50. Beso Indirecto.

Primer lunes, primer día de clases en el instituto como alumno de quinto, y la suerte recibía a Percy con su primera patada en las bolas:

—Tu nombre no está aquí... — exclamó Luke patidifuso, leyendo por cuarta vez la lista de los de quinto de la clase B, mientras él asimilaba la noticia con una ligera sensación de horror y aprehensión—. No estás en mi sección... per... pero eso es imposible. ¡Siempre nos ha tocado estar juntos en la misma clase! ¡Siempre!

—Siempre hay una primera vez para todo— murmuró Percy, apartando la mirada de la lista con decepción—. Al menos nuestros salones están juntos, ¿no?

—El salón de la sección B se encuentra aquí, en el primer piso. La sección A en el segundo piso.

—¿Mismo recreo?

— Por preferencia de algunos profesores, a veces dan horas extras para alargar sus clases o hacer tareas— explicó Luke, tenso—. Por lo que cabe la posibilidad de que nuestros recesos se retrasen y no coincidan.

—De acuerdo— los labios de Percy temblaron con una sonrisa— ¿Este es el momento doloroso en el que hablamos sobre: "Darnos un tiempo para conocer a nuevas personas, verdad?" — los ojos de Luke brillaron con furia—. Lo siento, mal chiste.

Se hallaban de pie delante de un tablero de anuncios, el cual la secretaria del instituto lo había llenado con afiches y la lista que anunciaba los miembros para cada sección. Luke, como cada año, había traído a Percy en su auto y como era lo habitual lo había arrastrado hasta aquí para verificar la lista; que cabe agregar era inquebrantable. No importaba cuánto lloriqueos le presentaras al director para cambiarla, una vez que tu nombre aparecía en dicha lista, no había opción más que acatarla.

A Percy nunca le había importado mucho sobre en qué sección podía acabar, tanto si terminaba solo como si no, de todos modos, él sabía que siempre podía apañárselas solo. Pero este año era diferente, lo sentía en los huesos, y en la mirada despectiva y recelosa que algunos le enviaban al pasar. Incluso ahora, mientras seguía delante del tablero, las personas a su alrededor no se quedaban a su lado para mirar la lista, sino que lo hacían desde una distancia prudencial a sus espaldas, como si al estar cerca de él, implicara un gran peligro o les causara gran repugnancia.

Percy recordó haberle dicho a Luke de camino hacia aquí, que no se preocupara: "Cada año estamos juntos, tranquilízate". Lo daba por sentado. Y entonces, ¡sorpresa, sorpresa! Su nombre no estaba en la misma lista que el de Luke. ¿Justo en el año que más lo necesitaba? ¿Cuándo más necesitaba un aliado, un amigo, un soporte para aplacar un poco su ansiedad? Por supuesto, Percy no esperaba menos de la vida que lo amaba tanto.

—Sabes, presiento un largo año para mí, luciendo la parte trasera de mi pantalón manchada de pegamento o cualquier líquido de extraña procedencia que a mis compañeros le parecerá gracioso derramar en mi asiento— dijo, dejando vagar sus ojos por el pasillo atestado de gente con aburrimiento—. ¿Creen que tengan piedad por mi ropa nueva? — Percy formó una sonrisa burlona—. No, que va, será un incentivo mejor dicho.

—¿Por qué mierda te han puesto en la sección A? — lo ignoró Luke, moviendo su atención para observar la lista mencionada. Alzó un dedo, y lo movió a la par que leía en voz alta los nombres en el papel—. Travis Stoll, Connor Stoll... claro que esas cucarachas están juntas... Will Solace, Rachel Dare y...

Se calló abruptamente. Percy lo miró, el rostro de Luke se había tornado repentinamente de un tono verdoso, como si fuera a vomitar ahí mismo.

—¿Qué pasa? ¿A quién encontraste? — interrogó. Luego se acordó de "alguien", y formó una sonrisa sarcástica—: Déjame adivinar, mi mejor amiga Abby Chensen está en mi clase, ¿no?

Pero Luke no le contestó, parecía haber entrado en trance, sus ojos perdidos sobre la lista.

—No... no es justo... ¿por qué ocurre esto? — susurró, hablando consigo mismo.

En eso, la campanilla que avisaba el comienzo de la primera clase empezó a sonar, y Percy observó a los estudiantes de su alrededor dispersarse; algunos se despedían de su grupo de amigos para tomar caminos distintos, otros, se dirigían juntos a su clase correspondiente charlando amistosamente. Creyó ver vagamente a Nico en la multitud pero había desaparecido tan pronto como lo vio, como una estrella fugaz en el manto cielo oscuro, que le fue imposible confirmarlo.

Percy devolvió su atención a Luke. Se había hartado de no recibir una respuesta sobre su estado moribundo, por lo que se acercó a él y lo hizo a un lado para leer por sí mismo los nombres y apellidos que conformarían los de la sección A. Los leyó en voz baja en primera, con un tono y faz aburridísimo, pero cuando los apellidos con "C" acabaron y el apellido "Chensen" de Abby no apareció en la lista, Percy frunció el ceño y empezó a leer con más atención, hasta que la respuesta apareció delante de sus ojos al llegar a la letra "T".

"Dylan Thompson".

Ahora, él podía comprender la razón del odio desmedido que Luke estaba revelando en su rostro, no obstante, Percy había tenido una reacción completamente distinta a la de Luke. Percibió un brote de energía emerger de su interior, una extraña sensación de adrenalina correrle por las venas y siendo franco consigo mismo, estaba feliz al encontrar ese nombre nombre tan problemático junto al de él. Contuvo una sonrisa. Al menos habría alguien a su lado capaz de igualar o superar su corrosivo sarcasmo como solo Dylan podía.

Sabía que a Luke le disgustaría escuchar aquello, así que mantuvo su alegría oculta mientras las personas a su alrededor iban a clase. Ellos también debían irse. Se estaban retrasando. Y aunque Percy odiaba la idea de dejar a Luke con un estado de ánimo tan deplorable, no tenía otra opción. Los profesores eran crueles con los chicos que llegaban tarde a las clases, especialmente con él, y ahora, presentía que serían el doble de odiosos por su nuevo "look rebelde". (Que por cierto, se veía genial, luciendo una camiseta con el logotipo de KISS en medio y jeans negros con cadenas colgándole en las caderas).

—Bueno... no hay nada que hacer — dijo, y deseó conocer las palabras exactas para subirle el ánimo a su mejor amigo, pero él siempre había sido torpe con las palabras y más cuando implicaba transmitir sentimientos con ellas. Percy optó por la indiferencia—. Entonces... supongo que nos vemos en el receso, ¿no? Tal vez nos dejen salir temprano por ser el primer día...

—¿Por qué a él le tocó compartir tu misma clase y no yo? — preguntó Luke, con un súbito tono infantil y enojado en la voz que lo sorprendió—. No es justo. Yo debería estar en esa lista, no él, no es justo.

Él se encogió de hombros, tampoco era justo ser acusado por Abby, y aun así, Percy no podía remediarlo.

—Muchas cosas no serán justas este año, Luke, pero mira el lado bueno— sonrió, adoptando un tono optimista que no sentía— tienes la oportunidad de deshacerte de mí finalmente y conocer a nuevas personas, formar nuevas amistades— su voz se tornó irónica— Tal vez de ese modo, Dylan deje de jodernos con eso de parecernos novios.

—No quiero hacer nuevos amigos— musitó Luke, abatido—. No puedo hacer nuevos amigos.

—Inténtalo. Tal vez descubras que son mejores que yo.

—No, Percy, no lo entiendes — bufó Luke, con exasperación— Ya lo intenté, ¿ok? Pero realmente no puedo, siempre terminan cayéndome mal. Todas las demás personas, me resultan colosalmente insulsas e insípidas. Me irritan. Cuando los oigo, me dan ganas de arrancarme la cabeza para dejar de oír sus estupideces. Tú eres la única persona que no me da esa sensación, Percy, ni siquiera soporto escuchar a mi padre. Pero contigo podría hablar diez horas y no me cansaría.

Percy estaba anonadado, mudo, mientras contemplaba a Luke con una repentina sensación de cariño. Era la primera vez desde hace mucho tiempo, que él le hacía saber lo importante que era para su vida, e hizo sentir ligeramente culpable a Percy, de no estar compartiendo la misma aflicción que él por haber terminado en clases separadas. También debía sentirse triste, no feliz. Se sintió un pésimo amigo.

>>Y ahora ese imbécil... ¿por qué él está ahí y no yo? — continuó Luke, con la envidia goteando de sus palabras, como ácido quemando su alma— Él podrá tenerte...

Y se calló, mientras una mirada de pánico cruzaba fugazmente por su rostro, tan rápido, que Percy se preguntó si se lo habría imaginado.

—Todo saldrá bien, hombre— habló Percy, zarandeándole amistosamente el hombro a Luke con la mano—. No te cierres a los demás, y te irá excelente. Y deja de estresarte por Dylan, vamos...

—Prómeteme que estarás lejos de él— lo interrumpió Luke, pero él no contestó. 

—¿Por qué siempre lo tratas como si fuera el anticristo? — preguntó en su lugar, y añadió, con la voz seria—: ¿De qué realmente tienes miedo, Luke?

Espero con la mano aún en su hombro, por una respuesta, que jamás fue dicha. Percy lo miró intensamente, haciéndole saber que esta era su oportunidad, pero Luke solo se veía terriblemente desamparado y enojado, y más que abierto, parecía haberse cerrado como una costra. Percy apretó los labios, formó una mueca ofuscada, y finalmente, soltó a su amigo y reafirmó su agarre sobre la hombrera de su mochila. El pasillo estaba casi vacío, la mayoría de los alumnos ya se habían marchado.

—Buena suerte — dijo Percy al final, empezando a retroceder hacia las escaleras que lo llevarían al segundo piso. Alzó ambos pulgares hacia arriba, y sonrió maliciosamente—. ¡Y no te preocupes por mí, estaré ocupando siéndote infiel con Dylan!

El rostro de Luke explotó en una expresión descarnada y atormentada. Pareció a punto de desmayarse.

Mierda, él tal vez no debió bromear con eso. Le gritó: "Es solo un chiste" a Luke, y sin perder más tiempo, Percy le dio la espalda y empezó a subir las escaleras de dos en dos hasta arriba. Luke, de pie, aún en el mismo lugar como un perro abandonado que mira con tristeza a su dueño que se aleja conduciendo en su auto, fue lo último que vio antes de perderlo de vista. "Dramático", pensó, y rodó los ojos mientras reía suavemente.

Llegó al segundo piso rápidamente, Percy leyó las pequeñas tablillas con letras sobre las puertas, y buscó la de él mientras caminaba con paso apurado y la mochila golpeándole los omóplatos. Primero, cuarto... quinto. Se detuvo delante de su salón, éste tenía la puerta abierta, y Percy se quedó a unos pasos de distancia del umbral, nervioso. Observó que la profesora aún no estaba adentro, y que por eso, había tanto bullicio proveniente de la clase. De repente, sintió la aplastante ausencia de Luke.

Percy negó con la cabeza. "Finge naturalidad, y creételo" — se dijo, y finalmente, entró a su clase sin dar más vueltas.

Lo primero que Percy notó para su pesar, era que todos ya tenían compañero de asiento, y ni siquiera quedaban mesas libres al frente (su plan de ser un chico aplicado se fue al garete). Aminoró el paso, no sabía a dónde iba, ni qué haría, ¿pero lo bueno? ¡Era que nadie lo estaba mirando! Jamás pensó que se sentiría tan feliz por ser ignorado. No había nadie gritándole: ¡Violador! O ¡Degenerado! Era como si fuera invisible, una viruta de polvo que no merecía una pizca de atención.

¡Qué felicidad!

Percy repasó la primera fila con los ojos, buscando un asiento libre en el fondo. Reconoció a Charlie sentado con Silena, a Nancy sentada con Tami. Luego, casi al final, Percy encontró a una chica que le pareció increíblemente bonita, tenía el pelo rojo, el tatuaje de un escarabajo en su grácil cuello y la ropa tan colorida como hojas de otoño. Se llamaba Rachel si su memoria no le fallaba, este año estaba más linda, y además, tenía un asiento libre a su lado. Percy recordó que ella era una de las pocas personas que lo trataban con amabilidad, así que pensó en ir y probar a pedir sentarse con ella.

Justo en ese momento, Rachel alzó la mirada, y lo pilló observándola. Ojos verde esmeralda sobre ojos verde agua se contemplaron, y luego, Rachel le envió una sinuosa sonrisa que decía: "Ven, conmigo". A Percy le temblaron las piernas, e hizo el amago de ir hasta allí.

Y entonces, oyó una risa musical y desganada, que reconocería en cualquier parte. Percy desplazó su mirada en aquella dirección, y encontró rápidamente a su dueño, quien vistoso como un faro en medio de una tormenta, se destacaba de entre una multitud por su peculiar atractivo masculino. Estaba sentado sobre una mesa casi al final de la segunda fila, con su cabello marrón y ondulado, brillando como arena mojada por la luz del sol que entraba por una ventana delante de él.

Dylan estaba rodeado de gente, pero Percy empezó a caminar hacia allí, de forma inconsciente, sin dejar de mirarlo, hasta que llegó el pasillito que lo conduciría hasta él.

—¡Hey, Percy, hola! — gritó prácticamente una voz conocida a su costado, y Percy bajó la mirada. Sentados en primera fila a la izquierda, estaban Will y Cecil, y ambos lo miraban con diversión en los ojos—. Te saludé como cinco veces, pero no me escuchabas— dijo Will, sonriente—. Parecías como en otra dimensión.

—Lo siento — se disculpó Percy, sintiéndose avergonzado— No te vi.

—¿No lo viste? — Repitió Cecil, incrédulo—. Eso es imposible. Will es como un puto sol. Llamaría la atención incluso en medio de una multitud del Times Square.

Percy se limitó a encogerse de hombros.

—No sabía que estaríamos en la misma clase— dijo Will, con un matiz de disculpa en la voz— de haberlo sabido, te hubiera guardado un asiento cerca de nosotros.

—No importa— Percy le envió una suave sonrisa, le conmovió saber que Will hubiera pensado en él—. Hay asientos libres allá, hacia ahí me dirigía.

Will siguió la línea de su mirada, su cuello se giró hacia atrás, y encontró rápidamente a Dylan en el fondo, quien justo le sacaba el dedo del medio a Connor Stoll por algo que le había dicho. Cuando Will devolvió su atención a Percy, este vio que sus ojos azules brillaban de una forma curiosa a lo que él, con su cabeza de chorlito, no pudo atribuirle un motivo.

—Hay muchas personas allí — dijo, a lo que Percy contestó con otro encogimiento de hombros. De repente, se sintió tímido, y Will amplió aún más su sonrisa, como si supiera algo que él ignoraba—. Pelea por un lugar allí — dictó, y por alguna razón, Percy sintió que esas palabras tenían más significado de lo que se dejaba ver.

Percy envió una última mirada nerviosa a Will, y seguidamente, reanudó su camino hacia los asientos libres. Se dirigió hacia Dylan con pasos deliberadamente lentos y cansinos, observándolo, sin que él fuera aún consciente de su acercamiento. Vio que tenía una sonrisa estampada en el rostro, pero no parecía una que le había dado a Percy antes, carecía de la sinceridad que le mostraba siempre a él; ésta se veía desdeñosa y sarcástica, como si encontrara a todos los que lo rodeaban increíblemente patéticos como desagradables.

Era una sonrisa tan fingida, sin embargo, nadie más parecía notarlo. Percy se fijó que en la mesa de atrás estaban los Stolls, que Kyle estaba tapando el pasillo, a Ethan sentado con los Stoll; y a lado de Dylan, a su costado, casi rozando su hombro, como un asqueroso chicle. Algo raro. Estaba Mark hablándole jovialmente como si Dylan jamás lo hubiera acusado de zoofilia. Mark, el imbécil que casi había violado a Miranda. Mark al que golpeó en la nariz. Mark el que lo humilló por su ropa usada.

Mark que siempre fue amigo de Dylan recordó de súbito, y entonces, la realidad lo golpeó como una bofetada. No, eso era lo normal. Lo raro y extraño era que Percy se estuviera dirigiendo hacia Dylan. Tal vez ellos habían hecho una "amistad", pero Percy cayó en cuenta de que eso nadie lo había visto. Había ocurrido en vacaciones, y Dylan podría hacer como si no lo conociera,

porque a excepción de Mark, para el resto del mundo, ellos seguían siendo desconocidos y enemigos a causa de que sus hermanos lo habían molestado durante toda la vida.

Pero esa no era la única razón, era hilarante que Percy pudiera ser su amigo. Porque Dylan era como el chico popular de una película adolescente, guapo e inalcanzable, mientras que Percy ni siquiera era la chica nerd que podía hablarle; sino como el típico personaje terciario de un anime shonen destinado a morir brutalmente, para inspirar al protagonista a sacar sus poderes ocultos nacidos de la locura. Un terciario mal dibujado por japoneses explotados y con cabello marrón. Y, plagiado de otro anime de bajo presupuesto.

Una cosa era pasar tiempo juntos con casi nadie alrededor que los conozca, otra muy distinta que Dylan reconociera ahora su existencia estando rodeado de sus amigos. Admitir que había pasado la mayor parte de sus vacaciones con Percy, con el chico pobre, con el tipo acusado de violación, con el imbécil que ni los profesores creían que tuviera un futuro más prometedor que terminar en un puente. Podría claramente afectar su reputación, su débil estatus en el instituto.

"¡Dios, él puede ignorarme" se dio cuenta Percy, pero ya era demasiado tarde para darse la vuelta y huir. De repente, se encontró de pie delante de Dylan, con el corazón latiéndole como lavarropa descompuesta y los ojos algo abiertos con pánico. Al instante, sus amigos se quedaron callados, miraron a Percy sin disimular, con caras desencajadas de confusión y rareza, excepto Mark que lo miraba con su habitual desprecio. Dylan notó el cambio de ambiente, giró la cabeza, y sus ojos, grandes, moteados con puntitos de oro y verde, cayeron sobre el rostro de Percy.

Fue testigo del cambio en la expresión de Dylan, de forma pequeñísima, pero perceptible. Lo primero que vio fue que el aburrimiento fue reemplazado por una de interés. Su sonrisa ya no era fingida, había verdadera simpatía ahora mientras lo veía, y por un momento, Percy dejó de sentirse inseguro, y olvidó a las personas que lo miraban como si se hubiera vuelto loco.

Recordó a Dylan subiéndole el ánimo, con su extraño sentido del humor todas las mañanas en el gimnasio en las que casi se quedaba dormido sobre un banco, instándole a seguir. A Dylan en su casa diciéndole que quería cambiarlo a mejor. A Dylan ayudándolo a dejar de sentirse culpable mientras compraba ropa y... lo vio sentado de vuelta a su lado en el probador, con sus hombros casi tocándose, y la forma en que había mirado a Percy mientras le preguntaba si estaba mal tener esas fotos, con total fe y extraña vulnerabilidad, que trataba de ocultar, pero que él lo veía igual como en carne viva.

"¿Qué se necesita hacer para alcanzar al menos un noventa por ciento contigo?"

—Hola— saludó Percy, como un tonto confianzudo.

Y... Dylan no le saludó.

El silencio se extendió entre ellos, incómodo y crudo como un cuchillo haciendo agujero en su corazón. La esperanza explotando como un globo en su pecho haciéndole daño. Percy se quedó helado, aún de pie, y solo podía mirar al hijo de puta delante de él, ampliar aún más su sonrisa cargada de entretenimiento y con algo más en el fondo: "sorpresa", como si no pudiera creer lo que Percy había hecho.

Pero.

Que.

Idiota.

"¿Así que vas a fingir no conocerme? ¡¿Así que es vergonzoso que sepan que soy tu amigo?!" Las palabras explotaban dentro de la cabeza de Percy, furiosas y llenas de resentimiento. Se sentía horrible. Patético y humillado. Tan traicionado como cuando Danny Zuko le dijo a Sandy Olsson delante de sus amigos, que solo había sido una aventura de verano y que nada de lo que habían compartido había sido real para él. Una comparación nunca mejor utilizada.

Imbécil. Imbécil. Imbécil. Imbécil. Odiaba apasionadamente a Dylan Thompson. Un anhelo de golpearlo desenfrenadamente nació desde lo más profundo de su alma herida, pero se mantuvo impasible, mientras un ligero temblor empezaba a ser visible en sus manos. Percy apretó la mano sobre la correa de su mochila, negándose a mostrar un signo de fragilidad enfrente de él. A lado de Dylan, Mark lucía una total expresión de orgullo y victoria, y le enviaba a Percy una gran sonrisa de burla. Se notaba a leguas su diversión, como sólo una alimaña podía disfrutar de la angustia ajena.

Cerca de él, los Stolls se lanzaban miradas extrañadas, caras que decían: "¿Y a éste qué le pasa?" "No sé, está raro". Kyle tenía una expresión parecida a la de Mark. Ethan sólo parecía confuso y aburrido, y con un poco de pena ajena por Percy. Y aquello, no lo toleró más, no podía soportar que le tuvieran lástima. Percy se irguió de hombros, tragó el amargo sabor de la decepción, y dio un paso al frente; iba a agarrar un asiento en la última fila y estar totalmente apartado de todos.

Pero de pronto Dylan levantó su pierna izquierda, la punta de su zapato se apoyó sobre el borde de la mesa enfrente de él y tapó su camino automáticamente. Percy se quedó mirando su muslo desnudo más de la cuenta, expuesto por los jeans deshilachados. Luego alzó la mirada, anonadado.

—¿A dónde vas? — le preguntó Dylan, con los ojos ávidos sobre su rostro.

—Qué te importa— escupió Percy, descolocado y resentido.

Dylan apretó los labios, conocía demasiado bien ese gesto para saber que intentaba no reírse.

—Hay dos mesas libres aquí — Dylan golpeó la mesa enfrente de él con el pie—. Reclamo la de la derecha como mía, pero la otra aún queda libre... —miró a Percy expectante— ¿por qué no te sientas ahí?

Mark miraba horrorizado a Dylan como si se hubiera vuelto un extraño. Los demás lo miraban casi de la misma forma. Casi toda la clase lo miraba así en realidad. Pero Percy era todo lo que Dylan veía.

—No lo sé — inició Percy, incapaz de apartar la mirada de él— ¿tú quieres que me sienta ahí?

—No sé — Dylan adoptó un tono juguetón, su cuerpo inclinándose un poco hacia Percy— ¿tú quieres?

Percy escrutó su rostro, y entre toda la diversión y la actitud despreocupada con la que Dylan alardeaba, él alcanzó a vislumbrar el destello de algo sincero en sus ojos; un chispazo de ansioso anhelo que trataba de contener, pero que el gesto de sus dedos jugueteando con los hilos de sus jeans lo delataban.

Percy sintió sus labios relajarse con una suave sonrisa. Todo su cuerpo se sintió ligero de repente, como si la mochila que cargaba en el hombro ya no llevara rocas en su interior. Sus manos ya no temblaban, de sus labios salió un suspiro de alivio. El odio que perjuró sentir contra Dylan hace rato, desapareció al instante, se esfumó, tomando su lugar otra sensación más cosquilleante que percibió como algo agradable.

Percy empezó a avanzar, y esta vez, Dylan le abrió el paso quitando su pierna.

Eligió la mesa a lado de la ventana, dejó su mochila contra el asiento, y luego miró a Dylan, esperando. Lo vio ensanchar su sonrisa con júbilo, luego agarrar su propia mochila que había estado sobre la mesa donde se sentaba y finalmente, bajarse de esta de un salto grácil. Dylan fue a sentarse a su lado, pero cuando estaba por hacerlo, la mano de Mark salió disparada hacia adelante, y lo cogió del brazo deteniéndolo en el acto.

"NO lo toques, no le gusta" — estalló la advertencia en la mente de Percy, pero no dijo nada ni hizo nada. Controló su furia, porque sabía que a pesar de que Dylan se veía encantador como un ángel, también podía ser terrible como uno. Dylan miró significamente la mano que se aferraba sobre su brazo, luego alzó sus fríos y despectivos ojos sobre los de Mark.

—Quita tu mano antes de que te golpee— le dijo, con voz peligrosamente calmada.

—¿Qué mierda estás haciendo, Dylan? — siseó Mark como una serpiente—. Dijiste que te sentarías conmigo.

—No, yo no dije eso — repuso Dylan— tú solo asumiste que lo haría como siempre lo haces.

La mandíbula de Mark se endureció con disgusto, y lo próximo que dijo, lo pronunció con murmullo tan bajísimo, que Percy sólo escuchó porque estaba muy cerca de ellos, atento, e intentando usar su habilidad para leer labios cuando las palabras salían ininteligibles.

—Detente, o le contaré a tu padre que de nuevo te estás comportando de forma extraña.

—Hazlo — los ojos de Dylan refulgieron con tal intensidad, que incluso hizo retroceder un poco a Mark, intimidado—Y yo le mostraré al tuyo, el video donde follas con una yegua.

El rostro de Mark palideció.

—Dijiste que lo habías borrado.

—Yo nunca borro nada— espetó Dylan por último, y quitó su brazo del agarre de Mark.

Éste no era el único que se encontraba patidifuso por sus palabras, Percy también se había quedado helado al oírlo: "Yo nunca borro nada", y recordó las fotos que Dylan había eliminado delante de él. ¿Aquello había sido una farsa? Percy quería preguntárselo, pero justo en ese momento, la profesora Kirchner entró por la puerta con ademán apurado y cabello desordenado, y comenzó anunciando que les haría la vida difícil enseñándoles matemáticas.

Dylan se sentó a su lado de forma brusca, dejando su mochila sobre el respaldar de su silla, y luego volvió a dirigir una profunda mirada hacia Mark, quien ahora lo ignoraba y tomaba asiento donde él había estado sentado. Al final, Dylan dejó de verlo, y por un largo rato, sus ojos se vieron serios y lejanos, perdidos en sus pensamientos. Percy tenía el presentimiento, de que algo que había dicho Mark lo había dejado muy alterado. Primero pensó que se trataba de la amenaza sobre su padre, pero por alguna razón, sintió que era algo completamente distinto.

Sea cual fuese, a Dylan pareció dejar de importarle, porque cerró sus ojos un momento, y al abrirlos, volvía a tener los orbes claros y despreocupados. Su tórax se alzó y bajó con un suspiro, y después, miró a Percy con una torva sonrisa. Éste sostuvo su mirada, impasible, había tantas cosas que quería preguntarle, pero de pronto, Dylan sacó un bolígrafo de su bolsillo y lo sostuvo en alto como una peligrosa arma.

La profesora seguía hablando enfrente de la clase, sobre proyectos y muchas tareas, pero toda la atención de Percy estaba centrada en ese bolígrafo. Dylan sonrió, y después, empezó a hacer un garabato sobre su mesa... no, no un garabato, un dibujo. Dibujó un pez de cuerpo alargado con una nube de texto encima, y en su interior escribió, con letra cursiva y ligera: "Soy percecito".

Percy sintió que se maravillaba como un niño de cinco años otra vez, como cuando pensó que su madre era una hechicera por sacar comida de una caja de hierro (en realidad era el horno, pero él creía que era una caja que traía comida de otra dimensión). Sabía que tenía la boca abierta y los ojos muy abiertos. Dylan echó un sonidito tierno, lo miró, sus hombros se movían y en realidad estaba intentando detener su risa, tapando sus labios con una mano para que la profesora no lo regañara.

—Sabes dibujar — susurró Percy, con sorpresa y asombro.

—Solo lo básico— contestó Dylan, con el mismo tono. Volvió a dibujar, esta vez rostros que se parecían sospechosamente a Nico haciendo pucheros—. A veces me pregunto si solo yo puedo impresionante, o solo eres muy fácil de impresionar.

Creyó escuchar el atisbo de algo amargo en su tono, pero Percy no estaba seguro de ello, cuando lo miró, Dylan seguía con el mismo semblante sereno y divertido. Él siempre se veía divertido. Percy sospechó que podría encontrar diversión incluso en la tragedia.

—¿Por qué no me devolviste el saludo? — preguntó Percy finalmente, con voz acusadora.

—Quería romperte el corazón— contestó Dylan con simpleza, y una gran sonrisa maliciosa.

Percy se quedó mirándolo exasperado.

—Siendo más específico, quería ver sí podía romperte el corazón— continuó Dylan, mirándolo pícaramente bajo sus pestañas. Juntó las puntas de sus yemas delante de sus labios, y en ellos, se formó una sonrisa petulante—. Y lo logré. Lo vi, lo oí. ¡Crash! Tus pobres y lindos sentimientos, se rompieron como un vaso de porcelana. Me siento complacido. Me volví especial para ti, ¿eh?

— ¡Especial tu abuela! — Percy iba a castigarlo cuando tuviera la oportunidad.

Por unos segundos, la profesora miró con cara asqueada en dirección Percy, parecía querer mandarlo al demonio por estar haciendo ruido pero al no descubrirlo de infraganti, se volvió a inmiscuir en su cháchara y a ignorarlo. La gente a su alrededor tampoco hacía caso, cada uno estaba inmerso en su celular debajo de su mesa. Mark lucía una mueca cruel y permanente sobre su boca. A su lado, Dylan volvía a hablarle:

—Por cierto, ¿dónde está tu Luke?

—No es mi Luke — Percy suspiró cansado, ¿cuando iba a entenderlo? — Le tocó quedarse en la sección B. Ojalá estuviera aquí, hubiera sido divertido ver la cara de Mark luego de la paliza que le dio.

Dylan inspiró con fuerza, parecía querer explotar en carcajadas, su rostro se iluminó como fuegos artificiales.

—Pensé que solo había llegado tarde— comenzó— pero en realidad se ha jodido— se rio de forma cautelosa para no ser regañado—. Así que Luke no estará aquí, ni mis hermanos estarán aquí para molestarme...

Percy no dijo nada, simplemente se quedó viendo el pez sobre la mesa.

—¿Qué harás en el receso? — preguntó Dylan, y Percy se puso un poco nervioso.

—Buscar a Luke. Le dije que...

—¡Al diablo con Luke! Ven conmigo — Dylan se veía deslumbrante lleno de júbilo—. Quiero darte algo. Y no voy a decirte qué, es una sorpresa.

Percy tragó saliva, todavía miraba el pez con tanta concentración, que luego de un rato, parecía haberle enviando un guiño coqueto. "Quiero darte algo", se repitió en su cabeza, y aunque era inútil imaginarse qué podría ser, de igual forma lo hizo. La curiosidad podía con él, así que cuando levantó la mirada, asintió hacia Dylan. Y éste sonrió contento, levantó su bolígrafo una vez más, y luego empezó a dibujar otro pez más pequeño en el borde de su mesa, con nubes de texto que decían:

"Hola"

"Me gusta el agua".

—¡Ahhhh! ¡Libertad! ¡Dulce y exquisita libertad! — gritaba Dylan, con las manos levantadas al cielo y dando giros sobre su propio eje— ¡Ya no hay hermanos! ¡Ya no hay idiotas diciéndome que hacer o qué decir o cómo caminar! ¡¿Hueles eso, Percy Jackson?!

Percy echó una carcajada cuando vio a Dylan hacer un gesto con las manos para agarrar el aire y olfatearlo, acto seguido, soltó un largo gemido de placer, que se repitió tantas veces dentro de su cabeza que le resultó algo inquietante.

—Es el olor de la emancipación — finalizó Dylan, y reanudó su andar por delante de Percy.

Se encontraban fuera de la cafetería, ni siquiera habían pasado por allí. Apenas la clase de matemáticas había acabado, Dylan lo había arrastrado por las puertas traseras del Instituto para traerlo aquí, a un estacionamiento exclusivo, donde solo los coches más caros y lujosos podían aparcar. Tales como las del director, algunos profesores, el de Dylan, y claro, podía reconocer el BMW de Nico estacionado debajo de un árbol que le daba sombra.

Percy seguía a Dylan desde la retaguardia. Había algo tranquilizador en solo verlo caminar, medio tambaleante, medio danzando, al ritmo de una música que sólo él escuchaba en su cabeza castaña. (Se preguntó si alguna vez era capaz de sentir malhumor). Al cabo de un rato, Dylan apuró sus pasos hasta que se detuvo delante de su coche: un Jeep rojo, de grandes ruedas y techo descapotable pero que ahora estaba tapado.

Percy se quedó de pie enfrente del auto, mientras Dylan abría la puerta del copiloto y sacaba algo de su interior. Él lo escondió detrás la espalda con las dos manos, y luego se acercó junto con Percy tratando de lucir sereno. Decía "tratando" porque podía identificar algo de nervios en el rictus burlón de sus labios, en la forma en que apartaba sutilmente la mirada y luego volvía a posar sus ojos sobre los de Percy, con decisión, como si se estuviera convenciendo de algo. Finalmente, Dylan mostró lo que ocultaba.

Era un regalo, envuelto en papel azul y un enorme moño rojo.

—Ten — dijo, y había algo muy cercano a la timidez tiñendo su voz—. El sábado fue tu cumpleaños, ¿no? Fui a tu casa a entregártelo pero no estabas... no tengo tu número... así que lo traje hoy... — Dylan balbuceaba, y cuando vio la cara de idiota que Percy tenía, se enojó—: ¡Ya ágarralo maldita sea, se me cansan los brazos!

Con un pequeño brinco, él se acercó y cogió el regalo de sus manos. Lo sostuvo, y se lo quedó viendo como a un bicho gigantesco. En cuanto a Dylan, éste tenía el aspecto de un pajarito acorralado buscando un hueco por donde huir, parecía estar arrepintiéndose profundamente y utilizando cada gramo de su auto control para lucir controlado. Anonadado, Percy empezó a hablar con torpeza:

—Fui a la playa. Mi madre, Luke y yo, vamos cada año por mi cumpleaños.

—¿Luke también? — Dylan sonrió con sarcasmo—. Siempre está en todas partes, verdad.

Percy no contestó. El papel de regalo se sentía suave en sus manos y todavía lo dejaba estupefacto. Un regalo. Tal vez para muchos recibirlo era algo sin importancia, pero a él le estaba abriendo la cabeza del asombro. Significaba que Dylan se había tomado la molestia de pensar en él y en sus gustos. Era un gesto de interés que pocos hacían. Lo miró, Dylan estaba escalando sobre su Jeep para sentarse sobre el capó. Lo hizo. Sus pies colgaban lejos del suelo y luego le devolvió la mirada.

—¿Por qué me miras raro? — preguntó, con cautela.

Percy empezó a negar con la cabeza, todavía incrédulo, y entonces sus labios se estiraron hasta que le dolieron las mejillas. Se rio, aunque no sabía de qué exactamente, solo se sentía infinitamente feliz y era la forma en que podía expresarlo. Colocó el regalo sobre el capó y apoyó su rodilla sobre el parachoques del Jeep, giró su rostro hacia Dylan y le dedicó una brillante sonrisa.

—¿Qué me has regalado? — inquirió emocionado.

—No lo sé — contestó el menor de los Thompson— Lo olvidé. Deberías verlo ahora.

Percy no quería romper el papel de regalo tan bonito, quería guardarlo con el moño y junto con la caja incluso, pero no había otro modo; fue lo más cuidadoso posible, y al final, tenía la caja abierta y sus ojos verdes estaban mirando su interior.

—Es una lámpara de lava— dijo Dylan, observando intensamente a Percy al rostro, como si quisiera grabar cada gesto que haría a partir de ahora, mientras él sacaba el recipiente de vidrio de la caja para admirarlo—. Una chica estaba por llevarse el último de color azul, así que tuve que utilizar mis encantos Dylanarios para que me lo diera. Fue difícil, ¿sabes? Tuve que hacer cosas que me dejarán secuelas de por vida.

Percy no podía decir nada, tenía la garganta obstruida de una abrumante alegría. Solo podía ver la lámpara de lava color azul en sus manos. Y sintió ganas de abrazarlo.

—¿Te gusta? — preguntó Dylan, empezando a fruncir el ceño—. Deja tu habitación a oscuras y enciéndelo... parecerá como que estás debajo del mar... porque te gustan las cosas del mar, ¿no?

—Me encanta— Percy depositó el vidrio de vuelta a su caja cuidadosamente, con veneración—. Gracias, Dyl.

Como si se hubiera activado un interruptor, los hombres de Dylan bajaron. Solo entonces, él se dio cuenta de lo preocupado que había estado por el regalo. Percy formó una mueca divertida, y después, se subió encima del Jeep para sentarse a su lado. Sus pies se apoyaron sobre el parachoques, y descansó la caja de regalo sobre su regazo, sosteniéndolo como a un hijo.

Pasó un largo rato callado, con el ruido de los alumnos haciendo vida social de fondo, hasta que volvió a hablar:

—Lamento que hayas peleado con Mark por mi culpa.

—¿Realmente lo sientes? — preguntó Dylan, alzándole las cejas sarcástico.

—No.

Dylan se rio con ganas, y contagió a Percy su risa. Quería decirle "Lo siento", pero en realidad se sentía contento. Le gustó haber sido elegido, y lo presumiría mil veces antes que lamentarlo. El menor de los Thompson, negó divertidamente, y después le quitó importancia con un gesto vago de la mano. 

— Él solo no quiere perder su prestigio. Estar conmigo significa tener un poco de valor en este lugar de mierda— Dylan bufó— como si eso importara algo en la vida real. A nadie de aquí le agrado realmente... solo me quieren porque soy el único que puede suministrarles algo que ellos desean. Cuando ya no lo tengo. Ya nadie me necesita. Solo soy uno más del montón de estiércol de los millonarios. En eso me convierto:

>>En una sexy caca andante, pero caca, a fin de cuentas.

Las palabras se agolparon dentro de la cabeza de Percy, había tanto que quería decirle como: "¿Qué es lo que les das?" "No eres caca" O... "A mi me agradas realmente". Pero nada de eso pudo salir de su boca, solo era capaz de contemplarlo, y encontró que no había amargura o tristeza en el rostro de Dylan, solamente franqueza y serenidad, como si lo que hubiera dicho fuera una realidad tan natural como que el cielo era azul y la tierra oscura. Abrazaba su condición con gallardía.

Percy decidió intentar decir algo, pero entonces, a su estómago le pareció una fabulosa idea croar como sapo agonizante en ese mismo instante. Dylan se burló a su costa, riéndose a carcajadas, y Percy le envió una mirada ceñuda cargada de fingido desprecio.

—Deberíamos ir a comprar algo para comer— dijo Dylan.

—Deberíamos — contestó a su vez, pero ninguno de los dos se movió de su lugar.

Percy se quedó mirando hacia el frente, podía ver algunas personas hablando en los patios, sentados sobre bancos o sobre el césped. Demasiado lejos para que ellos pudieran verlos. De repente, escuchó el sonido de un envoltorio romperse a su lado, giró la cabeza, justo a tiempo para ver a Dylan darle un gran mordisco a una barra de chocolate que sacó de quién sabe dónde. Lo miró.

—Lo encontré en mi bolsillo — respondió adivinando sus pensamientos— no me preguntes de cuántos días es. No lo recuerdo. ¿Quieres?

Percy aceptó la barra de chocolate, y Dylan se estiró sobre el capó, acostándose con los dedos entrecruzados detrás de la nuca. Su camiseta se levantó un poco, y una porción de la piel cremosa de su cadera se expuso ante sus ojos.

—¿Qué crees que estará pensando tu Luke qué hacemos? — preguntó Dylan, con una sonrisa zorruna pintando sus labios.

—Probablemente pateando gatitos y tirando piedras a las abuelitas. Ya sabes, cosas de maléficos Thompson's.

Dylan soltó una carcajada exultante y luego cerró los ojos como si fuera a dormir un poco. Su rostro gozaba de una absoluta paz y quería creer que era porque se sentía cómodo a su lado. Él devolvió su atención a la barra de chocolate. Había un gran mordisco de Dylan en ella. Lo mordió.

Fue como un beso indirecto.

Aquí iba a escribir un pov Solangelo. Pero como ya son 6761 palabras, decidí dejarlo para el próximo capítulo. Y además quedé super cansada.

Pueden dejar su comentario sobre lo que les pareció este capítulo aquí, para animarme a seguir escribiendo >>

Los dibujos que representan la escena, es obviamente, hecho por Shay_kid_of_Apollo ¡Excelente artista que apoyo totalmente! (No saben cuánto he esperado por subir estos dibujos, finalmente, soy feliz 😍).

La mayoría ya lo sabe, pero voy a actualizar más seguido ésta historia ♡ así que, tendremos más sukulencia.

Tengo la sensación como de enamorada cuando escribo este tipo de capítulos ♡ ojalá les pase lo mismo a ustedes. Y que puedan ver más allá de los ships y que sientan verdaderamente lo que estoy creando aquí.

Ojalá lo amen ♡ y sino, pues, tengo muchísimas otras historias percabeth que pueden leer ;)

¡Nos vemos!

Psd: quiero mucho a mi sis :3 ¿por qué lo digo? No sé, solo avisaba :3 

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