OO7; desenfreno

Jungkook despertó sintiéndose más pesado de lo habitual, su cuerpo parecía arrastrar una carga invisible que lo aplastaba contra el colchón.

Era apenas el segundo día de su celo, pero ya se sentía más insoportable que en otras ocasiones.

Cada vez que recuperaba la conciencia, una palabra resonaba en su mente con desesperación: "Omega" Su lobo lo llamaba sin cesar, reclamando algo que Jungkook no podía darle, algo que ni siquiera él mismo lograba comprender del todo.

Abrió los ojos con dificultad, tratando de acostumbrarse a la luz que inundaba su habitación a través de las cortinas entreabiertas.

La cabeza le daba vueltas, y el cuerpo le ardía con un calor abrasador, a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido al máximo. Respiró hondo, sintiendo la frescura del aire que apenas lograba calmar el fuego en su interior.

Con esfuerzo, se incorporó en la cama, dejando que sus pies descalzos tocaran el suelo frío. Estaba vestido solo con unos pantalones cortos, pero aún así el calor era abrumador. Todo su cuerpo se sentía en llamas, y el único pensamiento coherente en su mente era ese incesante llamado de su lobo.

"Omega..." el eco de esa palabra lo perseguía en cada respiro.

Miró a su alrededor, y la vista de su habitación lo sorprendió. Todo estaba hecho un desastre. Los muebles volcados, las sábanas rasgadas, y varios objetos rotos esparcidos por el suelo.

En su frenesí, había destruido todo a su paso, cediendo al instinto salvaje de su lobo que clamaba por un omega que no estaba allí. Recordaba vagamente cómo había perdido el control en la fiesta, cómo el olor de Taehyung había despertado una reacción visceral en él.

Taehyung...

El nombre flotó en su mente, y su pecho se apretó al recordarlo.

Jungkook se llevó una mano a la frente, tratando de aclarar sus pensamientos. No comprendía del todo por qué su lobo estaba actuando de una manera tan irracional, pero empezaba a tener una idea.

Era una idea que le parecía tan descabellada, tan imposible, que no quería aceptarla. Y, sin embargo, todo apuntaba a la misma conclusión.

—¿Taehyung es...? No, no puede ser —intentaba convencerse a sí mismo de lo contrario, pero la verdad seguía golpeando en su mente.

El comportamiento de su lobo, su atracción inexplicable hacia Taehyung, todo encajaba en un cuadro que no quería pintar.

Su lobo seguía llamando a su omega, insistiendo en que estaba cerca, que lo necesitaba. Pero Taehyung era un beta... ¿no? La sola posibilidad de que estuviera equivocado lo llenaba de más preguntas que respuestas.

—No puede ser... —murmuró para sí mismo, llevándose ambas manos a la cabeza mientras intentaba calmar el caos que reinaba en su interior.

El calor seguía abrasando su cuerpo, cada fibra de su ser deseando algo que no estaba allí. Respiró hondo, intentando controlar el instinto que lo empujaba a buscar, a correr tras ese olor que había quedado impregnado en su memoria.

Pero por más que intentara resistirse, su lobo no se calmaba. Y cuanto más lo pensaba, más imposible le parecía seguir negando lo que su cuerpo ya sabía.

"Taehyung... ¿Eres tú?"

Jungkook se recostó nuevamente en la cama, respirando hondo mientras observaba la pantalla de su móvil.

Había varios mensajes sin leer, la mayoría de sus compañeros de la universidad preguntando por su estado, probablemente preocupados por su repentino comportamiento en la fiesta. Sin embargo, no se sentía con ánimo de responderlos. Solo respondió los mensajes de sus padres, asegurándoles que estaba bien y que pronto se repondría.

Mientras dejaba el móvil sobre la mesa de noche, un golpe en la puerta capturó su atención. Levantó la cabeza y escuchó la voz de Jimin al otro lado.

—Jungkook ¿Puedo pasar?

—Sí, pasa.

La puerta se abrió lentamente y Jimin apareció en el umbral. Jungkook notó que ya estaba completamente vestido y listo para ir a la universidad. Su amigo se apoyó en el marco de la puerta, dándole una mirada comprensiva.

—Namjoon y yo ya nos vamos —dijo Jimin—. Te dejé el desayuno preparado en la cocina. Asegúrate de comer algo, lo necesitas.

Jungkook asintió, agradecido. —Gracias, hyung.

El alfa mayor sonrió levemente, pero su mirada se mantenía algo preocupada. Antes de irse, agregó: —Si necesitas algo, lo que sea, llámanos, ¿sí?

—Lo haré —respondió Jungkook.

Pero cuando Jimin dio un paso para irse, algo dentro de Jungkook lo detuvo.

—Hyung, espera.

Jimin se giró de inmediato, mirándolo con una ceja levantada.

—¿Qué pasa?

Jungkook dudó un instante, bajando la mirada al suelo. Las palabras parecían atorarse en su garganta, pero sabía que tenía que decirlo. Finalmente, respiró hondo y dejó salir lo que le pesaba.

—Cuando veas a Taehyung... dile que lo siento, por favor. Que... que cuando vuelva, me disculparé formalmente con él por todo lo que pasó.

—Lo haré. Tranquilo —respondió, aunque su expresión revelaba algo más. Sabía que Jungkook estaba lidiando con más de lo que decía, pero decidió no presionarlo.

Con una última mirada, Jimin se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

El silencio llenó de nuevo el espacio, dejando a Jungkook solo, sumido en sus pensamientos.

Se recostó hacia atrás en la cama, sintiendo cómo el peso de todo lo que había sucedido volvía a caer sobre sus hombros. Su mente seguía regresando a Taehyung una y otra vez, y al caos que había provocado en la fiesta.

Se sentía avergonzado, avergonzado de haber perdido el control, y aún más por lo que su lobo seguía susurrando insistentemente: "Omega"

Jungkook suspiró profundamente, cerrando los ojos. No podía evitar sentirse culpable, pero también confundido. ¿Por qué Taehyung? ¿Qué había en él que desataba algo tan primitivo dentro de él? Nada tenía sentido. Y aún así, la sensación persistía, lo atormentaba.

[...]

El camino hacia la universidad nunca se había sentido tan largo y pesado para Taehyung.

A medida que se adentraba en el campus, notaba las miradas sobre él, más pesadas de lo habitual. Los murmullos no tardaron en llenar el aire. Podía sentir cómo los ojos de los demás lo seguían con interés y curiosidad.

Era evidente que la mayoría de los estudiantes había estado presente en la fiesta o, si no, los rumores habían llegado a ellos con una rapidez que Taehyung jamás hubiera esperado.

Aferrándose con fuerza a las asas de su mochila, intentó mantener la compostura. Sabía que no podía dejar ver cuánto lo estaba afectando aquella situación, pero el peso de las miradas y los susurros le hacían difícil concentrarse en cualquier otra cosa. Cada paso que daba lo sentía más pesado, pero se obligó a seguir caminando, como si todo estuviera bien. Solo quería llegar a clase sin tener que enfrentar más preguntas o miradas inquisitivas.

De repente, el sonido de unos pasos rápidos a su espalda lo sacó de su ensoñación, y antes de poder reaccionar, Jimin apareció a su lado, tropezando levemente por la prisa.

Sin decir nada, Jimin le lanzó una mirada de advertencia a los estudiantes cercanos que lo estaban observando con demasiado interés, y en un rápido movimiento, rodeó a Taehyung con un brazo, alejándolo de la multitud.

—Ven, vamos por aquí —dijo el pelinegro en un tono bajo, guiándolo hacia un lugar más tranquilo, donde pudieran estar lejos de los ojos curiosos.

Cuando encontraron un rincón del campus donde apenas pasaba gente, Jimin se detuvo y se colocó frente a Taehyung, examinando su rostro con una mezcla de preocupación y cansancio.

—¿Cómo estás? —preguntó Jimin, su voz siendo suave pero atenta.

Taehyung intentó sonreír, pero el gesto se sentía forzado. Se encogió de hombros y respondió lo más calmadamente que pudo.

—Estoy bien, hyung. Aunque... no sé, creo que aún no me he recuperado del todo del alcohol y de la fiesta en sí —su intento de hacer la situación más ligera cayó en saco roto.

Jimin soltó una risa nerviosa, llevándose una mano a la nuca.

—Sí, fue una fiesta... intensa —Jimin evitó mirarlo a los ojos por un segundo, como si el simple recuerdo de lo que había sucedido lo incomodara. Luego suspiró y dijo: —Mira, siento mucho lo que pasó. Jungkook... no quiere que pienses mal de él. No quiere que lo veas como un pervertido o algo así. Él... simplemente perdió el control. No suele ser así.

Taehyung lo escuchaba en silencio, sintiendo cómo sus propios nervios se arremolinaban en su estómago.

La mención de Jungkook lo desestabilizó por un momento, pero se esforzó por no mostrarlo. En el fondo, no había pensado en Jungkook como un pervertido, pero las preguntas y las dudas seguían rondando en su cabeza. Sin embargo, no quería preocupar más a Jimin.

—No te preocupes, hyung. De verdad, está bien —dijo, tratando de sonar convincente, encogiéndose de hombros—. Son cosas que... pueden pasar, supongo.

Jimin lo miró por un momento, como si no estuviera del todo convencido por la respuesta de Taehyung, pero finalmente asintió, aunque con un aire de incomodidad.

—Me alegra que no estés enfadado. Jungkook se siente fatal por lo que ocurrió. En cuanto vuelva, quiere disculparse contigo formalmente.

Taehyung asintió, aunque por dentro su mente se debatía entre la ansiedad y la confusión. Sabía que eventualmente tendría que enfrentarse a Jungkook, y solo la idea lo ponía nervioso.

Jimin le ofreció entonces acompañarlo hasta su salón con una sonrisa amable, y Taehyung, agradecido, aceptó sin dudarlo.

Caminaron juntos por los pasillos, hablando de cosas triviales para distraerse del ambiente tenso que aún pesaba sobre Taehyung. Cuando llegaron al salón de clases, Taehyung le dio las gracias a Jimin antes de entrar, mientras su amigo se dirigía al suyo.

Las horas de clase pasaron volando, la rutina y el enfoque en los temas académicos le sirvieron como un bálsamo para despejar su mente de la confusión que Jungkook había traído a su vida.

Sin embargo, cuando la hora de salida llegó y Taehyung acomodó sus cosas, un nuevo peso se instaló en su pecho al salir del edificio de facultades.

Lo primero que vio al cruzar las puertas fue a Jungkook, que estaba parado frente a su vehículo con los brazos cruzados, su expresión seria y su mirada intensa fija en él desde el primer segundo.

El mundo a su alrededor se desvaneció en ese instante, y Taehyung sintió cómo su corazón se aceleraba.

Jungkook se acercó, con esa misma intensidad que siempre había capturado su atención, pero esta vez había algo más en el aire, algo que lo hacía sentir nervioso y emocionado al mismo tiempo.

Taehyung se quedó paralizado, incapaz de moverse. La presencia de Jungkook provocaba una reacción en él que nunca antes había experimentado. Era como si un imán invisible tirara de él, haciéndolo desear acercarse y perderse entre los brazos del alfa. Pero, al mismo tiempo, una voz interna le advertía que debía tener cuidado.

Fue entonces cuando la realidad se le hizo evidente: Jungkook estaba allí, en la universidad, y el aroma familiar que lo rodeaba era diferente, más fuerte, más marcado.

Está en celo.

La mente de Taehyung se llenó de confusión. ¿Acaso Jungkook se había vuelto loco? La mirada de Jungkook se intensificaba a medida que se acercaba, y Taehyung se dio cuenta de que no tenía idea de cómo iba a manejar esta situación.

¿Cómo podía ser que un chico como Jungkook, tan popular y seguro de sí mismo, estuviera ahora frente a él en un estado tan vulnerable?

La lucha interna de Taehyung creció. Podía sentir la tensión en el aire, la electricidad que creaba la cercanía de Jungkook. Sus instintos le decían que debía alejarse, pero algo más profundo le decía que tal vez era el momento de enfrentar la verdad que había estado evitando. Sin embargo, el miedo a que su secreto fuera descubierto lo paralizaba.

Jungkook comenzó a acercarse a Taehyung, su mirada intensa llena de urgencia. Pero antes de que pudiera alcanzarlo, alguien lo jaló del brazo con fuerza, separándolo del peligris a una considerable distancia.

Era Jimin, que, con una expresión de enojo, lo miraba como si fuera un lunático.

—¿Qué demonios haces aquí en ese estado? —gruñó Jimin, la frustración siendo palpable en su voz—. ¿Te has vuelto completamente loco acaso?

—Tengo que hablar con Taehyung —respondió Jungkook, la ira comenzando a burbujear en su interior.

—¡No! —Jimin se lo prohibió de inmediato—. ¡Suficiente ya tuvo Taehyung con tu actitud el sábado!

La respuesta de Jimin hizo que Jungkook se enfureciera aún más.

—¡No te metas en asuntos de los cuales no tienes ni puta idea! —gritó, con un tono desafiante.

—Me meto porque estás siendo un completo idiota —replicó Jimin, la tensión entre ellos aumentando.

La atmósfera se volvió electrizante, ambos alfas mirándose desafiantes: Jungkook, bajo los efectos de su celo, y Jimin, con un instinto protector hacia Taehyung que no podía ignorar.

Taehyung, atrapado en medio de esta pelea inminente, respiraba con dificultad, consciente de que muchas personas los observaban. Sabía que una pelea entre ellos podría estallar en cualquier momento, y no pasó mucho tiempo hasta que las palabras se convirtieron en puños.

Jimin, frustrado por la obstinación de Jungkook, lanzó el primer golpe. El puño de Jimin impactó en el rostro de Jungkook, quien no se quedó de brazos cruzados.

Los dos chicos se enzarzaron en una pelea feroz, golpeándose uno tras otro, como si todo lo demás no existiera.

Taehyung estaba más que alarmado al ver la situación. No sabía qué hacer; interferir podría ser desastroso. Aun así, sentía la urgencia de detener la pelea ya que nadie más parecía querer hacerlo, así que se acercó, tratando de calmarlos.

—¡Chicos, por favor! —gritó, intentando hacerse oír por encima de todo el caos—. ¡Deténganse!

Pero en medio de su desesperación, un golpe lo alcanzó accidentalmente, lanzándolo al suelo y dejándolo aturdido. El dolor lo atravesó, y un quejido escapó de sus labios.

Fue Jungkook quien se percató de su estado, dejando de lado su rabia. Con un empujón, alejó a Jimin y se dirigió rápidamente hacia el peligris.

—¡Taehyung! —exclamó, abrazándolo con fuerza, como si el mundo dependiera de ello.

Los demás chicos se acercaron a Jimin, ayudándolo a recomponerse después del intercambio de golpes, pero cuando intentaron alejar a Jungkook de Taehyung, este gruñó como un animal herido, provocando que todos retrocedieran.

Taehyung, aún un poco aturdido, se aferró al abrazo de Jungkook, sintiendo la calidez del alfa rodeándolo.

El ronroneo profundo y satisfactorio de Jungkook resonaba en su pecho, un sonido que lo tranquilizaba y lo llenaba de algo que no podía describir.

A pesar del caos que los rodeaba, en ese momento, entre los brazos de Jungkook, Taehyung se sintió más seguro que nunca antes, como si nada más importara en el mundo.


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