Capitulo 7
Inuyasha corto con habilidad las extremidades del demonio de bajo rango y continuo con otro más que se abalanzo hacia el.
Aquella lucha no parecía detenerse y el ya se encontraba cansado. No encontraba su hermano y eso le preocupaba.
— ¡Nīsan! ¡¿Dónde éstas?! — grito el hanyou preocupado. Su respuesta fue otra ola de demonios acercándose. — ¡Maldición!
— ¡Inuyasha!
El grito hizo detenerlo y girar con brusquedad su cuerpo. Apretó sus manos al ver a su compañera lanzar flechas sagradas a cualquier demonio que se le cruzase.
Los rugidos y gruñidos cercanos lo alertaron por lo que salto y tomo a la azabache para comenzar a huir del lugar.
— ¡¿Que rayos te sucede?! ¡Te dije que te escondieras! — miro de manera errática los alrededores, esperando encontrar un escondite apto.
— ¡ El anciano Myoga me contó parte de lo que estaba pasando! Deberíamos buscar a tu hermano, corre mucho más peligro que yo. — su cuerpo se retorció en el agarre de acero. Inuyasha dejo de buscar y solo la dejo caer en el pasto sin mirarla. — ¡Oye—!
— Cállate. — el medio demonio miro de reojo a la muchacha. Había captado un olor familiar. — Está aquí.
— ¿Quien?
Rugidos, quejidos y lloriqueos abundaron las lejanías. Desde el cielo, una gran figura parecía acercarse a gran velocidad.
Era un enorme demonio perro. Uno muy conocido para kagome.
— ¡Es sesshomaru! — asustada, tomo de la manga a su amigo.
Inuyasha contemplo a su furioso hermanastro destrozar a los demonios que se abarrotaron en el lugar en busca del Omega. La sangrienta escena le dió escalofríos a la azabache.
Por muy difícil de ver era algo normal en tiempos de celo.
— Sigamos. — jalo a kagome del brazo y la guío hasta la espesura del bosque, sin aflojar el agarre a su espada.
Ninguno hablaba, estaban concentrados en encontrar alguna pista del peli blanco. Pronto, todo empeoro su búsqueda, una espesa niebla apareció y comenzó a tapar todo a su paso. La ira inundó a Inuyasha que comenzaba a jalar de la azabache para que caminara más rápido.
Kagome giraba su mirada constantemente en todas direcciones esperando captar movimiento o sonido pero no lograba ver nada. Su vista y oído no era tan bueno como el de su compañero.
Suspiro e inclino su cabeza hacia arriba para relajarse. Algo bastante conveniente. Por qué en una rama de un frondoso árbol se alcanzaba a distinguir una esponjosa cola blanca.
Detuvo su andar y por ende Inuyasha también lo hizo.
— ¿Que sucede?
— ¿Tu hermano es un demonio Kitsune blanco?
— Si. — comenzaba a desesperarse.
— Entonces deberías de ver eso. — apunto hacia arriba.
Al mirar, el hanyou quedó sorprendido. Parte de una cola de zorro estaba a la vista. Dudo por unos segundos, podría ser cualquier otro demonio pero de ser así, no tendría por qué estar ahí.
Camino hasta estar bajo el árbol y se quedó observando la rama.
— ¿Nīsan? — el suave llamado hizo que el Omega se despertara. La voz de su cachorro lo llamaba. — ¿Nīsan, eres tu?
El Omega salto desde la rama y cayó de manera elegante junto a el. Ambos se miraron fijamente avivando los recuerdos dolorosos de su anterior despedida. Para el Omega el recuerdo era fresco pero para Inuyasha fue un simple recuerdo difuminoso.
Un ronroneo calmo la ansiedad del hanyou. El adorable cuerpo esponjoso se movió para frotar su cabeza en las piernas del contrario, lamiendo de vez en cuando sus ropajes cómo muestra de amor y protección. Las orejitas de Inuyasha se aplastaron en su cabeza ante el olor reconfortante y sonrió sin poder evitarlo.
Se colocó a la altura de su amado nīsan. El bonito demonio se subió en su regazo y estiró hasta su rostro donde comenzó a dar lamidas sutiles por toda la circunferencia. Inuyasha cerro sus ojos al sentir los mimos, disfruto cada momento de atención que su amado hermano le daba.
Kagome solo observó apenada. No le gustaba ser chismosa ni entrometida en asuntos tan íntimos cómo estos pero ahí estaba, ignorada por ambos.
Fue un bello momento, hasta que un horrible temblor hizo romper el encuentro tan maternal.
Inuyasha tomo entre sus brazos a su hermano y lo abrazo, jurando que lo protegería de la incipiente amenaza que era su odioso medio hermano.
A lo lejos, una figura intimidante se materializó de entre la espesa niebla. El demonio interno de sesshomaru avanzo con lentitud hacia ellos, mostrando sus filosos dientes y garras, intimidado a la azabache con su mirada furiosa y su pelaje erizado.
El alfa había llegado por el Omega y no estaba feliz con la escena frente a el.
Un gruñido del Omega le dió una advertencia. El alto demonio retrocedió un poco sin quitar su postura de pelea. Al estar segado por el aroma de su compañero en celo no lograba reconocer a nadie, para el, todos eran enemigos.
El pequeño Omega lamió la mejilla de Inuyasha y restrego su hocico en el mismo lugar. La tensión del alfa aumento al ver la acción.
El mensaje era claro para el hanyou.
Vete. Estaré bien.
La duda inundó el rostro de Inuyasha pero un suave jalón a unas de sus orejas lo hizo aceptar.
Bajo a su hermano, tomo en brazos a la azabache y salió de ahí lo más rápido posible.
El alfa al ver la retirada de aquel hanyou preparo sus patas para alcanzarlo pero el suave llamado del Omega lo distrajo.
Ya no era un pequeño zorro. Tenía exactamente su mismo tamaño. Era un demonio completo después de todo.
[Alerta, escena +18 años, están advertidos, si nos les gusta, saltarse está parte]
Al caminar unos cuantos pasos hacia el quieto zorro sus sentidos agresivos volvieron al recordar la huida del posible rival. Olfateo el aire para buscarlo pero de nueva cuenta aturdió sus sentidos por el olor que desprendía su Omega.
Ni corto ni perezoso el Omega Kitsune bajo sus orejas y sus colas y acercó su hocico al de él, comenzando a sollozar para que le prestará atención. El alto demonio así lo hizo, concentro su atención en el y sin descaro mordió el suave pelaje blanco.
Cambio de posiciones al estar tras del demonio zorro. Impulso sus patas traseras para quedar arriba de Omega quien soltó en quejido al sentir la acción.
El demonio perro acercó su parte trasera para comenzar a montarlo pero Yho bajo sus colas y se tumbó en el suelo boca arriba.
El alto demonio gruño en desacuerdo por la osadia, aún así permitió que el Omega jugará un rato con sutiles mordidas a su pelaje, orejas y hocico. Un juego previo para lo que vendría después.
El olor a fertilidad hizo que el alto demonio abandonara su estado juguetón.
El Omega aún se encontraba boca abajo por lo que comenzó a ser más... agresivo.
El chillido del demonio al ser obligado a girarse tranquilizó un poco al alto demonio. Necesitaba que el Omega dejara de moverse para comenzar con su apareamiento. Acercó el enorme hocico al cuello del Kitsune y lo mordió firmemente logrando que dejara de retorcerse.
Y por fin logró montarlo.
Los chillidos del Omega no tardaron en hacerse presente, para cualquier Omega, el primer celo en compañía de alguien era bastante doloroso. Y lo expresaba a base de chillidos y quejidos lastimeros.
Aunque eso no pareció detener al gran demonio.
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[Final de la escena. Comienzo normal]
Sesshomaru cargaba entre sus brazos a un inconsciente Yho.
Después de la cúpula, su Omega se desmayo del cansancio por lo que, cómo buen alfa que era lo llevo consigo en busca de un lugar seguro para el.
De momento no podía llevarlo al palacio del oeste y tampoco al territorio de sus padres.
Un refugio improvisado sería bueno para pasar sus días de celo.
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