042
No se muy bien en que momento sucedió, pero terminamos sentados en la mesa de un restaurante. Todos juntos.
—¿Compañeros de universidad? —se animo a preguntar Yerin a mi izquierda, y Umji asintió en frente nuestro, en compañía de Yoongi para continuar.
—¿Amigos de secundaria, Yu? —indago con una ceja arqueada, y una sonrisa en sus labios que claramente me reprendia. Devolviendo una tierna sonrisa asentí, esperando no quedar en serios problemas luego.
—¿Así qué Jin hyung te pidió venir?—intervino Tae quien se encontraba sentado a mi derecha.
Yoongi asintió sin más, no pude evitar sonreir, pues sigue siendo exactamente como lo recuerdo, un chico de pocas palabras. Solamente Bunny podía hacerlo sonreír y mediar una conversación mucho más amena. Mi semblante se entristeció levemente al recordarla.
Sentí el peso de la mano de Tae sobre la mía, volvi sobre mu hombro para verlo, sonreía levemente para mi, lo cual agradecí.
—Rinnie, ¿dónde esta Sinb? —preguntó Yewonie, volvi a ver a la azabache y divise la tristeza en sus ojos, a pesar de aquella brillante sonrisa impecable entre sus labios.
Yerin se notaba incómoda sin dudar.
—Pues... la perdí. —dejo escapar una leve risilla— Seguramente se encuentra ensayando, porque ella ama la danza. —unnie asintió interesada para dialogar con la menor, en cuanto se escuchó un claro grito de emoción.
—¡No puede ser! —reconoci al instante su voz, rápidamente volteó detrás de Tae para dar con la portadora de dicho timbre familiar.
—Unnie. —una sonrisa instantánea se formo en mi rostro al verla, y a su lado se encontraba Jin oppa. Cabe destacar que se encuentra muy guapo en esta ocasión, al menos, mucho más de lo que recuerdo.
Los ojos de la castaña se iluminaron debido a las incontrolables ganas de llorar.
—Realmente... —su temblorosa voz apenas lograba mantener la oración— realmente eres tú... —dando paso a un gallito que extrañaba sin lugar a duda— ¡Mi wujuu! —no tardo en apresurar sus pasos, casi corriendo hacia nosotros.
Taehyung fue rápido en moverse de su asiento, permitiendo así que pueda ponerme en pie y recibir aquel dulce abrazó que tanto anhelaba. Porque siempre soñé con regresar, rencontrar a mis mejores amigas, y compartir las risas, los abrazos cargosos entre nosotras tres... tristemente, nunca llegué.
Y se que tampoco, nunca llegaré.
—Te extrañé tanto. U-unnie... —mi voz se quebró y escuche su llanto.
—Yo a ti, mi pequeña... —se aferró con fuerzas, con temor a que desapareciera, tal cual tú lo hiciste.
Eunbie... donde sea que te encuentras, espero que estes en paz. Y que puedas perdonarme.
••••••
—Jimin ¡Espérame! —exclame mientras guardaba los últimos libros en la mochila poniéndome en pie. Pero al salir del salón de clases, ya no había rastros de él.
Suspiré frustrado para terminar de acomodar las correas de la mochila por mis brazos y asentarlas entre mis hombros.
—Maldicion, Jiminie. —un puchero adorno mis labios— ¿Otra vez?
Pensé que las cosas mejorarían luego de aquella charla pero... aunque me esfuerzo en sonreír, para hacerlo distraer y escuchar una leve risa, no lo consigo.
Él sigue aislandose... siendo un lobo solitario, por voluntad propia.
—No fue tu culpa... —susurre cabizbajo. Luego de calzar la mochila correctamente, me encaminé por el pasillo del colegio.
Hoy tuvimos horas extras, ya se encontraba oscureciendo. De hecho se podían escuchar los truenos, y es que una fuerte lluvia se aproximaba.
—¿Debería esperar a qué pase? —revise mi mochila, efectivamente había olvidado el paraguas.
Bufe rendido para voltear y regresar a encaminarme hasta el pasillo principal del hol del instituto.
Se supone que Yoongi y Seokjin vendrían por Jungkook. Me pregunto si ya estarán hablando.
Observé la lluvia descender, y volvi a cuestionarme respecto a ellos. Será... qué estarán bien.
Aprecie el tacto de unas pequeñas manos picotear rápidamente mis costados, junto a una tonta exclamación por su parte.
—¡Boh! —mi cuerpo reaccionó con un respingo debido a la sorpresa, claro que como todo buen hombre no grité, solo exclamé un pequeño y leve “ah”. La risa de la contraria retumbo en mis oídos.
—Eunbie... estás loca. —lleve mi mano hacia el pequeño y frágil corazón que poseo— Me has quitado años de vida, ¿lo sabes?
—Miedoso. —remarcó con una sonrisa para luego elevar sus ojos y mirar el cielo oscurecido, la lluvia había tomado mayor ímpetu— Linda tarde.
—Ni que lo digas... oye —voltee a verla con el señor fruncido— ¿Qué haces todavía aquí?
—Debia ensayar para el festival de la próxima semana.
—Cierto, lo había olvidado. —sonreí por mi torpeza— Escuché por ahí que hay grandes probabilidades de que ganes un solo. —codee su brazo con animo— ¿Cómo te sientes campeona?
—Es raro... —se encontraba emocionada, por lo que reí sin notarlo— ¿De qué te burlas? —sus mejillas se sonrojaron rápidamente.
—Eres tan linda. —acaricié su coronilla, desparramando así unos cuantos mechones rubios de su cabecita. Ella guardó silencio mirandome directamente a los ojos, por lo que sonreí.
—¿Por qué sigues mirándome? —preguntó con frialdad.
—Realmente eres hermosa, Hwang Eun Bi. —reconoci para nuevamente sonreír, volviendo arreglar los mechones desordenados de su cabeza.
El olor a mojado comienza a inundar todo el lugar, era agradable y todavía mucho más por el simple hecho de estar en su compañía.
—Eunbi... —susurro su nombre, obteniendo un simple "mhm" por su parte. Guardo silencio, degustando como suenan esas cinco letras al ser pronunciadas por mis labios— Gracias.
—¿Por qué? —esta vez volteó para poder verme.
Eres quien consigue alegrar mis días, el sol que brilla en medio de las más oscuras tormentas. Eres el sueño que siempre guardo dentro de mí corazón, sin ser consciente, sin conocer el lado más gris que cargo, reapareces como un verdadero rayo de esperanza.
Por eso... siempre te lo agradeceré, aunque ni siquiera lo sepas.
—Sólo...
—¡Hyung! —ambos volteamos hacia el muchacho que se encontraba corriendo realmente agitado— Ayúdeme. —su expresión refleja cuan desesperado se encuentra— No sé... —frunci el ceño— no sé que le pasa pero... —unos cuantos gritos le irrumpieron, provinientes del patio de recreaciones.
Junto con Eunbi nos dedicamos una mirada en sincronización, para terminar de correr detrás de el muchacho que nos pedía seguirlo sin más.
Al llegar a la mencionada parte edilicia, nos encontramos con una pelea; pero lo más enfermo de toda la situación era el charco de sangre esparcido en conjunto con el agua.
Me encontraba a punto de intervenir, en cuanto reconocí al muchacho que portaba una capucha. Jungkook...
—Sinb, —llame con un timbre bajo, susurrante, con mia ojos puestos sobre él— ve por un sunbaenim.
—Pero... —reconocí el ceño fruncido y el brillo en sus ojos, no era ni más ni menos que el simbolo de su preocupación.
—Estare bien. ¡Ve!
—¡Entiendo! —tragando duramente, retrocedió unos cuantos pasos para voltear y correr lejos de nosotros.
Me apresuré a interponerme entre ambos. El estudiante más joven me ayudo reteniendo a su amigo.
—Basta... —forcejamos en un intentó desesperado por separarlos.
Como consecuencia recibí un golpe de parte del contrario, detalle que aumentó la furia de mi primo, quien no tardo en balancearse por encima de mí e intentar así devolver el golpe.
—¡Jungkook para! —me abracé con fuerza a el menor, apartándolo.
—Lo-lo siento... —se disculpó el amigo de quien me había golpeado.
—Tú, —le observé fijamente, pues apenas le sostenía impidiendo que cayera— llévalo a la enfermería. ¡Ahora! —asistió a duras penas para alejarse de nosotros.
—Sueltame. —escuche su voz ronca, pero no estaba dispuesto a hacerlo, en esta condición podía ir tras ellos sin pensarselo dos veces— Hoseok, sueltame. —comenzó a forcejear con mi agarre.
—No... quédate.. ¡quieto!
—¡Que me sueltes! —no lo hice, no podría, por la seguridad del pobre muchacho que cayó inconsciente.
Las nubes no son de algodones como nos vendian en la infancia, las depresiones son simples maldiciones que desgarradoramente, carcomen todo a su paso.
—¿Qué mierda haces? —una vez creí el tiempo suficiente, lo solté. Este muffo enojado— ¿Por qué te metes? —me reprendió.
Comienzan distrayendo, solo para enroscarte, llevando consigo tu consciencia perdida, y terminar por devorarte sin retorno alguno.
—¿Qué planeabas hacer? —sonrió para escupir a un costado— Jungkook, ¿qué te pasa? Tú no eres así. —negué— Ya no te reconozco...
—Pues déjame. —apenas logre oírlo.
—¿Eh? —frunci el ceño— ¿de qué estás...?
—Dejame. Hazlo como todos.—levantó el rostro para verme— Rindete conmigo.
Te lastiman, sin perdonar el pequeño atisbo del deseo por salir a flote.
—Jungkook... yo no cambiaría nada, aunque me digas que es suficiente.
El suelo se encuentra mojado debido a algunas aberturas que se encuentran en el techo, permitiendo así la brisa y un claro cielo para el descanso de los estudiantes. O en una tarde de lluvia como esta, apreciar las nubes recargadas.
—Al igual que ellos... déjame. —entiendo la referencia, todos sabiamos que el volver a ver a su madre luego de un año era demasiado duro para él— Sólo abandoname, y vete.
—¿Con quién me iría? —contuve unas cuantas lágrimas.
—Vete con ella.
—¿Ella? —repetí confuso.
—Sinb...
Te lastiman tanto que en algún recóndito lugar y momento, te roban incluso el rostro...
—A ti te gusta, ¿cierto?
... la sonrisa, la esperanza, la fe en las personas. Todo se envanece.
—Kookie... —el muchacho que tengo frente a mis ojos, con golpes y magullones en su rostro, sutilmente mojado, no es mi Jungkookie.
No es el mismo Kookie que amaba desesperadamente a nuestra pequeña Eunha.
—¿Qué pasa si digo...? —un relámpago resono con ímpetu, desgarrador. Los ojos de Jungkook eran serios, fijos, y fríos.
Somos como un pájaro que vuela en medio de la noche, ibre de otros pero nunca de uno mismo.
—¿Realmente...? —mis ojos decayeron, desacreditado por completo de cualquier tipo de alegría y o humor.
Vacío como el sueño de un personaje inanimado, lleno de la nada misma. Sin saber a donde ir, endurecido como un muerto en su tumba, el mismo muerto que falleció de miedo por el valor de vivir que él mismo abandono.
~¿Preparados para un antes y después? ¡Go go!
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