro goteando de mis palabras. — Ah ya sé, puede que tal vez vaya para conseguir el beso que le han robado, personalmente de los labios de Will. — Canturreé, y casi sentí el odio del azabache materializarse con ganas de ahorcarme.
— No me cambies de tema. — Siseo, forzando mostrar naturalidad en su rostro.— No quiero tus basuras cerca de Percy...
— Anda. — lo animo con burla, ignorando su amenaza deliberadamente. — Sé qué te mueres por ir detrás ellos. Ve, nadie aquí te detiene, entre Luke y yo cuidaremos muy bien al Percesito...
— Dylan Thompson. — pronunció entonces mi nombre, con gran severidad y una mueca asqueada en los labios. No lo culpaba, a veces hasta yo me repugnaba de mi apellido, pero no había nada que hacer con eso. Y lamentarse era una pérdida de tiempo.— Sí me llego a enterar de que has drogado a mi primo...
— Puedes largarte tranquilo, ¿ok? — Le escupí con hastío. — Hoy no estoy trabajando. Tengo día libre, zoquete.
— Eso espero. De lo contrario... — dejó la frase inacabada en el aire, pero mi mente pronto llenó los espacios vacíos. Luego, entrecerró sus ojos con cautela, justo antes de levantarse. — Ya conoces la fragilidad de la tregua que hay en nuestras familias. Cualquier error..., y se acabó.
Y terminando de decir aquello como una clara advertencia, finalmente se dispuso a ir a satisfacer sus curiosidades. Abandonó el asiento que compartíamos (sin dar explicaciones a los demás) para ir donde hace solo unos minutos había desaparecido Will Solace, y la atractiva Barman del lugar.
No hice nada más que desearle suerte en silencio, mientras agarraba mi propia bebida y me la acababa de un tirón. "Hipócrita". Le lancé a su espalda, "hipócrita". "Eres tú el que está bailando entre los dos mundos peligrosamente".
~~~
El aire caluroso de New York me da la bienvenida cuando salí por las puertas de emergencias que daba al callejón. Lugar, donde solo hace unas semanas atrás había compartido un momento "extraño" con Nico Di Angelo, en compañía de un cachorro al cual ambos alimentamos con cariño. Reviví aquel momento, era un recuerdo hermoso, pero por ahora estaba opacado, y me parecía increíble que tantas cosas había cambiado desde entonces.
Empecé a inspeccionar el callejón que tenía delante de mí, deseando volver a encontrar a ese manso cachorro. Simplemente quería verlo de nuevo, acariciarlo y entretener mi mente con darle de comer un momento. Solo así, estaba seguro de que me volvería a sentir mejor. Ese era el poder de los perros, quitar la amargura de los humanos con solo una mirada. Además, mientras tuviese a alguien más a quien cuidar, no tendría tiempo de autocompadecerme a mí mismo.
Lamentablemente, del cachorro no había rastro. El callejón estaba vacío, ahumado y visiblemente parecía limpio pero un ligero olor a orina provenía de los rincones más oscuros, donde un cliente pudo haber orinado sin ser visto por los transeúntes.
Estaba solo, o al menos eso creía.
— ¡Hey! — sufrí un sobresalto muy vergonzoso, había estado tan ensimismado y algo sordo por la música de adentro, que no había escuchado a Ciel acercarse a mí, se rie suavemente por mi reacción, y segundos después, le sigo la corriente. — ¡Dios la cara que has puesto! ¡¿Esperabas ver a un fantasma, acaso?!
—Dios, ¡qué vergüenza! — Exclamé estallando en risas, a la par que me rascaba el cuello con nerviosismo, cuando noté que se acercaba demasiado. — Supongo que estoy algo paranoico.
— Lo siento, no pensé que te fuera a asustar.
— Sí lo sé. — Di también un paso más cerca en su dirección. (Sí tan solo estuviese enamorado de ella... Sí tan solo me gustara siquiera) Su sonrisa es juguetona al mirarme. — No es como que te veas como alguien demasiado peligrosa, la verdad.
— ¿Ah no? — ella finge estar indignada, y vuelve a acercarse a mí, hasta que apenas hay un aliento de distancia entre nosotros y el ambiente se pone tenso de anticipación. — Eres el primero que lo piensa, ¿sabes? Muchos afirman que sí resulto algo peligrosa, — sonrió seductora, quitando una pelusa invisible de mi camisa. — dicen que utilizo mis atributos como armas letales.
— No lo dudo. — Bufé divertido, y ella me da un golpecito juguetón en el pecho, que tarda más de la cuenta en alejarse al hacer contacto con mi piel. — ¿Por qué me has seguido?
— Pensé que necesitabas algo de compañía después de lo que ocurrió allá adentro. — su voz es seductoramente áspera, y a continuación, se torna muy sugerente al decir las siguientes palabras. — Alguien que te ayudase a poner tus ideas bien claras...
— ¿Dudas? — fingí confusión, a la par que me aventuraba a agarrar su mano, cubriéndola con la mía, mientras ella suspiraba con parsimonia. — ¿De qué dudas hablas?
— No pierdas tu tiempo en tratar de engañarme, cariño. Sé que las dudas de lo que realmente eres te está carcomiendo en este momento. — Dice, y me siento totalmente desenmascarado delante de ella. Nada de esto pasaría, si tan solo Ciel me "causara" algo. Nada de esto pasaría, si tan solo él, jamás se hubiese cruzado en mi camino. — Tranquilo, por eso he venido. No me molestaría que intentaras responder esas dudas, utilizándome. — acerca su rostro al mío, y su mano libre toca mi cuello con una suave caricia. — Puedes hacerlo, utiliza mi cuerpo... Me gustas mucho, Will Solace. Demasiado, y sería un honor.
No respondí ante su declaración, la verdad no me sorprendía, ya lo había sospechado desde hace meses pero lo había ignorado porque jamás había querido tener nada con ella. Pero hoy... Estábamos tan cerca ahora, y las oscuras intenciones que sus ojos me envían, son más que claras hasta para un despistado. Solamente yo era el que se estaba tardando demasiado en decidir probar algo con ella...
Y por supuesto, no era solo "besar" o tener una cita "amistosa" con ella.
Empecé a estudiar disimuladamente su aspecto, aunque aun así, fue muy evidente para ella lo que hacía. Lucía bellísima, eso nadie podía negarlo; vestía unos shorts negros cortos y ajustados, y una escotada blusa que destacaba la abundancia de sus pechos. Sus piernas eran largas y finas, y sus labios llenos y rojos, incitadores de actos libidinosos. Es una sexy rubia candente, y cualquier chico en mi lugar, mataría por una oportunidad como ésta.
Podría probar. Mujer más hermosa y seductora que Cielo, jamás encontraría en otro lugar. Sí con ella no lograba sentía nada... Entonces, yo...
— Oh vamos, Will, actúa.— suelta de pronto impaciente, decidiendo pegar nuestros cuerpos en un segundo, y sujetándose de mi cuello para susurrar contra mis labios. — No me dejes como una puta regalada aquí en este callejón...
Entonces me decido finalmente en besar a Ciel. Al carajo con todo, me digo, al mismo tiempo que mis manos rodeaban su estrecha cintura para acercarla más a mi cuerpo y profundizar más el frenético beso que nos damos. Mis manos acarician la desnuda espalda de ella, y siento como tiembla contra mí por mi roce. De verdad le gustaba...
Mientras nos besamos, sus propias manos no pierden el tiempo, ambas se deslizan abajo hacia mi abdomen con un objetivo fijo, y cuando lo encuentra, agarra el cinturón de mi pantalón, y no la detengo cuando ella empieza a desabrocharlo rápidamente con manos expertas. Wow, me sorprendo silenciosamente, Ciel definitivamente no era de las que necesitaba juego previo al parecer.
— No sabes cuánto he esperado por esto. — susurra cielo entre nuestros labios, los cuales se besan sin parar y trato con todas mis fuerzas de no pensar y dejarme llevar.
Déjate llevar. Déjate llevar. Siente algo, lo que sea, siéntelo. Me repito una y otra vez como un mantra, mientras mis manos agarran la parte trasera de sus muslos y la levanto para que ella enrede sus piernas alrededor de mi cintura. Lo hace con prisa. Inmediatamente, la estampó contra la pared que tengo detrás de mí, y hago que nuestras intimidades se encuentren para intentar elevar más de alguna forma mi libido dormitante.
Pero no. Nada. No siento nada.
Aún así, sigo, no me detengo, debo sentir algo. Quiero sentir algo. Lo que sea, y con determinación, mis manos se introducen dentro de su pequeña falda, y la aprieto más contra mí entrepierna, a la vez que ella empieza a soltar leves ruiditos de placer contra mi boca.
— Will... — gime, y sonríe entre mis labios. Pero nada. Absolutamente nada.
Más fuerte, más duro. La beso con todo lo que tengo. Ella muerde mi labio, pero ni siquiera eso logra sacarme un quejido de placer, siquiera un leve suspiro. Nada. Solo molestia e incomodidad. Nuestros besos son fogosos y apasionados, pero es solo pura fachada, por dentro, estoy totalmente seco...
Hasta que, finalmente, me rindo... Detengo el beso de forma brusca, y reposo mi frente contra el frío cemento que tengo delante de mí, cerrando los ojos, afligido por lo que esto significaba. Aquí estaba, delante mío la respuesta que ya sabía, y ahora confirmada con hechos. Un nuevo horizonte se abría delante mío.
Lentamente, Ciel se desenreda de mí cintura, devolviendo sus pies al suelo, y muy diferente a mí, se toma un momento para tranquilizar su respiración agitada. Mis manos se apartan de sus caderas en forma de puños, y las pongo contra la pared a cada lado de su rostro. Esto era todo...
— Ciel... — La nombro, con voz arrepentida, frunciendo el ceño sin saber por dónde empezar.
Ella simplemente sonríe con dulzura, sus ojos se ven algo dolidos, pero veo más aceptación en ellos que desprecio. De verdad era una buena amiga.
— Descuida. — Musitó, acariciando delicadamente un lado de mi rostro con ternura. — Al menos tendré algo que recordar...
~~~~
— ¡Ey, chico modelo! — El padre de Will me sorprende una vez más, al llamarme desde el escenario, donde estaba parado detrás de sus máquinas de música. Alcé las cejas atónito, y me apunté a mi mismo con un dedo. — Sí. Tú. — asintió, moviendo su micrófono hacia mí. — Voy a cantar una canción ahora, pero no se cual y tú te ves como alguien que conoce de buena música. Entonces, ¿qué canción me aconsejarías que cante, eh?
—Pueees... — Inicié indeciso, la petición me había tomado por sorpresa así que tenía la mente en blanco. Pero gracias a Percy, quien me zarandeo el brazo exageradamente fuerte, mientras me repetía una y otra vez el nombre de una canción que debía ser su favorita. Pude contestar. — I love Rock and Roll, supongo.
El público aplaudió apoyando mi pedido, y Apolo sonrió satisfecho.
— Buena elección, chico punk. — y guiñándome un ojo, se puso a dar órdenes a sus empleados, para que pusieran la música.
— ¿Chico Punk? — Repetí en un murmullo desconcertado, mientras veía a Percy hacer un gesto de victoria con su puño. A él obviamente le gustaba el rock, si tomaba en cuenta su reacción y pedido...
— ¿Está encendida ésta cosa? — Inquiere Apolo al frente del escenario, refiriéndose a su micrófono mientras la música ha empezado a sonar y llenar el ambiente de una exótica sensualidad.
Le vi bailando ahí al lado de la máquina de discos,
supe que debía de tener alrededor de diecisiete años.
((Amer: ¡La canción esta en multimedia! También. Ahhhh. De PRENDIÓ ESTÁ VAINA)
https://youtu.be/D_gOGzZ2DHE
~~~~
—Yo solo... — Empecé frustrado, pero entonces, todo el rostro de Ciel se pone pálido de improviso cuando sin querer viró su rostro hacia nuestro costado. Y no tengo más remedio más que interrumpirme y mirar hacia donde veía, y lo encuentro, parado allí cerca de la puerta, acercándose a nosotros con una sonrisa fría en los labios. — ¿Nico? — Lo nombré extrañado, y luego el pánico me inunda cuando se me ocurre que nos ha visto todo este tiempo.
Lo ha visto todo.
El ritmo estaba siendo fuerte,
sonaba mi canción favorita.
— ¿Interrumpo algo? — interroga inocentemente, al quedarse parado enfrente de nosotros a pocos metros. Mi cuerpo casi de forma inconsciente, se separa lejos de Cielo automáticamente. — No se detengan por mí, solo venía a custodiar un momento mi coche estacionado por allí.
Apuntó con su mentón al final del callejón, pero al voltear para buscar el BMW negro que siempre maneja, no encuentro absolutamente nada en los estacionamientos cercanos. Tragué saliva, mientras que a mi costado, Ciel limpiaba torpemente sus labios manchados por culpa de nuestros besos. Nico también se fija en ésto.
Y pude asegurar que no pasaría mucho tiempo
hasta que él estuviera conmigo, sí, conmigo.
Y pude asegurar que no pasaría mucho tiempo
— No estabas interrumpiendo nada, cariño. — se limita a contestarle Ciel, dándole un repaso a su ropa para arreglar cualquier arruga. — Yo ya estaba por irme, acabo de cumplir mi cometido...
— Gracias por todo, Ciel. — La corté de repente, antes de que dijera demás. — En un rato iré a ayudarte con los clientes...
— Pero no es necesario, Will. — Me interrumpe a su vez, sin dejar de sonreírnos con suspicacia. — Puedes quedarte aquí tanto como quieras con... Tu amigo. — Terminó de decir con socarronería, y luego, depositando un casto beso en la comisura de mis labios y enviándome una mirada llena de ánimos. Se dio la vuelta y volvió a introducirse dentro de la discoteca.
hasta que él estuviera conmigo, sí, cantando...
Dejándonos a Nico y a mí, solos. En éste silencioso y oscuro callejón, incitador de actos adúlteros, mientras la voz melodiosa de mi padre se oye hasta nosotros. Y podía imaginarme lo mucho que estaba disfrutando de ser completamente el centro de tensión de nuevo.
— ¿Qué tan difícil fue fingir que besarla no te daba arcadas, eh? — Suelta repentinamente Nico, dejándome pasmado por su descaro tan abrupto. — Supongo que muy difícil, porque y apenas duraron unos minutos...
— ¿De qué estás hablando? — Exigí irritado, plantándome con firmeza donde estaba parado, tratando de seguir imperturbable, a pesar de que se estaba acercando demasiado a mí. Pero muy al contrario como me había pasado con Ciel, la cercanía de Nico era extremadamente embriagante.
— Ni siquiera tienes la respiración agitada. — Murmura Nico, posando un atrevido dedo sobre mi yugular, donde mi pulsa choca con su dedo. Admitiéndole que tenía razón. — ¿Ya vas aceptarlo ahora?
— No tengo nada que aceptar. — Susurro firmemente, apartando su dedo de mi piel, donde quema y hormiguea, como una vil traicionera. — Me ha encantado, hemos quedado en vernos luego del trabajo... — Escupí, determinado a mentirle hasta que lograra convencerme a mí mismo. — En su casa, en un motel, en su asiento trasero de su auto...
— No sentiste nada. — su vista baja hasta donde la pretina de mis bóxers hacen su aparición, cortesía de Ciel, en nuestro momento disque pasional. Su mirada se oscurece, y mi respiración se atora en mi garganta en respuesta. — Pero conmigo...
— Está noche, besaré cada parte de su cuerpo, hasta hacerla gritar. — Farfullé, colocando una débil mano sobre su pecho para evitar que siguiera acercándose a mí, pero la tentación es más grande, mi sangre hierve con solo tocar sus pectorales y desean rasgar la tela que hay debajo de mis dedos para admirar lo escondido. Me contengo. — La haré acabar tantas veces quiera, y haré que canté mi nombre mientras la penetro...
— La besaste... — la punta de sus zapatos tocan los míos — y solo pensabas en mí mientras lo hacías... — carne de gallina se me pone la piel de los brazos, y él sonríe, porque les delata que su voz me estaba cautivando. — Casi das lástima, ¿Sabías?
—¡Imbécil! — Lo golpeé en el pecho, y le grité en el rostro. — Apenas pude contenerme aquí en este callejón, si no fuese porque odio el exhibicionismo...
—Fue como besar un maniquí. — Habló firme, — pensabas intentar reemplazar nuestro beso, con este nuevo recuerdo con aquella chica... Pero no resultó. — sonríe con malicia, entrelazando sus dedos con los míos aún posados sobre su pecho. — Creo que me das algo de lástima, en verdad.
— La deseo... — Susurré de nuevo, pero esta vez sin más fuerza, y entonces, un tono resignado sale de mis labios cuando por fin digo las siguientes palabras, las cuales he intentado ignorar por tanto tiempo — De verdad lo deseo... Te deseo.
Fue como bajar un interruptor para dar rienda suelta a sus emociones, porque inmediatamente sus dos manos sujetaron ambos lados de mi rostro, y acercó nuestros labios hasta que ya no existió espacio alguno entre nosotros, ni siquiera entre nuestros cuerpos, que empiezan a rozarse en los lugares adecuados, y me empuja contra la pared sin dejar de besarme ni un segundo.
Y solo así, cada pensamiento coherente desaparece de mi mente. Una vez más, fue como tirar un cerillo prendido sobre gasolina, y después de eso, todo dentro de mi estalla sin control; grandes llamaradas de fuego recorren mis venas, y la sangre hace un subidón hasta mis mejillas y mi ingle que crece y rebosa entre mis bóxers, y él lo nota, siente mi excitación presionando contra la suya, y empieza a moverse en un vaivén contra ella, provocando que suelte un sonido que era mitad gemido, mitad gruñido.
~~~~
En el escenario, Apolo se está robando la atención de todo el público femenino (y alguna que otra mirada masculina, también). Su cuerpo relajado y perfectamente bien vestido con un atuendo sport juvenil, se coloca cerca del final del escenario, y agarra su micrófono con las dos manos, como si fuera una sexy amante a la cual seducía, con su voz melodiosa.
—me encanta el Rock and Roll, —canta, sus labios chocan contra aquel aparato que le permite propagar su voz por todo el bar, como si estuviera besándolo y saboreándolo con pasión. —así que mete otra moneda en la gramola, cariño (dime).
Su voz suena como un hechizo para todas las damas, y sus movimientos son lentos y candentes, apenas balanceando sus caderas e inclinando su torso en la dirección hacia donde su mirada azul celeste se centra, provocando así varios gritos de mujeres con las hormonas a flor de piel, exigiéndole más atención. Más movimientos, más miradas.... Menos ropa.
— ¡Oh por Dios! ¡Te hago diez hijos mi amor! — Gritó una chica con furor a Apolo, y no puedo contener la carcajada ante tal declaración. — ¡ERES ES EL MEJOR!
Debería sentirme celoso, pero por el contrario, esto simplemente me resultaba muy divertido. Porque ninguna de esas chicas obtendrá lo que desean, y en cambio... para mí será muy fácil llevarme a cualquiera de ellas para retozar un rato en la cama de algún motel, y cumplir con algunos de mis ocultos caprichos.
Apolo es consciente de los deseos mundanos que su cuerpo, solo digno de un dios, genera en la audiencia, y se divierte con ello, por lo cual decide darles a probar un poco de su propia droga personal. Su mano se dirige hacia el borde de su camisa, y exagerando un poco más, sus sensuales movimientos de cadera y abdomen, empieza a levantar la tela, dejando mostrar la perfecta piel bronceada de su abdomen marcado; e incluso más que eso, las dos líneas que marcan la división de su cadera, y que parecen apuntar, como una flecha, hacia aquel preciado tesoro dentro de sus pantalones, que todas las féminas anhelan poder probar, más que cualquier otra cosa en el mundo.
El resultado es inmediato, las chicas comienzan a gritar como si estuviesen teniendo orgasmos allí mismo en sus lugares, solo con el exuberante y afrodisiaco espectáculo que el hombre protagoniza con su cuerpo letal. Entonces llega el momento del coro de la canción, y Apolo suelta nuevamente la tela en cuestión, para empezar con un baile muchísimo más macho, completamente rockero y rudo, separando el micrófono de su estante, para poder moverse por todo el escenario.
Me encanta el Rock and Roll,
así que ven y tómate tu tiempo y baila conmigo.
Pero esto no decepciona a las chicas, sino que, por el contrario, parece calentarlas aún más. Y juro que si esto continúa de este modo, probablemente tendremos que salir nadando de este lugar. Sí es que entienden lo que digo...
Pero Apolo y las chicas no eran las únicas que estaban disfrutando en la noche. Podía ver que también Percy estaba divirtiéndose a gran escala, oyendo la canción y moviendo su cabeza y hombros al ritmo de la música, sin levantarse de su asiento. Y siendo sincero, era gratificante verlo con aquella sonrisa tan extensa en su rostro. Podía decir, que al menos venir aquí no había sido del todo una pérdida de tiempo.
A él parecía encantarle el rock. Más que eso. Parecía que inundaba sus venas de adrenalina y lo despojaba de toda duda, miedo, e inseguridad en un instante. Lo convertía en otra persona, completamente diferente. Él estaba viviendo este momento. Rock. Rock. Rock. Repite mi mente como una alarma desquiciada, y entonces lo comprendo, doy una fuerte palmada donde estoy sentado, y me doy palmadas por mi genialidad.
— ¿Qué sucede? — Me pregunta Percy, aun sonriente pero con un ligero fruncimiento de ceño por mi rara reacción. — ¿Qué pasó?
— Qué soy un genio. — Contesté, y salto de mi asiento contento para sentarme a su lado y rodear su hombro con mi brazo. — Eso ha pasado, chico Punk.
~~~
— Déjate llevar... — Musita contra mi boca, pero es casi innecesario que lo haga, porque justo en este momento, yo solo soy un montón de hormonas alborotadas, que solo quiere hacer lo que un adolescente puberto desea desde que descubre por primera vez el porno. — Eso es...
Tan bien. Tan exquisito, sus labios sabían a gloria y a algo más oscuro. Sentía que podía perderme en sus labios para siempre, y hacer lo que él quisiera cuando lo pidiera. Un gruñido que jamás había soltado en mi vida, escapa de mis labios entre los suyos, y en respuesta, siento su sonrisa malvada bailando entre nuestras bocas y mirándome entre la rendija de sus párpados, burlándose del poder que tiene con solo tocarme.
Todo se descontrola a partir de allí, yo ya no tenía ningún poder absoluto sobre mi cuerpo, éste hacia lo que quería a partir de aquí. Mis manos, mis labios, mi cuerpo en su totalidad había cobrado vida, solo para satisfacerse del hombre tan seductoramente atractivo que tenía adelante. Antes de que me diera cuenta, mis manos están debajo de su camiseta, acariciando la piel tersa y marcada de su espalda, a la vez que, inconscientemente, la parte baja de mi cuerpo se roza con más entusiasmo contra su entrepierna.
Esto estaba predestinado. Tarde o temprano, esto iba a ocurrir entre nosotros. Lo supe desde el primer momento en que lo vi quitarse aquella camiseta delante de mí. Solo había sido cuestión de tiempo, había sido una espera muy larga pero fue necesaria para llegar a este día, para hacer del momento aún más impresionante y glorioso.
Nico seguía besándome, a la par que una de sus manos bajaba hasta introducirse dentro de mis pantalones, para acariciar el bulto gigantesco con sus dedos que se notaba por encima de mis bóxers. Gruñí dentro de su boca, tratando de hacerle entender para que me tocara más. Más piel, más besos, más roces, más toqueteos.
Más. Más. Más. Quería más, no era suficiente esto. Necesitaba más, o de verdad creía que me volvería loco.
— Más... — Rogué, y no me importó, porque no estaba pensando en absoluto, solo era movido por el placer y su vaivén contra mi intimidad.
Sentí la sonrisa diabólica de Nico por encima de mis labios, y gracias a los cielos, cumplió mi pedido y agarró completamente mi miembro con su mano. Para jalarlo, fuerte, sacándome un gemido.
La otra mano de Nico estaba sujetando la parte trasera de mi cuello, como evitando que me alejara de sus labios, pero él no sabía que, ni aunque mis propios amigos estuviesen gritándome que me detuvieran en este mismo momento... Yo estaba un 99999.9%, jodidamente seguro, que les diría que se voltearan si no querían ver, pero jamás dejaría de besar a este hombre.
Esto era yo. Un chico que solo se excita con los besos de otro sexy chico. ¿Y saben qué? Al demonio con los prejuicios. Al diablo con lo normal y natural. Porque, ¿algo que se sentía tan increíblemente bien? No podía ser del todo tan malo, ¿no? Tal vez el infierno lo quería, de ser así, lo siento Dios, pero yo ya tenía una habitación en el inframundo a partir de hoy y para adelante.
Me encanta. Grité en mis pensamientos, mientras una sonrisa se extiende por mis labios sin dejar de besarlo un segundo. Me encanta. Me encanta. Me siento vivo, me siento feliz, me siento dichoso. Oh, estúpido Nico di Angelo, y su seductora personalidad. Estaba engatusado, perdido, en sus redes, ¿y lo peor? Yo colgaba de ellos contento, y si me pedía que saltara por él... Bueno, digamos que saltar al abismo por Nico, no suena tan aterrador desde ese punto de vista.
Me sentía... feliz.
— Mierda... — Siseo Nico entre mis labios, cuando pasé mi lengua por encima de su labio inferior con todo el descaro del mundo. Me miró excitado, respirando agitadamente, casi como yo, y luego volvió a besarme. Con fervor, con demanda, como si mis labios fuesen un oasis en medio del inframundo... — Maldita sea. — Gruñó, y tan solo eso casi me hizo terminar. — Esto se siente, demasiado... jodidamente bien... Will... Yo, yo nunca había...
Pero yo nunca sabría lo que estuvo por decirme, porque justo en ese instante, el cañón de una pistola se pega contra el costado de su cabeza, y nos paraliza a ambos, dejando nuestro libido en un punto cero a un microsegundo.
— Ustedes, par de asquerosos, separecen ya... — Escupió el tipo que amenaza a Nico, con repugnancia. — Qué asco tener que venir y encontrar esto...
●●●●
6948 palabras. Bam... :v creo que me quede algo ciega.
Tenía planeado decir un montón de cosas pero;v estoy cansada así que, voy a apartar mi discurso motivacional de pprque soy buena escritora; v
Si con este capítulo no me aman... Me amarán con el próximo. Estoy segura. YO SÉ QUE SE PRENDIERON CON ESTO JODER. ME ENCANTÓ.
Preguntas :v
1-Quisiste matarme con lo de Ciel no? Qué te pareció a pesar de eso.
2 - pinche frase épica que te gustó. ;"v si es que hay.
3- Creen que asi se sentiría un gay saliendo del closet? Traté de ponerme en su lugar.
4- Cómo reaccionaron a chico punk
5:v ¿Apolo que tal?
Ahora si, bye. Mori. Estoy cansada. Me amo y me odio por escribir tanto. Puta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top