58_Contra reloj

Capítulo 58

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Al final no iba a tener que escoger entre dos carreras. Mi examen era a las tres de la tarde y un viaje a la ciudad, mínimo, tomaba tres horas. Estaba jodida, muy jodida.

Tuve ganas de echarme a llorar porque no quería perder mi oportunidad, no quería dejar de tomar ese examen por nada del mundo.

Miré a todos lados buscando ideas. No había nadie en la estación, solo una pareja de señores mayores y un hombre entretenido en el periódico del pueblo en la fila de asientos a mi derecha.

No podía llamar a papá o mamá para que me llevaran, o sí, pero era mi última opción. No quería ser la niña pequeña que perdía su autobús y echaba su futuro a perder. Mucho menos cuando ellos me regalaron un auto para que esto no sucediera y yo seguía teniendo miedo de conducir por muchas clases de manejo que Nika me diera.

¡Nika!

Enseguida desheché la idea. No podía hacer que me llevara. Tenía que trabajar todo el día y ya debía estar en la carpintería desde el amanecer.

Dax tampoco era una opción, en ese momento estaba en Prakt. Solo me quedaba Sophie que no sabía manejar.

No tenía opciones.

De nuevo las ganas de llorar me asfixiaron y en un intento de calmarme empecé a respirar. Fue peor, terminé hiperventilando nerviosa. De no ser por el estómago totalmente vacío habría vomitado en medio del pasillo.

—¿Todo bien, querida? —dijo la voz amable de la señora mayor a mi derecha. Ella y el que debía ser su esposo, me miraban preocupados—. ¿Podemos ayudarte?

Mi menté nada centrada en la situación comenzó a preguntarse como es que se parecían tanto aquellos señores. Mismo cabello rizado y canoso, sus anteojos hacían juego y hasta sus expresiones eran similares.

—No estoy bien —dije conteniendo mis nervios—. Perdí mi autobús.

Los señores se miraron preocupados.

—¿El que iba a Prakt?

Asentí con voz temblorosa y sin saber porqué, expliqué como mi vida acababa de volverse la peor de las pesadillas. Lo solté todo frente a unos extraños. Tantos años de amar algo y soñar con estudiarlo para terminar lamentándome frente desconocidos en una estación.

—¿No puedes pagarle a alguien que te lleve? —terminó preguntando el señor canoso que seguía sentado en lo que la mujer intentaba calmarme con suaves golpecitos en la espalda.

—En lo que consigo eso ya no llegaré a tiempo —dije conteniendo las lágrimas y maldiciendo aquel pequeño pueblo y...

—Puedes tomar el tren —dijo una voz masculina que me sorprendió.

Era profunda, calmada y venía del señor del periódico que lo bajó por primera vez. Obviamente había escuchado mis lamentos.

Parpadeé desconcertada.

—¿Tren? ¿Cuál tren?

—Al norte, dos kilometros por la carretera secundaria, así llegué a Soleil.

Quedé congelada viendo a unos impactantes ojos azules que me observaban serenos. Llevaba una tupida barba grisácea, pero el cabello se mantenía intacto de un tono como la miel.

—¿Todavía funciona el tren? —cuestioné buscando confirmación en los señores mayores que no parecían saber.

—Claro que hay un tren, niña —dijo de mala gana el señor de la barba—. Solo días pares y a las diez de la mañana.

—Hoy es doce —dije sintiendo una chispa de emoción.

—Pues apresúrate a cruzar la ciudad —dijo con tono aburrido y volvió a esconderse detrás de su periódico.

Los otros dos señores me miraron con una sonrisa y mi cerebro se puso a funcionar a más velocidad de la que creí posible.

Busqué el contacto de Nika que colgó y me mandó el buzón de voz. Estaba trabajando, claro que haría eso, pero era importante así que volví a llamar y contestó.

—Perdón, pulgarcita, no puedo hablar.

—Necesito ayuda.

—¿Pasó algo? ¿Estás bien?

Al instante su voz se tornó autoritaria y preocupada.

—Perdí el maldito autobús y no tengo manera de llegar a Prakt.

—¿Cómo perdis...

—Mala suerte —le interrumpí sin tiempo de explicar—. Juro que si no estuviera desesperada no estaría molestando.

—Dime, ¿qué hago?

—Tengo que llegar a la estación de trenes antes de la diez de la mañana.

—Espérame fuera de la terminal.

Colgó sin despedirse y agradecí a los señores que me dedicaron una sonrisa cálida. El apático del periódico jamás reaccionó a mi gesto. Daba igual, gracias a él ahora tenía una opción.

Esperé en la entrada mirando mi estúpido reloj de pulsera que seguía igual de detenido a la hora equivocada. Menuda mala suerte de usarlo el día de hoy para tener noción del tiempo sin sacar el móvil durante el examen.

Me parecía que estallaría de un momento a otro. El cuerpo me temblaba por dentro y ya dolía mi labio de presionarlo con los dedos con tal de estar quieta.

Nika llegó diez minutos después y con él mis esperanzas de llegar al otro extremo de la ciudad en menos de treinta y cinco minutos.

No intercambiamos una palabra e hicimos magia para asegurar mi maleta a la moto.

Estaba acostumbrada a que sobrepasara el límite de velocidad, pero aquello fue otro nivel. Por primera vez agradecí el casco y añoré una chaqueta aunque fuera pleno verano y el sol picara en mis brazos. El viento era insoportable sin importar que Nika estuviera tomando la peor parte al estar conduciendo.

Iba mirando el teléfono firmemente apretado en mi mano y viendo los minutos pasar con el corazón queriendo salirse de mi pecho.

Arribamos a las nueve y cincuenta y uno.

La estación de trenes, más antigua y descuidada, era el doble que la de autobuses. Tenía pisos de mármol tan viejos que lucían desgastados y un reloj gigante en la entrada que marcaba los escasos minutos que quedaban para conseguir un ticket en caso de que el tren existiera y estuviera en tiempo.

Nika cargó mi maleta y corrimos sin decir palabra hasta hasta la fila de estanquillos del andén. El lugar era inmenso, se encontraba vacío y apenas tenían una señora trabajando.

Me detuve agitada de tanto correr frente a la ventanilla. La mujer, de bucles rubios y mirada aburrida, quedó esperando por una palabra de mi parte, no me salía nada. No podía casi respirar.

—El tren a Prakt —dijo Nika tomando el control—, pasa hoy, ¿no es cierto?

Ella pasó la vista de uno a otro como si la simple pregunta molestara. Intenté recuperar el aliento, estaba agitada pero me sentía capaz de tomarle del cuello para que respondiera de una vez.

—Debe estar llegando en menos de cinco minutos —dijo con voz cansada.

Mi cuerpo se relajó lentamente, hasta mis piernas se sintieron débiles. Tomé aire con fuerza entendiendo que no todo estaba perdido.

—Necesitamos un pasaje —dijo Nika y al instante saqué mi cartera para pagar.

Incluso con las manos temblorosas y los nervios que seguía intentando controlar fui más rápida que la señora.

Deposité el monto exacto en el mostrador mientras ella seguía buscando algo en una gaveta que quedaba fuera de nuestra vista.

Aquel era el tipo de momentos en que quieres que todo vaya de prisa, pero el mundo se empeña en ir despacio. El mundo y una señora con mal humor por tener que vender un simple pasaje de tren.

Nika se veía más calmado. Yo no paraba de golpear el pie contra el suelo intentando nivelar mis nervios por los vuelcos que mi cuerpo sufriera en la última hora.

La mujer terminó entregándome mi pasaje y fue mi novio quien agradeció en lo que yo me alejaba. Me acerqué al borde del andén a contemplar las líneas del tren.

Me dejé respirar calmada al ver la luz al final del túnel. Podría llegar a Prakt y a mi examen.

Le sentí pararse a mi lado y cerré los ojos con fuerza.

—No te rías —advertí.

No respondió y le miré de reojo. Tenía los labios juntos conteniéndose.

—No iba a hacerlo. —Le miré con mala cara—. De verdad no iba a hacerlo —mintió—. Solo tengo una pregunta, ¿dónde estabas que no viste el autobús irse?

—Lo vi cuando estaba saliendo del baño —confesé avergonzada—. Comí demasiado, estaba vomitando.

Esta vez lo intentó, pero finalmente una sonora carcajada salió de sus labios y retumbó por todo el andén.

Miré al frente intentando no avergonzarme más. Sentía mi cara hervir bajo la risa de Nika.

—Lo siento, lo siento —dijo pasando un brazo sobre mis hombros y pegándome a él en lo que controlaba su risa. Besó mi sien con cariño—. ¿Te sientes bien ahora?

—Ahora que podré tomar mi examen, sí —dije recostando mi cabeza en su pecho y relajándome—. Creí que moriría cuando vi imposible llegar a Prakt.

—Oh, pulgarcita —me consoló con voz tierna e hizo que girara para abrazarme—. Tranquila, llegarás a tiempo.

Su gesto me reconfortó como nada en aquella mañana.

Escondí la cara en el pecho de su sudadera y absorbí su aroma. Podía captar el olor a mentol de sus cigarrillos, esos que fumaba cuando yo no estaba cerca. Se mezclaba con su perfume y tenía que aceptar era parte de él.

No me desagradaba, al contrario, me encantaba su olor. Mucho más el propio, el que estaba en su piel y me transmitía la mas deliciosa calma.

—Siento haber molestado.

—No me... —El sonido de un tren muy lejano le interrumpió. Ya casi tendría que irme—. No me molestas, Amaia, tú nunca me molestarías.

—Podía haber llamado a mis padres y no traerte problemas en tu nuevo trabajo.

Chasqueó la lengua haciendo ese peculiar sonido.

—Repondré las horas después, no me demoré tanto.

—¿Tanto?

—Pensé que tendría que llevarte a Prakt. Habrían sido casi ocho horas para dejarte y regresar.

El pitido del tren cada vez más cerca comenzaba a molestar, pero fueron sus palabras las que me aturdieron.

—¿Me habrías llevado en moto hasta la ciudad?

Me mostró su perfecta dentadura en una sonrisa ladeada y acarició mi mentón.

—Te habría llevado cargada y corriendo con tal de que tomarás ese examen.

Mi corazón volvió a descontrolarse, esta vez acompañado por el agradable cosquilleo que solo despertaba esos pequeños detalles que tenía conmigo.

Sonreí con nuestras miradas conectadas y agradecí tener la oportunidad de verle antes de irme. Los nervios habían desaparecido, me sentía valiente. Podría montar en aquel tren y plantarle cara a diez exámenes si fuera necesario.

Nika tenía la capacidad de hacerme creer en mí sin decir que lo hiciera. Era gracias a su fe, su apoyo, su incondicionalidad y esa cálida mirada.

Fue el frenazo final del tren lo que rompió la burbuja en que nos habíamos sumergido viendo el rostro del otro.

Algunas personas comenzaron a caminar por el andén y estuvo claro que la parada no sería muy larga.

—Gracias —dije antes de besar su mejilla.

—Siempre que me necesites.

Su fugaz beso en mis labios revolvió mi interior y todos los sentimientos que cargaba en el pecho.

—¿Sabes algo? —cuestioné a centímetros de su rostro—. Jamás creí que pudieras ser tan tierno.

No respondió y me pareció extraño cuando le hacía un cumplido. Me costaba hacerlo y esperaba alguna frase trivial como acostumbraba para relajar el ambiente.

Analizó mis facciones y le costó sonreír.

—Jamás creí que existiera alguien como tú —murmuró finalmente y se acercó a besar mi frente.

Fue el adiós más dulce que pudiera darme.

—Deseame suerte —pedí tomando mi maleta y alejándome sin dejar de mirarle.

—No te hace falta.

Le saqué la lengua y subí al tren por la escalerilla más cercana para girarme. Seguía de pie sin mover un músculo y fue muy extraño. El tren sonó de manera estridente anunciando la próxima partida y Nika miró a los lados luciendo nervioso.

—¿Todo bien, idiota? —me burlé—. Deberías irte a menos que pienses perseguir el tren como en las novelas románticas.

No pareció afectado por mi mal chiste, al contrario, por un segundo pensé que por eso era que no se iba, para despedirme una vez el tren comenzara a moverse.

La situación se volvía rara a cada segundo y terminó siendo peor cuando con agilidad, gracias a sus largas piernas, acortó la distancia que nos separaba y subió al tren quedando en el escalón más alto de la escalerilla.

—¿Estás loco? Bájate —dije acomodándome para que mi maleta, él y yo cupiéramos en tan pequeño espacio—. Si quieres ir a Prakt conmigo es muy bonito, más romántico incluso que perseguir el tren, pero ni tan siquiera tienes boleto y...

—No quiero ir contigo a Prakt.

—Qué decepción...

Interrumpió mi intento de falso dramatismo al tomarme de la barbilla para que le observara.

Estaba serio y eso me preocupó.

—Tengo algo que decirte.

—¿Ahora?

—Algo que debí decirte hace mucho.

—Mal momento el que escogiste —grité por encima del segundo sonido ensordecedor que anunciaba la partida del tren.

—Nunca es mal momento —contradijo con una sonrisa.

—Tengo mis dudas, chico listo. Tienes que...

No me dejó continuar.

Nika unió sus labios con los míos buscando directamente mi lengua y estableciendo el más suave y dulce de los ritmos en un beso que me desarmó. Fue muy tierno al abrazarme por la cintura y despeinar mi cabello al acariciarme.

Olvidé el tren y que nos empezábamos a mover, me dejé llevar por el ritmo que mi corazón marcaba, por la calidez de su piel bajo mis palmas.

Se separó y encontré sus ojos azules con unas enormes pupilas dilatadas.

—Te amo —dijo en voz baja.

Todo se detuvo.

El suelo retumbó bajo mis pies y mi garganta se secó impidiéndome emitir sonido alguno.

Su sonrisa fue encantadora. No supe si era mi expresión la que lo causaba, no estuve segura de nada por unos segundos.

Dejó un último beso sobre mis labios y soltó mis manos para lanzarse al andén que estaba a punto de terminar.

El tren iba tomando velocidad lentamente y veía su figura sonriente observarme sin parar de correr. Me estaba alejando de Soleil y con un giro Nika desapareció de mi vista y quedé igual de atónita que antes.

Dos palabras que de sus labios habían pasado a mi cabeza para repetirse una y otra vez.

Nika me había dicho «te amo».



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Hola!!! Qué tal todo??? Sobreviviendo??? Yo sí...

Ahhhhhhhhh!!!

Le dijo TE AMO...

Perdón si me emociono yo sola. Estos capítulos los tenía pensado desde hace muchísimo tiempo y disfruté mucho escribirlos.

La escena del final estaba en mi mente justo después del prefacio, eran las dos más claras cuando se me ocurrió la historia... Incluso después encontré un comercial de Alice Pagani —modelo que uso para Mia— donde había escenas en un tren...

En fin, si revisan el book trailer al principio, verán de lo que hablo y quizás se coman un par de pistas ahora que todo puede que tenga más sentido, no sé...

¿Les gustó el capítulo?

Quería actualizar el domingo, pero hasta hoy fue que puede editar el capítulo. Estoy convencida que las erratas llovieron, ya podré editar decentemente en el futuro...

Beso gigante...

Cuídense mucho...

El domingo traigo actualización doble... Ya quiero darles un final y el capítulo 60 promete...

💋

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