008
"Namjoon, necesito."
Lo consiguió, por lo general soy yo quien brinda las sonrisas, pero en esta ocasión fue diferente.
No tenía ganas de sonreír, y aún asi, lo hizo, sonreía.
Cada una de las difícil horas que aprecie transcurrir, repleto de pesadez mediante las clases, ahora me resultan distantes. Y es que tan solo su recuerdo en mi mente, verla en los recesos y apreciar su honestidad de frente, en verdad me hacia sentir... feliz.
No pude evitar sonreír enternecido.
—¿Ahora de qué sonríes? —volví hacia mi costado para observarlo.
—¿Está mal? —susurre preocupado.
—¿Qué cosa? —preguntó confundido y le mire completamente desentendido.
—Muy bien, jóvenes Park y Jung, ¿quieren comentarle al director su gratificante charla?
—¿Eh? —levanté la mirada hacia nuestra mayor, auto señalandonos con incertidumbre.
—Si, ustedes. —no pude decir algo más, pues continuó con seriedad— Joven Jung se ve demasiado distraído.
—El bichito del amor. —escuche a Jeongyeon comentar y ante aquel murmullo, la clase solo rió a gran voz, ocasionando un intenso calor en mis mejillas y un leve balbuceo de mi parte.
—Ya es suficiente, vamos salga del aula, tomé aire y hablé con el director.
—Pero... —mi semblante decayó en la misma inseguridad.
—Él no hizo nada malo.
—¿Usted también lo quiere acompañar joven Park?
Observé a mi costado, con un grato suspiro afirmó sus manos sobre el pupitre y corrió la silla,
levantándose del asiento.
—Un placer. —los murmullos volvieron hacerse oir y el gritó de la profesora no tardo en resonar.
—Lo siento. —sonreí apenado para con nuestra profesora y no perdi el tiempo en levantarme para seguirle.
Al cruzar por esa puerta camine derecho para doblar a mi izquierda, alcanzandolo.
—Jimin, ¿qué pasa contigo? —negó— Si es por lo que dijo Jungkook, olvídalo. Solo está enojado y no sabe lo que dice.
—Claro... —susurro.
—Hey, —tome su hombro, deteniendole— la herida tarde o temprano sanará.
Sus ojos se elevaron, observándome por un momento en silencio, sonreí.
—Pero uno, ya no es el mismo. —dicho aquello, avanzó.
Su timbre de voz me resulto inquietante, me resultaba imposible no preocuparme. Suspiré angustiado por la oscuridad que se encuentra en su interior, temiendo que algún día lo devore por completo.
—¡Espérame!
Debes ser fuerte Hoseok, hay gente que te necesita.
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—¿Y bien? —eleve la mirada vagamente sobre ella, sostenía sus libros sobre su pecho con una tímida sonrisa.
Se encontraba esperando por mi detrás de la puerta, al dar por finalizada la última clase del día.
—¿Qué haces aquí?
—¿No es obvio? Me preocupó por tus notas. El profesor Kim me pidió que te vigile, al menos en su materia, dice que tienes potencial pero sueles desperdiciarlo.
—¿Y eso qué?
—¿Cómo puedes decir eso? —Yewon frunció indudablemente el ceño, ofendida— Repruebas y adiós carrera.
—Pero es la mía. —ambos nos encontrábamos caminando a la par por el pasillo de la universidad.
Honestamente, no se en que momento se introdujo con tanta fluidez en mi cotidianidad, irrumpiendo de ella por completo.
—Ashh, eres tan relajado. —negaba sutilmente con su cabeza.
Y tu tan pesada.
—Te ayudaré. —le observé con el rabillo de mis ojos, sonreía de repente, tan entusiasmada.
—No. —negue, pero por supuesto que me ignoró.
—Ven conmigo. —se apodero de mi mano, tomándola por completo, y me arrastró detrás suyo.
Se muy bien que podía simplemente soltarme de su débil agarre, pero por alguna extraña razón...
—Oppa~.
... su tacto, de cierto modo, me recordó a ella.
El sentimiento, la calidez...
No, ella... ella ya no se encuentra aquí.
Observé la figura de Yewon, su espalda, su pequeña contextura, sus mejillas adornadas por un suave rubor.
—No eres ella. —susurré para mi mismo, en modo de recordatorio.
—¿Oppa? —volteó con su timbre preocupado, después de todo, me libere de su tacto bruscamente— ¿Estás...?
No necesitaba un remplazo, porque no quería ver su reflejo en alguien más.
—Pierdete.
Apreciar en su rostro la tristeza, no me ayudo de mucho, y antes de que pudiera hablar, tome la decisión correcta. Di media vuelta en dirección contraria.
—Oppa... —sonrió, con un bello coral adornando sus mejillas— te quiero, eres mi mejor amigo. —me rodeó entre sus brazos, en un calido abrazó.
Mi peor enemigo es tu recuerdo, el que no deja de acosarme... debería olvidarte, se que debo hacerlo.
Por favor, pierdete...
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Las risas del entorno, endulzaron mis oídos.
—¡Espera Tae! —la azabache corrió detrás suyo para golpear su espalda animadamente.
Les observé compinches, riendo y jugando, sonreí ante aquella hermosa química que desprendía de ellos.
—Tan lindos... —susurré.
—Siempre es así, con todos. —volteé para observarla, mi compañera de banco posaba su rostro en el pupitre, cansada.
—¿Aburrida?
—Tal vez, oye... —asentí prestandole toda mi atención— tú conoces a Hoseok desde hace unos años, ¿no?
—¿Hoseok? —me tomó por sorpresa pero lo comprendí— Ah, te refieres a oppa. —asintió desganada, aun con su mejilla sobre la madera de la mesa— Si, desde niños de hecho.
—Ya veo. —desvió su mirada algo pensativa, no evite sonreír, me pareció tierno aquel interés repentino para con mi buen y encantador amigo.
—¿Quieres saber si...?
Ring~ —el ruido de la campana se hizo oir, brindando la conclusión de otro día de clases.
—¡Sinb! ¡Vamos al karaoke! —Yerin pegó un salto hacia el asiento de la mencionada.
—Mis... piernas. —se quejó, despegando su rostro de la mesa y volteando con un semblante psicópata en sus ojos, pero la vitamina sonrió.
—Anda, di que sí~. —suplicó con un puchero, aferrándose un poco más al cuello de esta, recordando que se encuentra sobre su regazo.
Por mi parte, me encontraba dispuesta a levantarme e irme.
—Yuju, ¿qué hay de ti? —miré a Tae quien pregunto.
—¿Yo?, ¿por qué?
—¡Ven con nosotros! —sonrió Yerin.
—¿Irán juntos? —volví la mirada hacia mi mejor amigo, este asintió para luego sonreír.
—No, Yuju... no puedes... ¿por qué te fuiste?
—Tae...
—No, no te fuiste. Se que no lo hiciste. Casi me hiciste caer.
—Tae...
—Es un chiste y de muy mal gusto. —le oí reír al borde las lágrimas detrás de línea.
—Taehyung escucha...
—¡No lo acepto!
Antes de poder responder, la preceptora apareció en el salón.
—Disculpe, joven Hwang, ¿podría acompañarme a dirección un momento?
Todos guardamos silencio para voltear a vernos desentendidos.
—Pero... ella no hizo nada malo. —Yerin se quejó con un mohín. La pelirosado palmeo la espalda de su amiga.
—Esta bien. —con una sonrisa ambas se levantaron— Estare bien tonta. —observó la preocupación en el rostro de su amiga, quien se encontraba de pie a su banco— Los seguiré mas tarde. —y con un guiñó se adelantó para seguir a la mayor.
—¿Por qué? —cuestiono y en conjunto con Tae nos miramos comprendiendo un poco la situación.
—Creo que... —complete la oración apenada de mi amigo.
—Es algo obvio. —sonreí, intentando reconfortar a Yerin.
—¿Eh? pero, Yuju... —sus ojos cristalizados por la amargura
—Lo siento, perdoname, yo no... —solo pude abrazarla.
—No es tu culpa.
—Entonces no te vallas.
Te extraño tanto...
Apreté con fuerza mis puños.
... mi buena amiga.
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—¿Cómo estás? —inclinó sus hombros negando, por mi parte seguí escribiendo en la computadora— ¿Y él?
—Fue al colegio. —indudablemente me sorprendí, alejé la vista del monitor para centrarme solo en él.
—Eso es bueno.
—Lo obligué. —susurro cabizbajo.
Sonreí— Sigue siendo bueno. Digo, el hecho de que te haya obedecido, Kookie es un gran chico.
—Si, lo sé. —suspiró—
Me gustaría que todo sea más sencillo... ya sabes, poder... volver el pasado y que todo sea como antes.
Comprendía aquel sentimiento a la perfección, aún así, no servía de nada sólo darle la razón.
—¿Quieres volver a tu juventud? —sonreí con picardía.
—Oye, ¡soy joven y hermoso! —ante aquella declaración no pudimos no reírnos a la par— Gracias Nam.
—¿Por qué? —ladee la cabeza y volví la vista sobre la maquina.
Sonrió— Por ser mi amigo, por hacerme tanto bien.
Sonreí— Siempre estaré aquí, todos de hecho. —arrugue el ceño— Aunque deja de decir cosas como, "me haces bien" la gente podría malinterpretarnos. Se que no puedes vivir sin mi, pero no seas tan evidente.
Asintió con una leve sonrisa— Lo agradezco. —sus ojos descendieron hacia la taza entre sus manos, con cierta pena— Pero... —muy bien, es hora.
Me dejé caer en la silla.
—Ella está bien. —alzó la mirada con atención.
—¿Estuviste con ella? Estoy preocupado, sabes que...
Asentí— Sowon tiene el corazón de una madre, esta preocupada por él y... también lo esta por ti.
Que este fuera de mi vista ahora, no quiere decir que esta fuera de mi mente...
—Es una gran amiga. —tomó un sorbo de su taza, me quedé observandole por un momento.
—Ayer salí a cenar con ella.
—Eso es... genial.
Espero no llegar a pelear contigo por algo como esto, por ella... hyung.
—Nam, ¿cómo vas con el mixtape? —con una de sus típicas y casi nulas sonrisas, cambio no solo la conversación, también la atmósfera consigo.
Necesito más que algo como esto, y me siento bastante miserable al desearlo todo.
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Suspiró— Ahh, que gran reprendida. —Hoseok sonrió, para rascar su nuca— La próxima vez lo pienso dos veces antes de distraerme. —soltó una suave risilla.
—¿Esa no es tu amiga? —mi campo visual no tardó en captar aquella muchacha de cabello rosado, acompañada de dicha preceptora.
—Si... que raro. —susurro alarmado.
—Espera aquí. —le pidio la mayor, quien con una leve reverencia ingreso al despacho.
Hyung se levantó y no tardo nada en acercarse para llegar hasta ella y sonreír.
—¿Qué haces aquí? —Sinb volteo al oírlo— ¿Sabes dónde estás? —este sonrió burlón.
—Soy toda un bad girl. —reconoció restándole importancia a su particular situación, con un tono de orgullo claro esta.
Hyung solo estallo en risas, entonces ella sonrió— ¿Con qué si?
Asintió— ¿Qué hay de ustedes?
—Pues... —comenzó a narrar lo sucedido, avergonzado. Por supuesto que la estruendosa risa de la menor no tardo en relucir.
—¿¡Y sólo por eso los sacaron!?
Debo recalcar que su risa era... de alguna forma, particular.
—Basta, hablo en serio. No es nada divertido, verle el rostro al...
—Vejestorio del director. —acote acercándome hacia ellos. Hyung sonrió avergonzado.
Ella volvió sus ojos sobre mi, y con una sonrisa comentó— Jimin, ¿verdad?
Asentí— ¿Eunbi? —pronunciar ese mismo nombre, dolía.
—Sinb. —negó restándole importancia a la formalidad.
—Ya, en serio, ¿y tú por qué estás aquí? —preguntó Hoseok.
—Supongo que...
La puerta de la oficina directiva se abrió, dejando al descubierto al director de la institución, quien no apartó su vista de ella y principalmente de su cabello.
—Señorita Hwang pase por favor. —dicho aquello, este ingresó a su oficina, dejando la puerta entre abierta.
Ella hizo una mueca y se encamino hacia ellos, detuviendose antes de entrar.
—Los chicos saldrán al karaoke. —ambos le miramos fijamente.
—¿Es una invitación? —preguntó Hoseok divertido. Ella inclinó sus hombros ingresando al despacho, para consecutivamente, cerrar la puerta.
Observe a mi mejor amigo y divisé la misma sonrisa de antes en sus labios.
Hyung, ¿será qué no te das cuenta de eso?
—¡Amo tu sonrisa! oppa, quiero que siempre sonrías. Prometelo Hoseok~.
Unas fuertes y vibrantes risas se hicieron oir, ambos volteamos para verlos, ellos se estaban divirtiendo. Tae y Yerin jugaban juntos a la par y ella... elevo sus ojos.
Nuestras miradas se cruzaron.
—Me quieres, pero solo cuando tú quieres. No es así... no deberia de ser asi. —sus lágrimas brotaban, podía sentir su corazón partiéndose nuevamente.
Los sentimientos cambian, pero los recuerdos no. Todos y cada uno de ellos, siguen ahí dentro, intactos...
Espero que algún día, puedan perdonarme...
—¿Vamos Mochi? —el timbre animado de hyung, me incitaba a unirme a ellos.
Buena Yuna...
Negué— Iré a casa.
... Dulce Eunbi.
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—Listo. —al oirle me puse de pie, acercandome en dirección hacia el espejo— ¿Puedo preguntar por qué ese color?
Sonreí.
Me enseñaste de todo, excepto a olvidarte...
Caminé en dirección hacia el colegio, odiaba ese lugar.
De hecho, catalogar aquel sentimiento como odio se quedaría corto, le aborrecía en verdad.
—Oppa, ¿quieres ser mi chingu~?
Las imágenes de una pequeña tú, tan adorable, tan llena de ti misma, de aquella dulce esencia... inundan mi cabeza.
Este lugar, básicamente te vi crecer en el, y tambien... te vi partir en el.
—Oh disculpa... —una cabellera rosada había sido interceptada en el camino, chocando conmigo de hecho.
No queria perder más tiempo, no me interesaba dialogar con una completa desconocida. Pero... su aroma me resultaba un poco... no, no creó poder describirlo en simples palabras, pero me recordó tanto a ella... a ambas.
No pude ver su rostro, porque en cuanto ladee la mirada, con una reverencia bastante apresurada, le vi marcharse, e ignoré aquel sentimiento de calidez para seguir mi propio camino.
Jungkook, las cosas no cambiarán, nunca lo harán. Grabalo, claramente.
En este sendero, tu fragancia permanece, un recuerdo... aún sigue presente.
—Llegue. —comente desaninado.
—Kookie, ¿cómo te...? —la sonrisa en el rostro de Jin se borró al instante en que me vio— ¿Qué rayos te hiciste?
Si las miradas pudiera gritar, sus emociones se encontrarían al borde del acantilado, y hyung con un claro tic nervioso entre sus cejas.
—¿No es obvio? —subí las escaleras, ignorando aquel conocido gritó.
—¡Jungkook!
Hoy nuevamente, siento la tristeza de no poder verte, pero pretendo que no duele a medida que pasa el tiempo... después de todo, solo te fuiste.
Nunca supe el valor de los momentos que pase contigo; claro, hasta que se convirtieron en simples recuerdos.
Recuerdos, siempre debajo del mismo cielo, siempre tan cerca, pero a su vez, tan lejos... Siempre conectados mediante nuestro desdichado destiempo.
Desapareces como un sueño, y me estás arruinando...
Eres una chica tan mala.
—Dedicado:
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