6. Dos adolescentes

Olivia

No le contesto nada.

Mis ojos van directamente a sus labios y siento mis manos arder sobre su traje.

Estoy sorprendida, pero de alguna manera, se siente relajante volver a estar así.

— Suéltame. — Logro decir. 

Su sonrisa se borra.

— ¿Por qué nunca puedes decir nada, Olivia?

Quisiera decirle que sólo tengo una razón para justificarme, pero lo único que logro es bajar la mirada y morder mi labio inferior con todas mis fuerzas.

— Porque quiere que la sueltes.

Volteo a ver al responsable de esa voz y me sorprendo al encontrarme con Luke frunciendo el ceño.

Zack se tensa y me suelta inmediatamente.

— ¿Estás bien? — El pelirrojo me mira preocupado y se acerca a mí.

Zack lo mira como si quisiera matarlo.

— Sí. — Murmuro.

Tal vez no, pero se intenta.

— Bien. — Luego mira a Zack con fastidio. — Puedes ser el dueño de una empresa internacional muy importante, pero aquí en Londres tienes que dejar a una mujer en paz cuando lo pide...

Luke...lo que pasa es que yo no quería...aunque...bueno, el caso es que no estaba pidiendo un salvador o algo por el estilo, estaba perfectamente normal en los brazos de Zack...no, ¿Qué estoy diciendo?...no podría, yo tengo que alejarme, de sus ojos salvajes y de esa atracción que me tiene loca, si no, Zack será mi perdición.

— ¿Quién eres? — Es lo único que Zack pregunta.

Luke ríe y lo mira mal.

— Eso es lo que menos importa, sólo discúlpate con Olivia.

— Tú no sabes por qué estábamos así y tampoco debería importarte. — Zack dice con más diplomacia.

— Suficiente. — Digo. — Luke, aquí no ha pasado nada, el señor Miller solo está confundido.

— Claro que no, y tú lo sabes bien. — Zack refuta.

— Bueno, como digas, pero vete por favor que tenemos muchas cosas que hacer. — Pongo los brazos como jarras y le doy una mirada de advertencia a Zack. — Vámonos, Luke.

El pelirrojo asiente y nos vamos caminando.

No volteo a ver en ningún momento hacia atrás, pero sé que la mirada penetrante de Zack está ahí, taladrando mi alma y buscando algún vestigio de luz que le permita hacer conmigo lo que quiera y no deseo que lo logre.

***

— Siento que me estás ocultando algo, ¿Peter volvió a molestarte? — Mamá me pregunta.

Frunzo los labios.

— Claro que no. — Saco el pavo del horno.

— ¿No? — Me mira asombrada mientras continua batiendo la mezcla para galletas. — Entonces, ¿qué es?

— Debe ser por ese chico del hospital. — Papá entra en la cocina diciendo eso.

— ¿Cuál chico del hospital? — Abro los ojos con nerviosismo.

— Pues...

— No es por Zack. — Suelto una risa nerviosa. — No podría ser por él, porque sin importar que lo volví a ver y que se está acercando demasiado, él no es, ni será nunca la causa de mi estrés, claro que no.

Papá y mamá guardan silencio.

Mamá enarca una ceja.

— Sí es por él. — Peter camina por el pasillo.

— ¡Claro que no! — Digo exasperada.

— Yo creía que el chico que habías llevado al hospital era otro, pero...

Suspiro.

— ¿Estaban hablando de Luke?

— Con que así se llama. — Mamá murmura. — ¿Es guapo?

— ¡Mamá!

— Sólo preguntaba, aunque después de todo, tú sigues pensando en Zack.

Fijo la mirada en el pavo.

— Mila, no le traigas esos recuerdos. — Papá regaña a mi madre.

Ella le dedica una mala mirada.

— No se preocupen, yo estoy bien. — Me quito los guantes para el horno y salgo de la cocina.

Voy a la habitación de Charlie y toco varias veces, hasta que desde adentro me dice que pase.

— Quisiera que pararan el mundo para bajarme de él. — Digo al entrar.

Charlie ríe.

— ¿Ahora que te sucedió?

— Mis padres me hicieron hablar de Zack.

Enarca una ceja.

— No veo cuál es el problema.

— Pues que estoy cansada de que él esté en todas mi conversaciones aunque yo misma me alejé.

— Entiendo. — Dice en voz baja.

Suelto un suspiro.

— A veces siento que me encanta estar demasiado cerca a él y otras veces estoy segura de que quisiera esconderme en otro país y no volver a salir de allí hasta estar segura de que no lo veré.

— Y, ¿eso como te hace sentir? — Ajusta sus gafas.

Pienso que contestarle hasta que me doy cuenta de que está intentando hacer un proceso psicológico conmigo.

Olvidaba que Charlie además de ser un compositor de canciones famoso es psicólogo.

— Me hace sentir normal. — Le saco la lengua y él ríe.

La puerta de la habitación se abre con violencia y la risa de Charlie se corta por un momento hasta que la persona que está parada en el umbral de la puerta lo mira con ternura.

El pelinegro se levanta entre risas de su cama y le da un abrazo a Asher hasta que se besan tan profundamente que carraspeo fuertemente.

Juntan sus frentes y sonríen con los ojos cerrados.

Deberías tomarles una foto, son muy románticos .

— No coman delante de los pobres. — Comento con los brazos cruzados.

Continúan abrazados y me miran con una mezcla de burla y picardía en sus ojos.

— ¿Qué?...¿Ni siquiera me vas a saludar, Asher? — Enarco una ceja y él sólo suelta una risita.

— Oh...hola. — Asher hace una pausa. — Veo que estás muy bien, capitana Livvie,...así que te invito a que salgamos esta noche a un pub con mi querido novio,...Jasper y Frankie.

Frunzo el ceño.

Jasper y Frankie están en Berkeley.

— Estás loco, ellos están en Estados Unidos. — Me río.

— No, están quedándose aquí, en Londres. — Afirma.

Guardo silencio.

— Nadie me había dicho nada. — Bajo la voz.

— No te preocupes, llegaron hace muy poco y no han querido molestarte, pero...como yo no soy así, vine desde el aeropuerto a ver al amor de mi vida y...por supuesto a ti.

Charlie ríe y la pequeña diferencia de estatura que tiene con Asher es notoria, pues este último pone su cabeza sobre el hombro de su novio.

— Bien, bien. — Camino hacía la puerta y ellos se hacen a un lado para que pase. — Lo pensaré.

— ¡Livvie! — Insisten al unísono.

***

Estoy fuera de lugar.

Sola y humillada amorosamente, mientras mis amigos se demuestran el cariño que se tienen.

Me lo restriegan en la cara y lo saben.

Mi celular vibra y no tan sorprendida abro el mensaje.

Mi jefe me acaba de enviar la información de contacto de Zack, así que reviso su número, su fecha de nacimiento, horarios y demás datos que me indican que vive cerca, siempre está ocupado y que justo ahora, debe estar llegando a su casa después de un día largo de trabajo.

Y pensar que yo estuve en mi casa, con mis padres y amigos mientras él está tan solo.

Bebo un poco de mi cerveza y observo como Frankie se levanta de silla para acercarse a la tarima.

Por cierto, el pub tiene un karaoke y mis amigos quieren que supere mi vergüenza social cantando, pero es muy irónico, porque cada día salgo en televisión.

Frankie habla algo con el chico que pone las canciones y vuelve a la mesa con una sonrisa.

— Sigues tú después de un chico. — Me avisa. — Tienes que decir por qué cantarás la canción.

Frunzo el ceño.

— Frankie Morris, estabas en Londres hace muchos días y no me habías dicho nada, y ahora quieres que cante delante de todo el mundo y eso no es lo peor, sino que quieres que diga por qué voy a cantar algo que no escogí.

Jasper enarca una ceja.

— Si vas a saber por qué.

Charlie asiente.

— Escogimos una canción que cantabas mucho cuando estabas en tu peor momento, así que no se te haga raro si te la sabes completa y hasta lloras. — Asher comenta.

Ruedo los ojos.

***

Tomo aire profundamente y agarro el micrófono como si fuera mi único sostén en este escenario y ciertamente, lo es.

Ya tienes varios tragos encima, deja que hagan efecto.

— Nunca hago esto. — Las personas presentes ríen. — Pero en mi defensa, mis amigos, me obligaron...eso va para ti Frankie.

La señalo y se enrojece.

— La canción que escogieron para que cantara, representa lo que siento por alguien a quién lastimé y como estoy un poco ebria, entonces haré de cuenta que lo estoy viendo a los ojos...

La melodía comienza a sonar lentamente.

Cierro los ojos y de mi boca salen las palabras con tanta armonía que no me sorprende que haberla practicado antes sea la razón.

I have loved you for many years
Maybe I am just not enough
You've made me realize my deepest fear
By lying and tearing us up

Esa es la parte que más me duele...

Termino de cantar y me doy cuenta de que tengo las mejillas mojadas.

Lloraste.

Los aplausos no se hacen esperar y bajo de la tarima temblando.

— Ciertamente, podrías ser cantante. — Frankie comenta cuando me siento nuevamente.

— Quiero otro trago. — Es lo único que soy capaz de musitar y mis amigos sueltan carcajadas sonoras.

***

— Quiero beber más. — Hago un puchero.

Todo se siente tan tranquilo que amerita un trago más.

— No, Olivia. — Asher me regaña.

No entiendo por qué lo hace...¿no ve que estoy muy contenta? 

 — Espera un momento aquí que te vamos a llamar un taxi. — Jasper me dice.

Asiento con una sonrisa en mis labios.

Mientras mis amigos hablan entre ellos, recuerdo que estoy sola.

Eso me hace sentir tan triste...pero tengo una super idea.

Debería ver al responsable de mi tristeza y decirle que me deje en paz. Sí, eso es lo mejor que puedo hacer.

Veo un taxi a lo lejos y le hago una señal de pare.

Me rio bajito y miro con burla a mis cupidos negros. Nunca sabrán donde estoy.

Subo al taxi que ha parado frente a mí y le explico al conductor donde debe ir, obviamente, basándome en la dirección que el señor Dalton me envió hace un rato.

Zacharias Miller, voy hacia ti y no hay nada que puedas hacer para detenerme.

*** 

Al bajar del taxi, me tambaleo un poco y me mojo debido a la lluvia que está cayendo fuertemente.

Miro el grupo de casas idénticas que hay a mi alrededor y como si fuera un instinto, me dirijo a la que está indicada con el número 29, pues esa es la que dice en la dirección.

Dudo si debería tocar el timbre o si debería devolverme...pero no, es mejor que lo enfrente, de todas maneras, estoy ebria y mañana no recordaré nada de esto.

***

Zack

Horas antes.

Jasper y Asher me invitaron a beber más tarde, pero ese plan es con Olivia.

Claramente me negué, pero ahora estoy aquí en mi oficina lamentándome por estar tan solo. 

Suelto un suspiro profundo al escuchar que mis empleados están trabajando con Vienna de Billy Joel de fondo, pues los recuerdos con Olivia cantando esa canción me van a matar.

Siempre he sido partidario de que las personas deben estudiar o trabajar haciendo lo que les gusta, es por eso, que constantemente, las personas que trabajan conmigo escuchan música, hacen competencias de quién trabaja más rápido y hasta apuestan sobre quién ganará por una idea o no...ellos me recuerdan lo que hacía cuando era adolescente.

Me levanto de la silla y salgo de la oficina, por lo que todos me miran asombrados y uno de ellos apaga la música de repente.

Debo tener una cara de muerte para que hubieran hecho eso.

— Ya se pueden ir. — Murmuro. — Han trabajado muy duro hoy y merecen ir a beber o hacer lo que quieran, de todos modos, hoy es sábado.

Me agradecen, pero luego de que se vayan, me quedo un rato más, no puedo volver a mi casa tan rápido.

***

Tomo mi abrigo, pero mi celular vibra y suena sobre la mesa.

Contesto.

— ¿Siempre has sido así de lento para contestar? — Evelyn pregunta al otro lado de la línea.

— No. 

— ¿Estás bien? 

Suspiro.

— ¿Eso es un sí?

— Sí, Eve. — Digo con aburrimiento. — Ya me voy a ir a casa.

— Oh, ¿ha pasado algo? 

— No.

— Zack, estás contestándome con monosílabas y eso no es normal. — Comenta con preocupación. — Lo normal es que seas sarcástico y odioso.

Sarcástico y odioso, ¿cómo Olivia?

— Estoy cansado, es todo. 

— Bien, bien; no te molestaré más por hoy. — Suelta una risita.

— Descansa. 

— No, yo he descansado mucho, tú eres quien debería hacerlo. — Masculla. — Y también deberías intentar cumplir con ese plan de volver a conquistar a Olivia.

Ese plan...

— No quiero. — Digo con enojo.

— ¿Ya te rendiste? 

— No lo sé. 

— ¿Por qué dudas? ¿crees que no podrás?...por Dios Zack, ya lo hiciste una vez.

Y esa única vez salí destrozado.

— Era diferente.

— No lo era.

— En ese tiempo no sabía que ella me repudiaba tanto.

Sus palabras vuelven a mi mente.

— Zack, no creo que lo hiciera, ni que lo haga ahora, ella no te odia, ¿no crees que tiene miedo?

— Tal vez, pero hizo todo eso porque no le dije la verdad sobre el pasado, Eve,...ahora puede ser peor.

— Ya no tienes nada más que ocultar...así que no te preocupes.

— Tú no deberías decirme esto.

— ¿Por qué no? 

— Porque eres algo así como mi exnovia. 

— No lo soy, en realidad, sólo llenaba el espacio que tanto guardas para ella y que se quedará vacío si te rindes y no luchas más...sólo habla abiertamente con ella y serás feliz. 

Si lo intento, podría perder mucho, pero no más que antes.

***

Las gotas de lluvia golpean el techo una y otra vez.

Odio esta ciudad, no para de llover y cuando lo hace, resulta ser el día en el que estoy en el avión de vuelta en Estados Unidos...así ha sido los últimos tres meses, pero ya me iré...o tal vez no.

Voy a la cocina por un vaso de agua, pero hoy parece ser un día de esos en los que no dejo de pensar en Olivia Basset, así que busco una botella de vino en la alacena.

No es que beba mucho, pero hoy el día se ha encargado de recordarme y mostrarme a Olivia de todas las maneras existentes.

Sirvo un poco de vino en la copa y la llevo a mis labios.

Sabe amargo como los recuerdos de Olivia.

— Ya te superé. — Murmuro a la nada. — He sido libre, ¿no era lo que querías?

Le doy otro sorbo al vino.

El timbre suena.

¿Quién será a esta hora?

Abro la puerta con el ceño fruncido y no puedo creer lo que me encuentro frente a mí.

— ¡Zaaaaaaack! — Olivia me saluda tambaleante.

Mi torpe corazón late como loco.

— ¿Estás ebria? — Es lo único que pregunto.

No debería preocuparme por ella.

— Noooooo. — Alarga la palabra y ríe.

Tiene las mejillas sonrojadas, el cabello algo despeinado, su ropa está mojada y parpadea varias veces mientras observa mi rostro.

En este momento se ve muy hermosa y provocativa, en el instituto tenía un aire muy dulce, pero ahora tiene esa energía femenina que me está volviendo loco.

— ¿Puedo besarte? — Pregunta.

Abro los ojos sorprendido.

Si no estuviera ebria, tal vez lo pensaría.

— Me equivoqué de palabra. — Suelta una risita. — ¿Puedo pasar?

Señala el interior de mi casa y hace énfasis especial en la palabra "pasar".

— Sólo será un momento...llamaré un taxi. — Me hago a un lado y ella pasa mirando todo lo que hay a su alrededor.

— Joseph Adams. — Murmura el nombre de mi amigo cuando ve una de sus pinturas en la pared. — Hay amor en sus pinturas como lo había en tu mirada hace siete años.

Me mira a los ojos y suelta un suspiro.

— Quítate el abrigo. — Le digo.

Me apoyo sobre la pared fingiendo estar tranquilo y recuerdo que dejé mi vino sobre el mesón de la cocina.

Ya me lo tomaré más tarde.

— Si quieres me quito toda la ropa. — Ríe como una niña traviesa.

Empieza a quitarse el abrigo mientras hace un baile ridículo, luego lleva sus manos al primer botón de su camisa rosada y me acerco a ella para detenerla.

— Sólo era abrigo. — Rectifico.

La suelto inmediatamente. No debo acercarme.

Hace un puchero.

— ¿Tanto me repudias? — Pregunta.

Las lágrimas comienzan a bajar por sus mejillas.

— Estás ebria. — Susurro.

Me mira a los ojos.

— Me di cuenta de que me mirabas con odio. — Muerde su labio inferior y camina lentamente hacia mí.

No lo soporto, ese gesto se ha vuelvo sexy y ha perdido la inocencia que lo caracterizaba.

— Olivia llamaré un taxi para que te vayas a tu casa. — Voy hasta mi habitación y tomo el celular.

Marco el número de la empresa de taxis y vuelvo a la sala.

Olivia no está.

Cuelgo antes de que me contesten y declino la idea de llamar un taxi, Olivia es una ebria peligrosa.

Sigo con la mirada las gotas de agua en el suelo y veo a Olivia sentada sobre el mesón de la cocina con la botella de vino en sus manos.

— No bebas más, te hará daño. — Le quito la botella.

Se cruza de brazos.

— Siento que me odies, pero no debes negarle un trago a nadie. — Me regaña.

Intento no sonreír.

— No te odio.

Sonríe.

— ¿En serio?...— Su sonrisa se borra de repente. — Pero nunca volverás a quererme como antes...te destruí y ahora tú estás destruyendome...no soporto lo que me estás haciendo, lo merezco, pero no quiero vivirlo.

Se refiere a lo que le he dicho...y seguramente, a las flores.

— Hablemos luego, Olivia. — Pongo mis manos en su cadera y la bajo del mesón.

Sigue siendo liviana y extremadamente suave.

— No quiero hablar luego. — Mira mis labios. — Quiero aclarar todo aquí y ahora...así como cuando éramos dos adolescentes del Club de los Cupidos Negros.

Ese nombre...

— No soy un cupido negro. — Le aclaro.

Ríe.

— Oh cariño, claro que lo eres. — Se pone de puntas y se acerca peligrosamente a mis labios.

En este instante tengo un choque de emociones y deseos en el que me pregunto si debería perdonarla o continuar con su sufrimiento...aunque no puedo olvidar que está ebria.

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Nota de la autora: Por fin conocen como sucedió lo del prólogo, pero esto no resuelve nada...Olivia y Zack siguen ese punto en el que el amor y el odio siguen disputándose un lugar.

Una pequeña curiosidad es que el capítulo inicia con una situación muy parecida a como termina...¿quieren más capítulos así?

Les agradezco la paciencia que me tienen y discúlpenme si no puedo actualizar rápido.

Besos rompecorazones.

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