Capítulo 21
Dororo comía a más no poder todo lo que estaba frente a él, yo estaba mirando el lugar, apenas probaba la comida, seguía sintiéndome incómoda.
- Es un baile de país antiguo ¿No les gusta? -
- ¡Más por favor, mucho! - Pide Dororo.
Yo la miré, ella sonreía, yo suspiré y decidí comer más, debía reponer energía y fuerza así que tenía que comer.
- Gracias. Eres un tipo realmente genial, alimentándonos siendo extraños -
Y es por eso que dudo...
- Disfruto escuchando las historias de los viajeros ya que nunca he dejado esta tierra -
- ¿Si? Pero apuesto a que también tienes algunas historias interesantes. Como ese demonio en el templo quemado -
La mirada del hombre fue como si estuviera confundido, justo en ese momento el baile termina y las mujeres se van.
El hombre empieza a relatar la historia de aquel convento en ese pueblo, diciendo que maltrataban a los niños de formas crueles y los vendían, pero que un rayo cayó allí creando un gran incendio y quemó todo.
- Pero había aceite allí... - Murmuré sin pensar.
- Lo siento, no escuché ¿Qué? - Dice el hombre y yo me tensé.
- Nada... -
Seguí comiendo para evitar responder, pero sentía su mirada en mi y algo me decía que había metido la pata... ¿Quién era este tipo realmente?
Hyakkimaru pregunta por el Ayakashi y el hombre responde que es el alma de la monja que no pudo subir al cielo y que aparece todas las noches y se come a los que pasan.
Terminando la historia aquel hombre nos guía a las habitaciones donde podríamos dormir.
- Los chicos pueden quedarse en esta -
- ¿Eh? ¿Onēchan no se quedará? - Dororo agarra mi mano.
- Lo siento... pero es mal visto que hombre y mujer duerman en la misma habitación si no están casados -
- Pero... -
- Está bien - Dije finalmente.
- Onēchan... entonces voy contigo -
- Quédate con Hyakkimaru, al menos una de las dos debe cuidarlo -
Sonreí hacia Dororo antes de revolver su cabello, ella se queja pero pasé por su lado y me acerqué a la puerta.
- Nos vemos, chicos -
Dororo y Hyakkimaru me miran mientras que el hombre cierra la puerta y camina.
- Por aquí -
- Si... -
Lo miré atenta por si intentaba algo, mi mano ya estaba preparada para cualquier movimiento que hiciera agarrar mi katana y defenderme, pero él abrió una puerta de una habitación vacío, me dijo que allí podría dormir y se fue.
- Creo que... estoy siendo un poco paranóica... -
Me acosté cubriéndome y suspirando, me relajé bastante cuando dejé de pensar en negativo con respecto a este lugar y finalmente me dormí.
***
***
- ¡Onēchan! ¡Hay orugas gigantes! - Los dos chicos entran de golpe.
- Si... ya me di cuenta... -
Mis manos estaban pegadas al suelo con seda al igual que el resto de mi cuerpo. Me había atrapado antes de que pudiera despertar del todo.
Hyakkimaru salta frente a mi apartando a la oruga mientras yo libraba un brazo, pero me quejé por el dolor en mi hombro.
Dororo se me acerca y usa mi cuchilla para quitarme la seda, al levantarme agarré directo mi katana y acabé con esa oruga a pesar de que mi cuerpo dolió muchísimo.
- ¡Onēchan, no te fuerces así! - Caí sentada y Dororo corre hasta mi de nuevo.
- ¿Estás bien? -
- No te preocupes, lo estoy -
- Que bueno que llegamos, aniki... - Me abraza por sorpresa pero sonreí.
- Si... gracias... -
- Oye, aniki... ese monstruo enorme -
- Un demonio -
- Se llevó a ese monstruo oruga que nos atacó a nosotros - Me explica.
- Ya veo... bueno, que suerte que estén bien -
- Si - Responde Dororo con una sonrisa.
***
***
- Es mi lugar favorito -
Hyakkimaru y yo nos volteamos para encontrar al hombre, a quien estábamos siguiendo.
- Desde aquí puedo ver toda la aldea... Mis ancestros protegieron esta tierra por generaciones. Nací y fui criado aquí. Me volví el señor, y aqui estoy -
Nos salió poeta este.
- No conozco otros lugares. Como viajeros, tal vez no entiendan lo que es. Esta aldea es mi todo, sin importar lo que pase, la protegeré. Vinieron a matar a los Ayakashi que viven aquí ¿Verdad? -
- Así es - Responde Hyakkimaru.
- No los dejaré. Ellos también son mi gente, debo protegerlos -
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