027
—Hoseok apresurate. —sonreí al llamarlo, él apenas podía cargar con aquella mochila y subir la montaña.
—Espera... —suspiraba— es demasiado pesado. —reí una vez lo tuve a mi lado.
—¿Y te haces llamar hombre? —sonreí impresionada, realmente se encontraba sudando.
—Oye, es injusto que nos traten de sexistas cuando en estas excursiones somos nosotros los que cargamos con todo el equipaje. —se defendió, me fue inevitable no reír— Dime, las chicas... ¿siempre llevan tanto en la mochila?
—Llevamos rocas, navajas y ¡ah! no olvides la vaselina.
—¿¡Hablas en serio!? —ambos terminamos por reír en conjunto, pero de pronto logre escuchar la voz de mi buena amiga Yerin.
—¡Chicos apúrense! —gritando a todo pulmón para voltear hacia Jimin y adelantarse. Ambos sonreímos al verlos.
—Me alegra que le haya tocado con ella. —mencionó con una hermosa sonrisa en su rostro.
—¿Y por qué? —pregunté con curiosidad, y es que la sonrisa en sus labios y el brillo precioso que reflejan sus ojos generan tanta intriga de mi parte.
—Es mi mejor amigo, necesita de una vitamina humana en un día como hoy. —su mirada firme sobre la espalda de ambos.
Yerin samarreaba al pobre castaño entre fuertes risas, sonreí.
—¿No lo tiene ya? —volvió a verme— Eres un buen amigo Hobi, tú eres su vitamina. —con una sonrisa apenada no tardo en preguntar.
—¿Lo soy?, ¿eso crees, Sinb?
—Lo eres. Estoy segura.
—Ella parece mucho mejor que yo, ¿sabés hace cuánto intento hacerlo reír de ese modo?
—Hace semanas... —respondí burlona.
—Hace tres años. —comentó suavemente.
—Dicen que no hay mal que por bien no venga. —sonreí en busca de brindar un poco de reconfort, asintió.
—La esperanza es lo último que se pierde, ¿no crees? —sonreí con tristeza— Andando. —se adelantó para bajar esa pequeña subida, y estirando su mano invitarme a seguirlo, sin duda alguna la tomé.
Y es que me alegra mucho que él sea mi compañero.
Empujandolo levemente, conseguí escuchar su bonita risa y dicha melodía era más que suficiente.
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—Deja eso. —arrebate los dulces.
—¡Oppa! —reprendió con sus mejillas repletas, sonreí al verla.
—Vas a engordar, ¿quieres eso?
—¡Yah! devuélvemelos. —negué— ¡Oppa! —fruncio el ceño, sonreí.
—Anda intenta quitarmelos. —quejándose se puso de pie, y alejandose de su silla más que dispuesta en arrebatarme aquella bandeja de bocadillos dulces.
Y como todo buen hombre, comencé a correr, obviamente, también ella.
Luego de unos cuantos gritos y reclamos por su parte, llegó un punto en donde me rodeó, obligándome a elevar la bandeja por encima de nuestras cabezas. Y es que a pesar de su altura poco fuera de lo estándar, no lo era lo suficiente como para arrebatarla de entre mis manos.
—¡Jin! —se quejó mientras estiraba las puntas de sus pies, reí.
—No puedes, luego te deprimiras cuando Irene te reclame. —la veía adorablemente.
—Ashh... —golpeó mi abdomen obligándome a inclinarme un poco, y con un leve saltito derribar la bandeja.
El último intentó fallido de su parte, puesto que en vez de recuperarla termino perdido en el suelo, y esta se enredó con sus propios torpes pies, pero antes de que logre caer la sujeté con rapidez.
Ambos volteamos en el aire para terminar por rodar al suelo, me abracé a ella para evitar que se golpeara. Por supuesto que caímos al suelo, terminando ella sobre mi.
—¿Estás...? —el ruido de mi espalda chocando contra el suelo se hizo escuchar, alarmando a la menor— Ji-Jin... —esboce una sonrisa, su cabello, que olía delicioso, caía ligeramente sobre su rostro y por ende, llegaba a rosar con mis mejillas, generando leves cosquillas.
—Estoy bien. —reí tontamente.
—O no... ¿tienes fiebre?, ¿por qué te ríes? —fruncido el ceño por la gran preocupación, me dispuse a responder pero una tos fingida me lo impidió.
Volteamos para encontrarnos con la mirada de un Namjoon cansado, Sojung se levanto bruscamente como pudo de encima, acomodó su cabello y estiró su mano para que pudiera levantarme.
—Nam. —sonreí al verlo.
—Hyung. —de igual modo él.
Un ambiente un poco tenso se apodero de la atmósfera haciéndose palpable, entonces fue ella quien lo rompió.
—¿Cómo va la producción?
—Bien, de hecho tengo un descanso, quería almorzar con mi novia, ¿vamos? —estiró su mano, esta asintió para aceptarla— Adiós hyung. —sonrió para llevársela.
Suspiré para voltear e inclinarme a recoger la bandeja esparcida en el suelo.
—Solo comes estas cosas cuando estas tensa y preocupada... ¿qué es lo que te preocupa tanto, Sojung?
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—¿Entonces te gusta cantar? —asintió— ¡Woah! De seguro que cantas muy bonito.
—¿Por qué? —frunció levemente el ceño.
—Tienes un timbre muy dulce oppa, seguramente tu voz debe ser de un tenor muy angelical. —dejo escapar una leve risilla— ¡Ohh! —le señalé.
—¿Qué ocurre Ye Rin?
—También tienes una risa linda. —sonreí para cerrar mis ojos— Deberías reir más seguido oppa~.
—¿Debería? —preguntó sonriente— Eres muy dulce pequeña. —aseguró para desparramar mi flequillo, y ambos sonreímos.
El conjunto sencillo de unas cuantas risas me obligaron a desviar la atención, Yuna y Tae, ambos conversaban íntimamente, compinches y cómodos entre si. Con un peso sobre mi pecho deje escapar un bufido.
—Se ven lindos... —susurre para mi misma.
—¿Mhm? —volvi mi atención sobre mi compañero de camping.
—Na-nada... —reí avergonzada— Oppa, ¿podrías cantar para mi?
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Volteé hacia donde ella veía, y en verdad se les veia bien juntos. Bueno, Yuna se vería preciosa a la par de cualquiera.
—Por ti se fue, ¡ella se fue por tu maldita culpa! —gruño— Sino la amabas, no debiste haber jugar con sus sentimientos, podías haber dejado que alguien más la amara. Alguien que en verdad la mereciera... alguien como yo.
Tae... tú me abriste tu corazón, confesaste tus sentimientos. Sinceramente, espero la cuides como se lo merece.
—Jimin, ¿conoces a Yuna? —preguntó la azabache a mi lado luego de mi pequeño trance.
Yuna tomaba de su brazo para no caer por la dificultad del camino de tierra, y terminar riendo torpemente.
—Si... Yerin, ¿en serio quieres oírme cantar? —aprecie su sonrisa al volver mi atención sobre ella.
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El almuerzo era silencioso, mucho más de lo normal.
—Sojung, ¿qué pasa?
—¿Ah? —negó sonriente— Esta muy rico.
—No has probado nada. —señale su bandeja, ella sonrió apenada.
—Lo siento... —desvió su mirada.
—Dime, hay algo que te esta molestando, ¿no?.
—Oppa, tú...
Siento que estamos uno enfrete del otro, tan cerca pero a la misma vez tan lejos. Tú por allá y yo por aquí, algo evidentemente anda mal.
—Dime con sinceridad, ¿qué pasa?
—Sólo me siento... —me miró a los ojos para sonreír— Algo cansada, perdona. —rió levemente— Ya se que debería estar llena de energía al volver de mis pequeñas vacaciones...
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—Así es, creó que deberías. Pero bueno, al menos descansaste estas dos semanas y media pequeña risueña. —acarició mi mano para reír y seguir degustando su comida, hablando de cosas triviales.
Me contó sobre los futuros proyectos y los nuevos comebacks que planeaba lanzar de la mano del nuevo grupo novato, TXT si no lo he olvidado.
La tarde pasó con prontitud, casi volando, me encontraba conmigo misma, nuevamente caminando sola hacia la parada del autobús.
Este momento, supongo es el que más angustia me trae, oppa solía acompañarme hasta casa, y no es que me moleste la incomodidad de viajar en bus antes que en automóvil, es mucho más que eso... me incómoda el pensar que en esas casi tres semanas de descanso apenas y logré hablar con él desde casa.
¿Qué hiciste Nam?, ¿con quién pasaste estas recientes semanas fuera del trabajo?
Sentí el peso de una mano rodear mi hombro, lo cual me asustó por completo y obligó a girar rápidamente para verlo.
—¿Seok Jin? —este sonrió— ¿Qué haces aquí?
—Tomó el bus, ¿no es obvio? Andando.
El transcurso del viaje fue entre risas y charlas, me entere del mini campamento que el instituto organizó para los estudiantes.
Recordar aquellas épocas en donde nosotros también fuimos de camping me envuelve en una atmósfera de nostalgia, tristeza y mucha alegría.
El simple hecho de recordar la época en donde tú estabas junto a nosotros pequeña... me llena de gratitud, pero duele tanto.
—Adiós Jin. —sonreí luego de pedir la parada, y este se despidió con una sonrisa antes de que bajará.
Caminé por aquella cuadra e ingresé al apartamento, subí por el ascensor y recordé algo en particular... la casa de Seok queda hacia la otra dirección.
¿Por qué tomarse un colectivo que lo dejará tan lejos? —fruncí el ceño.
—Oppa... —sonreí agradecida.
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Me encuentro despierto por la madrugada, ya que no lograba conciliar el sueño, tomé una campera y decidí salir a dar una caminata por aquel pequeño bosque.
El instituto eligió cabañas, nuevamente.
—Oppa, —sonrió— quiero caminar un rato, ¿me acompañas?
Conozco a perfección este lugar, lo explore muy a fondo contigo... mi niña bella.
Duele tanto tu partida, mi corazón se desangra continuamente.
¿A qué debo el honor de que las mujeres que más amó en esta vida, solo me abandonen?
Eleve la mirada hacia el firmamento, con la cabeza erguida, aprecie el cielo estrellado, y el viento me resulto una verdadera dualidad. Tan cálido y frio a la vez.
—¿No duerme jóven Jeon?
Que duerman los que tengan en quien soñar...
—Insomnio. —comenté sin despegar la mirada del cielo.
Se que estas ahí, justo ahora, y me cuesta dejarte ir... aunque te fuiste hace tres años.
—¿Sufres insomnio? —surro para si misma.
Si, sufrimos de insomnio los que tenemos en quien pensar...
—Igual que yo. —bajé la mirada y voltee a un lado para verla. Con una perspicacia y una leve sonrisa apreciaba toda su atención hacia este.
El viento soplaba, y su cabellera rubia se removía ligeramente.
—Desde que te conozco me preguntó, ¿quién logró tocar el verdadero corazón de carne de Jeon Jung Kook?
—¿Quién lo toco? —repetí pensativo, confuso.
—Es obvio que alguien muy especial logró llegar antes a el. —su sonrisa se expandió— El idiota de Moonbin solía bromear con que eramos más que amigos. —negó— Y lo eramos, eramos hermanos.
Eunbi solía decirme que era suyo, pero cuando se fue... se olvido de llevarme con ella.
—¿Sabés? cuando creí que ya lo había devuelto todo, que podia refugiarme en mis seres queridos y sonreír al fin... me encontré con su recuerdo tan patente entre mis sueños. Supongo que a un amigo perdido nunca se le olvida, ¿verdad?.
—Una persona puede sentirse sola aunque haya mucha gente que la quiera a su alrededor, pero solo si una persona especial falta en su vida. —nose porque se lo dije— Así me pasa a mi. —pero agradecí que no preguntará al respecto.
Sinb guardó silencio para dedicarle su mejor sonrisa al cielo estrellado.
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