37: Querido...
26 de septiembre, 2022
El asunto se había puesto borroso a causa de las lágrimas que nublaron mi vista. En un resumen, que no dejaba de reproducirse en mi mente como all too well de Taylor Swift, discutimos, me abrazó, me aparté y los gritos junto con las lágrimas salieron, exploté y, eso que no le dije todo lo que sentía, fui algo breve y precisa. Pero tenía tanto que decirle; si le contaba a Taylor Swit, ganaría un nuevo Grammy a mejor álbum.
Curioso, Pedri y yo podíamos sonar como una canción de amor de Taylor Swift; pero también como una de esas que te dejaban llorando. Echa un ovillo.
Lo último que supe es que me quedé dormida siendo abrazada por Valeria y, al día siguiente, me quise ir lo más rápido a casa. No regresé a mirarlo, simplemente pasé de largo, algo avergonzada y decepcionada.
—No quiero ir a mi casa —confesé en un susurro, al borde del llanto. Tan solo abría la boca y ya estaba llorando—. ¿Crees que pueda quedarme contigo?
—Eso no se pregunta, Tay.
Apoyé mi cabeza en el hombro y cerré los ojos, deseando que todo fuera una pesadilla.
No quería ir a casa y verme con mis padres; sabía que a estas horas debían de estar desayunando afuera, por lo que aproveché y fui para dejar mi maleta y hacer una nueva con cosas básicas para quedarme con Val por un par de días.
Ni siquiera me fijé en lo que llevar, solo tiré varias pijamas y alguna muda. Miré a mi habitación y el recuerdo de Pedri estaba pegado en cada pared, en cada centímetro de mis sábanas, en el olor de mi perfume, en el labial rojo que solía usar y en cada maldita y hermosa canción de Taylor Swift.
Las lágrimas regresaron y más al ver una caja en mi cama. Me acerqué a lentos pasos, sin querer llegar, pero a la vez ansiosa por haber lo que traía. ¿Qué sería?
Tenía una nota y al leer, supe de quién se trataba.
"No hay nadie en este mundo a quien le quede perfecto este vestido".
Abrí la caja y me encontré con el vestido que utilicé en el desfile. Se suponía que tenían que venderlo para la recaudación de fondos. ¿Qué hacía en una caja con un hermoso moño? ¿Y por qué estaba en mi cama?
No era de ser una mente maestra para saber de quién se trataba, y menos viendo esa caligrafía. Pedri lo había comprado. Lo había comprado para mí.
Pasé mis manos por la suave tela y recordé cómo lo miré, cómo me miraba, como sus labios eran míos. Como todo estaba mal; pero estaba bien, porque lo tenía a él. Cerré la caja y volví a llorar, porque lo recordaba todo muy bien.
Demasiado bien.
Y yo no merecía eso ¿verdad?
Lo quería, de verdad lo quería y estaba dispuesta a darlo todo por él sin importar el qué, pero ese "todo" había explotado y en parte había sido mi culpa, pero no había sido solo por mí.
Cerré la caja y volví a llorar, esta vez silenciosamente, queriendo ocultar mi llanto de una inmensa casa que se tragaba mis gritos. De repente, escuché la puerta abrirse suavemente. Levanté la mirada y vi a Valeria, parada en el umbral. Su expresión preocupada se suavizó al verme, y sin decir una palabra, se acercó y se sentó a mi lado. Me rodeó con un brazo y me atrajo hacia ella en un abrazo cálido y reconfortante, algo que en verdad necesitaba.
—Todo estará bien —dijo en voz baja, acariciándome el cabello—. Estoy aquí contigo.
Lloré abrazándola por unos largos minutos. No le había contado nada, pero sospechaba que ella ya lo sabía.
Fuimos a su casa en silencio y quise ahogarme en una botella de licor. La cual Valeria me quitó.
—Es mejor hablar.
—Quiero que mi garganta queme por alcohol, no por llanto a causa de una estupidez.
No podía dejar de pensar en la discusión que habíamos tenido. Las palabras duras, los reproches, su mirada hiriente, el abrazo que me dio y como yo me aparté, porque no podía seguir perdida en un juramento, cuando para él solo era un secreto.
You kept me like a secret, but I kept you like an oath.
—Ahogarte en alcohol no solucionará tu problema, créeme.
—Entonces, ¿qué se supone que haga? —pregunté queriendo una respuesta en ese mismo momento, porque lo que sentía era insoportable. No parecía yo, solo era mi cuerpo sin vida y Valeria me estaba arrastrando para que reaccionara.
Valeria suspiró y me guió para sentarnos juntas en la cama, colocando una mano suave pero firme sobre la mía.
—Habla conmigo. Llora si lo necesitas, pero no te destruyas.
—Me gusta el alcohol —murmuré queriendo atrapar la botella.
—Pero no de esta manera. Tú no eres así —susurró—. Cuéntamelo.
Sentí un nudo en la garganta y los ojos comenzaron a picarme (otra vez). Me dolía todo. Cada palabra, cada recuerdo de la discusión, se repetía en mi mente como una canción de desamor de Taylor Swift, y aunque eran bellas, dolían.
—No sé por dónde empezar —dije en un susurro.
—Empieza por lo que sientes ahora —sugirió Valeria—. Todo lo que estás guardando, déjalo salir.
Me quedé en silencio por un momento, respirando hondo, tratando de encontrar las palabras. Finalmente, dejé salir un sollozo que había estado conteniendo; tenía tanto que decirle, tanto que había ocultado y, por más que me sintiera traicionada, lo único que pude decirle fue:
—Yo le quiero, le quiero mucho, Val.
Valeria me abrazó, mientras yo era un mar de lágrimas; pensando que todo era mi culpa. Solo por una foto.
—No soy la fan número uno de Pedri, pero... Y sí hablas con él.
—Me da vergüenza y quiero golpearlo por... por ser un estúpido, pero también yo soy la estúpida tonta. Lo eché a perder, Val —lloriqueé, ahogándome en culpas y lágrimas.
Me llamó inmadura, era verdad. No debí de publicar esa foto; no debí dejarme llevar por los celos de una niña inmadura y caprichosa. Se lo conté entre sollozos a Val. Ella siguió abrazándome y sobándome del pelo, como si fuera su hermana chiquita, mientras le contaba todo lo que sentía.
—No pienses lo peor... No sobrepienses, es lo peor.
—Estoy segura que teniendo en cuenta el historial de Pedri, tú también pensarías que no quiere nada serio conmigo, pero entonces porque se comparta de una manera diferente cuando estamos solos... Yo... no sé qué pensar
Hice una pausa, buscando en los ojos de mi amiga algún atisbo de certeza, una respuesta que yo no podía encontrar. Sentía que me perdía en sus palabras, en los gestos de Pedri que me decían una cosa y sus acciones que, al mismo tiempo, sugerían otra. Era como si jugara a un juego en el que no sabía las reglas, pero estaba demasiado involucrada para detenerme.
Valeria acarició mi labio inferior y me dio una mirada de paciencia.
—Cariño, no sé del todo qué pasó entre ustedes, ni su historia.
—Es muy larga...
Y en este momento me dolería contarla; prefería morir y nunca conocer a Taylor.
—Pero... —continuó ella—. Si hablas con él y aclaran las cosas, si son sinceros, quizá puedan arreglarlo. Hiciste mal en publicar esa foto y lo sabes. Es por eso que la borraste. Habla con él; si en verdad se quieren, se entenderán; recuerda, siempre ten presente que eres un sol.
Limpié mis lágrimas.
—¿Tú crees que quiera hablar conmigo?
—La comunicación es fundamental, tú irás y hablarás, si él no te quiere escuchar, pues yo misma abriré esa botella de licor contigo.
Vi su mirada secuaz y supe que pase lo que pase, tendría un hombro en el cual llorar y reírme.
—Lo haré.
Limpié mis lágrimas y sorbí mis mocos. Me puse de pie. Alcé la mirada y me vi en el espejo, ojos hinchados y rojizos, reflejo de haber llorado toda la noche y parte de lo que iba del día.
—Debo de ir ya.
Corrí por la pequeña habitación buscando las palabras que le diría o lo que haría; corrí y corrí, hasta que Valeria me atrapó en sus brazos.
—Respira.
—Estoy respirando, pero dejaré de hacerlo si no voy a arreglar las cosas con él.
—Vale. Pablo me ha dicho que irían al Gym. Deben de seguir ahí —me informó—. Porque no...
Tocaron la puerta y Margarita, su yaya de cariño, se dejó ver con la bella sonrisa que la caracterizaba.
Verla me dio una gran idea.
—¿Podemos hacer galletas?
Galletas de disculpas, junto a pulseras con cuencas que Margarita guardaba en unas latas antiguas de galletas, que no tenían para nada galletas.
Esta vez yo misma hice las galletas, con ayuda de Val y Margarita. Los brazaletes quedaron bien y uno tenía la letra "P", el otro la "C". Llevaríamos nuestras iniciales, volveríamos a lo de antes y ya no sería tan difícil. Porque llegaríamos a un acuerdo.
De los errores se aprende.
—¿Estoy linda? —le pregunté a Val. Debía de comprobarlo antes de ir a hablar con Pedri.
—Muy linda.
—¿Parece que he llorado?
—Has llorado.
—Lo sé, pero ¿me veo una linda post-lloradera o me veo como alguien que lloró y necesita sumergir la cara en hielo?
—Te ves bien, ahora anda y habla con él.
Me dio los ánimos suficientes y decidida empecé a caminar hacia la puerta. Antes de salir volví hacia ella y como si Valeria leyera el futuro, le pregunté:
—¿Crees que se resolverá?
—Tal vez... —Negó sus palabras—. Se resolverá, ya lo verás.
Confiada y con los detalles que llevaba en son de paz y para poder hablar, salí de la casa con todas las confianzas del mundo. Imaginándome lo mejor, que en unas horas estaríamos abrazados, besándonos.
Tome un taxi y en todo el camino me imagine la escena. Tocó la puerta y él la abre; veo su mirada dura que poco a poco se suaviza al verme.
—Lo siento —dije sincera.
—Yo lo siento más —dijo, y el hilo invisible brillaba. Lo podía ver.
Claro que no éramos tal vez.
Me dejó pasar y nos sentamos en uno de los muebles de afuera, teniendo una vista del jardín y del día que ya se estaba desvaneciendo.
Charlamos y me di cuenta que la clave de una relación era la comunicación. Hablar, hablar y llenarnos de sinceridad. Me contó lo que le molestaba y yo le conté lo que me molestaba. Buscando la manera de solucionar lo que no nos gustaba y sellando la promesa con un beso al encontrar una solución.
Imaginándome.
Fue lo que me imaginé en todo el trayecto: del taxi a la puerta de su casa y me topé con Gavi, quien me dejó pasar y se despidió de mí, diciéndome que Pedri estaba en el jardín.
A medida que avanzaba lo que me imaginé, se iba volviendo realidad... Mi corazón latía demasiado fuerte al recorrer la casa.
Se me hacía raro estar en su casa, cuando aún no era media noche y no entraba a hurtadillas.
Al llegar al jardín, lo vi de espaldas, conversando con su hermano Fer. Ver a Pedri hizo que mi corazón latiera más rápido y una sonrisa apareciera. Sentí un alivio de inmediato, todo se solucionaría al hablar.
Estaba a punto de llamarlo, pero escuché mi nombre. Estaban hablando de mí.
—... Y entonces, ¿qué lío tienes con Carla? —preguntó Fer, con curiosidad evidente.
Me escondí detrás de una columna, sin querer ser chismosa pero sintiendo la necesidad de escuchar. Había algo en el tono de la conversación que me inquietaba.
—Nada, no tengo ningún lío con ella.
—Vamos, Pedri, no me mientas —dijo, insistiendo—. Todos esos rumores que están por internet, además he visto cómo la miras.
Pedri suspiró, y pude ver cómo se pasaba una mano por el cabello, un gesto nervioso. Le iba a decir la verdad, le iba a decir que estábamos saliendo. ¡Le iba a decir la verdad!
—Nos liamos un par de veces, pero no es nada serio —dijo finalmente, derribando mi ilusión.
—¿Un par de veces? ¿Me estás mintiendo? —insistió Fer.
—Ya pareces Gavi, joder —respondió Pedri, visiblemente irritado—. Vale, sí hemos estado follando. Pero solo es eso, follar —agregó con un tono definitivo y empezó a llover, una fría tormenta que llegó sin aviso a mi mundo de amores.
Las palabras resonaron en mis oídos, cada una como un golpe al corazón. Sentí cómo el nudo en mi estómago se hacía más fuerte, casi insoportable. ¿Cómo podía decir eso? Me había hecho creer que éramos más que eso, que lo que teníamos era especial.
Sus besos, sus palabras, los momentos, el vestido... Yo... Yo creía...
—¿Y el de la foto? ¿Eres tú?
—Inventos.
—Menudas gilipolleces que se inventan.
Ambos se rieron. La risa de Pedri se escuchaba como un eco en mi cabeza, martillando y destrozando todos aquellos recuerdos en donde su risa estaba presente.
—Entonces ¿todo en orden, hermanito?
Necesitaba irme, pero era incapaz de moverme. La visión se nubló con lágrimas mientras seguía escuchando. Se escuchaba lejano, pero sus voces martillaban mi cabeza.
—No tengo nada serio y tampoco lo quiero. Carla es solo... Es solo una distracción. Folla bien. Pero eso es todo, no hay nada más. No pienso en ella cuando no estamos juntos. Es caprichosa e inmadura. No tardará mucho en...
No quería escuchar nada más. Me obligué a dar media vuelta y empecé a alejarme sin hacer ruido. No quería que se diera cuenta que lo había escuchado todo y a la vez quería tirarle una piedra para que sintiera el dolor que me estaba haciendo sentir.
Querido Pedri, lo escuché todo.
Con el corazón roto y las lágrimas cayendo silenciosamente por mis mejillas, salí de la casa sin mirar atrás. El dolor pesaba y sus palabras seguían hiriendo por cada paso que daba.
Estaba lo suficiente lejos cuando me di cuenta que aún en mis manos llevaba la sorpresa que había preparado para él. Ya no tenía sentido, aquella esperanza de arreglarnos se había desvanecido por completo.
Tiré las galletas y las pulseras al tacho de basura más cercano y, aun ciega por las lágrimas, detuve un taxi y le pedí que me llevara muy lejos de ahí. Le di la dirección de la nueva casa de Val.
En todo el recorrido seguí pensando en Pedri, y aquella imagen que tenía de él se iba deformando por cada una de sus palabras...
Me di cuenta de que, para Pedri, yo no significaba lo que él significaba para mí. Cada palabra suya confirmaba que solo me veía como una aventura pasajera, algo sin importancia. Para él era la niña inmadura y caprichosa con la que se echaba buenos polvos.
Debí de haberme dado cuenta, lo conocí así y siempre fue así; ¿por qué pensé que iba a cambiar por mí?
Todo pasó como en una película, donde yo era la idiota enamorada que le regalaba anillos de papel; buscando una hermosa historia de amor, queriendo vivir la más hermosa declaración, pero nunca tuve eso; a decir verdad, nunca tuve claro lo que fuimos y la mayor verdad de todas es que él nunca me dijo que me quería.
Nunca me dijo que me quería, nunca.
¿Por qué me lo hizo creer?
Todo tenía sentido; el porqué quería todo privado, porque no quería que se lo dijéramos a nuestra familia o amigos. Yo no era su relación privada. Era su puto secreto. En verdad lo era.
Solo sexo, y en parte también era mi culpa; yo lo permití, quería tenerlo a él y creer que éramos el uno para el otro, que teníamos algo serio y privado. Pero no era así.
Y mientras para mí él lo significaba todo, yo solo era un pasatiempo a medianoche.
Sentía una mezcla de vergüenza, tristeza y rabia.
Vergüenza por todo lo que hice y dije, todas las mentiras y acciones; tristeza por lo ilusa que fui y ahora me estaba ahogando en mis propias lágrimas; y rabia porque fui el juguete que un gilipollas rompió.
Necesitaba un abrazo, de mamá, de papá, aunque ellos me juzgarían. No sabía su reacción y tampoco quería descubrirla. En ese momento, lo último que me faltaba era un sermón.
Llegué a mi destino. Limpié mis lágrimas y le pagué al taxista por su servicio. A pasos lentos y anclados al piso por el peso del dolor, caminé hasta llegar a la puerta. Toqué y toqué, pero nadie me abría.
Desesperada por encontrar consuelo, me dirigí a la puerta trasera. Antes de entrar, vi a Valeria y Margarita en la cocina, riendo y horneando juntas. Era una escena tan bonita, llena de calidez y amor, que no quise interrumpirla con mis llantos y tristeza.
Me apoyé en la pared por un momento, intentando decidir qué hacer. No podía arruinar ese momento con mis lágrimas.
Me alejé de la casa, con el corazón aún destrozado en el pecho. Caminé sin rumbo fijo, dejando que mis pies me llevaran. Necesitaba un lugar tranquilo donde pudiera dejar salir todas mis emociones sin sentirme juzgada.
Finalmente, la imagen de alguien consolándome, llegó a mi mente. Lamentablemente estaba demasiado lejos para tener un abrazo de ella y a la vez cerca, pero no tendría un abrazo.
Volví a tomar un taxi y llegué al destino que necesitaba. Los árboles altos y el césped bien cuidado creaban una atmósfera de paz y serenidad. Los panteones majestuosos, con sus estructuras de piedra y mármol, parecían monumentos eternos en medio de la naturaleza.
Caminé lentamente por los senderos, sintiendo cómo la calma del lugar comenzaba a calmar mi mente inquieta. Los árboles ofrecían una sombra refrescante, y el susurro del viento entre las hojas me proporcionaba una compañía silenciosa. Llegué al panteón de un ser querido.
A mi alrededor había flores frescas y arbustos bien podados. Me arrodillé frente a la puerta de hierro forjado y apoyé mi mano en la fría piedra, sintiendo la conexión con alguien que era mi amiga.
—Me enamoré —susurré, mientras las lágrimas volvían a mis ojos—. Pensé que Pedri sentía lo mismo que yo, pero todo ha sido una mentira. Todo lo que hice, Mar, todo lo que me hizo, me siento usada y tirada, soy una estúpida. A diferencia de Valeria, tú sí me darías una botella de licor ¿verdad?
La brisa acariciaba mi rostro mientras hablaba, y por un momento, sentí como si mi Martina estuviera allí, escuchándome. Le conté todo, desde que le conocí, las cartas, cada vez que me llamaba amiga, cuando lo besé, nuestra primera vez y todos esos secretos de medianoche.
Me liberé un poco y deseé un abrazo.
Mientras seguía contándole todas mis penas, mis ojos se fijaron en algo que no había notado antes: un par de vasos de café, uno vacío y otro lleno, y una botella de alcohol medio llena. Fruncí el ceño, sintiendo una mezcla de sorpresa y desconcierto. ¿Quién habría dejado eso aquí?
Una idea se formó en mi mente, tan tentadora como peligrosa. Tal vez esto era una indirecta, una señal de que había una manera de ahogar mis penas, al menos por un rato.
—Gracias.
Me levanté, y me despedí con varios besos volados y el rastro de lágrimas.
Saqué mi móvil y busqué a quien escribirle.
Descarté a varias personas y encontré el chat de alguien con quien no hablaba.
Me:
Hola
¿Dónde estás?
Ester:
Madrid
Sacar un boleto a Madrid y llegar en la noche, encontrarme con una amiga a la cual no veía, me trajo recuerdos de cuando era una jovencita que salía de fiestas con sus amigas y se divertían hasta terminar con resaca, tiradas en la cama con ropa de fiesta aún puesta.
Nos encontramos en un bar en el centro de la ciudad. Las luces tenues y el murmullo de la gente creaban una atmósfera divertida a nuestro alrededor.
Me pregunté si había una buena idea escribirle, si bien era cierto que ya no eramos las mejores amigas, pero también era verdad que no tenía muchas amigas y Ester me contestó el mensaje, fue a verme al aeropuerto y me llevó a su apartamento, donde me prestó un lindo vestido.
El momento era incómodo; estábamos en una de las barras, bebiendo de nuestros tragos y escuchando la música de fondo.
—Pensé que nunca más me escribirías.
—¿Por qué lo pensaste? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Era demasiado obvia.
—Porque no era la mejor amiga que digamos.
—Y aun así, me contestaste.
—Me sorprendió.
—¿Cómo estás?
Me contó de su vida, que había estado viajando, que iba a terapia y se había dado cuenta de bastantes cosas, la número uno, todos los errores que cometió. Lo importante es que la veía feliz, lejos de su familia y siendo ella misma.
Después de ponernos al día sobre nuestras vidas actuales, le conté sobre Val y Gavi (su secretillo) y también sobre mí, omitiendo ciertas partes. Ester dejó escapar un suspiro y miró su copa con expresión reflexiva.
—¿Siento que me estás ocultando algo?
—¿Yo?
—Aunque en los últimos años he sido una completa perra, te conozco desde que tengo pañales. A todas, sé cuando Pau miente; no deja de tocarse el pelo, Valeria no puede mirarte a los ojos y tú no dejas de hablar —Cerré mi boca de inmediato al escucharla y ella continuó—. Me has estado hablando 30 minutos de lo felices que están Valeria y Gavi, y los últimos minutos poniéndome al día de todo lo que pasa en Barcelona.
—Me alegro por ellos.
—Y me dirás que de la nada has venido hasta la capital para querer tomarte unas copas conmigo.
—Te extrañaba.
Ester negó, riéndose y jugando con su copa.
—Yo no soy tu favorita. ¿Por qué has venido?
—Yo...
Empecé a divagar, hablándole de cualquier cosa que pasaba por mi mente, tratando de mantener en lo más al fondo de mí el nombre de Pedri.
—Vi lo que dicen en Internet —mencionó cautelosa, mirándome—. Lo de Pedri... —Mi rostro tuvo que decirle todo cuando ella mencionó su nombre, ya que dijo—. Es él, ¿verdad?
Y aunque traté de negarlo y ahogar mi pena con alcohol, la garganta ya me ardía por las palabras que salían de mi boca, contándoselo todo a Ester.
—Sé que las cosas no son fáciles cuando te enamoras de la persona equivocada —dijo, tomándome de la mano—. Sé lo doloroso que es...
—¿Y cómo lidias con eso?
Ester sonrió ladeada y diablilla. Esa sonrisa que me daba miedo.
—Un clavo saca a otro clavo.
Miró a su alrededor, en busca de su siguiente presa.
—Lo primordial es saber si está soltero o que no tenga ni una atadura. Cometí muchos errores y fui demasiado bruja. Intento ser mejor y es una buena idea no meterse en una relación.
Me sorprendían sus palabras y también me alegraba saber que lo estaba intentando.
—Ese rubio de allá no lleva anillo, no se le ve preocupado ni bebé como si quisiera ahorrarse las penas —dije mirando al hombre; era apuesto.
—Tan observadora —Ester chocó su copa con la mía, y ambas bebimos—. Y nos está mirando. Debemos de ir.
—Pero...
¿Coquetear con otro hombre? No estaba segura de ello; apenas si podía hablar sin llorar.
—Venga, tía.
Ester bebió toda su copa y se puso de pie, jalándome con ella hacia un hombre que nos recibió con una sonrisa igual de coqueta.
—Hola, chicas —dijo él, con una voz suave y segura.
—Hola —respondió Ester con un tono juguetón—. Soy Ester, y esta es mi amiga Carla.
—Encantado, soy David —respondió el hombre, mirándonos a ambas, pero con una chispa especial en los ojos cuando miraba a Ester.
Intenté sonreír y seguir la conversación, pero mi corazón seguía pesado. Mientras charlábamos, no pude evitar notar las miradas que se intercambiaban Ester y David. El coqueteo entre ellos se hizo más evidente con cada minuto que pasaba. Reían, se inclinaban el uno hacia el otro, y yo me sentía como una tercera rueda.
Finalmente, tomé una decisión. Necesitaba aire, necesitaba estar sola. Me excusé diciendo que iba al tocador, cuando en realidad me fui del bar.
Los pies me dolían y me senté en la acera, dejando que el aire fresco de la noche calmara mis pensamientos. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Valeria, asegurándole que estaba bien.
Mientras esperaba una respuesta, mi móvil comenzó a sonar. Miré la pantalla y sentí que la rabia y las ganas de llorar volvían con fuerza. Era Pedri. Ignoré la llamada.
De repente, una idea cruzó mi mente. Quería vengarme de alguna manera, aunque fuera pequeña. Sabía que no podía devolverle el dolor que me había causado, pero podía hacer algo para sentirme un poco más fuerte.
Le envié un mensaje:
Te la dedico 💜🖕
https://youtu.be/N-FYySSy0rM?si=eLC1RVhHOh0gMwjG
Y como cereza del pastel, entre en mis redes sociales, ignorando los miles de notificaciones y haciendo uso de toda mi razón, volví a publicar la misma foto que me hizo tropezar. ¡Qué se joda! Podía irse a la misma mierda.
Pedri
Siguiendo
Dejar de seguir
Eliminar de seguidores
Algo inmaduro quizá, pero bueno, él no dejaba de repetir lo inmadura que era. Solo estaba haciendo lo que era para él.
También le dejé otro mensaje, corto y claro: No vuelvas a llamarme.
Le di a enviar y escuché detrás de mí una voz que conocía.
—¿Carla?
Xoxo. Holii 🙂
Jssjjsjs
Ese Pedri la acaba de cagar más 🫠
Pobre Carla, sus ilusiones fueron destrozadas. Necesita un abrazo y un consuelo.
¿A quién creen que sea el que la llama al final del capítulo? Teorías
Con respecto a lo de Pedri ¿Qué piensan sobre eso? ¿Por qué dijo eso?
Pedri hace unas acciones que lo hacen ver fatal, recuerden que este capítulo es desde la perspectiva de Carla y bueno hay una perspectiva de Pedri
¿Qué canción le mando Carla? 🤔👀
Bueno leo sus teorías y por favor no se olviden de votar. No estoy pidiendo votos, pero realmente me hacen sentir fatal al ver que no votan comparando las leídas y los votos de los anteriores capítulos. Literalmente hemos llegado a 1000 votos y en estos últimos capítulos que estoy actualizando 2 veces por semana no pasan ni de los 600
O sea 🥲🫠
Se vota en la estrellita 🌟
No lleva ni un segundo votar
En instagram dejaré una caja de preguntas para sus teorías o alguna duda que tengan. Vayan a interactuar y a conversar un rato entre comadres
😁😅🥰
Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12
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