062

—¿Seguiremos todo el camino asi? —el rostro de Jeon se encontraba de lleno sobre la ventana del copiloto, siendo su mentón sostenido por su mano derecha.

—Se que no te queda ni un mínimo de vergüenza. —el timbre de Seok se pudo apreciar desgatado, con un leve bufido- Pero al menos ten la decencia de no hacerla pasar más de un mal rato.

El silencio invadió el auto habitado por tres, siendo el pelirrojo el primero en ceder con su mirada al pensar en la rubia en los asientos traseros. Claro que su hermano mayor no estaba tan dispuesto a dejarsela pasar.

—Por una vez en mucho tiempo puedes portarte como un verdadero hombre, y tomar las responsabilidades.

Eunbi no podía evitar sentir parte de culpa, después de todo, ella bien sabía que todavía no poseía su licencia. Pero debía de admitir que algo de ese muchacho le descolocaba, la incitaba hacer cosas inimaginadas, locuras a su propia vista, estupideces.

—Lamento los incom... —el mayor negó para sacar las llaves del auto, desprender su cinturón y bajar. Siendo seguido por los dos menores.

Una vez frente a su casa Seokjin le entregó las llaves a su dueña, quien las recibió apenada. El trato que ofreció el mayor fue su auto por el de la chica, convenciendo a los oficiales por su buena labia.

—¿Cómo regresarán? —pregunto preocupada al ver la hora.

—Caminaremos. No te preocupes más y entra, tus padres deben estar esperándote. —asintió poco conforme pero a sabiendas de que no podía hacer más.

Apretó las llaves entre sus manos y le dedicó una última mirada a ambos hermanos antes de voltear y cruzar esa puerta.

Ambos jóvenes comenzaron a caminar en medio de la noche, ninguno de los dos suelta palabra alguna. Jeon por orgullo, Seok por miedo, al llegar a la estación y asesorarse de lo ocurrido no tuvo que ser un genio para atar cabos, la carretera 21 era la vía directa a su casa, a su vida, a su madre.

Al ingresar a la casa el primero en alejarse fue Seok, dejando una punzada en el pecho del menor.

Los ojos de su madre regresan, la poca cordura que le duró unos cuantos segundos más de lo habitual.

"Abraza hoy que puedes, no esperes al mañana."

Las palabras de Sinb resuenan todavía, no con malicia, ni con ironía, tampoco cargada de pena, más bien, como alguien que sabe el peso de dichas palabras.

"¡Eres un idiota!"

Su partida solo me dejo un mal sabor, pero eso no significa que no lo mereciera. Solo que... ¿por qué te fuiste en un viaje tan largo?

Dicen por ahí que el que tiene miedo a vivir no debería de nacer, que ya murió antes de tiempo debido a este intenso miedo que le consume y se antepone por el valor de vivir.

°°°°°°°

—Yerin~. —una sonrisa instantánea se formó al verla, no dudo en acercarse casi corriendo hacia ella— ¿Qué ocurre? —su sonrisa desapareció al ver en su bello rostro un semblante de tristeza, ella negó— ¿Estás bien? —se inclinó un poco más para poder verla mejor— Yerin... —tocó su mejilla— ¿qué ocurre?

—Nada. —susurro debilmente, cabizbaja, Taehyung intentó tocar su cabeza pero ella lo alejó— No lo hagas... —sollozo.

—¿Eh? —una reacción sorpresiva se apoderó de sus ojos ante aquel pequeño gesto que le punzo el corazón por la mañana.

—No vuelvas a tocar mi cabello, por favor... —susurro sin fuerzas escondiendo su rostro, y el timbre de cierre escolar sonó, ella se adelantó, para alejarse sin mirar atrás.

Ingresó al aula, tomó su mochila guardando sus cosas rápidamente, ni siquiera le importó el hecho de que Sinb no estuviera ahí, se disculparia más adelante por marchar primero, pero no quería verlo y agradecía que Yuna no estuviera presente tampoco.

Se encaminó hacia la parada del bus, mientras esperaba este decidió mensajear a su mejor amiga, realmente la necesitaba, en ese momento sus ojos empezaron a nublarse.

—¡Yerin! —aquel timbre que oía lo conocía bien, era él, no quería verlo.

Su bus llegó justo a tiempo, subió con prisa ignorándolo, este cerró su puerta, ni siquiera volteó hacia la ventana para verlo, se adentro al fondo y se tomó firmemente de aquel respaldo, conteniendo sus lágrimas cerró con fuerza sus ojos.

"Ya pasará..." se repetía.

••••

—¿Por qué sigo limpiando este asqueroso urinario?

—Deja de quejarte Jeon.

—Como se nota que el baño de mujeres no es tan sucio.

—¿Disculpa? —rió sarcástica— Que no me este quejando como tú, no significa que esto sea el paraíso precisamente.

—Tsk, te reto a comprobarlo. —comentó secando el sudor de su frente.

—¿Eres idiota? —cuestionó refregando aquel inodoro.

—Lo siento. —rió— Olvidé que eres una niña. —sonrió consciente de lo que provocaría.

—Ashh... —aquellos pasos apresurados se hicieron oír, en menos de un segundo ella cruzó aquella pequeña distancia que los separaba— ¿Quién demonios dice qué las mujeres no tiene el valor de cruzar una maldita puerta? ¿¡Eh!? —lo reprendió enojada al ver su espalda, ya que él se encontraba sentado en el suelo, soltando una carcajada— ¿De qué rayos te ríes? —analizó el baño— En serio es un asco..

—Te lo dije. —se puso en pie para dirigirse al lavabo y enjugar aquella rejilla nuevamente.

—Aun así, sólo guarda silencio, ni que fuéramos tan “escandalosas.”

—Pero lo son. —estrujia la rejilla, mientras la rubia lo fulminaba— Ya, sólo dije que lo son, no que tú precisamente lo fueras. —volteó a verla, este puso la rejilla blanca sobre sus hombros con una sonrisa burlona.

—Idiota. —muffo con un semblante que representaria un poema ante cualquiera.

—Últimamente estás muy irritable. —comentó con la misma sonrisa de antes.

—No es cierto.

—Lo es.

—Que no. —la absurda discusión generó una mayor sonrisa en el contrario, una que enojó todavía más a la joven.

La realidad era que si, EunBi estaba más irritable que nunca, cualquier pequeñez la ponía de los nervios, y aunque no quería reconocerlo, era consciente de que sólo su persona lograba alterarla así. Aquella personalidad que pretende cargarse, relajada, antipática e incluso cínica no era problema alguno para ella, pero ahora si se volvió uno.

Sus actitudes comenzaron a cambiar con lentitud, comenzó a volverse un tanto más demostrativo con lo que se guarda, algo afectuoso para con ella y si, de alguna manera eso la ponía ansiosa.

—¿De qué tanto te ríes?

—¿Es un crimen o qué? A parte sólo sonreí en ningún momento me reí. —cuestionó burlón. Se quejo para voltear dispuesta a marchar pero algo la detuvo.

—Jung, dime la verdad, ¿fui un dolor de trasero para tu hermano verdad?

El timbre empleado en su voz fue sincero, tanto que conmovió al más alto.

—No te des todo el crédito linda. —y como de costumbre, buscando atajos para salir de situaciones incómodas— ¿Sabes? Pienso que estás actuando rara desde que te comenté que me presenté por ti. —dicho comentario logró paralizarla— ¿Es el caso? —podía sentir aquella tonalidad de burla en su voz.

—¡Serás idiota! ¿Por qué debería estar así por aquello? —cuestionó irritada.

—Solo pregunté, no debes enojarte.

—No estoy enojada.

—No, estás alterada. —se acercó hasta ella— Eres muy transparente Sinb. —sonrió— Intenta relajarte un poco. —negó con una inevitable sonrisa en sus labios para volver a limpiar los urinarios detrás suyo.

—Seras... —no pudo terminar de hablar ya que realmente no tenía como contra atacar aquella afirmación, y la frustración la carcomia.

¿Qué le estaba pasando por la cabeza a Jeon? Era lo único que se cuestionaba alterada.

Antes de poder marchar no pudo faltar su típica cara de mamona enojada y un amague de un golpe a su nuca insistente, uno que él logró observar perfectamente por el reflejo de aquel blanco urinal, sin más, aquella sonrisa volvió adornar su rostro.

Eunbi volvió a tomar aquel trapeador que dejó a un costado del marco de la puerta, estaba tan enojada consigo misma que no logró divisar aquel tacho con agua en el camino, simplemente se lo llevó puesto derramado el agua completamente, soltando un pequeño quejido por el golpe de sus pies y cerrando fuertemente sus ojos esperando aquél impacto de su cuerpo contra el suelo, uno que nunca llegó.

Al contrario, logró sentir aquella calidez rodear su cintura, acompañado de un aroma suave y varonil, un aroma juvenil y travieso.

Su corazón comenzó acelerar, generando una inestabilidad e incapacidad en su respiración, apenas y podía regularizarla, todo debido a la impotencia de aquel futuro golpe, la misma sensación de un futuro desastre; al menos eso se planteaba, eso quería creer ella.

Los ojos del pelirrojo se encontraban analizado por completo aquella jóven de aspecto rudo y señil, aquella que aparentaba ser fría como el hielo, verla tan sumisa e indefensa entre sus brazos, sus ojos cerrados con fuerza, aquella respiración irregular, aquel embriagante aroma ingresando por sus fosas nasales, su piel suave y tersa, cada una de las facciones de su delicado rostro, simplemente generaba mayor deseo de cuidarla y...

—Gra-gracias... —susurró debidamente aún con sus párpados  cerrados, el corazón del chico comenzó a latir con desdén, poco a poco la distancia que los separaba comenzaba a desvanecerse.

La respiración de ambos se hacia sentir en el rostro y cuello del contrario, ambos corazones palpitantes sin restricción alguna, poco a poco, acortando aquella mínima distancia para fundirse en...

—¡Ashh! tengo muchas ganas de... lo-lo-lo lamento. —se disculpó Jimin al verlos en aquella extraña y poco común posición.

Rápidamente los ojos de ambos fueron abiertos encontrándose mutuamente con la mirada del otro, la primera en cortar cualquier tipo de conexión fue ella para voltear apenada a ver a su mayor, reverencio y se apresuró a salir con desesperacion de aquel lugar.

Jungkook se enderezó a un viéndola marchar, Jimin quedó paralizado mientras ella pasaba por su lado, y apenas salió, volvió a ingresar para tomar aquel trapeador que había olvidado.

—Detrás... de ti. —señalo cabizbaja, Jimin aún atolondrado entendió la referencia para poder moverse y asi ella pudiera tomar aquel instrumento y aún sin mirar el rostro de su mayor, menos devolverle la mirada al pelirrojo; está se apresuró en correr sin dar un solo vistazo atrás.




—Ma llegué... que raro. —sin más tiró la mochila, su cuerpo dolía notoriamente, sus articulaciones pesaban y tironeaban con fuerza.

Decidió ir directamente a la ducha, mientras el agua caía no podía evitar pensar en aquel chico pelirrojo, en aquella sensación al tenerlo tan cerca.

Sus mejillas ardieron de igual manera que las gotas calientes que caían encima, trató de sacarlo de su mente pero no era posible, ¿por qué? honestamente creía saber la respuesta, pero no quería aceptarlo.

Al salir de la ducha, se alistó cómodamente para estar en casa, una nota en la heladera confirmaba la ausencia de sus padres, sacó aquella botella de agua y tomó un sorbo, la sensación de la respiración de Jungkook volvió aparecer trayendo como repercusión que se atragantara fuertemente con el líquido, tocio con fuerza y desesperación.

—Basta... Eunbi reacciona. —se golpeó la cabeza para avanzar a tomar su mochila y llevarla a su habitación, sacó su celular y se encontró con nuevos mensajes.

Todos de Yerinie, abrió el primero y realmente se sobre salto, tomó su campera, las llaves y corrió hasta la puerta de su casa.

Intentó llamarla pero no respondía, eso la preocupaba todavía más, Rinnie no era de las que apagarán el móvil.

—Oh, Eunbi hola.

—Hola hyung. —saludo al padre de su amiga.

—Me alegra que estés aquí, volví por unos documentos y me encontré a mí pequeña Rinnie llegando muy apagada para correr a encerrarse en su habitación. No quiere hablar conmigo, realmente estaba por llamar a su madre no...

—Iré a hablar con ella ¿si?

—Por favor. —se hizo un lado para que entrara— EunBi, cualquier cosa, avísame ¿muy bien? —su celular sonó.

—Descuide, valla tranquilo hyung. —el mayor sonrió contrictado para atender y marchar.

Toc Toc, golpeó su puerta levemente.

—Appa no quiero hablar... —claramente podías saber que se encontraba llorando.

—Soy yo, abre la puerta Rinnie. Por favor... —abrió dejando al descubierto un par de ojos hinchados.

—Sinbie... —le costaba hablar, su respiración era desnivelada, sin más le pegó un fuerte abrazo.

—Esta bien, está bien..

°°°°°°°

“Es linda, realmente linda...”

Una sonrisa se formó en los labios del chico al pensar en aquella niña rubia.

Sólo aparenta ser ruda y fría por fuera, pero por dentro podía ser en gran manera tierna y tímida, eso le resultaba enternecedor e interesante.

Dejó caer su mochila, su cuerpo dolía pero pensar en ella realmente le agradaba.

El recuerdo de Sinb volviendo a buscar el trapeador le ocasionó una risa sincera.

—Cute. —sonrió, pero el rostro de EunBi volvió aparecer, sus mejillas sonrojadas junto aquella sonrisa en sus delicados labios carcomieron sus memorias.

La tristeza volvió a inundarlo, su cuerpo empezó a sentirse pesado, agotado, más de lo usual.

Conocía perfectamente la sensación, amaba poder ver el rostro de aquella hermosa niña en sus memorias pero odiaba la siguiente parte, el recuerdo de las barbaridades que le dijo, la vergüenza pública que le ocasionó, solía ser malo con la bebida y aún sabiendolo decidió hacerlo.

¿Por qué? Simple, sólo por cobardía, porque no sabía enfrentarlo en sus cinco sentidos, era algo de lo que se arrepentirá toda su vida.

Merecía aquel dolor, de seguro ella lo odiaba, aquel pensamiento lo oprimía, lo afixiaba.

Sin más se acercó hasta el cajón de aquella mesada, tomó aquel colgante en forma de cápsula, dejando caer aquellas pastillas en su mano, sin más las llevó a su boca para tragarlas.

Si, las anfetaminas eran uno de sus escapes más seguros de aquella depresión.

—Eunbie... —sollozo para comenzar a reír.

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