003
"Jimin, culpa."
—Ya Jimin, olvídalo. —aconsejo Hoseok.
—Lo siento, yo... —sonrió para palmear mi hombro.
—Eres familia, ¿lo olvidas? ¡oh! el bus. —no dudo en correr hacia el.
Familia... hace mucho no escucho esa palabra.
—Anda pequeño, ¡apúrate! —me regalo una sonrisa.
Me adelante hasta él, y nos sentamos en los asientos individuales.
Yoongi tiene razón, Jungkook está siendo egoísta, pero ella y él eran... especiales.
—Perdone, ¿quiere sentarse? —una mujer embarazada sonrió, aceptando agradecida.
Eunbi, ¿estarás bien? Dímelo, ¿descansas en paz? —Baje la cabeza con pesar— Claro que no... quedaron muchas cosas inconclusas, aún así...
—Jiminie despierta. —sujeto mis hombros.
—¿Hyung? —alce la vista para verle.
—En la próxima bajamos. —asentí ante esa reluciente sonrisa en su rostro.
... me gustaría poder engañarme a mi mismo. Kook... espero algún día, puedas perdonarme.
—Vamos. —lo seguí hasta la puerta trasera del bus en movimiento.
Caminamos en silencio al bajar de este, el ambiente era único, soleado y cálido.
Como ella.
—Estos días son hermosos. —comento hyung.
—Me recuerdan a viejos tiempos. —susurre.
—Igual a mi, —sonrió— en un día así, ¿qué crees que estariamos haciendo con ella? —sonreí al pensarlo.
—Seguramente nos juntaría para ir a la feria, tomar un helado, comer su comida favorita, una tarde de juegos y te arrastraría hasta los más extremos.
—¡Cierto! —ambos reímos, al pensar en Hoseok y su fobia a las alturas y velocidades.
—Ella sabía como mantenernos unidos, y pasarla bien. —comente.
—Aun lo hace, —le mire brevemente— ella quiere lo mejor para nosotros, ¿no lo crees? —y es que me fue imposible no bajar la mirada.
—Oppa~, por favor. —solia extorsionar con sus adorables pucheros.
—Lo sé... —sonreí entristecido.
—¡Eso es! —se detuvo de golpe para girar a verme— Deberíamos hacerlo. —sonrió.
—¿Qué cosa? —ladee la cabeza, confundido.
—Juntarnos. —fruncí el ceño, mientras retomamos la caminata.
—Pero los chi... —me interrumpió con emoción.
—Me encargaré, ¡hoy sacaremos a Kookie de la oscuridad!
Sonreí al apreciar aquella chispa en sus ojos— Realmente eres como ella.
—¿Te la recuerdo? —no se contuvo de su ridículo aegeyo.
—Ella era más linda. —comente asqueado.
—Tsk, traicionero. —alejo sus manos de sus mejillas y sonrió— ¿Qué te parece Jiminie?
—Ya veremos. —le escuche comentar todo el camino lo bueno que sería, la diversión y calidez, sin decir ninguna palabra.
Seguimos nuestro camino al instituto, nuestro club con el departamento de danzas no tardaría en comenzar.
—¡Hola! —saludo hyung con su típica energía y espíritu cortés a su alrededor.
—¿Oh? chicos, hola. —esa voz.
Al voltear, mis ojos dan con una Yuna en sus mejores condiciones, sonriendo; al menos, mucho mucho mejor que la última vez en que la vimos.
—¡Yunie! Paso tanto tiempo ¡Woh! —hyung acarició su cabeza con una radiante sonrisa.
Asintió— Las vacaciones están por terminar, debía regresar. —susurro cabizbaja.
—Me alegra que estés de vuelta. —toco su hombro, para esta vez, brindarle una sonrisa reconfortante.
—Gracias oppa. —me resultaba desalentador escuchar aquel adjetivo, luego de unos años, olvidé como podía hacerme sentir.
Tan miserable.
—Hyung, ¿podrías ayudarnos? —unos chicos que estaban practicando no muy lejos de nosotros, voltearon a vernos.
—¡Claro! nos vemos después Yuju. Tenemos que ponernos al día. —esta asintió y con una sonrisa él corrió hacia ellos.
Yuju... ¿Hace cuánto no escucho ese apodo tan dulce y alegre?
Un silencio se formo entre ambos, si, quería romperlo pero no estaba muy seguro de que decir exactamente.
—Paso tiempo. —dijo al fin. Asentí— ¿Has estado bien?
—¿En serio quieres hacer esto? —mis ojos se posaron en los suyos, pero rápidamente desvió su mirada, me apene debido a mí brusquedad— Perdón, yo...
—Se que fue difícil para ti, de hecho... lo fue para todos. —guarde silencio— Ella era un ángel.
—Lo era. —susurre cabizbajo. Me sentía incómodo hablando de ella ante su presencia.
—Jimin, debes perdonarte, pasó tiempo.
—Tres años. —alce la mirada— Aún así, la hice sufrir y no sólo a ella. —dicho aquello, no pudo contener su mirada y solo la desvió, ante el par de ojos estúpidos y atentos para con ella.
—No es así... —su timbre era inestable, pero siempre fue así, no le es tan sencillo mentir.
Ni tu misma puedes creer lo que dices, pero no te culpo, más bien... lo siento tanto.
—Se porque te fuiste y es más... deberías odiarme ya que gracias a eso, no te pudiste despedir correctamente.
Negó— No es tu...
—Lo es, fui un idiota y todavía lo soy. No tienes porque fingir conmigo, descuida. —me adelanté para seguir mi camino.
—Jimin... —mi nombre siendo pronunciado por su timbre, me estremece, arde.
—Aléjate de mi Yuna, soy una persona fea. —asegure, atormentado por las memorias.
Y solo avance, sin dar un solo vistazo hacia atrás.
Me merezco todo esto, merezco ser odiado, ser menospreciado...
... merezco sufrir, merezco los golpes y el odio, incluso de él.
—Eres horrendo, una verdadera decepción.
Merezco que se haya ido sin mirar atrás. Ni siquiera una vez.
—¿Papá? —observe a mi alrededor, solo había silencio, un gran silencio, y es que ese lugar llamada hogar, no existía realmente.
Merezco todo lo malo que me ha pasado...
—Eres de la familia Jiminie.
No merezco su hospitalidad, ni su generosidad, tampoco su perdón.
—Jimin... déjame solo.
Kookie, perdoname, yo... yo fui esa piedra en tu zapato, generé tanto dolor en ti, como para ellas... y lo sigo recreando cada maldito día.
—Lo siento Yuju, pero yo... —el semblante de la menor, era el reflejo mismo de su decepción. Sabía perfectamente que le estaba destrozando, pero no me detuve.
—Jimin, ¿cómo pudiste? —la mirada en los ojos de Eunbie desvela su furia— Yuna es mi amiga y ya no está... Gracias a ti, maldito egoista.
—Eun, por favor... —rompió mi tacto para observarme con fastidio, uno que nunca antes creo haber visto.
Cuando ella se fue lloré, cuando eligió, lloré, pero... ahora que no está aqui, no puedo llorar.
—Me iré con mis tíos por un tiempo.
¿Cuánto?, ¿tres años Yuna?
—No es por ti, lo decidí yo misma. —sonrió— Estaré bien, descuida y se feliz Jimin, lo mereces.
Gran error, claro que no, no lo merezco. Pero tu si.
Suspiré para desviar mi atención hacia una de las ventanas. Aprecie la brisa rodeando los arboles, removiendo sus hojas, los pájaros volando, el canturrear de ellos.
Hoy lo entiendo un poco mejor...
Podemos amar mucho a alguien, pero jamás lo amaremos tanto, como podríamos extrañarlo, si alguna vez llegáramos a perderlo.
Hay muchas formas de amar, yo perdí a tres grandes personas, personas que amaba sin dudar.
Entre ellas, a dos buenos amigos, amigos que nunca podré volver a verles cara a cara como corresponde y a una de ellas... que terminó por convertirse en un ángel. Uno que se fue por un largo viaje, antes de tiempo.
—¿En qué piensas? —hyung se apoyo a mí lado en aquella ventana, mirando el paisaje.
En que soy un idiota.
—En nada.
—Si fuera nada no estarías tan distraído en la práctica.
—Hyung...
—Se lo que piensas. —guarde silencio para bajar la cabeza— No eres malo Jimin, sólo eres, un chico indeciso y con mala suerte. —sonrió apenado.
—Que buen consuelo. —reconoci sarcástico, y ambos reímos.
—Me alegra verte sonreír. —negué con una ligera sonrisa— No es tu culpa Jimin, Yuna no te culpa tampoco.
—No lo sabes, soy responsable de su dolor, era su amiga y yo sólo... las separé.
—Si, pero también era tu amiga. —volteo a verme— No te condenes de más, no creo que ella te culpe de nada.
—Para ti es sencillo hyung, todo te sale bien. —guardo silencio, y su sonrisa disminuyó notablemente— Lo siento, es desconsiderado de mi parte, tú...
—Tranquilo. —sonrió para palmear mi hombro, pero sin más pasó por mi lado para seguir su camino.
—Soy un idiota. —susurre al ver su espalda alejándose.
Me inclene a tomar mi mochila para seguír de largo. No podia quedarme, no podia afrontar mis emociones.
Tres años, ya tres años. —Suspiré cansado, abatido, desesperado.
—Ocultare mis sentimientos para que no sepas...
Mi vista se desvió nuevamente, en dirección hacia aquella banca, donde se encontraba sentada con una guitarra sobre su regazo y una libreta abierta frente a ella, en el césped.
Su melodiosa voz...
—Esta lluvia de amor imparable...
Realmente extrañaba oírla.
Nuestras miradas se cruzaron, por fragmentos de segundos tal vez.
No, no lo hagas, no me sonrías, por favor no, no lo merezco, no iré hacia ti, no puedo, ese es...
—¡Unnie! —una joven de cabello rubio tapó sus ojos, generando una sonrisa en sus finos labios y asi, desviar su atención hacia ella.
... Mi merecido destino.
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