006
“Jungkook, heridas abiertas.”
Me encuentro prácticamente escondiéndome de ella.
Sin importar que, no puedo verla, no debo verla...
—Jimin. —Maldición.
—Yuna. —bajé la mirada.
—Hoseok oppa, te está buscando.
—Entiendo. —me encontraba dispuesto a adelantarme, pero su mano me detuvo.
—¿Por qué huyes?
—No lo hago...
—Claro que lo haces.
No lo hagas, no me hables así, ese tono, ese amor...
—Jimin, debes perdonarte, tu no entiendes que...
—Yuna, así es la vida, a veces somos cuchillo, a veces somos herida.
Solté el agarre que ejercía sobre mí brazo, para seguir mí camino.
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—Jimin... —lo ví alejarse, en ningún momento levanto su rostro para verme.
—Yuju... —sus ojos se encontraban hinchados de tantas lagrimas derramadas— Yo, yo...
Lo abrace— Esta bien, todo estará bien, oppa.
Que triste es entenderlo después de tanto tiempo, nunca me pertenecías, yo siempre te pertenecí, pero...
—Te quiero oppa. —se acercó hasta mi, para rodear mis mejillas, y besarme.
... nunca estuviste conmigo, aún cuando yo siempre estuve ahí para ti.
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—¿Dónde estás Jiminie? —mire hacia ambos lados del pasillo, desde la hora del receso que lo estoy buscando—Ashh este niño...
Logré distinguirla mientras pasaba cerca de la ventana, me acerque hasta ella y la observé un momento. Sentada en el césped del instituto, se encontraba leyendo un libro, y el viento recorría ligeramente su cabello rosado.
Realmente hermosa.
Sonreí para alejarme de los pasillos y acercarme hasta ella, fruncía ligeramente el ceño, se veía realmente concentrada.
—Se ve interesante. —levantó su mirada para poder verme.
—Hoseok. —sonrió.
Hace una semana que iniciaron las clases, en ese corto tiempo se puede decir que nos volvimos bastante cercanos.
—¿Puedo sentarme? —asintió para hacerme un lugar— ¿Qué lees?
—Un libro.
—¿En serio?
—No, mentira. —de repente me quede en blanco, pero ella estallo en risas— En serio eres un meme andante. —sonreí por su singular sentido del humor, a veces no podia asegurar cuando hablaba con seriedad y cuando no.
Su risa era tan particular, y eso la volvía tan especial. Me gustaba oírla reír.
—Oye, eres demasiado. —negué sonriendo.
—Lo sé, soy única.
—Lo eres. —confese con sinceridad.
Realmente me agradas Sinb.
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—Anda.
—No.
—Por favor.
—Que no.
—Sowon~. —me encontraba molestando a mi mejor amiga, la cual se encontraba sentada tomando su americano— Por favor, dime que si. ¿Si?
Suspiró— Seok Jin, ¿no te cansas?
—No. Así que olvídate de tu paz mental o acepta mi propuesta.
—Ashh, maldito manipulador. —hizo una mueca de desagrado.
—¿Entonces? —le di un sorbo contento a mi capuchino.
—Bien.
—¡Si! —no tarde en levantarme del asiento para correr y abrazarla— No te arrepentirás Sowon, lo prometo.
—Y-ya, entiendo, ahora aléjate. —negué para abrazarla con mucha más fuerza— J-Jin, ya aléjate.
—No quiero~. —la puerta del estudio se abrió, ambos centramos la mirada.
—Chicos no saben quien... —dejándonos ver a Jihyo en compañía de un buen amigo.
—¡NamJoon! —sonreí, alejándome de ella— ¿Qué haces por aquí?
—Vine a felicitarte por tu traslado. —sus ojos se posaron sobre ella.
—Es más, hasta trajo dulces~. —sonrió Jihyo— Iré por dos tazas de beber, ¿café no? —asintió, entonces salió con una gran sonrisa.
—Ven, siéntate amigo. —le invité animadamente, esta era una de las razones por la que decidí aceptar el traslado, su compañia. Nam así lo hizo— Me alegra tanto que estés aquí.
—¿Así? —sonreí— Conozco esa sonrisa, ¿qué me pedirás ahora?
—Lo conoces tan bien. —comentó Sowon con su taza en mano y negando con su cabeza.
—Veo que no fui el único, ¿también te pidió algo Sowonie? —sonrió dulcemente.
—Ya lo conoces. —ambos rieron al unísono.
—Aigoo, tan adorables. —ambos apartaron la vista y se dirigieron a mi.
—¿Qué me pedirás ahora, Jin? —sonreí al pensar en la idea que Hoseok me comentó.
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—¿En serio? —asintió— ¡Woaah eso es increíble!
—¿Te muestro? —asentí emocionada— Mira atentamente. —ordeno para estirar su brazo y asi pellizcarlo.
—¡Ahí esta! —lo señale— Ommo, es cierto. —sonreí.
—“Pumm.” —imitaba el sonido característico de un elefante.
Taehyung cargaba dos lunares en su brazo, los cuales al pellizcar el centro de su piel podrían distinguirse como dos ojos y el lugar pellizcado como su trompa.
—Woaah~ —aplaudí consecutivamente— ¡Es increíble!
Sonrió— Dime, ¿tú tienes uno Yennie?
—Mhm... —negué con un puchero.
—Descuida, puedes inventar alguno.
—¿Cómo asi?
—Pensaré en ello. —no pude evitarlo, y solo estalle en grandes carcajadas.
—Eres adorable. —se sonrojó—Ommo, ¡realmente lo eres!
—Tú igual. —sonrió cuadradamente.
—Que linda sonrisa tienes.
—¿Mhm?
—Deberías sonreír más Tae. —parpadeó un par de veces— Desde que te conozco apenas y sonríes, tienes una sonrisa muy hermosa, deberías sonreír más.
—¿Eso crees?
—¡Claro!
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—Eres muy guapo oppa, siempre sonríe. Creo que a Yuju le gusta tu sonrisa, pero no tanto como a mi.
—Ella decía lo mismo... —susurré algo emotivo.
—¿Ella? —preguntó curiosa, sonreí levemente.
—Algún día te contaré sobre ella.
—Entiendo. —contestó suavemente— Ven, ¡vamos por golosinas oppa!
Tomó de mí mano, arrastrándome por los pasillos hasta el quiosco del instituto.
Sonreí— Realmente eres linda, me haces querer sonreír nuevamente... Yerin.
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—Oppa, hola. —sonreí.
Su mirada era vaga, como de costumbre, solo para volver a recostar su cabeza en dicha mesa.
—Aigoo, no puedes dormir tanto. —no me respondió— ¿En serio? —no toleraba su indiferencia, revestida de arrogancia— Oh vamos, oppa. —sacudí levemente su brazo— Oppa, Yoongi oppa~.
—Guarda silencio.
Sonreí— Me alegra oírte, claro y alto. —volteó a verme— ¿Qué?
—Eres inestable.
—¿Disculpa? lo dice don antisocial. —me cruce de brazos, sonrió con sutileza— En serio me alegra. Oppa, desde el año pasado estás bajando tus notas y el rendimiento consigo. Pero el sumbaenim Kim dice que empezaste a prestar más atención, realmente me alegra~.
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Ella sonrió, como casi siempre. Creo que desde que se presento, no la vi ni un solo segundo con una línea recta entre sus labios.
—¿Por qué? —cuestione.
—¿Mhm?, ¿debe haber un por qué?
—Siempre hay un porqué.
—Pues... eres mi amigo y eso me pone feliz, oppa. —sonrió nuevamente.
—Eres mi amigo Suga.
—¿Estás bien?
—¿Por qué soy tu amigo?
—¿Por que...?
—¿Por qué eres tan amable conmigo?
—¿Por qué? —volvio a repetir, con sus ojos decaidos en la confusión.
Y tan inocente, justo como ella...
—La vida es demasiado corta. —la miré confuso— Sonríele a quien llora, ignora a quien te critica y sé feliz con quien te importa, quizas con lo poco que tienes, pero se feliz. —sonrió— Ese es mi lema.
—Es absurdo. —tomé los libros que yacian sobre la mesa a un lado mio, para ponerme en pie.
—¿Oppa? —se puso de pie en conjunto conmigo, pero me adelante ignorándola.
Ellas, ambas son igual de ingenuas.
—Regala tu sonrisa a quien la necesita, tu amor a quien lo valora y tu vida a quien te ama, ¿no lo crees? Apuntalo como un nuevo lema, ¡Suga!
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—¿Estás seguro? Eres muy joven...
—¿Debería buscar a otro? —con una mueca, el sujeto sonrió y me pasó el paquete, entonces le di lo acordado.
—Bien, está todo. Llama si precisas más.
—Cuenta con ello. —sonrió para alejarse.
Miré la bolsa entre mis manos, metí un dedo en esta, impregnadole de su contenido, y sin más, lo inhale por la nariz.
Limpié los retos que sobresalían y guarde la bolsa en mi bolsillo, salí de aquel callejón y seguí con mi camino.
La ausencia de alguien que te importa, puede quitarte las ganas de todo, y aquella lejanía solo traerá consigo tristeza para el alma en pena.
Pasaron las horas, mi celular no dejó de sonar consecutivamente, al punto de hartarme por completo y responder.
—¡Jungkook! al fin respondes, ashh idiota, ¡me asustaste!
—¿Qué ocurre Hoseok?
—Oye, ¿debería patearte el trasero?
—Tsk, como sea. —lo oí suspirar.
—Junkook escucha...
—Mhm. —volví a inhalar lo que quedaba de dicha bolsa.
—Se que no es el mejor momento, lo entiendo, pero por favor, deja de comportarte asi, ven a casa. Estamos esperándote.
—¿Qué consigo con eso?
—Que Jin hyung no sufra algún infarto.
—Iré más tarde. —volvi a inhalar.
—Ahora, son las seis y veinticinco de la tarde, hyung quiere salir.
—¿Salir? —pregunté con un tono de burla e ironía.
—Deja de burlarte, anda, será divertido. Como en los viejos tiempos. —comentó suavemente, triste.
—Nada será como en los viejos tiempos. —respondi con sequedad.
—Tal vez, quien sabe, vuelve ¿si? —volví a inhalar lo último restante—¿Jungkook?
—Iré.
—Bien, veras que... —corté la llamada, para poder disfrutar la poca relajación que esta me provocaba.
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—¿Y bien?
—Espera hyung, dijo que vendría.
—Eso lo dijiste hace media hora Hoseok.
—No te alteres Jin. —me palmeó Nam.
—Es cierto, ¿qué es lo peor que puede pasar? —intentó animarnos Tae.
—Esa no es la pregunta correcta.
—¿Qué quieres decir Jimin?
—preguntó Sowon con el ceño fruncido.
—¿Qué es lo peor que puede estar haciendo? —completó Yoongi, comprendiendo el punto del rubio.
—¿Qué significa eso? —pregunté preocupado. La puerta se abrió, y todos corrimos hacia ella— ¡Kookie! —sonreí al verlo.
—Hyung... —pero mi sonrisa se desvaneció al instante en que aprecie su estado actual.
—¿Qué mierda hiciste? —cuestionó Yoongi.
—¿Kookie? —llamó entristecido Tae. La risa del menor se hizo escuchar.
—¿Tae?, ¿qué haces aquí? —su rostro palido, sus ojos decaídos pero perfectamente abiertos, conocía aquella apariencia.
—Maldición Yoongi. —lo cargue a cuestas— ¿Que diablos te pasa? —este solo reía como un completo psicópata.
—Jungkook, ¿estás bien?
—¿So Jung? a pasado tiempo, ¿cuánto, tres años?
Ella bajó su mirada consternada por el timbre sarcástico en su voz, Namjoon le sujeto la mano.
—Cierto, desde ese día, te borraste de nuestras vidas, ¡boom! Solo desapareciste. Tch.
—Es suficiente. —comentó Hoseok.
—¿Qué? no, nunca es suficiente para ti, ¿verdad? eres don perfecto. —reía.
—Tu no lo entiendes... jamás lo harías. Seok Jin... —se encontraba entrecerrando sus ojos.
—No te duermas, Min no lo hagas, no cierres los malditos ojos. ¡Yoongi!
—Jungkook ya basta... —sentia el temblor apoderándose de mí.
No quería creer que esto en verdad estaba pasando. No de nuevo.
—¿En serio?, ¿tú? ¡Jimin! —se acercó hasta él— ¿Te detuviste a caso?, ¿escuchaste su negativa? Dime, ¿lo hiciste?
—Estas drogado Jungkook.
—¿Lo estoy? tal vez, —ladeo su cabeza con una media sonrisa torcida— pero aún así, tu padre...
—Es suficiente. —Namjoon intentó separarlos.
—Jung... —le interrumpió.
—Él te odia. —reía— Hubiese amado tu muerte y no la de ella.
—Jungkook para. —Hoseok le imploraba.
—¿Quién lo culpa? yo también, hubiese preferido que seas tu y no ella. —negaba— No vales nada, Park Ji Min, eres un asco de persona, ¿a quién no decepcionaste?
—Basta... —un susurro leve y suave salio de entre mis labios, la impotencia me controlo al ver a Jimin cabizbajo.
—¡Eres una mierda!
—¡Jeon! —no pude controlarme, perdi los estribos y lo golpeé.
—¡Jin! —el grito aterrado de Sowon, me volvió en si, debía calmarme.
Jungkook sujetó su mejilla y tambaleo, errante de caer un par de veces.
—Es suficiente oppa. —la castaña sujetó mi mano, y al ver la afiliación en su rostro, me obligué a tranquilizarme.
—¿Quién demonios eres? No eres mi padre.
—Soy tu hyung.
—¡No lo eres! —rió devastado— Por dios, en serio se te subió a la cabeza...
—No permitiré que arruines tu vida. No me importa que seas tu, no te dejaré.
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—Luchare por ti Yoongi, te guste o no. No te dejaré.
Seok Jin... Lo siento, hermano.
—Inténtalo. —se acerco hacia él, a una muy corta distancia, dispuesto a todo— Te reto. —sonrió y tambaleándo, subió las escaleras.
—Ven aquí. ¡Jeon Jung Kook! —exclamo Jin con notorio enfado.
—Jimin... —Hoseok lo llamó.
—Él tiene razón. —susurro alejándose de nosotros, destrozado tal vez.
Desvie la atención del rubio y Hoseok hacia ellos, Tae y So, quienes se veian vulnerables, ambos contenidos por Namjoon.
Por supuesto que vele por Seok Jin, quien no reaccionaba ante la cruda escena presenciada delante de sus propios ojos.
Es inevitable, las heridas abiertas tarde o temprano, salen a relucir sin más. Importandoles poco el daño que puedan ocasionar en el otro.
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Entré a mi habitación, cerré la puerta de un portazo y me deje caer sobre la cama.
La soledad no es una mala amiga, pero es la única que se queda cuando los otros en verdad se alejan.
—Te extraño...
—Para, Jungkook... por favor... Solo detente. —sus lágrimas comenzado a brotar, su dulce y brillante timbre de voz se perdía entre su desconsolado llanto. Un llanto que habia ocasionado.
Me ames o me odies, de cualquier forma vives en mí mente y siempre estarás en cada uno de mis pensamientos.
—Eunbi... te necesito. —deje cerrar los párpados ante el último suspiró de vacío.
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