O31; formalizar
El reloj marcaba las ocho de la mañana. La luz del sol se colaba suavemente por las cortinas del ventanal del departamento de Jungkook, iluminando los restos de la noche anterior: ropa dispersa en el suelo, una manta desordenada en el sofá y la fragancia inconfundible del celo de Taehyung aún impregnada en el aire.
Jungkook estaba en la cocina, vestido únicamente con un short deportivo negro que se ajustaba a su cuerpo perfectamente tonificado.
Con una taza de café caliente en la mano y un croissant a medio comer en un plato junto a él, sostenía su teléfono con la otra mano mientras hablaba con Jimin desde hace unos minutos.
—No lo puedo creer —comentó Jungkook, apoyándose contra el borde de la encimera—. ¿De verdad expulsaron al idiota ese?
La voz de pura satisfacción de Jimin llegó desde el otro lado de la línea.
—Sí, lo echaron de la universidad. Y a Jeonho le dieron una sanción académica de un año. Creo que eso lo dejará en su lugar, aunque sigo pensando que debieron haberlo denunciado formalmente.
Jungkook dio un sorbo a su café, sintiendo el amargo calor recorrer su garganta. Una sonrisa se formó en su rostro mientras miraba por el ventanal.
—Es lo menos que se merecían. Después de lo que hicieron… —hizo una pausa y bajó un poco la voz, como si hablara para sí mismo—. Si no fuera porque Taehyung me pidió que no los demandáramos, ellos no la habrían tenido tan fácil.
Jimin suspiró al otro lado de la línea.
—Lo sé. Taehyung es demasiado bueno, incluso con personas que no lo merecen. Pero al menos todo esto terminó. Ahora puede estar tranquilo.
Jungkook asintió, aunque Jimin no podía verlo. Su mirada se suavizó mientras pensaba en su omega, quien aún descansaba en la habitación.
—Sí, él necesita eso. Especialmente ahora…
De pronto, un movimiento captó su atención. Miró hacia el pasillo y ahí estaba Taehyung, saliendo de la habitación con paso lento, luciendo únicamente su ropa interior. Su cabello gris ondulado estaba alborotado y sus ojos marrones, aún medio cerrados, parpadearon varias veces mientras se frotaba los ojos, intentando acostumbrarse a la luz matutina.
Jungkook no pudo evitar sonreír con ternura.
—Hablando del rey de Roma… —murmuró para sí mismo, sin apartar la vista de Taehyung.
—¿Qué dijiste? —preguntó Jimin, confundido.
—Nada, hyung. Tengo que colgar. Hablamos luego.
—Está bien, pero cuida a Taehyung, ¿eh? —respondió Jimin antes de que Jungkook terminara la llamada.
Jungkook dejó el teléfono sobre la encimera y se acercó a Taehyung, cuya mirada somnolienta se encontró con la suya. Una sonrisa perezosa apareció en los labios de Taehyung mientras se acercaba más a Jungkook.
—Buenos días… —murmuró Taehyung con la voz ligeramente ronca.
—Buenos días, dormilón —respondió el alfa, tomando suavemente su rostro entre las manos y dejando un beso en su frente.
El peligris se recargó contra el pecho de Jungkook, dejando que el calor y la seguridad que siempre le ofrecía su alfa lo envolvieran.
—No sé cómo puedes estar despierto tan temprano después de lo de anoche… —comentó con un puchero.
Jungkook rió suavemente, acariciando los mechones alborotados de su omega.
—Pensé que alguien debía preparar el desayuno. Además, sabía que este segundo día sería complicado para ti. Necesitas descansar y recuperar energías.
Taehyung levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y picardía.
—¿Energías para qué?
La sonrisa de Jungkook se ensanchó mientras lo rodeaba con sus brazos, levantándolo ligeramente del suelo solo para molestarlo.
—Para sobrevivir a mí, claro.
Taehyung rio débilmente, pero luego escondió su rostro en el cuello de Jungkook, inhalando su aroma familiar.
Segundos después se separaron a regañadientes cuando Jungkook le dijo que le prepararía un desayuno rápido, y poco después ya estaba listo.
Jungkook colocó un vaso de jugo de naranja y un plato con tostadas con mermelada frente a Taehyung, quien ya estaba sentado en la mesa del comedor, esperando con una mirada tranquila. A diferencia de la noche anterior, en la que todo había sido desenfreno y pasión, la atmósfera ahora era ligera, casi hogareña.
—Aquí tienes, precioso, algo ligero para empezar el día —dijo Jungkook mientras se inclinaba un poco hacia él.
—Gracias —respondió Taehyung, tomando el vaso y dando un pequeño sorbo.
Jungkook se sentó al lado de él, apoyando su codo en la mesa y descansando la barbilla en su mano mientras lo observaba comer. Había algo fascinante en la forma en que Taehyung hacía las cosas, incluso las más simples, como untar la mermelada sobre las tostadas con total concentración.
—¿Qué tal el celo? —preguntó el pelinegro de repente, su tono cálido pero curioso.
Taehyung levantó la vista, masticando lentamente antes de responder.
—Soportable… por ahora. Aunque creo que más tarde será peor que ayer —dejó escapar un suspiro, recargando su espalda contra la silla—. Ya sabes cómo es esto.
Jungkook asintió, una sonrisa ladeada apareciendo en su rostro.
—Oh, sí, lo sé muy bien. Después de lo de anoche… sería difícil olvidarlo.
Taehyung frunció ligeramente el ceño, sin entender del todo, hasta que vio la expresión de Jungkook.
—¿Qué estás insinuando?
El alfa se inclinó un poco hacia adelante, sus ojos oscuros brillando con picardía.
—Solo digo que nunca había conocido a alguien tan rogón e insaciable. Estabas rogándome que parara… y luego, un segundo después, suplicando que siguiera.
El rostro de Taehyung se encendió instantáneamente, sus mejillas tomando un tono rojo intenso. Bajó la mirada, mortificado, y comenzó a jugar con la tostada que sostenía.
—Ese… ese no era yo, era mi lobo. Cuando toma el control, simplemente… no hay forma de detenerlo.
Jungkook alzó una ceja, su sonrisa ensanchándose.
—¿Así que tu lobo es el intenso? Eso explica mucho. Aunque… —se inclinó más cerca de Taehyung, apoyando un codo en la mesa y murmurando con un tono burlón—. Ahora tengo que preguntarme si siempre has sido así de dominante cuando lo dejas a cargo.
Taehyung dejó caer la tostada en el plato, cubriéndose el rostro con ambas manos.
—¡Ya cállate, Jungkook!
Jungkook estalló en una risa ligera, claramente disfrutando de la reacción de su omega. Se acercó y, con un gesto lleno de ternura, apartó las manos de Taehyung de su rostro para dejar un beso suave y cariñoso en su frente.
—Relájate, Tae. Es adorable. Y debo admitir que verte tan intenso tiene su encanto… Te ves sexy.
Taehyung lo miró con ojos entrecerrados, tratando de mantenerse firme, pero sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa coqueta.
—¿Sexy? —respondió con un tono juguetón, inclinándose un poco hacia él—. ¿Eso crees?
Jungkook soltó una risa suave.
—Por supuesto que sí. No puedo apartar los ojos de ti, y anoche fue… bueno, ya lo sabes.
El ambiente entre ellos cambió en un instante. Taehyung, que hacía solo unos momentos estaba avergonzado, ahora sostenía la mirada de Jungkook con una chispa de confianza inesperada. Pero esa chispa se apagó rápidamente cuando el aroma de Taehyung se intensificó de forma abrupta, llenando el espacio con una dulzura embriagadora que hizo que Jungkook tragara saliva con dificultad.
—Tae… —murmuró Jungkook, sus ojos oscureciéndose mientras trataba de mantenerse en control.
Taehyung se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero no hizo ningún esfuerzo por detenerse. Su aroma continuó expandiéndose, envolviendo a Jungkook por completo.
—¿Qué pasa, alfa? —preguntó con voz suave, aunque su mirada era provocativa.
El alfa se inclinó hacia él, sujetando su barbilla con una mano mientras su mirada se clavaba en la suya.
—¿Estás jugando conmigo, Taehyung?
—¿Yo? —respondió el peligris, aunque su tono inocente no coincidía con la sonrisa en sus labios.
Jungkook soltó un bajo gruñido, pero antes de que pudiera decir algo más, el aroma se hizo tan abrumador que no pudo contenerse. Con un movimiento rápido, lo atrajo hacia él, sentándolo sobre sus piernas mientras su rostro se hundía en el cuello de Taehyung, inhalando profundamente su aroma.
Se había vuelto un completo adicto.
—Tae, estás jugando con fuego… —advirtió, su voz más ronca, casi una súplica.
Taehyung tembló ligeramente al sentir el aliento de Jungkook contra su piel, pero no se apartó.
—¿Y si te digo que me gusta cómo se siente jugar con fuego?
Y esa fue la última chispa que necesitaba el fuego. Jungkook, con una sonrisa cargada de deseo, tomó el rostro del omega entre sus manos y lo besó profundamente, sin preocuparse por nada más que la conexión entre ellos.
[...]
Jungkook estacionó su moto frente a la imponente casa de los Kim, su mirada fija en el portón mientras soltaba un suspiro.
A su lado, Taehyung permanecía pegado a él como una lapa, abrazándolo con fuerza. A pesar de que el celo había terminado hacía un par de días, Taehyung seguía en su modo más pegajoso, una mezcla de cariño y dependencia que Jungkook encontraba adorable.
—Tae, necesito bajar tu maleta —dijo Jungkook con una leve risa, inclinándose para recoger el equipaje que estaba sujeto a la moto.
Taehyung, aún abrazado a él, hizo un puchero y respondió: —¿Y si mejor no entro? Me quiero quedar contigo.
Jungkook le dirigió una mirada indulgente mientras se quitaba el casco.
—Por mucho que me encantaría eso, no creo que Sungjae me deje salir vivo de aquí si lo hago.
Taehyung suspiró dramáticamente, soltándolo finalmente para dejar que bajara la maleta.
Mientras caminaban hacia la entrada, Taehyung volvió a abrazarlo por la cintura, apoyando su cabeza en el hombro de Jungkook, quien solo pudo sonreír con cariño.
Una de las empleadas abrió la puerta principal para ellos, saludándolos con una inclinación.
—Joven Kim, Joven Jeon. Bienvenidos. Los señores Kim están en la sala de estar.
Jungkook asintió cortésmente, agradeciendo con un leve gesto de la cabeza.
—Gracias.
Las empleadas tomaron la maleta de Taehyung y subieron las escaleras con ella, dejando a la pareja en el pasillo principal.
Al llegar a la sala, los esperaban dos figuras imponentes que eran casi opuestas en energía: Taesung, quien se levantó con una sonrisa cálida y acogedora, y Sungjae, cuyo rostro era una máscara de seriedad absoluta.
—¡Hijo! —exclamó Taesung, extendiendo los brazos para recibir a Taehyung en un abrazo.
El omega soltó a Jungkook solo para correr hacia su padre y abrazarlo con fuerza.
—Hola, papá.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Taesung, acariciando suavemente el cabello de su hijo.
—Mucho mejor, gracias —respondió Taehyung con una sonrisa mientras volvía con Jungkook, quien había avanzado un par de pasos pero se mantenía ligeramente detrás, como si caminara en un campo minado.
Desde el fondo, Sungjae dejó escapar un resoplido, cruzándose de brazos.
—Espero que ese "mejor" no sea gracias a ciertos excesos —dijo, lanzándole una mirada gélida a Jungkook.
Taesung rodó los ojos ante el comentario infantil de su esposo.
—Sungjae, por favor. Ya hablamos de esto.
Jungkook inclinó levemente la cabeza, manteniéndose respetuoso, aunque sentía el sudor frío recorriéndole la espalda.
—Señor Kim, le aseguro que cuidé de Taehyung en todo momento.
—Hmph —fue toda la respuesta de Sungjae, aunque no dejó de mirarlo con desconfianza.
—¡Sungjae, ya! —intervino Taesung, palmeando la mano de su esposo antes de volverse hacia Jungkook con una cálida sonrisa—. Por favor, toma asiento, Jungkook.
Jungkook asintió y se sentó en el sofá, aliviado por el apoyo de Taesung. Apenas lo hizo, Taehyung se acomodó junto a él, abrazándose a su brazo y apoyando su cabeza en su hombro. Jungkook, como siempre, rodeó el cuerpo de su novio con un brazo, manteniéndolo cerca suyo.
El silencio que siguió fue interrumpido por un carraspeo de Sungjae, cuyo rostro se endureció al notar algo en el cuello de Taehyung.
—Eso… —murmuró, entrecerrando los ojos.
Taesung también notó la marca, su sonrisa permaneciendo intacta pero su mirada adquiriendo un toque de sorpresa.
—¿Eso es lo que creo que es? —preguntó, señalando discretamente la marca en el cuello de su hijo.
Jungkook sintió que el corazón le daba un vuelco. Taehyung, ajeno a la creciente tensión en la sala, asintió con una sonrisa tímida.
—Ah… sí, papá. Formalizamos nuestra unión.
Sungjae dejó escapar un sonido que estaba entre un jadeo y un bufido, mientras su rostro se tornaba más serio que nunca.
—Espero que hayan usado protección —espetó, mirando directamente a Jungkook—. Porque si mi hijo sale embarazado a tan temprana edad, te juro que te entierro bajo seis metros de tierra, Jeon Jungkook.
Jungkook, pálido, alzó las manos en un gesto tranquilizador.
—Lo entiendo, señor Kim. Y sí, nos cuidamos mucho. No hay de qué preocuparse.
—Hmph —repitió Sungjae, aunque parecía ligeramente menos furioso.
Taesung, en cambio, estalló en una risa suave. —Sungjae, deja de intimidarlo. No ves que el pobre ya está a punto de derretirse del susto.
Jungkook soltó una pequeña risa nerviosa, y Taehyung lo abrazó más fuerte, sonriendo con dulzura.
—Papá, Jungkook cuidó de mí muy bien. Confía en él, ¿sí?
Sungjae bufó una vez más, pero no respondió, mientras Taesung sacudía la cabeza con paciencia y miraba a Jungkook con una sonrisa cálida.
—Bienvenido a la familia, Jungkook. Parece que te quedarás con nosotros por mucho tiempo.
Jungkook, aunque nervioso, sonrió.
—Gracias, señor Kim. Haré todo lo que esté a mi alcance para hacer feliz a su hijo.
La tensión en la sala había comenzado a disiparse lentamente, y el ambiente se tornó más relajado a medida que los cuatro comenzaban a conversar. Taesung, como siempre, tomó la iniciativa, con una sonrisa cálida que contrarrestaba la seriedad de Sungjae.
—Entonces, ahora que están enlazados formalmente, ¿cómo se sienten ambos? —preguntó Taesung, mirando a Jungkook y Taehyung con genuina curiosidad.
Taehyung, aún acurrucado contra Jungkook, sonrió tímidamente.
—Es… extraño. Siento que estoy mucho más conectado con Jungkook, como si pudiera saber lo que piensa o siente, incluso sin que me lo diga.
Jungkook asintió, apoyando una mano protectora en la cintura de Taehyung.
—Así es. Es como si nada pudiera separarnos ahora.
Sungjae bufó, cruzando los brazos.
—Eso espero. Porque si algo le pasa a Taehyung por tu culpa… —comenzó, pero fue interrumpido por Taesung.
—¡Sungjae, ya basta! —exclamó Taesung, rodando los ojos—. Lo que importa ahora es que pensemos en lo mejor para ellos, y precisamente estaba pensando en algo.
—¿En qué? —preguntó Sungjae, levantando una ceja con cautela.
—Que sería más conveniente que se mudaran juntos.
Las palabras de Taesung hicieron que Sungjae se irguiera en el sofá, su ceño fruncido intensificándose.
—¿Mudarse juntos? ¡De ninguna manera! Taehyung es demasiado joven para eso.
Taehyung levantó la cabeza, mirando a su padre con un puchero.
—Papá, ya tengo dieciocho años. Además, ahora estamos enlazados…
—Eso no significa que deban apresurarse a vivir juntos —interrumpió Sungjae con firmeza.
Taesung suspiró pacientemente antes de mirar a su esposo.
—Cariño, piensa en esto con lógica. Sabes que el primer año de enlazamiento es el más difícil. Si los separamos por períodos prolongados, sus lobos podrían angustiarse, o peor aún, entrar en un estado de depresión. ¿Es eso lo que quieres para Taehyung?
Sungjae abrió la boca para protestar, pero las palabras de Taesung parecían haber dado en el blanco. Cerró los labios y se quedó en silencio, claramente reflexionando.
Jungkook aprovechó el momento para intervenir.
—Señor Kim, entiendo sus preocupaciones, pero quiero que sepa que cuidaré de Taehyung con mi vida. Además, tengo mi propio departamento. Aunque es espacioso, no está completamente amueblado, pero podría ser un buen lugar para empezar.
Taesung sonrió ampliamente.
—Eso suena perfecto, Jungkook. No te preocupes por los muebles o lo que sea que falte. Nosotros nos encargaremos de todo lo necesario para que estén cómodos. Queremos que estén en un lugar donde puedan estar tranquilos y seguros.
—¿En serio? —preguntó Jungkook con los ojos brillantes, sorprendido por la oferta.
—Por supuesto —Taesung asintió con determinación—. Compraremos todo lo que necesiten, desde muebles hasta electrodomésticos. Y luego, ustedes solo tendrán que encargarse de mantenerlo.
Jungkook miró a Taehyung, quien lo observaba con ojos brillantes de emoción, y luego volvió a mirar a Taesung.
—Muchas racias, señor Kim. Esto significa mucho para mí… para nosotros.
Sungjae soltó un largo suspiro y se pasó una mano por el cabello.
—De acuerdo, de acuerdo. Pero quiero que me mantengan informado de todo. Y si algo le pasa a Taehyung, Jungkook, ya sabes lo que te espera.
—Lo sé, señor Kim. Haré todo lo posible para protegerlo y cuidarlo —respondió Jungkook con firmeza, mientras apretaba ligeramente la mano de Taehyung.
Justo en ese momento, una de las empleadas entró a la sala e inclinó la cabeza.
—Señores Kim, la comida está lista.
Todos se giraron hacia ella, y para sorpresa de todos, fue Sungjae quien habló primero.
—Jungkook, ¿te quedas a almorzar?
Jungkook parpadeó, claramente sorprendido por la invitación. Miró a Taehyung, quien le sonreía emocionado, y luego asintió.
—Por supuesto, señor Kim. Me encantaría.
Taehyung tomó la mano de Jungkook, arrastrándolo hacia el comedor con una sonrisa radiante.
Jungkook no podía ocultar su felicidad. La idea de vivir con Taehyung, de comenzar una vida juntos, de compartir cada día a su lado, lo llenaba de tanta emoción. Para él, Taehyung no era solo su pareja; era su hogar su mundo entero.
buenooo, me complace
informarles que el si-
guiente capítulo ya es
el final de esta historia
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