038


—¿Estás bien? ¡Hoseok! —volteé para verla, parada a un costado de aquella plaza. Sonreí avergonzado— ¿Hace cuánto que estás aquí?

—¿Unos... quince minutos? —la mirada en sus ojos era tan filosa, de cierto modo era intimidante. Pero era exactamente eso lo que la volvía especial y más adorable.

—¿Por qué me miras así? —su guardia siempre alta, tan bella— ¿¡Por qué sonríes!? —no pude evitarlo, sus pies retrocedieron un poco, alejandose.

Su ceño fruncido y labios temblorosos eran una imagen verdaderamente digna de apreciar.

—Porque Hwang Eun Bi es una chica muy dulce.

—¿Eh? —sus ojos se abrieron de golpe— ¿Du-dulce? —con una sonrisa avance los pequeños pasos que nos separan— ¡No lo soy! —exclamó avergonzada— No soy para nada dulce.

Una risilla traviesa se escapo de mis labios y al sentirla a mi lado, ambos emprendidos en silencio el viaje. El barullo peatonal se hacia presente.

—¿Cómo está Jungkook? —escuche su voz con claridad— Anoche... ¿él hizo algo malo? —volvi a verla curioso— Ya sabes, anoche debió de haber llegar tarde a casa, lo siento. —desvió su mirada.

—¿Por qué? —indague intrigado— No es como si hubiese estado contigo toda la noche... ¿o si?

—No fue así, pero digamos que lo rapte momentáneamente. —dejo escapar un bufido— Le dije a ese cara de roedor que fuera directamente a casa. No quería que te causará más problemas.

—¿A mi? —remarque con sorpresa luego de oírla, y rápidamente noté sus mejillas levemente sonrojarse.

La rubia carraspeo su garganta para alejar su mirada.

—Y dime, ¿ese idiota lo hizo? —sonreí por el bajo timbre empleado.

—¿Vas al club? —asintió, volvi hacia ella para desparramar su cabello— Andando.

—¿Eh? Pe-pero... —elevo sus ojos con el ceño levemente fruncido— ¿no es tu día libre? —sonreí para tomar su mano.

—Vamos, mientras más temprano llegues mejor.

••••••••••••••••

—¿Que opinas Mochi? —pregunto Jeong.

—Di que si, vamos. —animo Kai.

—Olvidenlo.

—Hyung...

—Estoy bien. —tome la correa de mi mochila para poder salir del salón de música.

—¡Jimin!

—¡Hyung piensalo por favor!

Tome la decisión de ignorarlos para poder encaminarme por el pasillo.

No niego que el canto pueda llegar a gustarme, después de todo solia amar cuando escuchaba a mi madre cantando, y es que aún la recuerdo. —sonreí— Su timbre de voz era tan dulce y suave.

Recuerdo verla lavando los trastes, colgando la ropa, limpiando la casa. Recuerdo siempre haberla oído cantando. Porque ella amaba la música.

Volví a subir la manga de mi mochila por encima de mi hombro.

Oí una guitarra e inconscientemente, mis pies comenzaron a guiarme hacia el lugar de aquella hermosa melodía.

Aquel cabello oscuro y largo caía por sus hombros, ligeramente cubría su rostro, permitiendome ver su hermosura. Más de lo que ya es.

Sus dedos subían y bajaban en escala, y la melodiosa nota fue opacada por su hermosa voz.

Amaba oír su voz, alta y clara.

Recuerdo que me encantaba que sus dedos acariciaran mi cabello, urgueteando entre los mechones, y cantará para mi.

—¿Seguro quieres eso? —preguntó avergonzada.

—Por favor... —suplique sin fuerzas, dejando caer mi cabeza en su regazo, cerrando mis ojos y conteniendo las ganas de llorar, sentí sus manos sobre mi cabello y con ello oí su melodiosa voz.

—Choi Yu Na. —susurre ante su figura, tan distante.

Ella tan sumergida y encantadora, y yo tan lejano e idiota.

Decidí ignorar las incontrolables ganas de acercarme y abrazarla.

Aquellas inquebrantables ganas de volver a esconderme en su regazo, que ella acariciara y sumergierá sus dedos sobre mi cabello, su hermoso timbre y aquel agradable aroma, la sencillez, el calor y amor... todo volvia, apoderándose de mi.

No... reacciona Jimin.

—Tú no la mereces. —susurre para voltear sobre mis pasos y avanzar, alejandome.

Los recuerdos regresan, hermosas imágenes que hoy me atormentan, que no me dejan en paz.

Eun Bi y las chicas, juntas y riendo, jugando entre ellas. Sowon molestandola por su baja estatura, Yuna bailando torpemente, su propia visión del estilo popping. Eunha inflando sus mejillas en un modo de indignación.

Recuerdos del ayer, que me hacían sonreír...

Jin y Nam preparando una mesa, Sowon alejándonos de la cocina evitando cualquier posible desastre.  Tae y Jungkook jugando a la pley, Yuna y Eunbi cantando a la par, Yoongi durmiendo en el sofá con sus auriculares puestos, y Hoseok haciéndome cosquillas.

Recuerdos que hoy, me destrozan en mil pedazos.

¿Por qué debía arruinarlo?

¿Por qué no guardé silencio?

¿Qué fue lo que gané?

Solo te perdí, te fuiste Jung Eun Bi. Y contigo se perdieron las esperanzas. Contigo nos perdimos todos nosotros. Nuestros caminos se separaron...

—¿Jimin? —voltee encontrándome con una joven de baja estatura y rostro adorable— Eres tú~. —sonrió acercandose hacía mí.

—Kim... —una dulce risa provino de su parte; el viento sopló moviendo su leve coleta rubia.

—Yewon, puedes devirme nonna, o quizás Umji pero es demasiado pedir, ¿verdad? —sonrió.

¿Por qué esta chica contagia tanta paz con una simple mirada?

Su aura refleja calma, templaza y armonía, un combo que tengo miedo de estropear e intoxicar.

—Debería irme. —pero antes de voltear ella tomó mi mano.

—Lo siento, ¿puedo acompañarte? —volvió a sonreír.

—Podría lastimarte... —susurre.

—Eres mí amigo. —sonrió— No creó que quieras hacerme daño.

•••••••••••••

—¿Cuándo piensan decirme hacia  dónde vamos? —cuestione observando por la ventana.

—¿Tienes tanta curiosidad? —indago Jin riendo al volante.

—Shh, solo guarden silencio. —Yoongi se reacomodo sobre el asiento de copiloto, dispuesto a dormir lo que resta del viaje— Todavía quedan unas horas en carretera, asi que relájate y descansa un poco mocoso.

Hyung sonrió ante lo dicho, mientras giraba el volante para poder doblar a la izquierda.

Aquella sonrisa y alegría no me eran para nada fiables, Jin no sabe abstenerse de sus emociones, él es muy abierto al respecto, su cuerpo habla por si mismo delatandolo... pero esta vez no dice nada. Incluso Hoseok salió más temprano de la casa que de costumbre.

¿Qué mierda está pasando?

Al ver por la ventana mis ojos chocaron con una imagen conocida. Una chica rubia caminaba de la mano de un chico, ella hacía ageyo mientras él reía como idiota.

Memorias regresan a jugar con mi mente.

Jung Eun Bi.

Sus adorables pucheros, la forma en que sus dedos juegan nerviosos entre si, su risa exagerada mientras se escondía detrás de sus pequeña manos avergonzada. Los guiños de ojo que podrían derretir a cualquiera sin duda alguna.

Ella era... simplemente perfecta.

Pero otra imagen reaparecio en mi cabeza. Tomándome por sorpresa.

Hwang Eun Bi.

Su risa escandalosa de por naturaleza, su gesticulación para nada femenina, su forma particular de caminar y sentarse. El vocabulario vulgar que tanto le gusta emplear y su forma tan personal de confrontar a las personas, sea quien sea.

Pero a la vez... los increíbles pasos de baile que expresa con el alma, cada una de las reacciones de su semblante que cambia drásticamente en cuanto la música resuena a su alrededor. Cada una de las emociones que se esmera en todo lo posible para sacar a relucir y exprimir hasta la última gota de mi paciencia.

Ellas no sé parecen en nada. Pero... ¿por qué las dos vuelen a resurgir sobre mi cabeza?

—Llegamos. —escuche el aviso de Seok, quien samarreo a un Yoon profundamente dormido a su lado. Este muffo para abrir sus ojos y mirar al mayor de mala gana.

Seokjin estacionó el auto para bajar y estirar sus brazos, Yoongi lo imitó bajando del mismo para volver a bostezar.

—Estamos aquí. —reconoció somnoliento.

—Jungkook, ¿qué esperas? —Jin recosto sus codos sobre la ventana baja del asiento de piloto para verme en los asientos traseros— Vamos, baja. —golpeteo la ventana para alejarse del vehículo.

No puede ser...

Con las pupilas dilatadas me apodere de la palanca de la puerta, abriendola, deje salir primeramente mis pies y baje con el ceño fruncido.

Al ver la pequeña sonrisa en el rostro de Jin y la indiferencia en los ojos de Yoongi lo comprendí a la perfección, esto fue planeado.

Antes de poder maldecirlos en voz alta, un timbre de voz familiar llegó hasta nuestros oídos.

—Estan aquí. —decifre el brillo de emoción en sus ojos, dolió verla.

—¿A estado bien? —Jin fue quien hablo primero con una sonrisa en el rostro para reverenciar.

Pase de ellos y me enfoque en ella. Sus ojos titubeaban, senti el peso de su respiración acelerada, aprecie como su pecho subía y bajaba rápidamente.

—Señora Jeon, ¿se encuentra usted bien? —preguntó Yoongi con respeto y amabalidad. Con una sonrisa asintió, sin despegar su mirada de mis ojos.

—Jungkook... —poco a poco, acercándose hacia mi— ¿eres... —sus pasos torpes y débiles— eres tú?

Malditos idiotas.

—Jungkook... mi hijo. —logré sentir la calidez de sus brazos al rodear  mi cuerpo. Divisé a esos tres personajes observando desde el porche.

Seokjin, Yoongi... y su padre.

—Te extrañé. —sus lágrimas influyeron mucho en mi sensibilidad. Senti su cuerpo temblar, y no pude reaccionar, simplemente quede estático.

Aquel aroma regresó para impregnar mis fosas nasales, y nuevamente, la misma entrometida e idiota de cabello rubio volvió a figurar en mi cabeza.

—Mi niño, mi pequeño...

No puedo asimilar que ya no estes, porque no hay nadie como tú, no existe nadie. Realmente quiero esperarte, porque me niego a no volver a verte, me niego aceptarlo. Daría todo de mí solo para que tú  estes aquí.

Porque fue aqui, en donde comenzó todo, fue en este vecindario donde te conocí por primera vez.

La niña de ojos grandes. Jung Eun Bi. La portadora de una sonrisa tierna cual conejo pequeño. Bunny. La misma adolescente que se me declaró venciendo hasta mi propia cobardía. Eun Bi, mi bella galaxia.

—Kookie, mi niño... —las palabras no salen, quedan atoradas en mi garganta y solo acierto a elevar los brazos para corresponder. Pero de pronto, su cuerpo se tenso y sus lágrimas disminuyeron. Separando su cuerpo me observó, con un atisbo de terror en sus ojos— ¿Quién eres tú?

—Mamá... —mi timbre casi inaudible gracias al quiebre y resquedad sobre mi garganta.

—¿Quién eres?, —su respiración comenzo a elevarse— ¿quién eres?, —su cuerpo se volvio esclavo del nerviosismo y la agitación repentina— ¿¡quién eres tú!? —incluso llegó a irritarse por no poder recordar, perdiendo el control por completo.

—Cariño... —el mayor la sujeto entre sus brazos, Seok fue quien se acercó detrás para socorrerla con armonía. A diferencia de Yoon, quien me observaba con preocupación.

Te veo, convertida en una triste imagen y un lo siento es en todo lo que pienso. Lo siento, es todo lo que digo mientras me aferró a tu frágil imagen.

No quiero que te vayas lejos, por eso suelo llamarte en mis sueños, a la vieja tú, pero me escapo de la realidad, de quien eres ahora.

Lo siento, es la tristeza que no puedo volver a ver, porque recuerdan cuanto daño te he hecho. Y lágrimas vuelven a caer.

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