39. Por favor, no muerdas

Will tenía los pensamientos tan dispersos y acelerados, como nubes de chubascos en un vórtice huracanado. Dentro de su mente distraída y paranoica, ya se había imaginado veinte formas distintas en las que Nico había pasado un peligro inminente, y no podía dejarlo pasar por alto. Simplemente la preocupación volvía, y volvía, cual lluvia persistente en una noche de aguacero.

Estiró la palanca del inodoro luego de acabar con sus necesidades, abrió la puerta del cubículo y en primer lugar, (como si hubiera estado esperándolo) encontró a Percy sentado sobre el lavamanos de mármol, con sus pies moviéndose en el aire como un niño. Este se había estado distrayendo con su celular en manos, sin embargo, apenas vio a Will salir, su sonrisa antes inexistente, apareció en su rostro y le dió a Will una cálida bienvenida; como si hubiera vuelto de un viaje a Texas, en vez del baño.

—Hey, ¿qué haces aún aquí? —le preguntó Will, acercándose hacia él para utilizar la canilla y lavarse las manos— ¿Y Luke?

—Fue a pagar la siguiente mensualidad. —le contestó, a regañadientes, y con los ojos cabizbajos de vergüenza, lo cual para Will resultó adorable

—Me he quedado aquí, porque verlo tirando dinero por mi culpa, me habría dado una crisis...

—No exageres.—Le calmó, a la par que se llenaba de jabón los dedos distraídamente. —Recuerda ir por el puesto de trabajo en el acuario, créeme, te dará el trabajo. No es que ya haya hablado con el gerente o algo así... —soltó entre los dos, como poca cosa, mientras Percy quedaba boquiabierto. — ¡Y no digas nada más! ¡O me enfadaré!

—Lo siento —Percy se disculpó, tocando el Piercing industrial de su oreja, el cual Will creía que no pertenecía a su rostro de rasgos suaves y redondeados; es decir, su rostro era uno de esos del que la pubertad aún no quería despedirse, y recordando que Dylan había mencionado tatuajes, solo podía imaginarse que se vería como un bebé tatuado—Mi madre y yo nos hemos acostumbrado a no pedir ni recibir ayuda de nadie. —finalizó, sacando a Will de su ensimismamiento.

—Entiendo. —fue todo lo que respondió, porque no quería parecer entrometido sobre un tema que parecía delicado.

Se pasó el agua por la mano, restregó, y acabado eso, fue a por la secadora. Dejó que placentera sensación le embargara para tranquilizarlo. Se alegró de la presencia de Percy, había logrado que su mente se dispersara un poco, y ya no se sintiera tan embotellada a punto de explotar, sin embargo, otro tipo de sobresalto apareció cuando él volvió a hablar:

—Así que, tú y Nico, ¿eh? —soltó en tono cantarín, y su cuerpo se puso rígido, con un sudor frío deslizándose por su pecho— Tampoco me sorprende. Después de ver a Nico lamerte la nata de la boca utilizando la excusa de la apuesta, sabía que terminarían siendo novios.

—No es precisamente "novios" lo que somos, a decir verdad. —susurró, y fingió más tiempo de lo requerido en secarse las manos para que el ruido de la máquina lo amparara. —Ya sabes, nos estamos... conociendo.

Sí, "conocerse" en el sentido de maneras muy íntimas y sexuales, podría ser esa la palabra adecuada para definir la extraña relación que tenían. Escuchó a Percy reír un poco, su espalda apoyada contra el espejo, y sus manos a la altura de su ombligo, dándole un aspecto relajado.

—No me sorprende, Nico es, "complicado". De igual forma, tienes mi bendición, primo— le guiñó un ojo, y luego hizo una mueca burlona al notar que Will estaba usando la secadora más de lo necesario. — Ya, ¡vas a descomponer la máquina esa! O peor, se te caerá la piel.

—¡Ah, cierto! —quitó las manos, y ahora no sabía dónde mirar.

—Siempre fue así de reservado, por cierto. Frío, insensible y cruel en algunos casos. Pero supongo que ya lo habrás notado, vas más de un mes a su lado. —tomó la sonrisa de Will, como una confirmación y continuó — Incluso de niños, él siempre fue el más centrado, y evitaba que... Jaa—Jason y yo, termináramos cayendo en una fosa.

—Eso suena como él, — Will le respondió emocionado, y de pronto, un millar de preguntas sobre Nico infante aparecieron en su mente las cuales atacaban para ser liberadas, el rubio esperó, pero luego se rindió a ante curiosidad. — ¿Hay algo que le gustaba mucho? O sea, no es que... sólo quiero saber...

—Antes tenía una colección de juguetes de la cajita feliz, —contestó Percy, apiadándose de su balbuceo, mientras una sonrisa nostálgica se apoderaba de sus labios, — Mythomagic. Eh, ¡Ah! Y le gustaba ese episodio de coraje el perro cobarde donde aparece esa mierda gritando: "¡Devuelvan la tabliiillaaa, devuelvan la tabliiilaaa!"— Dramatiza con una voz de ultratumba, que lo hizo reír. — ¡Lo veíamos cada domingo antes de dormir! ¡PUTO MIEDO! Tuve pesadillas por semanas por su culpa.

Will siguió riéndose, imaginándose a un pequeño Nico, durmiendo como un angelito sin temores, mientras Percy trataba de conciliar el sueño con los ojos muy abiertos, mirando cada rincón de la habitación de su casa. La imagen le causó una calidez tan fuerte en su pecho, que tuvo que ignorarla, para evitar preocuparse. De pronto, Percy se bajó del lavamanos. De un salto, cayó sobre sus propios pies y luego se giró hacia Will con aire cómplice.

—Una cosa más. Toma las riendas de la relación, Will, o te pasará encima, y no hay doble sentido en la palabra —le aconsejó, con una ligera elevación de cejas bailarinas. —Nico es uno de esos tíos, que si te ve muy complaciente, te hará bullying, o te controlará. No te dejes dominar completamente, hombre. —alzó un puño al aire, y lo agitó con determinación en su dirección, —¡Enséñale a ese Italiano, quien manda!

—¡Sí! —Will exclamó, empoderado, valiente, como su amiga feminista Lou, cuando lograba que un chico barriera el salón de clases en vez de las chicas. —¡Le enseñaré!

—Exacto, ¡y no demuestres temor!

—¡Claro!

—Oh, y, solo no le digas que yo te dije esto. —Susurró el azabache, posando una mano preocupado sobre el hombro de Will, quien lo miró incrédulo por su cambio de humor—Es que, sí da bastante miedo cuando se enoja.

La noche del lunes era como cualquier otra, tediosa, calurosa, y cansadora porque a Will le tocaba meter toda la ropa sucia dentro del lavarropas, y revisar de bolsillo en bolsillos para cerciorarse de que no hubiera algo punzante o metálico dentro, y por supuesto, fijarse si hallaba algún dólar, el cual acabaría como huésped en su billetera en vez de convertirse en puré.

Eran las nueve y media de la noche, y cada minuto que pasaba para Will era un minuto menos para que Nico volviera a tocar tierra neoyorquina de nuevo. Se sentía nervioso y confundido, con el estómago revuelto como el calcetín que tenía en manos; tan ansioso, que le dió por empezar a golpear y castigar su camiseta con el calcetín, mientras su mente chillaba como una olla a presión.

Se dio una cachetada mental. "¡Basta!", se dijo, y se sentó en el suelo para alcanzar uno de los corpiños de su hermana, y empezó a colocar el alambrillo debajo del relleno, en su lugar, ya que Kayla varias veces se había quejado de que un día, aquello le atravesaría el corazón. También pensó irónico, que solo así, conseguiría el corpiño de una chica en su vida.

En eso, el timbre de su celular sonó, y casi con frenesí lo sacó de su bolsillo para mirarlo. "Ah". Fue su respuesta decepcionada cuando vio que solo se trataba de un mensaje de Lou en el grupo de amigos, lo cual le hizo sentir culpable inmediatamente, y lo empujó a contestar que el miércoles estaría disponible para ir con ella a participar en una charla con el grupo de feministas, los llamados "Visión mujer".

Lou:
La reunión será a las tres, recuerden ser amables y evitar las indirectas o acciones micromachistas.

Cecil:
¿Cuáles serían esas acciones? ☺

Lou:
No opinar, porque la lucha es solo de nosotras, sino apoyarlas. No pedir agua o comida, para eso la buscas tú. ¡Y no coquetees con ninguna de ellas!

Cecil:
Lo último ni en broma.

Lou:
¿Excusame?, ¿por qué?

👀

L

ou:
Porque solo tengo ojos para ti, Lou. 😌

—Excelente jugada, —susurró Will en la soledad de la habitación, guardando su celular de vuelta en su bolsillo.

Will se incorporó perezosamente del suelo, y se sentó sobre la cesta de ropa. Ir o no ir, he ahí la cuestión. Porque ir con Nico se vería desesperado de su parte, urgido o necesitado, pero no ir, significaría no verlo; y él necesitaba verlo, para asegurarse de que estuviera bien, de que el luto no le estuviera afectando. Claro que él nunca mostraba sus emociones, pero aun así, Will sólo tenía que cerciorarse.

Hacerlo sería arriesgado. No hacerlo resultaría egoísta. La primera opción, puede que le daría a pensar a Nico que él solo iba para conseguir sexo; pero la segunda opción, ¡también hacía parecer que le importaba lo mismo! Sólo sexo, y no se preocupaba por su estado mental. "¡¿Por qué Dios, me has negado la fortaleza para decidir?! ¿Qué hago? ¡¿Qué he de hacer?!" Le preguntó Will, al bóxer con estampado de patos que su padre tenía.

¡No iré!

Decidió implacable. Pero en ese instante, un mensaje llegó de Nico:

Llegué a casa.

¡Iré a tu casa! Tenemos que hablar


Espera. ¡Se estaba auto invitando! "¡No debiste hacer eso, Will idiota Solace!" Ahora él tenía el poder para rechazarlo de forma cruel si lo quería. ¿Eliminaba el mensaje? Tarde, ya salió azul en las palomitas. Mierda. Pero por otro lado, de una u otra forma, iba a terminar preguntando al fin y al cabo, como la persona arriesgada y ansiosa que era.

Mi padre está en casa... Pero él no saldrá de su cuarto por un buen tiempo, así que, supongo... Tal vez.

Solo quiero saber que estás bien.

Estoy bien. No era mi madre.
Pésima tu excusa.

¡No es una excusa!


Además, te estarías arriesgando mucho, Solace, ¿no me digas que te preocupas por mí?

OK, nos vemos mañana.

Espera, sí, me siento un poco mal. Pésimo. Destrozado. Derrotado, y herido. ¡Ven, sácame de esta agonía!

Will le rodó los ojos a la pantalla del celular, pero su sonrisa se había ensanchado, y su adrenalina bombeaba como el interior del lavarropas. Se llevó una mano hacia sus rizos en un gesto pensativo, del uno al diez, ¿que tanto quería ir? Se contestó así mismo con un 12.3, el 3 era para no lucir muy patético.

OK, ¿cómo entro a tu casa sin que me maten?

💛

—Buenas noches, el señor Di Angelo, me pidió una pizza a domicilio, sí, pizza de pizzería.

Parado junto al pequeño intercomunicador cerca del portón, Will castigaba sus labios mordiéndolos con nerviosismo y remordimiento.

¡¿Cómo había terminado así?! Saliendo de casa un lunes por la noche con la lamentable excusa de: "Pijamada en casa de Cecil, veremos porno heterosexual y luego comeremos mucha comida china. No me llames, papá". En su diatriba dramática, Will pensó que casi ya ni se reconocía. Todos sus comportamientos y decisiones actuales, estaban siendo tomadas por una cabeza distinta a lo usual, que Will aún no tenía el coraje de reconocer.

Esperó un minuto, en los cuales el guardia debió haber avisado a (ojaláportodoslosDioses) a Nico por teléfono, para confirmar la información, y en el siguiente minuto, un hombre con aspecto tosco, le abrió las rejas con solo el espacio suficiente para que él pasara. Al costado, había una pequeña caseta, el cual tenía dos sillas, tazas sobre un mostrador de acero, (con un líquido que parecía café) y dos televisores; una transmitiendo el partido de los GSW y el segundo, se encargaba de las cámaras de seguridad.

N.A: Golden State Warriors. Grupo de baloncesto, que está arrasando con todos los campeonatos desde varias temporadas.

El segundo guardia, que había estado muy concentrado en un tiro de Curry, se levantó con desgana y se dirigió hacia Will, para coger la pizza. Nico ya le había advertido sobre el procedimiento que se haría de antemano, por lo cual, no se sorprendió cuando el hombre abrió la caja, y con un brillo codicioso en la mirada, inició a examinar la pizza, como si del interior de un pepperoni, fuera a explotar una bomba.

En tanto esperaba la aprobación del guardia de seguridad, Will notó que los Di Angelo habían duplicado la seguridad desde la última vez que había venido. Habían como siete hombres merodeando cerca de las rejas, y la muralla; otros cinco, simplemente estaban de pie con los brazos cruzados mientras la culata del arma brillaba bajo las farolas. Bueno, tampoco era de extrañarse, después de que en el día de tu boda asesinaran a tu esposa, Will también pondría mucha seguridad en su casa.

Y pensándolo bien, mientras más, mejor, así Nico no correría tanto peligro.

—Adelante. —El guardia le dijo, y le devolvió la caja de forma brusca. Will asintió agradecido a ambos hombres, y sin perder más tiempo, se encaminó hacia su destino.

La mansión se veía desértica, acogida por un silencio que le daba un aire sepulcral y misterioso. Por un momento, Will se sintió extremadamente acongojado, sus piernas le temblaban como la noche que Nico le desvirgó, y no sabía si era por aquel sueño casi profético que había tenido, o por la imponente presencia del papá Di Angelo, seguramente, sentado en alguna habitación de su hogar.

Tragó saliva. Entonces, se detuvo momentáneamente a centímetros de la puerta, y se gritó por dentro: ¡¿PERO QUÉ ESTOY HACIENDO?! ¡VOY A MORIR! Sí, Nico está bueno, ¡PERO YA MUERTO NO PODRÉ VERLO MÁS ! Era un idiota por venir. Estaba tan claro como el agua ahora, que era un estúpido, pero, ya era tarde para retroceder. Por lo tanto, haciendo uso de la valentía juvenil que predisponía los de su edad; alzó los nudillos de su mano, y se dispuso tocar a la puerta.

Aquello no sucedió.

Antes de que incluso sus dedos rozaran la madera, la puerta se abrió de sopetón desde adentro, y una mano con un anillo en forma de calavera, lo cogió por la solapa de su camiseta y lo jaló para meterlo dentro de la habitación, sin ninguna palabra, y bajo la mirada confusa e incrédula de los guardias de seguridad de alrededor.

La noche volvía a guardar secretos, en lo que terminaba el día, incluso de las mismas estrellas que no estaban presente.

Nico sentía como los ojos azules de Will, helados y duros como témpanos afilados, trataban de hacer un agujero en su cabeza para indagar dentro de su materia gris. Como si tuviera rayos X, lo escrutaba para descifrar el secreto que guardaba, cuyo acto, no dejaba de poner nervioso a Nico. Como si Will realmente pudiera revelar como un médico forense, los signos inequívocos de su delito.

Estaban sentados en el suelo, con la espalda recostada contra la cama y la caja de pizza en medio de ellos (como para poner una sana y precavida distancia entre ambos), y con solo dos trozos restantes en su interior. Nico había puesto "Masacre en Texas" en la televisión de plasma que estaba colgada en la pared, sin embargo, lo había hecho solo para evitar hablar, pero en realidad, a pesar de tener los ojos fijos en la escena donde le sacaban las tripas con una motosierra al actor, su mente estaba en otro lado.

Desde la comisura de sus ojos, vio que Will dejaba de mirarlo, lo cual le dió tiempo para relajarse un poco, a pesar de que por afuera debía verse tan expresivo como una roca. En primer lugar, él había querido sentarse con Will en la cama, no obstante, como sabiendo de sus intenciones, el rubio inteligente, le había negado la proposición, diciéndole que no había venido para eso; sino para darle apoyo moral como los buenos "amigos" que Nico no sabía que eran, pero que no tuvo el corazón para contradecirlo.

Nico todavía no sabía la razón exacta, pero por primera vez, se sentía incómodo a su lado. Nervioso y tenso, cuyas sensaciones jamás había sentido a su lado, pero aquí estaban ahora, latentes y poderosas; y las odiaba, porque evitaba que pudiera disfrutar de su compañía, y peor, se sentía como indigno de tocarlo. ¿Culpa? La verdad él no la sentía, pero había algo que lo inquietaba, era un desasosiego que le devoraba la calma; como un ruido de fondo al que no conseguía atribuirle una causa específica. ¿Miedo?, ¿de qué?

Nunca había sido bueno en comprender sus propios pensamientos. Era frustrante.

—¿Vamos a hablar sobre lo que ocurrió el domingo? —Finalmente, Will se aventuró a preguntar, pero eso era lo último en los planes de Nico. — Lamento haberte llamado por cierto, ahora entiendo, porque sonabas algo apagado ese día.

—Como dije, estoy bien.— Le contestó, y por solo unos segundos, pudo soportar la mirada hasta que el azul de sus ojos, fueron demasiado para los de él. — No es necesario que hablemos de ello, es más, mientras menos saques el tema, aún mejor para mí.

Will asintió, como muy comprensivo, como si no estuviera muriendo de curiosidad. Le echaba miradas de reojo a cada rato, y aquellos pequeños gestos, hizo soltar un pequeño bufido divertido a Nico, quién al final se rindió ante él, y le dijo:

—Anda, pregunta entonces lo que quieras.

—¿Ya saben por qué lo hicieron? —Inquirió al instante, y frunciendo sus cejas preocupado. — ¿El asesino escapó?

—Negativo y... —por un peligroso segundo, dudó en la segunda pregunta. Recordó, que para conocimiento público la respuesta debía ser distinta a la realidad, — y afirmativo en la siguiente. Dicen que escapó en una pequeña avioneta, —agarró la segunda pizza, y empezó a darle mordiscos, — esperemos que la policía haga su trabajo.

Y claro que la policía estaba trabajando ahora mismo. Pero para su padre. Es lo que se espera después de pagarles una fortuna para encubrirlos y además, investigar más al loco religioso.

—¿En qué trabaja tu padre, Nico, y por qué crees tú que querían hacerle daño? —continuó, hambriento de información, y sin dejar de atenazarlo con la mirada. Nico se fijó en su pizza a medio comer, y formó una sonrisa torcida antes de contestarle:

—Los motivos abundan, y en verdad, no estoy muy seguro de cuál fuera la razón; dinero, envidia, tal vez un admirador enfermizo de la novia, o un loco fanático... —se quedó callado, pensó un momento y siguió. — No lo sé. Y, ya sabes en qué trabaja mi padre, — le sonrió irónico, — importador y exportador de armas, agencia de seguridad y una asociación casi clandestina para la venta de diamantes. Aunque eso último, se supone que no debía decirle a nadie... Siéntete importante —terminó, y engulle su pizza de un bocado.

—Lamento mucho lo ocurrido, en verdad. Si no hubiera venido a escondidas, iría ahora mismo a darle el pésame.

—Sí, mejor no hagas eso. — Nico recalcó, y después, volvieron a guardar silencio.

Con la luz apagada y con solo el brillo que la televisión los cubría, el ambiente podría considerarse casi romántico, si a Nico le importara esas cosas. Incluso el halo de la luna llena que entraba por la ventana, parecía decidido a convertirlo como una escena de película romántica.

Y él no quería eso. Porque cualquier signo de sentimentalismo o romanticismo, hacía sentir a Nico, "desesperado", le entraban las ganas frenéticas de salir huyendo y lanzar todo por su balcón, y fingir que nada estaba pasando. Entonces, viró su atención hacia Will, (mientras esté miraba con asco la escena de un desmembramiento sangriento) y se preguntó si sería capaz de echarlo de aquella forma tan insensible como había hecho con otros "amantes", (especialmente con Arata).

—Solo un beso, —por cuarta vez en la noche, Arata le pedía aquello, con voz desesperada y frágil, como si sus labios fueran a proporcionarle la cura para el veneno que corría en sus venas. —Bésame, por favor.

—No. —gruñía Nico entonces, de rodillas detrás de él, mientras el japonés estaba sobre su cama—Ya te dije que me da arcadas, ¡deja de insistir!

—Eres tan cruel, y venenoso, Nico, —lloriqueo Arata, pero gimió cuando él entró en su interior, — pero no puedo dejarte, por más que lo intente,susurró lo último, con lágrimas de placer bajando por sus mejillas y empezar a jadear como gata en celo.

Nico se deshizo del desagradable recuerdo, con un balanceo de cabeza, fijarse demasiado en los labios de Will mediante el rabillo de su ojo, le hacía pensar siempre en la grandísima diferencia que había entre ambos. Antes de Will, Nico jamás había besado a alguien, pues el simple pensamiento le solía dar arcadas. En cambio con él, tan solo ver esos finos labios perfilados, y con sólo imaginar pasando su lengua en el interior de su boca, hacía que el pantalón del azabache se sintiera ajustado.

¿Por qué comparaba tanto los besos de antes y después? Simplemente, le interesaba encontrar un porqué.

Entonces sin darse cuenta, empezó a admirar su rostro. Sí, sí, Nico ya sabía que lo había hecho demasiado que contar las veces sería sumamente vergonzoso; pero es que, no podía evitarlo. Will era guapísimo, con su cabello tan rubio como oro líquido, su mandíbula delineada y sus pómulos marcados y salpicados con un montón de pecas. "Papá Solace, usted ha hecho un gran trabajo", pensó, y de pronto, se dio cuenta que lo había mirado tanto, que Will se percató de esto, y lo encaró.

Al principio se mostró confundido, mirándolo con una pregunta en los ojos que Nico jamás contestó. Luego, intentó con una pequeña sonrisa, y un ligero alzar de cejas. Pero otra vez, el azabache no dijo nada y el silencio entre ambos era llenado con los aullidos de dolor de la protagonista en la película.

—¿Qué? —susurró Will, y él vio como su manzana de adán subía y bajaba con nerviosismo. —¿Tengo salsa en la cara, es eso? —le preguntó, por lo que inmediatamente el rubio empezó a limpiarse los labios, sin encontrar nada y por tanto, le pidió ayuda.— ¿Dónde está?

Se tocó los labios con los dedos, como una seductora pero inconsciente provocación; que él no tenía idea del poder que poseía, y aquello sólo lo desequilibró aún más. A Nico le entró un nosequé allí mismo, tan abrumante para su cuerpo y su mente, que antes de que pudiera pensarlo mejor, él ya estaba lanzándose hacia Will, para juntar sus labios con los de él, y devorarlos como una rebanada de su pizza favorita; con hambre, con prisas, pero con veneración por su delicioso sabor.

Will no se quedó atrás, por un primer momento, le correspondió el beso con la misma ferocidad con la que Nico empezó. Con una mano, se sujetó del suelo para evitar una caída por su impulso, y con la otra, él enredaba sus dedos en sus mechones azabaches para besarlo fervorosamente, como si aquellos dos días que no se habían visto, habían sido como un mes absteniéndose del otro.

¿Qué si a Nico le incomodaba el pensamiento de que su padre estaba en algún lugar de la casa y podría descubrirlo? Para nada, desde que tenía uso de razón, su padre nunca había venido a visitarlo en su cuarto, pasada las horas de dormir. Si de día no buscaba a su hijo, menos lo haría ahora. Sin embargo, Will no conocía a su padre, y en definitiva, a él si le incomodaba.

—Espera... detente, ya— su voz estaba jadeante, sus mejillas ligeramente rojas pero no tanto como las de un principio cuando iniciaban a besarse; a Nico le entristeció esto, ¿cómo él ya iba acostumbrándose a sus besos, cuando él aún se sentía en las nubes al hacerlo. — Mejor no, sabes cómo terminará si seguimos.

—Lo sé. —respondió, y no sentiría culpa alguna si así pasara.

—Tengo que irme, — siguió, mirando la hora en su celular con una diminuta expresión de tristeza—. Ya son las doce y media.

Nico asintió, solo por inercia, sin estar del todo de acuerdo. Will copió su gesto, y acto seguido, empezó a enderezarse y a ponerse sobre sus dos pies. Nico imitó su segundo movimiento, y entonces, se encontraron de nuevo cara a cara, con una precavida distancia en medio de ellos, y la pizza olvidada en el suelo.

—Me tengo que ir, — volvió a repetir, y Nico se dio cuenta, que trataba de convencerse así mismo— ¿Nos veremos mañana en el gimnasio como siempre?

—Sí —. Concedió—. Pero antes de irte, deberías darme un beso de despedida—. Will se mordió los labios para borrar una sonrisa sentimental, y antes de que pudiera negarse, agregó: — A no ser, que tengas miedo de tu auto control.

—Ahh, eso es jugar sucio.

—Siempre me gusta jugar sucio, Solace—. Devolvió indignado. Se miraron a los ojos un rato, mientras Nico divagaba en que sus ojos parecían las puertas del cielo, los cuales él no podría acceder nunca; y se preguntó cuándo Will se daría cuenta de esto, y se cansaría de mantenerlas abiertas para solo cerrarlas para siempre. —Solo no muerdas—. Susurró por último.

No hubo tiempo de preocuparse por este pensamiento. Will acabó el espacio entre ambos dando dos lánguidos pasos hacia él, su mirada estaba puesta en sus labios, y antes de besarlo, las cálidas manos de Will rodearon su mandíbula por completo. El contacto envió una fuerte corriente eléctrica por toda su columna vertebral, sus propias manos cayeron en la cinturilla de su pantalón y lo acercó a su cuerpo.

El beso comenzó lento, Nico se tomó su tiempo para apreciar la placentera sensación de sus labios acariciando los de él, haciendo que hasta los dedos de sus pies se tensaran de placer. Pero luego su boca demandó más profundidad, y de nuevo, Will se dejó llevar, porque en cuanto a Nico se refería, él no tenía un absoluto control, y Nico lo sabía, y utilizaba eso a su favor. Como ahora: Aprovechándose de su vulnerabilidad, lo empujó en la cama. No le dió tiempo a Will a pensar, rápidamente se subió encima de él, y colocando sus rodillas a cada lado de sus muslos, inició a frotar su entrepierna con la de él en un vaivén; mientras ahora él cogía su rostro con sus manos y seguía besándolo.

En un primer momento, Nico dominaba la situación, los besos, los movimientos, todos los controlaba él. No obstante, cuando Will empezó a enderezarse, provocando que Nico acabara sentado sobre él, pronto el azabache se dió cuenta que otro era el que estaba tomando las riendas de esto y lo hacía a una velocidad alarmante; y aquello no podía hacer.

Volvió a empujarlo, esta vez poniendo sus manos sobre sus brazos para sujetarlo, pero el resultado deseado no duró; las piernas de Will eran fuertes, (él también era un hombre, claro) y de un sorpresivo impulso, dejó a Nico debajo de su cuerpo, y ahora él sujetaba sus brazos contra el colchón.

Se rió, salió desde lo profundo de su pecho, y estaba a punto de decir, "¿Qué pretendes hacer?" pero sus palabras terminaron en un balbuceo inteligible dentro de su boca. Will tenía el control ahora, y extrañamente, a Nico no le desagradaba como había creído si pasaba. Después de todo, la presión de su cuerpo, contra el de él, estaba resultando mejor de lo esperado. Will besaba su labio inferior, le daba lamidas y mordiscos, pero de repente, se detuvo, y Nico lo miró enfadado.

—Tengo que irme —. Dijo, con la respiración agitada, y los músculos de sus brazos tensándose para una agradable vista.

—Quédate — no supo por qué susurró—. Solo una hora más, ¿qué es lo peor que podría pasar?

Will le tapó la boca con una mano al instante, sus ojos abiertos de horror le dijeron que aquello no le había dado gracias, y recordó que el rubio era muy susceptible a esas cosas.

—¡No digas eso, tientas al demonio!— exclamó, y luego soltó un bufido. Retiró su mano, con la mente perdida, cuando de pronto, los labios de Will empezaron a curvarse en una sonrisa socarrona que no le dio ninguna buena espina. —Podría quedarme, si usas uno de tus favores restantes. ¿Recuerdas que te quedan dos?

—Obvio, —le frunció el ceño disgustado, y después, negó con una sonrisa sarcástica —. Buen intento, pero los estoy guardando para mejores momentos.

—Bueno...— Will enunció, alargando la palabra y su sonrisa ensanchándose tanto que levantó todas sus alarmas, lo miró con cuidado—. Hay una forma... Para que me quede un rato más.

—¿Cuál? —Inquirió impetuoso, malhumorado por la intriga.

Su rostro bajó a centímetros de su oído, sus labios casi tocando su lóbulo, y cuando habló, su voz vibró por todo el cuerpo de Nico, de tal forma que le puso todos los pelos de punta.

https://youtu.be/aO8w1nVpRtc

—Déjame ser el activo hoy.

Bésame en la boca y libérame
Cántame como un coro
Puedo ser el sujeto de tus sueños

El estupefacto que sintió Nico, lo dejó estático, mudo, mientras veía a Will elevar de nuevo el rostro, para estudiar su expresión con un atisbo de anticipación y miedo. Cuando la perplejidad lo abandonó un poco, su primera reacción fue soltar un "¿Qué?", y la segunda fue, llenarse con un poco de incomodidad e incorporarse un poco sobre sus codos.

—Yo... He estado pensando — la vergüenza era evidente en el rostro de Will, como también lo era el anhelo, por lo que encontró fuerzas para confesarle—. Quiero hacerlo, me gustaría ser yo quién te... En fin, me atrae la idea de ser versátiles. Por favor.

Tu deseo enfermizo
¿No quieres ver a un hombre de cerca?
Un Fénix en las llamas

Will esperó su respuesta pacientemente. Sin presión. Se sentía como si dentro de su cabeza hubiera una fiesta de esqueletos golpeando por dentro. Estaba confundido. No sabía cómo proceder porque era la primera vez que le presentaban la proposición.

—Ehhh... — inició con voz rasposa, por lo que carraspeó rápidamente—. ¿Acaso ya no te gusta como lo ha...?

—No, no, no es eso. Créeme, lo haces, ¡fenomenal! Wow, tienes talento para... hacerme sentir bien. Solo... Quiero probar, porque...

Así que bésame en la boca y libérame
Pero por favor no muerdas

—Entiendo. —lo cortó, entendiendo sin necesidad de que acabara. Otro silencio los rodeó, y de forma distraída mientras intentaba pensar, Nico alzó un dedo y empezó a delinear los músculos del pecho desnudo de...

—¡Espera! —Prorrumpió alarmado—. ¡¿Cuándo fue que te quitaste la camiseta?! ¡No recuerdo!

—¡Tú lo hiciste! —explotó Will en risas contenidas. —¿En serio no recuerdas?— Prefirió no contestar—. Vaya, tanto así te hago perder los sentidos cuando te beso ¿eh?

Le dió un golpe a su estúpido y perfecto bicep. Dudó si debía confesarle, pero solo fue un rato.

Puedes expulsar el frío fuera de mí
Arroparme en tu calor
El rapto en la oscuridad me hizo fácil

—Nunca hice de pasivo—. Admitió, y Will no pudo ocultar su emoción al instante.

—Eso me hace querer hacerlo aún más que antes.

El azabache le respondió con una mirada sarcástica. Y de repente, Nico se sorprendió así mismo reconsiderando la propuesta que le había dado. Dejarlo tomar el control. ¿Podría soportarlo, no? Tal vez, disfrutarlo. Y muy en el fondo de él, sabía que la razón por la que él asintió dándole un "Sí" pequeño a Will; era por la inexplicable sensación de angustia que le carcomía el alma, aún sin saber la razón de su existir.

—Gracias—. Fue lo último que Will dijo en palabras, y a partir de ese momento, el rubio actuó, sin darle espacio a arrepentimientos y más dudas a Nico, desde allí; todo se trató de besarse y empezar a desnudarse.

El ojo ciego de la tormenta
Vamos a dar un paseo por la "Calle Facil"
Donde puedes renacer

Una de sus manos rodeó su cuello y lo mantuvo pegado a sus labios como si por alguna loca razón él fuera a separarse (lo cual no tenía pensado hacer ni en broma) y allí estaba otra vez, esa corriente eléctrica activando su cuerpo de adrenalina y su miembro más preciado. Movió sus manos para enredarse y perderse entre sus rizos que desde un inicio le habían vuelto loco por poder intentar controlarlos.

El calor que emanaba de Will, para Nico, era como si el sol hubiese decidido bajar para destruir la oscuridad que habitaba en él; sin saber que de eso estaba hecho Nico desde el inicio y por lo tanto, quemaba, ardía dolorosamente mientras intentaba salvarlo; y a pesar de la agonía, él lo soportó porque lo veneraba demasiado como para huir.

Se dejó llevar.

Dejó que los besos que Will desperdigaba a lo largo de su pecho y abdomen mientras descendía hasta su cinturón, lo marcaran con el fuego que sus labios emanaban, en la forma en que nunca más volvieran a desaparecer, y quedando como un testimonio eterno, de haber estado el sol allí, buscando romper el alba y convertirlo en luz. Como ráfagas ultravioletas que se escapan de su alma, al no poder contener tanto fuego, su aliento punzó cuando sopló sobre su intimidad erecta; y cuando su boca ardiente lo cubrió, llevó su cabeza hacia atrás y soltó un jadeo de placer.

Así que bésame en la boca y libérame
Pero por favor no muerdas

Acarició con una mano entusiasta, la longitud del miembro que no podía introducir en su boca, Nico flexionó un poco sus rodillas, y se puso sobre sus codos para admirar el paisaje y al sol lamiendo el horizonte donde intentaba dar el mejor y más bello de sus crepúsculos. Como un escritor buscando inspiración, Nico lo admiró en silencio tomando nota de cada detalle de su ser. Eso lo hizo terminar pronto.

Will levantó el rostro, relamiendo sus labios con el dulce sabor de Nico aún en ellos.

Aah, estoy presionando tu corazón para que empuje mi suerte
Aah, ¿por qué quién tiene tiempo para crecer?

—Date la vuelta — le ordenó de repente, haciendo un gesto con sus dedos para que se volteara boca abajo. Cuando Nico procesó su pedido, negó con rotundidad. (Aunque se había visto extremadamente sensual en modo mandón).

—¡No me pondré de cachorrito para ti!—Sería muy vergonzoso para él.

—¿Entonces boca arriba? ¿Cómo me desvirgaste a mí? — alzó sus cejas con indulgencia y le dió una sonrisa burlona—. Porque créeme que de esa manera, fue aún más vergonzoso para mí que la de perrito. —Nico lo miró con fastidio, mientras luchaba con la seducción de sus ojos nublados por el placer—. ¿De misionero entonces? OK, yo no tengo problema con eso...

—Espera—. Gruñó, poniendo una mano sobre su pecho cuando él intentó lanzarse otra vez. Tomó aire y valor para decidir, sin mirarlo a los ojos, o caería rendido.

Bésame en la boca y libérame
Cantame como un coro
Puedo ser el sujeto de tus sueños

Entonces, optó por no decir nada más, y obedeció. Había una voz dentro de su cabeza que le decía que también quería probar. Hacer más con él. Se dio la vuelta, su corazón haciendo ruido hasta por sus orejas, y con la boca seca. No sentía tanto nerviosismo a decir verdad, mientras Will hacia el trabajo de prepararlo, el rubio se encargó de eso, de llenarlo de la lujuria suficiente para que solo sintiera el anhelo.

El sudor de sus cuerpos hacía que sus movimientos fueran fluidos, y escuchar a Will jadear y suspirar con la voz ronca, era casi tan placentero que tenerlo dentro. Casi. Porque definitivamente, aunque al principio había dolido...

Tu deseo enfermizo
No quieres ver a un hombre de cerca?
Un Fénix en las llamas

—¿Ahí? —preguntó Will, dando una estocada en su interior y moviéndose un poco por el placer. Nico contuvo una mueca de dolor y negó, allí no era. Will volvió a salir, y probó desde otro ángulo con otra estocada. Will gimió, —¿Es ahí? Dime que es ahí, no aguanto más.

—¡No!— espetó, arrugando las sábanas con sus dedos y sujetándose con la mano libre contra la cabecera. —Yo no creo que... —entonces Will volvió a embestir y encontró su punto G; un jadeo de sorpresa y placer salió de sus labios antes de poder evitarlo. Un temblor y un hambre de más, lo embargó, en verdad, esto era placer puro —Ahí, es ahí...

—Gracias a Dios—. Musitó Will, y dejó de contenerse.

Nico cerró los ojos y saboreó hasta el último y delicioso ápice de sus embestidas. Se deshizo de sus inhibiciones, y lo insertó en casa embestida, para de alguna forma también controlar la situación. Lo único de lo cual se lamentaba era que no podía ver, sin embargo, tener el pecho rozando en su espalda lo valía casi tanto. ¡Ah! Él sabía moverse, ¿había aprendido de él o era sólo instinto? Mientras la habitación se llenaba del olor a sexo y a sonidos eróticos.

Nico no se había dado cuenta de que estaba siendo muy ruidoso, hasta que Will le tapó la boca con una mano y lo regañó en voz baja. Sin dejar de moverse contra él. (Dios no lo quisiera). Sus miradas se encuentran de vez en cuando, quemando, y para Nico, es sumamente erótico la forma en que su brazo se flexiona con cada esfuerzo que da, la manera en que se mordía los labios y al hartarse de ellos, bajaba hasta su hombro para intercalar entre besos y mordiscos.

No va a durar mucho más, puede verlo, los latigazos de placer eran más fuerte que él. Lo cual hizo sonreír a Nico. Tener tal poder sobre Will, era casi tan bueno como tenerlo dentro de él. ¡Qué bueno que se había dejado poseer! Es más, definitivamente Nico quería repetirlo, porque no había precio para ver a Solace de esa manera, con esa expresión de completa entrega y deseo.

Y él tampoco podría por mucho más. Y cuando Will le besó mientras lo empujaba y salía, una y otra vez en movimientos lentos y sensuales. Su voluntad se fue al carajo. Acabó deprisa, se le nubló la vista y disfrutó del afrodisíaco aroma del sexo que lo rodeaba. Pero Nico quería más, y por fortuna para él, Will también; había probado una droga, y exigía tantas dosis como su cuerpo le permitiera. Las horas pasaron volando y ninguno se dió cuenta.

💛

Otra primera vez con Will Solace. Otra faceta. Otra experiencia nueva que le hacía experimentar y volverse adicto a él. No podía dejarlo ir. Tal vez nunca podría verlo desde la misma altura, porque el sol siempre estaría, imponente y más superior a todos; hermoso, orgullo. Pero actualmente, tenía una ventaja, ¿sólo se podía mirar al sol directamente cuando este estaba siendo ocultado, no? Cuando el sol inicia a ponerse, para dar paso a la noche, y una que otra nube se acerca a él.

Entonces podías verlo, naranja y tímido; quemándose e iluminando lo suficiente para dar paso a la noche. Nunca puedes verlo directamente, puro y tal cual es, mientras está en lo más alto del cielo, porque tus ojos no lo soportan. Pero cuando está acabando el día... ahí... ahí puedes verlo en el horizonte. Nico quería mantenerlo en las sombras, quería introducirlo en su oscuridad; ¡Oh! ¿Pero cómo lo haría si aquello era lo que él más adoraba? No podía hacerlo, por debilidad y porque era más fuerte, y esfumaba todas sus sombras. Sin embargo, la inseguridad que Will poseía en sí mismo para conseguirse algo mejor que él, lo ayudaba bastante. Por ahora.

Ensimismado en sus pensamientos, Nico aún seguía despierto mientras miraba a un dormitante rubio a su lado sobre su cama; exhausta por todo el trabajo que había dado. Le gustaba observarlo. Solo no se vieron en dos días, pero parecía más guapo que antes. Y entonces, de improviso, tuvo una revelación justo en ese instante. Como una epifanía, regalo del sol al haber iluminado todo a su alrededor para dejarlo todo claro para él.

Nico no sentía culpa. No era eso. Pensándolo con la cabeza fría y pasado la sorpresa inicial. Fue la mejor decisión que él había tomado en su vida. No estaba arrepentido ni un poco por haber matado al asesino de la madre de su hermana. Estaba firme en la creencia de que se lo merecía. La culpa no era la razón de su angustia y eso le quitó un peso de encima.

Era el temor de ser descubierto por Will. Es más, tampoco le interesaba que medio mundo supiera que él también era un homicida... pero mientras Will no se enteraba. Que él supiera lo que había hecho, conociéndolo, (porque sabía que lo despreciaría al instante) lo llenaba de angustia. Sin embargo, todo estaría bien, ¿no? Mientras mantuviera todos sus secretos bien guardados en la oscuridad que lo acompaña. A pesar de que era el sol, había momentos que incluso él no podía luchar contra la noche.

Podría mantenerlo a salvo en la ignorancia. "Mantenerse a salvo".
Mientras las horas pasan, la noche es más oscura justo antes del amanecer. Nico lo sabe. Entiende el peligro que corre, al balancearse en una delgada línea entre la luz y la noche, era es ese mismo riesgo lo que lo convence a resistir, solo para probar otro día más, el fruto de los Dioses.

Así que bésame en la boca y libérame
Pero por favor no muerdas - Troye Sivan, Bite


Consejos para ser famoso por Amer reptiliana.

Angelito de Will: Pero si no eres famosa, pendeja.

Shhhh. Paso # 1- Escribir bien, con metáforas y mucho detallismo, y mucho amor.

Paso #2: Publicar cada semana. (Lo hago, pero con diferentes historias).

Paso #3: Tener una sis famosa igual o mejor de talentosa que tú.

Paso #4; No contestar comentarios sobre política, feminismo, aborto, o cualquier otra cosa del modernismo.

Paso #5: No te encariñes con los lectores. Tarde o temprano se irán. Te abandonarán como puta. Y debes evitar deprimirte por ello, sino continuar, (aprendes esto con un año de experiencia en Wattpad).

He querido usar esa canción hace 5 meses.CARAHO POR FIN.

Meme de RLkinn obviamente.


Atención: Si quieres mantener la dulce imagen de Amer como tu escritora favorita. No leas esto. ¡ESTÁ SERÁ LA ÚLTIMA VEZ QUE HABLO SOBRE UN TEMA CONTROVERSIAL! ÚLTIMA VEZ para aclarar nada más.

Estaba leyendo los comentarios que dejaron en mi libro de provida. Y me parece genial que pidan respeto por la vida de la madre, pero lo piden insultándome. Me escupen como si yo fuera el mal, el violador que les violó.

Piden respeto. Pero me dicen, inmadura, estúpida, vergüenza, imbécil, niña tonta que escribe como de 12 años. Y lo único que puede considerarse ofensivo en mi libro, es la parte donde digo "vayan a debatir como niñas pendejas al abogado de harvard a ver que pex". Sean sinceras, ¿cómo le ganan a un tipo que se pasó estudiando 6 años para hablar con locuacidad a pesar de no tener la razón? Aparte de eso, no encontré nada más. Y adivinen Qué, tampoco les tiro mierda de vuelta cuando me comentan mierda ¡vaya! Es una victoria para mí.

Ese libro Lo hice hace mucho. En este punto de mi vida. ME VALE VERGA. No me quiero pelear con nadie, no quiero perder lectores, no quiero más debate que no llega a ningún lado.

ME VALE VERGA que seas feminista o machista o alien.
Me vale verga que seas vegana o carnívora.
Me vale verga que seas atea, religiosa o de la secta satánica.

Me VALE VERGA EL DEBATIR SOBRE EL ABORTO.  Y la única razón por la que no elimino esa historia es para que no piensen que me intimidan, que me ganaron, que me pisotearon tanto con sus insultos que lo borré.

Eres provida? Genial. Lleva un dulce.
Eres proaborto? Genial. Lleva un dulce.

Pero a ambos les digo, a los dos bandos, aprendan a dejar de ser imbéciles intolerantes y EMPIECEN A TOLERAR PRIMERO USTEDES. COÑO.
A ti te vale verga lo que pienso a mí también. Genial. Solo lean mis historias si gustan y si quieren debatir TENGAN LA DECENCIA Y AMABILIDAD DE NO HABLAR CÓMO SIMIOS. A CONCHA DE LA LORA. ESTOY HASTA TU PUTA MADRE.

psd: estoy en mi periodo.

Psd. 2. Ya en serio, podemos hablar sobre feminismo. Tengo amigas feministas,  tengo amigas ateas, tengo amigas de San la muerte. Lo único que te pido es: SÉ MADURA.

Gracias por leerme los amo.

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