O27; rendirse

Taesung y Sungjae caminaban por el largo pasillo de la universidad, sus pasos resonando en el suelo de mármol, dirigiéndose hacia la oficina del director de carrera. Ambos llevaban días preocupados por la situación de Taehyung, y esta reunión era crucial para decidir su futuro académico.

Al llegar a la oficina, el director, un hombre de mediana edad con gafas gruesas y una expresión severa, los invitó a sentarse. Taesung, siempre directo, fue el primero en hablar.

—Gracias por recibirnos, director. Entendemos que esta situación es delicada, pero confiamos en que se encontrará una solución para que Taehyung continúe con sus estudios.

El director asintió lentamente, cruzando las manos sobre su escritorio.

—Señor Min, Señor Kim, he revisado el expediente de su hijo con mucho detenimiento —comenzó, con un tono formal—. Taehyung es un estudiante brillante, sin duda. Sin embargo, después del incidente reciente y considerando su condición de omega, creo que lo más prudente sería que se lo transfiriera a una universidad más adecuada para su… situación.

El rostro de Sungjae se endureció al escuchar las palabras del director. Taesung, por su parte, mantuvo la calma, aunque su voz bajó un tono cuando habló.

—¿Está sugiriendo que Taehyung no puede continuar aquí solo por ser omega? Mi hijo se ha esforzado al máximo en esta universidad. No puede ser expulsado por algo que ni siquiera ha influido en su desempeño académico.

El director, incómodo, aclaró su garganta.

—No se trata de su desempeño, sino de su bienestar y el de los demás estudiantes. Este es un entorno diseñado para alfas y betas. Un omega como Taehyung puede enfrentar muchos desafíos, tanto en términos de su salud como de la dinámica social en el campus.

Sungjae, incapaz de contenerse más, intervino, con un tono afilado.

—¿Dinámica social? ¿Qué está insinuando? ¿Que mi hijo es un peligro o una distracción para los alfas? ¿Es esa la verdadera razón?

El director parpadeó, sorprendido por la intensidad de la pregunta. Se tomó un momento antes de responder.

—No es mi intención sugerir tal cosa, señor Min. Sin embargo, los incidentes recientes con su hijo, particularmente su necesidad de usar supresores y la reacción física que sufrió, indican que este ambiente no es el adecuado para él. En otro lugar, diseñado para omegas, podría recibir la atención y los cuidados necesarios para evitar más problemas.

Taesung se inclinó hacia adelante, su voz firme pero controlada.

—Con todo respeto, director, Taehyung no necesita un "lugar diseñado para omegas". Lo que necesita es una oportunidad justa para seguir su sueño. Se ha ganado su lugar aquí. No veo por qué su condición deba ser una barrera.

El director se frotó las sienes, claramente en una posición difícil.

—Entiendo su punto, pero también debo pensar en el bienestar general. Si algo le llegara a pasar nuevamente, la universidad sería responsable. Ya hay comentarios circulando entre los estudiantes y sus familias. Las quejas sobre que se haya permitido a un omega ocultar su condición están aumentando.

Sungjae dejó escapar un resoplido incrédulo.

—Esto es discriminación pura y dura. Está castigando a mi hijo por algo que no tiene nada que ver con su capacidad como estudiante.

—No se trata de discriminación —insistió el director—. Es una cuestión de seguridad. Muchos de nuestros alfas jóvenes están en una etapa... compleja, y la presencia de un omega en este tipo de entorno podría desencadenar situaciones que ninguno de nosotros desea.

Taesung respiró hondo, tratando de mantener la compostura.

—Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para garantizar que Taehyung esté seguro aquí. Podemos tratar con el personal médico, con los profesores, e incluso podemos discutir medidas adicionales de apoyo. Pero enviarlo a otra universidad no es una opción.

El director permaneció en silencio por un momento, luego miró a ambos con una mezcla de preocupación y cansancio.

—Aprecio su compromiso, pero mi decisión está tomada. Mi recomendación es que Taehyung se transfiera a una institución más adecuada para su bienestar. Aquí no estará completamente a salvo ni él ni el resto de los estudiantes. Si insisten en que continúe, tendrían que asumir todas las responsabilidades y consecuencias de cualquier eventualidad.

Sungjae se levantó de su asiento, furioso.

—No vamos a rendirnos. No dejaremos que echen a nuestro hijo por prejuicios.

Cuando Taesung y Sungjae salieron del edificio, el viento frío de la tarde los recibió de golpe.

Ambos caminaban en silencio, sus rostros tensos, procesando la frustrante conversación que acababan de tener con el director. Ninguno de los dos estaba dispuesto a aceptar lo que acababan de escuchar.

Mientras se dirigían hacia el estacionamiento, vieron a Jungkook esperándolos. El joven había vuelto a clases después de todo lo sucedido con Taehyung, pero la preocupación en su rostro era evidente. Jungkook se acercó rápidamente, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, pero sus ojos fijos en los padres de su novio.

—Buenas tardes, señores —saludó, sin rodeos—. ¿Cómo salió la reunión? ¿Qué les dijo el director? —preguntó, su tono casi ansioso.

Taesung se detuvo, intercambiando una mirada con Sungjae antes de suspirar pesadamente. Taesung fue el primero en hablar, cruzándose de brazos mientras sacudía la cabeza con disgusto.

—No salió bien, Jungkook —comenzó él, con un tono lleno de rabia contenida—. El director nos dijo que lo mejor para Taehyung sería transferirlo a otra universidad. Una para omegas, como si no fuera capaz de estar aquí, como si ser omega lo convirtiera en una carga para esta maldita institución.

Jungkook parpadeó, su expresión cambiando de expectante a sorprendida, y luego a pura indignación.

—¿Qué? ¿Transferirlo? —repitió, incrédulo—. No pueden hacer eso. ¡Taehyung no quiere irse de aquí! Este es su sueño, ha hecho demasiado para poder estar en esta universidad, no pueden simplemente... ¡No pueden apartarlo así!

Taesung asintió, su frustración reflejada en los ojos.

—Eso mismo le dijimos al director, pero no parece importarle. Para él, Taehyung es un problema. Insinúa que es un riesgo tener a un omega aquí, rodeado de alfas. ¿Puedes creerlo?

—¡Es ridículo! —exclamó Jungkook, apretando los puños con fuerza, luchando por mantener la calma—. Ellos no conocen a Taehyung, no saben lo fuerte que es. No pueden echarlo solo por ser omega. ¿Qué se supone que hará? ¿Huir cada vez que enfrente un obstáculo?

Sungjae, quien había estado en silencio, finalmente intervino, colocando una mano en el hombro de Jungkook en un intento de calmarlo.

—Lo sabemos, Jungkook. Créeme, estamos igual de frustrados que tú. Pero el director fue claro. Para él, el hecho de que Taehyung haya usado supresores y haya tenido esa crisis es motivo suficiente para sugerir que no puede continuar aquí —hizo una pausa antes de agregar—. Nos ofrecieron alternativas, pero todas implican que Taehyung deje esta universidad.

El pelinegro se quedó inmóvil, sintiendo una mezcla de impotencia y enojo crecer en su interior.

No podía creer lo que estaba escuchando. En su mente, todo lo que había construido con Taehyung, su relación, los momentos compartidos en el campus, las tardes de estudio y los pequeños escapes juntos, todo se desmoronaba con la idea de una transferencia.

—No... No puedo aceptarlo —murmuró, apretando la mandíbula—. No puedo permitir que lo aparten de aquí... No pueden separarnos.

Taesung lo miró con empatía, pero su tono seguía siendo firme.

—Jungkook, entendemos cómo te sientes, pero esto no se trata solo de ustedes dos. Sabemos que tú y Taehyung se quieren, pero ahora mismo, lo que importa es su salud y bienestar.

—Pero él no quiere irse —replicó Jungkook rápidamente, sus ojos brillando con determinación—. Si lo transfieren, lo van a romper. Todo lo que él ha hecho aquí, lo que ha luchado por lograr... ¡No es justo que lo saquen! No quiero que lo aparten de mí. No quiero que nos separen.

Sungjae dejó escapar un suspiro pesado.

—Nosotros tampoco queremos que lo aparten. Pero, al final, Taehyung debe decidir lo que quiere hacer. Y si eso significa que tenga que considerar otras opciones para estar mejor, tendremos que apoyarlo.

—¿Y qué pasa con lo que él quiere? —insistió Jungkook, casi desesperado—. Lo conozco, señor Min. Sé que no va a querer irse. Sé lo importante que es esto para él... ¡No puede renunciar a todo!

—Tienes razón —admitió Sungjae, observando al joven con seriedad—. Pero también sabemos que su salud está en juego. No vamos a tomar decisiones apresuradas, pero tenemos que ser realistas. Si esta universidad no está dispuesta a darle el apoyo que necesita, tal vez no sea el mejor lugar para él.

Jungkook negó con la cabeza, su voz temblando ligeramente.

—Voy a hablar con él. No voy a dejar que lo saquen de aquí sin pelear. Si hay algo que podamos hacer, lo haré. No voy a perderlo por culpa de esta maldita universidad.

Taesung lo observó con suavidad, sabiendo que las emociones de Jungkook eran tan intensas como las de ellos.

—Hablarás con él, por supuesto —dijo en un tono más calmado—. Pero recuerda, Jungkook... Al final, es Taehyung quien tiene que decidir qué es lo mejor para él. Tú puedes apoyarlo, pero no puedes tomar esa decisión por él.

Jungkook asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de Taesung.

Sabía que Taehyung tendría la última palabra, pero eso no significaba que iba a quedarse de brazos cruzados. Si podía hacer algo para que su novio no fuera transferido, lo haría, cueste lo que cueste.

—Lo sé —murmuró finalmente—. Pero no me rendiré. No sin antes intentar.

[...]

Jungkook salió disparado del salón apenas el profesor anunció el final de la clase, su mente completamente ocupada con una sola cosa: Taehyung.

Desde aquella vez en el hospital, había hecho de ir a la casa de su novio cada tarde después de la universidad una rutina diaria. Sabía que Taehyung no estaba pasando por un buen momento, y cada día parecía más distante, más desilusionado.

Esta vez, sin embargo, la situación había empeorado.

Cuando llegó a la casa de los Kim, apenas saludó de manera apresurada a la empleada que lo recibió amablemente en la puerta y subió corriendo las escaleras hacia la habitación de Taehyung. Abrió la puerta sin tocar, encontrándolo sentado en su escritorio, mirando por la ventana con una expresión ausente.

—Taehyung —dijo Jungkook, su voz más urgente de lo habitual.

Taehyung se giró lentamente hacia él, su mirada apagada y sin el brillo habitual que Jungkook tanto amaba.

—¿Qué pasa? —preguntó el peligris con un tono neutral, claramente anticipando la conversación que se venía.

—Estuve en todas mis clases pensando en lo que me dijeron tus padres... sobre la reunión con el director. No puede ser que piensen que transferirte es la mejor opción. —Jungkook comenzó, directo al grano.

El omega suspiró y se levantó de la silla, caminando lentamente hacia la cama para sentarse en el borde, evitando el contacto visual.

—Jungkook... está bien. Voy a cambiarme de universidad. Es lo mejor.

—¿Qué? —Jungkook lo miró, atónito—. No puedes estar hablando en serio. ¡Taehyung, esto es tu sueño! ¡La arquitectura es lo que siempre quisiste! No puedes dejarlo todo solo porque un director estúpido te dijo que es complicado.

Taehyung apretó los labios, su expresión endureciéndose.

—No es tan simple. ¿Sabes cuántas veces he pensado en esto? Por supuesto que amo la arquitectura, pero también amo lo que soy. Soy omega. Nunca debí haber fingido ser un beta. Este fue mi error desde el principio.

Jungkook se acercó rápidamente y se agachó frente a Taehyung, agarrando sus manos con fuerza.

—Eso no fue un error. Lo hiciste para poder cumplir tu sueño, porque no querías que nadie te detuviera. Y no tienen derecho a detenerte ahora. No puedes dejar que te aparten solo porque eres omega. No te define, Taehyung. Tú eres mucho más que eso.

Taehyung retiró las manos de las de Jungkook, su mirada cayendo al suelo.

—¿Y qué quieres que haga? El director fue claro, Jungkook. No me dejarán seguir. No puedo quedarme en un lugar donde no me quieren. No quiero humillarme más —su voz temblaba, cargada de frustración y tristeza—. Lo he pensado, lo he meditado, y creo que lo mejor es empezar de cero. Buscar otra universidad, estudiar otra cosa. Algo que no sea tan difícil para un omega.

—¿Escuchas lo que estás diciendo? —Jungkook lo miró fijamente, incrédulo—. ¡Eso no eres tú! Nunca has sido de los que se rinden, Taehyung. Has estado luchado por lo que quieres, incluso cuando las cosas estaban en tu contra. No puedes tirar todo por la borda. ¡Tú amas la arquitectura!

—¡Lo sé! —gritó Taehyung de repente, levantándose de golpe—. ¡Claro que lo sé! ¿Crees que es fácil para mí? —sus ojos se llenaron de lágrimas, y su voz temblaba mientras hablaba—. Quiero seguir, quiero ser arquitecto, pero no hay nada más que hacer. Si me quedo, solo seguiré poniéndome en riesgo. No quiero eso para mí, ni para ti, ni para nadie.

El alfa se quedó en silencio por un momento, mirándolo intensamente, antes de levantarse también. Se acercó, tomando suavemente el rostro de Taehyung entre sus manos, forzándolo a mirarlo a los ojos.

—Taehyung, mírame —su voz fue suave, pero firme—. Esto no es solo una decisión de "qué es lo más fácil". Esto es tu vida. Tu sueño. No puedes rendirte solo porque alguien te dijo que no puedes. Eres el chico más fuerte que conozco, y sé que si alguien puede hacerlo, eres tú. No quiero que te vayas. No quiero que te aparten de tu sueño... ni de mí.

Las lágrimas que Taehyung había estado conteniendo empezaron a caer. Se apartó ligeramente, limpiándose los ojos con el dorso de la mano.

—No quiero hacerte pasar por esto, Jungkook. Esto es un desastre. Maldito el momento en el que pensé que podía fingir ser beta para poder estudiar lo que quería. Si nunca hubiera mentido, todo esto no estaría sucediendo.

—¡Pero lo hiciste! —interrumpió Jungkook, su voz elevándose por la frustración—. Lo hiciste porque creíste en ti mismo, en tu pasión. No fue una mentira por maldad, fue una mentira para poder alcanzar lo que amas. Y yo no quiero que lo dejes. Quiero verte luchar por ello, quiero verte convertirte en el arquitecto que siempre has soñado ser.

El peligris dejó escapar un sollozo, hundiendo la cabeza en sus manos.

—No sé si puedo más. Estoy tan cansado de todo esto...

Jungkook se arrodilló frente a él otra vez, su mirada llena de ternura y cariño.

—Yo estaré contigo. No tienes que hacerlo solo. Lucharemos juntos, como siempre lo hemos hecho. Pero por favor, no te rindas ahora. No puedes dejar que ellos decidan por ti. Esta es tu vida, Taehyung. Tu sueño.

Taehyung lo miró a los ojos, sus labios temblando ligeramente mientras intentaba hablar.

—¿Y si fallo? ¿Y si no puedo?

Jungkook sonrió suavemente y le acarició la mejilla.

—No fallarás. Y aunque lo hicieras, estaré a tu lado para levantarte. Pero no te rendirás sin intentarlo, ¿me escuchas?

Taehyung dejó escapar un suspiro largo, derrotado, pero algo en la mirada de Jungkook le dio fuerzas. Apretó los puños y asintió levemente.

—Está bien. No me rendiré... Pero no sé cómo enfrentarlo. No sé qué hacer.

—Empezaremos por no rendirnos —respondió Jungkook con firmeza—. Hablaremos con quien tengamos que hablar. Iremos hasta el final, pero no te vas a ir sin pelear. No dejaré que te aparten de lo que amas.

La tarde noche luego transcurrió tranquila, con la habitual cercanía cariñosa entre Jungkook y Taehyung.

El pelinegro no desaprovechaba ni un segundo para besar a su novio, su presencia siempre reconfortante para un deprimido Taehyung. Aunque la conversación sobre la universidad había sido difícil, ambos intentaban dejar ese peso a un lado, al menos por unas horas.

Entre besos y caricias, el ambiente entre ellos se relajó hasta que la noche comenzó a caer y Jungkook tuvo que volver a casa.

—Te amo, Tae —susurró Jungkook, abrazándolo por última vez antes de partir—. No olvides eso, ¿sí?

—Yo también te amo, Jungkook —respondió Taehyung, sintiendo cómo su corazón se llenaba con esas palabras—. Gracias por todo.

Jungkook le dio un último beso en la frente antes de despedirse. Subió a su moto y arrancó hacia su casa, dejando la calidez de los momentos compartidos atrás, pero con un firme propósito en mente.

Al llegar a su casa, estacionó la moto y entró rápidamente.

Saludó a uno de los trabajadores de la casa con un gesto de la mano antes de preguntar:

—¿Mi papá ya está en casa?

—Sí, joven —respondió el hombre amablemente—. Está en su despacho.

Jungkook no perdió tiempo. Subió las escaleras de dos en dos, su mente enfocada en una sola cosa. Llegó a la puerta del despacho y tocó antes de entrar, aunque apenas esperó una respuesta.

—Papá —dijo Jungkook con cierta urgencia al entrar, encontrando a su padre detrás del escritorio, revisando algunos documentos.

El hombre levantó la vista y sonrió al ver a su hijo.

—Jungkook —lo saludó cálidamente—. ¿Todo bien? Pareces apresurado. ¿Te metiste en algún problema?

Jungkook negó con la cabeza, aunque su rostro estaba lleno de seriedad.

—No, no se trata de mí. Necesito tu ayuda, papá.

El padre de Jungkook arqueó una ceja, claramente curioso pero manteniendo la sonrisa.

—¿Ah, sí? Entonces, ¿de qué se trata? ¿De quién es el problema?

Jungkook respiró hondo antes de hablar, con los nervios a flor de piel.

—Es por mi novio —soltó las palabras con total firmeza, y observó cómo el rostro de su padre se iluminaba con una amplia sonrisa.

—¿Por Taehyung? —dijo su padre con un tono de entusiasmo—. Ah, entiendo. ¿Qué pasó? ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarlo?

Jungkook asintió, sintiéndose más seguro al ver la disposición de su padre.

—Es complicado... Verás, hoy nos enteramos de que Taehyung no podrá seguir estudiando arquitectura en la universidad. El director de carrera le dijo a sus padres que lo mejor sería que lo transfirieran a otra universidad solo porque es omega —Jungkook apretó los puños, claramente frustrado—. Y Taehyung está considerando dejarlo todo. No quiero que lo haga, papá. Tiene luchar por sus sueños, pero también necesita ayuda. Yo quiero ayudarlo pero no sé cómo enfrentar a la universidad o al director.

El rostro de su padre se tornó más serio, pero aún se mantenía esa empatía en su mirada.

—Entiendo... —dijo lentamente, recostándose en su silla mientras lo procesaba—. Es un asunto complicado. Pero... —hizo una pausa, mirándolo directamente a los ojos—. Jungkook, ¿por qué no me lo contaste antes? Sabes que siempre estaré aquí para ti... y para tu novio. Si Taehyung necesita apoyo, lo tendrá. Estoy orgulloso de que estés dispuesto a luchar por él.

Jungkook suspiró, aliviado de escuchar eso.

—Sé que siempre puedo contar contigo, papá. Solo... no sabía cómo plantearlo. Quiero que Taehyung siga con sus estudios. Él es increíble, tiene tanto talento, y no es justo que le quiten esa oportunidad solo por ser omega.

Su padre asintió lentamente, reflexionando.

—Tienes razón. Es injusto. Pero no podemos permitir que esa sea la última palabra —se inclinó un poco hacia adelante, con determinación—. Déjame hablar con algunas personas. Tengo conocidos que podrían ayudarnos. Quizá no podamos cambiar el sistema por completo, pero podemos asegurarnos de que Taehyung reciba el apoyo que necesita.

Jungkook lo miró, sorprendido.

—¿En serio harías eso por él?

—Por supuesto, Jungkook. —Su padre se levantó y rodeó el escritorio, colocando una mano sobre el hombro de su hijo—. Taehyung es importante para ti, así que es importante para mí también. Además, ningún sistema retrógrado debería impedir que alguien tan talentoso como él persiga su sueño. Si podemos hacer algo al respecto, lo haremos.

Jungkook sonrió ampliamente, sintiéndose más aliviado que nunca.

—Gracias, papá. De verdad, no sé qué haría sin ti.

—No tienes que agradecérmelo —respondió su padre con una sonrisa—. Esto es solo el comienzo. Hablaré con algunas personas mañana mismo. Pero mientras tanto, asegúrate de que Taehyung no se rinda. Si él sigue adelante, nosotros también lo haremos.

Jungkook asintió, sintiendo una renovada esperanza. Su padre le dio una palmada en el hombro antes de volver a su escritorio, y Jungkook salió del despacho con una sensación de alivio que no había sentido en mucho tiempo.



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