59. Ahora lo estoy

El día de la batalla
Treno

Rynoa

Varios de los monstruos de Jack Skellington habían muerto durante la batalla. A ellos se había unido la Marmota. Conejo, a pesar de haberse llevado mal con él por años, se veía triste.

El Genio era bastante poderoso, ahora se enfrentaba a Merlín y Ombric. Temía que el primero pudiera derrotarlos, pero debía tener fe en ellos. Es decir, no era como si pudiera ir y ayudarlos, yo estaba en mi propio enfrentamiento contra los Osseus de Félix. Los malditos no dejaban de aparecer. Trataba de deshacerme de ellos lanzándolos al hueco de lava, pero seguían apareciendo más.

Jack Frost estaba luchando contra Félix. Pero ninguno derrotaba al otro. Traté de volar a ellos, pero los Osseus me impedían acercarme. Todos los que quedábamos en pie estábamos ocupados. Tink se había unido a nosotros, solo había estado fingiendo estar del lado de Hakutón, igual que yo. Pero ella y Peter Pan estaban frente a frente contra Garfio. Si soy sincera, no sé qué les toma tanto tiempo. Ese pirata era un inútil.

El estruendo que provocaba la lucha entre Manny y Hakutón era difícil de perder.

Seguían empates.

Daenerys estaba a unos metros de mí. Lanzaba flechas hacia los Osseus que se le acercaban, pero no había notado que tenía seis detrás de ella. Así que le grité para alertarla. No sabía si llegaría a tiempo, además de que los Osseus que estaban cerca a mí no dejaban de multiplicarse. Por suerte, ella me escuchó y los destruyó. Ahora estábamos las dos «espalda con espalda» luchando con esos seres asquerosos a los que había llamado cuasi esqueletos la primera vez que los vi como Bianca.

Aquellos tiempos parecían tan lejanos. Y, lo eran. Han pasado más de cuarenta años.

—¡Debemos matar a Félix! —grité sobre mi hombro—. Es la única forma de que estos desaparezcan.

—Ya sé, pero no puedo acercarme a él. Estos se reproducen más rápido que conejos.

Fruncí el ceño. —¿Hablas de Conejo?

Escuché sus risas detrás de mí. —¡Por el Hombre de la Luna! ¡No! Hablo de los animales comunes.

Asentí a pesar de que ella no me veía. —¡Qué bueno! Pensar en Conejo reproduciéndose me ha asustado demasiado.

—¡¿De qué están hablando ustedes dos?! —nos gritó Conejo desde su posición en el campo de batalla. A penas nos separaban treinta metros, pero con sus orejas probablemente podía escucharnos como alta voces.

—¡Nada! —gritamos las dos al mismo tiempo.


Peter Pan

No tenía tiempo ni de permanecer confundido, la batalla en la que nos encontrábamos era demasiado exhausta. Los enemigos no dejaban de aparecer. Night se acercó a ayudarme, al estar los dos peleando juntos me di cuenta de que jamás debí dudar de su lealtad hacia Rynoa. No sé cómo pensé que él podría matarla. Era Ry, después de todo.

—¡El Rey Mono! —exclamó Night—. ¡Debemos detenerlo!

Busqué al gran mono con la mirada, justo en el momento en que Tink lo atravesaba con una lanza y salvaba a Rynoa, Tooth y Vanish.

No escuché las palabras que intercambió con Ry, pero por la sonrisa de esta, supe que Tink estaba de nuestro lado. El problema es que no entendía por qué o desde cuándo se había cambiado a nuestro lado. Los Osseus que nos rodeaban se habían dispersado, por lo que con un asentimiento hacia Night, seguí a Tink.

—Salvaste a Ry —dije cuando llegué a ella. Un Osseu la había detenido en su camino hacia... en realidad no sé adónde se dirigía.

Tink me miró sobre su hombro y clavó la lanza en el cuello del Osseu. —Rynoa no tiene la culpa de mis celos —respondió—. Nos volvimos compañeras. Decidí ayudarla en esta batalla, eso es todo lo que debes saber.

Asentí. —Pudiste decírmelo antes.

—No, no podía, era parte del plan.

—Tink —la llamé, hasta que ella giró—. El que seas compañera de Ry, no quita el hecho de que te hicieras pasar por Bianca.

Desvió la mirada y mordió su labio. Dejando salir un suspiro habló—: Nada va a deshacer mis acciones, mis errores. Sé que actué mal, pero no me interesa tu perdón, solo el de Jack y Rynoa. —Podía ver el dolor en sus ojos. Me sentía una mierda, porque sé que yo soy el causante de esto—. Ahora, si me disculpas, tengo que ir y meterle esto a Garfio por el culo.

Abrí mis ojos de la sorpresa. Jamás la había oído hablar de esa manera.

La seguí cuando se fue en busca del bacalao mayor. Lo encontramos sentado sobre una roca, probablemente esta había salido a causa del Cataclismo que utilizó Chat al comienzo de la batalla. Ese hombre gato había resultado una buena adición. León había hecho bien en reclutarlo a él y a la chica de rojo, cuyo nombre aún no logro memorizar.

—Pero si son Peter Pan y Tinker Bell —el tono de Garfio era de burla.

—Vinimos a matarte —anuncié.

Tink me miró con el ceño fruncido, no se había dado cuenta de que la había seguido.

—No dejaré que lo mates tu sola, yo también merezco destruirlo, ¿no te parece?

Tink rodó los ojos, claramente aburrida con mi respuesta. —Como sea, menos charla y más acción, quiero acabar con esta batalla lo antes posible.

En cuanto Garfio se puso de pie, varios Osseus aparecieron a su alrededor. Todos viéndonos, esperando a que nos moviéramos para atacarnos. Tink y yo intercambiamos miradas. No es la primera vez que luchamos, solo que antes ella era un hada pequeña. Cuando Manny la ayudó a tomar el tamaño de un humano promedio, nunca luchamos contra Garfio. Pasaron otras cosas entre nosotros.

Me encargué de los Osseus, ella era fuerte, podría sola contra Garfio. Además, me odiaría si no le dejo meterle a Garfio la lanza por... No, ni siquiera puedo decirlo. Es demasiado perturbador.

Los Osseus que habían venido por nosotros no eran de los que se multiplicaban si los destruía. Lo agradecía, porque esos son muy difíciles de derrotar. Para mí no es tan sencillo darles en el cuello para separar su cráneo del cuerpo. Ry era mucho mejor para eso.

Ry. Quería buscarla, pero no podía darme el lujo de eso. Debía derrotar a los Osseus primero.

Escuché el grito de Tink, ella era sostenida por varios Osseus. El maldito de Garfio estaba siendo cobarde otra vez, ni siquiera podía tener una batalla uno a uno, tenía que utilizar los malditos peones de Félix. Destruí rápidamente a tres Osseus que me acorralaban y volé hacia Tink.

Empujé a uno de los Osseus y entre ambos matamos a los restantes.

Garfio nos mirada con diversión, como si supiera algo que yo no.

Entonces, Tink cayó a mi lado. Una lanza atravesaba su pecho y la mirada que ella tenía me partió en dos.

—No puedes. Tink, por favor.

Ella negó. —Mata a ese hijo de bacalao.

Oí el gruñido de Garfio. Night estaba frente a él. Con su cayado había partido su cabeza, la cual desapareció al instante. No estoy seguro de si Tink había dicho esas palabras a Night o a mí, pero, de cualquier forma, estaba agradecido de que Garfio haya muerto por fin.

—Iba a atacarlos —explicó Night.

Se arrodilló frente a Tink. Mis manos estaban sobre su herida, tratando de que no saliera más sangre. Al ser un hada, su sangre no era roja, era dorada. Tink tenía una mueca en el rostro, la cual quería hacer pasar por una sonrisa. No quería dejar ver su dolor.

—Solo hay una forma de que sobrevivas —le dijo Night—. Vuelve a tu forma original.

—Si lo hago, no podré ser como una humana y no podré estar... —sus ojos se posaron en mí, mientras una lágrima resbalaba por su rostro, hasta caer en su oreja—. De todas formas, no iba a suceder —no lo decía a ninguno de nosotros, era para sí misma.

Una luz la cubrió y regresó a ser la pequeña hada cuya voz solo se escuchaba como campanitas, pero a quien yo podía oír muy bien.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Night.

—Bien, mejor, creo —la voz de Tink sonó como campanas, pero ambos pudimos entenderla.

Observé mis manos, aún cubiertas por su sangre dorada.

No puedo creer que casi muere en mis manos, sin que yo pudiera hacer nada.

—Estoy bien, Peter —me aseguró—. Debemos continuar con la batalla.


Rynoa

Jack Frost seguía luchando contra Félix. Willow y yo nos habíamos separado durante la batalla, ahora yo estaba luchando del lado de Robin Hood, quien era León. Ahora era extraño verlo, porque podía recordar que él me gustó antes. Incluso nos hemos besado.

Recordaba todo lo que he vivido con él, lo recordaba demasiado bien para mi gusto. Es como si mis ojos se hubiesen abierto y me diese cuenta de cosas que siempre he tenido al frente, pero que antes no había notado.

Por mi propio bien, por mi propia sanidad, debía pensar en él como Robin Hood.

—Debemos matar a Félix —insistió por millonésima vez.

Resoplé. —Ya lo sé, Robin Hood, me lo has dicho mil veces y yo ya se lo dije a Willow, pero ¿tú crees que es fácil acercarnos cuando siguen apareciendo más de estos Osseus?

Inclinó su cabeza a un lado, observándome por un largo momento antes de hablar. —Me pregunto si algún día cumplirás tu promesa y me dejarás de llamar Robin Hood.

Dos Osseus se acercaron a nosotros y cada uno lo derrotó. Él con sus flechas y yo con mi espada. Al final, ambos quedamos de espaldas al otro. Esa posición era común en batallas como esta, en la que no sabías por dónde aparecería el siguiente enemigo.

—No lo creo —contesté.

—Pero ahora recuerdas nuestra vida, ¿no? Yo podría llamarte Bianca y tu podrías decirme León. ¿Recuerdas cuando nos besamos? —su tono de voz era divertido, casi podía ver la sonrisa en su rostro mientras decía esas palabras.

Trataba de fastidiarme, pero, por alguna razón no me molestaba. Sus intenciones no eran malas, lo sé, porque lo conozco. Robin Hood no es malo.

—No soy Bianca, soy Rynoa —le recordé a pesar de todo—. Y, no, no recuerdo ningún beso —mentí.

—Si tú me dices Robin Hood, entonces es justo que yo te llame Bianca. —Luego añadió—: Y sé que recuerdas el beso.

Fruncí el ceño.

Recuerdo todo, el beso incluido. También recuerdo los besos de Jack Frost.

Pensar en los besos del espíritu del invierno estaba haciendo que mi corazón se acelerara. Mi primer beso con Jack Frost antes de que él fuera un espíritu, cuando yo era Ashelia. Mi primer beso como Bianca, cuando estábamos en el trineo. Conejo arruinó el momento.

Todo lo recuerdo nítidamente.

—Bueno, si me dices Bianca, entonces tendré que llamarte... oh, no sé... ¿Crookshanks? ¿La Pantera Rosa? ¿Bagheera? Esos son algunos sobrenombres que me sugirió Landon hace un tiempo.

No podía ver a Robin Hood, pero sabía que estaba desconcertado por mi respuesta. —Como quieras, Bianca, no tengo ningún problema.

Tal vez no estaba tan desconcertado después de todo. Él había encontrado una forma de fastidiarme y de vengarse por todo el tiempo que lo llamé Robin Hood.

Bien jugado, bien jugado.

Los Osseus desaparecieron, bueno no desaparecieron, retrocedieron. Tuve el tiempo de inspeccionar el campo de batalla. Había más personajes de nuestro lado que del de Hakutón. Garfio no estaba, tampoco el Chupacabras y Slender Man. No podía ver a Tink, tampoco. Me preocupé hasta que noté una pequeña figura brillante al lado de Peter Pan. ¿Habría vuelto a ser una pequeña hada?

Una flecha pasó frente a mí, la cual terminó incrustándose en un Osseu.

—¿Estás bien? —preguntó Robin Hood, él era quien acababa de matar al Osseu, pero no dijo nada para alardear por eso. Solo parecía preocupado por mí.

Asentí. —Gracias.

Él me sonrió. Sus expresiones eran las del mismo León con el que viví en el orfanato. Con el que vivió Bianca en el orfanato. Me es tan extraño tenerle aprecio a Robin Hood. No puedo decir León sin que me sienta extraña.

—No veo a Ombric —informó él.

—Mató al Genio, pero murió en el proceso —Merlín se había acercado a nosotros junto con Chat Noir y Ladybug.

—No pudimos hacer nada —dijo Chat—. Lo lamentamos.

Ombric había sido el padre tiempo desde antes que yo fuera Ashelia, el espíritu de la primavera. No podía creer que el Genio haya podido derrotarlo.

—Los Osseus se han alejado —señaló Ladybug—. ¿Será obra de Félix? Sigue luchando contra Jack. Ninguno parece estar ganando.

—Y Sandy sigue luchando contra Pitch —recordó Chat—. Iré a ayudarlo. —Giró hacia Ladybug e hizo una cortesía ante ella antes de irse—: My lady.

—Rynoa —llamó una voz conocida. Al girar me encontré con Rumpelstiltskin—. He venido a terminar nuestro trato.

Asentí.

Cuando recluté a Rumpel, sabía que él se inclinaría por el bando ganador. Llegamos a la conclusión de que nosotros seríamos los ganadores, es decir, los guardianes. Así que aceptó ser parte de mi plan. Hacerse pasar por parte del grupo de Hakutón, desaparecer y luego regresar, solo que lo ha hecho demasiado tarde. Ya hemos perdido a muchos espíritus.

—Ya sabes qué hacer.

Rumpel asintió, listo para terminar con nuestro plan. Lo primero era terminar con todos los Osseus.

—¿Él estaba de nuestro lado? —me preguntó Robin Hood, mientras posaba una mano sobre mi hombro, haciendo que girara hacia él.

—Créeme, encontramos aliados donde menos lo esperamos. He aprendido eso en las últimas 48 horas.

Él asintió. —Estoy feliz de que tú seas Bianca, ¿sabes? —la mirada de sorpresa en mi rostro hizo que él riera—. Es en serio. Tinker Bell, ella no era Bianca, por más que se pareciera. No me desagradaba, pero dejé de sentir esa cercanía que siempre tuve contigo.

—No tenemos ninguna cercanía —corregí.

Robin Hood relamió sus labios y luego sonrió. —Si eso es lo que quieres creer, puedes hacerlo —me guiñó un ojo, mientras soltaba el agarre que tenía en mi hombro—. Sé que estás aburrida de que te diga esto, pero debemos destruir a Félix. Jack no podrá hacerlo solo.

—No te preocupes, Félix está a punto de vivir sus últimos minutos.

Ladybug y Merlín habían ido a ayudar a Jack Skellington a luchar contra Drácula. Ese maldito vampiro no parecía caer con nada. Los humanos creían que tenían la receta perfecta para destruir a un vampiro, pero no la tenían. No hay una fórmula exacta. Sin embargo, el equipo que Ladybug, Jack Skellington y Merlín pueden formar, será suficiente para acabarlo. Al menos eso espero.

Los guardianes estábamos ganando esta batalla y podía ver cómo Manny cada vez sobrepasaba en poder a Hakutón. Pronto le ganaría y estaríamos libres de estos idiotas. Félix y Pitch incluidos.

Mientras me acercaba a Félix y Jack Frost, fui detenida. Una bola de energía extraña impactó contra mí y fui lanzada varios metros atrás. Sentía que mi cuerpo temblaba y dolía. Pero no lo dejé notar. El responsable era nada más y nada menos que Hakutón, a quien ni siquiera había sentido acercarse. Me asusté al verlo ahí. Su rostro mostraba su desesperación y odio. Una expresión tan desquiciada nunca significaba algo bueno.

—Es hora de que perezcas —anunció, sus ojos más rojos que nunca—. Será un placer verte convulsionar mientras mueres lentamente.

Alzó su brazo. De la palma de su mano creó un rayo tan grande que me impidió seguir viendo su figura. La luz que emanaba de esta no era cálida, no, te hacía sentir triste, melancólico, como si no valieras nada. La distancia se iba acortando entre nosotros. Así que reaccioné lo más rápido que pude. Levanté un muro de piedra frente a mí, bloqueando el rayo, esperando que este se evaporara ante el choque. Sin embargo, eso no sucedió. El rayo cortó la piedra, abriéndose paso hacia mí. No tendría tiempo de evadirlo.

Me preparé para el impacto. Crucé mis brazos frente a mí, creando un pequeño campo de fuerza. No era muy buena haciéndolo, pero era lo único que tenía para defenderme. Esperé el impacto. Pero nunca llegó.

Al abrir los ojos. Noté un par de alas frente a mí. Las largas alas marrones de Robin Hood bloqueaban mi vista. Observé el rayo atravesando su espalda, la punta estaba a escasos centímetros de mí.

Su cuerpo empezó a caer. El rayo desapareció, pero su cuerpo seguía ahí, lo que significaba que él estaba vivo. Esta vez reaccioné más rápido, volé tras él y lo abracé. Iba tan rápido que caí de espaldas, él sobre mí. Al menos sabía que el impacto de la caída no le haría más daño.

Me acomodé para poder revisarlo. Sus ojos no dejaban de seguirme mientras lo recostaba sobre un manto de vegetación que había creado. No dejaría que se empeore si lo coloco sobre el suelo rocoso. Apoyé su cabeza sobre mi regazo y coloqué mi mano sobre su herida.

La desesperación se apoderó de mí en ese momento. Esta situación la he vivido antes, esa vez fue tan horrorosa como esta. Mi respiración era entrecortada mientras lo veía tendido frente a mí.

No podía perder a León dos veces en mi vida. No lo dejaría hacerme esto otra vez.

Rompí mi capa y envolví su torso con ella. Teniendo cuidado de que no sangrara más debido a mis torpes movimientos.

—Vas a estar bien —le aseguré.

Mis manos temblaban mientras anudaba la capa. Alzó una de sus manos para posarla sobre la mía, mientras que una sonrisa se formaba en su rostro. Sus ojos aún me seguían y mentiría si digo que no me reconfortaba saber que sentía calidez bajo esa mirada.

—Estoy bien, Bianca.

Asentí. —Claro que lo estás.

Tenía que estarlo. León está perfectamente bien, un maldito rayo de Hakutón no lo va a apartar de nosotros, de mí. Simplemente no puede.

Alzó su otra mano y la posó en mi mejilla, acariciando mi piel son las yemas de sus dedos. Luego, la elevó hasta quitar los lentes de mi rostro. León me miró con ternura, se le veía feliz. Traté de imitar su sonrisa. Aunque es probable que haya salido una mueca o, como mucho, una media sonrisa.

—Tienes cada ojo de diferente color —señaló—. ¿Por qué?

Me encogí de hombros. —Casi nunca sucede. No sé por qué exactamente.

Me tomó un tiempo entender el significado del color que tomaban mis ojos. Ahora, frente a él, no estaba segura de qué colores podía estar viendo. Sentía demasiadas cosas a la vez, me era imposible que solo dos colores puedan reflejarlo todo.

—Ahora tus ojos son verdes, los dos.

Verdes.

Dejó mis lentes a un lado para seguir acariciando mi mejilla. Pasó su pulgar sobre mi labio, abriendo ligeramente mi boca. Su toque era demasiado familiar.

—Te voy a llevar al taller de Norte, ¿sí? Ahí atenderé tus heridas.

—Bianca —acarició mi mejilla otra vez—, ahora te ves más como Bianca, con tus ojos verdes. ¿Qué significan?

Incliné mi cabeza hacia su mano, aceptando sus caricias. Sus ojos se veían cansados, a pesar de eso, no dejaba los míos.

—Ese es el color natural de mis ojos —expliqué—. Así eran antes de que negara mi nombre, cuando dejé de llamarme Ashelia y empecé a responder como Rynoa.

—Siempre amé el color de tus ojos, ¿sabes? —León tosió un poco de sangre. Con mi pulgar limpié su mentón—. Estoy feliz de poder verlos una vez más.

¿Por qué diablos me está diciendo esas cosas? Él está bien, lo está. No debería de estarse despidiendo de mí. No puede hacer esto.

—¿Por qué lo hiciste? —le pregunté. Podía sentir las lágrimas caer por mis mejillas, hasta toparse con su mano. Al sentirlas, él las limpió, mientras continuaba con sus caricias.

No tenía que explicarle mi pregunta. Él sabía que me refería a cuando me salvó del ataque de Hakutón. No tenía que hacerlo. Mi escudo podía protegerme y, si no, entonces es mejor que yo no esté, pero León no puede faltar. Él es parte del equipo, yo solo los fastidio a todos.

—¿En serio tienes que preguntar? —se rio, al hacerlo se quejó, pero no paró de hacerlo—. Siempre te he amado, Bianca, eso no va a cambiar. Te amé siempre, desde que llegaste al orfanato con tu cabello amarrado en dos colas. Tus mejillas estaban sonrosadas y tenías una expresión triste. Di todo de mí para cambiar esa expresión, para que sonrieras. Me tomó un tiempo, pero lo logré. La primera vez que te vi sonreír, supe que estaba perdido, pero en el buen sentido, solo lo supe, te amaría siempre y hasta ahora lo sigo haciendo.

Lo recuerdo. Los niños del colegio se burlaban de nosotros por venir de un orfanato, por no tener padres. León se pasó todo el tiempo haciendo impresiones de dibujos animados, incluso de Goofy y del Pato Donald, la voz del segundo le salió tan bien que empecé a reír. León siempre estuvo ahí para animarme, jamás se dio por vencido.

Yo no me daría por vencida tampoco.

—Vas a estar bien —mi voz sonaba determinada.

Él asintió. —Ahora lo estoy.

Elevó un poco su cabeza e hizo un gesto, indicándome que quería decirme algo en secreto. Así que, me acerqué. Con su mano aún sobre mi mejilla, me atrajo hasta juntar sus labios con los míos. Me besó dulcemente y no hice ningún esfuerzo por separarme de él. Seguí su beso, al hacerlo, sentí su sonrisa contra mis labios. La suavidad de sus labios es tal como la recuerdo.

—Dile a Jack que te robé un beso.

Esta vez fui yo quien rio. —No me robaste un beso, lo respondí.

Volvió a toser, esta vez más sangre salió de su boca y me desesperé. Limpié su mentón y mejillas, tratando de deshacerme de la sustancia roja, pero era demasiada.

Luego, él me sonrió. —Prométeme una cosa.

Lo veía cada vez más pálido, aún más en contraste con la sangre que seguía en sus mejillas y que había fallado en remover. No sabía qué hacer, no sabía cómo ayudarlo.

—Lo que sea.

—No te vas a negar más, no te vas a esconder de los demás.

Apreté mis ojos para detener las lágrimas, aunque fue en vano. Una parte de mí se estaba rompiendo en ese preciso momento.

Asentí. —Te lo prometo.

El alivio cubrió sus facciones al oírme decir eso, como si algo que ha estado esperando por mucho tiempo.

—Te amo, Bianca.

—Te amo, León —las palabras fueron totalmente sinceras y él lo supo.

Al escuchar su nombre de mis labios sonrió aún más, feliz de oírme admitir los sentimientos que siempre tuve hacia él. Porque es cierto, amaba a León. Tal vez no de la manera en que amaba a... pero era muy cercano. El amor que sentía hacia León era sincero, siempre lo fue. Siguió acariciando mi mejilla por varios segundos, hasta que su mano cayó. Sus ojos estaban abiertos y me veían, pero sabía que mi León ya no estaba ahí. Así que los cerré.

—Gracias por todo, León.

Posé mi frente sobre la de él y lloré hasta que sentí como su cuerpo se desvanecía entre mis brazos.

Una mano se posó sobre mi hombro. No tenía que voltear para saber que se trataba de Night. Se agachó para abrazarme y acepté ese gesto como si mi vida dependiera de ello. León se había sacrificado dos veces por mí.

Esta vez no volvería.


✎❣

Solo quería decirles que escribir esta última parte ha sido muy difícil de hacer. De hecho, cuando me di cuenta de que León moriría, lloré. Tuve varias ideas sobre cómo sería y en todas me sentía terrible. Al final no sabía cómo llegaría a ese momento. Sabía que sería difícil, porque León es mi personaje y lo he tenido a mi lado por casi cinco años. Así que es parte de mí.

El capítulo ya lo tenía listo hace unas horas, solo no lo subía porque no estaba mental y emocionalmente preparada para hacerlo.

El siguiente capítulo probablemente esté la próxima semana. No pondré fecha exacta, ya que ni yo la sé... es decir, siempre podría tomarme más tiempo.

xoxo,

Rose

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top