Capítulo 15

Hyakkimaru y yo saltamos justo a tiempo para cortar a aquel cangrejo monstruo y matarlo rápido antes de que se comiera a un hombre más.

- Bien, ya está - Dije estando encima del cangrejo y miré a Hyakkimaru que estaba en una de las tenazas.

- ¿Quiénes son? - Miré al barco que pasaba a un lado donde habían algunos hombres pero un chico que se me hacia extrañamente parecido a Hyakkimaru.

Pero solo un poco.

- Hey, vamos - Llamé la atención de Hyakkimaru y ambos regresamos a tierra junto al bote. Lo ayudé a ponerse los brazos protésicos con Dororo.

- ¿Quién eres? Y esos brazos... -

- Oye ¿No vas a agradecernos? Si no fuera por ellos, ese samurái habría sido comida de monstruo -

- No sé quiénes son pero gracias por salvarlo -

- No fue nada -

Asentí sin más y miré a Hyakkimaru que miraba atento al chico frente a él, bueno... mirar, mirar...

- Los aldeanos pueden vivir en paz ahora -

- ¿Qué pasa aniki? Él es ciego, así que solo ve tu alma - Dice Dororo.

- ¿Es ciego? -

- ¿Puede pelear así sin vista o brazos? - Pregunta la chica de detrás.

- Así de increíble es. Él derrota monstruos aquí y allá viajando por esta tierra y no solo pequeños -

- Hm - Me crucé de brazos haciendo un puchero y apartando la vista.

- Oh, claro si, Onēchan también es genial, hace lo mismo. Vamos por los reales, demonios y monstruos -

Me reí leve por Dororo pero miré al frente notando que aquel chico de enfrente nos miraba, y me miraba más a mi, cosa que fue un poco incómodo así que aparté la mirada.

- Así que paguen - Dororo llama la atención del chico quien no tuvo más remedio que aceptar.

Nos dieron bastantes monedas y Dororo y yo sonreímos por aquello.

- Ya está. Por cierto, escuchamos que hay una provincia rica cerca ¿Saben dónde es? -

- Debe ser la tierra de nuestro Señor Daigo - Nos apunta el lugar - Llegarán a los límites de la ciudad en medio día.

- Oh, gracias, vamos Aniki, Onēchan -

- Si... si - Dije suspirando y pasando junto a Hyakkimaru.

- Dime tu nombre - Escuché al chico.

- Hyakkimaru -

- ¿Y el tuyo? - Me mira.

- _____. Vamos Hyakkimaru -

Ambos volvimos a caminar para alcanzar a Dororo quien comenzó a contar el dinero.

Llegamos a la ciudad como había dicho aquel chico, Dororo se emocionaba por las cosas que habían y nos terminó arrastrando a un teatro que contaba la historia de estas tierras. Pero nos encontramos con el sacerdote al que le contamos lo sucedido con Mio y los demás.

- Ya veo. Lamento lo que les sucedió -

Nos quedamos en silencio un momento.

- ¿También viniste aquí por los rumores? - Pregunta Dororo.

- Supongo. Esta tierra es como ninguna otra en estos tiempos difíciles. Tenía curiosidad de que bendecía este país. Escuché que los demonios que Daigi derroto están consagrados allí arriba. Iré a revisar -

- No tenemos asuntos con monstruos que murieron hace mucho. Solo vamos tras los vivos, los furiosos -

- Ya veo. Entonces... - El sacerdote se levanta pero mira a Hyakkimaru - Veo que mataste humanos también -

Nosotros lo miramos pero él se dió vuelta y se fue.

- Es mejor que tengas cuidado -

Volví la vista al frente para mirar el agua y el lugar. Dororo se acercó a mi y sonrió, entrecerré los ojos y lo miré.

- ¿Qué? -

- Hace días no cantas ¿Puedes hacerlo? Por favor -

- Hm... no lo sé - Sonreí apartando la mirada pero ella me agarró y sacudió un poco.

- Vamos Onēchan, una vez, solo una -

- Ah... está bien, está bien, solo una -

- ¡Bien! -

Suspiré rodando los ojos pero sonriendo, miré al frente y comencé a cantar suavemente. Hyakkimaru se sienta a mi lado y se me queda viendo... más o menos, mientras yo trataba de concentrarme en la canción y no en él.

Sentí mi corazón acelerarse y me sobresalté leve cuando su mano rozó la mía que estaba apoyada en el suelo, resoplé y me levanté.

- ¿D..Dororo, no querías mirar más el pueblo? Se hará tarde, vamos -

- Oh... tienes razón, onēchan, vamos aniki, divirtamonos un poco antes de irnos al siguiente pueblo -

Miré de reojo a Hyakkimaru quien tenía la mirada puesta en mi pero se levantó, yo me llevé la mano al pecho confundida pero traté de ignorarlo.

No era nada... ¿Cierto?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top