47. Percy Punk.

El amor es como aquella planta que brota en los recovecos más inhóspitos del mundo, crece y se fortalece sin ayuda de nadie, simplemente decidió germinar allí, aunque nadie comprenda cuándo, cómo o por qué sucedió.

¡Insensatos los que se burlan del corazón de una persona, porque sobre ellos caerá, toda la crueldad que también carga el amor!

Temed, porque la tortura será tan infernal como celestial.

—Ten, puedes comprar con esta — dijo Nico, luego de haber agarrado la mano de Percy y colocado sobre su palma abierta, una tarjeta de crédito brillante que hizo sentirlo tan abrumado como si le hubiera dado un lingote de oro en su lugar—. Y no te preocupes por el fondo — Nico sonrió aún más, cuando vio la cara de Percy palidecer — tiene suficiente dinero para comprarte un mini Cooper sí así lo deseas. ¡Ahora ve, adolescente Neoyorquino promedio! ¡Y despilfarra tanto como lo haría una Drew Tanaka en Arabia!

—¡Oh! — Dylan saltó de inmediato, la diversión haciendo curvar sus labios en una sonrisa nostálgica—. Te refieres a aquella vez cuando...

Al instante, Nico alzó elegantemente una mano delante de su rostro, el gesto censurando a Dylan de súbito; quien respetuosamente mantuvo las palabras encerradas dentro de su boca, mientras recibía una oscura mirada de advertencia por parte de Nico.

—Lo que pasa en Arabia, se queda en Arabia, Thompson — sentenció, e ignoró deliberadamente, la mirada inquisitiva que le dirigía Will a su lado; cuyos orbes azules parecían querer taladrar cual pica de hielo la cabeza de Nico para conseguir información. "Buena suerte con eso" — pensó Percy, con una pequeña sonrisa irónica— "Una vez que ese déspota decidía guardar silencio, no conseguirías hacerlo hablar aunque estuvieras zarandeándolo por medio día".

No es que Percy lo había hecho alguna vez, claro que no.

Cuando fue obvio que no obtendría ninguna respuesta por parte de Nico, Will se giró entonces hacia Dylan, y le exigió "sutilmente" hablar sobre la acontecido en Arabia. Para sorpresa de Percy, Dylan se mostró bastante leal en nombre de Nico, y el castaño empezó a lanzar evasivas ingeniosas mientras Will lo acribillaba con preguntas del tipo: "¿Qué hacían los dos en Arabia?", "¿Por qué no pueden mencionarlo?" "¿Los árabes vendrán a matarnos si hablan de ello?

— ¿Y si mejor te cuento sobre la vez que casi me cortan la mano por agarrar un pedazo de Baklava con la mano equivocada? ¡¿Cómo iba a saber que mi mano izquierda era impura?! — Exclamó Dylan, alzando la respectiva mano con los ojos muy abiertos de indignación—. Por suerte Nikki estaba allí para salvar mis hermosos dedos. Pero claro, es lo mínimo que podía hacer por mí, después de haberlo salvado en tantas ocasiones.

—Primero: No me llames así —comenzó Nico, su rostro delatando irritación—. Segundo: ¿Disculpa? ¡Estoy completamente seguro de que era al revés!

—¡Já! —se mofó Dylan, apuntando a Nico con un dedo acusador—. No me hagas mencionar lo de la tribu Sambia, di Angelo. ¡No lo hagas!

Automáticamente, casi al unísono, Nico y Dylan formaron las mismas expresiones de repugnancia sobre sus rostros; sus suaves facciones se arrugaron excesivamente, como si ambos acabaran de chupar un limón muy agrio. "No, no hables de eso"— murmuró Nico, mientras Will, visiblemente abatido y sin esperanzas de recibir respuesta, volvía a preguntar: "¿Y tampoco me dirán lo que ocurrió con ellos, no?" Nico negó con rotundidad. Luke, a su lado, permanecía inmensamente aburrido mientras los oía hablar, y de vez en cuando, miraba con cierta irritación la pantalla de su celular.

Ahí estaban, los cinco, de pie en el tercer piso cerca de las escaleras mecánicas, con un montón de locales de ropa y zapatería alrededor de ellos. Y chicas pasando mirando deslumbradas por la apariencia de; Will, o Nico, o Dylan, o Luke. No estaba seguro. Pero de lo que no le cabía duda, era que cualquier cosa era más interesante que él, incluso la planta de bambú detrás de él recostada contra la pared dentro de una plantera pequeñita.

"Algún día tendré abdominales" — se dijo Percy esperanzadoramente— "Y entonces, seré yo quien las ignore, chicas".

Mientras tanto, seguiría sufriendo en silencio.

Como sea, Percy devolvió su atención a la tarjeta de crédito que sujetaba en una mano y empezó a estudiarla. Le causaba curiosidad puesto que nunca en la vida había tenido una y lo poco que sabía de ellas, era mediante las películas en donde siempre eran las chicas quienes la utilizaban, para acumular bolsas de compras de la altura de un rascacielos. Cerró los dedos con fuerza sobre ella, los bordes afilados le hicieron daño en la palma de su mano, al mismo tiempo, el dolor sirvió para distraerlo de la incomodidad que estaba sintiendo por aceptar esto.

Cuando Percy, en un arranque de idiotez máxima, le había dicho a Nico que quería que le comprase ropa; no se había referido a que fuera, ahora, como, ¡ya mismo! Sin embargo, entendía porque su primo lo había arrastrado inmediatamente aquí, al centro comercial sin consultárselo dos veces. La razón era simple: Porque podría haber cambiado de opinión. Nico lo conocía bien, sí hubiese dejado pasar un día, incluso solo una hora; él se habría arrepentido y luego se negaría como siempre lo hacía cuando Nico intentaba darle un regalo caro.

Así que, por un lado, estaba agradecido con su primo por no darle la oportunidad de reconsiderarlo un segundo siquiera; a pesar de que lo había obligado a entrar con medias, las cuales, muy tarde se dio cuenta; una de ellas tenía un pequeño (esperaba) casi imperceptible agujero, de donde su dedo meñique salía de vez en cuando, como la cabeza de un pálido gusano surgiendo del hueco de una manzana. Por suerte, lo primero que había hecho Percy al entrar al centro comprarse fue comprarse unos zapatos de aspecto tristón pero duraderos.

Inhaló lentamente, su vida a veces parecía una comedia trágica muy mal escrita. Si conocía al escritor, Percy estaba seguro que le daría la paliza de su vida. Entonces, se le ocurrió algo inesperado.

—Espera... — interrumpió a Nico, quien había estado explicándole a Will que solamente compraron una vaca árabe con pezuñas de oro y no había nada de qué preocuparse. (Dylan no parecía muy convencido con esa historia)—. ¿Por qué me das tu tarjeta de crédito? ¿Acaso no vendrás conmigo?

—Claro que no— le respondió Nico, frunciéndole el ceño como si acabara de decirle algo muy tonto—. Tú y tus sanguijuelas pueden valerse por sí mismos. Will y yo mientras tanto, estaremos viendo... — se dio la vuelta, y miró la cartelera del cine donde un montón de gente empezaba a formar fila a un par de metros de la entrada— "Los increíbles II", fabuloso.

—¿Qué? — soltó Will, haciéndole saber a Percy que ni siquiera él estaba enterado de esos planes. Se acercó hasta su chico con dos zancadas, mirándolo muy desconcertado al preguntarle—: Pero si a ti no te gustan las...

Nico deslizó su mirada lentamente hacia Will, al tiempo que una insinuante sonrisa florecía sobre sus labios, cual flor carnívora seduciendo a una mosca a morir entre sus hermosas pero engañosas garras. De pronto, Will ya no se veía para nada confundido, en realidad, parecía tener todas las respuestas del universo muy claras ahora, como si acabara de alcanzar el nirvana más alto que el mismísimo Gautama Buda.

—Oh— dijo al final, luego se volteó hacia Percy, con las mejillas ligeramente ruborizadas pero sin hacer contacto visual—. Sí, es cierto. Nosotros aprovecharemos para... para ver una película, sí. Claro.

Percy y Dylan compartieron una mirada de entendimiento inmediatamente. Existían miradas, gestos, sonrisas; que incluso hasta los menos avispados entenderían el contexto de ellas. Percy casi podía escuchar la voz cantarina de Dylan declamando en su oído: "¡Cielos, estos jóvenes de hoy en día! ¡Siempre en constante deseo de demostrarse su amor lujurioso de formas completamente escandalizadoras!".

—Está bien — respondió Percy, encogiéndose de hombros, porque entendía perfectamente que meterse mano entre ellos era mucho más divertido que verlo a él eligiendo ropa—. Entonces, supongo que nos veremos después. ¿Les parece el local de café de a abajo como punto de encuentro?

—Claro, claro, ¡allí dentro de dos horas! — Gritó Will, puesto que Nico ya lo estaba arrastrando del brazo en dirección al cine para comprar los boletos—. ¡Buena suerte, Percy! ¡Diviértete, alégrate y... y tú ya deja de estirarme! ¡Harás que me caiga y tuerza un tobillo y entonces...!

No alcanzó a oír el resto. Sin embargo, Percy los contempló un rato más. Allí iban, dos personas completamente distintas como el día y la noche, unidas, caminando casi en sintonía. Sus presencias captaban la atención de todos a su alrededor; ya sea por el gran atractivo que compartían o por lo opuesto que eran visualmente. No obstante, estaba claro que ambos sólo tenían ojos el uno para el otro, como si el resto de las personas hubieran sido degradadas a simples manchas insignificantes.

Internamente, Percy tuvo que admitir que sintió algo de envidia de ellos, era incómodo; como el pinchazo de un mosquito el cual sabía era mejor ignorar que rascárselo y empeorarlo. Pero es que, conseguir tal conexión así con alguien... ¿Cuán afortunado debías ser? Es decir, compartir una atracción sexual correspondida era suerte, pero, ¿encontrar a alguien que te entendía incluso con una mirada? ¿Qué tu amante también fuese tu mejor amigo? Oh, era la fortuna de encontrar un glorioso tesoro en un barco pirata.

Lamentablemente, uno no podía elegir de quien enamorarse, y a veces, ocurría con las personas incorrectas. Y ahí, es cuando el dolor nace.

Un momento después, Percy los perdió de vista dentro de una aglomeración de personas delante del cine, así que devolvió su atención hacia las dos personas que habían optado por quedarse aún a su lado. En primera, Percy encontró a Luke tecleando furiosamente un mensaje de texto en su celular como si quisiera golpear a la persona al otro lado de la pantalla, mientras el entrecejo en su frente, se fruncía cada vez más severamente.

—¿Está todo bien? — le preguntó, viéndolo guardar su celular con un ademán violento en su bolsillo, sin embargo, cuando miró a Percy, lo hizo con la habitual calidez que poseía siempre al observarlo.

—Sí, descuida — dudó, luego agregó—: Sólo es mi padre... él... Él quiere que le ayude con algo... en casa, pero, le dije que estaba contigo por lo que no podía irme.

—¿Estás seguro? — Un deje de preocupación se filtró en sus palabras mientras escrutaba el rostro de Luke, este apenas lograba mantener su típica sonrisa despreocupada; sea lo que fuese lo que su padre le había pedido parecía haberlo dejado muy consternado—. No quiero meterte en problemas. Si tienes que ir, puedes...

—No — lo cortó de inmediato. Dirigió una mirada huraña a Dylan, y entonces, su voz se llenó de más convicción—. Me quedaré contigo. Él puede resolverlo solo.

Dylan, quien había estado oyéndolos en silencio y no mostraba indicios de ofenderse luego de recibir aquella mirada de Luke, simplemente se encogió de hombros y desplazó sus ojos café hacia Percy.

—Bueno, ya lo has oído — le dijo, jugando con una hoja de bambú arrancada entre sus dedos—. Aunque debo decir, que me sorprende en sobremanera la actitud tan comprensiva del señor Castellan con respecto a la negativa de su hijo— envió una sonrisa al aludido, y añadió—: Luke Castellan, ¿que se siente?

—¿A qué te refieres? — inquirió Luke, irritado.

Dylan le tiró la hoja de bambú convertida en bolita en la cara antes de contestar:

— Sí mi querido padre estuviera enviándome veinticinco mensajes para que vaya a verlo, y yo le dijera que no: que preferiría pasar el rato con chicos, ¡con un chico! — Exclamó, acompañándola de una desenfadada carcajada, que parecía interpretada por una caricatura de ojos inexpresivos a la que sólo le estaban moviendo los labios por computadora—. Cinco minutos después, él ya estaría aquí arrastrándome de los pelos como a un perro. Ah... es cierto — ladeó su rostro, como si hubiera recordado algo— ojalá tan amable como a un perro...

El instinto le dijo a Percy que se mantuviera callado. A pesar de que Dylan lo había contado como un chiste había algo inquietante que Percy no sabía qué, bailando entre las líneas de sus palabras. Algo le advertía, que la anécdota no era tan graciosa como él trataba de aparentar. Incluso Luke, se limitó a quedarse mirándolo sin decir nada.

Unos segundos después, los cuales resultaron incómodamente largos, Dylan soltó un pequeño carraspeo y luego se volteó hacia él.

—Sí, bueno, como sea, dejemos de lado mis traumas— se acercó hasta Percy, y le arrancó la tarjeta de crédito de sus manos— Blackcard — leyó Dylan, formando una pequeña sonrisa irónica—. Típico de un niño rico, clásico de Nico— lo miró— ¿A dónde quieres ir primero?

Percy miró por todas partes, cada tienda lo abrumaba de tal manera como si pudieran comerlo vivo.

—La verdad es que... No tengo idea— soltó, con gesto abatido, la sola idea de ir a comprar con dinero ajeno, lo atormentaba tanto como si le hubieran dicho que fuese a comprar órganos de niños—. ¿Y sí mejor olvidamos esto y acompañamos a Nico y a Will con la película?

—¿Y ver sus mariconadas? No, gracias— Dylan apretó la esquina de la tarjeta contra la frente de Percy y entrecerró sus ojos con socarronería a sabiendas de que la palabra "mariconadas" lo había ofendido pero que nada lo haría retractarse—. Yo sí tengo un plan. He querido probar algo contigo desde aquella vez que te vi, en el bar de Apolo, moviendo la cabeza al son del rock and roll. Estaría hecho si hubieras aceptado mi dinero cuando te lo ofrecí en ese entonces.

—Pedir dinero a mi primo hermano ya es difícil, ¿cómo iba a aceptar tu dinero con solo un mes de conocernos? ¿quién hace eso?

—Mark— respondió Dylan al instante, e hizo una mueca— Lo sé. No es el mejor ejemplo... Da igual. Tú, solo sígueme, percecito — ordenó, y acto seguido, meneó la tarjeta delante de su rostro, como un señuelo al cual seguir; y tanto Percy como Luke, lo hicieron.

A un local de ropa punk. Ahí es donde Dylan los había arrastrado, con una expresión exultante que apenas contenía su emoción casi infantil; como si hubiese decidido hacer de Percy su propio muñequito Ken con el cual iba divertirse en vestir y desvestir con ropa hasta cansarse (sin agregar dobles intenciones al respecto, claro). (Además, Luke no lo permitiría ni en un millón de años, ni aunque marte chocara contra Venus, ni aunque los cerdos volaran; le cortaría los dedos a Dylan antes de que eso sucediera).

Percy se encontró gratamente sorprendido y cómodo cuando entró al lugar. Contrario a lo que parecía desde afuera, el recinto era increíblemente espacioso y colorido desde adentro, con un estilo gótico y punk que a Percy le encantó. Las paredes estaban pintadas de un color azul oscuro, sobre ellas, había un montón de carteles con logotipos de grupos de heavy metal; fila y filas de repisas con discos de los mismos, y obviamente, una gran cantidad de maniquíes luciendo ropa punk y camisetas con pegatinas de famosos tales como: AC DC, BVB, KISS, QUEEN, entre otros.

Música sonaba de unos parlantes colocados cerca de la vitrina. Rock and roll music, reconoció Percy con facilidad, de The Beatles.

Al fondo, había un hombre joven y parecía ser el único encargado de la tienda. Era visiblemente musculoso y se destacaba detrás de un pequeño mostrador marrón, en donde, Percy imaginó, era el lugar para pagar. El tipo parecía estar jugando a algo en su celular cuando oyó la campanita de la puerta sonar sobre sus cabezas, alzó la mirada y al verlos, simplemente los saludó con un movimiento muy varonil de mentón. También tenía un mohicano color azul en la cabeza y piercings en los labios y tatuajes que se ondulaban sobre su piel tostada.

Madre de Dios. Si Percy hubiera estado con su madre allí, se hubiera volteado hacia ella y dicho: "Mami, de grande quiero ser tan rudo como él". Percy no se dio cuenta que se lo había quedado mirando más de la cuenta, hasta que el hombre le envió una guiño coqueto en su dirección. Y Percy, con gran bochorno, se descubrió sonrojándose en respuesta. "¡Pero es que, por favor entiendan, era la masculinidad personificada!"— trató de justificarse, mientras el corazón le daba un patatús— "Se veía como un experimento exitoso de la unión de los genes de Jason Momoa y Zack Efron: ¡Pura machosidad!, ¡era admiración sana!"

Percy abrió muchos los ojos con alarma y finalmente, prestó atención a Dylan, quien le había estado hablando todo ese tiempo en el que había tenido un momento no gay con el gerente rockanrolero.

—... qué te gustaría este lugar, y por tu expresión, veo que he acertado — finalizó Dylan, sonriendo satisfecho.

Percy hizo como si lo hubiera estado escuchando: asintiendo varias veces con la cabeza. A un par de metros, Luke estaba tocando la tela de una cazadora realmente bonita que colgaba de los hombros de un maniquí, se le veía tan emocionado apreciándola, exactamente como cuando Percy lograba asestarle un puñetazo en el estómago en las prácticas del gimnasio. Dylan, aún de pie delante de él, seguía escrutándolo fijamente, con los ojos muy brillantes y penetrantes; iguales a los de un gato contemplándolo presuntuosamente desde varios metros de altura.

—¿Y bien? — le preguntó unos segundos después, impaciente.

—¿Y bi...? ¡Ah! — la comprensión lo golpeó como una ola en la cara. Se sintió estúpido, y después, cambió su expresión y se aseguró de que su voz transmitiera el sincero agradecimiento que sentía— Sí. Fue una buena idea traerme aquí, Dylan. Muchas gracias. Realmente me gusta todo esto.

Ante aquella respuesta, Dylan alzó un poco el mentón, viéndose bastante campante de sí mismo; como si estuviera dándose palmaditas en la espalda. Seguidamente, alzó dos dedos, y le dio dos golpecitos sobre el esternón; diciendo:

—Bien, ya no te quedes mirándome embobado o pondrás celoso a Luke — se mofó. A lo lejos, Luke echó un vistazo hacia ellos como si hubiera sido invocado—. Y ahora ve, joven Neoyorquino y gasta como lo haría una Drew Tanaka en Arabia.

—¿Qué fue lo que Drew compró en Arabia? — se arriesgó Percy a preguntar, sin esperanzas de recibir respuesta, sin embargo, Dylan contestó:

—¿Prometes guardar el secreto? — daba igual que Percy lo hiciera, porque él ya estaba desembuchándolo todo—. Un pene— Dylan sonrió malicioso, ante el estupefacto de Percy— esculpido en marfil finísimo. Pero no uno cualquiera, sino uno en forma del pene de Nico.

Dylan soltó una carcajada estruendosa cuando el estupefacto se transformó en horror en sus ojos. Había cosas, que era mejor no saberlas, pensó.

— Al—Háfiz Ibn Háyar —recitó Dylan con solemnidad, en un idioma que Percy no identificó pero que sonaba suave y exótica de sus labios—. Los árabes se toman muy en serio las deudas.

Al—Háfiz Ibn Háyar (que Allah tenga misericordia de él)

Percy tuvo que tragarse el millar de preguntas que nació de aquella revelación, y en su lugar, se giró en redondo para empezar a elegir ropa; con Luke y Dylan pisándole los talones.

Resultó que fue fácil olvidarse que estaba gastando el dinero de su primo, al momento en que Percy descubrió lo más cercano a lo que era el amor a primera vista, cuando se encontró con chaquetas y jeans que (con toda masculinidad) le hacían querer chillar de fanatismo y abrazarlas como una chica lo haría con unos tacones Gucci. No es sólo que las camisetas tuvieran las estampas de las bandas favoritas de Percy, es que se veía fabuloso con ellas puestas, como un hombre distinto; renovado como una Kim kardashian luego de su cirugía.

Ya, lo lamentaba, pero no había forma de sonar totalmente varonil cuando se hablaba de ropa, ¿ok?

Al principio fue tímido, por un largo rato Percy se había limitado a pasar los dedos por los jeans rotos y oscuros de las perchas colocadas en fila contra la pared, a mirarlos, sentir la tela, estudiar la etiqueta; todo eso mientras sufría un mini infarto y un ataque de pánico que le imploraba huir y entonces, Dylan aparecía para arrancar uno de los jeans de una de las perchas y lo dejaba caer sobre su cabeza, diciéndole:

—Me causarás una embolia, Jackson — y era la primera vez que Dylan decía su apellido con tanta seriedad—. Ve y pruébate eso ahora mismo, o le diré a Luke que lo haga por ti. Y tú no quieres eso, ¿o sí?

Percy rodó los ojos, sin embargo, se dirigió hacia los probadores; con los vítores de Dylan de fondo como si estuviera yendo a patear el penal de la victoria en vez de probarse ropa. A partir de allí, cada que Percy dudaba o se sentía intimidado mirando los precios de alguna prenda, inmediatamente, Dylan estaba ahí de nuevo, a su lado, ejecutando la misma estrategia del principio: agarrando la ropa que sabía que le gustaba, y solo poniéndola sobre sus manos para después empujarlo por las piernas con varios puntapiés insistentes en dirección al probador. Hasta que Percy cedía, ocultando una sonrisa divertida de Dylan.

Era bueno que él estuviera allí. Luke simplemente acataría lo que él quisiera y se hubieran marchado desde hace mucho tiempo, pero por esta vez, Percy reconocía que necesitaba justamente lo contrario. Percy buscó a Dylan con la mirada, lo encontró jugando con una guitarra color bordó. Fingía tocarla y hacia un bailecito en medio de la tienda al son de los Beatles. El gerente del local se reía de él. Pero Dylan siguió tocando poniendo una expresión teatral. Su sonrisa parecía indestructible.

—¿Miras algo que te gusta? — Luke apareció a su lado, y Percy sintió que su corazón se detenía del susto y luego caía hasta su estómago con un "plop".

—¿Qué? — soltó — Ah, sí, ¿crees que me vea sexy tocando una guitarra?

Luke pareció considerarlo, poniendo una mano sobre el mentón.

—Hmm, ¿qué te parece? Mister Tides, guitarrista más sexy del 2018 sale en todas las revistas playboy.

Percy se rio a carcajadas. ¿Él famoso? Era hilarante.

A veces, Percy sentía la tarjeta de crédito de Nico pesada como una roca dentro de su bolsillo para llenarlo de remordimiento, sin embargo, aquella emoción se esfumaba de sopetón, al segundo en que Percy; vestido con Jeans rotos y una chaqueta de cuero negro con hebillas colgándole por debajo de las caderas, se observaba en el espejo colocado en el interior de un pequeño probador hecho con paredes de plástico blanco. Allí estaba su reflejo, devolviéndole la mirada maravillado... y Percy se sintió con ganas de abrazarse así mismo.

Se sentía valiente. Fuerte. Envalentonado. Como si pudiera caminar con la frente en alto desde hoy.

El estilo punk le caía bien, y además, Percy identificó un pros: La ropa negra podía usarla tantas veces quisiera y nadie notaría la diferencia. Era perfecto. Quitando eso, con un poco de culpa, Percy reconoció que jamás creyó que disfrutaría tanto ir de compras con dinero que no le pertenecía. Y... tal vez lo convertía en una mala persona, pero lo admitiría: estaba rezumbando de felicidad como un cachorro oliendo jamón en su plato de comida. Tan lleno de júbilo, que incluso en cierto momento, logró contagiar algo de su alegría a Luke, quien terminó probándose también ropa punk junto con Percy.

—Pareces un John Travolta rubio— apuntó Percy cuando Luke salió del probador contiguo, refiriéndose al actor que había interpretado "vaselina".

Luke pareció brillar por su elogio, sus labios luciendo una dulce sonrisa.

—Gracias, tú también te ves bien.

—Cool— agregó Dylan detrás de ellos, sentado casualmente sobre un puff en forma de tambor, acto seguido, sacó su celular y la levantó a la altura de sus ojos — Ahora digan: ¡Batata!

Percy y Luke posaron para la foto, él, descansado su codo sobre el hombro de Luke de forma badass; mientras su mejor amigo, se ponía de perfil y miraba a la cámara con los brazos entrecruzados y una sonrisa chulesca; no obstante, ninguno de ellos dijo "patata", para la decepción de Dylan.

Los minutos pasaron volando como es lo usual cuando se pasa un buen rato entre amigos, y entre risas y comentarios disparatados de Dylan con respecto a los cantantes de heavy que parecían rugir y retar a un duelo a satanás en vez de estar cantando; el tiempo que parecía haberse detenido dentro de aquella tienda, en realidad, se había convertido en una hora. Y nadie lo había notado, hasta que a partir de las tres de la tarde, el celular de Luke no dejó de zumbar y así siguió, hasta que Percy ya no podía ignorarlo más.

—Creo que deberías contestar, Luke — le dijo de golpe, mirando a su amigo rechazar la que debía ser la llamada número veintiséis de su padre—. Puede ser algo realmente importante.

Luke abrió los labios, pero antes de que pudiera decir algo, otra llamada entrante apareció en la pantalla. Percy frunció el ceño y le dijo: "Contesta, ahora" con la suficiente imperiosidad para que finalmente, Luke, con un largo bufido exasperado; llevara el celular hasta sus oídos y respondiera con un corto y malhumorado: "¿Qué?". Seguidamente, Luke se apartó de él, y se dirigió hasta la entrada de la tienda para hablar con su padre en privado.

Percy había estado mirando pulseras con tachuelas con Luke, ahora, las dejó de lado y se concentró en su amigo. Obviamente Luke sabía de su habilidad para leer labios, así que no le sorprendió ver que él le daba la espalda para evitar que lo hiciera. Percy contuvo un berrinche. Aunque, al fin y al cabo, cuando volviera podría preguntarle.

—¿Y sí se trata de tu cuerno?

—Cállate — Percy se volteó hacia Dylan, con un gesto divertido y exasperado a partes iguales—. Y yo no tengo cuerno, porque, por centésima vez, Luke no es mi novio.

—Porque eres un estúpido ciego —musitó Dylan muy bajito, a lo que Percy decidió esta vez mejor ignorar— No es que me importe de igual modo— añadió un rato después — En realidad, mi pasatiempo favorito es observar el sufrimiento de los enamorados no correspondidos. Tal vez por eso estoy aquí.

—No está enamorado — rebatió Percy, concluyente—. Así es como actúan los mejores amigos. Amables, leales... No es mi culpa que tú no los tengas.

—Uh, ¿se supone que eso debe dolerme? Percy...— Dylan lo miró de reojo, con fingida lástima, en realidad, parecía sumamente entretenido— solo deja de mirarlo como un amigo por tres segundos... y entenderás de lo que hablo.

—Percy — tanto él como Dylan, soltaron respingos de sorpresa cuando encontraron a Luke delante de ellos— ¿puedo hablar contigo un momento?

Lanzó una mirada despectiva hacia Dylan, su ceja levantándose lentamente con un claro mensaje de: "Lárgate", que el castaño entendió bien.

—Ah, sí — Dylan inclinó la cabeza hacia la izquierda, su dedo índice apuntando la misma dirección mientras se giraba en redondo— Iré casualmente a perderme entre las guitarras de nuevo. Nos vemos.

Luke y Percy quedaron solos entonces, de pie, delante de un montón de pulseras y carteles de los Queen sobre sus cabezas colgando de hilos sujetados del techo. Luke aún estaba vestido con ropa punk y se había peinado el pelo hacia atrás, como un verdadero rockanrolero de los años cincuenta. Se veía bien, incluso con la mueca de preocupación arrugando sus labios.

—Debo marcharme, mi padre es categórico — dijo, con fatalidad, como si fuera a acudir a un velorio—. Lamento tener que arrastrarte conmigo pero...

—¿Qué? ¡No! — Percy se encontró negando de inmediato, lo cual lo sorprendió tanto como a Luke—. Es decir, entiendo que tengas que irte. No me molesta, descuida. Pero no comprendo por qué debería acompañarte. Estoy a gusto aquí, me quedaré un rato más y tomaré un café con los demás cuando acabe mis compras.

—Pero —Luke se veía realmente enfermo— ¿cómo regresarás a tu casa después?

—Nico puede llevarme o incluso...

—¿Dylan? — la voz de Luke era tensa como un látigo y sus siguientes palabras sonaron como el chasquido de esta— Percy, no olvides su apellido. Es un Thompson.

—Se está portando bien, ¿ok? — Lo defendió Percy, sin saber exactamente por qué, solo no le había parecido justo que Luke hablara mal de él, cuando claramente, Dylan no estaba haciendo nada malo. En realidad, Percy no podía olvidar la forma en que había destrozado a Mark en el bar por él. Lo hacía sentirse, al menos, un poquito leal a él—. Ha estado con nosotros como tres meses sin hacer nada malo. Admite que te empieza a caer bien.

—Me desagrada en sobremanera— contestó Luke sin titubeos, y había tal seriedad en su mirada, tal frialdad en su expresión, que a Percy le causó un escalofrío. Un mal presentimiento se asentó en su estómago, no era nada ligero, era algo oscuro y corrosivo, que lo dejó sin aire momentáneamente.

—Voy a quedarme — susurró Percy inseguro, sin saber exactamente por qué.

—Bien. De acuerdo — accedió Luke al final, con una pequeña mueca de disgusto. Y entonces, su expresión cambió, sus ojos se suavizaron y alzó la mano para tocar el cuello de la chaqueta de Percy—. Te queda bien esto, por cierto. En serio— uno de sus dedos rozó la piel de su cuello—. Te hace ver un poquito guapo.

Percy sonrió algo cohibido. Luke aún sujetaba el cuello de su chaqueta, luego, empezó a seguir la línea del cierre, sus dedos descendieron lentamente hasta que llegó a la altura de su ombligo. Percy sintió los dedos de Luke detenerse allí, como rozando un poco su abdomen a través de la tela de su camiseta. Lo miró. Los ojos de Luke eran abrasadores como las llamas de una fogata, y al mismo tiempo, parecían acariciar el rostro de Percy con la suavidad de las plumas.

"Solo deja de mirarlo como un amigo por tres segundos... y entenderás de lo que hablo".

Percy tragó saliva, se apartó un poco haciéndose para atrás, lo cual provocó que los dedos de Luke cayeran del cierre, y acto seguido miró por encima de su hombro. De repente, sostenerle la mirada a Luke era incómodo, algo que jamás le había ocurrido (en realidad sí ha ocurrido en otras ocasiones, le dijo una voz). No quería eso. Se obligó a apartar las estúpidas palabras de Dylan, y forzó una sonrisa a su amigo de años.

—¿Qué es lo que necesita tu padre? — preguntó.

Para su sorpresa, Luke se mostró inmediatamente reacio y distante a responder, sí Percy no lo conociera desde tanto tiempo, podría haber pasado desapercibido al igual que la sonrisa fingida que ahora lucía sobre sus labios.

—No es nada importante — contestó—. Es decir, para él lo es, sí... Pero sólo quiere que le ayude con algo de la computadora, ya sabes... no lo entiende y... al parecer su secretaria está de vacaciones o qué sé yo... —echó una risita despreocupada. Percy no se la creyó ni un segundo—. Sabes cómo es él, una vez que llama, debo ir. Lo siento.

—Está bien — asintió, porque realmente entendía que debía tener sus razones para mentirle. Aunque no le gustara.

—Cuídate, y no olvides lo que sus hermanos te hicieron, Percy— dijo, sonriéndole con condescendencia. Y entonces, enviando una última mirada desconfiada hacia Dylan a lo lejos, Luke se marchó.

Percy lo vio salir por las puertas de la tienda. Yéndose hasta que desapareció bajando las escaleras mecánicas. Despidiéndose de él de nuevo, con una mano alzada. Él imitó su gesto, pero sus labios eran una fina línea ahora.

De pronto, Percy se sintió muy triste.

Ya no más... valiente.


Blackcard: Tarjeta de crédito para millonarios.

Hey, hubiera publicado la otra semana pero me llegó el período y nunca puedo escribir porque estoy más ocupada sufriendo y sumergiéndome en autocompasión :v lo típico.

¿Qué tal el cap? Deja aquí :3 tu opinión sobre la relación de Luke y Percy :3/ o sobre algo del capítulo.

No sea culero/a :c y deje su comentario. :c :c

Ahora, lo que todos querían leer:

Tribu Sambia: Los niños débiles sólo se transformarán en viriles guerreros si ingieren grandes cantidades de esperma.

Se trata de una tribu que hacer beber a sus niños de siete años: semen para convertirse en verdaderos hombres, los ingiere o son inseminados cn semen por vía sexo anal... LO SÉ. Asqueroso. Según sus creencias, tragar y acumular semen convertirá a los pequeños en hombres grandes y fuertes, guerreros viriles que habrán de servir a su comunidad. Este principio coincide con la creencia de diversos pueblos antiguos de todo el mundo que reconocían al semen como un líquido especial, de donde emanaba la energía vital masculina, al mismo tiempo que se conformaba como una sustancia creadora cuya presencia aseguraba la fertilidad de las tierras, la vida en los ríos y el bienestar de una civilización entera.

A partir de los 15 años, se considera que la "carga" de semen ha cumplido su cometido y los más jóvenes pasan de ser niños a hombres. A partir de este momento, serán ellos quienes se encarguen de inseminar a las nuevas generaciones durante siete años en los que el ciclo seminal de sus tradiciones se renovará una y otra vez, reforzando la creencia de la necesidad de transmitir este líquido sagrado a los nuevos descendientes. Los jóvenes son separados de sus madres entre los 7-14 años, pasando a residir en la "casas de los solteros". Los muchachos jóvenes deben "acumular" el semen por varios años, regularmente recibiendo bien por penetración anal, o bien tragándolo mediante las felaciones ejecutadas a los adultos. Esta ancestral conducta nace de la creencia mágico-religiosa que contempla el esperma como el conducto esencial de la energía masculina; los muchachos creen que sólo así se transforman en guerreros viriles al ingerir grandes cantidades de esperma.

Bueno, aprendiendo nuevas culturas con Amer. Más información buscar en google que me da cosa leer más de esto. xd

bueh, es todo por hoy chicos. :3

Tal vez algún día, Nico o Dylan les cuente acerca de esas historias :3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top