26: Amistad

6 de agosto, 2022

Mis padres no se habían tomado demasiado bien mi retorno a Barcelona, eso me dejaban ver por los miles de mensajes y llamadas que decidí ignorar por el bien de mi salud mental. Para mi buena suerte, se habían ido de vacaciones a las Maldivas para tomarse un respiro de su trabajo. Les arruiné el viaje y también me lo hicieron saber, pero al menos estaría a salvo por unos días, hasta que regresen y me manden de nuevo a Madrid.

Desde ayer estuve planeando una mega sorpresa para Valeria. Le escribí a Gavi y obtuve su respuesta, él también le había preparado una sorpresa y me tocó soportar porque era mil veces mejor que la mía. Aun así, la mía era muy especial y estaba segura de que a Val le encantaría.

De acuerdo al plan de Gavi, me alisté con unos vaqueros. Nos habíamos amistado ignorando nuestra última charla.

Era el momento de dar marcha a mi plan. Pedri pasó a recogerme, estar sentada en el asiento de copiloto se sentía diferente y más siendo lo que ya éramos, lo tenía definido como una canción de Taylor Swift.

Éramos Taylor y Joe.

Al llegar a casa de Gavi, Pedri aparcó afuera y me dijo que me esperaría para darme tiempo a solas con Val.

Toqué la puerta, esperé un par de minutos y volví a tocar. La puerta se abrió y ambas nos miramos. Las palabras se congelaron en la punta de mi lengua y lo único que pude hacer al reaccionar fue enseñarle el osito de Taylor Swift y apretar su panza para qué empezará a sonar Dorothea..

Hey Dorothea
Do you ever stop and think about me?
When we were younger
Down in the park
Honey, making a lark of the misery
You got shiny friends since you left town
A tiny screen's the only place I see you now
And I got nothing but well wishes for ya

Ooh
This place is the same as it ever was
Ooh
But you don't like it that way

It's never too late
To come back to my side
The stars in your eyes
Shined brighter in Tupelo
And if you're ever tired of being known
For who you know
You know, you'll always know me
Dorothea (ah-ah)
Dorothea (ah-ah)

Ooh, you're a queen
Selling dreams
Selling make up and magazines
Ooh, from you I'd buy anything

—¿Podemos hablar? —pregunté, inclinando mi cabeza hacia el osito.

Tartamudeo un “Sí” que no escuche, pero leí en sus labios. Me invitó a pasar y ambas nos apoyamos en la pared de la entrada.

—Feliz cumpleaños.

—Gracias.

—Escucha yo... Dilo tu primera... no tú, anda dilo tú —Ambas hablamos a la vez.

—Lo diré primero yo ¿Vale? —Necesitaba disculparme. —Te apoyo. Fui una dramática hace unos días y me dolió vale, que me mintieras. Pero, es tu decisión. Si quieres tomarte un año, es tu vida y te apoyo. Pero, no apoyo la idea de que estudies en Barcelona solo por Gavi. Está bien, le quieres y le sigas amando más y más, pero, no deberías cambiar tus planes por un novio, Val. No apoyo eso, pero, si es tu decisión me tendrás a tu lado y espero que no te haga una idiotez porque le corto las pelotas. Lo juro por Taylor Swift.

—Suena estúpido decir que me quedo en Barcelona por Pablo —Sus ojos marrones no brillaban—. Es estúpido, pero... es Pablo, Carla. Mi Pablo y no quiero perderlo, quiero un para siempre con él. Es tonto lo sé —Bajé la mirada—Es solo que...

—L'estimes. Entiendo. Lo amas.

—No debí mentirles a ninguno de los dos. Soy una estúpida. Perdó.

—Lo eres por mentirnos, pero, ya sabes lo que digo "siempre hay algo de estupidez en cada persona".

Sonreí sincera. Y la apunté con el osito.

—¿Eso quiere decir que? —La sonrisa aún seguía en mi rostro al preguntarle con voz aniñada—¿Dorothea y Tay volverán a ser amigas?

—Nunca dejamos de serlo —Sus brazos me rodearon y me besó la mejilla—. Ets la meva millor amiga.

Fue una curita al corazón estar abrazadas, estuvimos así por un buen tiempo hasta que escuche la voz del hombre sexy de mis sueños.

Mantuve la compostura para que Valeria no se diera cuenta.

—Tías, no quiero interrumpir su reconciliación, pero... vamos a llegar tarde...

—Interrumpes, don bananin —mascullé para vacilarlo.

Nunca dejaría de ser bananin.

—No me llames así.

—Don bana...

Me dio una mirada que me calló y me derritió.

Ya quería que fuera de noche para poder besarlo.
















💌💌💌



















—Una carrera en parejas —propuso Sira, mirando a cada uno de los presentes. Se detuvo en mí y me sonrió listilla, lo hacía con doble intención—. La que gana, se lleva una cita todo pagada por los perdedores.

Estábamos en pareja, pero solamente Pedri y yo lo sabíamos. Ellos solo se habían quedado con la idea de “somos colegas”

Me toco fingir.

—¡No! Soy la única que no tiene novio, es injusto —Hice un puchero y busqué con la mirada a Pedri, nuestros ojos conectaron y vi como se aguantó una risa.

—Yo puedo ser tu pareja —habló Pedri, me daba una mirada que gritaba nuestro “secreto” y sentí el calor en mis mejillas—. Solo por esta carrera —aclaró y sutilmente me acarició la mano.

—¡Pido el azul! —Me adelanté a exclamar—. Seré Max Verstappen.

20 vueltas y entre algunos choques, risas, la pareja ganadora resultó ser la no pareja “pareja”. 

—¡Eh Ganamos! ¡Ganamos! ¡Ganamos! —Me bajé del coche, haciendo un baile improvisado y yendo a buscar a mi novio.

Choqué los cinco con Pedri y nos dimos una mirada que solo conocíamos él y yo.

Las risas no faltaron y Valeria estuvo abriendo regalos, la mayoría eran libros (como Gavi lo había pedido) Valeria se emocionaba cada vez que abría un regalo y encontraba lo que tanto amaba. Hasta que le tocó mi otro regalo, que sin duda alguna no era un libro y que debía de abrirlo en privado.

¡En privado!

—Esto no es un libro —dijo Champiñón al asomarse, Valeria y yo nos dimos una rápida mirada al saber de lo que se trataba y rápidamente mi amiga cerró la bolsa para que nadie lo viera.

—¡Qué lo abra! ¡Qué lo abra! —Empezó Sira y todos la siguieron—¡Qué lo abra! ¡Qué lo abra!

Valeria se sonrojó al ir sacando el obsequio. Me daba un poquito de vergüenza, pero todo desapareció cuando estallé en risas junto a los demás. Mi regalo era un aparato que podía satisfacerla y darle unas muy buenas noches o días o tardes. Cuando quisiera.

—¡Feliz cumpleaños, Val Val!

Sentí un golpe de nostalgia cuando la llamé por como solía llamarla su madre. Por un segundo pensé que la había cagado y embarrado al presionar esa herida que no sanaba. Estaba preparada para pedir perdón por mi bocaza, pero Valeria corrió a abrazarme.

—Gracias, pensé que no lo escucharía el día de mi cumpleaños —susurró en mi oído y me abrazó con más fuerza, aferrándose a alguien que no era yo.

Dejamos de abrazarnos y el ambiente volvió a hacer lo mismo. Estuvimos bromeando y jugando. Aurora se había encargado de traer el pastel y me reí al ver que el pastel tenía una gran foto de Charles Leclerc.

—¡Te comerás al amor de tu vida! —exclamé divertida.

—¡Ese soy yo! —gritó Gavi.



















💌💌💌







La fiesta se acabó a media noche, Sira y Ferran, fueron los primeros en irse, luego los siguió Aurora y Javi (su novio). Pedri nos llevaría a casa por lo que los cuatro salimos del local. Corría un viento refrescante, pero Pedri ya estaba frotándose las manos a mi lado.

—Exagerado.

—En Canarias no hace tanto frío.

Se me ocurrió decirle algo con doble sentido y no dudé en pegarme más a él y susurrarle en su oído.

—Te puedo calentar en mi habitación —Sonreí abrazándolo, Valeria y Gavi iban primeros por lo que iban en su mundo y no se daban cuenta de los personajes secundarios.

Estaba dispuesta a besarlo para provocarlo, pero la luz de un flash me cegó. Luego otra y otra. Se juntaron periodistas y me pegaron micrófonos en la cara, preguntando si habíamos salido de una cita doble o si éramos pareja y confirmábamos el rumor.

Una vez dentro del coche, pude tomar un respiro. Los cuatro tomamos un respiro de tan agobiante situación. Aún sentía el flash en mi mirada, por más que el coche ya había avanzado unas cinco cuadras, seguía sintiendo esa sensación.

Me acurruqué junto a Val en el asiento trasero. Escuché a los tíos charlar y quejarse sobre…

El coche se detuvo y entreabrí los ojos. Me había quedado dormida. Por la ventana podía ver la casa de Gavi.

Despertamos a Valeria y, adormilada, se dirigió a la casa de champiñón, junto a él. Quien me dijo que le escribiera cuando llegará a la mía. 

Pedri y yo volvimos a quedarnos solos. Me bajé del coche y me volví a subir, pero esta vez en el asiento de copiloto. Nos dimos una cómplice mirada y puso el coche en marcha.

Los ojos me pesaban y yo ya deseaba estar en mi cama. Me acomodé en el asiento y cerré los ojos.

Me quedé dormida, no sé por cuánto tiempo. Escuché que me llamaban por mi nombre en un susurró y parpadeé, la sonrisa se me torno al ver a Pedri.

—Ya llegamos, onditas.

Mis ojos se pegaron en sus labios y me picó el querer besarlo. Él debió de querer lo mismo, ya que pegó su boca en la mía y yo le devolví el beso con la misma suavidad.

—Tu padre puede vernos —dijo bajito entre el beso, pase mis brazos por su cuello y lo volví a besar.

—Está de viaje —Mis besos fueron bajando por su mandíbula y cuello, queriendo deshacerme de la camiseta que llevaba—. No hay nadie en casa.

Cogidos de la mano, entramos a la casa acompañados de un silencio que se veía interrumpido por el sonido de nuestros zapatos y al cabo de unos segundos, por el sonido de nuestros besos. No sé cómo subimos las escaleras sin caernos, ni como llegamos tan rápido a la puerta de mi habitación, donde él me acorraló y besó hasta dejarme sin aire.

Mi mano buscaba la perilla y al encontrarla, abrí la puerta. Se me hizo eterno el paso que di. Pedri seguía besándome, lo agarré del cuello de su camiseta y tiré de él, sonriendo entre el beso.





















💌💌💌



Me desperté al sentir que tiraban de mi cabello, entreabrí los ojos y pillé a Pedri jugando con mi pelo.

—Hola —inconscientemente ya estaba sonriendo.

—Hola.

Le di un rápido vistazo y a diferencia de mí, él ya andaba vestido.

—¿Te irás?

—Debo de recoger a Gavi y luego ir a entrenar.

Aún adormilada y resistiéndome a dejar las cálidas sábanas, me estiré perezosamente hacia él e hice un puchero.

—¿Ahora?

—Sí. Entrenamiento a primera hora.

Lo abracé aferrándome a la calidez de su cuerpo.

—Vale. ¿Me vienes a ver más tarde?

—Lo haré —Enredó uno de sus dedos en mis ondas y tiró de mi pelo para besarme en la frente.

El sonido de su móvil sonó y él resignado vio de quien se trataba. Gavi.

—Es un niñato ¿Cuándo se saca el carnet? —pregunté, bufando.

Eso me recordó que yo también debía de sacarlo.

Me volví a quedar dormida hasta que el sonido de mi móvil me hizo levantarme. Papá me estaba llamando, no le contesté por la mera razón de que era muy temprano para un sermón.

Hice mi rutina de la mañana y me vestí con mi ropa deportiva para salir a correr. Iba caminando hacia la salida cuando escuché que llamaban a la puerta, la abrí sin mirar y encontré a Valeria.

Estaba despeinada y pude notar rojez en sus ojos ¿Había estado llorando?

Le di un rápido vistazo y vi que llevaba maletas. Mi mente ató rápidamente los hilos y no dudé en preguntarle:

—¿Te irás de viaje? ¿Huirás de Gavi y buscarás aventuras? —Los boletos que tenía a Grecia nos daban la solución. Debía de hacer la maleta—. Sí es así, dame cinco minutos que te acompaño.

Dejé la puerta abierta y salí corriendo hacia mi habitación. Les dejaría una nota a mis padres, Pedri lo entendería y solo debía de hacer la maleta en menos de 5 minutos.

—¡Carla! ¡Espera! —Escuché sus pasos correr detrás de mí—¡No huiré!

¿No huirá? Pero y las maletas.

Me detuve y volteé a verla.

—¿Entonces?

Jugo con sus dedos y se armó de valor al decirme:

—¿Puedo quedarme unos días?

Valeria me miraba con una angustia palpable en sus ojos, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros. Sus manos temblaron ligeramente mientras buscaba las palabras, y su respiración parecía entrecortada o era imaginación mía.

—¿Huiste de casa?

—Algo así.

Su rostro, por lo general sereno, estaba marcado por líneas de tensión, y su boca se entreabrió como si estuviera a punto de confesar algo que ha estado guardando durante demasiado tiempo. Un nudo en el estómago se me forma al verla así, deseando poder hacer algo para ayudarla a liberarse de esa angustia que la consume, quise preguntarle el porqué, pero no la agobie.

—¿Puedo quedarme?

—Eso no se pregunta. Mi casa, tu casa.

La ayudé con sus maletas y nos fuimos a la segunda planta donde estaban las habitaciones. La invité a quedarse y ni siquiera tenía el permiso de mis padres, me metería en más líos, pero por mientras aprovecharía que ellos estaban fuera del país.

—¿Quieres una habitación o te quedarás en la mía?

—En la que incomode menos.

—No incómodas, Val —Pasé mi brazo por su hombro y me agaché para que nuestras mejillas chocaran—. Tú y yo somos como hermanas, la gilipollas y la más gilipollas, la señora Leclerc y la señora Sainz.

—¿Sainz? ¿No te casarás con Lando?

—Ahora prefiero a los maduros —Y con Barba, españoles, específicamente canarios y que se apellida González.

—Pero si Lando es mayor que tú.

—Él siempre será un puberto.

Lady Isabella dormía en mi cama. ¿En qué momento se subió? Ella me odiaba, se comía mis zapatos y escondía mis calcetines y rara vez se dejaba acariciar por mí.

—Hola, pequeña.

Bufé al ver como Lady se dejaba acariciar por Valeria, pero si lo hacía yo era capaz de arrancarme el dedo.

—Por qué lady les quiere a todos, menos a mí.

Hasta quería a Pedri.

—¿Peleas de hermanas?

Estaba celosa de mí, obviamente. Vi como Valeria se acostó en mi cama y me llené de intriga ¿Por qué se fue de su casa?

Era una hermosa casa, además estaban todos los recuerdos de su familia, abuelos, madre y todo ¿Por qué se iría?

—¿Por qué te fuiste de casa? No es que te quiera botar, ni parecer chismosa, pero...

—Me sentía sola.

Oh. Metí la pata.

Me acosté a su lado y la abracé, haciéndola sentir que tenía siempre mi apoyo.

—Entiendo. Yo te haré sentir como en casa, estaré como un chicle para ti. Lo prometo —Se lo prometí con el pulgar, una promesa de niñas y sincera para mí.

—¿Te mudarás? —preguntó y de seguro vio todas las cajas y maletas en mi habitación.

Recién nos habíamos amistado y tenía mucho que hablar sobre lo que pasó en los últimos días. Buenas cosas como lo de Lancôme, pero también estaba lo fuera de lugar que me sentí en la capital.

—Estoy empacando lo importante para Madrid —Era un poco de verdad.

Mis problemas no eran tan importantes como los de ella.

—Lo siento por la mentira.

—Tía, ya lo estaba olvidando. No me hagas acuerdo que te secuestro —reí pensando que sería un buen plan.

—¿Al final elegiste quedarte en la residencia o en un piso?

—Mis padres no quieren que comparta habitación con una extraña y me han rentado un piso lujoso. Lo bueno es que tendré la libertad de llevar a mis ligues y follar siguiendo el ejemplo de lo guarros que son Gavi y tú.

Y ya lo estaba poniendo en práctica.

Seguimos hablando y le confesé que pase noches con Pedri, omitiendo la parte sexual con una mentirita. El tema varió y llegó a la parte de los bebés, sobre todo de Ester.

—Ester me contó...

—Ella me contó que te contó...

—¿Sabes cuando lo piensa hacer?

—Quedamos en ir hoy... —dije, había hablado con ella por mensajes.

—Vale... ¿Sabes quien es el padre?

—Ella no me lo quiere decir —confesé—. Sabes que Ester es muy... ¿Puta? Eso sonó feo... a ver —Pensé en las palabras que diría—. Es muy abierta...

—Se acostó con muchos tíos, lo sé...

—Sí...y también lo hizo con...

Con mi Pedri.

—¿Con?

—Nadie. Olvídalo —Sonrió nerviosa.

—¿Con quién?

—Nadie.

—Dime.

—No...

—Carla…

—No...

—Pero...

—Es...

—Dime. No diré nada, lo prometo.

—Pero...

—Carla. Dímelo o Taylor nunca vendrá a España...

Golpe bajo y me dejó entre la espada y la pared.

—oye...

—Dímelo.

—Solo diré que es futbolista... 

—Juega en el Barça ¡Y es canario y es Pedri! ¡Ya te lo dije! —Tapé mis ojos con ambas manos, tratando de borrar la imagen de ellos dos liándose—. Ya lo había superado y borrado de mi mente y ahora la imagen mental de ellos dos volvió a mi cabeza.

Me tiré a la cama, deseando que la escena se borrara de mi mente.

—Gracias a dios —La escuché decir, aliviada.

Y no era un gracias a dios. Era un puto desastre. 

—Eso quiere decir que ¿Pedri es el papá?

¡NOOOOOOOOOOO!

—¡No!

—¿Cómo lo sabes?

—Porque él me dijo que no se metería más con Ester. Y la última vez que lo hicieron fue en Málaga. Y Ester tiene tres semanas.

—Vale. Me he perdido muchas cosas.

—Vives en tu mundo. Ya te pondré al día.

Le conté mis dramas, omitiendo partes. También le conté sobre Pau, había hablado con ella por llamada y al final si se iba a Yale, se iría hoy y solo tendríamos un par de horas para despedirnos.

—¿No nos dirás quién es el padre? —pregunté curiosa, mirando a Ester.

Estábamos las cuatro juntas en una habitación, sin Valeria y Ester queriéndose matar, ni Pau y yo intentando separarlas.

—El espíritu Santo —ironizó la pelinegra.

—¿Te crees la virgen María? —pregunté sarcástica.

—Cállate, Carla.

—Pero...

—Carla, no sigas. Si no lo quiere decir, debemos de respetar eso —dijo Valeria, tratando de no incomodar a la gestante. 

Carla bufó y Ester me señaló con su puntiaguda uña roja.

—Al fin dice algo razonable.

Sí, Ester seguía siendo Ester. Una perra.

Escuchaba a Ester decir que quería deshacerse del “problema” leí una y otra vez sobre abortos.

—Okay, porque no me tomo estas pastillas de una vez y asunto resuelto —dijo Ester, refiriéndose a unas pastillas que sabe dios dónde las consiguió.

—¿Qué pastillas? —Valeria, aunque no lo crean, era la más preocupada. Busco en Google acerca de las pastillas y al leer lo que decía, habló—. Debemos de ir a una clínica. Es lo más responsable.

—No quiero un historial —Ester negó—. Lo hago aquí, con ustedes.

—Carla, Pau —Nos llamó Valeria—¿Alguna de ustedes tiene un título de medicina? Porque yo no.

—Valeria tiene razón —habló Pau, fue a ponerse del lado de Ester. Todas lo hicimos—. Puede pasar a mayores y no sabremos cómo actuar.

—Y no queremos lidiar con un cadáver —añadí con una pizca de humor para aligerar el ambiente—. Digo, con tu bello cuerpo desangrándose en mi baño.

—Irás a una clínica ¿vale? Sacaré una cita.

Valeria se comportó de una manera amable con Ester, quizá era un tema que le tocaba muy a fondo.

—En otro universo, estaríamos planeando un baby shower no un aborto —Di un mordisco a mi rebanada de pizza, ya era la hora de la cena y yo moría de hambre—. Se imaginan.

—Prefiero no hacerlo. Los niños me dan asquito —La cara de repugnancia de Ester, confirmaba que no quería tener al bebé.

—¿Quién cree que tendrán el primer bebé entre nosotras? —preguntó Pau—. Y que lo tenga, obviamente.

La respuesta era muy clara.

—Valeria será la primera mamá, lo sé. Además que ella y Gavi planean uno todas las noches —Con mi mano apunté a Valeria, fui la primera en tirar la piedra.

—No es... Nos cuidamos.

—Aja. Y la otra vez que me pediste una píldora —Ester la delató.

—Fue un accidente.

Fue como si el tiempo retrocediera, ni una tenía 18 y volvíamos a tener 10, las risas aparecieron y las charlas de imaginar nuestras bodas, nuestro futuro, lo que queríamos, fue una curita al corazón. Las veía y podía verlas de niñas, solo nos faltaba disfrazarnos de princesas.

Seguimos hablando y era hora de despedirse de Pau. La llevamos hasta el aeropuerto.

—¿Irás a verme? —me preguntó.

—Me daré una pequeña escapada. Lo prometo.

Un último abrazo y una agitada de mano al despedirnos, se fue alejando y dio un último vistazo hacia nosotras. Me pregunté si también le dolía aceptar que ya no estábamos destinadas a ser las cuatro por siempre.


























💌💌💌













Me:

Hoy estaré ocupada por la noche

Nos vemos mañana?
💛💛💛

Leído a las 5pm

Pedri no me contestaba los mensajes. Me había dejado un gran visto ¿debía de alarmarme? ¿Había hecho algo malo?

Guarde el móvil en mi bolso para ya no pensar más en ello.

—Carla, ¿me prestas tu móvil? —preguntó Valeria—. Deje el mío en casa de Pablo.

—Toma —Saqué el móvil y se lo entregué —. Tiene poca pila, así que apúrate si quieres darle señales de vida a Gavi.

—Gracias.

—Te dejo a solas.

Fui a mi habitación y seguí pensando en miles de razones por las cuales no contesto mi mensaje ¿Y si le mandaba otro? Quizá pensaba que me había contestado y estaba esperando una respuesta de mi parte.

Fui a mi habitación y recordé lo de la noche anterior. Sus manos en mi cuerpo, sus chistes malos y lo bien que me hacía sentir.

Cepille mi cabello, el recuerdo de una caída de comparación. Después de todo, no tenía que preocuparme. Pedri me había elegido a mí.

Pasábamos las noches juntos.

Me entendía.

Yo me reía de sus tontos y para nada graciosos chistes.

Empecé a cepillar mi cabello para desenredar aquellos nudos tanto físicos como mentales, repitiendo que todo iba bien. Pedri y yo podíamos sonar como Lover de Taylor Swift.

Sentía que alguien me miraba, alcé la mirada, encontrándome con Valeria. Me miraba desde el umbral de la puerta.

—Adivino. El móvil murió.

Negó, moviendo su cabeza de arriba a abajo. Dejé de peinarme y me acerqué a ella a por el móvil. Lo conecté al interruptor del escritorio. Lo escuché vibrar y pensé que sería un mensaje de Pedri, mandando señales de vida. No era él. Era Instagram y sus notificaciones de nuevos seguidores. Había estado sonando todo el día, desde que nos pillaron la noche anterior.

Hablamos sobre ello, como ser vinculadas con Pedri (y en su caso Gavi) nos había traído algo de fama y como en todo ese mundo, había algo bueno y algo malo. Malos comentarios y buenos comentarios que me daban risa y los otros me hacían rabiar un poco, Valeria me recomendó que los ignorará, fue lo que hice la mayoría del tiempo.

—Lo haré. Los ignoraré —Besé su frente—¿Quieres ver Gossip Girl y fantasear que estamos en Manhattan?

—Eso no se pregunta.

Aplaudí feliz y me cambié por un pijama cómodo.

—Iré por helado y chuches.

Me fui de mi habitación, dando saltos y tirándole un beso volado. Me dirigí a la cocina y agarré todo lo que se me antojaba. Con los brazos llenos de comida, volví por el mismo camino, tarareando una canción. Las cosas ya estaban tornando un buen camino, Valeria era mi mejor amiga, tenía algo especial con Pedri y me sentía muy bien en mi hogar, me faltaba afrontar problemas, pero estaba segura de que mis padres me apoyarían.

Entre a mi habitación y la comida casi se me cae de los brazos al ver a Valeria, tenía el abdomen descubierto y…

—¿Qué te pasó?

Confía en mí. Confía en mí. Confía en mí, por favor.

Confió y todo cobró más sentido. Nunca había sentido el dolor al escuchar sus palabras, las lágrimas descendieron por mis mejillas y la abracé, percatándome de que estuviera bien.

No pude dormir esa noche, después de llorar abrazadas y que ella me repitiera que estaba bien para que yo lo creyera, pero lo hacía para que ella misma se lo creyera. Fingí que me convenció, le hice una promesa que necesitaba romper, necesitaba decírselo a Gavi, pero Valeria tenía razón en un punto.

Ya había amanecido, Valeria dormía a mi lado. Salí de la cama y me vestí. Debía de hacer algo, debía de hacerlo.

Fui a correr y llevé huevos conmigo.

Mi mente fue el ojo de un huracán y la pregunta era ¿Qué hacía? Con los audífonos conectados, corría por las calles que conocía a la perfección, tratando de comunicarme con mis padres. Quizá ellos me ayudarían a ayudar a mi mejor amiga.

No contestaron.

10 kilómetros iba corriendo, la cabeza me hincaba y estaba dispuesta a hacer algo. Mis piernas me habían llevado a la casa de Valeria, se veía igual a como la recordaba, pero a mi mente venía lo que había visto ayer y lo que me dijo Valeria, y aquella casa dueña de bellos momentos se convertía en un infierno que no era el mío.

La sangre me hirvió al ver a un hombre, lo conocía. Conocía esa mirada oscura que muchas veces me regañó y juzgo, iba perfectamente vestido con su traje y corbata, me llené de impotencia y estallé.

—¡Benjamín! —grité su nombre y cruce la calle, sacando uno de los huevos. Él volteó a verme y al estar lo suficientemente cerca y lejos, le arrojé un huevo que se reventó en su frente.

Oh mierda.

Quise arrojarle otro y ser lo suficiente valiente para acercarme y amenazarlo, decirle que yo no me quedaría callada, pero él tan solo dio un paso hacia mí y la pesadez de su mirada hizo que el cuerpo se me helara del miedo.

Me reconocía, estaba segura. Su oscura mirada siguió aterrándome, los huevos se me cayeron y fue la alarma que me hizo salir corriendo.

Corrí lo más rápido que pude, sintiendo el sonido de mi corazón acelerado en mis oídos. El viento azotaba mi cabello mientras mis pies dolían al correr lo más rápido que podía. Corría sin mirar por donde iba, sin fijarme a mi alrededor, solo corría con una presión en mi pecho.

El claxon de un auto me hizo congelarme, escuché como las llantas del coche chirriaron al frenar de golpe contra el pavimento. Miré hacia el coche, esperando que el conductor me diga de todo por mi imprudencia.

Lo que recibí fue una mirada preocupada de alguien que tranquilizaba mi corazón.

—¿Carla? ¿Estás bien? —Pedri se bajó del coche y caminó hacia mí, tanteo mi cuerpo buscando alguna señal de que me hubiese golpeado, pero todo estaba bien—¿Qué pasa? Joder, te he podido golpear o si otro coche te hacía daño ¿Por qué ibas corriendo así?

—Solo… Mhm no me fije —Sonreí para tranquilizarlo—. Estaba corriendo, escuchando a Taylor Swift y disocié, culpa mía.

—Joder —Siguió mirándome preocupado y si importar que estábamos en medio de la calle, me atrajo hacia su cuerpo. Fue un abrazo que me dio paz y duró menos de cinco segundos—. Venga, sube al coche —Besó mi frente y por tercera vez me reviso en busca de alguna herida.

Hice lo que me dijo. Me senté en el asiento de copiloto y la mano de Pedri se posó en mi rodilla. Mi vista bajó y vi como mi pierna temblaba, estaba temblando y Pedri trataba de tranquilizarme.

—¿Estás bien?

Necesitaba decírselo. Necesitaba decírselo a alguien. Abrí mi boca para contárselo todo, las palabras no salieron. Deje salir aire y me convencí de no decírselo, si se lo decía había una gran probabilidad de que Gavi lo supiera.

—El susto.

Podía percibir la duda reflejada en su mirada, como si supiera que las palabras que acababa de pronunciar no eran del todo ciertas. Para convencerlo me incliné hacia él y le di un fugaz beso.

—Casi me matas —reí fingiendo.

Regresé a mi asiento y mi móvil sonó. Me estaban llamando. Ver el nombre de papá en la pantalla, me dio un respiro. Él sabría que hacer, era el adulto de mi vida.

—Perdona —Me bajé del coche para más privacidad, conteste la llamada y fueron largos segundos en los que papá no me dejo de hablar y siguió con sus regaños. Me fui alejando más del coche y cuando tuve un hueco de silencio, supliqué: —Papá, déjame hablar por favor.

—¿Qué pasa, Carla?

—Debes de ayudarme, mándame a los mejores abogados. Necesito tu ayuda… —Le conté todo lo que sabía, lo que vi, lo que me contó, mi voz se escucha rápido y desesperada, apenas si respiraba, pero no desperdiciaría ni un segundo.

—Pues acabo de hablar con Benjamín y lo he escuchado muy bien. Más bien deberías decirme ¿Por qué carajos le has arrojado huevos?

—Papá ¿No me estás escuchando? Es algo serio, por favor.

—Sí fuera verdad, no crees que Valeria iría personalmente.

—Tiene miedo.

—Solo busca atención, Carla. Su madre murió, su padre no se preocupa por ella ¿No crees que te lo ha dicho para llamar la atención de su papá?

—Pero…

—No te metas en problemas de otras familias, Carla. Hemos hablado con Benjamín ayer por la noche, se le escuchaba preocupado por el paradero de una hija que no es suya, pero a la cual quiere como su hija. Está preocupado por ella, por los comportamientos que tiene ¿Sabías que fuma marihuana? Dios sabe, que más mierdas se mete.

—Es mentira, joder. Vale que quizá se ha fumado uno que otro porro, pero todo el mundo lo hace. Mamá lo hace, yo lo hice una vez y…

—¿Te estás escuchando?

—Necesito tu ayuda, por favor.

—Escúchate Carla y hazme el favor de regresar a Madrid, he invertido muy bien en tu futuro, no es para que estés jugando al detective o estés siendo involucrada con ese futbolista que no te conviene.

—Papá, créeme por favor…

—Eres inocente, cariño. Valeria es tu amiga, pero te has puesto a pensar en la gran mentira que dijo sobre ir a Madrid las dos juntas ¿Y si te está mintiendo también esta vez?

—Yo lo vi.

—Solo busca llamar la atención.

—¡Es lo que todos dicen! ¡Miles de mujeres se quedan calladas por esa tonta frase que este maldito mundo dice!

—Regresa a casa.

—Iré yo misma a la policía.

—Cariño, piensa por un segundo ¿Tienes un abogado? ¿Tienes pruebas? Si vas a la estación de policías, lo único que parecerás es a una niña queriendo llamar la atención.

Corté la llamada.

Regresé al coche, estaba lo suficiente lejos para que no escuchara y también lo suficiente lejos para tranquilizarme al caminar. No me tranquilice.

—¿Todo en orden? —preguntó Pedri.

—Sí.

—Pues parecía todo lo contrario, como una niña haciendo un berrinche —dijo con una sonrisa vacilante, queriendo picar, pero fue todo lo contrario.

Sus palabras me golpearon como un choque de un fuerte y frío viento.

Las palabras se atoraron en mi boca, las lágrimas se acumularon y ni siquiera pude contenerlas, no pude bajarme del coche y largarme tirando un portazo. Fue instantáneo, llorar, abrazándome a mí misma.

Solo era una chica asustada que no sabía qué hacer para ayudar a su mejor amiga.














































Xoxo.

Holiii aquí yooo. Con un capítulo un tanto largo

¿Qué piensan al respecto?

¿Carla y Pedri? Por cierto creo que no tenemos un shipname. Ideas? Lxs leo 

Que opinan sobre
la amistad de Carla y Val?

Pedri al ver que hizo llorar a Carla:
😦😧😨😰😥

Creo yo que el siguiente capítulo lo narra Pedri

Por cierto España Ganó!!!!!!
No soy española pero me alegre por ellos💘💖


Nos leemos pronto

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Actualizo cuando los votos estén completos 🥰

Byeeee

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