¿Alguna vez has experimentado el dolor de cuando la persona que más amas te traiciona?

¿Ese momento en el que te das cuenta que todas las promesas que te hizo, e incluso las veces que te dijo que te amaba, eran mentira?

Yo sí, yo lo sufrí cuando encontré a mi prometido engañandome con una chica que jamás había visto en mi vida.

En ese momento, sentí como si mi corazón fuese apretado sin compasión y extirpado de mi pecho.

En ese momento, entre lágrimas y gritos de rabia, le juré a ese chico con el que había planeado pasar el resto de mis días, que sufriría lo mismo que yo, tarde o temprano, que de eso me encargaría.

Y aquí estamos, él, yaciendo en el frío piso sin vida, y yo, con su corazón entre mis dedos, lágrimas caprichosas deslizándose por mis mejillas y una sonrisa de satisfacción pura.

—Te lo dije cariño, sufrirías el mismo dolor que yo pasé tarde o temprano.