nudo (13)

UNA SEMANA DESPUÉS

Dos días antes, había sabido por Miriam que Leti estaba deprimida. Sus papás se habían enterado de las faltas de asistencia después de los suspensos y decidieron bajarle la paga. Eso significaba que no podía divertirse. A lo sumo, podría salir alguna tarde. 

Ambas llegamos puntuales al instituto, aunque no de las primeras pero…luego antes. Antes de entrar al aula nos dimos ánimos, teníamos que asistir a varios exámenes en todo el día.

Menos mal que llegué  a tiempo al segundo examen, allí reconocí a algún compañero, pero también habían otros alumnos a los que no los había visto en mi vida. Sin embargo, me pongopuse a revisar las preguntas de mi examen, necesitaba responder al menos las más fáciles, luego ya vería cómo resolver las demás.

A continuación, tuve que incorporarme de nuevo a otra aula después de media hora de descanso.

—¿Qué tal? —preguntó Miriam.

—Creo que bien.

—Contesté sólo tres preguntas de mi primer examen. En serio, me puse tan nerviosa que sufrí un bloqueo.

—El segundo examen fue más fácil.

—No me digas.

Me extrañó que le ocurriera algo así porque siempre fue disciplinada, mantenía sus apuntes en orden, subrayaba los textos bastante mejor que una.

—Cosas que pasan.

—Se encogió de hombros.

—Ya verás que los próximos nos salen mucho mejor.

Vi como Miriam estuvo repasando algunas fórmulas, se le daban bien las matemáticas, pero a veces fallaba. Yo tenía un truco para que no metiera la pata, por eso la ayudé.

—Gracias a ti respondí bien a los problemas.

Aquella frase fue lo mejor que escuché en toda la mañana, ya era casi las una. Hacía tanto calor que tuve que comprarme una botella de agua. Mimi me acompañó, me  supuso un alivio saber que íbamos a recuperarnos.

——¿Preparada para el siguiente?

Asintió la joven.

—Si quieres, podemos quedar luego.

—Imposible, mi madre me necesita. Otra vez le duele la pierna.

—Está bien, cuida de ella.

Sobre las tres   regresé  a mi hogar,  tenía un mensaje de Leticia que no pude leer porque me moría de hambre.

Más tarde sí lo leí, y acepté lo que me pidió. No me gustaba estar en el compromiso de visitar a Leti, más porque me sentía incómoda en su casa.

Antes de llegar, como iba algo distraída, no me percaté de que un coche estaba a punto de aparcar.

De repente escuche, escuché un pitido.

¡Qué susto!

Al girarme sobre mí, exclamé:

—¿Qué coño?

—Morena, me alegro de verte.

Me fijé en su coche, era inconfundible, pero a él no lo reconocí al principio porque llevaba gafas.

—Tengo nombre y apellidos.

Me sitúe más cerca de ese Mercedes-Benz. Luego, coloqué los brazos en jarras. Queriendo, quería imponer ante la visión predominante de sus ojos azules.

—Vale, tu nombre quiero recordar ¿Era Leila cierto?

—Es un capullo.

——. Es que soy malo para los nombres.

—Fíjate, yo no, recuerdo el tuyo.

Entonces  me aparté porque se disponía a bajar del coche. Era incómodo tener a ese chico tan cerca, aún recordaba la primera vez que tuvimos algo parecido.

—Si quieres podemos ir juntos, seguro que Leti se alegra de vernos.

—A mí sí. Ella me espera.

Él se sintió confuso al ver que me alejaba.

—Oye, no vayas tan rápido.

¿Acaso debía esperarlo?

Al rato, Leti nos miró con asombro.

Seguro que pensó: «¿Qué hacen juntos?».

—¿A qué has venido?

—Se dirigió a él.

—Me invitó tu madre. Al parecer, mi primo llegará de visita.

—Sé que él viene junto a Tina. Tienen algo que comunicarnos. Se le oía feliz, según mi madre.

—Bueno, ¿nos dejas entrar?

Leti se apartó.

En el interior, vi que todo parecía limpio, en orden, mientras a él no parecía que le impresionara. De repente, sentí la mirada enjuiciadora de Leti sobre mí. Al parecer, tenía que justificarme por todo.

—Me lo encontré a un metro y medio de tu casa —informé.

Sin embargo, no salió muy convencida.

—Vaya casualidad.

—¿Dónde podemos hablar?

—No sé. No nos dejarán solas.

—No sabía que tu hermana venía con su marido.

—No te preocupes. Puedes quedarte en mi cuarto. Anda, sube, luego voy.

Al llegar a su habitación, me fui directa  a un sofá. Lo conocía a la perfección y sabía lo cómodo que era.

Durante diez minutos permanecí sentada; luego, me levanté a mirar por la ventana,  veía  el jardín que apenas  cuidaban. No entendía que en el interior de esa casa todo estuviera perfecto y en el exterior no.

Dejé mis pensamientos y miré hacia la puerta. Casi siempre estaba distraída , así que me puse en órbita cuando oí un ruido. 

—Te abandonó aquí.

Esa voz, ¿quién era el intruso?

—No. Estará ocupada con algo. ¿Y tú qué haces aquí?

Víctor tenía que ser.

—Vengo del baño porque el de abajo está en obras. ¿Puedo entrar?

—No es mi cuarto, haz lo que quieras.

Él lo sabía, pero necesitaba mi permiso. Me desconcertó que quisiera estar conmigo.

—¿Es que te caigo mal?

¿A qué venía esa pregunta?

—No te conozco.

Seguía intrigada.

Quizás tenía razón Leti en lo que dijo Leti,  ¿no? Otra vez pude oler su perfume a pesar de que se encontraba de pie y apoyado en  el escritorio. Decidí sentarme y él…

—¿Puedo sentarme?

Hacía rato que tenía sus manos en los bolsillos, hasta me había acostumbrado a tenerle a esa distancia, ahora pretendía un acercamiento que no era adecuado y menos, donde nos encontrábamos. Sin embargo, se atrevió a poner su trasero en el sofá.

—¿Sabes? Quería hablar contigo, conocerte al fin, pero ahora estoy nervioso. No sé cómo empezar.

—¿Por qué ese interés?

—Desde que te vi, quise averiguar quién eras. La verdad, eras tan distinta a las demás.… Luego, al verte de nuevo, estuve seguro de que quería saber más de ti.

¿Quiénes eran «las demás»?

—Vaya, un chico como tú debesdebe tener muchas amistades. Debería sentirme halagada.

—No creas, de niño era tímido, lo pasé mal en el colegio. También me costó tener relaciones en el instituto. Pero mi primo me ayudó, al ser más espabilado...…

—Entiendo, porque mi amiga Miriam también ha sido un apoyo. Sin ella...…

—¿Sin ella qué?

—Nada.

Preferí mantener el silencio entre los dos,  estaba siendo un atrevido: primero, por estar en esa habitación y, segundo, por sus preguntas que no debía hacer.

—Entiendo que te cuesta confiar, pero no te alejes. Dame esa oportunidad que ansío.

No. Él sentiría pena por mí si descubriese todo, solo unos pocos conocían mi intimidad, esa parte de mi vida.

Entonces, Leti apareció.

—No sabía que te caía bien mi amiga.
¿Qué haces aquí?

—No es asunto tuyo, pequeña.

Leti se cruzó de brazos. Odiaba que la llamara así. Luego, él se abrió paso entre nosotras después de tomar distancia del sofá y de mí, no olía ya su perfume.

—Te gusta.

—¿Qué?

—Me di cuenta comode cómo él te mira, y tú...…

—No estoy interesada. Además, él se coló aquí y me habló. Yo, pues le seguí la corriente.

—Ya.

—¿Cómo te va? Me dijo Miriam que tus padres se enteraron.

—Mal, este encierro es lo peor.

Y tener que ir a esa academia todo el verano.. No sé si podré soportarlo.

—Serán tres meses. Eres fuerte para soportarlo. Ojalá pudiera salir de mi casa cómo tú. Tener un trabajo para alejarme de…

—¿Quieres trabajar? Si todavía estás estudiando.

—Mis circunstancias son distintas.

Leti lo pensó. Se dio cuenta de que yo tenía razón.

—Es decir, que deseas irte, la. La verdad, yo no aguantaría. Así que te ayudaré.

—¿Y cómo vas a hacerlo?

—Tú no te preocupes, déjalo en mis manos.

Ninguna de nosotras sabía que  Víctor estaba escuchando la conversación.

🌼🌻🌷🌺🌼🌻🌹🌷🌺

Leti: Chicas, tengo que contaros algo. Ayer lo supe y todavía me cuesta creerlo.

Miriam: Déjate de rodeos y dilo. ¿No sabes que realicé mi último examen? No quieras que me dé un soponcio.

Leti: ¿Está Leila ahí?

Miriam: Está a mi lado, pero ella se abstiene de mandar mensajes.

Leti: Tina está embarazada.

(Silencio)

Leti: Chicas decid algo.

Miriam: Felicidades a tu hermana y a ti.

Leti: No me felicites, a mí no me gusta la idea de ser tía.

Miriam: Es algo que podía suceder. Y hazte a la idea.

Leti: Jamás. Joder con Rubén.

Miriam: Leila dice que te calmes. Y felicidades.

Leti: No esperaba esto, ¿qué clase de amigas sois?

Miriam: Las que te dicen la verdad aunque no te guste. Nos vamos a tomar un helado.

Bye 😌

Leti: Joder, y yo aquí en la academia.

Bye 😒

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