36: Lo recuerdo muy bien

Para más experiencia reproduzcan en bucle
all too well taylor swift 10 minute version



































22 de septiembre, 2022

Llegué a Barcelona y Valeria me escribió para ir de compras. Obviamente acepté y fui a verla. Como en los viejos tiempos nos perdimos entre tiendas, la ayudé a escoger algunos atuendos y trajes de baño. Me había contado que se iría un finde con Gavi a Mónaco. Que envidia.

—Deberías venir tú también.

En otra oportunidad había aceptado sin pensarlo. No me importaba ser la hija de mis padres adoptivos e interrumpir su cita. Pero yo tenía mi propia historia y me sentía como la protagonista, no como la tercera rueda que invitan por pena.

—No... disfruta tú.

—Ánimo, vamos. Será divertido —insistió mi amiga—. Le puedo decir a Gavi que invité a uno de sus amigos y así vamos los cuatro.

¿Cuatro? ¿Acaso...?

—Vale, lo pensaré. Pero primero vamos por helados.

Mientras esperaba por mi helado y aprovechando que Valeria estaba concentrada en su móvil, aproveché para escribirle a Pedri.

Me:

Estas con Gavi

¿Verdad?

Pedri:

¿Cómo lo supiste?

Me:

Estoy con Valeria
¿Gavi a ti también te está invitando a ir a Mónaco?

Pedri:

¿Te lo ha dicho Gavi?

Me:

Valeria también me ha invitado.

Pedri:

¿Iras?

Me:

Si vas tú, yo también voy.

Pedri:

Es lo que estábamos hablando.

Darnos una escapada.

Podemos ir con ellos.

Me:

¿Y si se dan cuenta?

Pedri:

¿De que?

Me:

de que estamos juntos
Duh 

Pedri:

no creo

Me:

¿No te parece raro que nos inviten?

No nos invitaron cuando se fueron a Sevilla.

Pedri:

Iban a visitar a la familia de Gavi, era algo familiar.

Me:

buen punto.

Pedri:

podemos ir. Así pasamos juntos el finde, ellos estarán distraídos pensando en ellos y además nosotros sabemos muy bien fingir a ser amigos

Me:

Vale.

Pedri:

Nos toca ser silenciosos















































💌💌💌










—Solo es un viaje de fin de semana.

—Eres alguien irresponsable —dijo papá, irritado.

No sé qué estaba pasando últimamente con papá, pero todo lo que hacía a él le parecía mal.

—Ya tengo 18.

—No pareciera que los tuvieras —bufó.

Volteé a ver a mamá para que me ayudara. Habíamos estado pasando más tiempo juntas debido al trabajo, pero quizá podía influenciar un poco.

—Cariño, Carla ha trabajado mucho estas semanas —Mamá se acercó a él y empezó a convencerlo; se había puesto de mi lado.

Miraba la escena, esperando una respuesta que no tardó en llegar.

—Está bien —dijo, dando el brazo a torcer.

—Gracias.

Y como era costumbre, cada vez que papá me cumplía lo que le pedía, corría a abrazarlo y darle muchos besos en sus mejillas. Fue lo mismo y cuando me separé, su frialdad me cayó como una tormenta.

—Ya tienes 18 y quieres ir a un viaje, supongo que cuentas con los medios para costearlo ¿verdad?

—Sí.

—Genial, porque de mí ya no vas a recibir ni un euro.

Su tono frío me causó una mala sensación, ¿donde estaba mi papá?

—Vale. Lo entiendo.

Papá se fue y me dejó a solas con mamá, quien se me acercó.

—Sigue enojado, pero ya se la pasará —Me dio unas palmaditas y acomodó mi cabello.

—¿Cuándo?

—Cuando entienda que ya no eres una niña.











💌💌💌

















23 de septiembre, 2022

Valeria me había mandado un mensaje avisando que ya estaban llegando para recogerme.

Agarré mis maletas y empecé a despedirme de mis papás. Mamá me abrazó, me dijo que me cuidara y que si necesitaba algo la llamara. Por otro lado, papá me dijo que me cuidara y se empeñó en acompañarme hasta la puerta, luego hasta el portón y finalmente a la calle.

Visualice el coche de Pedri. Se detuvo a unos metros de mí.

—Te veo el lunes.

Papá me dio una mirada que gritaba "No te vas a ningún lado" y lo entendí. Estaba esperando a que uno del coche se baje y le diga que me va a regresar sana y salva.

No entendía su paranoia. Ya había viajado sola a otro continente.

—No me avergüences, por favor.

—¿Sales con alguno de ellos dos?

—Papá, por favor, solo son amigos.

Escuché como una de las puertas del coche se abrió, miré hacia esa dirección y vi como Pedri se bajaba y caminaba hacia nosotros.

Taylor Swift, bendiceme.

—Hola, señor —saludó Pedri con una sonrisa, extendiendo la mano.

Mi papá la estrechó, pero no devolvió la sonrisa.

—Escúchame, chaval —respondió él, mirando fijamente a mi novio. —. Antes de que se vayan, me gustaría hablar contigo.

Sentí un nudo en el estómago. Había visto suficientes películas para saber exactamente qué tipo de conversación se avecinaba.

—Por supuesto, señor —dijo Pedri, manteniendo la compostura. Ni siquiera regresaba a verme.

Mi papá lo llevó a un lado, aunque aún podía escuchar cada palabra. Yo me quedé en la puerta, intentando no parecer demasiado ansiosa.

—Voy a ser claro, Pedri —comenzó mi papá—. Carla es lo más importante para nosotros. Confío en que la cuidarás y la traerás de vuelta sana y salva.

Pedri asintió solemnemente, sin perder su sonrisa.

—Lo prometo, señor Nunier —dijo con seriedad—. La cuidaré y me aseguraré de que regrese sana y salva.

Mi papá lo miró por un momento más, luego asintió, satisfecho.

—Bien —dijo—. No confío en ti, así que si le haces algo, te juro que no habrá lugar en Barcelona donde te escondas.

De reojo miré como se despidieron con estrechamiento de manos. Dejé de mirar al notar que ya estaban caminando hacia mí.

Cuando llegaron, Pedri y yo nos despedimos de mi padre y nos dirigimos al coche. Mientras nos alejábamos, no pude evitar reírme un poco. Estaba pálido.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Pedri, mirando de reojo.

—Tú y mi papá —dije—. Fue como una escena de una película. Pero manejaste todo muy bien —Alcé mi pulgar.

Pedri sonrió, y acarició fugazmente las puntas de mis dedos.

—Es parte del trato, ¿no? Además, haré lo que sea por ti, Carla —susurró para que solo yo lo escuchara.

Sentí un calor en mi pecho al escuchar sus palabras. Sabía que este fin de semana sería especial, no solo porque íbamos a un lugar nuevo, sino porque estábamos juntos y bien.

Y también rezaba para que Valeria se diera cuenta y así poder hablar con ella todo lo que estaba experimentando. Sí, Val lo descubría, no sería mi culpa. Ni estaría rompiendo ningún juramento.

Miré hacia el coche y vi como Valeria y Gavi chocaban puños, sonriendo y mirando como si todo fuera de acuerdo a su plan.

No era así, iba de acuerdo a mi plan.



























💌💌💌

























Después de un largo viaje, finalmente llegamos a Mónaco. La emoción y el cansancio se mezclaban mientras nos acercábamos a la casa donde nos hospedaríamos. Al doblar la esquina, vi la casa y mi corazón dio un vuelco de alegría.

Era una impresionante villa de estilo contemporáneo, con líneas limpias y una estructura que parecía fusionarse perfectamente con el entorno natural. La fachada era una combinación de vidrio y piedra blanca, lo que le daba un aspecto moderno y elegante. Grandes ventanales dejaban entrar abundante luz natural, y podía ver un amplio jardín delantero con plantas exóticas y cuidadosamente mantenidas.

La entrada principal nos recibió con una puerta de madera maciza que se abría a un espacioso vestíbulo. El interior era igual de impresionante que el exterior, con un diseño abierto y moderno. Los suelos de mármol pulido brillaban bajo la luz del sol que se filtraba a través de los ventanales, creando un ambiente cálido y acogedor.

La sala de estar era amplia y decorada con muebles de líneas sencillas y colores neutros, acentuados por toques de color en las obras de arte y cojines. Un sofá grande y cómodo ocupaba el centro de la habitación, frente a una chimenea moderna que parecía el lugar perfecto para relajarse por la noche.

—Es increíble —dije, girando para ver todos los detalles.

—Sabía que te gustaría —dijeron Val y Pedri a la vez. Ambos se miraron, Valeria viendo su reacción y Pedri tratando de no intimidarse.

—¿Vemos el resto de la casa? —me preguntó Val al darse por vencida de que Pedri no mostraba ninguna señal de "me gusta tu amiga".

—Claro.

Val me tomó de la mano y me guió hacia la cocina, que era un sueño hecho realidad para cualquier amante de la gastronomía (no para mí).

Seguimos escaleras arriba, donde encontramos una serie de habitaciones, cada una más hermosa que la anterior. La suite principal era un santuario de paz, con una cama king size y ventanales que ofrecían una vista impresionante del mar Mediterráneo. El baño adjunto tenía una bañera de hidromasaje y una ducha de efecto lluvia, perfectas para relajarse después de un día explorando la ciudad.

Finalmente, salimos al balcón, donde la vista me dejó sin aliento. Desde allí, podíamos ver el puerto con sus lujosos yates, las colinas verdes y el mar infinito extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista.

—Es como un sueño —dije, apoyándome en la barandilla y disfrutando de la brisa marina.

Val me abrazó.

—Este fin de semana va a ser inolvidable, Carla. Te lo prometo.

Sonreí, sabiendo que tenía razón. Con una casa tan hermosa y Val a mi lado, y Pedri como novio, no podía esperar para ver lo que Mónaco tenía para ofrecernos.

—¿Qué hacemos primero?

—¿Desempacar?

Regresamos al lobby, donde los chicos estaban entrando las maletas (la mayoría eran las mías).

Elegimos nuestras habitaciones y entre los cuatro decidimos que nos quedaríamos en la piscina y en la noche saldríamos a un restaurante bar de la ciudad.

Luego de elegir habitaciones (la mía es la más cercana a la de Pedri) me cambié por un bikini y lo cubrí con un vestido rojo.

Valeria me pidió ayuda con unas fotos y yo, como buena amiga, manager y publicista, la ayudé.

Decidí tomar un poco de sol, mientras veía como Pablo y Val empezaban con sus competencias en la piscina.

Cerré los ojos y los volví a abrir al sentir como alguien se sentó a mi lado. Me quité las gafas de sol y volteé para encontrarme con Pedri.

—Te tengo un regalo.

—¿De verdad? —Asintió—¿Qué es? ¿Dónde está?

No tenía nada en las manos, ni veía ni una caja, ni una bolsa a nuestro alrededor.

—Lo verás cuando llegues a Barcelona.

—Entonces, ¿para qué me lo dices ahora?

—Me gusta verte sonreír.

¿Podría derretirme con lo lindo que era?

Era como una canción de Taylor Swift y yo amaba esas canciones.

Me acerqué a él y decidida uní mis labios con los suyos en un beso dulce y corto. Me respondió suave y lentamente se apartó.

—Nos pueden ver.

"No me importa" quise decirle.

Miré hacia Val y Gavi. Seguían en la piscina, distraídos en su competencia de quién era el que nadaba más rápido.

—No nos verán —dije, antes de volver a besarlo. Esta vez, el beso fue lento y fugaz, pero no quería que fuera así. Quería que me besara como solía hacerlo a medianoche, con toda la pasión y ternura que compartíamos.

Sin embargo, noté que Pedri se tensaba, y me separé suavemente.

—Vale, entiendo —dije, tratando de esconder mi decepción.

Pedri suspiró y me miró con ojos llenos de cariño.

—No es que no quiera —dijo suavemente—. Es solo que estoy preocupado por lo que podría pasar si alguien nos ve. No quiero que nadie arruine lo que tenemos.

Asentí, comprendiendo sus preocupaciones. Sabía que su vida pública podía complicar las cosas, pero solo estábamos ante nuestros amigos. No le veía nada de malo.

—Lo sé.

Solo quería estar con él sin preocuparme por nada ni por nadie.

Él sonrió y tomó mis manos entre las suyas.

—Prometo que pronto tendremos nuestro momento, sin interrupciones, sin preocupaciones. Solo tú y yo.

Me quedé mirándolo, agradecida por su sinceridad.

—Al finalizar la temporada —dije, sonriendo. Mi sonrisa ocultaba cierta molestia; se me daba bien mentir, pero no me gustaba. Aún así lo hacía por él.

Nos quedamos en silencio por unos momentos, observando cómo Pablo y Val se esforzaban en la piscina. La competencia entre ellos era intensa; terminaron en gritos sobre quien era mejor y cayeron en guerra de besos.

Ellos también mantenían una relación privada, y no dejaban de ser ellos.

—¿Te gusta la casa? —me preguntó Pedri, rompiendo el silencio.

—Sí, es linda.

Dejé de pensar en lo malo y me concentré en lo que tenía. Contuve todos mis pensamientos.


























💌💌💌














































Esa noche, los cuatro salimos a cenar a un restaurante bar en Montecarlo. El lugar tenía un ambiente elegante, con luces suaves y música de fondo que invitaba a la conversación. Nos vestimos para la ocasión: Val y yo llevábamos vestidos elegantes, mientras que Pablo y Pedri lucían camisas bien planchadas y pantalones oscuros. Nos acomodamos en una mesa cerca de una gran ventana que ofrecía una vista impresionante del puerto.

La conversación fluía fácilmente entre risas y anécdotas. Era evidente que todos disfrutábamos de la compañía mutua y de la relajada atmósfera de la noche. Pedimos comida deliciosa y brindamos por nuestra amistad y por el viaje.

—¿Hay algo que quieras contarme? —preguntó Val, cuando estuvimos solas en el baño.

Empecé a retocar mis labios y me encogí de hombros. Ella se estaba dando cuenta de lo que pasaba entre Pedri y yo; lo sabía, no era tonta, solo estaba esperando a que yo se lo dijera.

—Mhm —"Dilo, tu Val" pensé, "Dilo de frente, por favor"—. No, o bueno sí, ¿cuando me das una sobrina?

—Joder, tú también.

Miré su anillo y sonreí, ganando.

—Ni se lo menciones a Pablo, por favor. Andará de pesado.

—Me parece dulce.

—No cambies de tema —Entrecerró sus grandes ojos cafés—. ¿Estás segura que no me tienes nada que decir?

—Mejor dilo tú —susurré, inocente.

—De mi boca no saldrá nada.

—De la mía tampoco.

Sonreí, mordiendo mi labio, conteniendo mi bocaza. Ambas nos leímos con la mirada y supimos que ninguna torcería el brazo.

Regresamos al salón y busqué la mesa donde estábamos. Vi a Gavi perdido en su móvil y a Pedri hablando con una rubia que no era yo.

No dejaba de mirarlo. Al principio, no quise ser paranoica y pensé que era solo una mirada casual, pero luego la vi sonreírle. Se inclinaba hacia Pedri y empezó a conversar con él de manera coqueta.

—Recuerda que eres un sol —susurró Val, al ver la escena que mis ojos contemplaban.

Valeria me agarró del brazo y juntas caminamos hacia la mesa. Deseé que el camino se hiciera largo, pero en menos de un minuto, ya estábamos volviendo a nuestros asientos.

Carla y Val habían ido al baño y, cuando regresaron, encontraron a Pedri y Pablo con la chica en la mesa. No dejaba de mirarlo. Al principio, no quise ser paranoica y pensé que era solo una mirada casual; pero luego la vi sonreírle y se inclinaba hacia Pedri, empezando a conversar con él de manera coqueta.

—Recuerda que eres un sol —susurró Val, al ver la escena que mis ojos contemplaban.

Valeria me agarró del brazo y juntas caminamos hacia la mesa. Deseé que el camino se hiciera largo, pero en menos de un minuto, ya estábamos volviendo a nuestros asientos.

—Hola de nuevo —dije, tratando de mantener la voz firme y una sonrisa en mi rostro.

Pedri levantó la mirada y su expresión cambió al vernos.

—Ah, Carla, Val, esta es Clara —dijo Pedri, haciendo un gesto hacia la chica—. Estábamos hablando un poco mientras esperábamos.

Clara nos miró y sonrió, pero sus ojos volvieron rápidamente a Pedri.

—Mucho gusto —dijo, pero el tono de su voz y la forma en que se acercaba a Pedri no pasaron desapercibidos para mí.

Val se sentó a mi lado, intercambiando una mirada significativa conmigo. Pablo, notando la tensión, trató de suavizar la situación.

—Es fanática del club, quería una foto —dijo.

Clara asintió, sonriendo y mostrándonos su móvil donde se veía la foto que se tomaron los tres.

—No desperdició la oportunidad de encontrar a mis jugadores favoritos; por cierto, son más guapos en persona —dijo, acercándose más hacia Pedri.

Clara debió de ver mi mirada de querer matarla, ya que desvió la atención hacia Gavi y Valeria.

—Y ustedes dos hacen una bella pareja, demasiado monos —Volteó a mirar a Pedri y luego a mí—¿Es una especie de cita doble? ¿Estoy interrumpiendo?

"Sí, lo estás haciendo".

—No, Carla y yo solo somos colegas.

Colegas, la palabra resonó en mi mente como un eco, junto a balas rompiendo cristales o, más bien, mi corazón. Por debajo de la mesa, Pedri me agarró de la mano y acariciaba mis dedos. Sus caricias, que otras veces me reconfortaban, esa vez se sentían diferentes, me dolían; sus caricias me estaban ardiendo.

Cada roce de sus dedos era como una pequeña herida, un recordatorio de la distancia que nos imponía la situación.

—Oh, entiendo —dijo Clara, sin percatarse de la tensión—. Bueno, fue un placer conocerlos.

Primero se despidió de Gavi con dos besos en las mejillas, de Val y de mí con uno, y por último con Pedri; los dos besos se me hicieron eternos y ya le estaban dando ganas de empujarla y apartarla de mi novio.

—Suerte con la temporada y disfruten de la noche.

Finalmente, se levantó y se fue, dejando un rastro de incomodidad en su camino. Valeria me lanzó una mirada preocupada, mientras Gavi intentaba cambiar de tema nuevamente para aliviar el ambiente tenso.

—Entonces, ¿alguno ha probado el postre aquí? Dicen que el tiramisú es espectacular —dijo, sonriendo.

Agradecí el intento de Pablo por normalizar la situación y forcé una sonrisa.

—Suena genial, deberíamos pedirlo —respondí, tratando de sonar entusiasta.

Pedri apretó mi mano con más fuerza, como si me estuviera susurrando varios "lo siento".
































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Ignoré los mensajes de Pedri y le puse pestillo a mi habitación. Necesitaba pensar, yo sola. La noche había terminado de una manera que no podía haber previsto, y ahora me encontraba atrapada entre mis emociones y la realidad de nuestra situación.

Me senté en la cama, dejando que el silencio de la habitación me dejara pensar tranquila. Pero las palabras de Pedri seguían resonando en mi mente: "solo colegas".

¿Era eso lo que éramos para él, o simplemente había dicho eso para evitar problemas?

Mi teléfono vibró con otro mensaje de Pedri, pero no lo miré. Sabía que necesitaba este tiempo para aclarar mis pensamientos antes de enfrentar la situación, o mi bocaza gritaría todo lo que sentía.

Él quería algo privado y yo quería gritarselo a todo el mundo.

Necesitaba encontrar un punto de equilibrio.

Pasaron los minutos y las horas, y lentamente comencé a sentir que mis emociones se asentaban. Entendía las razones de Pedri y su necesidad de mantener nuestra relación en privado debido a su vida pública. Pero eso no hacía que la situación fuera menos dolorosa.

Finalmente, me levanté y caminé hacia la ventana. La vista de Montecarlo por la noche era espectacular, con las luces brillando sobre el puerto. Respiré profundamente, tratando de encontrar claridad.

Sabía que debía hablar con Pedri, pero no esta noche. Necesitaba estar segura de lo que quería decir y cómo quería abordar el tema. Apreciaba sus caricias y su presencia en mi vida, pero necesitábamos encontrar una manera de manejar nuestra relación que no me hiciera sentir como una simple colega delante de personas.

Todo era diferente cuando estábamos a solas; desearía que así fuera también delante de amigos, familiares y dejar en claro que teníamos algo en privado.

Con ese pensamiento, me acosté en la cama y cerré los ojos, esperando que el sueño me trajera un poco de paz. Mañana sería otro día, y con suerte, traería consigo la claridad que tanto necesitaba.

Taylor Swift iluminame.



























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24 de septiembre, 2022

Me desperté temprano para salir a correr y en el lobby me encontré con Pablo y Val, besándose y separándose en una especie de juego que no entendía, pero ellos parecían disfrutarla.

Se separaron al notar mi presencia.

—Sigan comiendo, yo no tengo hambre —dije terminando de arreglar mi cola.

—Saldremos a correr —dijo Gavi, y le susurró algo en el oído a Val.

—Hostias, van a practicar un cardio diferente.

—Nos parece divertido, además, ver la vista de la ciudad.

—Valeria quiere encontrarse con Charles Leclerc y cambiarme por ese tío —dijo Gavi, apuntando a Valeria con recelo.

—No es verdad.

—Lo es y lo sabes, yo también lo haría.

—¿Qué harías? —preguntó Pedri, llegando a donde estábamos.

Todos (incluyéndome) se volvieron hacia él. Mi corazón dio un vuelco al verlo, pero me esforcé por mantener la compostura.

—Cambiarme por Charles Leclerc —dijo Gavi, riendo—. Valeria tiene una obsesión con él.

Pedri sonrió, mirando a Gavi y Valeria.

—Bueno, no creo que tengas mucho de qué preocuparte, chaval. Estoy seguro de que Val está contenta contigo.

Valeria asintió, sonriendo ampliamente. Pablo la abrazó, por detrás.

—Claro que sí. Charles es solo una fantasía. Tú eres la realidad.

Todos rieron, y la tensión en el aire se alivió un poco. Pedri se acercó a mí, mirándome con preocupación.

—¿Estás bien?

Asentí, tratando de mantener mi tono neutral.

—Sí, solo iba a correr.

—Creo que todos hemos tenido la idea de salir a correr —habló Gavi.

Lo miré y tiré la flecha en el punto correcto.

—¿Una carrera? El perdedor paga la cena.

Los conocía muy bien para saber lo competidores que eran Valeria y Gavi. Ambos se miraron retándose, y al salir de la casa empezaron a correr.

Les seguí el juego por una cuadra y luego le hice una seña a Pedri para que se quedara conmigo. No podía evitar esa conversación para siempre.

El aire fresco de la mañana y la vista del puerto ayudaron a calmar mis nervios. Después de un rato, trotando, Pedri rompió el silencio.

—Carla, lamento lo de anoche. No quise que te sintieras mal con lo que dije.

Suspiré, pensando en cómo expresar lo que sentía.

—Lo sé, Pedri. Entiendo por qué dijiste lo que dijiste.

"Pero eso no lo hace menos doloroso".

Pedri se detuvo y me miró a los ojos.

—A veces no sé cómo manejar todo esto sin complicar las cosas.

Asentí, apreciando su sinceridad.

—Me puse un poco celosa por cómo te miraba —Fui sincera, al fin.

—Es solo una fan, quería una foto.

—Se sentó a tu lado; coqueteaba contigo. Me sentí fuera de lugar y yo...

Yo volví a sentirme como cuando eramos solo colegas y lo peor es que agarraba mi mano por debajo de la mesa.

—Estoy contigo —Miró a ambos lados de la calle y me besó, rápido—. Ahora vayamos a cabrear a Gavi, ¿vale?

—¿Cabrearlo y conseguir una cena gratis? Me apunto.

Los cuatro paseamos por la ciudad durante la mañana, disfrutando del encanto de Montecarlo. Visitamos tiendas, tomamos café en una terraza y exploramos callejuelas pintorescas. Por la tarde, decidimos alquilar un barco y salir a navegar.

El sol brillaba intensamente mientras nos alejábamos de la costa. Val y Gavi, siempre jugando y bromeando, no tardaron en empezar a corretear por la proa. En uno de esos juegos, ambos se desequilibraron y cayeron al mar al mismo tiempo, provocando carcajadas de Pedri y mías.

—¡Eso les pasa por jugar tanto! —dije entre risas.

Una idea traviesa cruzó mi mente. Con una sonrisa, empujé a Pedri al agua y luego me tiré yo también. Nos salpicamos y jugamos en el mar, riendo como niños.

Moría por besarlo, pero sabía que no era el momento adecuado. Nos divertimos en el agua un buen rato antes de volver al barco, empapados y felices.

Más tarde, ya en el yate, Valeria y yo nos encontramos cantando "You Belong With Me" de Taylor Swift. Puede que estuviéramos un poco tomadas, pero la música y la compañía lo hacían perfecto. Pedri y Gavi nos observaban desde lo alto del barco, sonriendo y disfrutando del espectáculo. No escuchaba de que estaban hablando, pero nos miraban. Gavi a Val y Pedri a mí.

—¡Venga, Val, esta es nuestra canción! —dije, abrazándola mientras cantábamos a todo pulmón.

Los chicos nos miraban con una mezcla de diversión y ternura. Pedri, con su mirada cálida y sus ojos brillando, me hacía sentir como si estuviera en un sueño.

La noche avanzaba y el yate seguía siendo nuestro pequeño paraíso flotante. Entre risas, canciones y el suave vaivén del mar. Este finde iba siendo el mejor de todos.

El yate ya había llegado al puerto, pero por el estado de ebriedad en el que me encontraba. Decidieron que era mejor pasar la noche aquí y mañana regresar a casa temprano.

Me movía en mi camarote como pez en el océano. No podía conciliar el sueño. No dejaba de pensar en lo lindo que había sido el día.

Y aun no acababa, no para mí.

Me levanté y de mi bolso saqué mi agenda. Arranqué una hoja y me apresuré en salir y tocar la puerta del camarote paralelo al mío.

Cuando Pedri abrió la puerta, mi corazón dio un vuelco. A pesar de lo tarde que era, parecía fresco y relajado, como si la noche no hubiera hecho nada en él. Llevaba una camiseta blanca sencilla que resaltaba su piel ligeramente bronceada y unos pantalones cortos cómodos. Su cabello oscuro estaba despeinado de una manera despreocupada y encantadora, y sus ojos marrones, siempre llenos de una calidez genuina, se clavaron en los míos con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Me puse la hoja a la altura de mi pecho, lo suficiente para que leyera lo que había escrito.

"¿Puedo dormir contigo?"

Pedri sonrió; vi cómo se hacía a un lado para dejarme pasar, pero cambió de opinión al ver el bolígrafo que llevaba en mi pelo. Me lo quitó, junto a la hoja, y apoyándose en la pared, empezó a escribir.

"¿Serás ruidosa?"

"Solo dormiremos" escribí.

"Ya me habías ilusionado :("

"Deberías invitarme un helado primero, don Bananín".

"Pensé que ahora era tu bebé".

"JAMÁS siempre serás bananín, don bananín en asuntos serios".

"Claro, onditas".

La hoja se acabó y Pedri me dio la respuesta, agarrándome de la mano y dejándome entrar a su camarote.

La brisa marina y el suave vaivén del yate nos arrullaron. Nos quedamos dormidos, con nuestras manos aún entrelazadas.






















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25 se septiembre, 2022 

La luz del sol, que se filtraba por las cortinas, me despertaron. Aún medio dormida, sentí la presencia cálida de Pedri a mi lado. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar la noche anterior, pero el momento de tranquilidad no duró mucho.

La puerta del camarote se abrió de golpe y Gavi entró, sin siquiera llamar. Se quedó quieto al vernos, sus ojos se agrandaron con sorpresa y una sonrisa traviesa se formó en su rostro. A pesar de nuestros intentos de fingir normalidad, sabía que Gavi con su mente de hombre asqueroso ya estaba pensando que follamos.

—Veo que tienen unos muy buenos días —dijo Pablo, alargando las palabras y observándonos con una mirada cargada de insinuaciones. Tenía una ceja levantada y una sonrisa que dejaba ver que se estaba divirtiendo a nuestra costa. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y malicia, como si ya hubiera sacado sus propias conclusiones.

Me incorporé rápidamente, tratando de parecer despreocupada mientras soltaba la mano de Pedri.

—Buenos días —respondí, intentando sonar casual—. ¿Qué pasa? ¿Un hombre y una mujer no pueden dormir como amigos?

Pedri se levantó también, frotándose los ojos para disimular su nerviosismo.

—Claro, de hecho... —dijo Gavi con un tono que no ocultaba su incredulidad—. Solo me preguntaba si habéis dormido bien. Ya sabes, sin interrupciones.

La forma en que Gavi pronunció "interrupciones" hizo que me sonrojara. Sus ojos pasaban de Pedri a mí, y su sonrisa se ensanchaba cada vez más.

—Sí, claro, dormimos bien —dijo Pedri, tratando de sonar convincente.

Pablo asintió lentamente, su sonrisa aún presente.

—Me alegro mucho por ustedes —dijo, su tono cargado de insinuaciones—. Muy... interesante —Salió del camarote con una última mirada significativa; pensé que se iría y que nos dejaría en paz, pero se regresó—. Por cierto, Val nos espera para tomar el desayuno.

Sonreí por mis adentros. Esperaba que Champiñón le fuera con el chisme y que exagerara todo, obviamente.

—Hablaré con él, no dirá nada.

—¿Le dirás que somos amigos? —Pedri asintió—. Pues conociéndolo te dirá que somos follaamigos.

—¿Qué?

—Nada. Es algo de él —dije rápidamente, intentando no reírme.

—Hablaré con él ahora, tú cámbiate y ve a ver a Val, ¿vale?

Asentí, observando cómo Pedri se dirigía hacia el camarote de Pablo. Fui a mi camarote, me vestí rápidamente y salí a buscar a Valeria.

Encontré a Val sentada en la terraza del yate, disfrutando de un café y mirando el horizonte. El sol de la mañana brillaba intensamente y el aire fresco del mar llenaba el ambiente.

—Buenos días, Val —dije, acercándome con una sonrisa.

—¡Buenos días, Carla! —respondió ella, devolviéndome la sonrisa—. ¿Dormiste bien?

—Sí, bastante bien, gracias —respondí, sentándome a su lado—. ¿Y tú?

—También. Este lugar es maravilloso, ¿verdad?

—Sí, es perfecto. Cuando te cases con Charles y vengas a vivir en esta ciudad, no te olvides de mí ¿Vale?

—¿No se suponía que seríamos vecinas?

Sonreí y apoyé mi cabeza en su hombro, disfrutando del momento tranquilo.

Después de la tormenta había paz; Valeria era el claro ejemplo.

—¿Qué planes para hoy?

Val se encogió de hombros, aún mirando el mar.

—No estoy segura, quizás explorar un poco más la ciudad.

—Suena bien, ¿un día de chicas?

Para mi sorpresa, Valeria negó con la cabeza su expresión algo extraña. Dejé de apoyarme en su hombro para verle a los ojos, pero ella empezó a mirar la comida.

—En realidad, pensaba en hacer algo con los chicos —dijo, su tono algo forzado.

Sentí una punzada de incomodidad, sin entender la repentina insistencia de Valeria en incluir a los chicos en nuestros planes. Decidí no insistir, aunque su actitud me pareció rara. Como si tuviera otros planes y me estuviera mintiendo.

Pasamos un rato charlando sobre los posibles lugares que podríamos visitar y las cosas que queríamos ver. La conversación fluía fácilmente.

Probé el desayuno y estaba demasiado exquisito para haber sido preparado por Valeria.

—Tía, lo has comprado ¿verdad?

—Sí —bebió de su café, riéndose.

Por algo éramos mejores amigas.

Finalmente, vimos a Pedri y Pablo acercarse, conversando en voz baja. Pedri me lanzó una mirada tranquilizadora y supe que todo había salido bien para él.

Joder.

Los cuatro tomamos desayuno y al finalizar, nos preparamos para bajar del yate y comenzar nuestro día, listos para disfrutar de las maravillas de Montecarlo.

El sol de la mañana iluminaba las estrechas calles de Montecarlo mientras nos adentrábamos en la ciudad, dispuestos a explorar sus encantos. Pedri lideraba el camino, seguido de cerca por Pablo y Valeria, mientras yo caminaba a su lado, absorbida por la belleza de él, digo, la belleza del lugar.

Caminamos por callejones adoquinados, rodeados de edificios con fachadas coloridas y balcones adornados con flores. El bullicio de la vida urbana nos rodeaba, mezclándose con el aroma de los cafés y panaderías que salpicaban las calles.

Me detenía de vez en cuando para tomar varias fotos, mientras me enamoraba de su arquitectura.

Decidimos tomar un descanso en un café con terraza, donde disfrutamos de un café y croissants mientras planeábamos nuestro próximo destino. Fue un momento de calma y camaradería, alejados del bullicio de la ciudad.

Sin embargo, nuestra tranquilidad se vio interrumpida cuando Valeria y Gavi se levantaron de repente, disculpándose por ir a una librería cercana y dejándonos a solas.

—¿Qué crees que están tramando? —preguntó Pedri, mirándolo con curiosidad a la parejita que se alejaba.

Sabía lo que hacían. No sabían que estábamos juntos, y sospechaba que la charla que Pedri tuvo con Gavi no había ayudado en nada. Tal vez ellos dos nos estaban dejando a solas con las intenciones de que esa definición de "amigos" se convierta en algo más intenso.

Me encogí de hombros, con una sonrisa traviesa.

—Quién sabe. Pero creo que deberíamos aprovechar esta oportunidad.

Asentí, sintiendo un cosquilleo de emoción en el estómago. Con Valeria y Gavi fuera del camino, finalmente teníamos la oportunidad de estar solos y disfrutar de nuestra compañía sin distracciones.

—Vale, iré al baño. Espérame.

Jugó con una de mis ondas y desapareció.

Aproveché para entrar en redes. Todo en orden, hasta que vi las miles de notificaciones. Me estaban etiquetando en una publicación de TikTok. Pensé que se trataría de algún edit mio, pero era la foto que se había tomado esa tal Clara con Pedri y Gavi.

Entre a los comentarios.

Liz29201 ¿Estaban cenando solos o había alguien más con ellos?
ClaraG estaban con Valeria y Carla.
Mia23wo49: eso quiere decir que son sus novias 🥺💔
Annie02P nos robaron a nuestros chicos
ClaraG todo el mundo sabe que Gavi y Valeria son novios, hacen una linda pareja. Por otro lado, Carla y Pedri no lo son.
Pepiheart ¿cómo lo sabes?
ClaraG porque Pedri me dijo que solo eran colegas.

Leía más comentarios acerca de mí. Era adictivo leer lo que especulaba. Me llenaba de rabia queriendo contestar comentario por comentario y decir la verdad.

Por más que me estuvieran diciendo "fea" "poca cosa" "busca fama" "interesada" y muchos calificativos de más.

Yo no era fea, mucho menos poca cosa; "busca fama" solo aprovechó oportunidades, e interesada, nací en cuna de oro. Si querían hablar, pues les daría algo de qué hablar.

Impulsada por una mezcla de rabia y desesperación, decidí actuar.

Convencida de que tenía derecho a defenderme, subí un post a mi Instagram, lindas fotos y la última era una foto dirigida a usuarios ardidos en Instagram. Una foto con Pedri.

En mi mente, me justificaba, argumentando que no había hecho nada malo. Después de todo, la foto era lo suficientemente ambigua como para no revelar directamente su identidad.

Solo dejé en claro que estaba saliendo con alguien.

¿Quién era ese alguien? Se los dejaba a la imaginación.

Me aferré a esa justificación, ignorando las posibles repercusiones de mis acciones. En mi mente, solo quería mostrar al mundo que no tenía nada que esconder, que estaba orgullosa de nuestra relación. Pero a medida que pasaban los segundos y la ansiedad se apoderaba de mí, comenzaron a surgir dudas.

¿Había sido esa la decisión correcta?

Me sentí abrumada al ver que las notificaciones llegaban sin parar. Iba a borrar la foto, pero antes de que lo hiciera, Pedri me quitó el móvil y lo guardó en el bolsillo de sus vaqueros.

—Nada de móviles, señorita. Solo seremos tú y yo —Acarició mi mejilla.

—Pero...

—No te morirás una tarde sin móvil, amor —añadió enredando mi onda en su dedo.

Me sentí la peor persona del mundo por haber permitido que mi impulsividad arruinara el momento. Pedri me miraba con ternura, como si entendiera mis preocupaciones y estuviera decidido a darme una de las mejores citas.

Decidí no decir nada y dejarme llevar por él.

Quizá no relacionen la foto con él.

Tal vez no lo había arruinado.

Pedri y yo nos aventuramos por las encantadoras calles de Montecarlo en una tarde dorada; el sol lanzaba destellos dorados sobre los edificios antiguos y las plazas empedradas. Decidimos ir por helados y explorar un mirador en lo alto de la ciudad, donde las vistas panorámicas nos dejaron sin aliento.

—Ves, mil veces mejor sin estar con el móvil tomando y tomando fotos.

—Me gusta congelar recuerdos.

Había congelado ese recuerdo de Pedri y mío, como una foto que subiría cuando el momento de decir que éramos pareja llegara, pero la había subido y...

No quería pensar en las consecuencias.

—¿Me devolverás mi móvil? —pregunté con cautela, esperando que Pedri entendiera mi necesidad de borrar la foto antes de que fuera demasiado tarde.

—Cuando lleguemos a casa —respondió Pedri con calma, pero su tono indicaba que no estaba dispuesto a ceder ante mi petición por el momento.

El tiempo parecía estirarse infinitamente mientras continuábamos contemplando el horizonte juntos, perdidos en nuestros propios pensamientos y emociones. Deseaba desesperadamente borrar la foto y deshacer el daño causado, pero sabía que tendría que esperar hasta que estuviéramos de vuelta en casa.

Al llegar, le pedí rápido el móvil y Pedri, con una mirada de resignación y comprensión, finalmente me lo devolvió.

—Gracias —Le di un rápido beso y salí corriendo.

—¡Eres adicta a las redes! —gritó para que lo escuchara.

No me detuve. Me fui rápido hasta la parte trasera de la casa. Me senté en una de las tumbonas. Mis manos temblaban mientras desbloqueaba la pantalla, y me apresuré a entrar en Instagram.

El nudo en mi estómago se hizo más grande al ver la cantidad de notificaciones acumuladas. Sin perder un segundo, busqué la foto y la borré, sintiendo un alivio instantáneo pero incompleto.

Había hecho arder el mundo e intentaba no quemarme en él.

Ya había borrado la foto; Pedri no se enteraría. Le llegaban miles de notificaciones en Instagram, en redes sociales y los rumores no debían de importarle, ¿verdad?

«Por algo quería una relación privada», me recordé.

Había metido la pata y rezaba de rodillas de que las consecuencias sean mínimas.

No era nada grave, me repetía para creerlo.

Podía decirle que fue un error, se me pudo haber pasado la foto y luego él me quitó el móvil y no la vi hasta que me devolvió el móvil y la borré.

Era creíble ¿verdad?

Joder. Debía de dejar de pensar en ello.

No era tan grave.

Pedri y yo éramos end game; él era el que estaba atado a mi hilo invisible.

Desde el día uno.

Él era para mí.

Si él no era para mí, que Gavi y Val terminen.

Eso nunca pasaría.

—Deja de pensar en eso, Carla. Todo estará bien —me dije a mí misma.

Debía de dejar de pensar en ello. Ya había borrado la foto. Ya se había acabado.

Necesitaba despejarme, necesitaba... Vi la piscina; Val estaba ahí, apoyada en el borde. Su mirada era baja. Se le veía preocupada y asustada.

Yo también debía de estar así o peor.

Valeria me vio y rápido limpió una de sus lágrimas; yo también hice lo mismo con las mías.

Hostia, no podíamos ser felices.

Me acerqué a ella.

—¿Me puedo unir?

—El agua está rica —dijo, en intento de sonar entusiasta.

Me quité la ropa y quedé en bikini. Me sumergí en la piscina junto a ella. La frescura del agua me envolvió y, por un momento, sentí que todas mis preocupaciones se desvanecían, pero al salir a la superficie, seguían ahí, y me estaban ahogando.

Debía de enfocarme en otra cosa, los problemas de Val eran mi solución.

—¿Todo bien?

—Sí...

No se le escuchaba segura. Sus cejas estaban fruncidas hacia abajo, un claro indicio de que algo la preocupaba profundamente.

—Confía en mí.

—Creo que me gusta otro tío —admitió finalmente, con una voz llena de culpa.

—Hostias...

Me quedé charlando con ella, tratando de resolverlo. Yo no era la mejor en asuntos del corazón últimamente, pero aportaba mi granito de arena y creo que lo logré.

Salí de la piscina hecha una pasa y fui a esconderme a mi habitación...

Ya era de noche cuando salí de la habitación. Caminé en pasos lentos hacia la sala, encontrándome con Pedri acostado en el sillón, con móvil en mano y el ceño fruncido.

El nudo subía por mi garganta. Me estaba ahogando.

—Hola...

De seguro ya vio las fotos.

Pedri se sentó en el sofá y me invitó a sentarme junto a él. Nerviosa, lo hice y respiré tranquila al ver la pantalla de su móvil. Estaba jugando un juego de frutas.

—¿Gavi y Val?

—Se fueron.

—Ah vale.

Seguía nerviosa, esperando que la bomba explotara.

—¿Quieres hacer algo? ¿Podemos ir a cenar fuera?

—No —Me apresuré a decir: ¿Qué pasaría si nos encontrábamos con esa tal clara?

—¿Pedimos algo?

—Claro.

—Por cierto —Dejó su móvil a un lado—. Te ves muy guapa en las fotos que subiste. 

—¿Las has visto?

Tragué saliva.

—Sí, desde otra cuenta.

—Ah, vale...

Me quedé mirando en mis manos; mi corazón latía demasiado fuerte, pensando en las miles de posibilidades.

—Carla...

—¿Qué?

—Te he preguntado ¿qué quieres comer? —dijo y sus cejas se arquearon—¿Estás bien?

—Sí, yo... ehm. Iré a comprar la comida... Una vuelta a Montecarlo.

—No quieres que te acompañe.

—No... mhm puedes... Puedes ir preparando la mesa.

En todo el camino me convencí que lo peor ya había pasado. Que Pedri ya había visto las fotos y no se había enterado de nada. Que todo ya estaba bien, me relaje y fui por la comida.



































💌💌💌


























Creo que me había salido con la mía o tal vez la situación no había sido tan grave como lo había pensado. Dejé de pensar en ello y me enfoqué en que sería nuestra última noche en Mónaco. Mañana a primera hora saldría nuestro avión.

Había elegido un lindo conjunto de lencería, algo especial para la última noche. Me miré en el espejo, ajustando los últimos detalles.

Me cubrí con un camisón que dejaba mucho a la imaginación. Respiré hondo y, lista para sellar el viaje con broche de oro, salí de mi habitación dirigiéndome a la de Pedri.

No toque la puerta, entre lista y sintiéndome sexy. Lo busqué por la habitación y no lo encontré. Iba a regresar por donde vine e ir a buscarlo por toda la casa, pero la luz del balcón me hizo verlo.

Me acerqué silenciosamente, disfrutando del momento antes de que él notara mi presencia. La brisa fresca de la noche acariciaba mi piel, y el sonido distante del mar creaba un ambiente perfecto.

—Hey, ¿todo bien? —dije suavemente, haciéndolo girar.

Sus ojos se iluminaron al verme. No dijo nada al principio, solo me miró, como si tratara de grabar este momento en su memoria.

—Mucho mejor —murmuró, acercándose a mí.

Nos abrazamos, y por un momento, todo se sintió perfecto. Las preocupaciones del día, los malentendidos y las dudas desaparecieron. Solo éramos nosotros dos, disfrutando de nuestra última noche en Mónaco.

Era lo suficientemente alta para besarlo sin ponerme de puntillas. Lo besé suave, un roce delicado que nos hizo cerrar los ojos al mismo tiempo.

—Creo que eres la mujer de mi vida —susurró y capturó mi boca; sus labios se movieron con una urgencia que encendió una llama en mi interior. Sus manos se deslizaron por mi espalda, atrayéndome más cerca, mientras mis dedos se enredaban en su cabello.

Tiré de él y me separé para quitarme el camisón. Sus ojos recorrieron mi cuerpo, llenos de deseo. Sentí su mirada como una caricia y volví a acercarme, atrapando sus labios con los míos en algo más necesitado.

De repente, Pedri me levantó en brazos con facilidad, sus manos firmes y seguras en mi cintura y detrás de mis muslos. Caminó hacia la habitación sin romper el contacto visual, sus ojos brillando con una mezcla de pasión y ternura.

Me depositó suavemente sobre la cama, inclinándose para besarme nuevamente.

























💌💌💌

















—Extrañaré estar así contigo —susurró Pedri, enredando una de mis ondas en su dedo.

Estábamos entre las sábanas, abrazados y tonteando luego de unos polvos intensos. Sentí su respiración tranquila contra mi piel y me acurruqué más cerca de él, disfrutando de la calidez de su cuerpo.

—Yo también —respondí suavemente, acariciando su pecho con la punta de mis dedos.

Regresar a Barcelona significaría volver a nuestros encuentros de medianoche. A salir de hurtadillas de su casa o de la mía, a ser novios a solas y ser colegas en público.

¿Vendrían más problemas?

Nos quedamos así un rato, simplemente disfrutando de la cercanía y la tranquilidad del momento. Cada tanto, él dejaba un beso en mi frente o me hacía reír con algún chiste tonto. Aún así no dejaba de pensar en lo que pasaría al regresar a Barcelona.

Quería a Pedri y también quería algo normal con él.

—¿En qué tanto piensas? —dijo finalmente, levantándome el mentón con sus dedos, para que lo mirara a los ojos.

Que aunque no quería mantenerme en privado, lo haría millones de veces solo por él.

—En nosotros.

Pedri sonrió y me besó suavemente en los labios.

Volvimos a besarnos y a perdernos en nuestros cuerpos que no tardaron de nuevo en envolverse en otra ligera capa de sudor.

Me acurruqué en su pecho y empecé a dejarle varios besos. Nos encontrábamos haciéndonos muecas raras y Pedri sacó su móvil para tomarnos una foto.

—Será mi favorita —Me la enseñó; era una foto en donde se veían nuestros rostros y parte de nuestras clavículas; ambos estábamos despeinados, nuestras mejillas y labios rojos, y una mirada brillosa que mostraba amor.

—Joder...

—¿Qué pasa?

—Un montón de llamadas perdidas de Hector —¿Hector?—. Mi representante...

Frunció las cejas, viendo su móvil, y mi corazón empezó a latir demasiado fuerte, del miedo y la culpa por aquella foto.

—De seguro se trata de un contrato nuevo o algún rollo de esos —dije rápido—. Lo llamas cuando regresamos a la ciudad —Me acerqué a él y pasé mis manos por su pecho, y mi boca empezó a dejarle besos en su oreja y cuello, tratando de persuadirlo de que deje el móvil, pero ya era demasiado tarde.

Estaba escuchando un audio del que suponía era su representante. Escuché lo que le decía y dejé en paz a Pedri. Mi corazón latía demasiado fuerte y quise esconderme, pero no había lugar a donde ir.

Pedri se dio cuenta de lo que había hecho. Volteó a verme y su expresión era muy diferente a la de segundos antes.

Era momento de decirle mi pequeña mentira y moldear las cosas a mi favor, pero su intensa mirada me hizo congelarme y sentirme culpable de lo que había hecho.

—¿Cómo pudiste? —exclamó Pedri, con una mezcla de incredulidad y furia en su voz.

—Perdón, yo... Yo. Ya borré la foto, yo no sabía que... —traté de explicar, pero fui interrumpida bruscamente.

—¿Qué no sabías? ¡¿Qué ibas a arruinar lo nuestro?! ¡¿Qué todo el mundo se iba a enterar?! —reprochó Pedri, su tono lleno de frustración y dolor.

—Solo era una foto, no se te ve la cara... no... —intenté justificarme, pero mis palabras sonaban débiles en comparación con su ira.

Dijo que todo había sido mi culpa y yo me quería morir.

—No puedo creer que hayas sido tan irresponsable —continuó Pedri, su voz cargada de desilusión.

—No es para tanto —traté de minimizar el problema, pero su mirada dura me hizo callar de inmediato.

—Lo es —sentenció Pedri, su tono dejando claro que esta no sería una pelea fácil de resolver—. Esa foto está por todo Internet, todos hablan de nosotros y... es mejor que te vayas.

—Pedri, por favor —Me aferré a él, aunque no fue lo suficiente fuerte. Se alejó de mí y empezó a vestirse.

—Por favor, por favor. No es para tanto, es solo una foto —me justificaba llorando.

—Yo no quería que se enteraran.

—Pues no lo han hecho, joder.

—No te das cuenta de lo que dices. Tú no tienes nada que perder, pero yo tengo mi carrera.

—¡Una novia, no va a arruinar tu carrera!

Alcé la voz y eso lo hizo detenerse.

Me miró.

—No te das cuenta de nada, eres una inmadura...

—¿Yo soy inmadura? Tú eres el que se molesta por una simple foto, en donde ni siquiera se te ve la cara. Es como si te avergonzaras de mí y de lo nuestro.

—Es mejor que te vayas.

—Pedri, por favor —pedí—. Podemos resolverlo, Pedri...

Él continuaba vistiéndose, haciéndose el sordo ante mis peticiones para hablar. Lo único que hizo fue tenderme la ropa que él mismo me había quitado.

—Pedri, por favor...

—¿Qué es lo que quieres hablar? —preguntó—. ¿Lo inmadura que eres? ¿Cómo no respetaste mi privacidad?

—No es como lo dices... Yo solo quería...

—¿Qué querías? ¿Arruinar lo nuestro? Por qué lo has hecho, lo has mandado todo a la mierda.

—¡Yo no lo he mandado todo a la mierda! Me haces sentir culpable, cuando tú eres el que quieres guardar todo en puto secreto. Mentirle a mi familia, a mis amigos y a todo Internet hablando de mí. Solo quería callarles la puta boca.
El peso de mis propias palabras me golpeó como un puñetazo en el estómago.

Pedri me miraba incrédulo.

—Lo juraste. Dijiste que estabas de acuerdo.

—Porque te quiero, te quería a ti y tú me dejas como una completa estúpida.

—Carla...

—Me sigues viendo como una niñita inmadura, cuando tú ni siquiera tienes los pantalones suficientes para saber lo que es querer y ten muy en cuenta que ni siquiera sabes lo que es mantener una relación privada y otra cosa es mantenerme en un PUTO SECRETO.




















Xoxo. Holiiii

Chica indiscreta les trae la foto que subio   Carla 👇👇👇

¿Qué opinan al respecto?

Bueno sí leyeron la primera versión de la historia de Pablo y Val saben que pasaron otras cosas. Pero lo cambié porque esa era la primera alternativa que tenía para esta historia, se suponía que Carla y Pedri recién iban a tener "algo" en este viaje y no pasaría nada de lo que pasó en el cumpleaños de Carla. Para esa versión Pedri seguiría con el "colegas" así que decidí cambiarlo porque se iba a hacer bien largo y la verdad Carla se hubiese aburrido sjsjsjjss y no pasaría lo que esta pasando. Así que por eso lo cambie 😋

Y bueno ¿se lo veían venir?

¿Creen que Carla hizo bien?

¿La reacción de Pedri?

Algo que comentar es que en el fanfic Carla sube esa foto y las fans de Pedri han comparado su brazo con una foto de él JJSKSJS como pasa en la vida real JSJSJSJSJSJS sin ofender a nadie, pero en tiktok me han salido cosas así 😊

¿Qué pasará más al respecto?

Ayer, bueno hoy es que lo estoy escribiendo hoy, pero cuando lo lean ya será ayer sjsjjs el punto es que me pase leyendo todo lo que queda del fic y me quedé 🙊🍿 sjjsjsjs literalmente me quedé como 2 horas leyendo.

Ya estamos en la cuenta regresiva para el final de esta historia.

Cuéntenme sus teorías. Lxs leoo

Y recomienden la historia para que crezca y así llegue a más personas.

No se olviden de votar. Se le pica a la estrella 🌟 😁

Chaoooo

Byeeeee

adéu 

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2













Oigan ya leyeron "Me iré en otoño"
Esta en mi perfil 😁😋
La escribí yo
😊🥰💞

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