Capitulo 1

Yho caminaba de manera tranquila por la aldea, con una sonrisa plasmada en su rostro saludaba los amables aldeanos que se detenían a conversar con el.

Este era su trabajo, vender y distribuir magníficas obras en forma de kimonos y Yukatas en las aldeas principales, no era un trabajo de un solo día y requiera mucho esfuerzo y paciencia para obtener una buena impresión de sus productos.

— ¡Joven Yho, nos complace tanto que elija este pueblo polvoriento para vender sus obras!— el aldeano estrecho la mano del Omega  con entusiasmo.

— ¿Que cosas dice señor Saotome? Su aldea es tan importante como las demás, no tengo preferencias en mi distribución.— respondió el joven demonio con una cortéz sonrisa — Hablar con usted siempre es tan entretenido señor, espero volvamos a tener una conversación pronto — haciendo una reverencia ante el hombre mayor se fue alejando de la cabaña.

— Padre, el joven Yho es muy impresionante, educado y exitoso para su edad — comento el hijo del anciano con una boba sonrisa en su rostro. El anciano palmeo su hombro con tristeza.

— Ni lo pienses Ryuma, ese muchacho tiene un camino por delante y el casarse no es uno de sus objetivos.

El muchacho suspiro cabizbajo. El hecho de que el Omega peli blanco era el más cotizado en las aldeas no sorprendía a nadie, a pesar de ser un hombre, logró enamorar a los jóvenes hormonales cómo lo era Ryuma. Tenía un encanto que era difícil resistirse. Y eso el peli blanco lo sabía, la raza de los Kitsunés era muy conocida por su belleza y seducción en los humanos o demonios de bajo-medio rango, difíciles de emparejar por su rareza y temperamento. Si bien todo eso es cierto para demonios bajo lo "normal", para aquellos que nacen siendo Omegas no lo era. No. Ellos tenían una exigencia y temperamento mayor, por ello, solo los altos demonios podían aparearse y emparejarse con ellos, su que eso no evitó que demonios bajos intentarán procrear con ellos para subir su descendencia. Y lo único que consiguieron fueron ser desmembrados.

La ley del más fuerte gana, aquel que pueda establecer y demostrar tener genes fuertes tendrá a los Omegas Kitsune. Omegas de la cúspide jerárquica, solo lo mejor de lo mejor.

Estupideces.

Yho detuvo su andar al estar frente de una cabaña destartalada. La cabaña donde vivió con alegría...con su Obāsan*.

Tantos recuerdos llegaron a su memoria como un rayo pero presionó a su cerebro al silencio, retomando su camino otra vez. Ya no había nada por lo que luchar. El era huérfano, NO tenía padres.

Sonrió a la niña que caminaba hacia el, volviendo a la realidad con fuerza.

— Disculpe señor, ¿Usted tiene un bonito kimono de peces carpa? — pregunto la niña de 10 años, al parecer indigente por su apariencia andrajosa —  Quisiera al menos poder observar uno...

— Claro que puedes, pequeña niña, tengo toda clase de kimonos a mi disposición. ¿Cuál es tu nombre? — dejo su bolso en el suelo y comenzó a buscar el kimono.

— Me llamo Ukyo, vivo en una cabaña al lado del río — informo con pena pero sonriendo, haciendo notar la falta de un diente. Yho saco el kimono, extendiendo la tela para que lo vea — Es hermosísimo.

El Omega noto el brillo añorante de la niña pero no podía dárselo, lo más probable es que fuera perseguida, golpeada y asesinada por los aldeanos si se paseaba con un traje suyo, pensarían lo más obvio de la situación, robo el traje.

— Oye Ukyo, toma, comelo — de su bolso saco unos dulces, pasteles regalados por uno de sus admiradores y de los extendió— quédate conmigo hasta que los comas, por seguridad.

Tomo asiento en una banqueta de madera, incitando a la niña a sentarse junto a el cosa qu la pequeña acato. Ukyo sostuvo la cajita de madera con anhelo, sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas al ver las delicias, tomo un pastelito entre sus manos y lo mordió de manera temblorosa, llorando con fuerza al sentir el sabor de una buena comida. Una comida en buen estado y con alguien que no sea el silencio de su hogar. Sollozo aún más al ver cómo el hermoso hombre limpiaba sus mejillas manchadas de lágrimas y crema. En ningún momento se detuvo en devorar la comida contenta de tener un trato amable.

A los pocos minutos termino el último bocado con satisfacción. Levanto su vista de la caja para ver al señor bonito mirándola fijamente, sus mejillas se sonrojaron al notar que posiblemente la miro comer todo el tiempo. Extendió la caja vacía.

— G-gracias señor. Es la mejor comida que he probado en mi vida — sonrió en grande expresando su agradecimiento. Yho tomo la caja, dando toques a su cabeza.

— No agradezca, se que no lo haz tenido fácil viviendo de esta manera. Suena algo descortés pero me gustaría que me hicieras un favor.

La joven rubio miro con atención al hombre, queriendo saber el trabajo que le ofrecía, lo haría sin dudar como pago por la comida  y por su amabilidad.

— Si señor, dígame qué puedo hacer por usted — dejo que el bonito señor colocará su bolso en su hombro.

— Ayúdame a vender estos trajes por la aldea. — Prosiguió, sorprendiendo incluso a él su siguientes palabras —Si terminamos con éxito, tendrás un kimono como pago.

Dicho esto, saco de su kimono un traje de tonalidades rosa, blanco y dorado, adornado con árboles de flores de Sakura. Extendió el bello kimono a las manos de la niña y comenzó a caminar, esperando que la niña comenzará a seguirlo. Ukyo tardó unos segundo en reaccionar, sonriendo de manera brillante corrió al encuentro con el hermoso joven. Tomando su mano en el proceso esperando no enojarlo, cosa que no sucedió.

— Vamos al río, tienes que darte un baño y usar el kimono — sentenció el Omega, cómo respuesta la niña asiento feliz. — me iré hoy mismo al terminar de vender.

La niña asíntio dando saltitos al caminar. Pronto llegaron al río donde solo la niña entro, ella misma se baño y vistió, esperando indicaciones para comenzar el trabajo. Yho asíntio al verla y comenzó a caminar siendo seguido de cerca por ukyo. Si no podía regar el kimono, demostraría a la aldea que hizo un trabajo para el y de esa forma no quitarle la ropa, aunque era arriesgado y algo estúpido de su parte, quería darle algo a esa niña que no parecía capaz de sobrevivir por mucho tiempo.

/Bueno, si causa problemas, simplemente la comemos./

/ Calla, Katsu, tu sugerencia es estúpida. No comemos niños, regla de demonios./

/ Cachorros demonio no. Humanos si /

/NO se hará, si sigues de esa forma no dejare que Sesshomaru -/

/Oh~ Sesshomaru- sama es un demonio muy apto, fuerte, con buenos genes, me gustaría que en el próximo celo -/

/NO/

Corto su comunicación con brusquedad, no quería seguir escuchando las perversiones de su bestia por ese demonio. Ese demonio perro que casi llego a montarlo en su anterior celo.

¿Por qué su bestia parecía urgido cada vez que lo vía?


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