9: Un pez llamado Tay

Narra Pedri:

1 de abril, 2022

Vi una historia de Carla entrenando, su cabello corto estaba recogido en dos trenzas. Sonreía y no pude evitar pensar en su risa, era dulce, linda y extremadamente graciosa. He pasado mucho tiempo con ella al entregarnos las cartas, era una tía divertida, tenía un sentido del humor que me hacían reír y tenía unas ocurrencias.

Mi móvil mostró la entrada de una llamada y el nombre de "Mamá❤️" apareció. Contesté.

—Aló, Ma

Hablé con mi madre acerca de mi día, lo que haría hoy, ella me contó de su día, del trabajo y que estaba ansiosa por ya venir a verme.

—¿Has conocido a alguna chica? ¿Alguien que te interese?

Empezó con la charla de buscarme novia.

—Soy muy joven para eso, Ma.

—No está de más conocer a una linda muchacha que te quiera.

—Ma…

—Eres muy apuesto y buen chico, cualquiera quisiera estar contigo.

Cualquiera. Pero también estaba el hecho de que se me acercaran por interés, por fama, por dinero ¿y si me enamoraba de esa persona? No buscaba que alguien me quisiera por interés.

—Debe de haber alguna chica…

Se me vino a la mente Carla y para que mamá dejara de insistir, le conté sobre ella.

—Hay alguien… —Le conté sobre ella y al terminar, añadí—. Pero solo es una amiga.

—Deberías de invitarle un helado antes de que otro pretendiente te la robe.

—Ma, solo es una amiga.

No podía verla con otros ojos.

Echado en el sofá viendo tiktoks, fue lo que hice en la mañana y lo que me dijo mi madre vino a mi mente. Un helado no le haría daño a nadie, además que la pobre de seguro ya debe de estar aburrida de siempre ir a mi coche y solo charlar hasta dejarla en una esquina de la ciudad.

Le escribí invitándole a ir a por un helado.

Fui a entrenar, al terminar almorcé con unos colegas y llevé a Gavi a La Masia. El chaval no dejaba su móvil.

—¿Qué pasa?

—Mamá sigue queriendo que vaya a mi pueblo con Val.

—Dile la verdad.

—Me matará, la quieren más a ella que a mí —dijo exagerando.

—¿Y qué le dirás?

—Le inventaré una excusa.

Llegamos a La Masía, había fanáticos esperando afuera y tuve que entrar con el coche. Gavi se bajó y me dijo:

—¿Te quedas a jugar a la play?

—He quedado con alguien.

—Jo, que vas a buscar a tu novia.

—Calla, cabezón.

Arranqué el coche y conduje hasta el pijo bachillerato donde estudiaba onditas. La esperé en la parte trasera como era de costumbre y le envié un mensaje, avisando que ya estaba donde siempre. Esperé unos minutos y el sonido de unas pisadas me hizo ponerme alerta, nadie pasaba por aquí, salvo Valeria con su amigo o Carla, así que eran ellos o era alguien extraño que podía reconocerme. Alcé la mirada y respiré aliviado al ver a Valeria, ella no notaba mi presencia y era porque se estaba restregando los ojos con ayuda de sus manos. Miró el cielo, se quedó observando por unos minutos y cuando bajó la mirada me vio.

Se fue acercando. Miró al asiento de copiloto, donde siempre iba Gavi y me miró a mí al comprobar que el chaval no estaba. La llamé y ella se acercó más, le abrí la puerta y la invité a que subiera con un movimiento de cabeza.

—Hola —murmuró

«¿Había estado llorando?»

—¿Has estado llorando?

—No.

Miró hacia la ventana y recordé la conversación que tuve con Gavi hace unos días.

"Ella miente cuando no te mira a los ojos"

—Me he pasado tardes escuchando hablar a Gavi sobre ti y se me ha quedado lo pésima mentirosa que eres.

Su expresión cambió y curiosa, preguntó:

—¿Qué te dijo?

—Que no miras a los ojos cuando mientes.

—Pues... que prácticamente no estoy mintiendo...

—¿No has llorado?

—No.

—¿Entonces tienes alergia?

—No..., no he llorado, pero tengo ganas de llorar —Me encogí de hombros.

Me miró de reojo. Sus ojos estaban a punto de explotar de lágrimas «¿Qué se suponía que hiciera?» no tenía idea de cómo ayudarla, no me quedó más remedio que preguntarle.

—¿No deberías estar en clases?

—Fácil. Es que me he ido.

—¿Te has escapado?

—Pues no. Me han suspendido.

—¿Te han suspendido? ¿Por qué?

—Pues... te lo digo..., pero... ¿Me prometes que no pensaras que soy una loca salvaje?

No dude en decirle:

—Vale, te lo prometo.

—Me peleé con una compañera, a los golpes y luego le tiré un sapo.

¿Un sapo? ¿De esos verdes?

—¿Un sapo? ¿De dónde sacaste un sapo?

—Era clase de ciencias, debíamos abrir un sapo y se lo lancé —Su voz tenía rastro de querer llorar, pero al terminar de decir la última palabra empezó a reírse y de la nada lloró.

Lloró, las lágrimas caían a mares. Tapaba su rostro con ambas manos y sollozaba, lloraba y siguió llorando cuando la abracé. Estaba fría y se sentía tan pequeña bajo mis brazos.

Sus sollozos cesaron y ella se separó, tratando de acabar con lágrimas al limpiarse con sus manos, siguió la llovizna.

—Lo siento. De seguro estas esperando a alguien o yo que sé y estoy aquí haciéndote perder el tiempo…

Carla. La estaba esperando, pero ella lo entendería. No podía dejar sola a Valeria, iba hecha un desastre emocional. Era mejor llevarla a casa o llamar a Gavi, él sabría qué hacer.

—No estoy esperando a alguien... bueno de hecho sí, pero... lo entenderá... ¿Quieres que te lleve a algún sitio?

Pensé que me diría que la lleve a su casa, pero me pidió que la llevara al cementerio. Supe que iría a ver su mamá, que necesitaba hablar con ella, que necesitaba escuchar su voz, pero no podía hacerlo, solo podía leer su nombre en una lápida y conformarse con ello.

La acompañé y caminamos por un camino de piedras. Fuimos hundidos en un silencio y le di privacidad.

—Te espero en el coche.

Marque el número de Gavi para contarle lo de Val, quizá él sabía con exactitud cómo ayudarla, después de todo él era experto en ella. Contestó la llamada y le iba a decir dónde me encontraba, pero me quedé callado al pensar que Valeria quizá no quería que llamara a Gavi, que por algo no se veían y la única conexión que tenían eran las cartas, tal vez ella no estaba lista para verlo.

—¿Pedri?

—Perdón, me confundí.

Colgué.

Espere a la chica de mi mejor amigo. Una hora pasó y ella se asomó, entró al coche y su mirada era cabizbaja.

—¿Te llevó a casa? —pregunté al poner el coche en marcha.

Por primera vez desde que entró, me miró.

—No quiero ir a casa —Su voz era un hilillo, noté sus ojos rojos al igual que la punta de su nariz, la rojez sobresalía de lo oscuro de sus ojeras.

No tenía hermanas pequeñas, yo era el hermano menor, pero ver a Valeria en ese estado me hizo sentirme como un hermano mayor que debía proteger a su hermanita.

Conduje y me detuve en una gasolinera. Llene el tanque, y fui a por chuches, café y lo que sea que hiciera feliz a Val. No había café y solo compré chocolates. Al salir, le escribí a mi hermano.

Me:

Bro

¿Puedes ir por café?

Recibí su respuesta y entré al coche.

Le tendí los chocolates a Val.

—Gracias.

—No hay de que.

Eligió un chocolate y le dio un mordisco, conduje y en un semáforo, cuando la castaña ya iba por su segundo chocolate, ella me dijo.

—Podríamos detenernos en una farmacia, es que soy alérgica al chocolate.

Regresé a mirarla tan rápido que me dolió el cuello, aún comía el chocolate y me miraba con pena mientras se rascaba las ronchas de sus brazos.

Sonrió tímida y me pregunté ¿Por qué cojones se comió algo que la hiciera mal? Ella debió de leer el estado de perplejidad, ya que me dijo:

—Me gusta el chocolate, no es que lo coma muy seguido que digamos y unos trocitos no me mataran.

—Pero te has comido uno entero y la mitad de otro.

—Vale, no es un poquito… pero… —Empezó a toser y me preocupé. La miré alarmado a ver si tenía que llevarla a urgencias lo más rápido que podía, pero ella controló la tos —, estoy bien. —Se rascó los brazos y me miró avergonzada y tímida—. Una farmacia, por favor.

Fui a la farmacia más cercana y Val tuvo las intenciones de bajar para comprar su medicamento. Se lo impedí y le dije que no tenía ningún problema en que yo vaya, ella me explicó lo que tomaba para su alergia y fui a comprar. La señora que atendía me reconoció y pidió una foto, algunos niños se me acercaron, firmé camisetas y sonreí para unas fotos. Regresé al coche y encendí el auto, no había ningún semáforo en rojo por lo que le di al acelerador, de reojo observé como Val se rascaba, las ronchas se habían expandido más, ella tomó la medicina y minutos después se le vio más relajada.

No tenía ni puta idea de donde llevarla ¿Dónde Carla? ¿Dónde Gavi? ¿Y si busco a su padrastro?

Toda idea se desvaneció. Valeria no quería ir a su casa y por su rostro quizá no quería ver ni a Gavi, ni a Carla. Opté por llevarla a mi casa.

Al llegar la ayudé a bajarse, Valeria miró a su alrededor y regreso al verme para decirme:

—Tus fans no vienen a acosarte.

—Tengo la suerte de que no saben mi dirección.

—A Pablo siempre lo van a ver tíos y muchas tías a fuera de La Masía

¿Quién era Pablo? Valeria debió de ver mi cara de confusión, ya que como si leyera mentes, ella me respondió a mi pregunta mental.

—Gavi, hablo de Gavi.

—Vale, me resulta raro que lo llames Pablo.

—Y a mí que lo llamen Gavi. Antes lo llamaba Gavi, pero me dijo que lo llamara Pablo y ya se me hace raro llamarlo de la otra forma —dijo, era la primera vez del día de hoy en el que decía más de una oración junta.

No había tenido mucha oportunidad de hablar con ella, nos conocimos hace ya meses, luego hablamos ese día de lluvia, pero sentía que la conocía, tal vez porque mi mejor amigo estaba pilladisimo por esta tía de mirada perdida y triste.

—¿Tienes una clase de fetiche con hacerte daño con el chocolate? —pregunté caminando abriendo la puerta y dejándola pasar primero a ella, cerré la puerta detrás de mí.

—No, nooo es solo que me gusta y no es que quiera… —Señaló sus ronchas—, esto. Pero… no es que lo haga todos los días.

Se encogió de hombros y sonrió tímida.

La invité a sentarse en el taburete y miré en todas las alacenas en busca de café. Vivía con mi hermano y el café no era algo que tomábamos diarios.

—¿Quieres hablar? —pregunté sentándome a su lado.

—No duele mucho, y ya no pica tanto —habló refiriéndose a las ronchas—. Para morir debería de comer una gran cantidad de chocolate, una bañera de chocolate y morir.

Su sentido del humor era muy peculiar. Bromeaba sobre morir y lo tomaba con una sonrisa que no descifraba.

Quizá por eso la preocupación de Carla.

—No hablaba de eso…

—¿A no?

—Sí quieres hablar, yo te puedo escuchar y no juzgo.

—Yo…

—¡Ya traje el café! —Feer entró en la cocina y el gran vaso de Starbucks.

Valeria lo miró, ambos se miraron.

—Val, él es Fer mi hermano, Fer, ella es Val la no…—«Novia de Gavi» iba a decir.

—Valeria, un gusto —Sonrió amable y mi hermano sonrió de oreja a oreja, preparado para decir.

—Ala, así que eres tú la famosísima Valeria.

—No soy famosa.

—Para Gavi sí, habla de ti.

Sus mejillas se tornaron rosadas

—Espero cosas buenas.

—Muy buenas, ¿Es verdad que se van a casar?

El rosado de sus mejillas cambió a rojo.

—¡Feer! —Le tiré un trapo —. Te estás pasando —Lo regañé y miré a Val—. Te está tomando el pelo.

—Aaa vale —Bajó la mirada, cabizbaja.

No la conocía mucho, pero era muy notorio lo mal que se veía y no era por su apariencia, era su mirada

—Traje el café —Fer alzó el brazo.

—Para Val.

Dudosa acepto el café, supuse que era una bebida fría porque se notaba congelado y también porque lo tomaba con una pajilla.

—Gracias.

—¿Qué te pasó? —preguntó Fer a Val, supuse que por los ojos rojos y ya me iba a levantar a darle una colleja por lo tonto que era al preguntar, pero se refería a las ronchas.

Valeria lo miraba sin entender, tenía unos ojos grandes y espesas pestañas, parecía una niña pequeña con sus piernas colgando en el taburete, no dejaba de tomar la bebida, mientras alzaba la cabeza para mirar a mi hermano.

—Comió chocolate y es alérgica.

—Joder, deberías ponerte un cartelito de "Soy alérgica al chocolate".

—En realidad… —Valeria abrió la boca, me mentí.

—No debes de darle explicaciones —Me puse de pie y jale a mi hermano, antes de salir de la cocina mire a la castaña—. Siéntete como en casa.

Saque a Fer de la cocina para que no ponga incomodaba a Val. Ella no le tomaba importancia el contar que comió chocolate siendo alérgica, pero a cualquier otra persona, le resultaría raro que comiera algo que le hacía mal sabiendo que le causaría daño.

—No es para nada a las chicas que traía Gavi —dijo Fer—. Se parece a que tiene su edad.

—Tiene su edad.

—¿Y es algo serio?

—Supongo.

Mi hermano me dio palmaditas —Deberías hacerle caso a mamá y conseguirte una novia.

—Shhh, no empieces.

Novias, no.

No.

—Mira, no eres tan feo. De seguro alguien te quiere.

—Cabrón.

Giré y volví a entrar a la cocina, Valeria seguía bebiendo de su café y había cogido el cereal que comía Gavi cada vez que venía.

—Perdón, no he desayunado.

—Come todo lo que quieras, ese cereal es de Gavi, se cabreara, pero es divertido verlo molesto.

Ella rio.

—¿Son buenos amigos?

Asentí.

—Es un gran chico, aunque un poco fosforito. Se sigue metiendo en peleas en los partidos.

—Lo debo sacar yo, porque si no se llenaría de tarjetas amarillas.

Río suave.

—Me pongo nerviosa cuando veo los partidos al pensar que se hará daño —confesó.

Y yo de bocota, sin pensarlo, le pregunté:

—¿Te sigue gustando?

Valeria esquivó mi mirada, le dio un gran trago a su bebida y al terminar abrió la boca.

—No, solo es cariño —Bebió más de su café.

No me miró a los ojos y cambió de tema.

—Gracias por traerme, soy una completa extraña y me has tratado tan bien.

—No hay de que —dije y de una forma amigable, apreté su hombro y para darle mi confianza, le dije: —. Puedes confiar en mí.

Bajo la mirada.

—Vale… —dijo…

—¿No confías?

—No eres tú…

—Soy yo —Termine por ella.

—Exacto, estoy… yo… no puedo confiar en la gente… en verdad yo…

Miraba a los ojos, sus cejas curvadas hacía abajo, al igual que los bordes de sus labios. Susurró un apenas audible "lo siento" y tenía la sensación de que le pasaba algo.

Le transmití consuelo al abrazarla, sus brazos se posaron en mi espalda y apoyó mi cabeza en su pecho, se dejó llevar, pero parecía que apenas respiraba.

—Pedri, Cariño.

Escuché la melodía clara de la voz de mi madre. Era ella, ¿pero qué hacía aquí?

Me separé de Valeria y visualicé a mi madre parada a unos metros de mí, miraba a la castaña y luego a mí, estaba desconcentrada y suponía que se debía a que nunca en su vida me había visto con una chica.

—¿Has hecho llorar a la jovencita? —Mamá me miró molesta, con los labios apretados y esos ojos fulminantes.

—No… yo…

A grandes zancadas de madre cabreada llegó a mí y me dio una colleja.

Alcé mis manos en son de paz.

Escuché la banca moverse y vi a Valeria ponerse de pie.

—Señora, González. Pedri no me ha hecho llorar, solo me abrazaba por líos míos —La dulzura de su voz era el tono que todas las madres querían que fuera la novia de su hijo.

—¿A no?

—No —aclaré —. Es la novia de Gavi.

Valeria no dijo nada ante mis cinco palabras.

Mamá miró a la castaña.

—Eres bellísima y te ves de la edad de Gavito ¿no tendrás una hermana mayor para mi hijo?

Valeria rio negando.

—No, lo siento.

—Lástima ¿Y una amiga? —insistió mi madre.

—No… yo…

—Mamá, no me avergüences —pedí.

Presente a mi madre y a Valeria y fuimos a la sala. Valeria venía detrás de mí y antes de que entrara por completo, me jalo del brazo.

—Creo que debería irme, esto se ve familiar.

¿A dónde irá? Si no quería ir a su casa.

—No te preocupes, puedes quedarte. A mamá le haría buena compañía una chica.

—No quiero incomodar

—No lo haces. Venga, quédate a almorzar y cenar. Creo que pediremos comida, pero para la cena, seguro mi madre hará unas ricas croquetas.

—Yo…

—Anda, venga.

Asintió.

En el salón estuvimos charlando. No sabía que mi madre vendría y me dijo que era una sorpresa y que se quedaría unos días, papá vendría el 3 para el partido y luego se irían un par de días después.

—¿Y cómo conociste a Gavi? —preguntó Feer.

Le tiré un cojín y él se excusó con "tengo curiosidad".

Miré a Valeria y recordé lo que me dijo antes "Qué no confiaba en la gente".

—No es necesario que contestes, Val.

—No importa…

No confiaba, no confiaba en contar cosas de su presente.

—¿Te ligo como el engreído que es?

—No…

—¿En una fiesta?

—No… fue en una cafetería, aún no jugaba con el primer equipo y no era muy conocido, no sabía quién era. En ese momento yo tenía novia y las cosas fluyeron meses después cuando lo volví a ver.

Le tiraba miradas amenazadoras para que no se le ocurra preguntar el porqué terminaron, estaba enfocado en Fer, pero también debí tener cuidado con mamá.

—Tu madre debe de estar muy orgullosa, si eres tan educada y dulce.

El semblante de Valeria cambió, dejó de sonreír, aunque seguía llevando la sonrisa de nostalgia y pena.

—Sí, ella hizo un buen trabajo. Creo…

—¿Va a venir a verte? La puedes invitar a almorzar.

La miré despacio, bajo la mirada y negó con la cabeza.

—No… no… no pue… De —Se le quebró la voz.

—¿Por qué?

—Mamá —La corté.

—Porque murió.

Le tembló la voz y se detuvo a llorar. Fue un momento incómodo, mamá y Fer se quedaron callados, sin decir nada alimentando más el silencio que abrumador hasta que le dieron las condolencias y cambiaron de tema preguntándole que quería para almorzar. Pedimos comida y después del almuerzo, me acerqué a Val.

—Perdón por lo de hace rato.

—No lo sabían —Le restó importancia.

—Eh, Valeria ¿juegas a la play? —preguntó Fer acercándose a la castaña para llevársela consigo.














—¿Gavi, te enseño a jugar? —Le pregunté al ver lo buena que era.

Nos había ganado en todo a mi hermano y a mí, parecía una experta y ella decía que no le gustaba jugar mucho.

Negó.

—Me enseñó lo básico, pero él siempre pierde.

Lo sabía. Era muy malo.

—Te puedes duchar —Le ofrecí—. No tengo ropa de mujer, pero te puedo prestar una sudadera.

Aún llevaba el uniforme de su escuela, una falda y una blusa que no parecían para nada cómodas.

Acepto mi invitación y la guié al baño de la planta de arriba. Saqué una sudadera y mi móvil sonó.

Gavi:

Estoy abajo

¿Puedo quedarme a cenar?

Gavi estaba abajo. Valeria estaba en mi baño.

Lo podía tomar como un empujón para juntarlos, es lo que haría Carla.

Pero…

—Valeria —Le toqué la puerta.

—¿Qué pasa?

—Gavi está aquí, ¿Quieres que sepa que tú estás aquí?

Silencio. Silencio.

Pasaron un par de minutos, volví a llamarla por su nombre y reacciono.

—Estoy un asco —dijo más para ella que para mí—. Podrías, podrías no mencionarle. Puedo esconderme aquí.

Le di mi respuesta y también le dije que podría esperar en mi habitación, mientras me deshacía del chaval.

Baje al primer piso y encontré a Gavi en la cocina, junto a Fer. Mi hermano fue el primero en verme y le hice una seña para que no dijera nada de que Val estaba arriba. 

Guardó silencio.

—¿Te comiste mis cereales? —preguntó viendo la caja en el mesón.

—Estaban ricos —Me encogí de hombros y él me alzó el dedo corazón, para después hacer un berrinche.

—¿Por qué no te quedas a cenar? —Le dijo Fer, le lancé cuchillos con la mirada y rápidamente dijo: —No, mejor no.

—¿Por qué no?

—Estaremos ocupados —mentí.

—¿Desde cuándo están ocupados?

—Desde hoy. De hecho, deberías irte, te llamo a un taxi.

Lo agarré de los hombros y lo volteé para empujarlo y que se vaya. Se hizo pesado y tuve que arrastrarlo por toda la casa.

—Pero…

Se volteó y me miró buscando un secreto.

—¿Me estás ocultando algo?

—No.

—Nunca me echas de tu casa ¿por qué quieres que me vaya?

—Porque estoy ocupado.

—¿Haciendo que?

—Jugando FIFA.

—Genial, porque yo también quiero jugar.

—No puedes, debes de irte —Lo iba a agarrar para sacarlo por la puerta, él fue más rápido al darse la vuelta.

—¿Por qué no quieres que me quede? ¿Estás ocultando algo?

Moví mis manos, explicándole en un tono cauteloso que tenía que irse. Gavi frunció las cejas y salió corriendo hacia las escaleras.

—¿Qué haces chaval?

—¡Veré qué es lo que ocultas! —gritó.

Fui caminando a ver lo que hacía, pero cuando subí a la segunda planta y lo vi abriendo puerta por puerta, tenía miedo de que encontrara a Valeria en mi habitación, con solo mi sudadera puesta. Lo podía malinterpretar y yo terminaría muerto.

—Te estás comportando como un niñato.

—Tengo 17 ¿Qué esperabas?

Siguió de largo y entró a mi habitación. Cerré los ojos muertos de la angustia. No recibí ni un empujón, ni un puñete, abrí los ojos y miré a Gavi, buscaba en cada rincón de la habitación, incluyendo debajo de la cama, detrás de la cortina y por fuera de la ventana.

—¿Dónde está?

—Estás loco.

¿Dónde se había metido Valeria?

—¿En el baño?

Mierda.

A pasos rápidos fue y abrió la puerta, no encontró nada. Buscaba como perro antidrogas, miró a todos lados y fue a mi armario que era como una habitación mediana. Ella debía de estar ahí.

Gavi abrió la puerta, a simple vista no se veía, así que lo agarré de los hombros y tiré de él.

—Eres un lunático ¿Es que no puedo tener un poco de privacidad?

—Solo quería estar seguro de…

—Nada —Lo saqué de mi cuarto—. Y si no quería que estuvieras acá, es porque tengo una cita.

Elevo una ceja y sonrió cómplice:

—¿Tienes una cita para follar?

—No seas un idiota.

—Vale, entonces tienes una cita romántica.

—No te importa.

—¿Por qué tan grosero?

—¿Te puedes ir?

—Déjame reírme de tu faceta romántica.

—No doy tanta risa como tú.

—Cabrón.

—Vete.

—¿Es alguien que conozco?

Mi única cita era cena con Valeria, mi madre y hermano.

—Es alguien que conozco.—Afirmó —. Acaso es… Ca…

—Sí, sí, sí —Le iba a dar la razón mientras lo empujaba por el pasillo. Pensé rápido y dije el nombre de la mujer que los dos conocíamos—. Es Cayetana.

Arrugó la nariz.

—Hombre, que fetiche el tuyo de meterte con mis ligues.

Se fue.




































3 de abril, 2022

Me sigo preguntando ¿por qué sigo siendo el chófer personal de Gavi?

Eran menos de las 7 de la mañana y ya estaba por los pasillos de la Masía yendo a buscar al niño.

—Chaval, ya llegué —dije al abrir la puerta de la habitación de Gavi.

Mis cejas se elevaron y mis ojos se abrieron a más no poder, miré la escena, sorprendido, esa sorpresa se desvaneció a por una creciente molestia, dejándome con una sensación incómoda en el rostro y en la garganta al ver a Carla y a Gavi, juntos, demasiado juntos, él solo llevaba su boxeo y ella una toalla, estaba de más en decir que no llevaba nada abajo. Ellos dos habían pasado la noche, ellos dos habían follado, con la famita que se traía Gavi encima y Carla que se besaba a todo chico, me dejaba mucho que pensar, pero dónde quedaban los sentimos del chico hacia la mejor amiga de la rubia, donde quedaban los sentimientos de la chica hacia su mejor amiga ¿Qué sentiría Val al respecto? Traicionada, por las dos personas que le quedaban.

Me tragué los gritos y opté por un silencio cortante que rompí cuando cerré la puerta.

Regresé a mi coche, en todo el camino y también cuando ingresé, un nudo en mi estómago de rabia y decepción.

Gavi el que tanto babeaba por Val. Carla quería proteger a su amiga ¿Y dónde quedaba ella? Si tan solo yo me sentía decepcionado, si ella se entera, la destrozaría.

¿Debía decírselo? Debía decírselo.

—Hola, bon dia.

Su dulce voz, cantarina, solo causó presión en el nudo de mi estómago.

Ignoré al dúo de traidores y arranque el coche. Conduje sin decir una sola palabra, me salte un par de semáforos para llegar rápido y cuando lo hice, apenas Carla bajó a su casa, puse el acelerador.

—¿Bro, qué te pasa?

—Nada.

Me quedé callado, porque era decirle unas cuantas verdades. Pero primero debía de hablar con Valeria.

























Con la adrenalina del partido corriendo por mis venas, me dirigí hacia los vestidores. Había marcado un gol que nos dio la victoria y el equipo estaba más que animado. Entre todo el ruido, los aplausos, y mis compañeros, la vi a ella, Carla. Aunque la euforia de la victoria me envolvía, no pude evitar la expresión de tensión al verla. Seguí mi camino con determinación y cuando ella me felicitó por la victoria, le dije un cortante "gracias".

Al llegar a los vestidores, las camisetas empezaron a caer al piso. Empecé a quitarme el uniforme y mis ojos vieron como Gavi pasaba junto a Carla, ella tapándose los ojos con una de sus manos, mientras que la otra la sostenía el chaval. El equipo le gritó y apenas se escuchaba los "disculpen" de Carla. El nudo incremento y más al ver como iban hacia el baño.

—¿La que pasó no era Carla? —Me pregunto Ansu.

Me encogí de hombros y miré hacia donde se habían ido los dos.

—Se meterá en problemas si Xavi se entera.

El chaval se metería en grandes problemas. Fui a los baños, dejando atrás los murmullos. Llegué y en uno de los cubículos empezaron a escucharse golpes en la puerta. Retrocedí para irme y no escuchar lo que estaban haciendo, pero al voltear me sobresalte al ver a Xavi.

—Hostias

Miré al mister.

Gavi y Carla, encerrados en uno de los cubículos.

—Míster, ¿Podemos hablar?

—¿Sucede algo?

Piensa rápido.

—Sí, es que siento un malestar… —Señalé mi muslo derecho y el rostro de Xavi se tensó en preocupación.

—Vamos con los médicos.

Me ayudó a caminar, aunque podía caminar muy bien, pero por mi mentira, para proteger al niñato de Gavi.

No lo hacía por él, lo hacía por el equipo.
















Se me ocurrieron un par de mentiras y solo dije que se trataba de un calambre. Me dejaron ir, pero me mandaron con el aviso de que me iban a estar checando en el resto de los entrenamientos.

Me dirigí a mi coche y a mi lado iba Gavi, debía llevarlo a su casa. No compartimos ninguna palabra y él solo iba enfocando hablando con alguien en el móvil.

Llegamos al coche y mi mirada volvió a chocar con Carla, miré a otro lado y me topé con… ¿Cómo era que se llamaba la amiga pelinegra de Carla?

Me saludó emocionada, dejando dos besos en mi mejilla y en ese instante vi como Gavi y Carla se alejaban.

Una incomodidad mezclada con amargura se apoderó de mí. Deje de mirarlos y cuando vinieron, traté de disimular la molestia bajo una sonrisa forzada, que siguió en mi rostro por toda la noche. No sé en qué momento acepté llevarlas a su casa, ni siquiera las lleve a su casa, fuimos a cenar con las dos chicas.

Forcé la sonrisa al compartir mesa con Carla y Gavi, ella con una sonrisita que no entendía y el cruzado de brazos a punto de hacer un berrinche y lo hizo al largarse, Carla lo siguió y yo me quedé a solas con Ester, así me volvió a decir que se llamaba.

Me coqueteo muy descarado.

En el coche sus ojos azules me desnudaban. No apartó su mirada de mí, era su manera de decirme muchas cosas. No encendí el auto, le sostenía la mirada y hasta que ella la bajó hacia mis labios, relamió los suyos y me incitó a darle una ojeada a su cuerpo. No estaba ciego, Ester estaba muy buena y ella lo sabía, sonrío coqueta, no despegaba su mirada de mí y era tan segura de sí misma que metió sus manos por debajo de su vestido y se bajo la tanga de hilo negro que llevaba.

—¿Un polvo?

Le di una mirada y me fui acercando a ella, quien empezó a alzarse el vestido. Abrí la guantera y metí mi mano para sacar condones, no encontré lo que me resultó raro porque hace unos días compré unas cajas.

—No tengo condones.

Ester me sonrió y con sus dos manos empezó a empujarme, de una manera sexy que me dejó muy mal. Se subió encima de mi regazo, sus manos iban bajando mis pantalones, mientras que su boca besaba mi cuello hasta detenerse en mi oreja y susurrar:

—No me importa si te corres fuera o si quieres lo puedes hacer dentro, yo puedo tomar una píldora.

Estaba demasiado cachondo para decirle que no, pensaba con la polla y le daría una respuesta agarrándola de las carreras, pero la sensatez vino como una ráfaga de aire y la rechace de la mejor manera.

Ester me besó y me dio las impresiones de que era la clase de chica que nunca era rechazada, que no aceptaba un no como respuesta, me volvió a besar mientras su mano empezaba a masturbarme.

—Pronto caerás, cariño.







4 de abril, 2022

Una maldita carta. Seguía teniendo una carta, Gavi ni siquiera me dio tiempo de decirle que ya no seguiría en su juego de ir a dejar cartas. Que no sería su cómplice, que no dejaría que ilusione a Val y se ande follado a su amiga.

—Hola, ¿estuviste esperando mucho? —Carla se metió al coche y me dio esa sonrisa emocionante.

—¿Estás molesto?

Noto la seriedad de mi rostro.

—No.

—¿lo estás? ¿Hice algo malo?

Cómo si no supiera que se anda follando al novio de su mejor amiga.

—Tu sabrás.

—No, yo no sé.

Regrese a mirarla. Era tan cínica, su mirada reflejaba inocencia, pero no lo era. Porque yo lo vi con mis propios ojos.

—Déjame refrescarte la memoria.

—Adelante, ilumíname.

—Qué eres tan hipócrita al querer seguir con este jueguito de las cartas cuando tú y Gavi follan.

—¡¿Pero qué estupideces dices?!

—Yo lo vi.

—¡Pues comprate lentes! —Me miró furiosa, agarró su mochila, me arrancó la carta de las manos y se bajó del coche cerrando la puerta de un portazo—. ¡No me follé a Gavi!

——¡Mentirosa!

—No me conoces en nada —Me alzó el dedo de enmedio y parecía que ya se iba a ir, pero se detuvo para gritarme—. ¡Vete a la mierda con kanye West!

Me miró furiosa, dio media vuelta y se fue, dejándome el eco de sus palabras en mi mente.

¿Quién era Kanye West?

Habíamos estado inmersos en una discusión en plena calle poco transitada. Cualquiera que pasara se hubiese enterado por nuestros gritos.

Encendí el coche y estaba a punto de irme cuando una voz que no conocía llamó mi atención. Miré hacia la ventana y me encontré con un chico que se me hacía conocido, se estaba asomando y me miraba fijo.

Genial un fan que de seguro escucho.

—Tío, soy Bruno —se presentó moviendo su cabeza en un ademán de saludo, estaba apoyado en el marco de la ventana, sus labios estaban apretados, hasta que abrió la boca y dijo: —Escuché la conversación con Carla.

—¿La conoces?

—Sí, desde el kínder.

Mi expresión era una clara de “¿qué quieres?” Me abordaba la curiosidad y una pizca de molestia, preparado para escuchar lo que sea que tenga que decirme.

—A lo que iba —Jugó con su dedo anular—. No creo que Carla se haya liado con Gavi

—Yo los vi.

Enarcó una ceja.

—En pleno acto o solo ataste puntos.

Él en bóxer, ella solo con una toalla, en una habitación, solos y con la famita de Gavi. Era mucho que pensar, además ¿Qué hacía ella a tempranas horas del día en la habitación de él?

—No tienes ni puta idea —vaciló Bruno—. Escucha. Valeria dejó el equipo de voleibol hace unos meses, Carla es la sub capitana y ¿crees que ella aceptó ser capitana del equipo? No lo acepto por Valeria, Carla nunca se metería con el ex de su amiga.

Me quedé mudo.

—Piénsalo, tío —Retrocedió un paso y dejó de apoyarse en la ventana, vi que era demasiado larguirucho —¿Oye te molesta una selfie?

—Venga.

Me quedé con la duda y el único que podía resolverla era Gavi. Conduje hacia La Masía, concentrado en la carretera, pero también pensando en lo molesta que se veía Carla y en lo que me dijo Bruno ¿y si era verdad? Algo que si era verdad era que ella tenía razón, yo no la conocía en nada.

Llegué a La Masía y no encontré a Gavi jugando con los chavales, lo busqué hasta que uno de sus amigos me dijo que estaba en el gimnasio. Fui hacia allá y justo cuando iba a entrar, Gavi salía, sudado. Me miró con los ojos entrecerrados mientras se limpiaba el sudor con una toalla.

—¿Se te pasó el berrinche? —preguntó como si él no fuera el que se fue del restaurante solo porque no soporto que llevará a Ester.

Planteé mi pregunta de lo que diría, pero al momento de abrir mi boca, pregunté lo que quería saber.

—¿Te follaste a Carla?

Gavi estalló en risas. Volví a preguntarle otra vez.

—Bro, claro que no. O sea no, que asco es como mi hermanita chiquita.

Respiré tranquilo, mis pulmones se llenaron de aire y alivio.

—¿Por qué lo preguntas? —Pasó un brazo por mis hombros —¿Estás celoso, Pepi?

¿Celoso? ¿Yo?

—No, es solo que lo pensé y no me parecía justo que le vieran la cara de estúpida a Valeria.

—Eh, que conste que no es verdad —aclaró—. Nunca me metería con una amiga de Val, uno, la única que me cae es Carla, las otras dos son medusa y su serpiente, y por cierto, deberías agradecerme.

Enarque una ceja.

—¿Por qué?

—Porque te salve de que follaras con medusa.

Ester, el coche, los besos, las ganas y no había condón.

—Te robé los condones, de nada.

—Gilipollas —Le di una colleja.

—Auch, lo dejaré de lado y dime que no follaste con ella sin condón, por favor.

—No te lo diré.

—Sé que Ester puede ser muy sexy y está muy buena, y que es tu tipo de una noche, pero dime que no tendrás mini medusas con ella.

—No.

—Joder, porque si es así, ni me pidas ser el padrino, porque no lo seré.

—No te lo iba a pedir.

Rodó los ojos y caminamos hacia los dormitorios.

—¿Sabes?

—Qué debo de saber.

—Deberías conseguirte una novia.

—No, gracias.

—Deberías, es lindo y aunque no lo creas y seguramente te rías de mí por lo que te voy a decir, pero cuando encuentras a una tía que te ame y te apoyé, es como si ganarás una puta Champions.

—Nunca has ganado una Champions, Gavi.

—Pero si a mi Val.

—Sigues soñando que te casarás con ella.

—Ya tengo el anillo, pero ella me ignora, pero no me preocupo porque sé que tarde o temprano lo haremos.

—¿No crees que eres demasiado joven?

—Ese es el punto de estar perdidamente enamorado, la he conocido 20 segundos y se sienten como 20 años.

¿Quién diría que habría un romántico detrás de esa fachada de cara de culo?

—Y no me cambies de tema, regresemos a que debes buscarte novia.

—Es aburrido follar con solo una tía.

—Créeme que no es para nada aburrido, te apuesto a que te enamoras y querrás follar con esa tía a cada puta hora, y no es solo follar, es diferente, lo entenderás cuando te enamores…

—No pasará, nunca.

Rodó los ojos.

—Bueno, entonces seguirás llevando a tías a hoteles.

—Tengo 19, puedo y quiero.

—Saldrás en páginas de chismes.

—Siempre salimos en páginas de chismes, además todavía no se dan cuenta de las reservaciones de hoteles —reí en lo último. 

—Ya te saldrá una chismosa, busca fama.

Y ese era el punto, no buscaba algo serio porque tal vez solo me querían por la fama.

—Deberías pensar en Carla.

—Bro, tiene 17.

—Son dos años nada más, piénsalo es linda, divertida.

—Tiene 17.

—Problemas menores. Liátela.

—¿Por una noche?

Me tiro una colleja y dolió.

—No y ni se te ocurra, si la haces llorar y Valeria se entera, ella te mata y no va a querer verme nunca más. Así que ni se te ocurra, hacerla llorar.

—Ni siquiera me iba a liar con ella, es mona. Pero no es mi tipo, la veo como una amiga y de seguro me odia.

—Gilipollas ¿Qué le hiciste?

—Le dije que dejara de ser cínica e hipócrita, porque pensaba que se había follado contigo y me mandó a la mierda con un tal kany Wast.

—Uh hermano, estás en graves problemas.

—Le pediré disculpas.

—No bastará, te ignorará.

Podría valerme igual, pero todo había sido un malentendido. La llamé hipócrita y cínica, la traté de una mala amiga, cuando era todo lo contrario. Era mi error y debía disculparme, para que al menos, cuando coincidamos no haya una pizca de odio en su mirada y nada de incomodidad en la mía.

—Por suerte la conozco, llevale un helado y dile que eres igual de gilipollas que Kanye West y Jake.

¿Quiénes?

—¿Cómo sabes eso?

—Porque cuando quieres conquistar a una chica, primero debes de conquistar a la mejor amiga, duh.












Fui por el helado. Fui por unos tulipanes (que según Gavi eran sus flores favoritas) y también pase por un…

—¿Eso es un pez dorado?

Los ojotes verdes de Carla miraron con cierta emoción la pecera que llevaba en mis manos. Pensé que me perdonaría, pero todo cambió cuando me miró con recelo. Se cruzó de brazos.

—¿Crees que me puedes comprar con esto?

Sí.

—El único que puede comprarme es mi papá con un bolso Gucci y un viaje a Mónaco.

Hizo el ademán de cerrarme la puerta en la cara, pero fui más rápido al poner mi mano y decir.

—Soy gilipollas igual que Kanye west y Jake.

Siguió mirándome con enfado.

—Vete a la mierda con ellos.

—Perdón, Carla. No era mi intención…

—Pero lo hiciste.

—Perdón.

—Que te perdone diosito.

Cerró la puerta y escuché cómo le echó cerrojo. Toque la puerta y dije:

—Perdón ¿Vale? Fui un gilipollas y tenías razón cuando dijiste que no te conocía, no te conozco, pero solo si tú quieres te puedo conocer.

El cerrojo siendo sacado se escuchó, al igual que la puerta. Carla se asomó y ya no tenía esa expresión enojada.

—¿De verdad?

—Porque mentiría.

Me dejó pasar y miro con entusiasmo las flores.

—Son mis preferidas.

—Para ti.

Al igual que el helado y aquel pez dorado que pusimos en su habitación. Carla lo miraba muy pegada a la pecera, decía lo lindo que era, que lo cuidaría mucho y que se llamaría “Tay”.

—Te acordaste.

Claro que me acordé, si cuando vine de camino a su casa, fui a una veterinaria a adoptar un pez dorado, comprarle comida y una pecera.

La rubia lo acomodo todo, le hizo un pequeño hogar a su pez en una de sus repisas, las flores la puso en un florero en su mesa de noche y al terminar, volteó a verme. Sonrió linda y estiró su mano hacia mí.

—Empezamos de cero. Me llamo Carla Elizabeth Nunier Ortiz, un gusto.

Quise reírme por lo tan formal que fue, pero ella entrecerró los ojos, advirtiéndome. Le di mi mano y pude notar lo suave que era su piel.

—Pedri… Pedri González López, no tengo un segundo nombre, Carla Elizabeth Nunier Ortiz.

Mientras nos estrechamos las manos y compartimos sonrisas, noté que ella desviaba sutilmente la atención y tomándome por sorpresa, besaba mi mejilla. Mi sorpresa se reflejó en mi rostro, pero traté de disimularlo con una sonrisa, como muestra espontánea de cariño.

Fue un beso de amigos ¿verdad?

Ella me veía como un amigo, un sentimiento fraternal. Aunque su gesto me pareció encantador, me convencí a mí mismo que era un gesto inocente. La imagen de ella como una hermana pequeña poseyó mi mente.

Era una amiga.

Los amigos también se besaban en la mejilla.





























Xoxo. Hola pequeñas swities ¿me extrañaron?

Les dejo el primer capítulo del maratón, para que se entretengan mientras esperen a las 12 🥰

Wattpad es una comunidad diversa, personas de varios países y culturas. Cuéntenme un poco de sus tradiciones navideñas, yo les cuento que acá mi familia espera hasta la media noche para cenar 🥺 y ya tengo hambre 😩.

Cuéntenme que les pareció el capítulo, lxs leo y no se olviden de votar

Maratón 1/2

Capítulo publicado el 24 de diciembre del 2023🎄✨️

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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