𝗳𝗼𝘂𝗿. Fleming
004. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗨𝗥 ──
── 𝖥𝗅𝖾𝗆𝗂𝗇𝗀 •˖* 📼 ☄️
(¿les va gustando el fic?)
pdta: capitulo corto pero necesario.
Habían sucedido muchas cosas en tan pocos días, cosas malas en su mayoría. La primera de ellas, y tal vez la más simple de explicar, era que Malia y Cristina habían encontrado un departamento hecho a su medida. No era ni demasiado grande ni demasiado pequeño, estaba ubicado en una zona tranquila y lo mejor de todo: quedaba tan cerca del hospital que podían permitirse dormir un poco más si lo deseaban. Sin embargo, había algo extraño. El precio era sorprendentemente bajo, y la cocina era absurdamente grande. Ademas, Cristina, había desestimado las preocupaciones de Malia diciendo:
─ El tipo que nos lo alquiló es un completo idiota que no sabe nada de finanzas. Agradece su estupidez y disfruta la oferta..
Por supuesto, Malia no estaba tan convencida. Algo en ese lugar no terminaba de cuadrarle.
La segunda cosa, más problemática que la primera, era que más personas se habían enterado de la relación entre Meredith y su hermano, entre ellas, Bailey.
Y luego estaba la tercera. La más caótica. La que llevaba días desmoronando lo poco que quedaba de su tranquilidad: Malia se había besado con Thomas Braun. Y Derek los había visto.
Aquella mañana, al llegar al hospital, el aire parecía más denso de lo normal. Al cruzar las puertas principales, la mala suerte pareció reírse en su cara. Ahí estaba Derek, su hermano mayor, con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre el reproche y la furia contenida.
─ Tenemos que hablar, ─dijo, cortando el aire con su tono firme.
─ No, gracias. ─respondió Malia con una sonrisa falsa y un tono que intentaba sonar despreocupado, aunque sabía que estaba jugando con fuego.
Se giró y comenzó a caminar a paso rápido. No era miedo lo que la hacía huir, al menos no miedo a Derek. Era el agotamiento. Sabía que cualquier conversación con él acabaría en una pelea, y no tenía tiempo ni ganas para lidiar con eso. Subió por las escaleras casi corriendo, ignorando los gritos de su hermano que intentaba detenerla.
Ya en los vestidores, se puso el uniforme lo más rápido que pudo, como si de esa manera pudiera escapar de sus propios pensamientos. Decidió que un café le ayudaría a calmarse antes de empezar el turno. Pero justo cuando iba a buscar uno, una mano se adelantó, ofreciéndole un vaso humeante.
─ Buenos días. ─dijo una voz que reconoció al instante.
Malia levantó la vista y se encontró con Thomas Braun, con su cabello pelirrojo despeinado y esa sonrisa torcida que parecía diseñada para meterse en problemas.
─ Buenos días, doctor Braun. Le informo que lo que pasó en la fiesta... no pasó.
Intentó marcharse rápidamente, pero Thomas, con su característico descaro, comenzó a seguirla. Su café todavía temblaba en sus manos mientras se esforzaba por mantener el paso de ella.
─ Estoy bastante seguro de que pasó.
─ No pasó. ─replicó Malia sin mirarlo, aumentando la velocidad.
─ Tal vez necesitas una consulta con tu hermano, ya sabes, un neurólogo para verificar tu memoria.
Malia se detuvo en seco y giró sobre sus talones, enfrentándolo con una mezcla de indignación y exasperación.
─ Derek quiere matarte, ¿sabes? ─soltó, señalándolo con el dedo ─. Ya soy una adulta, pero en su cabeza sigo teniendo cinco años. Y tú te atreviste a besar a su hermana menor. La niña de sus ojos....blah, blah. Todas esas tonterías de hermano protector.
Thomas no se inmutó. De hecho, su sonrisa se ensanchó, lo que solo consiguió enfurecerla más.
─ Técnicamente, fuiste tú quien me besó. ─respondió con tono tranquilo, como si no hubiera nada de qué preocuparse.
Malia iba a replicar, probablemente a gritos, pero en ese momento escuchó una voz familiar que la rescató de lo que estaba a punto de convertirse en un escándalo en medio del pasillo.
─ ¡Malia, llegas tarde! ─gritó la doctora Bailey, con su habitual tono autoritario.
Ella aprovechó la oportunidad como si fuera un salvavidas lanzado al mar.
─ ¡Sí, lo siento, doctora! ─dijo mientras se apresuraba para unirse al grupo de internos que la rodeaban.
Thomas intentó seguirla con la mirada, pero ella ya estaba a salvo entre sus compañeros. Cristina y Meredith, que también estaban ahí, intercambiaron miradas cómplices.
─ Cristina, tú también llegas tarde. ─dijo Bailey, apuntándola con el dedo como si quisiera perforarla.
─ Al igual que Meredith. ─respondió Yang sin perder el ritmo, pero Bailey la ignoró, enfocándose únicamente en su objetivo inicial.
Malia suspiró, sintiendo que había ganado un pequeño respiro, pero sabía que no sería suficiente. Las miradas, los cuchicheos y, sobre todo, Derek... esto no había hecho más que empezar.
Burke había tomado una decisión: esa semana pediría a Malia como su interna. No era la primera vez; de hecho, era la tercera en los últimos días. Al principio, lo hacía porque disfrutaba del desafío de mantenerla fuera del alcance del doctor Braun, casi como un juego. Pero con el tiempo, lo que empezó como un impulso se convirtió en algo más. Burke reconocía el talento cuando lo veía, y Malia no solo era talentosa: era excepcional. Cada cirugía en la que trabajaban juntos confirmaba que tenía el potencial de ser una de las mejores.
Mientras tanto, la doctora Bailey observaba la situación con sospecha. Al recordar los rumores y el drama que había envuelto a Meredith y Shepherd, casi desató un regaño monumental. Sin embargo, tras no encontrar ninguna señal de una relación impropia entre Burke y Malia, decidió enfocarse en un blanco más familiar: Derek.
Malia caminaba a pasos largos detrás de Burke, casi trotando para mantener el ritmo del médico titular. Pero en ese momento, su emoción era evidente.
─...cierro y ya ─termino de contar con lujo de detalle sobre la operación que le había preguntado Burke hace unos minutos ─. ¿Lo dije bien, doctor?
Burke, sin levantar la mirada de los informes que revisaba, dejó caer un comentario que la hizo sonreír.
─ Cuando necesite consultar, ya no iré a mis libros.
─ Lo tomaré como un halago. ─respondió, ocultando su orgullo tras un tono profesional.
Burke se detuvo brevemente para revisar un caso.
─ ¿PTI?
─ Ya le dimos metotrexato, pero su tiempo de sangrado no mejora.
Malia frunció el ceño, analizando la información.
─ ¿Una válvula calcificada? O tal vez un foramen oval permeable... ─aventuró, pero luego negó con la cabeza ─. No, los exámenes salieron limpios.
Burke la miró, apenas un instante, pero la aprobación en su rostro fue clara.
─ Revisa su sangre nuevamente. Quiero resultados en una hora.
Malia obedeció al instante, pero apenas llegó al laboratorio, una sombra se cernió sobre ella: Thomas. Su tono, serio y pausado, la detuvo en seco.
─ Creo que llegó el momento de contarte algo.
─ Tienes treinta segundos antes de que esta proteína se aglutine. ─respondió sin mirarlo, concentrada en su trabajo.
Thomas se acercó, sus palabras cargadas de un peso que Malia no estaba preparada para soportar.
─ La doctora Fleming está agonizando.
El mundo de Malia se desmoronó en un segundo. Sus manos temblaron, y el tubo que sostenía estuvo a punto de caer. Levantó la mirada, buscando alguna señal de que Thomas estuviera bromeando, pero su expresión era tan seria que dolía mirarlo.
─ Me estás mintiendo. ─murmuró, su voz quebrada.
─ Etapa final de cáncer. Ya no acepta tratamiento. Su último deseo es que Malia Shepherd vaya a visitarla. El pasado te busca, Malia.
Ella llevó una mano a la boca, tratando de contener un sollozo que parecía surgir desde lo más profundo de su pecho. Las lágrimas comenzaron a caer, implacables.
─ ¿Por qué no me lo dijiste antes? ─su voz se rompió mientras lo acusaba ─. ¿Por qué?
Thomas suspiró, apesadumbrado.
─ Me pidió que no lo hiciera hasta que estuvieras lista. Pero ya no queda tiempo, Malia. Y sigues sin entender.
─ ¿Desde cuándo te importa seguir las reglas? ─gritó, su dolor transformándose en rabia ─. ¡Dios!
Él bajó la mirada, incapaz de responder. Malia dio un paso hacia atrás, tambaleándose. Las lágrimas caían libremente por sus mejillas mientras trataba de procesar la noticia. La mujer que había sido su refugio, su guía, su familia cuando nadie más lo había sido, estaba muriendo.
Antes de que pudiera reaccionar, la puerta del laboratorio se abrió de golpe. Derek entró con los ojos llenos de ira, fijándose primero en Thomas y luego en el estado de su hermana.
─ ¿Qué le hiciste? ─espetó, caminando directamente hacia Thomas.
─ ¡Derek, no! ─gritó Malia, pero no pudo detenerlo.
El puñetazo llegó con fuerza, y Thomas tambaleó hacia atrás, llevándose una mano al rostro.
─ ¡Dios, Derek! ¿Qué demonios te pasa? ─Malia corrió hacia su hermano, empujándolo lejos de Thomas ─. ¡Sal de aquí!
─ ¿Qué te hizo? ─repitió Derek, ignorándola ─. ¡Dímelo, Malia!
Ella lo miró, herida, furiosa.
─ No me hizo nada. Y ahora, vete. ¡Soy lo suficientemente adulta para manejar mis problemas!
Derek la miró, incrédulo.
─ ¿Tus problemas? ¿Cómo besarte con él?
Eso fue suficiente.
─ ¿En serio vas a hablarme de moralidad, Derek? ─su voz subió, cargada de una furia que nunca antes había mostrado ─. ¡Eres un hipócrita! Te acuestas con Meredith desde que empezó el internado, ¡y te atreves a juzgarme!
El silencio que siguió fue brutal. Derek la miró, incapaz de responder, y se marchó, cerrando la puerta de un portazo.
Malia se giró hacia Thomas, limpiándose las lágrimas con las mangas.
─ ¿Estás bien?
Él sonrió con una mueca.
─ Pega fuerte.
Ella suspiró, aún temblando.
─ Cuando se trata de sus hermanas, siempre lo hace.
Pero su mente estaba en otro lugar. Fleming. La mujer que la había rescatado cuando no era más que una niña asustada, rota y sola. Tenía que ir a verla, aunque eso significara enfrentarse al pasado que había jurado olvidar.
Sacó su teléfono y marcó a Cristina.
─ ¿Me cubres el resto del día?
─ Si tú me cubres el día dieciséis, claro. ¿Con quién estás hoy?
─ Con Burke. Tenemos un caso complicado, pero te iré ayudando y puedes ganar...
─ Supongo que es un sí.
─ A tratar con el loco psíquico, prefiero esto.
─ Gracias.
─ No me agradezcas, pensarán que somos lesbianas.
Malia ríe y luego cuelga el teléfono. Coloca sus manos en sus caderas y mira a Thomas.
─ Irás conmigo, ¿verdad?
─Sí.
dd
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top