56. Despertar
—¿Mamá?
La sangre no dejaba de fluir de debajo de su cabeza. Manaba de ella como un profundo manantial carmesí, extendiéndose por el suelo y surcando por las líneas que separaban los azulejos. También la pared delante de él se había manchado con los restos de algo viscoso y rosáceo que se deslizaba lentamente entre hilillos de sangre. No sabía lo que era, pero había salido despedido en el segundo que ella había jalado el gatillo, justo dentro de su boca.
"¿Dylan?"
"¿Se encuentra bien, Will?"
"Creo que está aturdido..."
Ella estaba tirada en el suelo, completamente inmóvil. Las piernas dobladas, la cintura ligeramente torcida, la falda de su vestido estaba arrugada y algo sucia parecida a una flor marchita. La mano que había sujetado la pistola ahora estaba a un lado de su cuerpo y el arma se había deslizado hasta unos centímetros de sus dedos. La sangre pronto también alcanzó a mojar la culata.
"¿Dylan?"
Se puso de pie lentamente. Todo su pequeño cuerpo temblaba.
"¿Dylan?"
Empezó a caminar hacia ella, sus pies creando sonidos de succión al pasar sobre la sangre pegajosa y fresca. Él tenía la cabeza gacha, pero cuando llegó lo suficientemente cerca, alzó ligeramente la mirada para echar un vistazo. Su corazón trastabilló mientras el horror lo estrujaba como una bestia arrancándolo a pedazos. Los labios de su madre estaban entreabiertos en una mueca grotesca, su rostro extremadamente pálido, y sus grandes ojos castaños, lo miraban, fijos y muertos.
—¡DYYLAAN!
Profundos y vivos ojos azules se estamparon delante de los suyos. Cuando Dylan volvió a enfocar su mirada en la realidad, grandes ojos azules (no castaños), como el vasto océano Atlántico lo examinaron con una extraña mezcla de preocupación y calidez, que le calmaron de forma gradual, la ansiedad de su agitado corazón. Por supuesto, alguien que tenía tal influencia en uno, solo podía tratarse de Will Solace.
Sin embargo, no era el único que lo estaba observando. Ojeando fugazmente su entorno, encontró que los demás también se habían acercado para rodearlo en un círculo y curiosear. Sus expresiones eran variadas, Ethan y el profesor Hedge lucían tan angustiados como Will, personas como Mark y los Stolls sólo se veían divertidos; murmurando y susurrando entre ellos, pero sin poder entender lo que decían.
Dylan regresó su atención a Will.
—¿Qué? ¿Por qué estabas gritando Solace —habló finalmente, sintiendo el sabor cobrizo en su boca al mover sus labios adormecidos—. No he ido a ningún lado.
—¿No? —La cabeza de Cecil apareció sobre el hombro de Will, como un globo flotante. Echó un bufido—. A mí me ha parecido que tu alma había abandonado tu cuerpo.
Dylan se apretó un lado de la sien con la mano y decidió no contestar. Porque era evidente que, lamentablemente, se encontraba más vivo que nunca, y en segunda, su cabeza le zumbaba a horrores y en lo único que podía concentrarse era en el irritante pitido que se oía en sus oídos. "Estúpido, di Angelo", su odio era tan potente que incluso por sobre el ruido, podía maldecirlo aún. La cara le dolía como si hubiese recibido la patada de un caballo. ¿Quién hubiera esperado que tuviera tanta fuerza en un condenado brazo?
Lo buscó con la mirada. La última vez que lo había visto, antes de desconectarse un rato de la realidad, el hijo de papi se encontraba al otro lado de la cancha, y acababa de verlo recibir su pelotazo, cuando consecuentemente, de forma deliberada, compartió un choque de puños con un regocijante Luke Castellan. Ahora mismo, Nico se hallaba elegantemente de pie en el mismo lugar. Sus ojos negros detallaban con malévolo brillo divertido, mientras le sostenían la mirada.
Era la personificación de la maldad, hasta el último gusano de sus intestinos, ¡era maléfico!
Dylan apretó los dientes dentro de su boca. Se moría de ganas de ir hasta él para borrarle la sonrisita de la cara a bofetadas, pero no estaba seguro de que estuviera en condiciones de poder lograrlo. Y como si cuerpo le estuviera dando la razón, de pronto, lo atacó otra nueva oleada de náuseas subiéndole por la garganta, e inmediatamente después, sintió como algo caliente empezaba a escurrirse desde su nariz hasta sus labios. Utilizó la mano libre para limpiarse el rostro, y cuando se estudió los dedos, vio que éstos estaban manchados de sangre espesa.
—Deja que salga toda la sangre —dijo Will, apresurándose a detenerlo cuando estaba por levantar el mentón hacia arriba. Su voz parecía provenir de muy lejos—. Si alzas la cabeza, podría asfixiarte.
Pero él ya no estaba escuchándolo de nuevo. Todo su mundo se había reducido en el líquido carmesí que se le resbalaba de los dedos. Y en su olor metálico. Y en el sabor ferroso en su lengua. Todo su rostro debía ser un desastre, como hace años atrás, cuando aquella mujer... A la que no merecía llamar madre, se había suicidado y los restos de sus sesos y sangre habían salido disparatados por todos lados.
Sangre. Demasiada sangre. No era de extrañar que algunos recuerdos desagradables habían sido evocados. Aún así, Dylan se sintió irritable consigo mismo. Después de todos estos años, luego de trabajar tan duro en fingir que no le afectaba. No debería haber rememorado, ese, momento, con solo un vistazo de su sangre. Maldición. Él realmente era un gran inútil.
—¿Dyl? —Automáticamente, su atención se trasladó para fijarse en Percy. Estaba de pie a su lado, con las líneas de su rostro denotando arrepentimiento y pena. Y sus penetrantes ojos verde azulado, lo despojaron casi en el acto, de la amarga sensación que había sido presa—. Lo lamento —mantenía la cabeza gacha al hablar— estabas a mi lado, y aún así, no fui capaz de detenerlo.
De repente, a Dylan dejó de dolerle la cara. Escucharlo expresar su desazón tan abiertamente, hizo que su corazón se enterneciera.
—Olvídalo —dijo, con un tono de voz suave—. Estabas siendo distraído por mí. Supongo que me lo merezco.
Las cejas de Percy se arrugaron ligeramente, mostrando su descontento a todas luces. Parecía querer replicar, pero se contuvo. Viéndolo así tan cabreado, como si se hubiese tratado de una bala que no había podido detener, en lugar de una pelota, Dylan no pudo evitar pensar que se veía locamente adorable. Tampoco pudo detener a tiempo que las comisuras de sus labios se extendieran en una sonrisa más amplia, y, sin pensar en cómo se vería su actuar para los demás; alzó una mano, y la extendió elegantemente en su dirección en un gesto significativo.
Como un príncipe pidiéndole ayuda a su caballero más leal, para que lo levantase.
Pasaron dos segundos antes de que Percy se acercara a él, sin dudarlo, sus largos y morenos dedos rozaron la palma de su mano con el toque de una pluma más fina, causándole un imperceptible estremecimiento; luego se cerraron alrededor de su muñeca para jalarlo hasta ponerlo de pie. Y de pronto, Dylan se encontró frente a frente con Percy, pero no se sintió intimidado esta vez, por la única razón que él no estaba mirándolo directamente, sino a su nariz, que debía seguir sangrando como toda una drama queen.
—Lo siento —musitó Percy débilmente, y luego alzó su otra mano como si quisiera limpiarle el rostro, sin embargo, decidió no hacerlo y en su lugar, se la llevó para frotar un lado de su cuello.
Dylan se dio cuenta, con gran sorpresa; que tal vez le hubiese dejado hacerlo. También notó en ese momento, que la mano de Percy seguía firmemente aferrada a su muñeca como un aro de acero, y cuando estaba por descender la mirada, él finalmente lo soltó, dejando la piel donde lo había tocado, inusualmente caliente.
—Está bien —dijo Dylan con el mismo tono bajo, y sintiéndose culpable por alguna razón, mientras sentía que el calor se agolpaba en sus mejillas.
Lo que, debía ser, por culpa del sangrado de la nariz, por supuesto.
Dylan estaba a punto de decir algo más, cualquier cosa para quitarse la extraña sensación ansiosa del pecho, cuando en eso, la abrupta voz del señor Hedge se escuchó a su lado irrumpiendo el... Lo que sea que había estado sucediendo o... espera, ¿por qué pensó eso?, ¡no estaba sucediendo nada entre ellos! ¿De dónde provenían estos pensamientos locos? ¡¿Por qué lo primero que apareció en su cabeza fue que estaban compartiendo un momento?! ¡Ese tipo de momento! ¡No, no, no!
—¡Thompson! —tronó el entrenador, y por su expresión encolerizada, supo que no había sido la primera vez que lo llamaba. Dylan, en serio, debía dejar de tener discusiones internas o empezarían a creer que el pelotazo le había dañado el cerebro de forma irreversible. El profesor Hedge le apretó el brazo—. ¿Necesitas ir a la enfermería? Sin embargo, yo te veo bastante bien. Un pelotazo nunca ha matado a nadie... —su voz bajó de tono— excepto por ese chico que murió porque tenía un aneurisma y explotó... ¡Pero técnicamente no fue por el golpetazo! Así que bien, ¿seguimos con el juego?
Dylan abrió los ojos como platos, e instintivamente, se acercó más a Percy como buscando su protección. Este último lo miró de soslayo, sus ojos verdes se liberaron un poco del abatimiento, y una capa de diversión brilló en su lugar.
—¡¿Qué?! —Dylan estaba escandalizado—. ¡Entrenador!, ¿qué no ve? ¡Estoy convaleciente!
Bueno, no. Pero Dylan estaba dispuesto a fingir un desmayo con tal de no volver a jugar. El profesor Hedge lo miró, levantándole una ceja suspicaz. Justo cuando Dylan estaba a punto de sacar a relucir sus aptitudes de teatro más finas, con un desmayo más digno que el de una telenovela, Will Solace, el gran solecito de New York, se apresuró a ponerse de su lado.
—Señor Hedge, disculpe —comenzó respetuosamente, con una sonrisa tan suave como algodón de azúcar—. Es cierto que, si bien Dylan no luce tan mal. No es recomendable que se mueva mucho. Debería reposar por el resto de la clase.
—¿Lo ve, profesor? —Dylan estaba contentísimo: "Gracias, Will, eres un ser de luz, no como la rata de tu novio"—. Hágale caso a él, su papá es doctor.
El entrenador chasqueó la lengua, pero a continuación, alzó tres dedos y se los mostró a Dylan.
—De acuerdo, Thompson, ¿cuántos dedos ves aquí?
—Siete —mintió descaradamente, con una gran sonrisa de oreja a oreja.
A su lado, Percy soltó un casi imperceptible bufido a causa de haber contenido rápidamente una risotada. Estaba claro que él no le había creído, pero no importaba, porque el entrenador Hedge se lo había tragado todo.
—Eres tan delicado como una florecita, muchacho —lo acusó el entrenador malhumorado. Por lo cual Dylan no pudo evitar sentir un escalofrío. Si su padre hubiera escuchado que lo llamaban así, ni siquiera quería imaginarse la paliza que le daría por ello—. Como sea, ve a sentarte en las graderías. ¡El resto sigue jugando! ¡Go, go, go! —Terminó de decir, y empezó a soplar su silbato con ímpetu.
Dylan soltó una bocanada de aliento, repleta de alivio. Se llevó una mano a la nariz para limpiarse el rostro descuidadamente y luego, se volteó queriendo agradecerle a Will por la ayuda, pero vio que él ya había vuelto a su posición enfrente de la red y le estaba dando a Nico una mirada que expresaba: "¡Eres un bruto!" A lo que el aludido respondió, con un despreocupado encogimiento de hombros, luciendo totalmente inmutable.
Dylan formó una mueca irónica, y justo cuando daría el primer paso para irse, Percy lo detuvo, dándole un pequeño toquecito en el brazo, tan diminuto, que era imposible que lo hubiese notado, y definitivamente, sentirlo como un pinchazo de calor. Lo dejó pasar, y colocó toda su atención en él.
—Debería acompañarte —dijo, pero en eso, como si el entrenador Hedge tuviera un radar que le advertía sobre alumnos que intentaban escaparse de sus ejercicios, gritó:
—¡JACKSON! VUELVE A LA PISTA. ¡NI SE TE OCURRA ESCAPAR CON THOMPSON!
—No te lo hubiese permitido. —Se rio ligeramente Dylan, y añadió—: No te preocupes. Solo... gánale a tu primo emo por mí, ¿sí?
Percy asintió seriamente. Luego se giró y regresó a la cancha, pero esta vez, colocándose a lado de Will, como al frente de un batallón. Tenía los hombros y los brazos visiblemente rígidos, sus labios en una fina dura. La mirada en sus ojos era gélida, y estaba puesta en Nico di Angelo, como al rey que anhelaba derrocar. Por supuesto, Nico fue consciente de aquella mirada. La sostuvo por unos largos y tensos segundos, mientras Cecil se dirigía a sacar la pelota, hasta que finalmente, curvando sus labios en una sonrisa cruel, dijo:
—¿Qué? —Sus oscuros ojos adoptaron la misma gelidez que los de verde mar—. ¿Qué sucede con esa mirada?
—Tú sabes lo que hiciste —contestó Percy con una voz peligrosamente tranquila. Luego, filtrándose algo de desdén, agregó—: Eres un imbécil.
—¡Percy! —Le advirtió Will en un susurro, y luciendo abiertamente sorprendido.
—¿Qué dijiste? —La espalda de Nico se había disparado muy recta, como si hubiera recibido un latigazo—. Estábamos jugando. Y es normal atacar al peón más débil e inútil en una partida. Además, si él se encontraba distraído tonteando contigo, fue su culpa, no mía —las palabras salían como escupitajos de los labios de Nico, miró a Percy con una mezcla de incredulidad e indignación y finalizó—: Si no entiendes algo tan básico al jugar, no opines, ¡no hables, Jackson!
Nunca le hables a Nico con altanería. Nunca le des ninguna orden a Percy. Ambos conocían perfectamente los límites detonantes del otro y ambos lo habían atravesado adrede.
El aire alrededor de los dos se volvió tenso, casi electrizante, como si estuviera a punto de desatarse una tormenta. Percy y Nico se fulminaron con la mirada, como retándose mutuamente a que el otro se atreviera a dar el último paso que desencadenaría el caos, mientras tanto, el resto los contemplaba fascinados. Luke pasmado como quien ve alucinaciones. Cecil, de pie detrás de la línea con la mano estirada, había olvidado para qué había venido y también se encontraba observando. Todos distraídos, excepto el entrenador Hedge.
El irritante pitido de su silbato volvió a atravesar el aire. Hizo que Dylan deseara que se atragantara con él. Sin embargo, había cumplido con su cometido de romper la tensión y gracias a él, Percy y Nico finalmente apartaron la mirada. Will en medio de ambos, había empezado a balbucear frases conciliadoras como: "Tranquilos chicos, es solo un juego" y "Estoy seguro que Nico no lo hizo con mala intención, Percy". Un instante después, Cecil sacó la pelota y él tuvo que forzarse a prestar atención al juego.
Dylan se quedó parado por unos segundos al costado de la cancha, observando a Percy moverse y saltar con soltura para anotar el segundo punto. Tenía una maraña de emociones dentro del pecho, tantas que no podía identificarlas una por una. Y entonces, dándole un último vistazo al huracán que se movía sobre la red, se dirigió a sentarse en las graderías.
Dylan estuvo muy preocupado de que el pelotazo que había recibido en la cara le hubiera torcido la nariz. Había vivido toda su vida presumiéndole a todos sobre su nariz perfecta: recta, pequeña y adorablemente respingona. ¿Cómo iba a soportar el resto de su vida con una nariz equivalente a la de Mark: larga, deformada y extremadamente fea? ¡Preferiría acabar con su vida ya mismo, y atormentar por toda la eternidad como fantasma a Nico di Angelo!
Afortunadamente, Silena le había mostrado en el pequeño espejo de su polvera que, efectivamente, su nariz seguía una digna hecha por Miguel Ángel. Luego, en una muestra de extraña amabilidad, ella lo había ayudado dándole una toallita húmeda para que se limpiara la sangre del rostro que había empezado a secarse, y poniéndole curitas en la mejilla y sobre la base de la nariz. Segundos más tarde, supo por qué, Silena le preguntó, con timidez, si podía ayudarle a "crear casualmente" el momento oportuno para que ella y Charlie pudieran "conocerse".
A Dylan no le molestaba tomar el papel de cupido, de hecho, lo disfrutaba un poco, así que aceptó sin ningún problema la misión. Le dijo que estuviera atenta a sus mensajes, y luego ella se marchó contenta, con un pronunciado contoneo de caderas en su andar, que resaltaba el movimiento de sus glúteos. Silena Beauregard era una mujer despampanante, del tipo que su padre movería cielo y tierra para obtener, viéndola, Dylan casi podía oír a su padre justo en su oreja, diciéndole:
"Esa hijo, esa es una mujer deliciosa que quiero que me consigas, hazlo, y serás recompensado".
"¿Ves ese culo? Imagina cuánto dinero ganaríamos con esa belleza".
"Una mujer así es digna de estar a tu lado, hijo, recuerda, elige solo lo mejor".
Siempre que Dylan veía a una mujer hermosa, la voz de su padre sonaba fuerte y clara dentro de su cabeza. Él sí que trataba de silenciarlo, todo el tiempo, pero sucedía de forma automática; lo cual se había convertido en algo completamente irritante. Odiaba cuando su padre lo obligaba a fijarse en una mujer, lo ofuscaba profundamente cuando lo forzaba a meterse con ellas para recibir solo las migajas de su aprobación, o de lo contrario: "No entiendo cómo mi hijo ha nacido así. A su edad, yo ya había tenido seis novias. Me hace dudar... si he engendrado a un asqueroso marica".
Cuando su padre empezaba a tirar ese tipo de comentarios, es que Dylan debía empezar a "cazar". Tal vez por eso... últimamente cuando veía a las mujeres, incluso a las más increíblemente hermosas, a él, lo hacían sentirse tan... hastiado... Como si le causaran cierto... desagrado.
"Basta", Dylan intentó controlar la alteración de su respiración. En un santiamén, una ansiedad casi asfixiante estuvo a punto de desbaratar su serenidad. "Cálmate, no está sucediendo nada, no lo malinterpretes". Él de verdad que quería dejar de pensar en mujeres, pero le estaba resultando bastante difícil, ya que a su lado, sentados en las graderías haciéndole compañía, se encontraban los hermanos Stolls y Ethan, parloteando de la forma más vulgar posible, como solo la mayoría de los hombres sabían, sobre los exquisitos atributos delanteros y traseros de Silena, y otras chicas.
—Sí, sí, Katie tiene buenos pechos, ¿pero has visto los de Miranda? —decía Connor utilizando un tono ridículamente profesional—. ¡Son enormes! Prestales atención la próxima vez que esté corriendo. Hermano, la forma en que rebotan...
—Lou también tiene un buen cuerpo entre las chicas —colaboró Ethan, de pie a su costado con las manos escondidas dentro de sus bolsillos, y expresión reflexiva—. Me gusta. Es muy curvilínea.
—Sí, ella es curvilínea —aceptó Travis, pero luego le quitó importancia con un gesto de su mano—. Pero está gorda. Y ya sabes cómo es, los pechos de gorda no cuentan. Y tampoco las nalgas.
Connor soltó una risotada por la sinvergüenzura de su hermano, lo llamó: "Eres un hijo de puta", pero no negó ni criticó las palabras que dijo. Simplemente, le sorprendió las agallas que había tenido. Dylan no quería inmiscuirse en la conversación, pero sentado con ellos, era imposible salvarse. Travis le dio una palmada en el hombro repentinamente, que le envió una descarga de dolor por todo el brazo, ya que al caer, después de recibir el pelotazo, había aterrizado violentamente sobre este.
Contuvo una mueca, mientras Travis empezaba a parlotear:
—Y tú qué, amigo, ¿por qué estás tan callado últimamente?
—Sí, Dylan —concertó Connor frunciendo un poco el ceño— desde que te juntas con Jackson, has estado un poco... estás algo...
—¿Qué? —Lo retó Dylan, enviándole una mirada malhumorada. Le impacientaba cuando las personas empezaban a balbucear sinsentidos.
Vio que Connor abría los labios dispuesto a terminar lo que diría, sin embargo, en ese instante, recibió una extraña mirada de advertencia de su hermano, una que Dylan no pudo descifrar su significado, y se quedó callado. En su lugar, Travis continuó el hilo de la conversación, como si nada:
—A lo que Connor se refiere es que, ya no te vemos en las fiestas, hombre, ¡estás como desaparecido!
—Eso es porque he estado "ocupado" —pronunció deliberadamente lento, cada sílaba de la última palabra, con un énfasis insinuante. El arte de mentir de Dylan, confesar una verdad como si fuera una broma para que no se lo tomaran en serio, o soltar una inocente palabra con el tono de voz adecuado, para que fuese malintencionada.
Travis estalló en una sonrisa, soltó un escandaloso sonido de emoción y luego, le empezó a propinar a Dylan fuertes palmadas en la espalda, como si fuese todo un campeón.
—¡Ese es Dylan Thompson! ¡Mujeriego a tiempo completo! —exclamó, llamando un poco la atención y haciendo sentir algo incómodo a Dylan—. Es por eso que no he creído en ninguno de esos rumores que corren por los pasillos. Cuando escucho a alguien decirlo, le digo que ha perdido completamente la razón. ¡Ni en broma! ¡Dylan, es más activo que un árabe con cincuenta esposas! ¡Eso es lo que les digo!
—¿De qué rumores estás hablando? —preguntó inmediatamente Dylan, sintiendo algo parecido a un cubo de hielo cayendo sobre su pecho. No pudo evitar que un poco de pánico se filtrara de sus palabras—: ¿Sobre qué han estado hablando?
—No importa, no es nada de lo que debas preocuparte —se interpuso Ethan, antes de que Travis pudiera responder. Acto seguido, sacó un pequeño trozo de papel higiénico del interior de su bolsillo y se lo pasó con una pequeña sonrisa amable—. Ten, todavía tienes un poco de sangre chorreando de tu nariz.
Dylan murmuró un "gracias", y empezó a limpiarse distraídamente con el papel. Todavía quería insistir a los Stolls para que le dijeran sobre el contenido de esos rumores, al mismo tiempo, tampoco quería enterarse. Una fuerte premonición dentro de él, le dijo que no le gustaría ni un poco. Así que se limitó a desechar la bolita sucia de papel higiénico a través del hueco entre las tablas, y a continuación, apoyó el codo sobre su rodilla y descansó su mentón sobre la palma de su mano, mirando con un profundo sentimiento de desolación, hacia el grupo de chicas que había dado inicio a otro partido de vóley.
Dylan suspiró malhumorado, y estudió a Silena tratando de sentir algo por ella. Nalgas prominentes, sí. Cintura estrecha con una espalda elegante, ajá. Sus pechos eran grandes y rebotaban alegremente al mínimo que corría o saltaba. Silena era una belleza femenina. Sí. Pero nada que no haya visto ya un millón de veces, con una gran variedad de lencería o sin ella. Incluso el hombre más ninfómano, podría sentirse inapetente después de haber sido forzado tantas veces a tener intimidad, ¿no? Porque eso es lo que le sucedía, ¿verdad?
Entonces, a unos metros detrás de ella, vislumbró a Percy que estaba hablando con Will, quien sujetaba una botella de agua en la mano. Y de repente Percy empezó a quitarse la camiseta, dejó la prenda colgada sobre su hombro y luego le quitó la botella de agua a Will, para tomar largos sorbos, mientras mantenía su atención en él. Y Dylan descendió su mirada, hacia la parte ahora desnuda de su cuerpo. Y sus ojos se abrieron desorbitados. Su cabeza explotó como espectáculo de Nagasaki en ese mismo instante.
El sudor se deslizaba por la piel tostada de Percy, haciendo relucir sus bien definidos pectorales como si hubieran sido pintados con barniz bajo la luz del sol. Dylan pocas veces había visto unos pectorales tan llamativos como los de él. Y antes, se había burlado de las chicas que llamaban a los abdominales tabletas de chocolate, pero ahora comprendía, que no existía una descripción que les hiciera tanta justicia como esa. ¡Tenía un tallado de six packs! ¿Desde cuándo Percy poseía ese conjunto de músculos abdominales tan altamente desarrollados? ¿Eso era real? ¿No era un estampado?
¡Y luego estaban sus brazos! Tenía el brazo flexionado mientras seguía bebiendo grandes sorbos de agua de la botella de Will, y sus bíceps, y tríceps, ¡estaban tan bien abultados! Del tipo que te abrazaban y te sentías tan protegido aunque hubiera una jauría de perros salvajes peleando a tu alrededor.
Su espalda se veía perfectamente ejercitada. Unos hombros anchos que combinaban con su cintura estrecha. Tenía esos músculos marcados alrededor de las caderas, creando una "V" atractiva y sugerente. También había una ligera hilera de vello oscuro que iniciaba desde su ombligo y desaparecía dentro de la pretina de sus shorts... Dylan observó, de forma insana, de manera obsesiva, esa sombra de vello que parecía una flecha apuntando hacia...
"¿Qué carajos? ¿Por qué siento como si hubiera recibido otro pelotazo en el vientre?" — Se le escapó un extraño sonidito de los labios.
¡¡¿Pero qué diablos le estaba dando de comer la mamá de Percy?!! ¡¿Peces con multivitamínicos?! ¡¿Tiburón de desayuno y ballena para la cena?! ¡Llamarlo percecito era un insulto descarado, ahora Dylan lo sabía! Él era... wow.
¡¡¡Oh, Dios mío!!! ¡Imposible! No, no era imposible, pero para conseguir aquel cuerpo tallado por escultores griegos se había necesitado de un montón de tiempo en el gimnasio y excesivas horas extras. Además, ¿dónde había conseguido la motivación para ejercitarse hasta matarse? Porque lo había hecho, viéndolo así, Dylan supo con toda seguridad que últimamente Percy se había estado matando haciendo ejercicio. De otro modo, ¿cómo podría haber conseguido esos bíceps? ¿Cuántas lagartijas debió haber hecho para conseguirlos?
De repente, Dylan se dio cuenta que se sentía exageradamente acalorado, como si tuviera al sol a solo diez metros de altura sobre la cabeza. Se sintió violentamente sobrecogido por una extraña emoción. Su corazón latía más desbocado que el de Trey luego de sufrir una sobredosis de cocaína y metanfetaminas.
—Hey, amigo, luces muy rojo ahora mismo —de pronto Travis notó, justo cuando lo miraba de soslayo. Sus cejas se dispararon hacia arriba con sorpresa—. ¿Te sientes bien? ¿La sangre se te subió a la cabeza?
Dylan no supo por qué, pero cuando escuchó la última pregunta, se sintió inexplicablemente nervioso; y culpable, como si acabara de hacer algo malo. Así que rápidamente intentó excusarse, aunque no sabía exactamente sobre qué se protegía.
"Sí lo sabes", le susurró una voz extraña, con un tono de burla y desdén. Dylan la ignoró, y habló:
—No es nada. Creo que estar mucho tiempo bajo el sol me ha afectado.
—Realmente te ves rojísimo —corroboró Connor, y luego, con sus labios temblándole por una sonrisa que no pudo contener más, agregó—: Es la primera vez que te veo tan sonrojado... Es tan... tierno.
Travis le propinó un palmetazo en la cabeza.
—¿Qué mierdas dices? —Lo regañó—. Recuerda que a Dylan no le gusta esa mierda gay.
—No —murmuró él con la voz temblorosa—. No me gusta.
"Entonces, ¿cómo explicas esa reacción?"
"Cállate" vociferó Dylan en su fuero interno, y acto seguido, se puso en pie, y fue cuando descubrió que le temblaban un poco las piernas. "¿Qué demonios?" Fue su primera reacción, luego un sentimiento de intranquilidad lo rodeó, pero la obligó a patearla hasta el recóndito más alejado de su mente, antes de que fuera problemática.
—Iré hablar con el doctor Solace —anunció a los chicos que dejaba rápidamente a sus espaldas, y apuró el paso.
A medida que caminaba, Dylan se preguntó por qué se dirigía a encontrarse con Percy, cuando debería haberse mantenido alejado hasta poner sus extraños pensamientos en orden. Pero ahí estaba él, yendo, sin disminuir sus zancadas, a punto de estar enfrente de él, tan cerca que Percy pareció sentir su presencia y sus ojos se deslizaron hasta detenerse en los suyos.
Esas esferas del color de una gema turquesa se habían visto agotadas mientras hablaba con Will, pero en el segundo que recayeron en él, se despertaron con un nuevo brillo de interés. Y Dylan se preguntó seriamente, en ese momento, ¿por qué no se detenía? ¿Por qué cuando más sentía que se hundía, a pesar de sentirse nervioso, menos quería volver a la orilla para recuperar su seguridad?
Estaba por alcanzarlo, solo quedaba un tramo, pero entonces, una voz femenina, con un tinte de altivez en ella, lo detuvo.
—Dylan, espera allí un momento.
Él se detuvo solo por inercia. Luego se giró sorprendido, para enfrentarse a Katie Gardner, quien venía hacia él acompañada de Miranda. La primera lucía su típica expresión constreñida de "acabo de chupar un limón muy agrio", mientras que la segunda, llevaba un halo de timidez e inseguridad a su alrededor; con los dedos jugueteando nerviosamente sobre su abdomen, parecía solo querer escapar y esconderse en una roca.
Dylan recordó súbitamente, que el año pasado le había causado varios inconvenientes a Miranda cuando todavía era novia de Mark. Es decir, la había acosado incesantemente coqueteando con ella, y fingiendo que eran tan íntimos que causaba sospecha. En ese entonces, le había parecido divertido jugar con ella para molestar a Mark. Ahora, aunque todavía no sentía ningún tipo de remordimiento por sus acciones, pensó que tal vez se había pasado un poco. Era normal que no pudiera verlo a los ojos fijamente, después de todo, había sufrido un pequeño infierno gracias a él.
—¿Qué ocurre? —se dirigió solamente a Katie, quien se había puesto delante de él con los brazos cruzados sobre el pecho plano—. ¿Quieres que te consiga un poco más de marihuana?
—No es necesario. Tengo una planta creciendo debajo de mí cama —respondió casualmente, mientras Miranda a su lado, abría ligeramente los ojos luciendo escandalizada. Katie rápidamente añadió—: Vengo a exigirte un favor. Un favor para Miranda. Y no puedes negarte, porque sabes perfectamente que se lo debes. Tú, hijo de puta, la metiste en un gravísimo aprieto el año pasado. Y de paso a mí también.
Dylan soltó un pequeño "Ah", y ladeó adorablemente la cabeza fingiendo inocencia. Normalmente conseguía despistar y sonrojar a las chicas así, sin embargo, tuvo un efecto totalmente contrario en Miranda. Ya que por mucho tiempo había sido torturada por este tipo de expresiones juguetonas de su parte, lo único que despertó en ella fue un terrible terror y un visible temblor a lo largo de sus brazos.
Tampoco le sorprendió ver este tipo de reacción en Mirada, de todos modos, también había visto esa mirada aterrorizada antes; en otros ojos, en otras caras. Dylan la observó acercarse a Katie para jalarla del brazo, balbuceos como: "Déjalo, te dije que no hacía falta" "Por favor, vámonos", salieron de sus labios. No obstante, con un pequeño zarandeo de su brazo, Katie la hizo a un lado.
—¿En qué podría ayudar a la señorita a tu lado? —se burló Dylan, secretamente divirtiéndose de su miedo.
—Basta —regañó Katie a Miranda, y acto seguido, volvió a dirigirse a él—: Iré al grano. A Miranda le gusta Percy.
—¡Katieeeee! —siseó Miranda ruborizada, apresurándose a mirar a la vez, hacia Percy. Pero él seguía a unos metros de ellos, charlando con Will, por lo que era imposible que la hubiera oído. Ella soltó un suspiro de alivio.
Mientras tanto, Dylan ya no se sentía para nada divertido. Sentía como si un rayo lo hubiese partido por la mitad. La sonrisa juguetona en su rostro había desaparecido y observó inmediatamente a Miranda con una luz diferente. Ella no lucía como la próxima miss universo pero no era fea. Todo ese aire tímido y tierno, a los ojos de ciertos hombres podría considerarse atractivo. Tenía el pelo largo y lacio hasta la cintura, y sus labios eran suaves y perfilados. Y sus pechos... ¡Maldito Connor, tenía razón! ¡La camiseta blanca de educación física estaba a punto de rasgarse por sus enormes pechos!
Volvió a alzar la mirada, y esta vez la miró directamente a los ojos. Miranda sufrió un pequeño estremecimiento. Parecía que se había dado cuenta que le había estado viendo los pechos, porque un rato después, posó deliberadamente su mano cerrada justo sobre su corazón, como en un inútil intento de ocultarlos. Dylan apretó los dientes, y contuvo el impulso de querer burlarse de ella y destruir su autoestima allí mismo.
Pasó un pequeño momento antes de que Dylan se acordara de la existencia de Katie, y la volviera a escuchar.
—Por eso he hecho un esfuerzo para hablarte. Luke jamás me haría caso. Pero tú sí puedes ayudarla, encuentra un momento perfecto y romántico para Percy y...
—Él no está disponible.
—¿Qué? —Ambas soltaron a la vez, Katie estupefacta, y Miranda con algo de consternación.
Dylan no supo por qué mintió en ese momento. Pero prácticamente había escupido esas palabras de sus labios, incapaz de detenerlas, casi habían salido con un chorro de sangre. Y ya que no la había vomitado, la sintió de vuelta subir a su cabeza, haciéndole sentir mareado y extraño. Había un tipo de grito dentro de su cabeza, una voz salvaje que repetía una y otra vez, con violencia: "NO, NO, JODIDAMENTE NO. NI EN TU PUTO SUEÑO".
—¿A qué te refieres con que no está disponible? —inquirió Katie, confundida—. ¿Tiene novia? ¿Desde cuándo?
—No está disponible. Y no puedo dar más detalles de su vida privada —dijo Dylan, con el hielo endureciendo sus palabras—. Ya que lo hemos aclarado. Me retiro.
Acto seguido, se dio la vuelta y se alejó de ellas como si tuvieran la sarna. Echaba humo por las orejas. Estaba ofendidísimo. Se mire por donde se mire, solamente considerar a Percy junto con Miranda por solo un segundo, ¡era absolutamente ridículo! Simplemente no combinaban. Ellos no hacían buena pareja en lo absoluto. Como si alguien intentara unir a Superman con la Viuda negra. ¡Solo daba risa por lo hilarante de la situación!
JA,JA, JA. ¡JA! Miranda debería conocer su lugar, ¿cómo no podía ver que estaba totalmente fuera de sus ligas?
Percy merecía algo mejor.
Percy no necesitaba una chica que temblaba como hoja de bambú y huía con el más mínimo gesto de intimidación.
"WTF". Era lo más loco que le había ocurrido en la vida, ¿dónde estaba Luke? ¡Por qué Luke no estaba protegiendo a su novio de las arpías! "Hoooolaaa, idiota, he sido testigo de un intento de robo desalmado y ruin". "¿Acaso lo tengo que hacer todo yo? ¡De nada, lo acabo de salvar! ¿Cómo se atreve esa mujer a querer a Percy? ¿Solo porque le vio los abdominales?" "Es tan típico de las mujeres, que asco, que asco, que asco, en verdad ellas me dan tanto..."
Se detuvo delante de Percy, con los ojos abiertos en shock, mientras todo su cuerpo seguía temblando de rabia.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó de inmediato Percy, dejando de prestar atención a Will, quien también empezó a mirarlo con preocupación. Su mirada aguamarina empezó a escrutar todo su rostro, con un pequeño fruncimiento de cejas—. ¿De qué hablaban tú, Katie y Miranda? Parece que lo que sea que te dijeron, te ha alterado mucho.
De pronto, verlo pronunciar aquel último nombre, por alguna razón, hizo despertar de nuevo la furia en él. Tanto que, apenas se fijó en los prominentes y desnudos pectorales delante de él. Apretó la mandíbula con fuerza, y entre dientes, soltó:
—¿Por qué quieres saber? ¿Te gusta Miranda?
—¿Qué? —Las cejas de Percy se dispararon hacia arriba, su mentón se hizo para atrás.
A un lado, fingiendo como que no existía, Will observaba la escena, con los labios temblándole incontrolablemente por la risa que apenas contenía.
Dylan estaba aún más furioso que antes. Percy no había confirmado que le gustara Miranda, pero tampoco lo había negado. Una indignación inexplicable lo abrumó.
—¡Excelente! —escupió—. ¡Que tengan diez hijos juntos y vivan muy felices! ¡Enhorabuena!
Percy seguía boquiabierto, mirándolo completamente confundido.
—Pero existe una persona que no lo va permitir —continuó Dylan, con una expresión solemne—. ¡Iré a decírselo a Luke! Y tú, ¡ponte la camiseta, exhibicionista! —dicho eso, se dio la vuelta y se fue en búsqueda del sobreprotector mejor amigo, el único, claro estaba, que podría poner juicio a este tonto cerebro de pez.
Viéndolo marchar, Percy se quedó en silencio por un largo rato. Luego, se giró hacia Will.
—¿Hace un momento, que acaba de ocurrir? —Le preguntó, todavía pasmado.
Will finalmente dejó salir su carcajada. Se rio tan fuerte que pequeñas lagrimitas empezaron a brotar de la comisura de sus ojos. "¿Quién sabe?" —pensó Will, mientras se secaba los ojos con los dedos—. "Estoy seguro, que ni siquiera él lo sabe, todavía".
No voy a dar excusas. La verdad es que me di vacaciones, estuve procrastinando todo julio. ¿Por qué? ¡Porque me lo merezco! He estado escribiendo sin parar desde febrero. Merezco un poco de descanso >:v
Pero ya volví :3 y las actualizaciones siguen como siempre. Gracias por estar aquí *suenan grillos* ok no.
¡Comenta qué parte te gustó más! O dame alguna observación sobre algo que notaste extraño en el cap. Sino, ¡deja tu voto y nos vemos para la próxima! Bye.
Escena eliminada del capítulo:
El día seguía siendo horriblemente caluroso.
Le dolía la cabeza. Como no. Si Nico habla tenido la gentileza de romperle
—Eh... Dylan... —lo llamó tímidamente Ethan Namakura, sujetando un pequeño rollo de papel higiénico en la mano, el cual se lo ofreció con cuidado y suma cortesía—. Todavía tienes sangre chorreando de tu nariz... eh... tal vez deberías...
Antes de que Dylan fuera a decir algo, en ese mismo instante, Travis Stoll soltó un fuerte grito:
—¡CUIDADO, THOMPSON! ¡ALLÍ VIENE OTRA PELOTA!
Dylan soltó un sonido asustado. Su primer impulso fue querer deslizarse debajo de las tablas de la gradería donde estaba sentado, pero al no disponer de la habilidad de convertirse en humo para esconderse, lo único que se le ocurrió en su desesperación, fue cruzar sus brazos en forma de X sobre su rostro, para de esta forma, tratar de aminorar el impacto de la segunda pelota que iba a su encuentro.
Pasaron los segundos pero no sintió nada. Todo su cuerpo estaba rígido y encogido por la tensión, hasta que, de pronto, escuchó las fuertes carcajadas de Travis Stoll y su hermano, Connor. Fue entonces cuando Dylan lo comprendió. Bajó sus brazos lentamente y, poniendo toda la animosidad de la que era capaz en su mirada, la dirigió hacia los bromistas Stolls.
—¡Oh, Dios! ¡Lo siento! —soltó Travis entre risas— No pensé que fuera a asustarte en serio. ¡Pobrecito!
—Son unos imbéciles, ignóralos —le dijo Ethan, chasqueando la lengua—. Ten, limpia tu nariz.
Demasiado enojado como para articular palabra, Dylan ignoró a los Stoll chocando los puños y aceptó el pequeño rollo de papel para deshacerse de los últimos hilos de sangre que habían empezado a deslizarse por sus labios. Hecho eso, lo arrugó en una pequeña bola y lo tiró debajo de las tablas donde estaba sentado, seguidamente, apoyó su codo sobre su rodilla y descansó su mentón sobre la palma de su mano.
Párrafos que deseché porque no me convencían:
1. El día seguía siendo calurosamente horrible. Dylan tenía toda la espalda repleta de sudor, y los muslos le quemaban por las tablas de la gradería que había estado todo el día bajo el sol. Will había sido amable con él
2. El día seguía siendo horriblemente caluroso. Dylan estaba sentado en las graderías con un par de venditas en la nariz y... le dolía mucho la cabeza maldita sea. Ahhhhhhhhhhhhhhhh mierda
A medida que escribía el capítulo, encontré muchas dificultades. Siempre ocurre cuando dejo de escribir por más de dos semanas. Espero que igualmente el capítulo haya salido fluido. ¡Ustedes sabrán! Nos vemos.
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