40- Capítulo trágico en tres actos
Percy se deja caer al suelo con la respiración agitada, sus manos se sujetan del suelo, y siente los brazos como de mantequilla o gelatina de tanto que tiemblan por el esfuerzo físico. Tiene la boca seca, y tiene que pestañear porque su pelo húmedo a causa de su sudor, le entra en los ojos y le causa picor. Por el rabillo de su ojo, observa a Luke sentarse cerca de él, ni siquiera está jadeando, resulta patético de su parte no haberle dado más trabajo; eso es lo que cree.
De nuevo están en el gimnasio, en la primera planta, ellos dos dentro del ring. "Entrenando". Dylan y Leo están en una mesa lejana, cerca de las paredes de vidrio, jugando a las cartas y conversando serenamente mientras Frank le ayuda a otro chico con su boxeo. La televisión está prendida, y en las noticias aparece su tío Di Angelo, bajando rápidamente de su Todoterreno para huir de la prensa y los periodistas, en el interior de su agencia de seguridad.
Percy se había enterado de la tragedia ayer por la noche, su madre le había dicho justo antes de que fuera a la cama, y le pidió que le diera su pésame a la familia Di Angelo. Así que Percy había esperado que su primo viniera hoy, para evitar un saludo inadecuado por celular. Debió saber que él faltaría al gym, y curiosamente, Will Solace también lo había hecho. No se preocupaba por él, Nico siempre había sido el fuerte de los tres, el que nunca lloraba aunque se golpeara muy fuerte la rodilla de niños; Percy sabía que estaba bien.
—Recuerda mantener las piernas ligeramente abiertas para mantener el equilibrio, —Luke le insta, mientras hace rodar una botella de agua en su dirección— Lo estás haciendo bien, pero no te lo tomas en serio y por eso pierdes.
—Créeme, estoy siendo muy serio contigo al pelear. Solo que no sirvo en esto, y deberíamos aceptarlo ya—. contestó Percy, en tono hastiado y frustrado, — Estoy cansado de besar tus pies.
—A mi me gusta tenerte de rodillas—Luke devuelve con una sonrisa socarrona, y la cara que pone Percy en respuesta le hace soltar una carcajada—. Estoy bromeando, idiota.
—Como sea, ¿podemos irnos ya a comer hamburguesas?
—No hasta que lo logres— niega el rubio,
con una frustrante firmeza que al azabache irrita—. No descansaremos hasta que me dejes un moretón al menos, ¡Vamos, levántate! Sexto Round, ahora.
Despertó cayendo en picada desde un vacío sin fin, como si su alma hubiese salido a pasear un rato, y de pronto, recordó que debía de volver antes de que su cuerpo muriera. Nico odiaba este tipo de sueños, en los cuales muchas veces, se había sostenido del colchón como si de verdad no hubiera piso debajo de él.
Se había olvidado de cerrar las cortinas, y ahora un asqueroso y caluroso halo de luz ingresaba en su habitación, y lo ponía de mal humor, logrando que rápidamente su sueño se disipara. (Además, estaba seguro de que no era una coincidencia de que, asqueroso y caluroso rimaran perfectamente). Entreabrió los ojos, y mientras soltaba un largo bostezo, llevó una mano hasta su ojo para limpiarse la suciedad mañanera del cual sus párpados eran víctimas. Y entonces, lo vio, y la impresión fue tan grande que su bostezo se detuvo abruptamente a medio terminar.
Delante de él estaba Will. Durmiendo plácida y totalmente desnudo en su cama, con la sábana de satén negro ocultando la mitad de su cuerpo, y con una de sus manos aferrándose al brazo de Nico, como si así fuera evitar que él desapareciera de su lado. Por un momento, Nico quedó en shock, pero después, poco a poco los recuerdos eróticos de la noche regresaron a su mente, y recordó la razón por la que no lo había echado de su casa como usualmente lo haría con otros chicos: Will había hecho un gran trabajo.
Sonrió con el pensamiento, y dándole un último vistazo a su adormilado rostro boca abajo, con su adorable mejilla llena de pecas aplastada contra la almohada; se deshizo del agarre de su mano en su brazo, y acto seguido, se levantó de la cama para dirigirse al baño (poniéndose su bóxer en el camino). Se sentía con energía, con emoción y alegría, un suceso aterrador e inaudito si le preguntaban; ¿cuándo en la vida, él se había despertado de buena gana y buen humor alguna vez?
Al volver a su habitación, cuando hubo acabado con descargar el tanque, y estirar la palanca del baño, se dio cuenta de que el ruido de la cisterna había perturbado el sueño de Will; quien al oírlo, se removió ligeramente entre sus sábanas y se frotó el rostro contra la almohada que Nico había usado, para luego sonreír entre sueños al aspirar el aroma del azabache. Gesto que a Nico le encantó tanto, que resultaría difícil admitirlo en voz alta, por lo que aquello significaba.
—Parece como si te estuvieras drogando con mi almohada— Nico pronunció divertido, en voz alta, algo ronco y somnoliento todavía; mientras se acercaba con pasos cansinos hacia él—. Espero que no babees mucho como le ocurría ocurría a Percy.
Will empezó a balbucear algo contra la almohada, en un tipo de idioma que Nico no conocía, pero que le causó mucha gracia; acto seguido, se hizo un pequeño huevo en la cama y abrazó la almohada de Nico con mucha fuerza, dejando salir a la vez, un gigantesco suspiro. Ahora, lo único que sobresalía de entre las sábanas era su pequeña cabeza rubia, llena de rizos y el cual el sol arrancaba destellos dorados. (Nico fue arrastrado hacia él, como si de oro se tratase). Se sentó al borde del colchón cuando llegó a su lado, (una pierna en el suelo y la otra doblada debajo de su cuerpo). Notó que el rubio empezaba a desperezarse, así que, supo que su tiempo con Will, pronto acabaría.
Debía aprovechar los últimos minutos que le quedaban, así que, de la manera más silenciosa posible; Nico cogió el borde de la sábana que cubría a su invitado y comenzó a bajarla lentamente, dejando así, la espalda de Will al descubierto y un poco más; donde iniciaba el contorno de sus nalgas. Nico se mordió el labio con picardía, sus ojos admiraron como locos los músculos de sus omóplatos, y sus dedos no resistieron la tentación de tocar aquellos dos hoyuelos de Apolo en su espalda baja, cuyo roce hizo temblar al rubio entre sueños; como si su cuerpo reconociera su tacto.
Una palabra lo describe: Perfección.
Y de pronto, Nico sintió la urgente necesidad de dejar un chupón en medio de su espalda, sin razón aparente, (más que por capricho, tal vez). ¡Es que se veía demasiado perfecto! Muy inocente e impoluto. Así que él quería marcarlo, ¡e iba a hacerlo! Sin embargo, cuando había estado a punto, ¡a centímetros de pegar sus labios en su bronceada piel...! Will decidió, justo en ese instante, que era un buen momento para despertar totalmente histérico y desesperado.
—¡OH POR DIOS! — explotó de improviso, incorporándose bruscamente de la cama, para mirar la pared frente a él con horror— No puedo creerlo, ¡ME QUEDÉ DORMIDO!
Estaba horrorizado, notó Nico, mientras este se sobaba la nariz que Will le había golpeado en su arrebato. El rubio estaba tan escandalizado, que en un primer momento, no le importó estar totalmente desnudo y con el miembro al aire, mientras se llevaba las manos a la cara. Miró por un largo rato hacia la pared, y después, viró su rostro hacia Nico para darle su mejor mirada acusadora.
— ¡¿Pero por qué no me despertaste anoche?! —exigió, en voz demasiado alta—. ¡Te advertí que me patearas de tu cama en caso de que me durmiera! ¡Pero ahora ya salió el maldito sol!
—Shhh, pueden oírte — Nico le susurró en cambio y lo calló rápidamente poniendo una mano sobre su boca, (el cual fue una excusa para solo poder sentir sus labios contra su mano, y sí, admitía que eso era raro). — No tengo idea de si mi padre fue al trabajo hoy, ¿no querrás averiguarlo a la mala, o sí?
El rostro de Will palideció al instante. Bastó con la simple mención del viejo para que él empezara a calmarse, con la mirada moviéndose por todos lados, como si el señor Di Angelo fuera a aparecer de debajo de su cama de un momento a otro para atraparlo. Resultaba adorable, aunque no tanto, no cuando estaba desnudo como escultura griega en su cama y su pelo totalmente desordenado, prueba de un excelente polvo; (secretamente estaba muy orgulloso de lo último).
Will cogió la mano que Nico había utilizado para callarlo, y lo apartó de sus labios suavemente para dejarlo sobre su regazo, sin embargo, el rubio no lo soltó inmediatamente; y Nico se encontró estudiando su mano atrapada entre los dedos de Will. Por alguna razón, el gesto se le asemeja a una trampa para osos, o una jaula impenetrable que evitaba su escape. ¡Se sabía convertido en un prisionero!, advirtió Nico, mientras su captor lo distraía con su encanto y calidez: la peor de las vilezas.
—¿Qué hora es?— le preguntó Will, sacándolo de su ensimismamiento, al mismo tiempo que agarraba la sábana para ocultar sus íntimas pertenencias de la mirada codiciada de Nico.
—Lo suficientemente tarde para faltar al gimnasio hoy, —le contestó levantando la mirada, y se quedó anclado a sus ojos que el sol los aclaraba como agua de manantial.— Como las once como mucho....
Los ojos de Will se abrieron ampliamente por la incredulidad.
—¡Nunca me había despertado tan tarde!
—Es normal—. Nico sonrió con socarronería, y Will rodó los ojos adivinando lo que diría — Te agotaste mucho anoche. Dos o tres veces... Tal vez más...
—Eres una mala influencia para mí, Di Angelo— se limitó a contestar, y le soltó la mano, (no sin antes darle un pequeño apretón cariñoso). —¿Me pasas mi celular y mis lentes, por favor?, mientras yo, trato de encontrar mi bóxer en algún lugar de donde lo tiraste anoche.
"¿Ya vas a vestirte tan pronto?", la pregunta apareció en su cabeza al instante, pero no las pronunció en voz alta. Resistió el impulso de hacer muecas de descontento, y en cambio, hizo lo que le pidió, cogió los anteojos y el celular de Will en cada mano; mientras este miraba por debajo de las sábanas y alrededor del piso en búsqueda de su ropa interior, consiguiendo nada más y nada menos, que el fracaso.
—Oh oh. —Nico soltó en un tono dramáticamente aterrorizado, cuando movido por la curiosidad, había desbloqueado su celular y encontró lo que para cualquier hijo significaría el "apocalipsis".— Tienes cincuenta mensajes y diez llamadas perdidas de "Papá", chico rebelde.
La exhaustiva búsqueda de Will para reencontrarse con su bóxer, paró en seco, su cabeza se giró violentamente hacia Nico, y con una velocidad sobrehumana; le arrancó el celular de sus manos para empezar a verificar las llamadas y el montón de mensajes que su padre le había enviado, mientras su rostro finalmente, se convertía en un trozo de papel por su palidez. "Santos bebés italianos", musitó Will, y abrazó su destino con valentía. Nico lo dejó concentrarse y morir lentamente con eso, en tanto, él se entretuvo en estudiar distraídamente los anteojos de Will.
Estos eran bonitos a decir verdad, de color verde agua, y con el vidrio de forma rectangular; sujetados mediante un marco de aluminio solamente. Si bien era cierto que Will siempre se veía muy guapo con anteojos, ahora que no los estaba usando, también lucía jodidamente sexy sin ellos. A Nico le gustaba sus opciones, podía tener al nerd sexy a su merced, o al chico rebelde para divertirse. Pero había un problema... que sin cristales de por medio, los orbes azules de Will se veían más deslumbrantes y penetrantes como nunca antes, irradiaban su luz propia, y dejaban descentralizado a Nico. Vulnerable y desestabilizado.
—Oh. Por. Dios. Debe de estar furioso— susurró Will con una voz diminuta y los ojos muy abiertos—. Hay cincuenta mensajes... ¡Pero le he avisado que estaría con Cecil! Pero nunca me había quedado tan tarde y además, luego del asalto raro de hace un mes ha estado muy paranoico, ¡es normal que se preocupe! ¡Y por tanto, va a matarme
Pero incluso aterrorizado, Will encontró la valentía para abrir su WhatsApp y empezar a leer los mensajes que su padre le había mandado, con el celular muy cerca de su rostro, y un pequeño fruncir en medio de sus cejas rubias. El pelo ondulado se le movía un poco por el aire acondicionado, y de repente, Nico se descubrió dándole un tirón a uno de esos rizos.
—¿Y bien?, ¿ya te echaron de tu casa? Porque si es así, puedes quedarte a vivir en mí sótano el tiempo que... —pero sus palabras fueron ahogadas por su grito de júbilo, e inmediatamente, Nico se acercó hacia él y miró la pantalla para encontrar lo que le había hecho tan feliz.
—"Tu papá llamó tres veces a las nueve preguntando dónde estás, así que, (como buen amigo que soy) le dije que nos quedamos viendo a Megan Fox hasta las cuatro y qué estabas bien muerto durmiendo en mi cama 7w7, y no quería molestarte. — Leyó Nico, el mensaje que pertenecía a ese tal idiota, llamado Cecil— "No sé dónde estás, pero más te vale llamarme apenas veas esto, para asegurarme de que no estoy ayudando a un secuestrador". Ah, qué amable — Nico agregó en tono agrio.
—¡Sí, mierda! —Will celebró, alzando un puño al aire de alegría. Acto seguido, empezó a grabar un mensaje de voz para enviárselo a su amigo—. Te amo, hombre, muchísimo joder— el rubio exclamó, y Nico quedó patidifuso por la facilidad en la que había dicho aquella pequeña palabra prohibida— voy a recompensarte el miércoles con mucha pizza y todo lo que quieras de mí—. Finalizó el audio, soltando una carcajada armoniosa a la vez.
"Y todo lo que quieras de mí". Una amarga y desagradable sensación lo embargó de inmediato. El azabache sabía que estaba siendo absurdo, ellos eran amigos desde hace mucho tiempo (mucho antes de que se conocieran) es obvio que se lleven así de bien, (y ese era el meollo de la cuestión, ¿no?, que irremediablemente es más importante que él). Trató de quitarse de encima el sentimiento que no quería poner en palabras, pero al parecer, no era tan bueno disimulando como había creído.
—¿Qué pasa? —Will lo interrogó, cuando pareció recordar su existencia— Te quedaste muy callado de repente— entonces, una sonrisa ladeada empezó a elevarse sobre sus labios.— ¿Acaso te pusiste celoso?
Nico soltó una carcajada, mientras el rubio le escrutaba el rostro con suma atención, vigilando y aprendiendo cada gesto y detalle de su semblante.
—Sí, claro—. Le respondió irónico, a la vez que se acercaba a su rostro— Eso te encantaría, ¿no?
Pero antes de que Will pudiera contestarle con palabras que pudieran confundirlo más, Nico lo calló con un fuerte beso en la boca y trató de engatusarlo; no obstante, Will se apartó bruscamente, y se tapó los labios con la mano.
—¡Lo siento!—Will se disculpó y de inmediato empezó a explicarse antes de que se ofendiera. —Es solo que, aún no me he cepillado los dientes, Nico, ¡y la boca debe de apestarme como a cloaca sucia! ¡Te daré asco! —finalizó el rubio, y el susodicho negro con incredulidad.
—Oh por favor, a quién le importa— soltó, y acto seguido, llevó una mano detrás de su nuca, e inclinó su rostro para profundizar el nuevo beso que le había dado, logrando así su cometido: que Will se olvidara de todo y solo se concentrara en él. Tampoco desaprovechó la situación, la mano que tenía libre fue a parar en medio de los pectorales de Will, su piel se sentía cálida y suave bajo sus dedos, y cuando pellizcó su pezón, le encantó el temblor que causó en él.
Detuvo el beso por un rato, pero no se alejó, se quedó allí a centímetros de sus labios para poder provocarle con su respiración y probar su necesidad por él. Will se quedó mirando su boca con anhelo, solo debía moverse un poquito y los sentiría de vuelta, pero orgullosamente, se contuvo para pedirle que siguiera, y en cambio; le sostuvo la mirada. A Nico le fastidiaba y le excitaba el reto implícito de sus ojos, (se veía muy confiado de sí mismo) así que, con una sonrisa de suficiencia, Nico abandonó su pecho y bajó su mano para acoger el miembro de Will entre sus dedos, y darle un lento y suave masaje para enseñarle quién manda.
Las pestañas de Will cayeron sobre sus pómulos al instante y soltó un pequeño jadeo (que a Nico le fascinó), mientras su hermoso rostro delataba el placer que su mano le provocaba. Cuando volvió a abrir los párpados, los ojos de Will estaban oscurecidos y su miembro empezó a crecer entre sus dedos, al igual que el suyo dentro de su bóxer.
—Alguien acaba de despertar también, — Nico murmuró con diversión, rozando sus labios contra los de él al hablar, mientras su mano empezaba un vaivén más entusiasta. Will no soltó palabra alguna, estaba demasiado caliente para sonar coherente, así que prefirió quedarse callado a decir algo estúpido que pudiera romper el momento; y entonces, sin pensar en las consecuencias, Will optó por lanzarse contra él. Con fuerza. Con demasiada fuerza del cual el azabache no estaba preparado para recibir.
Nico estaba al borde del colchón, así que cuando Will arremetió contra él en un arranque de impulso lujurioso a lo película romántica, Nico perdió el equilibrio al no tener nada de lo que sostenerse, y entonces, su trasero encontró sólo aire debajo de él, y sin previo aviso, el azabache ya estaba cayéndose de espaldas con Will encima de él luciendo una mirada cada vez más aterrorizada en su faz.
—No, no, no...— Will intentó detener la tragedia mediante todo lo humanamente posible, pero ya era tarde, caía en picada.
Lo primero que golpeó Nico, fue su cabeza. La parte trasera de su cráneo conoció la dura esquina de su mesita de luz, el cual le regaló un generoso guantazo que le provocó puntos amarillos en su campo de visión y un enorme chillón que pronto tendría el tamaño para dejarlo deforme. Con eso debió ser más que suficiente para pagar todos sus pecados, no obstante, él siguió cayendo.
En un vano y desesperado intento por sostenerse, su mano derecha se agarró de la mesita de luz con rapidez, pero lo único que consiguió de este, fue llevarse consigo también el mueble contra el suelo y todo lo que sostenía en su superficie. Su billetera, libros y su reloj, para el colmo, cayeron encima de él, y la lámpara hecha de porcelana también, se estampó contra el suelo cerca de su cabeza y se hizo añicos junto con el pequeño foco de su interior. Finalmente sus pulmones soltaron todo el aire que contenían cuando su espalda besó el suelo. Sus piernas y rodillas sostenidas férreamente por las manos de Will, fueron las únicas que se salvaron.
Por un minuto, ninguno de los dos se movió ni un centímetro, mirándose el uno al otro, completamente anonadados y en silencio. Por un minuto, o menos que eso, ambos disfrutaron del virtuoso silencio antes del follón infernal que se aproximaba. Nico, soltó un resoplido. Fue un gran estruendo. Una ruidosa caída, lo último que ambos querían.
—Carajo— masculló, sintiendo su cabeza empezar a palpitar por el dolor. "Ya nada puede salir peor", pensó. Error, sí que podía, y como una prueba y burla de su deseo, lo advirtió: al sentir pisadas vibrar el suelo debajo de él. Provenían de afuera. Entonces, una puerta se abrió afuera del pasillo y supo al instante de quién se trataba. No había forma de advertirle a Will tiempo, vio el final acercarse vertiginosamente y la aceptó rendido.
—Oh por Dios.... — Will solo tuvo tiempo de decir eso, antes de que la puerta de la habitación empezara a temblar por los golpetazos que recibía del otro lado, por una pequeña mano morena. PAM, PAM, PAM, y otros más; convirtieron a Will en un hombre paralizado por el terror puro—. Ay, mamá en el cielo...
—¡¿NICO, ESTÁS BIEN?! — Gritó su hermana, y su voz sonaba idéntica a un soldado espartano a punto de morir en batalla por la gloria—. ¡CONTESTA NICO! ¿HAY ALGUIEN ALLÍ?
—¿Quién es?—musitó Will, aún congelado e indefenso como sardina en lata.
—¡ESPERA, HAZEL! —Devolvió Nico frenético, trató de levantarse pero lo empeoró, y la mesita de caoba que aún no se había caído del todo finalmente se estampó completamente contra el suelo creando otro fuerte estruendo. —¡Mierda! —siseó, y eso no ayudó a aliviar la paranoia (justificada) de Hazel (su madre había sido asesinada frente a sus ojos de la nada, Nico no la culpaba) entonces, el primer acto del show de la tragedia inició todo muy jodidamente rápido.
—¡VOY A ENTRAR Y TENGO UN ARMA QUE NO DUDARÉ EN USARLO!
—¡NOO, HAZEL, ESPERA! — Nico intentó detenerla, pero Hazel abrió la puerta con un grito de guerra y en consecuencia Will soltó sus piernas de súbito, (haciendo que cayese patéticamente) y luego este se levantó de la cama con tropezones torpes y trató de huir hacia el baño con un pequeño chillido similar al de un hurón.
Hazel tenía un perchero como arma en manos, corrió con los ojos entrecerrados mitad furiosa, mitad aterrorizada hacia la figura borrosa que debía ser Will para ella y lo interceptó a medio camino de su fuga, y entonces, levantó su arma letal antititanes e intentó asestar en el costado del rubio; quien afortunadamente tenía rápidos reflejos y pudo detener el perchero con sus manos antes de que su hermana le hiciera brocheta con ella.
—¡¡Hazel, baja esa cosa, él no es un criminal! —Exclamó Nico mientras ponía una rodilla en el suelo para intentar incorporarse. —¡HAZEL!
Finalmente ella abrió los ojos, y ambos se encontraron frente a frente, estáticos en sus lugares. Will desnudo como su madre lo trajo al mundo, luciendo absolutamente espantado, y su hermana en pijama naranja, con los ojos descendiendo lentamente hacia su aparato reproductor masculino; al aire en todo su esplendor y gloria frente a ella. Trauma al instante. Will y Hazel se miraron, y entonces, ambos empezaron a gritar como condenados en tortura. Especialmente su hermana, su bramido parecía hacer sangrar sus tímpanos.
—Oh, mierda...— Nico susurró, y decidió quedarse alejado de ellos por un rato para mejor observarlos actuar en silencio. Eso fue lo que hizo. Vio a Will taparse la entrepierna con las dos manos, casi echando humo por las orejas y vio a Hazel soltar el perchero (como si quemara) para taparse los ojos con las manos mientras aún gritaba, y en consecuencia, el perchero terminó golpeando el dedo gordo de Will con fuerza, haciendo que su grito cambiara a uno de dolor ahora.
Y entonces, el segundo acto de la tragedia dio inicio cuando Caronte entró a la habitación por la puerta abierta como un vendaval, en plan, guardaespaldas mafioso trabajando con eficiencia y sangre fría y apuntó el arma que tenía en manos directamente hacia Will, listo para dispararle y convertirlo en queso suizo.
—¡LAS MANOS EN ALTO, LAS MANOS EN ALTO! — ordenó Caronte con un bramido aterrorizante, y Will obedeció automáticamente, alzando las manos a la altura de su cabeza con rapidez. Pero entonces, Will de nuevo estaba mostrándolo todo y Hazel volvió a gritar por la desnudez viril que por primera vez había visto en su vida. Caronte hizo una mueca al verlo. — ¡Dios mío, me retracto! ¡LAS MANOS ABAJO, LAS MANOS ABAJO! Espera, ¿eres Will? Si tú estás... Ah, ¡¿Nico?! Pequeña sabandija, tonta, ¡¿qué hiciste?!
Tres pares de ojos giraron en su dirección inmediatamente, luciendo cada uno, distintas expresiones. Enfado, vergüenza e incredulidad. Nico se quedó quieto detrás del colchón, como si este fuese una protectora trinchera con púas, y sonrió tímidamente hacia su furioso guardaespaldas. Will en tanto, no movió ni una sola pestaña ni músculo de su desnudo cuerpo.
—¡Eres un mocoso imprudente! — Caronte lo regañó, articulando con el arma que zarandeaba en su mano. — Tienes una maldita suerte, ¡una asquerosa suerte, Nico!, ¡¿qué ibas a hacer si tu padre no hubiera ido a trabajar temprano y viera esta escena?! ¡Ay no, ni lo quiero imaginar! ¡Con lo viejo tradicional que es! ¡No, por Dios!
—Ah... — Nico abrió los labios, pero tenía la lengua enredada en su garganta y ninguna excusa en mente, sin embargo; tenía muchas ganas de reírse pero eso sería muy malo de hacer. Así que selló sus labios y tragó saliva como un buen niño, mientras veía a su hermana por el rabillo de su ojo, abanicándose la cara roja con una mano. Sentiría pena por ella de no ser porque Will no era feo al fin y al cabo, el chico era un regalo para las mujeres de cualquier edad. Pudo ser peor.
— ¡Vístanse los dos y bajen a comer!
Después hablaré contigo, Nico. Hazel, vámonos, ya suficiente has visto por hoy... — le llamó su guardaespaldas, y ella hizo caso caminando detrás de él hacia la salida. Will parecía estar a punto de soltar todo el aire tenso que contenía, pero justo cuando lo haría, Caronte volvió a girarse hacia él y le dijo con una sonrisa amable y cordial esta vez: —Oh, por cierto, Will, es un gusto encontrarte de nuevo aquí. Siéntate como en casa, pero la próxima vez me gustaría verte más... cubierto, ¿entiendes?
Will asintió con rigidez. Duro como una roca o metal oxidado. Aun con los ojos muy abiertos, y la mano protegiendo sus tesoros dorados. Hazel intentó mirarle a escondidas detrás del cuerpo de Caronte ahora, y luego movía sus ojos hacia su hermano. Unió los puntos, y el sonrojo sobre su cara ya rojo, le hizo saber a Nico que ella había adivinado la razón por la que estaba desnudo. Bueno, tampoco era como muy difícil. Caronte se despidió de Will con la mano, con una enorme sonrisa de un padre amoroso, y antes de cerrar la puerta, le envió a Nico una mirada de "estás en graves problemas". Se fue, dando un portazo.
Will se quedó mirando la puerta, y siguió parado en medio de la habitación, muy rígido y absolutamente mudo. Justo así, Nico notó que se veía como una escultura griega más que nunca. ¿Estaba bien? ¿O se había muerto de pie?, entonces, sus labios volvieron a emitir sonido y preguntó:
—¿Esa era tu hermana?
—Sep —contestó, planchando distraídamente la sábana de su colchón. —Media hermana, mejor dicho.
—Y estoy desnudo—. Pronunció el rubio, sin tener la valentía para bajar sus ojos y comprobar su desnudez.
—Gloriosamente desnudo. — Nico sonrió gigantesco, y Will lo miró horrorizado. Acto seguido, el rubio caminó hacia la cama tambaleante como borracho, agarró las sábanas para enrollarse con ellas cual sushi y finalmente, se dejó caer en el colchón, ocultando su rostro contra este para amortiguar el grito que soltó de lo más profundo de su garganta—. Mamma mía, —canturreó Nico en tono italiano, para después, ahogarse en una fuerte carcajada que reverberó por toda la habitación.
Cuando finalmente Nico y Will bajaron al comedor, (el rubio necesito una alta insistencia para hacerlo) ambos encontraron que sobre la mesa ya habían traído una ligera merienda de mediodía, que constaba de; té negro, leche, rodajas de pan y un par de frascos con mermelada y mantequilla. Hazel y Caronte ya estaban sentados, disfrutando del aperitivo en silencio, así que Nico se dirigió a sentarse con ellos, con la frente en alta como el rey de Inglaterra; en tanto, Will estaba muriéndose por dentro. Bajo la mirada inquisitiva de Hazel, detuvo al azabache agarrando la tela de su camiseta y le preguntó en un tono muy bajito en su oído:
—¿Cómo me veo?
Nico le dio una mirada divertida, acto seguido, le dio un repaso de arriba a abajo (algo disimulado) quedándose más tiempo de lo debido en una zona de su cuello, ¿le había dejado un chupón? Iba a matarlo después de esto si lo había hecho.
—Muy bien follado— le contestó con una sonrisa diabólica, para después irse a sentarse enfrente de su guardaespaldas, dejando a Will (boquiabierto) y con la única opción de sentarse enfrente de su hermana.
Titubeó, no quería sentarse, mejor era irse, pensó casi decidido. Pero entonces, Nico sacó la silla de debajo de la mesa con un puntapié y le indicó que se sentara sin palabras. Al azar la mirada hacia Caronte, este le ordenó también con un gesto vago, que tomara asiento; así que con renuencia, él estaba enfrente de Hazel ahora, agarrando una rodaja de pan y una cuchara para coger mermelada.
—¿Quieres té, leche o café, Will?— le interrogó prácticamente Caronte, mientras el rubio apenas y podía mirarle a los ojos. —Sírvete lo que quieras.
—Gracias, señor, leche está bien— le contestó Will con inocencia, aceptando una jarra con el contenido dicho en manos. En absoluto silencio se sirvió, y luego dejó el recipiente sobre la mesa con tanto cuidado como si hubiera minas escondidas debajo del mantel con estampado de girasoles.
—Muy buena elección, muchacho, la leche es muy nutritiva y esencial para la juventud— su sonrisa era gigantesca, casi de miedo, a Will no le daba buena espina mientras seguía escuchándolo—. La leche de vaca es buena, leche de cabra, leche de soja y otras alternativas, ¿verdad, Nico? —le preguntó, el azabache le dio una mirada de muerte, y luego Caronte soltó una carcajada ruidosa.
Tanto Will como Hazel no comprendieron. Caronte le dio un guiño juguetón al rubio, y dio un sorbo a su taza de té.
—¿Dije algo malo? — Will le susurró a Nico, lo mas bajito que pudo, de pronto, no confiaba en la leche que tenía en sus manos.
—No le hagas caso, solo quiere molestarme—. Le respondió, poniendo los ojos en blanco— Como es lo usual.
Will lo miró algo preocupado por un par de segundos, y luego apartó la mirada y la concentró en su vaso. Sentía también los ojos de Hazel sobre él cuando no la estaba mirando y sintió las mejillas calientes cuando recordó que le había visto totalmente desnudo, ¡vaya primera impresión, Will!, se regañó mentalmente, haces que hacerte conocer de a fondo tenga otro significado. Por lo menos, no había sido alguien que ya lo conocía.
Entonces, el tercer acto comenzó.
Por pura coincidencia y milagro de los ángeles, Will había girado el rostro distraídamente hacia la puerta que se ha abierto de repente a unos metros a su derecha, de ella salió una mujer alta y robusta, con el pelo negro largo y de rostro muy familiar pero con un par de años más: la madre de Lou Ellen, su mejor amiga.
¡PERO QUÉ TARADO HA SIDO! Se gritó así mismo por dentro, sintiendo como un puñetazo en el pecho por la impresión, y no sólo eso, Nico le golpeó la espinilla debajo de la mesa como apurándole a hacer algo más que congelarse otra vez. Se había olvidado completamente de que la madre de Lou trabajaba con los Di Angelo, ¡¿Cómo se había olvidado de un detalle tan atroz?! No podía decirle que estaba aquí por tarea de la escuela, ¡era vacaciones! ¡¿Y ahora qué?! Ella aún no lo miraba, estaba guardando un par de llaves en su bolsillo, ¡piensa rubio, piensa! Improvisó, agarró la cuchara que había utilizado y la dejó caer en el suelo.
—¡Oh, vaya, se me cayó! — Will murmuró, haciendo de su voz menos como la suya para no ser identificado— ¡Yo lo recojo! —se apresuró a añadir, justo cuando Caronte diría algo, se bajó de la silla y de rodillas, gateando, entró debajo de la mesa y se escondió tras el mantel. Ya escondido y protegido, le golpeó la pierna a Nico, y este levantó el mantel un poco y lo miró en medio de sus piernas—. ¡¿Por qué no me dijiste que la mamá de Lou estaba aquí?! — le siseó furioso, a lo que Nico contestó con un pequeño encogimiento de hombros.
—No puedo pensar bien cuando estoy contigo—. Agregó, y Will le puso mala cara. "Estúpido, no caeré en tu galantería distractora". —Espera ahí...
—Perdonen mi interrupción, — la mamá de Lou empezó, y Will fingió no existir— sólo quería preguntar si prefieren salchichas con espaguetti o solo espagueti sin nada acompañado en el almuerzo de hoy.
—Oh, ¡me encantaría comer salchichas! —Caronte se apresuró a hablar, y había un peligroso tono socarrón en su voz ahora— No obstante, creo que Nico ya debe estar algo hastiado de tanta salchicha que debió comer anoche, mejor no.
—Pero ayer no había salchich... oh. —Hazel se quedó callada abruptamente comprendiendo, Will lo entendió también de inmediato y no sólo eso, ahora el chiste sobre la leche de hace un momento, mágicamente, recobró sentido para él. Qué vergüenza. Así que de esa "leche" hablaba. —Mmm, tú... eh, amigo, ¿está bien? —preguntó la morena, solo intentaba cambiar de tema pero le había condenado intencionalmente—. Se ha quedado mucho rato debajo de la mesa.
—Está buscando su cuchara, — Nico le contestó de forma tensa, y entonces, Caronte exclamó escandalizado y cochambroso:
—¡Oh por Dios, no me digas que está...!
—¡NO! —Will y Nico lo censuraron al mismo tiempo, —Ya cállate, viejo cochino. —agregó Nico, tratando de darle una patada a su guardaespaldas pero en vez de asestarle a él, golpeó a Will en su espalda, quien contestó con un sonoro "auch".
—Esa voz me suena conocida... — La señora murmuró, dando un par de pasos hacia la mesa, mientras el rubio sentía su corazón acelerarse por la adrenalina. —¿Necesita ayuda, joven?
—¡Que descaro! Me llamas a mi cochino pero tú trajiste a este muchachito para... —inició, pero la explosión por parte de Hazel, los calló a ambos finalmente.
—¡Por favor, tengan algo de pudor frente a mí!
—No, no, necesito ayuda— Will se dirigió a la mamá de Lou, tratando de sonar diferente, y fracasando patéticamente en el intento. Para el colmo, Caronte envío un puntapié a Nico, pero una vez más, el golpe término en el brazo de Will con fuerza, acabando finalmente con su paciencia. —¡Paren ya, mierda!
—¡Ay, lo siento mucho, el golpe iba para Nico, joven Will!
—¡¿Will?! —la señora Ellen exclamó, y sumando con su inconfundible tono de voz, ella supo de inmediato de cuál muchachito hablaba.
—Ay, no, — Will lloriqueó bajito, y entonces, la mamá de Lou se agachó, alzó el mantel con brusquedad e inmediatamente, (sin lugar a escape) vio a Will, escondiéndose debajo de la mesa como un criminal fugado... Solo había una cosa que podía hacer en estas circunstancias: sonreír con dulzura, mientras el sudor frío caía por su espalda. —Hola, señora, que bueno encontrarla aquí.
Ella estaba patidifusa, y Caronte, ignorante de su metedura de pata, baja también la cabeza y le pasa una nueva cuchara diciéndole: "Usa esta, la otra ya lo chupo el diablo". Pues Will pensó, que tal vez aquel diablo también lo escupió justo antes de volver al infierno, porque sólo por esa razón, tendría tremenda mala suerte como la de hoy. Que hermoso día, se dijo, descansando la espalda contra las piernas de Nico Di Angelo, mientras una sensación de deja vu lo embargaba.
El tercer acto se acaba, los personajes saludan al público agradecidos, y finalmente, se cierra el telón.
Un enorme agradecimiento a arlette espléndido dibujo el que me ha hecho no tengo palabras para poder agradecerle adecuadamente. Espero que el capítulo sea de tu mayor agrado.
Gracias por estar aquí leyendo mi capítulo les prometo qué mis capítulos siempre tendrán calidad a pesar de ser lentos en su publicación nos vemos en otra historia este fin semana.
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