Cuando dejes de esconderte

- Mira a ese chico... - Escuché decir a una mujer joven, con pocos años más que yo a pocos metros, sentada en una banca junto con otra chica que tenía un yeso en su brazo derecho. - Es tan guapo que no parece ser del país. No puede serlo, sus rasgos son totalmente diferentes.

-No, debe ser algún extranjero europeo. - Le contestó su amiga en concordancia; luego siguieron cuchicheando tranquilamente, estudiándome ambas sin restricciones, sin culpa alguna.

Me resbalo un poco más en mi pequeña butaca estirando las piernas y escondiendo mi rostro detrás de la revista que hace como media hora, leía el mismo párrafo sobre los tipos de motores con calidad que es posible comprar en el país. No tenía una puta idea de que leía, pero, seguramente me veía genial leyendo una revista de coches clásicos y lujosos; y eso era todo lo que importaba.

- Buenas días, Señora Kant. - Le saluda Will Solace, con todo y sonrisa perfecta incluida a una mujer de edad que se sujetaba mediante el brazo de quien parecía ser su nieto. - El Geriátrico Jones la atenderá en unos minutos, por favor tome asiento mientras tanto.

Así que Will Solace era un recepcionista, sin embargo, estaba casi seguro de que tambiém debía ayudar bastante con los pacientes del lugar teniendo en cuenta su personalidad tan exageradamente servicial, sino, la bata que traía consigo era un claro indicio de ello.

- Muchas gracias, jovencito. - Le contestó la señora totalmente derretida por la gentileza y amabilidad de Will. Su nieto le ayudo a caminar hacia unos bancos libres y cuando paso cerca de mí, pude escuchar perfectamente los reclamos de su abuela hacia su persona. - ¿Viste a ese chico lleno de vida? Así es como deberían ser los jóvenes de hoy en día, no como tú que eres un amargado encerrado en tu habitación día y noche con tus videos juegos o dibujos chinos...

- Sí, sí, abuela. - Asentía el chico, girando sus ojos tan exageradamente que pensé que iba a quedar ciego de manera permanente. El chico me miró enviándome una sonrisa cansada, le alcé una ceja y lo ignoré desinteresado.

Había pasado media hora ya desde que estaba sentado en este mini banco acolchonado, había leído todas las revistas que estaban cerca de la mesita menos donde aparecían las chicas con sus labios inflados y piernas de Spagueti. (¿tenía un problema con el Spagueti? Sí, y lo decía con orgullo) Así que decidí empezar a examinar mi entorno para entretenerme.

Las paredes estaban pintadas de un claro color amarillo, siendo casi de color crema, había muchas plantas alrededor tanto como verdaderas y artificiales, como los falsos girasoles que estaban en un florero grande en el suelo cerca de la pequeña recepción de Will Solace, entonces, pasando mis ojos por allí, lo pillé totalmente mirándome fijamente. Fue como si alguien me hubiera dado con una aguja en el trasero y tuve que usar hasta mi última fuerza de voluntad para evitar el brinco de sobresaltó que me causó.

Pero, ¿qué me mirará tanto? Ha apartado la mirada ahora, bien, sigo inspeccionado la sala, detrás de él hay un reloj en forma de un sol que tenía una cara pervertida muy parecida al emoticon de WhatsApp. Mi mirada se mueve como si la fuerza de otros ojos me llamarán, y de nuevo allí está, mis ojos se encuentran nuevamente clavados en la mirada azul de Will Solace.

Otra vez hace como si estuviera solo mirando unos papeles encima de su mesa, pestañeo con parsimonia, poniendo una cara de póker. Mi lengua se mueve y cambio de lugar la paleta que tengo en el interior de mí boca, el dulce sabor de manzana es demasiado para mí y una vez más muerdo la paleta. Nunca fui bueno con solo chupando y lamiendo, me las tragaba rápido.

Las personas pasaban alrededor de Will a cada rato y él tenía una sonrisa preparada más grande que la otra. Para cada persona con la que hablaba, mantenía su sonrisa pegada en la cara como si fuera una figurilla adhesiva. Su sonrisa era tan exageradamente contagiante para las demás personas que pensé seriamente si no era algún tipo de enfermedad aún-no-descubierta, altamente infecciosa de la cual no existía cura.

Algo así como la, "Alegranititis sonrisititis severa de Solace... Clase terminal".

- El recepcionista también está que arde. - Dice la chica que tiene un yeso refiriéndose a Will, me saca de mis cavilaciones abruptamente y frunzo el ceño ligeramente escandalizado. - No cabe duda que de tal palo tal astilla. Es tan sexy como su padre, el Doctor Solace, y se nota que es de esos chicos que se ponen más buenos con la edad.

- Ay, amiga. - Le responde la otra con gesto dramático, poniendo una mano sobre su pecho como si estuviera evitando que su corazón se le escapara. - Ya no sé qué pensar con estos tiempos modernos, son demasiados guapos para ser reales, creo que hay una mínima probabilidad de que sean gays.

- No inventes. Pruébalo primero. - Le contesta, pero luego pone una expresión meditabunda y desde la comisura de mis ojos veo que está mirándome ahora. - Ahora que lo dices, el rubio ha estado mirando muy fijamente al chico europeo desde hace rato. Mira...

No puede aún estar mirándome, pienso desconcertado pero cuando mis ojos se dirigen hacia Will Solace nuevamente lo descubro estudiándome, quién de inmediato se encoge ante mi mirada oscura, una chispa de irritación y diversión en iguales medidas me ataca al descubrirlo acosándome por tercera vez.

- ¿Tienes algo que decirme? - Le enfrentó directamente.

Él se muestra confundido unos segundos y luego alza su mentón un poco hacia arriba de forma algo arrogante, tratando de demostrarme que no le intimidaba.

- En realidad sí. - Me contesta sin titubear, sale de su escritorio para caminar hacia mí imaginé, y repentinamente me siento algo cohibido al saber que se pondría muy cerca de mí. - Tengo que hacerte una pregunta...

Un fuerte quejido femenino suena de improviso, proveniente de hacia mí derecha y que también había llega a oídos de Will, ambos nos giramos y vemos a la amiga de la chica con un yeso en el brazo, que está respirando con dificultad y se sopla con una sola mano el rostro mientras su amiga la del yeso la mira con falsa preocupación. Entrecierro los ojos en su dirección haciéndole saber que no me engañaba para nada, definitivamente Will no podía caer en esa mala...

- ¿Te encuentras bien? - Will se apresuró a correr a su lado, tomando la mano de la chica con la que se soplaba, luciendo muy alarmado. - ¿Qué es lo que sientes, puedes hablar?

... Actuación, terminé de decir en mi mente. Bah, pero por favor. ¿En serio, Will?

- Siento que se me ha subido la presión. - Susurró la chica, poniendo una mueca de esfuerzo como si le costará respirar. Veo que se aferra a la mano de Will con sus dos manos como si la vida se le fuera en ello. - Debe ser por el intenso calor, sentí repentinamente una presión sobre mi pecho, sobre mi corazón...

- Mi amiga necesita su atención médica, ¿enfermero, podría ser? - Probó la muchacha del yeso, mirando disimuladamente de arriba a abajo el cuerpo entero de Solace. ¡Pero que descaro! ¡Y enfrente de mí y una abuela al costado!

- Me temo que soy solo un simple ayudante del hospital. - Le contestó Will totalmente ignorante de las verdaderas intenciones de esas depredadores sexuales. - Pero traeré el medidor de presión...

- Podríamos ir a un lugar más privado. - Dijo la chica con el supuesto ataque al corazón. (Ataque de hormonas urgidas, seria mejor) - Siento que necesito estar en un lugar con menos personas. Creo que me hará sentir mejor.

- Te traeré un par de medicamentos. - Le contestó en su lugar.

Yo tengo un medicamento muy efectivo debajo del asiento de mí auto. - Pensé tranquilamente mientras mis labios se curvaban en una sonrisa fría. - Es negro, tiene un caño y plomo. Y si le gustan que le den por detrás, le puedo meter amablemente la pistola por el...

El grito estridente de un niño calla mis pensamientos antes de que pudiera terminarlos. Cerca de las escaleras hay un niño llorando a moco tendido sobre que ha perdido a su despistada mami. Inmeditamente Will giró su rostro en aquella dirección, y observé, con oculto placer malvado, como Will dejaba a la amiga del yeso completamente olvidada, y luego iba a atender al niño.

- Te dejó botada, Beth. - Le susurró su amiga-yeso, abriendo sus labios en estupor. - No le has parecido muy interesante.

- Cállate, va a volver. A mí nadie me rechaza, ya lo verás. - Refutó "Beth", (creyéndose la gran cosa por sus pechos de limones) quien tenía la mandíbula desencajada por la rabia contenida. Luego inhalo profundamente y su voz cambió de amarga a barata actriz porno una vez más. - ¡Perdón! ¿Will, verdad? ¿Vas a ayudarme con mi situación?

Antes de que pudiera contestarle. Una enfermera apareció bajando por las escaleras y Will automáticamente, poniendo un rostro aliviado, se dirige a ella a la vez que alza al niño llorón en sus brazos. Mira hacia el frasco de paletas, pero luego recuerda que yo me los lleve todos. Así que cuando mira hacia mí, finjo mirar otro lado ocultando deliberadamente con la revista, mi bolsillo lleno de paletas de sabor manzana.

- Karla, ¿puedes atender a la chica de allá? - Le apunto a Beth, apenas y mirándole por más de dos segundos. - No puedo con ese problema ahora.

- ¡¿Qué?! - Soltó la chica abriendo los ojos de par en par absorta, y su amiga alzando las cejas y formando un perfecto círculo con sus labios.

Solté una carcajada estruendosa en ese mismo momento, antes de que pudiera detenerme, salió tan repentinamente de mí sistema que apenas y tuve tiempo para sorprenderme de mí mismo. Yo no reía... No de esta forma. Nunca. Pero en cambio, ahora, me encontraba ocultando mi cara detrás de una revista, mientras mi pecho se agitaba sin parar, y seguía riéndome descontroladamente, pero ahora en silencio absoluto.

Antes de ocultarme, había visto a Will mirándome con total desconcierto por mi repentino arrebato, no obstante, permaneció con el niño en brazos y se encaminó en búsqueda de la mamá despistada, que debía estar buscando desesperada a su hijo... Una madre buscando a su hijo, el niño tenía a alguien a quién encontrar... Podía darse el lujo de llorar, porque luego ella podría quitarle sus lágrimas. El niño sabe que su llanto tendrá una recompensa.

Cerré los ojos con fuerza, los aprieto tanto hasta que luces brillantes bailan en mi campo periférico. La carcajada se había esfumando desde hace rato, no había rastro de una sonrisa en mi cara de nuevo. Volvía a ser el mismo nuevamente. Estúpidos niños, los odio. Siempre los he odiado. Con su estúpida despreocupación de siempre, riendo y llorando por todo tan fácilmente. Bah.

Giré mi rostro hacia la abuela que estaba sentada a pocos metros, mascullando con indignación a su nieto. Sabía que no era el único que había notaba a esas chicas regaladas en moños.

- ¡Por Dios! Las chicas de hoy en día. - Le dijo su abuela al mismo tiempo que agachaba ligeramente su rostro al suelo como si de esa forma fuera invisible. - Están totalmente calientes todo el tiempo, ¡como estufas! Todas las disques mujercitas decentes, andan por la vida tirando choques de calor más fuerte que el calentamiento global, Matusalén. Por los muchachitos lindos, obviamente. ¡Qué vergüenza! ¡Nos avergüenzan esta juventud!

Sonreí levemente mientras la escuchaba, esta anciana se llevaría de forma excelente con mi querida Tía Demir.

~~~~~
*Una hora más tarde*

Al final, la chica que había proclamado un supuesto pre-infarto. Se retiró de la recepción luciendo muy molesta por alguna razón "desconocida", con su amiga detrás siguiéndole los pasos muy de cerca. Al poco rato, la abuela sentada a pocos metros entró a su consulta con su nieto acompañándola; y Will Solace llegó con las manos vacías, seguramente había encontrado a la madre del niño.

Lo vi acercarse en mi dirección, con pasos seguros y mecánicos, como si estuviera empujándose así mismo hasta llegar a mí y al asiento vacío, (pero muy chico) de mí lado. Se sentó de golpe tan abruptamente en el banco, que lo miré fijamente esperando ver una mueca de dolor en su rostro. Estábamos muy cerca, y su rodilla había rozado mi muslo, me sorprendió que no me molestará su toque.

- Hola. - Saludo, miró por todos lados alrededor luciendo incómodo. Luego volvió sus ojos hacia mí, pero mirando detrás de mi hombro. - Quisiera hablar contigo acerca de algo... Que me ha estado rondando por la cabeza, por varios días.

- ¿De acuerdo? - Me encogí de hombros, mientras distraídamente doblaba la revista como un telescopio. - ¿De qué se trata, por lo que piensas tanto en mí?

- ¿Por qué supones que pienso en ti? - Contraataca a la defensiva. El rubio tiene una vena competitiva, en verdad, pensé. - En todo caso, sí, se trata de ti... Pero ese no es el punto. El punto es... Yo no pienso en ti todo el día, o algo por el estilo, más bien.

- En cualquier momento, mi tía saldrá del consultorio de tu padre. - Le avisé, golpeando el rollo de revista en su cabeza, lo cual me gané una mirada sorprendida y tierna de su parte. - Creo que deberías ahorrarte tus improvisadas mentiras, acerca de no pensar en mí en lo absoluto.

- Y ahí vas de nuevo. - Exclamó azorado, frunciéndome el ceño, suspiro hondo y luego soltó el aliento contenido, siguiéndole las palabras que tanto parecía costarle en decir. - Te quería hablar justamente acerca de eso, tú, tienes una idea errónea de mí. - Se detuvo un momento para mirar mi reacción, yo simplemente le alcé una ceja. - Por alguna razón, insistes en hacer chistes o lanzarme indirectas sobre mi... Orientación sexual. No sé por qué piensas lo que crees, pero... Estás muy equivocado.

- ¿Sobre que piensas que estoy equivocado? - Sabía de lo que estaba hablando, sin embargo era demasiado divertido verlo todo nervioso delante de mí. - Yo pienso sobre muchas cosas acerca de ti.

- Sobre, ya sabes... - Musitó ligeramente sonrojado, bajando y subiendo la mirada sucesivamente. - Sobre... Bien... No soy G-gay, ¿de acuerdo? - Su voz se cortó y se agudizó en la palabra mágica. - Así que ya puedes parar, ya esta todo aclarado.

- Por supuesto, y yo soy un semidiós. - Le dije fingiendo un tono cómplice. - Voy por las noches con mi amiga la pala, para cavar hoyos y llamar a los muertos con cajitas felices y cerveza. Casual.

- Estoy hablando en serio. - Me recrimina Will. - Quiero que te detengas de una vez.

- Da igual que intentes negarlo con todas tus fuerzas. - Le dije apiadandome de él, al ver su rostro pálido. - No se lo diré a nadie, porque no es mi jodido problema y tampoco voy hablando con los idiotas del curso, así que si quieres permanecer aún en el closet es tu asunto.

Me miró pasmado, abrió los labios dos veces sin saber que contestarme adivino, mientras me fijaba que detrás de las puertas polarizadas, se acercaban dos de sus amigos que prácticamente eran inseparables. Uno era ese chico idiota llamado Cecil y la otra era Lou, según recuerdo por la ama de llaves contándome el nombre de su hija.

- ¿Vas a parar alguna vez? - Inquiere rodando los ojos.

- Normalmente me valdría mierda las orientaciones de otras personas. No obstante, admito que es muy divertido molestarte a ti. - Confesé, por el rabillo de mi ojo escuchó la puerta del consultorio abrirse y la voz de mi tía se cuela por el pasillo hasta nosotros rápidamente. - No descansaré de repetirlo, hasta que también admitas que tengo la razón. Hasta que dejes tu orgullo y tu testarudez.

- ¿Orgullo? - Repitió Will desconcertado, oh, él no tenía ni idea. Ni siquiera se conocía así mismo en lo más básico. - Querrás decir tú eres el orgulloso, que no quiere admitir estar en lo incorrecto.

- Haré que te tragues tus palabras, Will Solace. Hasta que dejes de esconderte de todos. - Le rete, fijándome en esos horribles y aburridos lentes que obstruyen sus orbes azulados. Antes de que pudiera contradecirme, le hice saber quiénes venían. - Allí vienen tus amigos, con cara de pocos amigos a mi pasiva persona, debo agregar.

Y en mi mente solté un gigantesco, JA, por lo último. Yo era tan pasivo como un Pitbull cazando.

- ¡Niki! - Di un pequeño respingo al oír aquella voz repentinamente, había estado tan concentrado en la conversación que ni siquiera me había fijando que la tía de Nico se acercaba delante mío. - Es hora de irnos, ¡Ah! ¿Conversando con el futuro, doctor? ¡Fabuloso! Esta es la clase de amigos que siempre quise ver a tu alrededor.

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Al oírla, Nico Di Angelo dejó la revista en su lugar y luego se levantó del banco estirándose al mismo tiempo los brazos cuanto podía para quitarse los nudos, al hacerlo, su camiseta se levantó levemente dejando al descubierto una deliberada y pálida porción de piel italiana, mis ojos se dirigieron allí y devoraron a una velocidad alarmante cada minúsculo detalle.

- Will, ¿qué hay viejo? - Una vez más, me sobresalto cuando oigo la voz de Cecil parado detrás de mí, aunque Nico me había advertido de ellos de antemano. - Tenemos grandes noticias.

Viré el rostro hacia ellos, Cecil me miraba a mí fijamente, aunque se notaba por su rostro que estaba muy incómodo, cuando Nico Di Angelo pasó por su lado ignorándolos olímpicamente, Lou sin embargo, fue más directa, y no dejó de ver a Nico en ningún momento con extraña hostilidad hasta que desapareció por las puertas de vidrio polarizadas. El chico era un idiota, pero aún así, yo no lo miraba con ganas de cortarle una pierna como lo había hecho Lou.

Luego de eso, hubo un intervalo de silencio tenso entre nosotros, por algún motivo que no entendía exactamente aún. Así que cuando Lou volvió a fijarse en mí, escrutando mis ojos con los suyos y empezando con un contenido y peligroso, "Will". Me apresuré rápidamente hacia mí fiel amigo Cecil para que me ayudara con distraer a la bestia.

- ¿Por qué han venido hasta aquí? - Le preguntó levantándome del banco, poniendo un tono jovial en mi voz. - ¿Cuál es el chisme o la noticia tan candente, qué no podían decírmelo por mensaje?

Inmediatamente Cecil sabe lo que estoy intentando como si leyera mi mente, me abraza los hombros y empieza con tono solemne.

- Una fiesta que prometen será la mejor del siglo. - Exclamó a viva voz, llamando la atención de todos alrededor. - En la casa veraniega de los Tanaka, la cerveza nos espera mi rubio amigo. ¡No sé tú, pero yo quiero ver como se divierten los de la clase alta! Apuesto que tienen su propio baño con tapa de oro.

- Cecil insiste en que vayamos a esa estúpida fiesta. ¡En la casa de la estúpida perra! - Soltó entonces Lou exaltada, supongo que la indignación era tan poderosa que había logrado despistarla de lo que sea que iba a decir hace rato. - Y tiene la caradurez de invitarme para el colmo, ¿puedes creer que piense este tonto que iré?

- ¿En la casa de los Tanaka? - Pregunté de vuelta confundido, ¿desde cuándo consideramos asistir en cualquier lugar cerca de esa gente? .- ¿Desde cuándo la alta jerarquía nos invita en sus fiestas?

- Exacto. - Corrobora Lou, en tono obvio. - Sospechoso si me lo preguntan.

- No sean aguafiestas por favor. Será grandioso. - Bufa Cecil ofuscado, mientras agita las llaves de su auto entre sus dedos. Su auto no era más que un pequeño escarabajo, con pintura de lo que alguna vez fue color naranja. Ahora era un extraño tono beige, con manchas y raspaduras por chocar ebrio contra las planteras y murallas de su casa, luego de llegar de una fiesta conmigo.

- Tenemos que ir. - Asiente convencido Cecil. - No es solo por ir en la mansión de Drew Tanaka, chicos. Allí nos encontraremos también con todos nuestros demás compañeros. No es nuestra culpa que hayan elegido la casa más lujosa para reunirse y festejar la fiesta, y haya resultado ser la casa de la tipa anorexica. - Se quejaba, apenas y tomando aire entre palabras. - No podemos dejar que eso nos detenga, ¿vamos a pasar excluidos del resto del grupo y la fiesta más loca, solo por miedo a estar en el mismo lugar que Drew Tanaka? ¿Qué es Drew Tanaka? Algún tipo de monstruo super poderoso con poder de obligarnos con la voz a tirarnos de un puente? ¡Pero por favor, chicos!

- No se trata de miedo, Cecil. - Contraataca Lou, acercándose a él y quitándole las llaves de sus dedos. Supongo que el incesante movimiento de las llaves la estaba molestando demasiado. - Algo me huele mal, y no es solo el pañal de Drew por sus laxantes.

Cecil y yo contenemos una carcajada con dificultad, lo pienso por un momento, por un lado, Cecil tenía razón. No ir significaba automáticamente, rechazo de la sociedad estudiantil el año que viene y exclusión del grupo. Pero por otro lado también, Lou esta en lo correcto, no era normal que Drew Tanaka ofreciera su casa para organizar la fiesta. Ella nunca había hecho una fiesta "general", con toda la congregación de plebeyos incluidos, sus fiestas siempre eran con los de su misma clase.

- Lo decidimos con una moneda. - Me encogí de hombros sacando una de mí bolsillo trasero, entonces observó por la comisura de mis ojos, varios envoltorios de paletas tirados en el banco. Y el recuerdo de aquel chico mordiendo un palillo entre sus dientes llega a mi mente, la respuesta es inmediata. Mi pulso se acelera y trago saliva molesto conmigo mismo por tales extraños comportamientos de mí parte.

- Tú siempre lo decides todo con una moneda. - Me dice con mofa Cecil, sacándome de mi ensoñación. - Trato hecho, cara nos vamos de parranda. Cruz, nos quedamos en casa de Lou mirando por quinta vez consecutiva la serie completa del Señor de los anillos.

- Oye, es una asombrosa forma de desvelarnos. - Se defiende Lou cruzándose los brazos.

- Solo lo ves porque el prota tiene esos hermosos ojos azules. - Le acusa de vuelta. - Que la trama mis polainas, lo he visto 10 veces, y hasta ahora no entiendo de que va todo.

Sé perfectamente que hablándoles no iba a cortar su discusión, así que para llamar la atención de ambos, lanzó la moneda al aire y luego cuando cae en mi mano izquierda, la escondo con la palma de mi otra mano.

- Ya quita tu mano y muéstranos. - Ordena Cecil, dándome un zarandeo, echo una risilla y rezo porque, sea cual sea la respuesta, sea la correcta.

- JA, prepara tu mejor vestido, Lou. - Grita Cecil sin importarle mis gestos para que bajará la voz. - Nos vamos de fiesta, y me importa una mierda que sea en la mansión de Drew Tanaka. Nos vamos porque nos vamos. Nos lo merecemos.

- ¿Y en que vamos a ir? - Le preguntó con voz burlona. - ¿En tu escarabajo de los años de mis tatarabuelos? ¿Aguantará para llevarnos fuera de la ciudad?

- ¿Disculpa? - Rezonga Cecil, quitándole a Lou sus llaves. - ¡Estás ofendiendo a Wallas! Esa cosa viaja hasta Costa Rica, solo le pones un motor para el mar y listo.

- Sí tú lo dices. - Mascullo, me imagino a mi mismo remando en medio del mar con un remo a través de la ventanilla. La imagen hace que ría divertido.

- Quiero aclarar que solo voy a la fiesta, para evitar que hagas alguna estupidez. - Le advierto. - Como tirarte desnudo del tercer piso a la piscina. Tal vez.

- Y yo voy para evitar que tú hagas locuras, Will. - Se ríe cuando le doy una mirada indignada y ofendida por su falta de confianza. - Influenciado por este loco. - Apunta a Cecil.

Cecil nos abraza por el cuello a Lou y a mí e inmeditamente nos jala hasta la calle, sin importarle cuando le repito mil veces que debo dejar un aviso que me retiro y guardar la bata tal y como estaba en el cajón.

- Tengo un buen presentimiento de este día. - Asiente con vehemencia Cecil, brillandole los ojos emocionado. - Hoy arde troya, pero en el buen sentido.

Esperaba realmente que el universo estuviera de acuerdo, o tuviera el mismo concepto que nosotros con lo de "en el buen sentido". Y no en el sentido de, ya saben, caos, destrucción y muchos gritos. En todo caso, ¿quién podría terminar ser el caballo que lo derrumbará todo?

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La lujosa casa veraniega de los Tanaka quedaba a kilómetros de la ciudad, casi en medio de la nada de un gigantesco campo con vacas pastando alrededor, y un par de arroyitos cristalinos a cada pocos metros, que me dieron el loco y estúpido impulso de ir en dirección contraria de su caudal solo para saber hasta donde me llevaría.

- Por estos lugares son muy frecuentes los avistamientos de fantasmas ¿sabían? - Nos comentó el padre de Luke a los dos, pero mirando a su hijo esperando por alguna reacción más original que cortos y simples gruñidos en respuesta. - También dicen que hay perros del infierno que deambulan por las noches de luna llena.

- ¿Esos no son los hombres lobos? - Inquiero sentado en los asientos de atrás, el señor Castellan me sonrió con ironía a través del espejo retrovisor. - ¿Qué? Así me enseñó la escuela televisiva. - Me defendí.

- Te ves bien con ese corte, Percy. - Mencionó con ojo crítico. - Pero no puedo creer que hayas dejado que Luke lo hiciera, si hubiera estado en tu lugar me protegería a toda costa las orejas para que no me las cortará.

Luke estaba sentado en el asiento del copiloto a lado de su padre, tenía un rostro amargado y sostenía su mentón en su puño, antes de que saliéramos de su casa, padre e hijo se habían metido en una calurosa disputa mientras yo fingía indiferencia y jugaba con encontrar las diferencias entre mis dos manos.

- ¿Por qué no puedo llevar mi auto? - Exclamó Luke escandalizado, miraba a su padre con tantas ganas de tirarle una silla que en varias veces dudé de su autocontrol. - ¿Realmente piensas llevarnos a Percy y a mí? ¿Cómo si fuéramos unos niños de cinco años a una fiesta de cumpleaños? ¿Qué demonios te pasa?

- No me hables en ese tono, Luke. - Advirtió su padre, subiendo a la camioneta y empezando a encenderla. - O voy a quitarte el privilegio de tener un auto por un mes. No juegues conmigo, muchacho, o te irá peor.

- ¿Por qué? - Demandó una vez más Luke, frunciendo el ceño profundamente. - ¿Cuales son tus supuestas razones? Para que nosotros no podamos irnos por nuestra cuenta.

- Irás en medio de la nada, con un hermoso auto de propiedad (si mal no recuerdas). Las posibilidades que dañen, rayen, o incluso que te roben el auto son muy altas. - Explicó su padre con exagerada parsimonia, tamborileando el volante con sus dedos. - Voy a llevarlos, me llaman, y volveré para recogerlos. Fin de la historia.

- Mejor nos quedamos ¿no, Luke? - Aproveché para tratar de hacerle cambiar de opinión, casi ya podía sentir el alivio de quedarme en casa sin más. - Es el destino, no quiere que vayamos.

- No es el destino, es el idiota de padre. - Me murmuró de vuelta, lo suficientemente bajo para que su padre no escuchará. - ¿Y sabes qué? No te vas a escapar de esto. Nos iremos con mi padre aunque después tengamos que sufrir años de burla.

~~~

- ¡Nos vemos más tarde! - Luke cerró la puerta con fuerza en su cara y se encaminó con largas zancadas velozmente hacia la casa. Antes de seguirlo, me giré hacia su padre que tenía una cara de mustia en dirección a su hijo, se fijó en mi y suspiró con derrota. - Llámame por cualquier emergencia, ¿está bien?

- Gracias por traernos, señor Castellan. - Agradezco despidiéndome con un gesto de la mano.

- Portense mal. - Me guiñó un ojo sonriente. - Pero no lo suficiente para terminar en la cárcel... Por favor.

Le sonreí algo confiando, pero solo por si acaso, no aseguré nada. Me di la vuelta y camine por la entrada de baldosas marrón, oyendo la camioneta del Señor Castellan alejándose en la completa oscuridad del campo.

- ¿Estás preparado? - Me preguntó Luke, respirando profundamente como para calmarse cuando llegué a su lado. - Estoy de tu lado, recuerdalo.

- Sí, genial. - Tragué saliva nervioso, escuchando el ruido amortiguado de la música detrás de la puerta, y las luces de colores que salían por las ventanas y a través de las cortinas. - Abre la maldita puerta, Castellan.

Supongo que aquí es donde se supone que, si mi vida hubiera sido escrita por una adolescente con hormonas alborotadas. Yo, con mi nuevo corte, ridículamente como por arte de magia divina, se supone que me vería como una persona completamente nueva y renovada a lo Adonis, y bendecido por Narciso.

Entraría a través de la puerta, la música se pondría en sincronía con los movimientos sensuales de mí cuerpo, que simplemente se encamina por los pasillos concurridos de jóvenes borrachos por toda la casa. Todos las chicas me mirarían fijamente con ganas y se preguntarían, ¿quién es el nuevo que está que arde? Y maravillosamente, en un momento dado, encontraría a la chica más sexy de la clase y me hablaría, bailariamos y, bum bidi bam, amor a primera vista. Mejor que cualquier historia de Disney.

Iré directo al grano, no pasó eso. Nadie me miró, nadie me saludó, todos tenían los ojos fijos en Luke Castellan, el chico que está más bueno que el pan caliente.

Sin embargo, cuando por fin alguien me dirigió la primera palabra. Al final hubo dos grandes contras La primera, era Dylan. La segunda, sus palabras fueron algo así como...

- Tú no deberías estar aquí, Percy. - Me dijo con completa seriedad en el rostro, y ese aire de misterio alrededor suyo, mientras sus ojos avellanas se entrecerraban en mi dirección con cautela.

Grandiosa noche, esta va en mi lista de días tan bonitos, como la popo que salió de mí una vez, luego de tomarme aquella leche vencida y una hamburguesa al mismo tiempo. No pregunten porque lo hice.

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Holaaa, tanto tiempooooo :c ¿ya se han olvidado de mi? :c al cabo que ni los quería >:v

No esperan si los quiero 😢😢 :3 Qué les pareció el capítulo? Lo hice a la velocidad del rayo (lo cual aún no tiene revisión y podrán encontrar seguramente ERRORES, PERDÓN) porque mañana tengo mi *redoble tambores* ULTIMO EXAMEN y saben lo quería significa?

Publicaré más seguido!!! Creoo, pero siii.

¿Qué les parece este Nico tan atrevido? Les gusta? Yo me siento todo enamorada cuando lo escribo.

Yo me reí con Nico cuando Will rechazo a la zorra que quería comerse a Will en un cuarto privado JAJAJAJJAJ

¡Nos vemos! No estaba segura de publicar esto pero mi sis, me obligó >:v, ya que. Mañana reviso los errores. Los quiero ! Buenas noches !

TsukinoMitsuky00 lo encontré para ti jaja

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