25: La arquera
1 de agosto,2022
Terminé de hacer mis maletas con lágrimas, rabia y la mirada preocupada de Pedri encima de mí. Sus brazos me rodearon por detrás y me atrajo hacia él, consolándome y yo dejando que las lágrimas cayeran como una fuerte lluvia de medianoche.
—¿Qué sucede? —preguntó en mi oído.
—Nada.
Sonaría como una tontería.
—Onditas…
—Nada.
Me abrazó más fuerte e hizo girar mi cuerpo, mi rostro se escondió en su pecho y sus manos acariciaron mi cabello. Me sujetó de las mejillas y con las intenciones de hacerme reír, me preguntó:
—¿Cuál es el baile favorito del tomate?
—¿Cuál?
—La salsa.
Era un pésimo chiste y yo me reía de ello. Más bien de su risa.
Llegué a preguntarme si en algún punto él también me dejaría. Como todos.
Yo siempre buscaba. Nadie me buscaba a mí. Yo apuntaba, pero también era la inofensiva presa.
Quise ir con Pedri al aeropuerto y estar con él para que siguiera contándome sus pésimos chistes y así olvidarme del cuchillo que me clavaron. Pero lo que había entre nosotros se acababa al salir de la habitación, los besos largos, solo fueron miradas a larga distancia y un adiós de colegas siendo algo más con cierta clasificación de “privado”.
Miraba con recelo a Valeria y a Gavi, como me restregaban su amor en la cara. Él besando su frente y ella susurrándole algo al oído, se agarraron por última vez de las manos y mis ojos vieron ese punto, tantas caricias y tonterías. Los miré con desprecio y fingí hacer algo importante en mi móvil, al ver como Valeria caminaba hacia mí.
Su Gavi ya se había ido.
Y estamos las dos esperando nuestro vuelo de regreso a España.
—Carla… escucha yo…
La ignoré. Ni siquiera la miré y Sira llegó en el momento indicado.
—Les traje café.
Charlé amistosa con Sira y como era de esperarse, Valeria se hundió en un libro. La miraba de reojo y un anillo en su dedo índice de la mano izquierda me llamó la atención. Un anillo fino, con una piedrita e incrustaciones.
Ate los hilos y fue fácil deducir.
Enhorabuena. Lo que me faltaba.
Me enfurecía y también me alegraba, pero eso último no lo iba a admitir.
💌💌💌
Papá fue a recogerme a Barcelona y fingí una agradable sonrisa y que todo iba de maravilla. Me tragué las ganas de llorar cuando me dijo que ya estaba listo para mi mudanza con Val. Tanto que me costó convencerlo. Le daría las buenas noticias en la mañana, no sé si se alegraría o enojaría.
2 de agosto, 2022
A la mañana siguiente se lo dije y fue una mezcla de las dos reacciones. Al final sus palabras fueron “Puedes ir sola”.
¿Sola? Eso me asustaba a mil, una nueva ciudad, hacer nuevos amigos, no conocer a nadie ¿y si no les caía bien?
—Vale.
Jugué con mi desayuno y luego mi madre me llamó a su despacho. Me pregunté de qué se trataba y cuando me lo dijeron fue lo último que me imaginaba.
—¿De verdad?
—Me ha llamado el mismísimo representante de Lancôme, se ha enterado de que eres mi hija.
—¡Ostras!
—Carla —Me regañó odiaba cuando hacían eso—. Esto es una buena oportunidad y si estás de acuerdo te apoyaremos.
—Joder, claro que acepto.
—Vale, le daré la respuesta.
La sonrisa que se me había formado en el rostro era gigantescas. No creía lo que mi madre me había dicho. Yo seré la imagen en una campaña de Lancôme. Pero ni en mis sueños más fantasiosos lo había imaginado.
Necesitaba contárselo a Valeria.
La realidad me golpeó en la frente. No tenía a nadie a quien contárselo.
—Debemos de celebrarlo. Invita a tus amigas, cariño.
—Claro.
Fui a mi habitación y estuve mirando el techo a la nada, abrazando a mi osita de Taylor Swift y acariciando con los dedos de mis pies a Lady, quien me mordía.
Agarré mi móvil y vi el chat grupal que tenía con mis amigas. Chat muerto desde hace meses. El chat con Valeria estaba repleto de mensajes desde ayer. Ya no insistió.
¿Le escribía a Aurora? No, ella es hermana del traidor.
¿A quién?
¿Bruno y Raúl?
Les escribí un mensaje y ya sabía que no vendrían. Ellos solo me soportaban por Valeria.
¿A Pedri? Papá estaría y estar cerca de él, sin tocarlo, era un gran sacrificio y no me apetecía fingir.
¿Quién más?
Sira.
Llamé a mi nueva amiga y no dudé en contarle las buenas noticias e invitarla a la pequeña celebración. Colgué la llamada y tocaron a la puerta.
—Pase.
Mis alarmas de defensa sonaron al ver de quien se trataba. Gavi. Deje de acostarme y me senté, cruzada de brazos y mirándolo resentida, hablé:
—¿Qué haces aquí?
—Hablar.
—No…
—Valeria no…
—Joder, ¿Eres su abogado?
—Ella no me lo ha pedido —Y él venía a restregármelo a la cara—. Son las mejores amigas desde que las conozco.
—Se le olvidó al elegirte a ti.
—Es complicado.
—No, de hecho no lo es… —Seguí hablando, diciéndole verdades que él se negaba a admitir, pero que en el fondo le había dejado dudas. Lo vi en su cara.
Las palabras dolían más.
—Solo lo dices porque estás celosa —Se defendió.
—¿Celosa? Por dios, tu ego es más grande que tu cabeza, nan.
—Celosa de lo mío con Val.
—Menuda historia que te has montado en tu cabezota
—Es verdad.
—¡No! ¡No lo es!
Tal vez sí estaba un poco celosa. Celosa de qué iban bien, de que ella me había dejado por él. Cuando yo fui un factor importante en su reconciliación, cuando yo estuve para ellos y sin importar eso, ellos no veían más allá de su burbuja de amor, no se percataron de mí. Valeria no se puso a pensar en mí, cada día que le hablaba sobre mudarnos, me dejaba fantasear y organizar todo, sabiendo que no se iría conmigo.
Y ahora estaba yo, con la habitación llena de cajas y maletas. Probablemente en una semana esté sola en una ciudad desconocida, sin nadie que cubra mi espalda.
¿Por qué yo cubría la espalda de los demás? Pero nadie cubría la mía.
—Vete.
—Carla.
Lo miré a los ojos.
—Vete y Pablo, si la vuelves a cagar. Yo ya no te ayudaré, no lo haré.
—No lo haré.
Se puso de pie y caminó hacia la puerta, antes de que cruzara la puerta, lo volví a llamar.
—No le hagas daño.
Escuché su respuesta como simples palabras que fácilmente se podían perder. Les tenía aprecio, pero sus acciones sin pensar en mí había sido un golpe que me dejaba preguntándome si en verdad alguien se acordaba de mí. Si tan solo lo hubiesen comentado, yo lo hubiese entendido. Pero también hubiese entendido que ellos estaban mal, que eran muy jóvenes para ese tipo de planes, por más que se amaran y sean ese lindo amor con vibes de casarse, primero deberían sanar.
Yo conocía a Val, la veía feliz. Pero era por Gavi, no por ella. Las cosas no deberían ser así.
Estaba dolida y muchas veces las personas dolidas hacían cosas impulsivas. Por mí pasaba ese sentimiento de resentimiento hacia ellos y esa molestia me hizo actuar sin detenerme a pensar en lo que causaría.
Xoxogosipgirl
¿Valeria y Gavi? ¿En una relación? Ellos andan desde los 16 y él se tiró a algunas tías cuando 💔 rompieron. ¿Han vuelto? Lo han hecho
Xoxo
💌💌💌
Por la noche se llevó a cabo la celebración de la gran oportunidad que tenía. Sira llegó a verme con una gran botella de champaña.
—Tía ¿Valeria no viene?
No quería hablar de ella, ni pensar en lo que había hecho y en la polémica que inicié en redes.
—¿Te has hecho algo nuevo en el pelo? —Cambié de conversación, halagando su pelo.
No pensé que nadie más vendría y me sorprendí al escuchar el timbre. ¿Quién sería? ¿Pedri? No le había invitado por obvias razones, pero pensar que él había venido me hacía mucha ilusión.
Fui a abrir la puerta y la desilusión se apoderó de mi rostro.
—Hola… han venido.
Eran Bruno y Raúl en un pack.
—No, nos íbamos a perder comida gratis —Habló Bruno, con esa sonrisa vacilante que le caracterizaba.
Por otro lado estaba Raúl y la linda sonrisa que me daba. Les dejé pasar y ambos me tomaron más por sorpresa al darme una bolsa de regalo, cada uno. Los dos se miraron y volvieron a mí.
—¿Y esto?
—Por tu cumpleaños.
—Ya que te fuiste a pasarla a otro continente.
—Oh, que lindos. Muchas gracias —Acepte los obsequios tratando de adivinar que eran, una pesaba más que la otra y era muy evidente por el tamaño—¿Se han puesto de acuerdo?
—No, de hecho no —Se dieron una mirada entre ellos.
—Venga, entremos —dije abriendo el regalo más grande y encontrándome con un librito de esos donde debías de pintar nada más y nada menos que todas las eras de Taylor Swift—. Que guay. Muchas gracias —El siguiente regalo era el más chiquito y su contenido era un llavero de Taylor Swift—¡Qué mono! Muchas gracias.
Me pregunto si Valeria los obligó. Ya volví a pensar en ella.
En medio de la cena mi móvil sonó, poniéndolo sobre mis muslos, de una manera silenciosa vi quien era.
Pedri:
¿Hacemos algo?
Me:
Hola
Estoy en una
cena con amigos
Pedri:
No me has invitado 😥
Me:
Es algo tranqui
Estoy con Bruno y Raúl
—Carla, es de mala educación estar con el móvil en la cena —regaño mi padre.
—Lo siento.
Guarde el móvil sin enviarle el mensaje que estaba escribiendo “Y sira”.
El móvil sonó, una vez, dos veces y una tercera vez, hasta que lo silencie. La cena continuó, papá interrogó a Bruno y Raúl, y mis madres participaron en una conversación con Sira, donde yo también fui involucrada. Me sentía cómoda, pero había un hueco que se sentía bien vacío.
—Viste que fui el de la mejor nota —Bruno había llegado a mí con intenciones de vacilarme.
—¿Así? Yo pensé que fue un empate.
—No me gustan los empates.
—Tendrás que soportarlo, Brunito. Y agradece que esos porros no te hayan quemado el cerebro.
—Lo he dejado.
—¿Ya no quieres dar esas vibes de tío malo?
—No, solo era para soportar a las mimadas como…
—¿Las mimadas como yo?
—No… yo…
—Te entiendo, no soy la persona más soportable del mundo. Pero no te preocupes, tendrás un gran respiro de mí. Seguro nos vemos en unos 20 años, en el reencuentro.
¿Qué sería de mí?
—Eres tan…
No termino de formular lo que iba a decir. Raúl había llegado hasta nosotros, interrumpiendo las palabras de ambos.
—Creo que ya es hora de irme, mañana tengo trabajo temprano —aviso el rubio—. Fue agradable verte —Nos miró a ambos y con una ceja arqueada, preguntó: —Interrumpo ¿Algo?
—Nada importante —le resté importancia—. Muchas gracias por venir, tíos. No se preocupen, me acordaré de ustedes cuando sea famosa.
Mis palabras les hizo reírse a la vez. Resultaba raro.
—Los acompaño a la salida.
Los acompañé a la salida, ambos a cada lado mío.
—Oye, Carla… —Raúl me llamó, alcé la mirada, viéndolo. Sus ojos estuvieron en mí por menos de un segundo, miró por encima de mí y por instinto vi lo que miraba—. Nada ... De hecho nada.
—¿De verdad? ¿Tienen algo oculto y no me lo quieren decir?
Mire a ambos chicos, en busca de que soltaran la sopa de lo que sea que tenían que decirme. Pero no, no dijeron algo importante y jugoso que cambie mi humor por un momento.
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Una vez echada en mi cama, me quedé pensativa. El silencio en las cuatro paredes, hacía que mis pensamientos rebotaran una y otra vez contra mí, me golpeaban sin cesar.
Valeria. Gavi. Madrid. Pedri.
Pedri. Su nombre fue como un fuerte viento que alejar los pensamientos que no me dejan tranquila. No había sabido nada de él en todo el día, ni siquiera me había detenido a llamarlo o contestarle los últimos mensajes que me envió y yo no leí.
Fui directo a su chat y me llevé la sorpresa que los últimos cuatro mensajes los había eliminado. Lo último que le dije fue sobre la reunión con Bruno y Raúl.
Empecé a escribirle para desearle que descansara. Aunque suponía que ya estaría durmiendo. Supuse mal, bajo su nombre leía el famoso “escribiendo”.
Dejé de escribir, a la espera de leerlo.
Pedri:
Estoy afuera de tu casa
¿Damos una vuelta?
Me:
Ahora?
Ya es mismo medianoche.
Y estoy en pijama.
si mis padres se dan cuenta me meteré en un lío
Pedri:
No creo que te metas en un lío con solo salir
a ver las estrellas.
Me:
Joder te has vuelto un chico malo.
salgo en 5.
No me fijé mucho en mi aspecto al salir, mis pasos eran cautelosos para no despertar a nadie. Aunque dudaba que mis padres se despertaran y si lo hacían mi plan era decirles lo que Pedri me dijo por mensajes “Salí a ver las estrellas”.
La calle estaba vacía, corría un ligero viento que me hizo caminar más rápido hasta llegar al coche de Pedri. Estaba aparcado afuera y desde que sus ojos dieron con los míos, sentí un gran alivio.
—Hola —Cerré la puerta del coche detrás de mí y sin importarme que alguien nos viera, lo besé. Quería un beso que las parejas se daban cuando estaban solas, un beso que gritara lo mucho que me extrañaba, un costo besó fue lo que recibí, puede que mi corazón se acelerara, pero también iba con una mueca de tristeza.
Pero también debía de entender que no debía de ser imprudente. Alguien nos podía ver.
—¿Damos una vuelta?
—Creí que querías ver las estrellas.
—Ya te estoy viendo a ti.
Sus palabras fueron como una gran flecha de amor que atravesaba mi corazón.
—Vamos.
Encendió el coche y paseamos por las calles del barrio, miré hacia la ventana al pasar por la casa de Valeria. Las luces de su habitación estaban prendidas y aquel sentimiento de rencor volvió a aparecer. De seguro estaba con ese capullo de champiñón, jurándose ese maldito amor eterno que yo también quería.
Mi cara debía de ser un cuadro de pintura que reflejaba todo lo que sentía, ya que Pedri me acarició el muslo y me pregunto:
—¿Todo en orden?
—De maravilla —Fingí una sonrisa.
—Joder, me estás mintiendo.
—¿Yo?
—Sí.
Seguía conduciendo, mirando a la carretera vacía y de repente se detuvo aparcando en una esquina.
—Sé que estás mintiendo, me has dado esa sonrisa.
—¿Qué?
—Has sonreído con falsedad, no esa falsedad de cuando alguien te cae mal, más bien esa falsedad de que estás mintiendo. No sonríes, haces una mueca mostrando tus dientes y arrugando la nariz. Así —Su rostro imitó lo que había dicho acerca de mi sonrisa, me causó gracia y algo que no entendía, pero que hacía tumbar a mi corazón.
Nunca nadie me había dicho eso, ni mis padres. Yo pensaba que tenía esa habilidad de la mentira y que siempre me salía con la suya, pero no. Pedri había visto eso en mí.
—Me has pillado.
—Venga, dime.
—No es muy importante.
—Tienes los ojos rojos. Has llorado, debe de ser importante si has llorado.
Me acorralo viendo los detalles de mi rostro.
Mire hacia mis muslos y luego a sus ojos marrones. Llegué a la conclusión de que hablaría con él, quizá me sienta menos fatal.
—Me han visto la cara de idiota y no puedo evitar sentirme mal, tampoco puedo evitar sentirme fatal por odiarlos y amarlos, y de puntos extras siento como si no le importara a nadie o no lo suficiente para tenerme en cuenta en sus decisiones y si me dañarían al hacerlo.
—Hablas de Valeria y Gavi.
—Los leo siempre haciendo daño. De ellos mismos, quizá por eso se aman tanto, son un dúo de egoístas.
—Si me cuentas más te puedo ayudar.
Miré el techo y luego a él, resopló y contuve el aire antes de contarle sobre Gavi y Valeria. Me dio mi tiempo, no me interrumpió y al terminar se quedó en silencio, como si estuviera procesando lo que le había dicho.
—Gavi me dijo lo mismo, pero desde su punto de vista.
La boca se me abrió y la cerré, apreté mis labios y le miré como si hubiese cometido un gran pecado.
—¡Ya lo sabías! Joder, dejame adivinar. Te ha dicho que yo soy egoísta y que él tiene la maldita razón.
—En parte.
—Es un mal agradecido. Que conste que yo no soy egoísta —Le miré, esperando que me dijera que yo tenía la razón, pero solo se quedó callado. Como si yo no tuviera la razón —¿Verdad? Dilo.
—No te enojes por lo que te voy a decir —Me sujeto de la mano y mirándome a los ojos dijo—Creo que Gavi y tú, son los dos egoístas.
—¿Perdona?
—Escuchame, onditas y no me mires molesta. Escuchame.
—A menos que me des la puta razón —Un beso me calló—. Ambos quieren que Valeria se quede con ustedes, pero ¿Se han puesto a pensar que es lo que quiere ella? No pienses que estoy de su parte, solo sé que ella ha pasado por un mal momento y la entiendo, he charlado con ellas pocas veces, pero esas charlas han sido más profundas de lo que crees. Su madre murió, no conocía muy bien su relación, pero deduzco que era una de las mejores.
—Deduces bien —susurré.
—El punto es que si te pones en su lugar, no digo que esté bien que les haya mentido. Pero si te pones a pensar, ella quería complacerlos a los dos, por esa razón no se lo decía a Gavi, por esa razón no te lo decía a ti. Porque después de todo se iría contigo a Madrid y se quedaría un año con Gavi en la ciudad ¿Pero qué es lo que quiere ella?
¿Qué es lo que quería ella?
Por más que me repetía la pregunta, no sabía una respuesta o no de esta Valeria, pero si sabía la respuesta de la Valeria que aún tenía a su mamá.
Un viaje.
Ella quería un viaje a Grecia con su mamá.
E iba a invitar a su papá.
—Joder, soy yo una mala persona. Soy egoísta.
—No, Carla. Solo querías lo mejor o acaso no te esforzaste en todos los trámites y en el departamento. Valeria hizo mal en mentir, es normal que te cabrearas.
Un nudo que enrede e hice miles de vueltas, fui incapaz de resolverlo, pero Pedri lo había logrado en cuestión de minutos.
—Eres el mejor.
—Hablarás con ella.
Necesitaba hacerlo, pero aún me sentía un poco dolida y más sabiendo que ella ya no iría a Madrid. Había sido su decisión, pero sabía que Gavi estaba detrás de eso y eso no me parecía lo correcto.
Yo no la obligaría a que se vaya conmigo. No me enojaría, no lo haría. La iba a apoyar, por más que no me parecía. Hablaría con ella, pero no hoy, ni mañana. Necesitaba unos días. Quizá ella se diera cuenta.
—Eres el mejor.
Lo abracé, besando su mejilla y sintiendo cosquillas por la barba que le estaba volviendo a aparecer.
—Vamos por un helado.
—¿A estas horas?
Fuimos por un pote de helado en esas tiendas que estaban abiertas 24/7 y con cucharas descartables, lo fuimos comiendo, yo le iba dando en la boca a Pedri, mientras él conducía por la calle y una canción de Quevedo sonaba por la radio.
Me encontré mirándolo, concentrado en el volante. La forma en la que sus manos se sujetaban con firmeza al volante me hizo sentir una oleada de calor recorrer mi cuerpo. Sus ojos fijos en la carretera, el viento jugando con su cabello, la barba que le estaba creciendo. Imaginarme sus manos en mí, sujetándome fuerte, sus ojos fijos en mí y aquella barba raspando mi piel. No pude evitar desearlo tener más cerca.
Ya me encontraba mordiendo mi labio y apretando mis piernas, metí una cucharada de helado a mi boca, para saciar aquella calentura.
No dio resultado.
El calor se intensificó, continúe viéndolo y me pregunté si le importaría hacer una pequeña parada para empañar el cristal de las ventanas. La idea me calentó más, pero toda idea se borró al recordar que Pedri era una figura pública. Pero había otras opciones.
Con mi mano decidida, acaricie su muslo mientras continuaba mirándolo fijamente. La sensación de su piel bajo mis dedos envió una corriente eléctrica a través de mí, aumentando aún más la tensión entre nosotros. Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de deseo y complicidad, mientras su respiración se volvía más profunda y su agarre en el volante se aflojaba ligeramente. Sabía que estábamos en sintonía, sin decir una palabra, nuestras manos se encontraron y entrelazaron, me dio una mirada cómplice que gritaba que quería lo mismo que yo.
—Podemos ir a tu casa.
Me dio la respuesta cambiando de dirección. Los minutos se hicieron eternos y por más que apretaba las piernas no me saciaba. Llegar a su casa fue llegar a un trato de deseo, Pedri siguió conduciendo y aparco el coche en su garaje. Cuando apago el motor, deje de apretar las piernas. Ambos nos miramos y vi como Pedri estiró su brazo hacia la guantera, de donde sacó una caja que reconocía como condones.
Sentía mis bragas húmedas y con un ligero temblor abrí la puerta. Me bajé del coche, aún llevaba conmigo el pote de helado que se había derretido al igual que yo. Busque un lugar donde ponerlo o tirarlo a la basura. Se me ocurrió una mejor idea y sin vergüenza, vertí un poco del contenido por mi clavícula. El líquido estaba helado y se fue deslizando entre mis pechos y abdomen.
Miré a Pedri con cierta picardía.
—Ups —Me mordí el labio y dejé de hacerlo al tener su boca pegada a la mía. Me robó el aliento y sujetándome fuerte, me dejó contra la capota de su coche.
Dejó de besarme para tener una gran vista de mi cuerpo. Llevaba un pijama de Victoria Secret, no era lo más sexy del mundo, pero su mirada me hacía saber todo lo contrario. Se acercó más a mí, sus manos me abrieron las piernas y se metió entre ellas, para luego de una manera salvaje, tirar de la parte de arriba del pijama dejando al descubierto la piel desnuda de mis senos y abdomen.
❤️🔥❤️🔥❤️🔥
—¿Te quedas a dormir?
—El pijama está un desastre.
Sonrió ladeado y sin mostrar ni una pizca de vergüenza, me dijo:
—Puedes dormir desnuda.
Ostras.
La mirada cómplice que nos dimos fue una entendible respuesta. Pedri me tendió su mano y me ayudó a levantarme, sentí mi cuerpo pegajoso a causa del sudor y del helado. Traté de limpiarme con la tela de mi pijama que recogí del suelo, pero fue en vano.
Pedri se acomodó la ropa y yo me cubrí con el pijama, aunque estaba empalagoso, no iba a andar desnuda en una casa en donde vivía él y su hermano. ¡Ostras Fer! Me dio vergüenza pensar que nos escuchó.
—¿Y Fer?
Por favor que diga que no está.
—Durmiendo.
—Ostras ¿Y si lo levantamos?
—No te preocupes, duerme como un tronco.
—¿De verdad? Es que me ha dado vergüenza —Me sujeto de la mano y tiró de mí para empezar a caminar.
—Shhh no te preocupes. Quedará entre nosotros.
Me dio una sonrisa reconfortante y no me soltó de la mano al pasar por la puerta, ni mucho menos hasta llegar a su habitación.
—¿Puedo ducharme?
Su respuesta fue un orgasmo en la ducha.
—Oye, no me dijiste por qué Bruno y Raúl estaban contigo.
Pedri jugaba con una de mis ondas, ambos estábamos acostados y desnudos en su cama.
—Era un plan de amigos, también estuvo Sira y mis padres. Son muy guays, me han regalado un llavero y un libro para pintar sobre Taylor. Pensé que no les agradaba, pero veo que ya los conquiste.
—Creo que les gustas.
—¿Quién? ¿Yo?
¿Gustarle a Raúl y a Bruno? Sé que Pedri decía puro pésimo chiste y aunque él no se río, yo sí.
—Eres muy ruidosa —Seguí riéndome y no fue hasta lo siguiente que dijo, que mi risa se desvaneció—. En todos los sentidos.
¿Ruidosa? ¿Eso era bueno o malo? Recuerdo lo que dijo sobre la tía que gritaba mucho cuando tuvieron sexo ¿También soy esa clase de tía?
—¿No te gusta?
—¿Qué?
—¿Qué sea ruidosa al follar?
—¿Qué? No…
—La otra vez dijiste…
—No es… contigo es diferente. Venga, tía que me pones más cuando gritas. Lo he dicho en el buen sentido.
Le creí y borré todo pensamiento que me haga dudar.
—Aún sigo creyendo que le gustas a Raúl Y Bruno.
—Yo no lo creo, conozco a Bruno desde el jardín de niños, pilladisimo por Valeria y en el bachiller se enamoró de Ester. Y Raúl, por Dios apenas si me dirige la palabra.
—De seguro les dejas sin palabras. Es por eso. Piénsalo.
¿Y si…? Claro que no.
—No hay nada que pensar. Además ¿por qué tanta insistencia?
Pedri se encogió de hombros e hizo una mueca con ese puchero que me daba ternura.
—Contesta.
—Nada. Solo decía.
—Finjamos que te creo.
Me contó otro chisme malo.
💌💌💌
3 de agosto, 2022
Salir a hurtadillas de la casa de Pedri no era lo que esperaba hacer la mañana siguiente. Lo que dijo él fue “para que Fer no se entere”.
Para que no se entere de lo nuestro.
¿Por qué no podíamos decirles a nuestros familiares y amigos de confianza? No era que lo iba a publicar en el periódico.
—Solo es algo de privacidad. Luego se lo diremos.
Y ese luego se trataba de ¿unos días? ¿Un par de semanas? ¿Un mes? ¿Cuánto?
Que lo diga por favor.
—Vale.
No me convencía del todo, pero tampoco quería perder lo que sea que estábamos teniendo.
—Es para ver si funciona.
—¿Piensas que no va a funcionar?
—No he dicho eso —Sus manos se pusieron en el volante—. Soy fiel creyente de que las cosas funcionan mejor cuando lo tienes solo para ti y para nadie más. No estoy diciendo que será así para siempre, solo por un tiempo. Para que tú y yo estemos completamente seguros… es la primera vez que lo intento y no quiero hacerte daño.
—Vale. Pero eso de mentir…
—No vamos a mentir, solo lo tendremos entre nosotros. Por un tiempo…
Acarició mi mejilla y me sonrió para contarme otro de sus pésimos chistes.
—¿Hacemos algo hoy?
—¿En la noche? ¿Cenar?
—Fer no estará.
Aceptaría hasta por los codos, pero recordé algo que había olvidado y el cual era muy importante.
—Me olvidé de contarte algo —Rasque mi mejilla nerviosa—. Verás… eso de vivir canciones de Taylor por tiktok ha funcionado muy bien, también lo de subir pedacitos de mi vida por instaurar y resulta que soy la íntima amiga de varias Girls y una marca top, para ser exactos Lancôme me ha llamado para ser su imagen y debo de estar en el aeropuerto en 5 horas.
—Joder, eso es grandioso.
—Flipa mucho.
—Supongo que no te veré hoy.
¿Cómo le decía que ya me iba? Y probablemente mis padres me envíen mis cosas por paquete, que iba a recibir las llaves del piso donde viviría en los próximos meses y en vez de estar emocionada estaba muy asustada y sin ganas de nada.
Pedri salió de la propiedad y condujo con la vista fija en la carretera. Me obligué a ya no mirarlo de una manera que me encendiera.
—Te puedo llamar y así escuchas mi gloriosa voz.
—Te llamaré.
Me apretó la mano y no dio ni una pizca de cariño salvo por eso. Supuse que era porque ya estábamos en el ojo del público y se tomaba muy en serio lo de la privacidad.
Aún faltaba tiempo para mi vuelo y en vez de hacer maletas (y a petición de mi madre) fuimos de compras. Estaba viendo un vestido cuando por el espejo vi a alguien que reconocía, su cabello negro, su postura y aquel perfil no pasaba desapercibido. Era Ester.
No me había visto y pensé que era lo mejor, que tal vez ya no hacía parte de mi vida, pero no pude evitar seguirla con la mirada y cuando se me perdió de vista, el mosquito del chisme me zumbaba en el oído, pidiéndome que la persiguiera. Es lo que hice.
¿Qué hacía en la sección de bebés?
Mis ojos y mi boca se abrieron de la sorpresa al ver lo que Ester veía con nostalgia y la gota que derramó el vaso de asombro fue cuando tocó su vientre.
—¡Ostras!
Mi grito la hizo alzar la mirada y por más que yo trate de ocultarme, sus ojos azules se clavaron en mí.
—No es lo que crees.
—¿Estás embarazada?
Recorrí la distancia que nos separaba y llegué a donde ella estaba.
—Sigues diciendo pura gilipollez.
—Entonces explícamelo, porque te conozco desde hace años y hemos sido compañeras de compras. Nunca te ha gustado venir a la sección de bebés. Así que estás embarazada.
—Puedes callarte —Sus manos con olor a lavanda taparon mi boca—. Alguien te puede escuchar, idiota.
—¿Entonces es verdad? —Hablé con sus manos aún en mi boca.
—Cállate.
Sus manos me soltaron y volvió a ordenarme que me callara.
Conocía a Ester. Quería creer que podía descifrarla, pero su faceta de hielo era bien dura. No sabía si era verdad, no podía descubrirlo por sus gestos y no lo hubiese sabido si ella no me lo hubiese dicho.
—Tengo un mes y dos semanas.
—Ostras ¿Quién es el papá?
—¿Crees que te lo voy a decir?
—¿Sabes quien es?
—Tenías razón, soy una puta ¿contenta?
¿Contenta?
Un embarazo traía alegrías para las personas que lo buscaban y soñaban con formar una familia, pero con tan solo ver la cara de Ester, intuía que a ella no le daba ni una pizca de alegría.
—¿Tus padres lo saben?
—No contestan mis llamadas.
Ester era una mala persona, pero también sabía que muy, pero muy, muy, muy en el fondo se encontraba una niña buscando la atención de sus padres. No era una de las mejores amigas y aunque quisiera no podía dejarla sola.
—¿Vamos por un helado? ¿Tienes antojos?
—Me ha provocado un McDonald 's, pero eso engorda.
Rodé los ojos.
—Vamos por un McDonald 's, mujer.
Fuimos a la sede más cercana y se me hizo raro verla comer una de esas grasientas hamburguesas, se la comía con tanto gusto que le pedí otra.
—Ya no más.
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Cuatro horas después ya estaba grabando contenido sobre los regalos que Lancôme había dejado para mí. No tenía mucho tiempo para descansar, según el itinerario que me mandó mamá, debía de estar en 1 hora en el estudio. Un coche me fue a recoger y a aprovechando el tráfico tomé fotografías de la ciudad. No era la primera vez que venía, conocía algunos puntos y en la escuela llevé clases de francés, no lo hablaba con fluidez, pero al menos podía defenderme. Llegué al estudio, donde el recibimiento fue como me lo imagine.
—Fabuleux, chérie.
Era una increíble oportunidad, cada vez que veía los productos de Lancôme y los espejos que reflejaban mi rostro con un maquillaje hecho por profesionales. "¡Woah!" Era lo que dije al verme al espejo, había resaltado demasiado mis ojos.
Me alabaron y preguntaron si ya lo había hecho antes, la verdad era que era mi primera vez jugando a la modelo en la vida real. Quizá la naturalidad se debía al trabajo de mis padres y a los días que pasaba en sus estudios o a aquellas noches donde me las pasaba viendo videos de modelos junto a mis amigas.
Nunca había pensado seriamente en esta profesión, pero en ese momento pensé en que sería de mí si me dedicará a esto. Ser una cara linda, una chica que viaja con marcas y cuida su cuerpo. Me interesaba, pero también me interesaba mucho el arte de la arquitectura, aun así podía hacer las dos cosas.
Llegué muerta a mi habitación y luego de cenar algo ligero, caí rendida en mi cama. Ya estaba entrando al sueño, cuando mi móvil sonó sin detenerse a pensar en mí. Agarré el móvil para silenciarlo, no lo hice al ver de quien se trataba.
Pedri.
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4 de agosto, 2022
Mi vuelo de regreso a España se retrasó por un par de horas. Madrid era mi destino y ya no Barcelona, el vuelo siguió retrasando y cuando llegué a la capital, pedí un taxi y en pleno camino la rueda se pinchó.
¿Era tanta mala suerte o era él destino mandándome señales?
—Gracias—le agradecí al taxista cuando bajo mi última maleta. Estaba demasiado agotada y el calor de Madrid no ayudaba ni un poquito, es por eso que de una manera amable, le pregunté al señor: —¿Podría ayudarme a subir las maletas?
Espere una respuesta agradable, todo lo contrario a lo que recibí. Un gruñido. Me quedé derritiéndome en la acera, viendo el coche marcharse a una gran velocidad.
—¡Le iba a dar propina! —grité para que me escuchara, pero ya estaba lo suficiente lejos.
Vi mis maletas, eran dos grandes, una pequeña y mi bolso. Aún faltaba traer más cosas de casa e instalarme. Di un respiro y me mentalicé que lo cansada que estaba, no existía. Que mi energía estaba a mil y yo podría llevar todo. Agarré las maletas una en cada mano y la chiquita la puse sobre una de las grandes, el bolso en mi hombro e iría hacia la entrada que estaba a unos cuantos metros de mí.
Respiré el rugido de un motor a toda velocidad, me hizo sobresaltarme y más cuando la motocicleta que pasó como si el diablo se lo llevará, paso por mi lado y por cuestión del destino o mi mala suerte, había un charco. Pegue un grito al ser salpicada por el agua cochina.
Me morí de la vergüenza al recibir miradas de personas extrañas. No sabía si les causaba gracia o pena. Con postura recta, di media vuelta y caminé hacia el edificio, donde una agradable sonrisa me recibió.
—Eres Carla Nunier ¿verdad?
Un hombre de unos 35 años más o menos, me recibió detrás del mostrador.
—La que viste y calza.
—Te estábamos esperando hace dos horas.
—El vuelo se retrasó, lo siento.
Sonrió sin mostrar sus dientes y me tendió las llaves.
—Es el piso 13. Bienvenida a la capital.
—Gracias.
El ascensor fue de gran ayuda y al llegar al nivel 13 vi que había dos puertas. La mía era la B13, lo que significa que la otra era mi nuevo vecino o vecina ¿sería agradable? ¿Podría ser mi nuevo amigo o amiga?
La idea de tener a alguien me emociono. Pensé en tocarle la puerta y saludar, pero con las fachas que traía quizá y asustaba a la pobre o el pobre. Preferí esperar, después de todo se me daba bien ser social.
Entré al apartamento y me llevé la sorpresa de ver todo amueblado. Desde el vestíbulo, las paredes blancas contrastaban perfectamente con los muebles de diseño minimalista, acentuados por toques de oro y detalles de mármol. Avancé hacia el salón, mis ojos fueron atraídos por el amplio ventanal que ofrecía vistas panorámicas de la capital. La luz del sol se filtraba por las blancas cortinas, iluminando cada rincón y destacando cada uno de los muebles. Un sofá de terciopelo azul ocupaba el centro del espacio, invitándome a relajarme y disfrutar de las bellas vistas desde la comodidad del sillón.
Miré cada pared y las obras de arte contemporáneo que adornaban el espacio, añadiendo personalidad y color a lo que sería mi hogar. El espacio estaba meticulosamente diseñado según mis gustos.
Seguí caminando y llegué a lo que era la habitación principal, que sería mía. Al adentrarme en mi habitación, quedé cautivada por su atmósfera serena y acogedora. Las paredes pintadas en tonos suaves de gris perla creaban un ambiente tranquilo y relajante, mientras que la ropa de cama de lino blanco añadía un toque de frescura y elegancia.
El mobiliario seguía con una cama de estilo capitoné, adornada con cojines de seda en tonos pastel y una manta de piel sintética en el pie de la cama. Un amplio armario empotrado ofrecía espacio más que suficiente para guardar mi ropa y accesorios, mientras que un tocador de madera blanca con un espejo ovalado invitaba a momentos de cuidado personal.
Una lámpara de pie junto a la cama proporcionaba una luz suave y cálida para las noches de lectura, mientras que las cortinas de lino permitían que la luz natural inundara la habitación durante el día.
Se parecía a mi habitación de Barcelona, pero tenía un toque diferente. Como si mostrara la habitación de una mujer y ya no de una niña aferrada a los recuerdos de su niñez con fotografías y posters en las paredes.
Me tumbé a la cama y recibí una videollamada de mis padres. Contesté y se vio a los dos pegados para que la cámara alcanzará a grabarlos.
—¿Qué te pareció?
Me hizo mucha ilusión que me llamaran y más sabiendo que el apartamento amueblado era cosa de ellos.
—Muchas gracias, está hermoso.
Continuamos hablando, me dijeron lo típico, que me extrañaban, que mis cosas ya estaban de camino, que no invitara a extraños, ni mucho menos a tíos y que me cuidara. Colgaron y yo le hice una videollamada a Pedri.
Contestó.
—Hola ¿Estás conduciendo? —Vi la pantalla y veía que estaba en su coche—. Te puedo llamar más tarde.
—No cuelgues. Ya estoy llegando.
Se quedó en silencio y tuve una gran vista de su seriedad manejando. Su barba, sus brazos y esa boquita me incitaban a querer pasar por la pantalla y besarlo.
—¿Cómo vas?
—Muerta. Puedes creer que un gilipollas me salpicó mierda con su motocicleta ¿Y tú?
Y aún no me bañaba.
—Llegando de entrenar y de dejar a Gavi en su casa.
—Niñato.
Vi cómo Pedri dejaba de estar serio, para relajarse en el asiento. Supuse que ya había aparcado en su casa. Hicimos contacto visual y él sonrió.
—Tienes un poco de lodo aquí —señaló su frente.
Me vi por la pantalla y efectivamente tenía una pequeña mancha.
—Elijo creer que es lodo y no mierda.
Se rió por mi comentario y me preguntó acerca del apartamento. Le hice un rápido tour y al terminar no me guardé la pena que sentía.
—Se siente muy grande para mí sola.
—Imagínate las fiestas que harás allí.
—Joder, eso no la había pensado.
—¿Onditas sin pensar en una fiesta?
Rodé los ojos.
—Estaba pensando en otras cosas.
—Así ¿como en qué?
Crisis existencial.
—Por ejemplo, tengo un vecino o una vecina y espero darles una buena impresión.
—Le caes bien a todo el mundo, estarás bien.
—Eso espero… por cierto… ¿Cuándo vienes a visitarme?
Recién habían pasado dos días y ya quería besarlo y hacer otras cositas que no diría en voz alta.
—Puedo sacar un boleto para mañana mismo, después de entrenar… ¿Si quieres?
—¿Qué si quiero? Pues… —Me mordí el labio inferior—. Mi cama es muy grande para mi solita, así que estás más que invitado.
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Me quedé dormida después de charlas con Pedri. Ya era de noche y mi estómago gritaba por algo de comer. La idea era pedir algo por delivery, pero me propuse conocer la ciudad y qué mejor idea que salir a caminar.
Errónea decisión.
Me perdí.
Llegue al apartamento como a las once de la noche con una caja de pizza en mano y un refresco.
Cené mientras planeaba en mi mente lo que debía de hacer mañana. Quise escribirlo, pero ir por mi agenda y un bolígrafo, lo único que lograba era hacerme acordarme de Valeria.
Necesitaba hablar con ella, pero ¿y si las cosas se arruinaban más?
Diosa Taylor Swift mándame una señal, por favor.
Y me mandó Dorothea como canción, también The Archer.
5 de agosto, 2022
A la mañana siguiente me desperté para ir a correr, mantener la rutina y de paso conocer, esperaba no perderme (otra vez).
Se suponía que mi ropa debía de haber llegado ayer, no llegó. Una de mis maletas tenía un pantalón deportivo y aunque no llevaba su conjunto, traía conmigo la camiseta de Pedri. Me la puse y los colores azul y rojo resaltaron en mi pálida piel, alise la camiseta y me amarré mi cabello para que el escudo y el dorsal de Pedri se viera.
Salí del apartamento a la vez que la puerta de enfrente se veía, dejando ver a un tío que parecía de mi edad.
—Buen día —saludé amablemente, para tener unas primeras impresiones.
No me devolvió el saludo y la sonrisa que yo traía, era opacada por su seriedad ¿Estaba molesto? ¿No le agrado? Quise creer que se trataba de un mal día, algunos jóvenes se levantaban de pésimo humor en las mañanas.
Siguió su camino y se entró al ascensor, las puertas se iban cerrando y tuve que meter mi pie para también entrar.
—Estuvo cerca … ¿Eres de aquí? Supongo que sales a correr, yo también ¿me recomiendas por donde empezar? O si quieres podemos ir juntos, será súper guay. Joder, soy una mal educada. Me llamo Carla Nunier —Le tendí mi mano para una buena presentación.
—¿Nunca dejas de hablar? —dijo.
—Joder, ni modo que me pusiera a bailar de la nada —dije junto a una risita, él no se río.
Las puertas del ascensor se abrieron y él me dejó con las risas en la boca y aquella invitación indiscreta que le hice.
—Fue un gusto.
Seguro es tímido.
Me ajusté la coleta y decidí explorar las animadas calles mientras corría. Aunque el bullicio y la energía de la ciudad me animaban, todavía sentía nostalgia de mi antiguo recorrido. Mientras trotaba por las calles adoquinadas y los amplios bulevares, me di cuenta de lo poco familiar que era este nuevo entorno. De repente, tropecé con una losa suelta en la acera y caí al suelo con un golpe sordo. Me levanté, sintiendo la vergüenza y el dolor, miré a mi alrededor esperando a que nadie hubiese presenciado mi caída, pero para mi mala suerte un par de personas me miraban con burla. Seguí corriendo con vergüenza, aún no había completado el número de kilómetros que solía correr, pero sentía que todo iba mal y regresé antes de lo previsto. Y otra vez una motocicleta pasó a toda velocidad, salpicándome con un chorro de agua sucia.
Maldije en voz alta y más para mis adentros. Subí al apartamento y tomé una larga ducha, haciendo un ritual con sales para quitar la mala suerte.
No quise quedarme encerrada en el apartamento y salí a dar una vuelta.
Caminar por el campus era como dar un paseo por un pequeño pueblo universitario, los edificios contemporáneos hacían contraste con los amplios jardines verdes. Vi los edificios y me pregunté cuál sería el de arquitectura. Descubrirlo por mi propia cuenta era un plan seguro y que me tomaría tiempo, tenía tiempo, pero al ver tantas caras desconocidas, mi lado social quiso hacerse presente.
Miré a mi alrededor, en busca de mi nueva amiga y compañera de aventuras universitarias. Vi varias opciones, tías guapas, tíos guapos y la que llamó mi atención fue una rubia de larga melena que llevaba una camiseta de Taylor Swift. Era mi nueva mejor amiga.
Emocionada me acerqué, ella notó mi presencia y sonreí amable para causar la buena impresión y hacerle saber que era una “tía súper guay”.
—Hola…
Las palabras se atoraron en mi garganta al llenarme de incomodidad por la mirada que me dio de arriba a abajo.
¿Llevaba mucho blush? ¿Tenía algo entre los dientes? ¿La ropa al revés? ¿Olía mal?
La tía dijo algo que escuché como algo lejano, los oídos me zumbaban y me sentía demasiado pequeñita. La actitud de esa desconocida fue la gota que derramó el vaso. Me quedé ahí parada, alejada del esquinazo que me dio.
Se me quitaron las ganas de todo. Regresé a mi habitación, reviviendo el incómodo momento en mi mente. Me miré al espejo y no parecía un payaso, sonreí y detalle mis dientes, nada se asomaba, llevaba ropa perfectamente planchada y ni siquiera olía mal.
¿Entonces que era?
Necesitaba hablarlo con Valeria. Necesitaba su opinión al respecto, marque su número y antes de pulsar a llamar. Recordé. Aún seguía sintiendo ese pequeño malestar.
Entre a su chat y vi todos los mensajes que me había dejado y un audio que había sido lo último que me envió hace un par de días, ya no siguió insistiendo después de eso.
El audio duraba cinco minutos y el terror de que sea algo malo, me hizo no querer escuchar el audio. Pero ¿y si era algo bueno?
Alcé todo el volumen y le di a reproducir a la vez que tiraba el móvil a la cama. 3 minutos en donde las palabras de una voz familiar abrazaron mi corazón y sus sollozos se mezclaron con los míos.
¿Recuerdas la vez en la que nos conocimos? Primer día de jardín de niños, no lo recuerdo a la perfección a decir verdad, solo recuerdo que ese día hice tres amigas. Una de ellas eras tú y quiero seguir creyendo que aún lo somos.
Eres de las pocas personas que nunca me arrepentiré de conocer, me has enseñado lo que es una verdadera amistad, en las buenas y en las malas. Has estado en mis risas y te has quedado conmigo hasta quedarme dormida con lágrimas en los ojos. Eres de las pocas personas que no rompe sus promesas, aún sigues llevando ese brazalete de la amistad. De las cuatro, eres la única que lo sigues usando, tienes esa fe en que volveremos a ser las mismas de antes, quizá lo volvamos a hacer o quizá no y no tienes por qué sentirte culpable. Las personas cambian, la vida cambia y cada año empieza una nueva temporada donde personajes nuevos aparecen.
Y no sé tú, pero yo sí quiero que sigas siendo un personaje importante en mi historia y no solo un recuerdo.
¿Por qué sabes una cosa? Quiero que seas a la que le cuente mis dramas amorosos, mis fantasías con un famoso, quiero que seamos las últimas en irse de una fiesta, quiero que seas la persona a la cual llamaría para esconder un cadáver. Eres mi mejor amiga y sé yo no soy la mejor compañía últimamente y tampoco soy la mejor amiga con la que toda chica sueña. Pero, sé que tú y yo, estemos cerca o miles de kilómetros de distancia siempre encontraremos la manera de fantasear sobre casarnos con Charles Leclerc y Lando Norris. No sé lo que pasará en un año, nadie lo sabe, pero lo que sí sé es que quiero que seas la que me sostenga la cabeza cuando ebria vomite hasta el alma, quiero irme hasta abajo contigo en una pista de baile, quiero que nos riamos de nuestros dramas, quiero que aplaudamos nuestros logros, quiero que seas la que me abracé por llorar, quiero que me acompañes a comprar condones, quiero que seas la dama de honor en mi boda, la madrina de mis hijos, que en unos años seamos vecinas y vaya a tocarte la puerta a pedirte azúcar como excusa para chismear toda la tarde, quiero que cuando tengamos una familia ya hecha, nuestros hijos sean mejores amigos, quiero que cada verano nos vayamos a una casa en la playa y compartiremos anécdotas, mientras vemos a nuestros hijos jugar en la arena. Quiero que cuando tenga 70 años y esté arrugada como una pasa, veamos fotos de las dos jóvenes y recordemos todos esos tiempos en los cuales nos sentábamos a charlar sobre libros, a estalkear a famosos, a cantar y bailar como locas. Déjame seguir siendo tu amiga, déjame seguir siendo tu Selena.
Con cada palabra que pronunció, sentía un nudo en la garganta y un dolor agudo en el pecho. Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras recordaba los momentos que habíamos pasado juntas y lamentaba la distancia de estos últimos días.
Su voz resonaba en mi cabeza, trayendo consigo un torbellino de emociones. Lloré por la amistad que no quería perder, por las risas compartidas, por los momentos que nunca volverían y por los nuevos que deseaba tener. Pero también lloré de gratitud por tener a alguien tan especial en mi vida.
Lloré tanto y me sentí un poco más liviana, como si un peso se hubiera levantado de mis hombros. Imaginarme escenas de lo que dijo en su audio, de nosotras dos divirtiéndonos en nuestra juventud, de ser las damas de honor de nuestras bodas, de jugar con nuestros hijos y ser vecinas para chismosear por la tarde. Me imaginé un futuro con mi hermana y eso fue suficiente para secar mis lágrimas y dibujar una pequeña sonrisa en mi rostro.
Le iba a llamar para hablar y quedar, pero recordé que estaba en otra ciudad y que mañana sería su cumpleaños.
—Oh mierda.
En menos de una hora ya estaba en el aeropuerto con solo mi bolso y comprando un boleto de última hora con destino a Barcelona. El vuelo no se retrasó y en menos de lo esperado ya estaba de vuelta. Caminé por el aeropuerto entre viajeros y tal vez fue el destino que tenía nuestros caminos emparejados, que mi mirada dio con una marrón que conocía muy bien.
Estábamos a unos cuantos pasos, los cuales desaparecieron.
—¿Qué haces aquí? / te hacía en Madrid —dijimos a la vez.
—Te dije que iba a ir a verte —contestó a mi pregunta.
—Lo olvidé.
Lo había olvidado, había estado tan enfocada llorando en que todo me salía mal, que había olvidado que alguien que me quería iba a tomar un avión para pasar unas horas conmigo.
—¿De verdad ibas a verme? —La sonrisa de emoción ya se estaba poniendo en mi rostro y quise pasar mis brazos por su cuello para atraerlo hacia mí y besarlo, pero aquella emoción se convirtió en desilusión.
—Alguien nos puede ver.
Su “Privacidad” caía siempre en mí como un balde de agua helada.
Me separé y guardé la distancia, escuchando como Pedri me decía para ir a su coche. Caminamos a la par, sin tomarnos de la mano, sin mirarnos, solo iba en el lado de cada uno, hasta llegar a su coche donde me besó como yo esperara que me besara minutos atrás.
¿Besos a escondidas en el estacionamiento?
No, gracias.
Quise hacerme la dura, en verdad no quise devolverle el beso. Pero sus labios encima de los míos eran como una droga que quería para el resto de mi vida. Una de sus manos se metió por debajo de mi camiseta, acarició mi piel desnuda y presionó ese botón que me incitaba a querer estar demasiado cerca de él.
Ahora entendía lo desenfrenados que podían llegar a ser las parejas teniendo sexo en lugares donde alguien los podía ver.
Su mano en mi cintura me fue atrayendo hacia él ¿Quería que me pasara a su asiento y estar encima de él? ¿Pecho con pecho?
Él tiraba de mí y yo tiraba de mí para no salir del asiento, me vi obligada a dejarlo de besar y recibí una pequeña mordida en mi labio inferior. No iba a tener sexo en la parte delantera de un coche. No por el momento. Tomémoslo como una pequeña venganza.
—Ya dime ¿Por qué has venido?
—Mañana es el cumpleaños de Valeria, vine por eso —Escuché mis propias palabras, mañana era cumpleaños de Valeria, eso significaba que hoy era el cumpleaños de champiñón—. Joder, me olvidé que hoy es el cumpleaños de Gavi.
—Te estás olvidando de muchas cosas, onditas.
Sonreí por como me llamó y más cuando enredó mi onda en su dedo y tiró de mi mechón. Extrañaba que hiciera eso.
—¿Te llevo a tu casa?
—Por favor.
Puso el auto en marcha y yo aproveché para cerrar los ojos y pensar en qué les diría a mis padres.
¡Sorpresa!
Me metería en un gran problema.
Llegamos a mi casa y como era de costumbre, mis padres no estaban. Me daría un poco de tiempo, pero no el suficiente para que uno de los encargados del hogar no le vaya con el chisme a mi papá.
—Se me hace raro ver tu habitación así —dijo Pedri al ver todas las cajas.
—A mí también.
Mi habitación se veía como si alguien hubiese empacado mi esencia y ese alguien había sido yo misma. Ni siquiera estaba mi pez y es que se lo había dejado encargado a la señorita que cuidaba la casa. Solo era por unos días, hasta que mis padres me lo llevarán a mi nueva residencia.
—¿Irás a ver a Gavi?
—Ya lo vi en el entrenamiento.
—¿No irás a lo que sea que hará?
—Iría a verte a ti, así que no…
Había declinado ir al cumpleaños de uno de sus mejores amigos, por ir a verme a mí. Me parecía lindo, pero tenía esa frase en mente de “Los amigos son para siempre, las parejas no”.
—Deberías ir. Nadie cumple 18 dos veces en su vida.
—Voy si vamos juntos.
¿Ir juntos y fingir que somos amigos? No, gracias.
—Y verla la cara de gilipollas a Gavi, no gracias. Ya le enviaré mis saludos por mensaje.
—Deberían arreglarlo…
—No estoy enojada, es más llévale un regalo de mi parte. Lo va a amar.
¿Dónde había dejado el regalo? En mi armario. Fui por el regalo, el cual había hecho hace meses y antes de ir a Los Estados Unidos le había dado los últimos detalles y guardado en una bella cajita.
—Toma. Se lo entregas.
—Vamos.
Aún no quería verlos. Mañana sí.
—No, además que debo de darles una explicación a mis padres. Así que deberías irte antes de que vengan.
Al mencionar a mis padres, Pedri cambio de expresión. Sospechaba que papá lo asustaba.
—Vale, pero primero despídete de mí.
—Adiós.
—Así no.
¿De qué otra forma más se despide?
Mi pregunta fue contestada con sus labios pegados a los míos. No fue el mismo beso salvaje que nos dimos en el coche, fue un beso dulce y juraría que sus manos temblaron al agarrarme de las mejillas.
—Paso a verte por la noche, onditas.
Xoxo
Esta largoteee:)
Este capítulo es algo personal porque conté un poco de mi experiencia en la uni, como me sentía no encajar y no tener a mis amigas en una nueva etapa.
Pero dejemos atrás las desgracias y enfoquemonos en lo lindo 🤭
Ese pedri, suerte que solo era su amiga 🤭🤭🤭😗 ya ni él se la creía
¿Qué opinan del capítulo?
¿Les gustó?
Leo sus teorías.
Por cierto para las que no saben, tengo la historia de Valeria en mi perfil y leyendo sus comentarios del anterior capítulo y leyendo los comentarios de la otra historia, pues eso me confirma una ley que tengo de vida y pues me daba risa como en la otra historia atacaban a Carla y en esta la aman.
Eso quiere decir que estoy haciendo un buen trabajo :)
Bueno que opinan de Carla y Pedri, andan bien ❤️🔥💖
Queremos más, queremos más!!!!
¿Qué color serían Carla y Pedri?
Lxs leo
No se olviden de seguirme en insta y en tiktok, interactuen y Recomienden la historia para que llegue a más personas 🫡
Byeeee
Oigan btw es que esa escena del coche y el helado iba a ser un poco más potente, pero no me dio vergüenza y esta en mis borradores jsjsjsjs
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Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12
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