Corazones conectados
Darice:
- ¿Qué? Dar, ¿estás bien? ‒escucho la voz de Bas y parece lejana, me giro a ver a Ekene, era imposible que él supiese algo así, no se lo había mencionado a nadie, sólo había hablado de cosas generales de su otra vida, además, de haberle dicho eso, no creía que lo primero que pensará el mellizo fuera en su broma particular y privada, niego, seguro había oído mal, eso debía ser‒, ¿Dar? ‒niego ante eso, ¿entonces porque me sentía así de perturbada?, ¿por qué mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho por mi boca? Tenía ganas de vomitar de la ansiedad que se estaba formando en mi interior‒. ¡Dar! ‒siento que alguien me sacude y al enfocar veo que es Bas.
- Él, tu hermano, él ‒me costaba hilar aquella frase, mi cerebro iba a mil por hora intentando buscar una respuesta, algo razonable y lógico, pero mi estúpido corazón ganaba terreno diciendo que quizás, él había transmigrado. Esa idea junto a la esperanza que conllevaba era por demás dolorosa, mi corazón no podría soportarlo, sería como perderlo por segunda vez.
- ¿Qué pasa con mi hermano? ¡Dar, maldita sea, dime que pasa! ‒me sacude con algo de angustia, toco mi rostro para darme cuenta que estoy llorando.
- Él dijo algo, algo que nadie más sabe ‒intento regular mi respiración‒, algo que jamás te he dicho o Teo ‒me alejo de él, respiro varias veces intentando calmarme‒. En mi otra vida me enviaron a un internado en Inglaterra para instruirme como futura princesa heredera, como sabes, no quería eso y fracase en cada oportunidad que pude, los maestros siempre terminaban por regañarme y solían hacerlo diciendo: Así miss Lydie, ese tenedor no es para ensaladas miss Lydie, se los contaba a los gemelos y cuando volví, solía usarlo a modo de broma, yo le llamaba monsieur Lefebvre desde niños, y se volvió algo nuestro ‒intento no romperme a llorar como una niña asustada‒, y tu hermano, abrió los ojos y susurro justo eso, intento darle una explicación lógica ‒mis manos temblaban, en realidad creo que toda yo lo hacía‒, pero si es lo que creo que es, tu hermano se ha ido dejando pasó a Étienne en su cuerpo, pero si es otra cosa, no creo poder soportar esta cruel pizca de esperanza ‒gimo por el llanto contenido, caigo de rodillas, esto era mil veces peor que cuando desperté la primera vez en esta horrible realidad, siento a Bas abrazarme, y quizás estaba siendo injusta, si mi deseo ganaba y ahora Étienne estaba aquí, significaba que él perdió a su hermano, ¿por qué tenía que ser así? Acaso era una ley de vida que no pudiera haber felicidad sin un poco de dolor, todo parecía indicar que en mi caso era así.
- Calma, no sé qué está pasando pero calma ‒escucho su voz intentando calmarme.
- ¿Qué pasó? ‒escucho la voz de Teo y siento que no puedo más, estiro los brazos esperando que me abrace y me sostenga, después de todo, él era mi persona.
Siento que me alza y lloro cual bebé, ni siquiera me importaba nada, lo que me hacía sentir peor, no estaba pensando en Bas ni en la doctora Dalmau.
A lo lejos escucho a Bas contarle lo que le dije a Teo, no era capaz de decir nada debido al incontrolable llanto, de todos modos ninguno de los dos me presionaba para hablar.
No sé cuándo fue que me calme, sólo sabía que Teo me sostenía con suavidad.
- ¿Dónde... estoy? ‒una voz extraña se hace eco en la habitación, eso me pone alerta.
- En el hospital, ¿cómo te sientes hermano? ‒veo a Bas acercarse para abrazarlo, el chico se queda quieto, pero pronto reacciona y lo abraza, lo que hace mi corazón romperse.
- ¿Por qué?, ¿hermano? ‒observo a Ekene estudiar a su mellizo, toca su cabeza‒, sí, lo eres, ¿Y Roselyn? ‒eso me hace dar un respingo, con rapidez me pongo de pie y camino hacia él.
- Monsieur Lefebvre ‒susurro con precaución, sus ojos ámbar me miran con fijeza y puedo ver una clase de reconocimiento, aquello hace mi corazón latir errático.
- ¿Cómo sabes eso? ‒siento el aire atascarse en mis pulmones, abro la boca pero en lugar de palabras sale un gemido lastimero, lloro cubriéndome los ojos, era él, mi amado Étienne estaba aquí.
- ¿Sabes quién soy? ‒escucho a Bas llamar su atención, Teo me abrazaba intentando calmarme.
- Mi hermano, al parecer ‒sonaba confundido, claro que lo era, era una gran mierda tener recuerdos de ambas vidas, y para él, debía ser el doble de difícil.
Ekene:
- Étienne ‒doy un salto ante la mención de mi nombre, miro con atención a la chica.
- Sí, ese también es mi nombre, ¿cómo sabes eso? ‒miro mis manos, el color era diferente, recordaba ser un poco más blanco.
- Soy Darice Amery, soy la que estaba en el cuerpo de Lydie Chevalier ‒aquello hace mi corazón dar un vuelco.
- ¿Lydie? ‒intento sentarme para ir hacia ella, pero un dolor punzante en el costado me detiene.
- No te muevas hermano, te abrirás los puntos ‒dice Bastién, lo reconocía como mi hermano. La veo acercarse con cautela.
- ¿Qué pasó? ‒se sienta a mi lado y tomo suave su mano, a pesar de que sus ojos eran grises y no malva, podía verla, era ella. Entrelazo nuestras manos y sonrío mientras comienzo a llorar.
- No lo soporté, Rosie y mis padres intentaron mantenerme con vida, pero no era más que un cascaron vacío, no comía y lloraba la mitad del día, la otra la pasaba durmiendo, un día no lo soporté más y me tomé un frasco de veneno, no quería seguir sin ti, no podía seguir sin ti, era demasiado doloroso ‒niego, ella me abraza llorando, podía reconocer las diferencias entre este cuerpo y el anterior, tanto el de ella como el mío, ella era un poco más grande que Lydie, pero era igual de cálido.
- Lamento tanto no haberme podido quedar ‒susurra contra mi pecho, acaricio su cabello, este era castaño y no tan largo, pero según los recuerdos de este cuerpo, todo era diferente, mi cabello era castaño claro y lacio a diferencia del rubio y rizado de mi otra vida, mis ojos eran ámbar en lugar de verdes.
- No fue tu culpa, fue él, siempre él ‒la acuno en mis brazos, no me imaginaba lo que debió haber sufrido de vuelta a este mundo, el dolor, la desesperación.
Durante unos minutos nadie dijo nada, nos quedamos en un silencio tranquilo mientras nos abrazábamos.
- ¿Te duele? ‒pregunta suave tocando mi costado, niego, mientras no me moviera estaría bien‒. Quiero presentarte a los chicos, Teobald le puedes decir Teo, ya sé, ya sé, también tuve esa reacción la primera vez ‒ríe bajito, suspiro, esa sonrisa era inconfundible‒. Bastién, tu hermano, también está Rosemund, es residente aquí, y bueno, tu madre ‒la veo morder su labio.
- Adelaine Dalmau, es la dueña de este hospital, es raro tener ambos recuerdos ‒Darice asiente, si alguien lo sabía, era ella.
- Lo sé, pero te voy a ayudar a que todo te resulte más fácil ‒acaricia suave mi mejilla y no puedo evitar reír.
- Ejem ‒me giro ante la voz conocida‒, me habría gustado que me informaran que mi hijo despertó ‒se acerca y Darice se mueve dejando que me abrace suave, podía sentir calidez y amor, la abrazo en respuesta, este cuerpo la quería, era nuestra madre ahora, sentía pena por la mía pero estaba bien‒. No sabía que se conocían o que eran así de cercanos ‒dice tras separarse, la veo ponerse rojo tomate y bajar la vista como si la hubiesen pillado haciendo algo malo.
- Le estaba agradeciendo por su ayuda, después de todo, si no me desangre fue por su pronta respuesta, ella me dijo que tenía una cara muy infantil y que le recordaba a alguien que conoció hace mucho tiempo ‒en su mente había visto que lo molestaban por su cara, así que había servido de excusa.
- Eso sí, gracias Darice ‒ella la sonríe con afecto, Dar sonríe asintiendo.
- No ha sido nada, de verdad ‒ella me dedica una sonrisa cómplice, se la devuelvo.
- Muy bien, ahora descansa un poco más ‒asiento, se gira al resto esperando que salgan.
- Recupérate hermano ‒dice Bas antes de salir, seguido de Teo y por último ella, mi madre besa mi cabeza y sale, suspiro cerrando los ojos, veía ambas vidas por separado, era curioso cómo funcionaba todo, recordaba el dolor cuando el cuchillo atravesó mi carne, también la voz de alguien gritando, la sensación del veneno en mi sistema, punzante.
- Si tu madre me encuentra aquí me mata ‒escucho que susurra bajo, cierra la puerta y las cortinas, se acomoda a mi derecha y con cuidado de no lastimarme, se acuesta.
- Como Lydie o Darice, no me importa donde sea o en qué mundo sea, mi único deseo era encontrarte ‒acaricio su mejilla, ella cierra los ojos‒. Perdona que tardará tanto en venir, puedo ver por estos recuerdos que despertaste hace seis meses, mi muerte se produjo dos semanas después que la tuya, es curioso la variación de tiempo ‒ella me mira con sorpresa.
- ¿Dos semanas? ‒lucía extrañada, asiente‒. Bueno, los trece años que pasé allá fueron tan sólo dos aquí, así que ‒se encoge de hombros, seguía haciendo eso.
- Eres preciosa Darice, sin lugar a dudas, en esta y la otra vida soy afortunado ‒la veo sonrojarse, ella no era consciente de todo lo que evocaba en mí‒. Al parecer, sigues siendo mayor, incluso aquí ‒ella ríe bajito.
- Que te puedo decir, me gustan chiquitos ‒sonrío, este chico no estaba acostumbrado a hacerlo, pero al verla a ella, era inevitable que lo hiciera.
- Hay cosas que veo en su mente que me resultan extrañas y conocidas, supongo que para ti fue igual, siendo tan pequeña y tener que aprender tanto ‒ella niega.
- Creo que me fue más fácil porque crecí aprendiendo, pero te ayudaremos en lo que podamos, incluso si no lo entiendes, lo haré por ti hasta que lo domines ‒beso su cabeza, me sentía en paz y feliz, por fin había calma en mi alma.
- ¿Te molesta que sea más chico? ‒ella alza la vista, ríe negando.
- Pensé que jamás te volvería a ver, incluso si hubieses venido en el cuerpo de una chica, no me habría importado ‒pongo cara de horror, gracias al cielo había vuelto como chico.
- Es bueno saberlo, pero no volveremos a separarnos, te lo prometo ‒me inclino un poco tras alzar su rostro, la beso lento, la sensación de besarla estaba ahí, incluso se mezclaban con la de este nuevo cuerpo, era increíble.
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