66. Vulnerable.

"Deja que todo se derrita. ¡Carne, huesos, preocupaciones y miedos! Que se mezclen con la tierra fértil, para nunca volver a ser encontrados".

Percy se despertó, completamente rodeado por unos pegajosos brazos y un aliento que apestaba a algo muerto chocando contra su mejilla.

Era una habitación totalmente desconocida para él. El sol entraba a raudales por la ventana, y estaba cocinando un poco su cara. ¿A qué loco le gustaba despertarse con el sol sobre todos sus ojos? ¿Para qué tenía cortinas si no iba a utilizarlas? Percy se levantó de inmediato. El brusco movimiento causó que se le nublara un poco la vista y su cabeza palpitara como si fuese a partirse en dos. Ni hablar de las náuseas. O el mareo. ¡Mierda!, ¿era tan débil que hasta el freeze con alcohol más bajo podía dejarlo en tal estado?

Limpiando la baba húmeda de su mejilla, y haciendo a un lado los cariñosos brazos que, resultaron ser del inconsciente Cecil, Percy echó un mejor vistazo a la habitación. Tenía las paredes azules y el techo estaba pintado con nubes blancas. Había libros en todos lados: sobre la mesa, sobre una silla, sobre la repisa. Todas sus portadas tenían esqueletos y cuerpos humanos. Él ya sabía de quién era este cuarto, pero ver la mariconera... eh, el bolso de Will sobre una mesa, se lo confirmó.

Se bajó de la cama con cuidado (tenía que avisarle a Will que cambiara las sábanas porque las había dejado llenas de baba). (Perdón, amigo). Se encaminó hacia la puerta saltando obstáculos: Lou estaba durmiendo en el piso sobre una colchoneta de acampar. Le sorprendió ver que también estaba Hazel, y a su lado, a una distancia prudente, con almohadas haciendo de un muro de seguridad, estaba Frank durmiendo boca arriba, con los brazos firmes a cada lado de su cuerpo. Utilizaba una camiseta vieja de Will como una mantita.

Lo primero que hizo Percy fue ir al baño a orinar. Luego regresó al pasillo, y bajó las escaleras lentamente, agarrándose a la barandilla porque sentía que los escalones eran de goma. Con mucho esfuerzo, Percy llegó hasta la cocina, siguiendo el olor a café. No le sorprendía ver a Will Solace en su propia cocina, pero sí que estuviera ya despierto, luciendo impecablemente fresco y descansado, listo para ir hasta New Jersey en bicicleta si fuera necesario. Estaba sentado en una silla en posición india. Sus manos rodeaban una taza de café al que le estaba dando un sorbo. Sin voltear su rostro, sus ojos azules lo miraron, e inmediatamente una sonrisa cubrió sus labios.

—Buenos días —lo saludó con voz animada—, tu pelo se ve adorable. ¿Es así de desordenado todas las mañanas?

Percy se dejó caer sobre una silla en la cabecera de la mesa. Llegar hasta ahí pareció consumir la poca energía que había reunido.

—¿Cómo es que estás despierto desde tan temprano? —preguntó en su lugar, a la vez que trataba de arreglarse un poco el pelo con la mano.

—Oh, es como una maldición —contestó Will, y escondió un rebelde mechón rubio detrás de su oreja—. No importa si he madrugado o no he dormido en lo absoluto, en el momento en el que el sol sale por el horizonte, estaré despierto automáticamente. ¿El cielo empieza a brillar con los primeros rayos del sol? Mi mente empezará a salir de la inconsciencia y en segundos estaré completamente despierto sin posibilidad de volver a dormir.

Percy alzó las cejas, asombrado, luego se echó a reír.

—Eres como las flores, levantándote instintivamente al amanecer.

—Supongo que tienes razón —Will formó un adorable mohín—, tendría que estar realmente enfermo para no despertar. O muerto.

—Quizás no despertarías si no tuvieras todo el sol en la cara, ¿sabes? —lanzó Percy divertido, y con un tinte de queja.

—Quizás —sonrió Will, y cambió de tema—: ¿quieres una taza de café? ¿Un chocolate? ¿Huevos?

—No, gracias —Percy hizo una mueca—. Pensar en comer algo me da náuseas.

—Entonces, ¿qué te parece una pastilla para eso?

—Por favor, si no es una molestia.

—¡Ninguno! ¡Ninguno! —Will se levantó de inmediato, y caminando con los pies descalzos, pronto sacó de una alacena una caja que estaba repleta de medicinas que venían en botellitas y en tabletas. Una pastilla fue introducida en un vaso lleno de agua, y en unos segundos, se había reducido a burbujas. Will regresó, y dejó el vaso enfrente de Percy con una sonrisa amable, luego acercó más su silla, y se sentó a poca distancia de él—. Prueba con esto, y si no mejora, deberíamos preguntarle a mi padre.

—¿Él está aquí, ahora? —preguntó Percy, alarmado. Luego se sintió idiota porque, por supuesto que el padre de Will estaría dentro de su propiedad. Sólo lamentaba la posibilidad de que lo viera así, y traer vergüenza a su amigo.

—No —se apresuró a explicar Will, mientras volvía a agarrar tu taza y se preparaba para tomar otro sorbo—. Pero podría llamarlo y preguntarle.

—¡Oh! —soltó Percy, antes de suspirar con alivio—. Está bien, esto es suficiente. Muchas gracias —le dijo, a lo que Will le contestó con otra gentil sonrisa.

Percy estaba a punto de pensar en algo para seguir conversando, cuando de improviso, con una frialdad que le recorrió las venas, se dio cuenta que no traía su celular en los bolsillos, y no recordaba haberlo visto en la habitación. Su corazón empezó a latir deprisa, ¡estaba entrando en crisis!, hasta que... Will colocó casualmente su teléfono sobre la mesa, y luego lo empujó suavemente en su dirección, como si ofreciera un trozo de carne a un león famélico. Percy suspiró con alivio.

—No lo he revisado, puedes estar seguro de ello —comentó Will descuidadamente, volviendo a sentarse en pose india.

Percy formuló un agradecimiento vago. Estaba demasiado distraído contemplando su celular, para sentirse mal por estar ignorando a Will. La razón fue que, apenas vio el aparato, el recuerdo de la peor pelea que había tenido con su mejor amigo anoche, regresó a su mente como una avalancha muy vívida, pero después de eso, descubrió que no había nada más. Los siguientes acontecimientos, desde que Rachel se acercó a él para bailar, incluyendo sobre cómo había llegado hasta la casa de Will, todo eso estaba en blanco. Y debía admitir, que eso lo asustó un poco.

Tenía la leve sensación de que muchas cosas habían ocurrido, pero por más que intentó escarbar en su memoria, seguía sin encontrar nada. Sólo había destellos de rostros: de Luke, Nico, y Dylan... Cuando pensó en Dylan, Percy sintió un chispazo de pánico, aunque no sabía por qué. ¿Le habría hecho algo? ¿Por qué no recordaba nada? Nunca le había ocurrido este tipo de amnesia.

—Oye, Will, ¿sabes algo de Luke? —preguntó Percy, tratando de sonar casual—. No lo vi durmiendo arriba. Todos los demás están, menos él. ¿Está en otra habitación o...?

—Nico me dijo ayer —comenzó Will—, que vio a Luke marcharse en su propio auto, solo —le envió una mirada fugaz—. Supongo que se cansó de la fiesta, y no quiso decírtelo para no arruinarte la diversión. Por lo que decidió dejarte disfrutar un poco más.

"O quizás porque, no soportaba verme ni un segundo más. Porque finalmente logré que me odiara la única persona que siempre estuvo conmigo, desde el inicio".

Pero no dijo eso. Además, Percy sintió ganas de darse un puñetazo para entrar en razón, y si no lo hizo fue porque no quería que Will viera su brote de locura. ¡Se negaba violentamente a sentirse culpable por el actuar completamente egoísta de Luke! Tenía que dejar de ser débil. Fue Luke quién cruzó los límites, y él solo se estaba defendiendo. No podía dejarse convencer, o creer que él había estado mal, solo porque Luke actuaba de un modo indignado.

Su arrebato era justificado. Luke, por más que hubiera sido su mejor amigo desde los ocho años, no tenía ningún derecho a decidir qué cosas podía gustarle o no gustarle.

También tenía derecho a guardar secretos.

Le dolía muchísimo que Luke no entendiera algo tan simple como su independencia, y que se hubiera enojado con él, en lugar de comprenderlo. En el pasado, cuando Percy también le reclamó sobre ciertas cosas incómodas, Luke terminaba por voltear la situación y acusarlo de que se estaba haciendo la víctima. Percy quería confiarle su sentir, su miedo, su ansiedad, con respecto a algunas actitudes que le parecían incorrectas, y lo hacían sentir agraviado, pero sin importar qué palabras utilizara, siempre acabaría con él disculpándose y dándole la razón.

Percy tenía poca confianza en sí mismo, así que al final, creería que estaba exagerando. Pero, quizás, ya era hora de que fuera más firme.

—¿Irás conmigo al Instituto, no? —preguntó Will, lo que hizo que Percy se desprendiera de sus pensamientos de forma abrupta—. Aún les queda una hora para que se preparen tú y el resto. Puedes usar mi ropa, por cierto, no hay problema —sus ojos repasaron el cuerpo de Percy, con un brillo de interés—. Mhm, te quedará un poco ajustada, especialmente en la parte de los pectorales, pero servirá.

—¡¿Al Instituto?! —La cara de Percy era un poema de sorpresa. Will se echó a reír en respuesta, su sonido era como una melodía que acariciaba el alma y lo llenaba de paz.

—Los alumnos que no fueron a la fiesta, es seguro que asistirán hoy a clases, ya sabes, los ñoños y los introvertidos que se quedan a dormir en casa como buenos niños —sonrió con ironía—. Podríamos faltar, y seguir durmiendo, pero uno de ellos irá y hará que nos meta a todos en problemas. A los profesores les encantará bajarnos los puntos.

—¿Estás seguro? —Percy bufó—, Vi a unos cuántos profesores en la discoteca, y no lucían como si tuvieran planeado ir a trabajar.

—No más excusas, Perseo —Will finalmente usó su voz mandona, aunque sus ojos seguían siendo muy amables—. Ve a bañarte y lávate los dientes. Irás a la escuela, aunque tenga que cargarte en mi espalda.

—Sí, mamá, ya voy —Percy rodó los ojos, y tenía planeado burlarse más, hasta que, observó cómo sus descuidadas palabras habían tenido una positiva reacción en Will, haciendo que todo su rostro se llenara de una dulce felicidad. Percy se sorprendió, luego se sintió complacido consigo mismo. Al final, preguntó casualmente—: ¿Qué hay de Nico? ¿Todavía sigue durmiendo? No me sorprendería. Si tú eres como una flor, él es como la polilla que trata de devorarte por las noches... ¡Juro que no es mi intención que suene con doble sentido...!

Will se rio suavemente, y sostuvo el dije en forma de sol que colgaba sobre su esternón. Su pulgar acarició con extrema devoción, la brillante gema roja que lo acompañaba. Percy jamás había visto un objeto tan hermoso, que ostentaba soberbia y excelencia, y lo atribuía a quien lo portaba. Es decir, Will ya era extremadamente guapo, pero con la gema, parecía haber traspasado el tiempo para transformarse en uno de esos inalcanzables príncipes de antaño, con un aura magnífico pero también bondadoso.

—Me dijo que tenía algo urgente que hacer —respondió Will—. Y no pregunté más porque no quería sonar como un entrometido.

—Debió ser algo que cruzaba más allá de lo urgente —Percy frunció el ceño—, nunca te dejaría solo en un lugar repleto de hombres. Solo su arrogancia es más grande que sus celos.

Will le dedicó una sonrisa sarcástica.

—Pues, sea lo que sea, fue más fuerte que sus sentimientos posesivos.

Ahora fue el turno de Percy de enviarle una sonrisa sarcástica a Will como respuesta. Seguidamente, Percy notó que, a pesar de que el dolor de su cabeza seguía punzante, las náuseas y su estómago revuelto habían disminuido en gran medida. La medicina fue tan efectiva, tenía que preguntarle a Will como se llamaba... Por un momento, sentado en la cálida y hogareña cocina, mientras escuchaba el suave y dulce tarareo de Will de alguna canción que sonaba en su cabecita llena de rizos, Percy sintió que todos sus músculos languidecían, y se llenaba de paz.

Se sentía tan bien, tan reconfortado.

Parecía estar atrapado en otro universo donde los problemas no podían alcanzarlo.

¡Ah, estaba tan feliz como un pez en el mar!

Hasta que, cayó en cuenta que, Dylan tampoco había estado durmiendo arriba. Y probablemente tampoco estaba en otra habitación. Y definitivamente no había estado en el baño o lo hubiera visto. Definitivamente lo hubiera notado mientras se desnudaba. Entonces, lo normal sería asumir que Dylan había ido a dormir a su propia casa, a su propia habitación, a su propia cama. Y dejar el asunto a un lado... Sin embargo, ¿cómo la mente hiperactiva y cochambrosa de Percy podría haber hecho eso? ¡Obviamente tenía que recordar a la chica bonita llamada Piper que había estado todo el tiempo al lado de Dylan en la noche!

Ah, la felicidad del pez murió, decididamente nadó hacia las fauces de un tiburón para acabar con su calvario.

Percy incluso recordó vagamente, que ellos dos habían bailado. ¡Y no de una manera amistosa! Su mente estaba difusa, pero tenía una visión de él lamiendo algo... ¡¿Ellos se besaron?! ¿Piper y Dylan? ¿Fue amor a primera vista? ¿Ahora tendría que verlos todos los días en el Instituto dándose mimos y siendo empalagosos? Sintió que se mareaba. El frío le caló hasta los huesos. La imagen de la nueva pareja amorosa fue tan horrible que por un momento Percy quiso regresar al baño y ahogarse en el reluciente y perfumado inodoro de Will.

Pero antes de llevar a cabo ese espléndido plan, Percy levantó lentamente sus ojos, y se encontró con que Will lo había estado estudiando todo ese tiempo, con un brillo especulativo en sus suaves ojos. Cuando fue descubierto, Will carraspeó de forma incómoda, y desvió la mirada como si el mantel de la mesa fuera muy interesante. Pasaron unos segundos, luego Will dio dos toquecitos a su taza con sus dedos, acto seguido, con una voz completamente casual, soltó:

—¡Oye!, ¿quieres oír un chisme?

Percy alzó las cejas sorprendido, olvidándose momentáneamente de su agonía. No pudo evitar sonreír de medio lado.

—Claro, siempre me gusta empezar así el día.

—Uhmm, ¿recuerdas a la nueva chica llamada Piper?, ¿no? —Percy hizo un sonido afirmativo. Cómo olvidarla, estuvo a punto de darle un colapso. Will continuó, como quien no quiere la cosa—: Ay, pues, que resulta que estuvo toda la noche con tu primo Jason, ¿sabes? Y ambos se veían bastante apegados y cariñosos por el otro. Creo que hicieron conexión. Además, si me permites comentarlo, yo creo que se ven muy bien juntos. Rubio y moreno, mi combinación favorita. No me sorprendería si en los siguientes días, llega a mis oídos la esperada noticia de que están saliendo. Al cabo de un mes, apuesto que ya será oficial, y el noviazgo con más Likes en instagram. Aquí entre nos, yo ya apoyo a la pareja.

—Oh, ¿en serio? —Percy casi se desinfló del alivio como un pez globo, sentía como diez kilos menos saliendo de sus hombros—. ¿Piper y Jason estuvieron juntos toda la noche?

—Toda la noche, absolutamente toda la noche, cada minuto y cada segundo. Incluso tomaron juntos un taxi. Lo sé, porque lo vi en las historias de Piper en su Facebook —culminó Will, y viéndose muy satisfecho de sí mismo, le dio otro sorbito a su café—. ¡Pero yo no juzgo!, ya te lo dije —añadió de forma tardía—, espero de todo corazón, que ese amor florezca como los yuyales de mi jardín que no dejan de crecer.

Percy no podía dejar de sonreír como un idiota. Por lo que esperaba que Will lo atribuyera a la satisfacción de oír un buen chisme, y que no fuera lo suficientemente perceptivo para buscarle otra razón a su repentina alegría. Él todavía no se sentía listo para abrir su corazón.

—Oh, y por cierto, no tengo idea de dónde se metió Dylan, pero antes de que Nico se fuera, había recibido una llamada de él, quizás algo pasó...

—Quizás ambos se fugaron juntos —bromeó Percy despreocupadamente. Entonces se congeló, dándose cuenta de lo que había dicho.

Percy miró a Will con temor, esperando su reacción. Pero lo único que vio fue que, Will dejaba tranquilamente su taza vacía sobre la mesa, daba dos pestañeos lentos, y lo miraba con una extraña sonrisa muy gentil sobre su rostro.

—Creo... creo que debería ir a prepararme para el Instituto, ¿no? —se apresuró a decir Percy, al tiempo que se ponía de pie. Se rascó la cabeza con nerviosismo—. También despertaré a los demás. Tú no te preocupes, y quédate aquí tranquilo haciendo cosas de la casa.

Will soltó un largo suspiro, parecía resignado.

—Ve —dijo—, yo necesito otra taza de café, más fuerte.

Percy rápidamente asintió con la cabeza, como un pollito picoteando maíz. Luego se dio cuenta que se había quedado parado, y se puso en marcha, regresando hacia las escaleras. Sin embargo, a medio camino, Percy se detuvo para echar un último vistazo hacia la figura solitaria de Will, quien seguía sentado, y parecía haberse sumergido profundamente en sus pensamientos. Una pequeña arruga apareció en la frente de Will, pero al siguiente segundo, se zarandeó, como si se desprendiera de sus preocupaciones. Acto seguido, una sonrisa burlona se posó sobre sus labios, mientras la tensión abandonaba finalmente su rostro.

Percy exhaló con alivio. Luego se dio un pinchazo como castigo. Decir lo que dijo, fue meramente para burlarse precisamente de lo hilarante de la idea de que ambos estuvieran juntos. Si Nico fuera capaz de ser infiel, sólo había una persona de la cual Will debía cuidarse, y ese era Batman. Aún así, no debió hacerlo, menos después de que Will lo apaciguara, aunque había sido sin querer. Decidió que iba a ayudarlo y llegar al fondo del asunto, y luego golpearía a Nico, porque, ¿qué podría haber sido más importante, que pasar tiempo con tu hermoso novio?

Dylan se miró en el espejo del baño de Luke. Se veía pálido, de un tono amarillento con notorias ojeras debajo de unos ojos cansados, inyectados en sangre. Sus labios estaban secos, y su pelo era un desastre aunque había intentado arreglarlo con dedos temblorosos. No había querido pedirle ropa a Luke, por lo que simplemente le dio la vuelta a su camiseta para que las manchas de sangre estuvieran escondidas. Se fijó una vez más en los bordes de sus uñas, hasta que ya no encontró ninguna partícula de sangre coagulada atrapada. Aún así, el fuerte hedor metálico seguía allí, a pesar de haber utilizado un jabón con olor a vainilla. Quizás simplemente se había quedado impregnado en su nariz.

Cerró el grifo, pero no quiso salir de inmediato, de hecho, esperaba poder esconderse en el baño para invitados de Luke, de su gran casa, todo el tiempo posible para recuperar un poco de su habitual compostura. Además, Nico di Angelo debería estar en la sala de estar de Luke ahora mismo, tomándose una taza de té, o café, o lo que sea que los italianos tomaban a la mañana, y francamente, no quería verlo. Preferiría enfrentarse a su furioso padre, que encontrarse con la molestosa cara de suficiencia de Nico. Especialmente después de que, con total descaro, lo había puesto al tanto de lo que Dylan debía hacer por él, a partir de hoy.

—Créeme, eres la última persona a la que le pediría esto. Pero no conozco a nadie más que cuente con una gran cantidad de contactos, clientes, ya sabes, para comenzar una nueva distribución de drogas y que resulte exitosa —había dicho Nico, lanzando la lamparita a un costado del sofá—. Podría encontrar a alguien, claro, pero gastaría recursos y tiempo, y ya me he cansado con solo imaginarlo. Así que, felicidades, ahora eres mi empleado.

—¿Quieres que sea tu camello? —casi chilló Dylan, ensanchando los ojos por la incredulidad. De todas las cosas locas que Nico podría haberle pedido, jamás se le ocurrió algo así.

—También puedes conseguir a tus propios camellos —Nico se encogió de hombros—, pero necesito que sean de confianza, e increíblemente, por alguna loca y extraña razón, le gustas a las personas y harían lo que sea por ti. Necesito ese tipo de personas al mando, bajo mi ala, para no lidiar con innecesarias traiciones. Y por supuesto, todo tu trabajo será muy bien remunerado, no te preocupes.

—No te preocupes —repitió Dylan, tosco.

—Y sobre la droga, ya está todo cubierto. Aunque... todavía tengo este pequeño problema con cambiarles de color, ¿crees que Luke sepa algo sobre eso?

Dylan alzó las manos, en un claro gesto de "Stop". Sus labios se abrieron y se cerraron, al final, solo pudo decir dos palabras:

—¿Estás drogado?

—¿Crees que Caronte me dejaría en paz si lo estuviera? —Nico se burló.

—No voy a ayudarte, finalmente estoy libre de esa mierda, ¿y crees que voluntariamente haré todo sobre esa basura? ¿Por qué no se lo pides a Mark?

—Me cae mal —Nico se adelantó antes de que Dylan pudiera hablar—: Y tú también, pero al menos eres más útil que él. Si las drogas no funcionan, usaremos tu culo para atraer a los drogadictos.

Dylan fingió no escuchar lo último.

—¿Qué hay de Drew?

—Es demasiado ambiciosa y poco confiable. Y porque tratará de meterse dentro de mis pantalones a cada segundo. Mis partes ya están reservadas para alguien más, como adivinarás.

—Mira, no sé qué mosca te picó, di Angelo, jamás te habías interesado sobre esto en el pasado —soltó Dylan, cruzándose de brazos con fiereza—, pero realmente eres estúpido si crees que voy a servirte como tu nuevo traficante. Así que piensa en otro favor, o vete al diablo.

—Te vendría bien ahorrar un poco de dinero para el futuro, Thompson —contestó Nico en su lugar, ladeando la cabeza—. Tu hermano Mike está de regreso, ¿y tú no estás demasiado solo? —De pronto, su rostro se volvió severo—. Esto es lo que serás para mí, a partir de ahora. No era una petición. Es una orden. Y vas a obedecerme.

Cada célula dentro de Dylan se rebeló ante la idea de obedecer a Nico. ¿Quién rayos se creía este italiano de segunda? ¿Acaso se había olvidado de quién era él? Había estado actuando demasiado amigable últimamente. Si empujas demasiado al tigre, no lo culpes si te arranca la garganta.

—Yo creo que no —respondió Dylan, con una voz peligrosamente baja, y sus ojos brillando en desafío.

—Averiguarás que, siempre, consigo lo que quiero —dijo Nico, y sonrió.

Dylan gruñó de rabia, y se despejó de esos recuerdos que le causaban acidez. Finalmente decidió que había tenido suficiente con verse el rostro demacrado y salió al pasillo, encaminándose hacia la sala, de donde provenían los bajos murmullos ininteligibles de Nico y Luke. La casa de Luke era enorme, y todo estaba decorado con muebles blancos, paredes blancas, y azulejos blancos veteados con hilos dorados. Todo estaba impecable, sin ningún olor de extraña procedencia (como la casa de Dylan, donde había tres hermanos que apestaba solo por existir). Uno que otro florero había sido puesto al costado de las paredes, con flores artificiales tan hermosas que parecían reales.

Al cabo de un rato, Dylan llegó junto a los demás. Luke seguía en el mismo lugar donde Dylan lo dejó antes de ir al baño: de pie en medio de su sala, en medio de dos sofás de cuero blanco, con los ojos muy abiertos. Dylan no podía recordar si había vuelto a pestañear desde que derritieron el cadáver de Abby con Ácido fluorhídrico. Estaba asintiendo a lo que sea que Nico le estaba diciendo, cuya voz se oía profesional y neutral, como si le estuviera hablando del valor de la canasta básica. Dylan frunció el ceño, algo le dijo, algo que le hizo doler la cabeza, que no estaban hablando de eso.

—Luke, ¿sobre qué están conversando? —preguntó Dylan, apenas se hubo acercado lo suficiente.

Luke primero dio un brinco del susto, como si se hubiera olvidado de la existencia de Dylan en su casa, y luego se volteó para mirarlo. Cuando esos fríos y algo desenfocados ojos celestes chocaron con los de Dylan, éste utilizó rápidamente toda su fuerza de voluntad para evitar temblar visiblemente. No debería sentirse atemorizado de él, estaba seguro de que eso era lo último que Luke, probablemente quería. Así que, endureciendo su faz, Dylan le sostuvo la mirada mientras, con voz dubitativa, Luke le respondía:

—Nico ya me habló del trato que hicieron, para ayudarme con lo de... —su voz se ahogó—, solo estaba poniendo algunos términos antes de que comencemos con el trabajo. Tengo algunos horarios especiales que incluir, solo así podré ayudar. Entonces, debería repetírtelos a ti ahora, ¿verdad? Ya que —hizo una mueca, parecía querer quejarse, pero al final no lo hizo— estaremos juntos, en esto.

Dylan estaba boquiabierto, miró salvajemente hacia Nico, con los ojos furiosos.

—No puedes ser tan hijo de puta —siseó entre dientes.

—Me gusta superar las expectativas de las personas —Nico se encogió de hombros, sentado en su sofá individual.

—También te gusta ignorar mis claras negativas. ¡Te había dicho que no lo haría!

Nico alzó un hombro.

—Eso es discutible.

—Luke —inició Dylan, regresando al aludido— ¿te lo ha dicho todo? Este desgraciado quiere que cocines metanfetaminas para él...

—De hecho, sólo le pedí que cambiara las metanfetaminas amarillas por otro color menos vistoso —se inmiscuyó Nico, haciendo girar distraídamente el anillo en forma de calavera de su dedo—. Si todo sale bien, entonces puede cocinar. ¿Sabías que Luke es bueno en química? Tenemos suerte.

—¡Cállate! —Le gritó Dylan, y luego empezó a negar con fuerza—. Nadie lo entiende hasta que es muy tarde, cuando están atrapados en una cloaca. Esto no es un juego del que te aburres y lo abandonas sin que ocurra nada. He visto comenzar esto miles de veces y he visto los resultados miles de veces. Sólo hay dos salidas una vez que entras, la cárcel o la muerte, y ninguna de las dos me parece realmente un destino atractivo. Luke, ya estás en tal problema, ¿por qué quieres entrar en otro?

—No me gusta deberle favores a nadie, y no es como si pudiera negarme, ¿verdad? Si no hago esto, ¿en serio crees que Nico lo aceptará de mala gana y solo se irá guardando el secreto? —Luke endureció su mandíbula—. Algo me dice que no. Y que tú tampoco eres ese tipo de persona desinteresada, Thompson.

Dylan quiso contestar que Nico no lo forzaría, pero se calló. Tampoco pudo defenderse a sí mismo.

—Escucha, está claro que tú no quieres formar parte de esto. Y lo entiendo. —Luke tomó una honda respiración—. Tú no tienes nada que ver con esto. Ya me has ayudado más que suficiente. Estoy en deuda contigo, Thompson. Yo... tenía una visión errónea sobre ti...

—Para, Luke... —susurró Dylan, horrorizado.

Pero Luke alzó una mano para detenerlo.

—Sé qué es difícil creerme, después de la forma en que te he tratado... Es que... Tú y Percy... Yo... —cuando mencionó el nombre de su amigo, una lágrima cayó de su ojo izquierdo, donde tenía su cicatriz—. Percy tenía razón... No eres tan malo como creía... No sé qué habría hecho si tú no me hubieras encontrado en ese callejón...

Un grito estaba comenzando dentro de Dylan. Quería gritar: ¡No, no lo merezco! ¡No, cállate! ¡Soy peor de lo que pensabas!

Pero no tuvo el valor de decir eso. Sus labios temblaron, pero no salió ninguna palabra de ellos.

—Tú puedes marcharte, Dylan. Yo me encargaré a partir de aquí —continuó Luke, esta vez con una mirada más firme—. Ya has hecho suficiente por mí.

—Sí, Dylan, ya has hecho suficiente por Luke —lanzó Nico, y su tono estaba lleno de burla. Dylan le envió una mirada que podría haberlo matado si era posible. Nico simplemente ensanchó su sonrisa—. Pero nunca es suficiente, ¿verdad? Todavía puedes ayudarlo. ¿O acaso piensas realmente abandonarlo ahora? Que cruel, Dylan Thompson, ¿no te carcome la conciencia?

—Nico, basta —Luke se enfrentó a él, con seguridad—. Al que puedes utilizar, soy yo. Deja que Dylan se vaya.

—¿Te vas a ir? —Nico le alzó una ceja, negra, como su mirada insondable.

El silencio se extendió por la habitación. Dylan pensó que podrían oírse los latidos de su corazón, retumbando contra las paredes, el techo, el piso. Por un momento, se quedó estúpidamente en blanco. Todo su cuerpo estaba rígido, por el miedo, la desesperación cruda ante la idea de volver a tratar con la inmundicia que podría matarlo. Ellos no sabían lo horrible que era entrar en ese mundo. Dylan finalmente había salido de allí, gracias a un error de su hermano Mike, que había sido como el regalo de un Dios que le sonrió con misericordia por alguna razón. Una misericordia, que él no merecía.

Y ahora, ¿él sería tan ingrato para meterse voluntariamente al hoyo sangriento y putrefacto, otra vez? ¿No sería cómo abofetear el regalo de Dios y luego escupirlo? Se estremeció. Sus pestañas temblaron mientras bajaba la mirada, y tragaba saliva, forzando a las palabras salir:

—Quiero irme.

Luke asintió, con expresión agotada. También parecía querer que Dylan se fuera ya mismo de su casa. Después de todo, a pesar de lo que había ocurrido, esto no significaba que ellos serían mágicamente mejores amigos queriendo estar todo el tiempo juntos.

Dylan dio un paso tentativo hacia la salida. Luego otro y otro. Cuando pasó cerca de Nico, la voz de éste lo detuvo:

—Creo que realmente no puedo convencerte sobre esto, ¿verdad? —suspiró de forma lastimosa—. Estás demasiado asustado. ¿Cuándo te volviste tan aburrido?

—Tú no sabes cómo es tratar con esa gente —murmuró Dylan, y cerró los ojos—. No sabes de lo que son capaces cuando cometes un error.

—¿Entonces, no me ayudarás?

—No —contestó Dylan, con firmeza.

Nico soltó otro gran suspiro, y miró a Dylan, como un padre decepcionado de las malas decisiones de su rebelde hijo.

—Recuerda, fue tu decisión. ¿En serio crees, que yo lo aceptaré de mala gana y solo me iré guardando tu secreto? —repitió Nico, casi las mismas palabras que Luke había dicho, con precisión—. Averiguarás, que no soy una persona tolerante cuando me niegan lo que solamente me corresponde recibir.

El corazón de Dylan se detuvo. Y esperó. Y esperó. Y esperó. Pero Nico no volvió a hablar, sino que solo lo miró directamente, con unos oscuros ojos que destilaban aburrimiento. El pavor que lo embargó poco a poco se alejó de él, y trató de respirar con normalidad. Estaba bien. Todo estaba bien. Nico solamente estaba presumiendo. Le gustaba fingir que era parte de la película del Padrino tirando frases icónicas pero inofensivas. Además, él era Dylan Thompson, hijo de Thomas Thompson, mejor conocido como Cronos, al que todos temen en el bajo mundo, quien con solo un susurro de sus labios, podría hacer temblar hasta los cimientos más fuertes de la mafia.

Y él era su hijo, sangre de su sangre. Él era, intocable.

Dylan caminó con más confianza hasta la puerta, y estaba a medio camino cuando lo escuchó:

—Tu discurso de agradecimiento, Luke, el de hace un rato, fue muy bueno e inspirador. Pero muy patético, ¿sabes? —Nico sonrió con crueldad, bajo la mirada incrédula de Luke—. Por supuesto que Dylan te ayudaría, después de todo, fue él quien puso la cocaína en tu bebida, la que te volvió loco e hizo que matarás a esa pobre chica que tuvo la mala suerte de toparse contigo. Si no fuera por él, nada de eso hubiera ocurrido. Por lo que, siendo franco, el único en deuda aquí, solo es él. Y tú humillándote ante él hace un momento, casi me rompo las costillas tratando de aguantar la risa.

Luke quedó con la quijada desencajada. El silencio reinó dentro del lugar, y la temperatura pareció bajar, hasta que tanto Luke como Dylan, habían empezado a temblar. El primero por la creciente ira. El segundo por el terror. Los ojos celestes, fulminantes como trozos de un cielo en llamas, se dirigieron implacablemente sobre Dylan, y Dylan, lo único que su cerebro pudo formular fue: "Huye".

Echó a correr hacia la puerta, pero apenas su mano había girado torpemente el picaporte cuando una mano furiosa, lo agarró del cuello de su camiseta y lo lanzó hacia atrás, contra el suelo, como si no fuera nada más que una bola de papel arrugada. Peor que eso. Dylan sabía que su destino sería peor que el de un papel tirado a la basura. Soltó un sonido ahogado cuando aterrizó sobre su brazo y su cadera, pero no se quedó allí tendido, rápidamente, con la mente embotada por la adrenalina, trató de incorporarse, pero de nada sirvió, puesto que Luke ya se había acercado, y ahora se había puesto a horcajadas encima de él y sus manos lo estaban zarandeando como si fuera un oso tratando de desmembrar a su presa.

Al mismo tiempo, le gritaba:

—CÓMO TE ATREVES A DROGARME A MÍ MALDITO PERRO DE MIERDA.

Dylan no habría podido contestarle, aunque quisiera, no si no quería morderse la lengua. Solo podía jadear y esquivar. Y respirar desesperadamente rápido por el pánico que lo estaba por sobrecargar. En el fondo de su mente, el rostro de Percy apareció, pero desapareció con velocidad, ya que Luke le estaba pateando las piernas y el dolor era tanto que no pudo evitar soltar un sollozo.

—¡Basta, Luke, suéltame! —se las apañó para gritar, pero solo sirvió para que la ira de su atacante aumentara.

—¡CÁLLATE, CÁLLATE, CÁLLATE, CÁLLATE! —Por cada cállate, hubo un estirón en su pelo. Y luego, empezó a asfixiarlo, rodeando el cuello de Dylan con sus manos como tenazas.

Él realmente iba a matarlo.

—¡¡Tú eres al que debería haber matado, tú eres el que debería estar muerto!!

Hasta ahí, llegó lo que parecía haber sido, el comienzo de una incómoda amistad. Ahora recordó, que Nico no tenía compasión, ni mucho menos afecto por nadie más que una sola persona en este mundo, mientras tanto, el resto de las personas podrían morir delante de él, y él simplemente se quedaría mirando, como lo estaba haciendo justo ahora. Parece ser que Dylan se estaba oxidando. Había olvidado algo tan simple como el hecho de que solo podría estar cerca de las personas si permitía que lo utilizarán como una herramienta.

Parece ser que, pasar mucho tiempo con Percy, lo estaba cambiando. Se volvía, vulnerable.

Holi. Bueno, pasaron cosas. Muchas cosas. Pero a ustedes les chupa 3 huevos mi vida privada, así que no importa. Solo deben saber que, vuelven las actualizaciones normales, y ya.

Gracias por leerme ♡ Espero que me hayas dejado comentarios, muchos, en cada párrafo que te gustó, y si no lo hiciste, pues ve y hazlo, porque eso me haría feliz y eso hará que la próxima semana haya un nuevo cap con suculencia dylercy incluida.

Estoy leyendo el libro solangelo, voy a la mitad. NO SPOILERS. LA PUTA. Hasta donde voy, me parece la cosa más hermosa del mundo. En fin ♡Gracias por apoyarme como siempre.

¿LUKE MATARÁ A DYLAN?

¿NICO FUE UN PUTO PERO UN PUTO LISTO?

YA VAN A COSHAR LA PUTA MADRE PERCY Y DYLAN?

Lo averiguaremos. Byeeeeee. 

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