OO5; instintos despertados

El sonido de pasos apresurados resonaron en el pasillo casi oscuro de la enorme casa, cuando Taehyung, con el corazón acelerado, salió disparado.

Jungkook lo observó desaparecer, pero una sensación peculiar lo invadió muy repentinamente. Su lobo interior se agitó, inquieto, ante el suave pero inconfundible rastro de olor a fresas que Taehyung había dejado tras de sí.

"¿Ese olor…?" pensó Jungkook, frunciendo considerablemente el entrecejo mientras sus instintos le gritaban seguir al chico. Dio un paso adelante, hacia el pasillo, pero antes de poder avanzar más, alguien se interpuso en su camino.

—¡Jungkook! —la voz de Jeonho sonó animada, acompañada de una sonrisa amplia, mientras alzaba una mano a modo de saludo.

Pero Jungkook apenas lo notó. Sus ojos aún seguían vagando, perdidos en el lugar por donde Taehyung se había desvanecido.

¿Qué era ese extraño impulso que sentía cada vez que estaba cerca de él? El aroma a fresas era más fuerte de lo que recordaba, como si lo estuviera llamando, atrayéndolo de una forma inexplicable.

—Eh… Jungkook —insistió Jeonho, notando la falta de atención en el alfa—. Quería decirte algo… Sobre lo que hablamos la otra vez.

Jungkook apenas asintió con la cabeza, su mente lejos, totalmente enfocada en el chico  que había huido.

—He pensado en lo que me propusiste... y ya tengo una respuesta —añadió Jeonho, sus manos jugueteando nerviosamente con sus dedos, como si esperara ansioso la reacción de Jungkook.

Jungkook parpadeó, volviendo por un breve segundo a la realidad, aunque sin entender del todo de qué hablaba Jeonho. "¿Qué le había propuesto?", se preguntó a sí mismo, pero no pudo encontrar alguna respuesta.

Su lobo interior seguía gruñendo, insatisfecho.

—Sí, lo que sea —murmuró, con un gesto distraído.

—¿En serio? —Jeonho se sorprendió, sus ojos brillaron por un instante, esperanzado.

Pero el entusiasmo de Jeonho no duró mucho, porque lo siguiente que escuchó lo rompió por dentro.

—Ya no me interesa —dijo Jungkook sin apartar la mirada del pasillo vacío. El tono de su voz era distante, carente de emoción, casi como si estuviera en automático.

La sonrisa de Jeonho se desvaneció lentamente, el ambiente se tornó incómodo. Apretó los labios, asintiendo con una mezcla de confusión y tristeza. ¿Cómo había cambiado tanto el interés de Jungkook en tan poco tiempo? Las palabras que había esperado decirle ahora parecían no tener sentido.

Jungkook, ajeno a la reacción de Jeonho, seguía inmerso en su propia tormenta.
La imagen de Taehyung y el misterio que lo rodeaba lo tenían completamente atrapado. El rastro a fresas aún flotaba en el aire, envolviéndolo, provocando que su lobo se removiera inquieto, ansioso por cazar lo que sentía que debía ser suyo.

Jeonho titubeó, su garganta se cerraba, tratando de juntar las palabras correctas para decir.

—Jungkook... no es lo que piensas —intentó decir, su voz sonando débil, insegura.

Pero antes de que pudiera terminar, Jungkook lo interrumpió. Sus ojos oscuros, penetrantes, se posaron sobre los de Jeonho. El omega retrocedió instintivamente un paso, sintiendo el peso abrumador de la mirada del alfa, esa intensidad que parecía perforarlo.

—¿Qué…? —balbuceó Jeonho, su respiración haciéndose pesada, un temblor recorriendo sus piernas.

El aire se volvió denso, opresivo. Jeonho apenas podía sostener la mirada, mientras Jungkook lo observaba con tanta fuerza que parecía que sus ojos hablaban por él. En su pecho, Jeonho sintió un latido desesperado, como si algo en su interior quisiera desaparecer de allí cuanto antes.

Entonces, con voz firme, casi fría, Jungkook rompió el silencio: —Te lo dije. Ya no estoy interesado —repitió sin titubear.

Jeonho apenas pudo reaccionar. El peso de aquellas palabras lo golpeó más fuerte de lo que hubiera imaginado.

El alfa lo miró una última vez antes de girarse y caminar con pasos decididos por el pasillo, siguiendo el camino que Taehyung había tomado antes.

Jeonho, que se había quedado inmóvil en su lugar finalmente chasqueó la lengua con una mezcla de enojo e incredulidad, observando cómo la figura de Jungkook desaparecía en medio de la tenue oscuridad de aquel pasillo.

—No puede ser... —murmuró con frustración, sus manos cerrándose en puños mientras decidía regresar a la fiesta, sin poder comprender del todo lo que acababa de suceder.

Jungkook, por su parte, caminó con rapidez por el oscuro pasillo. El olor a fresas todavía flotaba en el aire, guiándolo como un rastro ineludible que era imposible de ignorar. Su lobo interior rugía, impaciente, sintiendo cómo aquel aroma se hacía cada vez más intenso.

Llegó hasta la puerta del baño, colocó su mano en el pomo, y sin dudarlo, la abrió de par en par.

Pero Taehyung ya no estaba allí.

El baño estaba vacío, silencioso, pero saturado con aquel embriagador olor a fresas y chocolate que hacía hervir la sangre de Jungkook.

El pelinegro cerró los ojos por un largo momento, inhalando profundamente. Su lobo gruñó está vez con desesperación. Era como si aquel aroma estuviera diseñado para enloquecerlo, para despertar algo primitivo dentro de él que desconocía hasta ese momento.

—¿Dónde estás...? —murmuró para sí mismo, sintiendo la frustración crecer en su pecho cada vez más.

Su corazón latía con fuerza, su respiración se volvía irregular mientras el olor envolvía cada rincón del baño.

Por más que Taehyung no estuviera allí, el espacio parecía estar completamente dominado por su presencia. Y su alfa lo sabía; el rastro era inconfundible. Se estaba volviendo loco, y cada vez le era más difícil ignorar lo que sus instintos le decían.

[...]

En el patio trasero, la fiesta seguía en su punto más alto. La música retumbaba, las luces de colores danzaban sobre las personas que se divertían en la piscina y en la barra de tragos. El ambiente se había vuelto mucho más eufórico y descontrolado que un par de horas atrás. Las risas y voces eran más altas, y el aire estaba cargado con feromonas de alfas y omegas, mezclándose de forma peligrosa.

Taehyung respiró profundo, tratando de calmarse. El pequeño percance que había tenido con la intensidad del ambiente lo había inquietado, pero por suerte, había logrado mantener al margen a su omega.

Su cuerpo había empezado a reaccionar por puro instinto, pero rápidamente había controlado la situación tomando varias pastillas supresoras. Ahora, con el efecto de las mismas, se sentía más seguro, sabiendo que no tendría otro problema durante el resto de la fiesta.

Sus ojos recorrieron el lugar hasta que, cerca de la barra de tragos, encontró a Jimin. El alfa de cabello negro reía a carcajadas mientras observaba a algunos alfas en la piscina, quienes intentaban impresionar a sus conquistas con malabares y acrobacias absurdas en el agua. Taehyung suspiró, aliviado de encontrar a su amigo, y se acercó a él.

—¡Tae! —exclamó alto Jimin, notando su presencia al instante cuando se acercó. Su sonrisa se ensanchó, y sin dudarlo, pasó su brazo por los hombros de Taehyung amistosamente con la confianza y cercanía que habían adquirido.

Jimin se inclinó un poco para hablarle más cerca, ya que la música estaba tan alta que apenas podían oírse.

—¿Dónde has estado? —preguntó el alfa, con una ceja levantada en señal de curiosidad.

—En el baño —respondió con simpleza, esforzándose por sonar casual—. Me demoré porque me perdí, la casa de Jungkook es enorme...

Jimin soltó una carcajada, sacudiendo ligeramente a Taehyung con el brazo que aún tenía sobre sus hombros.

—¡Te lo dije! —rió—. La primera vez que vine también me perdí. Es tan grande que hasta cuesta recordar dónde están las habitaciones importantes. ¿Te imaginas vivir aquí todos los días?

Taehyung sonrió, pero su mente estaba en otra parte. Aunque estaba físicamente allí, con Jimin y el caos de la fiesta a su alrededor, su corazón seguía latiendo con fuerza por lo que había sucedido minutos antes.

El olor de Jungkook aún parecía pegado a su piel, y por alguna razón, eso lo ponía nervioso.

Pero no era el momento de pensar en eso. Se obligó a relajarse, apoyándose más en el brazo de Jimin, quien seguía hablando sin parar. Por ahora, lo único que quería era disfrutar del resto de la noche sin más incidentes.

Jimin, como si de repente recordara algo, frunció el ceño levemente y miró a Taehyung con curiosidad.

—Oye, hablando de eso... ¿Dónde está Jungkook? —preguntó, inclinándose un poco más cerca para que su voz se escuchara por encima de la música—. Estaban juntos antes, ¿no?

Taehyung, un poco abrumado por el ruido y las luces que parpadeaban a su alrededor, respondió con rapidez, sin darle demasiada importancia al asunto.

—Sí, él me guió hasta el baño porque notó que me había perdido —mintió, pero Jimin parecía no dudar de la veracidad de sus palabras—, pero cuando salí ya no lo vi, así que volví solo —finalizó.

Jimin asintió, tomando un sorbo de su bebida antes de responder.

—Ah, probablemente fue con Jeonho —comentó, encogiéndose de hombros con indiferencia.

Taehyung frunció el ceño ante la mención de aquel nombre, sintiéndose confuso.

—¿Quién es Jeonho? —preguntó, genuinamente intrigado.

—Es un omega —explicó Jimin, dejando su vaso en la barra para mirarlo de reojo—. Lo conocimos el año pasado en una fiesta de Navidad. Al parecer, quedó completamente fascinado con Jungkook desde entonces. Lo ha estado persiguiendo desde esa vez, aunque no sé qué tanto éxito ha tenido.

El comentario hizo que un pequeño nudo se formara en el estómago de Taehyung. Intentó sonar casual cuando preguntó:

—¿Entonces... Jeonho es el novio de Jungkook?

Jimin soltó una carcajada, negando rápidamente con la cabeza mientras le daba otro trago a su bebida.

—No, para nada. A Jungkook no le interesa estar en una relación. O bueno, eso es lo que siempre dice cuando nosotros tratamos de presentarle a alguien para que siente cabeza.

Taehyung asintió lentamente, aunque la respuesta no logró aliviar del todo el extraño sentimiento que había crecido en su interior.

Su mirada se perdió en algún punto del patio, observando a los jóvenes ebrios y eufóricos que reían, gritaban y bailaban sin preocuparse por nada más. El ruido, las luces, el ambiente descontrolado de la fiesta lo envolvían, pero su mente estaba en otra parte, tratando de procesar aún toda la información.

Jimin siguió hablando, contando alguna que otra anécdota divertida, pero Taehyung apenas lo escuchaba, sumergido en sus propios pensamientos.

Fue entonces cuando Jimin se dio cuenta de algo y lo sacó de su ensimismamiento.

—Eh, Tae... mira quién viene por ahí —dijo Jimin, señalando sutilmente hacia un punto detrás de él con las cejas alzadas.

Taehyung se giró lentamente y, para su sorpresa, sus ojos se encontraron de inmediato con los de Jungkook.

El alfa ya lo estaba mirando fijamente mientras se acercaba con pasos decididos entre la multitud, sus ojos eran oscuros y llenos de una intensidad que hizo que el corazón de Taehyung se acelerara involuntariamente.

Por un instante, el bullicio de la fiesta pareció desvanecerse, y todo lo que Taehyung podía sentir era el peso de aquella mirada que lo envolvía.

Pero esta vez, había algo diferente.

Taehyung no podía describirlo con claridad, pero lo sentía. La forma en que Jungkook lo miraba no era como antes; había una intensidad profunda, cargada de algo que le resultaba casi abrumador. Con solo una mirada, parecía que Jungkook le estaba diciendo tantas cosas que Taehyung temía descifrar. El peso de esa conexión silenciosa lo hacía sentirse pequeño, vulnerable.

Antes de que pudiera procesar del todo ese extraño sentimiento, Jungkook se terminó de acercar a ellos.

Jimin, siempre atento a su alrededor, notó que algo no iba bien. Rápidamente se colocó frente a Taehyung, levantando una mano para detener a Jungkook con una mirada interrogante.

—¿Qué te ocurre, Jungkook? —preguntó Jimin, tomándolo por los hombros con una mezcla de preocupación y sorpresa—. ¡Hey, Jungkook!

Pero Jungkook no respondió.

En lugar de ello, lo apartó con un movimiento firme, casi impaciente, haciendo que Jimin tropezara hacia un lado. Taehyung quedó boquiabierto ante la actitud de Jungkook, su corazón saltando en su pecho cuando el alfa avanzó directamente hacia él.

Antes de que pudiera reaccionar, Jungkook lo tomó bruscamente por la nuca. El contacto fue tan repentino que Taehyung saltó en su lugar, sus ojos abriéndose con sorpresa. Jungkook se inclinó sobre él, y antes de que pudiera hacer algo al respecto, el alfa enterró su rostro en el cuello del peligris, exhalando profundamente sobre su glándula olfativa.

El cuerpo de Taehyung se tensó de inmediato. Su mente estaba en caos, pero su omega... su omega estaba más que complacido con la acción.

Una corriente de calor recorrió todo su cuerpo, inmovilizándolo. Por más que su mente le gritara que debía apartarse, su cuerpo se negaba. Todo dentro de él se sentía satisfecho, incluso eufórico, con la cercanía del alfa.

Jungkook volvió a inhalar profundamente, su aliento cálido haciendo que Taehyung cerrara los ojos de forma involuntaria. Su olor a fresas y chocolate llenaba el aire entre ellos, y por un momento, el mundo entero pareció desaparecer, dejándolos solo a ellos dos.

—¿Por qué hueles tan bien...? —murmuró Jungkook en un susurro apenas audible, su voz ronca y cargada de algo que Taehyung no pudo entender del todo.

El omega abrió los ojos, perplejo. Su corazón latía tan rápido que sentía que podría desmayarse en cualquier momento.

Las palabras de Jungkook lo habían dejado congelado, incapaz de reaccionar, mientras el alfa seguía pegado a su cuello, inhalando su aroma como si fuera la única cosa que lo mantenía conectado con la realidad.

después  de  casi un mes
actualizo  otra  vez...  es-
pero les haya gustado el
capítulo, cuídense. 💗💗

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