O21; descubierto
Taehyung abrió los ojos lenta y perezosamente, parpadeando varias veces mientras se acostumbraba a luz del sol inundaba la habitación.
Al poder enfocar la vista, sintió un duro pecho bajo su cabeza y los latidos de un corazón retumbando en sus oídos. Bajó la mirada un poco y notó su mano descansando sobre un abdomen firme. Entonces levantó la cabeza, encontrándose ahora con los ojos negros y la sonrisa divertida de Jungkook.
—Buenos días —murmuró el pelinegro con una voz grave y adormilada, mientras sus dedos acariciaban la espalda desnuda de Taehyung.
Fue en ese instante cuando los recuerdos de la noche anterior lo golpearon de repente. El calor ascendió a su rostro, tiñendo sus mejillas de un rojo intenso. Jungkook soltó una carcajada que vibró bajo el cuerpo de Taehyung.
—¿Por qué te sonrojas? —preguntó Jungkook, claramente disfrutando de la vergüenza del otro—. ¿Acaso recordaste algo que te da vergüenza?
—No, claro que no —gruñó Taehyung, más avergonzado que molesto, mientras intentaba escabullirse de la cama.
Pero Jungkook fue más rápido.
Agarró su brazo antes de que pudiera poner un pie en el suelo y lo jaló de vuelta a la cama, haciendo que cayera junto a él. Con un movimiento rápido, Jungkook lo atrapó, colocándose encima de él, impidiendo cualquier intento de escape.
—¿Q-Qué haces? —balbuceó Taehyung, claramente avergonzado.
—¿Qué crees que hago? —Jungkook arqueó una ceja, mientras su sonrisa se ensanchaba aún más.
Bajó el rostro hasta el cuello de Taehyung, inhalando profundamente antes de dejar una serie de suaves besos que hicieron que el omega contuviera la respiración.
—Me gusta tanto cuando hueles a mí —murmuró Jungkook contra su piel, sus palabras cargadas de una intensidad que hizo que Taehyung se tensara. El alfa dejó escapar su aroma a tierra mojada y café, envolviendo toda la habitación.
Taehyung sabía que él también estaba impregnado con ese aroma, una combinación que siempre lo relajaba, como si todo estuviera en su lugar cuando Jungkook estaba cerca.
Mientras el alfa seguía explorando su cuello con sus labios, Taehyung se perdió brevemente en sus pensamientos. Se preguntó qué eran exactamente ellos dos. Habían pasado tantas cosas: besos, caricias... y ahora, incluso habían dado un paso más. Pero, ¿qué significaba todo eso? No quería apresurarse ni sacar conclusiones equivocadas.
—¿En qué estás pensando? —Jungkook lo sacó de sus pensamientos, levantando la cabeza lo suficiente como para buscar sus ojos.
—Nada —Taehyung intentó disimular, pero sabía que Jungkook no lo dejaría tan fácil.
—¿Nada? —Jungkook presionó su pecho contra el suyo y dejó un suave beso en su barbilla, observándolo con una expresión traviesa—. Vamos, dime, ¿qué pasa por esa cabecita tuya?
Taehyung dudó por un momento. No quería parecer inseguro, pero la duda seguía carcomiéndolo por dentro. Finalmente, respiró hondo y, algo tímido, se animó a preguntar.
—Jungkook, nosotros... ¿Q-Qué somos exactamente?
El pelinegro lo miró, sorprendido al principio, pero rápidamente su expresión se suavizó.
—¿Quieres que seamos algo? —respondió, devolviéndole la pregunta.
—Odio cuando haces eso —murmuró Taehyung, apartando la mirada, -refiriéndose a que el alfa siempre respondía sus preguntas con otra-, pero Jungkook, como siempre, no se lo permitió. Tomó suavemente su rostro entre sus manos y lo obligó a mirarlo.
—No apartes la mirada y respóndeme. ¿Quieres que seamos algo? —repitió, esta vez en un tono más serio.
Taehyung asintió entonces, sintiendo el calor en su rostro intensificarse mientras los dedos de Jungkook recorrían su mejilla en una caricia que lo hacía estremecer de pies a cabeza.
—Yo también lo quiero, Tae. Sabes que estoy completamente loco por ti —murmuró Jungkook, acercándose más. Lo siguiente que dijo fue tan suave, tan sincero, que el corazón de Taehyung comenzó a latir descontroladamente. Eran palabras que nadie le había dicho antes, palabras que llenaban de calidez su pecho—. Quiero estar a tu lado hoy, mañana y siempre... Así que... ¿Aceptarías ser mi novio? —Jungkook besó su mano delicadamente mientras hablaba.
Taehyung se quedó paralizado por un momento, intentando asimilar lo que acababa de escuchar. Todo le parecía tan irreal, como si estuviera soñando. Si ese fuera el caso, definitivamente lloraría al despertar.
Pero no, esto era muy real.
—Sí, sí quiero, Jungkook —respondió finalmente, rodeando el cuello del alfa con sus delgados brazos, atrayéndolo hacia él.
Lo besó con suavidad, un beso que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar en ese momento. Era un beso cargado de todo lo que ambos sentían el uno por el otro.
El beso pronto fue subiendo de intensidad, las manos del alfa bajaron lentamente, acariciando el trasero redondo y firme de Taehyung, quien soltó un suspiro. Justo cuando el ambiente comenzaba a calentarse, el estómago de Taehyung gruñó fuertemente, cortando el momento abruptamente.
Jungkook se separó, apoyándose en sus brazos, mientras miraba a Taehyung con los ojos muy abiertos.Taehyung, sonrojado hasta las orejas, soltó una carcajada nerviosa y se disculpó.
—Lo siento, tengo hambre... —murmuró, mordiéndose el labio de pura vergüenza.
Jungkook soltó una risa cálida y le dio un rápido beso en los labios.
—Tranquilo, eso se arregla fácil. Vamos a comer —dijo mientras se levantaba de la cama.
Jungkook se puso un pantalón negro con dos rayas blancas de Adidas, y luego le indicó a Taehyung que hiciera lo mismo. Pero Taehyung, al intentar ponerse de pie, miró a su alrededor y se dio cuenta de que la ropa que había llevado la noche anterior estaba completamente regada por el suelo.
—¿Por qué no te levantas? —preguntó Jungkook, alzando una ceja.
—Es que... no tengo ropa... —respondió Taehyung, más avergonzado aún, mirando sus prendas esparcidas por todo el cuarto.
Jungkook cayó en cuenta de lo que quería decir y recogió la ropa del suelo, sonriendo divertido.
—Oh... Bueno, entonces te daré algo de mi ropa mientras pongo la tuya a lavar —comentó, y salió de la habitación llevando las prendas de Taehyung.
Unos minutos después, el pelinegro regresó y empezó a rebuscar en su armario. Encontró algo que pensó que podría quedarle bien al omega: una ropa interior blanca que jamás había usado, una remera lisa del mismo color y un pantalón corto que tenía un cordón en la cintura para poder ajustarlo.
—Aquí tienes, te va a quedar un poco grande, pero es lo que tengo —dijo mientras le entregaba las prendas.
—Gracias... —respondió Taehyung, quien tomó la ropa y se dirigió al baño.
Cuando pasó desnudo frente a Jungkook, el alfa no pudo evitar hacer un comentario pícaro.
—Sabes, podrías quedarte sin ropa... no me quejaría.
—¡Por supuesto que no! —le gritó Taehyung, cerrando la puerta del baño de golpe antes de que Jungkook pudiera decir algo más. A pesar de su reacción, una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro del alfa mientras lo observaba.
En el baño, Taehyung se miró en el espejo, notando las múltiples marcas ligeramente moradas en su cuello y hombros. También tenía algunas marcas de dientes.
—Este chico es un salvaje... —susurró para sí mismo, aunque no podía evitar sonreír al recordar la intensidad de la noche anterior.
Se dio una ducha relajante con agua caliente, dejando que los recuerdos de la noche se disiparan en el vapor. Después de secarse, se puso la ropa que Jungkook le había dado.
La ropa interior blanca aún tenía la etiqueta, lo que le hizo suponer que Jungkook no la había usado antes. La remera le quedaba enorme y el pantalón corto le caía más abajo de las rodillas, pero por suerte pudo ajustarse el cordón en la cintura para que no se le cayera.
Se miró en el espejo y soltó una risita.
—Parezco un niño usando la ropa de su hermano mayor... —murmuró.
Finalmente, salió del baño y caminó descalzo por el frío suelo, siguiendo el olor a comida que inundaba la casa. Cuando entró a la cocina, vio a Jungkook frente a la estufa, solo con el pantalón puesto, su torso desnudo dejando a la vista su trabajado y atlético cuerpo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Taehyung, apoyándose en el umbral de la cocina mientras lo observaba con interés.
Jungkook, sin girarse, sonrió.
—Hago gyeran-mari —dijo con orgullo—. Es como un omelette enrollado. Ya casi está listo.
Taehyung sonrió y se acercó a la mesa mientras Jungkook terminaba de servir el desayuno. Cuando el alfa colocó el plato frente a él, Taehyung miró la comida con ojos brillantes.
—Wow, esto se ve delicioso —dijo, tomando asiento—. Gracias, Kook.
—No hay de qué. Come, que lo necesitas —respondió Jungkook, sirviéndose también.
Ambos se sentaron a la mesa, y Taehyung, tras darle el primer bocado, no pudo evitar elogiarlo.
—Está muy bueno, ¿acostumbras a cocinar?
Jungkook se encogió de hombros, con una media sonrisa.
—Solo cuando tengo una buena razón —lo miró con intención, sus ojos brillando de picardía—. Y tú eres una muy buena razón, Taehyung.
Taehyung rodó los ojos pero no pudo evitar sonreír.
—No sé si tomar eso como un cumplido o una broma... —dijo en tono divertido, mientras seguía comiendo, degustando la comida.
Jungkook rió entre dientes, y luego se inclinó un poco más cerca.
—Obvio que la primera.
Ambos siguieron desayunando entre risas y comentarios pícaros de Jungkook. Taehyung, cada vez que sus mejillas se encendían, lo golpeaba suavemente en el brazo o le decía que se callara, aunque no podía evitar sonreír.
Cuando terminaron, Taehyung se ofreció a lavar los utensilios. Ante su insistencia, Jungkook finalmente cedió.
—Está bien, está bien, tú ganas. Pero no esperes que te deje hacerlo siempre —dijo Jungkook con una sonrisa burlona mientras se apoyaba en la encimera, observando cada movimiento de Taehyung con atención.
—Ya, solo déjame ayudar, no seas tan cabeza dura —respondió el peligris mientras fregaba los platos, intentando ignorar la mirada fija de Jungkook.
—Es divertido verte en la cocina, no imaginé que fueras alguien tan... servicial —bromeó el más alto, apoyando la barbilla en su mano, sus ojos chispeando con malicia.
—¿Puedes callarte? —pidió Taehyung, sin voltear a verlo, aunque su sonrisa lo traicionaba. Al terminar, se secó las manos y miró a Jungkook—. ¿Satisfecho?
—Mucho —dijo el alfa, enderezándose y estirando los brazos—. Ahora vayamos al living.
Se dirigieron al living y, una vez acomodados en el sofá, Jungkook se recostó sobre las piernas de Taehyung, quien comenzó a acariciarle el cabello casi de manera instintiva. Jungkook cerró los ojos, disfrutando del contacto.
—No sabía que tenías un departamento —comentó Taehyung de un momento a otro—. Pensé que vivías con tus padres.
Jungkook abrió los ojos, mirándolo.
—Pues, técnicamente sí. Este lugar me lo regalaron cuando cumplí dieciocho. Lo uso para reuniones pequeñas, fiestas y cosas así con los demás chicos. Pero aún vivo con mis padres... no me gusta estar solo.
Taehyung asintió, entendiendo perfectamente esa sensación.
—Bueno, eso tiene sentido.
Jungkook sonrió de lado, levantando un poco la cabeza, sin depegar la mirada del omega.
—Pero, ya sabes... en el futuro, si quieres, podríamos vivir aquí juntos —la sonrisa en su rostro era traviesa pero había una ternura sincera en sus palabras.
Taehyung se sonrojó, pero sonrió de vuelta.
—Tal vez... podría ser una buena opción —respondió, su voz baja pero honesta.
Jungkook sonrió aún más, sus ojos cerrándose de nuevo mientras la mano de Taehyung continuaba jugando con sus cabellos. Aquella era una costumbre que Jungkook adoraba, y lo relajaba completamente.
—¿Por qué finges ser beta, Taehyung? —preguntó de repente Jungkook, rompiendo la atmósfera relajada y añadiendo un toque de tensión al ambiente.
Taehyung se quedó quieto por unos segundos, su mano deteniéndose en el cabello de Jungkook. Este último pareció darse cuenta del efecto que había causado su pregunta y agregó rápidamente.
—No tienes que contármelo si no quieres. Puedo esperar hasta que estés listo.
Pero Taehyung negó con la cabeza.
—No, está bien. Te lo diré.
Jungkook se incorporó un poco, apoyándose en sus brazos mientras observaba atentamente a Taehyung, quien comenzó a contarle cómo había logrado ser aceptado en la universidad, a pesar de que los omegas estaban prohibidos.
Le habló de cómo mantenía su secreto cada día, usando inhibidores y supresores. Pero cuando mencionó esto último, Jungkook frunció el ceño de inmediato.
—¿Inhibidores y supresores? —repitió Jungkook, enderezándose completamente en el sofá, su tono visiblemente más serio—. Taehyung, sabes que eso es peligroso, ¿verdad? ¿Por qué estás jugando con tu salud?
Taehyung trató de calmarlo, sintiéndose un poco culpable.
—Solo los uso cuando es necesario... —dijo, mintiendo ligeramente. No podía decirle que los usaba principalmente todos los días y cuando Jungkook estaba cerca porque su omega perdía el control con su simple presencia.
Pero Jungkook no parecía convencido. Su mandíbula estaba tensa y sus ojos mostraban una mezcla de preocupación y enfado.
—Taehyung, esos supresores pueden hacerte mucho daño. ¿Qué pasa si se te va de las manos? —Su voz salió más ruda de lo que pretendía, casi como un regaño.
Taehyung se sintió pequeño bajo su mirada. Levantó las piernas sobre el sofá y las abrazó, su cuerpo acurrucándose mientras miraba a Jungkook con una expresión preocupada.
—Lo siento... —susurró, evitando su mirada.
Jungkook soltó un largo suspiro, pasando una mano por su cabello en un intento de calmarse.
—No quiero que sigas haciendo eso. Si es necesario, me alejaré de ti en la universidad para que no tengas que usarlos más.
—¡No! —respondió Taehyung, alarmado—. No te alejes de mí, por favor.
Jungkook lo miró con preocupación.
—Es la única forma, Tae.
—¿De verdad quieres alejarte de mí? —preguntó Taehyung con la voz temblorosa.
Jungkook se quedó en silencio por un segundo, antes de suspirar: —No, no quiero. Pero...
—Entonces no lo hagas —lo interrumpió el peligris, su voz casi suplicante—. No te alejes de mí, confía en mí ¿si? Sé lo que hago, y no me va a pasar nada malo.
Jungkook lo miró a los ojos, aún no muy convencido, pero finalmente cedió.
—Está bien... confío en ti —dijo, aunque aún parecía algo inquieto—. Pero, respóndeme esto ¿la vez que te desmayaste fue por los supresores?
Taehyung se mordió el labio, mintió nuevamente, tratando de sonar convincente.
—No, fue solo el estrés de la universidad. No fue por eso.
Jungkook suspiró de nuevo y abrió sus brazos de par en par.
—Ven aquí.
Taehyung no dudó ni un segundo. Se acercó rápidamente a él y Jungkook lo envolvió en un cálido abrazo.
—Prométeme que me dirás si te sientes mal —pidió Jungkook, su voz más suave esta vez.
—Lo prometo —respondió Taehyung, enterrando su rostro en el cuello del alfa.
—Lo digo en serio, Tae. No quiero que algo malo te pase —insistió Jungkook, haciéndolo prometerlo una vez más.
Taehyung levantó la mirada y asintió.
—Te lo prometo.
[...]
Taehyung abrió la puerta de su casa y, al ver a toda su familia reunida en el salón, un escalofrío le recorrió la espalda. Sus padres y sus hermanos estaban con caras de preocupación y severidad.
No tardaron en darse cuenta de su presencia.
—¡Taehyung! —exclamó su padres, Sungjae, con una mezcla de alivio y nervios.
Taehyung caminó lentamente hacia ellos, intentando mantener una sonrisa torcida mientras les saludaba. Pero apenas llegó, su otro padre, Taesung, se levantó del sofá y se puso frente a él, con los brazos cruzados y una expresión seria. Su voz resonó en la sala.
—Kim Taehyung —dijo, marcando cada sílaba de su nombre completo.
Taehyung tragó saliva. Siempre que su padre lo llamaba así, sabía que la cosa iba mal. Está enojado, pensó, mientras su corazón comenzaba a latir más rápido.
—¿Dónde has estado toda la noche? —preguntó Taesung, con los ojos entrecerrados—. ¿Y por qué no respondiste nuestras llamadas ni mensajes?
Taehyung sintió una oleada de ansiedad.
Era verdad, cuando había revisado su móvil en el departamento de Jungkook, había visto las más de cincuenta llamadas perdidas y cien mensajes de su familia. Decidió en aquel mismo momento regresar a casa lo antes posible, a pesar de los pucheros y protestas de Jungkook, quien había intentado retenerlo un rato más.
—Eh... lo siento, estaba... con unos amigos —murmuró, buscando una excusa.
Pero antes de que pudiera seguir, su padre lo interrumpió.
—No me mientas, Taehyung. Hasta aquí puedo olerlo... hueles a un alfa.
El omega se quedó helado, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Ahora sí que estaba expuesto.
Antes de que pudiera reaccionar, su hermano mayor, Seunghyun, se acercó a él y lo olfateó superficialmente. Confirmando lo que su padre había dicho, frunció el ceño, apartándose.
—Hueles a... Jeon Jungkook —dijo Seunghyun, en voz alta, provocando que todos en la sala jadearan de asombro. Incluso Taesung, su padre, no pudo evitar una exclamación.
—¡¿Jeon Jungkook?! —exclamaron sus otros hermanos casi al unísono, sorprendidos.
Taehyung rodó los ojos, sabiendo que ya no tenía escapatoria. Sonrió tímidamente y levantó las manos en señal de rendición.
—Sí... me escapé de la fiesta anoche con Jeon Jungkook —admitió, sintiendo todas las miradas clavadas en él—. Y dormí en su departamento.
Se hizo un silencio sepulcral en el living, pero antes de que pudieran reaccionar, Minji, que había estado más alejada hasta el momento pero no ajena a lo que sucedía, señaló algo con agudeza.
—Espera... la ropa que llevas puesta no es tuya, Taehyung.
De nuevo, las exclamaciones exageradas inundaron la sala. Taehyung suspiró, ya cansado de tanta sorpresa, y decidió acabar con todo de una vez.
—¡Sí! La ropa que llevo es de Jungkook —dijo, cruzando los brazos—. Y pueden sacar sus propias conclusiones sobre el porqué tengo su ropa.
Los ojos de sus hermanos se abrieron aún más, si es que eso era posible. Entonces, Seojun, que hasta ahora había estado en silencio, levantó una mano temblorosa, como si estuviera en una especie de interrogatorio.
—¿S-son novios? —preguntó, con la voz entrecortada.
Taehyung sonrió de lado, disfrutando un poco del drama que había causado.
—Sí, Jungkook es mi alfa... y mi destinado.
El silencio que siguió fue más pesado aún, pero duró solo unos segundos antes de que todos volvieran a exclamar, casi a coro.
—¡¿Qué?! —dijeron, en diferentes tonalidades de asombro.
Taehyung, sintiendo que ya había dado suficiente información para un solo día, se alejó y comenzó a subir las escaleras mientras su familia seguía discutiendo su revelación. Sonrió cuando escuchó a Sungjae gritar su nombre nuevamente, esta vez con una mezcla de confusión y emoción.
—¡¿Qué?! ¡Kim Taehyung! —gritó Sungjae, pero Taehyung solo rió mientras entraba en su habitación y cerraba la puerta tras de sí.
—Definitivamente les di de qué hablar por un buen tiempo —se dijo en voz baja, aún riendo por el furor mientras se dejaba caer sobre su cama.
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