036

—¿Por qué cargas eso? —susurro entre mis brazos.

—No importa.

—Si, si importa. Jungkook...

—Olvídalo, Sinb. —negó, pero la aleje lentamente de mi, aunque honestamente no quería separarme de ella.

Tal vez sea porque mi estado de necesidad es demasiado y mi egoísmo es absoluto, pero...

—Debes volver a tu casa.

... no queria someterla a esto.

—No lo haré sin ti. —aseguro mientras limpiaba los rastros de sus lágrimas.

—¿Por qué lloras? —le mire con fijeza— ¿es por mi?

—Hay cicatrices que no se ven, lo se muy bien. Se llaman recuerdos.

—Estoy bien... —comente luego de un rato largo de silencio.

El viento soplo, comenzó hacer frío, y observé que se encontraba bastante desabrigada, se resfriaría sin duda si seguía aqui conmigo.

—Deberías... —tomó mi mano nuevamente, y una vez más, ella es quien guía, y yo quien la sigue en silencio.

Terminamos frente a un edificio, una edilicia abandonada, de hecho, por los carteles de aviso, pronto entraría en demolición, y estos advertían del ingreso prohibido.

Sentí el vaivén de su mano, tironeando de mi, pero la detuve, obligandole a voltear para verme. Note una pizca de diversión e ironía en sus ojos, algo así como: “¿al joven y rebelde Jeon Jung Kook le asusta?” La burla tangible posa sobre sus labios.

Pero antes siquiera de que una palabra saliera de si boca, me adelante unos cuantos pasos para abrir la puerta y esperar a que pasará primero. Con una sonrisa, así lo hizo.

Me guió hacia las escaleras, como punto final la planta alta, el edificio apenas contaba con cinco pisos. Y una vez arriba, fue ella quien abrió la puerta de la azotea.

El viento era mucho más frió que hace unos instantes atrás, su cabello se removía alocadamente por este, merodeando por todo su rostro, pero a pesar de ello, sonreía bastante pérdida valla a saber en qué.

No entendí la idea o en que consistía este “proyecto” suyo.

—A veces... —escucharía su voz luego de media hora de silencio, y admito que fue todo un descubrimiento para mi.

Honestamente, me cuesta entender a esta exótica criatura.

—Decir estoy bien, son solo nueve letras, dos palabras y una gran farza. —guardé silencio, ya que comprendí por donde vendría— Jungkook...

—No tienes idea. —le impedí continuar, pero no le importo.

—Es muy sencillo ignorarlo todo, pero lo verdaderamente difícil es llegar a olvidar.

El amor es así, siempre. Primero te hacen reír, luego te harán llorar...

—Porque crees que nadie puede entenderlo, saber lo que se siente. Como duele tener a una persona en tu corazón y no poder tenerla entre tus brazos. —sus ojos clavados sobre el cielo, nose despegan— En tan solo un maldito segundo...

Seguramente me odia, ya que esta es mi condena, extrañar a mi dulce y bella Eunbie hasta que muera.

—Lo triste que resulta el mundo sin un ser amado, pero mucho más triste es tenerlos ahi, frente nuestro, cada día, y no poder o no querer estar a su lado. Jungkook, tienes muchas personas que te aman...

Voltee la mirada hacia aquella rubia que se encontraba dandome la espalda.

••••••••••••••••

Me encontre de camino a la casa de los hermanos Kim... el viento era fuerte y la práctica fue larga, un día agotador en otras palabras.

—Kamsamnida~. Adiós. —una niña saludo al gerente de la tienda supongo, reverencio luego de chocar conmigo— Oh, lo siento mucho~. —se disculpo varias veces consecutivamente.

Su timbre de voz era tierno y leve, comparable a un susurro, me recuerda un poco a... Eunbi.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación en su mirada, fue en ese preciso instante cuando comprendí que no había emitido palabra alguna por más de quince minutos.

—Si... —vamos Jimin, reacciona— Descuida.

—En serio, lo lamento... —reverencie dispuesto a marchar, pero su voz me detuvo— Oye, ¿quieres caminar un rato conmigo? —volvi para verla sonreír.

Realmente era tierna.

••••••••••••••••

—Nam... —llame sorprendida. Sus hoyuelos adornando aquellas mejillas preciosas luego de una perfecta sonrisa.

Mi mirada se posó sobre sus tiernos ojos y su silueta recostada sobre la puerta de mi casa. A la espera de mi llegada.

—Llegas tarde. —asentí con una pizca de tristeza abordando sobre mi pecho— ¿Qué ocurre? —pregunto preocupado para recomponer su cuerpo y pararse frente de mí.

Te lo avise, te dije que llegaría tarde toda esta semana... al parecer no me has prestado mucha atención estos días.

Negué— Nada, ya sabes, creó que estoy algo cansada. —me force para sonreír.

¿Por qué me fuerzo tanto en fingir? ¿por qué pongo tanto empeño que duele hacerlo?

—Oh. —asintió decaído— Ya veo...

—¿Por qué estas aquí? No avisaste que vendrías. —jace rato que no lo hacías.

—Quería sorprenderte pero... —rasco su nunca en un típico signo de vergüenza— no sabia que elegí un mal momento. —rio con torpeza.

Sonreí— Entra, prepararé algo rico para comer.

—¿Eh? —la sorpresa invadio su rostro, siendo opacado por el horror— ¡N-no! —no dude en preguntar porqué pero dudo.

Me pone tan nerviosa verlo dudar, me siento pesada, agobiada y me duele sentirme tan fuera de su alcance.

Luego de un resoplido, con una leve sonrisa, continuó.

—¿Quieres salir conmigo esta noche? Si es que no te encuentras tan cansada, claro. —el simple hecho de que no pueda verme a los ojos correctamente, es parte de su ternura.

Este es el Namjoon que yo conozco, algo tímido e inseguro, pero lindo y...

—¿Piensas llevarme a un motel?

—¿Eh? Si, digo ¡no! ahg... —comenzó a tartamudear.

... sobre todo inocente. Al menos, cuando se trata de mi, no es el hombre pervertido que desearía fomentar.

Con una sonrisa no puede evitar reír.

—¡Que no es así Sojung!

—Claro...

—¡Que no! ¿por quién me tomas? — negué divertida para encaminarme hacia la puerta de mi piso.

—Entra, me cambiaré rápido para que podamos salir. —puse el código de seguridad para entrar primero y escucharlo detrás de mi.

Deberia vencer esta ansiedad que me carcome, porque tal vez... él si quiere ir lento a mi par, no debería exigir o esperar más.

••••••••••••••••

Este muchacho me resulta un tanto tierno pero... además de ser un poco tímido, diría que es un preso de la tristeza.

—Oh mira. —señale aquella vidriera— Aquí solían estar los mejores helados de toda Seúl. —sonreí nostálgica.

El local se encontraba puesto en venta por falta de clientela, acto que sinceramente si me dolía, ¿yo qué se supone que era?

Ver todo el lugar a oscuras y algo demacrado, era triste. Generaba cierto vacio sobre mi estómago.

—¿Por qué...? —indago en un susurro— Mientras la vida más vacía nos parezca, más pesada terminará por ser.

Le observé de soslayo, desde su altura, hasta su cabello castaño e inclusive su dulce y suave tono de voz... me agradó.

—Que triste es en una noche sin luna. —comente mientras eleve la mirada hacia el cielo, apenas y se la veía a lo lejos— Pero más triste es amar sin esperanza alguna, ¿no lo crees?

Sus ojos chocaron con los míos, sonreí e inconscientemente una leve sonrisa apareció entre sus labios.

—Quizás y somos como este melancólico anochecer, sin luna, sin brillo y opaco. Nuestros sueños decaen, las esperanzas se esfuman. Las rodillas se doblan y la frente toca el suelo sin duda alguna. ¿Pero no está en nosotros seguir? Deberíamos dejar de lado la pereza, toda falta de voluntad y la indolencia al dolor ajeno. Ya que no creo que nuestra pesadez sea suprema o superior a otra.

Una chispa alumbros sus oscurecidos ojos, y esa pequeña muestra de humanindad, me permitió apreciar la hermosa sonrisa que escondían sus entristecidos ojos.

—Me llamo Yewon, Kim Yewon, puedes decirme Umji o nonna.

—Mi nombre es Jimin, Park Jimin... ¿nonna? —frunció el ceño desentendido, sonreí.

••••••••••••••••

Nos cuesta tanto asumirlo, terminamos desgastados solo por fingir y crear una apariencia irreal. Cargamos con tanta necesidad de una sonrisa, porque no sabemos como sonreirle a los demás.

—¿Por qué provocar tantas ausencias? —cuestionó al observar las casas y edificios de aquella zonas— ¿Por qué no pelear por mantener los lazos unidos? El amor latente.

—Porque el amor no miente, pero las personas sí. —frunci el ceño al oirle— El amor nunca se va, pero las perosonas sí. —volvi a verlo, de pie a mi lado, con sus ojos fijos sobre los míos— El amor nunca te hará daño, pero las personas no dudarán en hacerlo. Estamos tan confundidos... creyendo en el otro. Saliendo lastimados por nuestra fe a ciegas.

—¿Crees qué el corazón solo muere cuando deja de latir? —negué con mi cabeza— Muere cuando los latidos ya no tienen sentido alguno. Las personas somos fallutas, es cierto, pero no se trata de ser perfectos. No, todo esto se trata de no ser demasiado egoístas.

—Una de las cosas más difíciles en esta vida, es tener palabras atoradas en tu pecho que ni siquiera se pueden pronunciar. Tsk, no tienes idea de lo que es eso...

El viento sopló embrabecido.

—Quien esté libre de recuerdos, que se anime y lance la primera sonrisa. —abrió sus ojos, sorprendido por la repentina respuesta, pero guardo silencio— Puedo retar a cualquiera.

El egoísmo es el que te ciega, es primo hermano de la obstinación. Se sienta en la mesa del orgullo y comparte habitación con una conducta apática.

—La felicidad si existe, se basa en los actos pequeños del día a día. Pero casi nunca lo notamos, claro, hasta que la perdemos. Y lo malo de la felicidad... es que al irse, deja un sin fin de recuerdos. Dime algo, ¿odiaras siempre esos recuerdos? —negué para fruncie el ceño— Yo no quisiera odiarme por lo que me queda de vida. No deseo despreciar los recuerdos, llorar en ellos, estancarme en la desolación.

—Bien, guardaré tu secreto -él sonrió para abrazarme.

—Odiarme por no haber decidido lo correcto en ese entonces...

—Eres la mejor Eunbie.

—Y sólo porque... creí estar en lo correcto.

—Moonbin, no diré nada pero debes dejarlo. ¡Prometelo!

El silencio nos destrozó a ambos, y solo podíamos apreciar el golpeteo de las ramas de los arboles debido al fuerte viento del anochecer.

—¡Ahh! —eleve mi timbre y grite con pasión, grite por necesidad. Grite con furia— ¡Idiota! ¡Mentiroso! ¡Fuiste un maldito cobarde! ¡Moonbin hijo de perra!

Cada lágrima se creó sobre un pecho oprimido, cerrado por el dolor; aproximandose por mis ojos, y desbordar por mis mejillas. Mi garganta ardía, mi corazón volvia a destruirse, consecutivamente.

Porque mi egoísmo comienza por mí. Quise quedar bien, quise fingir que no pasaba nada y todo para no hacerle frente a la situación inminente que terminó por acabar con su vida.

Los recuerdos, las sonrisas, su “alegría” todo fue una mentira, una maldita máscara que yo no supe descifrar fuera de tiempo.

—Maldito mentiroso... —el timbre de mi voz se agrieto, quebrando al fin.

Porque el egoísmo me supera, y no quiero culparle, fue más fuerte que él. No lo entiendo, no lo hice antes y no creo poder hacerlo en un futuro, pero el mayor desconsuelo es propio... la falta de perdón hacia mi persona por haber cubierto su más grande error, me induce muchas veces a una amargura que no deseó sacar a relucir. Que no quiero que nadie más conozca.

Sentí su presencia detrás de mi, no esperaba que me consolara pero...

—¡Ahh! —tampoco esperaba que desquitara su frustración de la misma manera. Aunque quisiera, no creí que lo haría realmente.

Sonreí para limpiar mis mejillas, mientras su estruendosa voz seguía firme en un solo grito grave.

Tratar de olvidarte con todo lo que hemos vivido, sería una cobardía de mi parte. Un maldito acto de egoísmo.

Yo quiero recordarte todo lo que pueda, pero sin que me duelas... y aún asi, soy muy egoísta.

Jungkook, contigo es exactamente igual... ¿o me equivoco?



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top