18: Un brindis
Parada frente a la multitud, mi corazón latía con una mezcla de felicidad y tristeza. Miré a mis compañeros de clase, recordando los años de risas y desafíos que compartimos juntos. La alegría de graduarme se reflejaba en mi sonrisa, pero mi vista nublada me revelaban la nostalgia de dejar atrás esta etapa. Me tocaba dar el discurso, palabras que quedarían grabadas, se suponía que debía de compartir anécdotas que nos unieron y reflexiones sobre los desafíos superados. Agradecer a profesores, amigos y familiares por el apoyo constante. Pero yo tenía algo más planeado.
—Hola, soy Carla… la mayoría ya me conoce, profesores, compañeros, toda mi vida he estado acá y ya llegó el momento de decir adiós. Suelo ser muy parlanchina, pero la verdad es que no soy buena con las palabras, es por eso que… diré algo que se me da bien, hablar de Taylor Swift…
Cuando Taylor Swift dijo: La vida puede ser dura. Especialmente, si tratas de lidiar con todo junto. Parte de crecer y avanzar en nuevos capítulos de tu vida se trata de aprender a soltar y liberar. A lo que me refiero es: saber con qué cosas quedarte y qué cosas soltar. No puedes cargar con todo en tu vida, inevitablemente hablaras erróneamente, confiaras en las personas equivocadas, no reaccionaras lo suficiente, sobrereaccionaras, lastimaras a personas que no lo merecen, sobrepensaras, no pensarás en nada, te autosabotearas, crearas una realidad en donde solo tu experiencia existe
Arruinaras momentos perfectos para ti y para los demás, negarás tus propios errores y no tomarás la responsabilidad necesaria para corregirlos te sentirás muy culpable, la culpa te carcomerá, tocarás fondo. Finalmente abordarán el dolor que causaron, trataras de ser mejor persona la próxima vez se limpiarán y se repetirán. La noticia aterradora es: estás por tu cuenta ahora.
Pero la buena noticia es: estás por tu cuenta ahora.
Regresando a mis palabras, tal vez sea la última vez que les vea la cara en este campus. Algunos se irán del país, otros se quedarán y probablemente amigos se volverán desconocidos y desconocidos se volverán amigos. No sé qué nos tenga preparada la vida, ni dónde estaremos en unos años y lo único que me queda decirles es “estás por tu cuenta ahora” are you ready for it?
Terminé de dar mi discurso y recibí aplausos de todos los profesores, maestros y padres de familia. No me limite a mirar a más al fondo, me enfoque en mis amigas y padres.
La directora subió al escenario y empezó a nombrar a cada estudiante para recibir su diploma. Aplaudí ante todos mis compañeros, hasta que llegó mi nombre y esta vez fui yo la aplaudida. Me entregaron el diploma y mis padres, junto al fotógrafo, me tomaron un montón de fotos.
—Otra más Carla.
Pose, sonriente, enseñando mi diploma y baje las escaleras.
Siguieron nombrando compañeros hasta que dijeron el nombre de mi amiga “Valeria Martina Rosón Blair” Val miró despistada a todos lados, se puso de pie y fue a recoger su diploma que a duras penas logró conseguir. Me sentí mal por Valeria, todos tenían a un familiar a su lado, hasta los padres de Ester vinieron por ella, pero nadie había venido por la castaña, nadie estaba para felicitarle, hacerle pasar vergüenza como mis padres. Me puse de pie y fui yo la que me acerqué a tomarle fotos y a aplaudir como una loca junto a Bruno.
Ella sonrió y regresó a su sitio. Al terminar la ceremonia, empezaron más fotos, mis padres se apoderaron de mí y por más que intente que Val se uniera, no lo logre. Mis padres eran muy recelosos. Hasta que empezaron las fotos grupales. No quería estar cerca a Ester, pero para una foto de las cuatro me tomé un respiro y me relajé para una fotografía que de niña deseaba.
Alcé la mirada y lo vi. Sentí un leve calor en mis mejillas que podían pasar desapercibidas por el rubor que llevaba puesto. Una mezcla de emoción y nervios se apoderaba de mí, me mantengo congelada viéndolo. Mi corazón se acelera y siento alegría al verlo ¿Había venido por mí? A pesar de la alegría, una pizca de ansiedad se coló entre mis pensamientos, haciéndome sentir vulnerable al pensar que quizá vino por Ester y no por mí.
Deje de mirarlo y me enfoque en mi familia. De reojo veía, había venido Gavi, junto a su familia, unos viejitos que cuidaban a Val de niña y Pedri. Pedri.
Sentía su mirada en mí. De reojo vi como dejo de mirarme para acercarse a Val, le dijo algo y se alejó, empezó a caminar hacia mí. Sin importarle que papá lo matara con la mirada, siento un cosquilleo de emoción y sorpresa recorrer mi cuerpo. Veo cómo se dirige hacia mi papá con respeto y determinación, pidiéndole permiso para hablar conmigo. En ese momento, mi corazón late con fuerza, mezclando nerviosismo y expectativa. Es como si estuviera presenciando un gesto de película romántica, pero es real, y eso lo hace aún más especial.
Papá me mira y yo asentí, quería escuchar lo que debía decirme. Me dejaron a solas con él, no sin antes papá darle una mirada de advertencia.
—Hola.
—Has venido, no te invité…
Lo que sabía de él es que había regresado a Canarias. Y volvió a Barcelona… por…
—Quise venir, es importante para ti.
—Ahh vale.
Decepcionada bajé la mirada, aún tenía esa sensación de que él se había enamorado de mí.
Tonto, teniendo en cuanta que se acostó con mi mejor amiga. Amiga, conocida, ya no sabía cómo mencionar a Ester.
—Carla —Sus dedos acariciaron mi mentón, alcé la mirada, la calidez y cosquillas de su tacto me dio la valentía de querer besarlo.
A la mierda, lo iba a besar.
Lo hubiese hecho, si alguien más no me ganaba.
—¡Pedri!
Ester me empujo lo suficiente para separarme del pelinegro y ella poder besarlo. Me quedé con la boca abierta, mirando lo que yo quería hacer. Deje de mirarlos, incómoda retrocedí y me fui.
Me despedí de los profesores y algunos compañeros, fui a mi casillero y saqué mi bolso. Me quedé mirando la caja de metal y con delicadeza saqué las fotos que tenía.
La pesadez de un largo brazo me envolvió.
—Eh, eh, rubia —Bruno me llamó, seguía llevando la toga y se veía increíblemente ridículo—. Toma —Me tendió las llaves de un vehículo—. La furgoneta ya está aparcada, Raúl ya está ahí… solo falta Valeria ¿Dónde rayos se metió?
—La azotea.
—No estará tirando con su novio ¿Verdad?
—No creo que lo hagan en la azotea.
Estaban peleados, ni se iban a besar.
Agarré las llaves y escuché como Bruno me dijo “Iré a verlos”.
Fui al aparcamiento, me despedí de mis padres quienes estaban en el coche y fui a la furgoneta, donde Raúl estaba sentado en el asiento de piloto. Él no estudiaba en el mismo instituto que yo, por lo que no llevaba toga, solo una ropa casual.
—Hola.
—Hey.
Ambos nos quedamos callados, en otro momento me hubiese puesto parlanchina con él, pero no tenía ganas.
—Oye, tía… —Volteé a verlo al escucharlo hablar —. Sobre la fiesta… yo… yo…
Lo miré sin entender a qué se refería. Seguía tartamudeando, mirando el techo, luego a mí y más al techo.
—¿Tú qué…?
—Yo…
Abrieron la puerta y la cerraron, Raúl dejó de tartamudear y miró a quien había entrado.
—Val ya viene y trae sorpresitas.
—¿Helado? —pregunté emocionada.
Necesitaba una gran dosis de helado para olvidarme del innombrable.
—No. Ahí vienen.
Miró lo que Bruno miraba, era Valeria. Corría hacia nosotros y llevaba a Gavi consigo. Mi amiga se asomó por la ventana en donde yo estaba y con una sonrisita preguntó:
—¿Puede ir con nosotros?
Miré a champiñón, luego a Valeria. Por sus caras supe que habían hablado, quizá arreglado las cosas. Me alegré por ellos, merecían ser felices. Yo no tenía ningún problema con que Gavi nos acompañase a una pequeña aventura que planeamos días atrás, aun así regresé a mirar a Raúl, sabía que él gustaba de mi mejor amiga y podía llegar a ser un poco incómodo.
—Yo, yo no tengo problema.
—Genial, vengan suban.
Valeria abrió la puerta de la furgoneta, se fue subiendo, llevando a Gavi consigo. La cara de champiñón se veía fuera de lugar y escuché cuando en un murmuró dijo:
—Val ¿En verdad puedo ir? No quiero cagarles el plan.
—Ya tengo un plan para ello —dijo mi amiga—¿Verdad carla?
No tenía idea de lo que se refería, pero asentí.
El planazo era ir a la playa y ser adolescentes normales, Valeria era mi mejor amiga, Raúl y Bruno, conmigo no éramos los mejores amigos, hasta podría decirse que no les caigo del todo bien, pero ahí estábamos luego de largas horas de estudio en mi habitación, yendo a una playa. Raúl conducía, yo iba de copiloto y de DJ, Val y Gavi hablaban sobre las vacaciones de este y Bruno se quejaba sobre una Coca-Cola (Sobre ser la tercera rueda).
Un agrio sabor me daba escuchar a Taylor Swift, me recordaba a él. Las asociaba con él.
Apagué la música y volteé a ver a Val. Le pedí que ella se encargará de ser la DJ y mantener el ambiente alegre. Lo acepto y la música de Harry Styles empezó a sonar.
Llegamos a la playa en menos de una hora, Bruno y Raúl se encargaron de bajar las cosas, mientras yo fui a la parte trasera para ayudar a Val y a Gavi. Él era un futbolista famoso, en Barcelona todos lo conocían y se acercarían a él para una foto, un autógrafo y solo grabarlo. Podía ser cool, pero también incómodo, y más teniendo en cuenta que la prensa se inventaba de todo.
—¿Por qué te has comprado una peluca? —preguntó a Gavi cuando le coloque el pelo rubio en su cabeza.
—Mm nos pareció gracioso —contesté y es que con Valeria compramos un montón de cosas randoms para estas salidas, desde sombreros, gafas y narices rojas.
Gavi se mantenía quieto, mientras le echaba corrector a sus cejas. Las iba a pintar de rosa.
—Iré a ayudar a Raúl —aviso Val, dejándome a solas con champiñón, quien dejó de estar quieto para ver lo que hacía Valeria.
—Hombre, no seas celoso. También está Bruno.
—Ajá, pero hubiese dicho “los voy a ayudar”
—Te ha invitado a ti, si quisiera estar a solas con Raúl, no te hubiese invitado. Piensa.
Volvió a quedarse, quieto, pensativo. Aproveche y difumina el corrector, le fui pintando las cejas de rosa y luego en mi bolso agarre un par de gafas de sol en forma de corazón.
—Te ves más guapo con el rubio —Le golpeé el hombro y retrocedí para bajar de la furgoneta. La voz de Gavi llamándome por mi nombre me hizo detenerme—¿Qué pasa?
—Pedri se pierde lo guay que eres.
Lo menciona y sigue presionando. Me encogí de hombros como si no me importara, cuando en realidad era todo lo contrario.
Yo era “Guay” en forma de amiga. Pero nunca me veían de forma romántica.
—Oye, muchos tíos babean por ti.
—¿Así? ¿Quién?
—Amigos míos.
—¿Quién?
—Te besaste con Nico, estaba pillado por ti.
Y yo lo ignoré porque me dijo que no le gustaba Taylor Swift.
—También me besé con la mayoría de tus amigos, sorry fue el alcohol.
Me bajé la furgoneta y vi como Raúl hablaba con Valeria, el rubio dejo de decirle algo para mirarme a mí y decirme:
—¿Quieres una coca-cola?
Asentí y se acercó a mí para dármela. Le agradecí y bebí de la lata, viendo de reojo como la parejita volvió a hablarse. Los chicos llevaron los bultos grandes, hielera, un altavoz portátil y las bolsas de compras, mientras val y yo íbamos primeras como las princesas que somos. Había gente y el disfraz de Gavi lo hizo pasar desapercibido, aquellas gafas de Taylor Swift, la peluca y las cejas rosas fue lo mejor que se me ocurrió. Nos detuvimos en una zona alejada, donde buscaríamos paz y diversión. Acomodamos todas las cosas y con una lata de cerveza borré la tristeza.
No estaría triste, me había graduado. Empezaría una nueva etapa, no era la primera chica en ilusionarse, yo podía ser feliz. Me prometí ser la misma Carla feliz en estos días y en todos, pero nada de tristezas hoy, ni mañana que era mi baile.
Yo era el alma de la fiesta y sería siempre el alma de la fiesta.
La brisa del océano acariciaba nuestras caras y despeinaba mi melena rubia. Todavía con toga y birrete, al igual que Val y Bruno, nos pusimos a bailar con una canción que puse al azar. Shut up and dance with me sonó en el altavoz portátil, bailamos los cuatro al son de la música. Los birretes y togas quedaron en la arena, yo llevaba un vestido el cual terminó empapado al recibir una ola. Me deshice del vestido y me quedé en ropa interior y la fiesta en la arena fue trasladada al mar.
A medida que el sol descendía en el horizonte, despegamos nuestras toallas en la arena dorada y nos sentamos en un círculo. Los chicos con la inteligencia de Val en hacer una fogata, lograron mantener el ambiente cálido. La bolsa de aperitivos y la pizza que habíamos traído eran un festín improvisado para celebrar nuestros logros.
Me abracé a mí misma, calentándome con la ayuda de la fogata. Miré hacia los dos tortolitos, Valeria ya se había quitado el vestido mojado para ponerse la sudadera de Gavi. Aparte la mirada, con una pizca de envidia al verlos abrazaditos junto al fuego.
Sé que está mal tener envidia, pero yo le tenía envidia a Valeria y a Gavi. Yo quería ser ella, yo quería ser él, también quería ser protagonista, quería que un chico o una chica me amara tanto como Pablo amaba a su Val y como Val amaba a su Pablo.
¿Por qué no me pasaba a mí?
Ya diosito yo también soy tu hija.
💌💌💌
—Carla…
Dos voces me llamaron.
Alce la mirada, Bruno y Raúl me estaban tendiendo sus sudaderas. Al darse cuenta de que ambos lo hacían, sonrieron nerviosos. Tiernos.
—No se preocupen. Yo traje la mía.
Me puse de pie y fui por mi mochila, saque una sudadera y me abrigue.
—Chavales, brindemos por el final de una era y el comienzo de una nueva aventura —propuse levantando su lata de cerveza.
—¡Por nuestro futuro! —exclamamos al unísono, chocando las latas y dejando que el sonido de nuestras risas llenará el espacio.
Con el altavoz reproduciendo nuestras canciones favoritas, nos aventuramos a las olas, disfrutando de la libertad de dejar atrás los exámenes y la rutina escolar. Las risas, las conversaciones y las miradas cómplices creaban un lienzo de recuerdos que atesoraríamos por siempre.
La noche llegó, mientras observábamos las estrellas reflejarse en el agua. Nuestras risas continuaron resonando en la playa. Nos dimos cuenta de que, aunque la graduación marcaba el fin de una etapa, también abría las puertas a un mundo de posibilidades y amistades que esperábamos explorar juntos. Aunque tomáramos caminos en diferentes ciudades, Bruno y Raúl estarían en la universidad pública de la ciudad, Gavi tenía un gran futuro como futbolista en el Barcelona y Valeria y yo emprenderemos una aventura por Madrid, yo dibujando ciudades y ella escribiendo mundos.
Me quedé sentada en la arena, Raúl y Bruno charlaban sobre una cosa de fútbol, Gavi debía de estar ahí metido, pero él y mi mejor amiga se habían separado del grupo. Se veían bien pequeños por la distancia, estaban a la orilla del mar y por lo que veía estaban bailando una lenta canción.
Ni siquiera se besaban, pero se notaba lo mucho que se amaban.
Volví a sentir envidia al verlos. Ellos eran la definición de Lover, ellos eran la canción y yo solo la espectadora.
We could leave the Christmas lights up till January
This is our place, we make the rules
And there's a dazzling haze, a mysterious way about you, dear
Have I known you 20 seconds or 20 years?
Can I go where you go?
Can we always be this close, forever and ever?
And ah, take me out, and take me home
You're my, my, my, my
Lover
—Oye, tía —Bruno se había sentado a mi lado, deje de mirar lo que soñaba para mirarlo a él—¿Mañana irás al baile? —Iba a responderle, pero él fue más rápido—. Obvio que iras, que pregunta para más estúpida.
El baile, ni siquiera tenía pareja. No me había puesto a pensar en ello, porque tuve la tonta idea de que para estas alturas Pedri sería mi novio e iría conmigo. Que idiota.
Les doy permiso para que me abofeteen.
—¿Tienes pareja?
—¿Tú tienes pareja?
—Pues yo… pues yo…
La única chica que le hablaba a Bruno era la abuelita de historia y Valeria, Valeria ya tenía pareja y no creía que Bruno iba a llevar a una maestra. Él no tenía pareja.
—¿Quieres ir conmigo?
—¿De verdad?
—No, de joda. Imbécil pues claro que es de verdad, gilipollas. Pero si no quieres, pues dejalo.
—No…
—No quieres ir.
Auch.
—Si quiero ir.
—¿Pero no conmigo?
AUCH.
—No, idiota. Que si quiero ser tu pareja. Pareja de baile.
—No me llames idiota —Golpeé su hombro y sonreí—. Mi vestido es rosa con detalles dorados, combinas ¿Vale?
Rodó los ojos y asintió de malas ganas.
Miro hacia el horizonte y le vi el rostro, andaba sonrojado. Supe que era por el sol de la tarde y la brisa que corría.
—Hey —Raúl se sentó a mi lado, lo miré de reojo. Estaba igual que Bruno, salvo que a él le resaltaba más su cabello dorado.
Tenía a mi lado dos tíos que apenas si me soportaban, que injusto.
💌💌💌
Era el día del baile y tenía muchas cosas que hacer, ir al salón. Había pasado la noche en la playa, la arena no era el mejor colchón, pero eso no importaba por la hermosa sensación de la noche. Llegué a mi casa y mis madres me esperaron, pero yo tenía una idea entre ceja y ceja que me tenía pensando, necesitaba tiempo para procesarlo. Les mentí.
—Iré con Valeria y una amiga, ustedes pueden ir adelantándose.
La verdad es que Valeria ya estaba en el salón junto a Aurora, ella no iba a ir a la fiesta, pero se había empeñado en estar con Val en estos momentos. Me invitaron, pero yo me negué por la misma razón por la cual les mentí a mis madres. Fui a mi habitación y revisé mis redes, miles de comentarios pidiéndome que haga un grwm alistándome para el baile, tenía planeado hacerlo, pero ya no en salón. Aún no estaba segura si hacer lo que iba a hacer.
Revise ig y me salió una foto de Pedri, por más que quería odiarlo, me era imposible no pensar en él y en todo. Maldito sea, pero que guapo es.
—Divino, imbécil hijo de puta ¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH! —grité—, pero que lindo.
Me había mandado unos mensajes, de él escuchando a Taylor Swift. Le iba a contestar, pero me detuve y borré el mensaje.
Volví a entrar a Instagram y vi lo diosa que era Ester, su pelo negro y liso, sus ojazos azules, esas facciones angulosas, era una diosa.
Pelo negro. Quizá a Pedri le gusten las pelinegras. Un escalofrío de una crisis de autoestima se apoderó de mí, cuestionando mi apariencia y comparándome de manera implacable.
Eso me incentivó más a hacer lo que tenía entre ceja y ceja. Le pedí al chofer que me llevara a la tienda más cercana, me compre un tinte y regrese a casa, leí las instrucciones y en menos de lo pensado mi cabeza ya tenía el tinte. La decisión fue impulsiva y pensé que adaptándome a su preferencia tal vez él se fijara en mí.
—Me cago en la puta.
¿Por qué mierda estaba haciendo eso?
¿Por qué carajos yo…?
Mi pelo, mi rubio dorado…
El tinte.
Mi identidad.
Una locura. Una impulsiva locura.
¿Realmente necesitaba cambiar mi apariencia para ser aceptada?
¿Por qué yo tenía que cambiar?
Entre en razón y maldije mil veces como si las “mierdas” que decía fueran el hechizo para deshacer la estupidez que había hecho por un hombre.
—Mierda.
Me empecé a enjuagar el pelo, quitando el producto del tinte. Pensé que todo volvería a lo de antes, pero cuando me sequé el pelo y me miré al espejo, mis onditas doradas se habían convertido en el pelo de una escoba color marrón.
—¡AAAAHHHH! —grité como Regina George.
Quise desmayarme y que al despertar todo esto fuera una pesadilla. Que mi hermoso pelo, siguiera ahí. Me dejé caer dramáticamente, lo único que conseguí fue golpearme la cabeza.
—Soy una estúpida.
Lloré y pataleé.
La realidad golpeó más fuerte cuando me enfrenté al espejo con el nuevo look. Mi cabello dorado ahora era castaño oscuro que enmarcaba mi rostro de manera diferente y me hacía ver más vieja.
—Me cago en todo. ¡Mamá! ¡Mamás!
No vinieron a mi rescate y es que debían de estar en el spa.
Con los nervios al borde, me puse un sombrero. Agarré el bolso y a pasos apresurados salí de la casa, ni le pedí al chófer que me llevara, se daría cuenta y le diría a mi papá y él me pediría explicaciones.
Salí a la calle y apenas crucé la puerta, vi al susodicho. Tenía unas inmensas ganas de gritarle, que todo era su culpa, pero él no me había obligado a nada, solo era yo y mis inmensas ganas de gustarle.
Tienen permiso de abofetearme.
—¿Podemos hablar?
Pase de él.
—Carla, hablemos.
—Déjame en paz.
Me agarro de la mano y me detuve. Su tacto seguía produciéndome cosquillas y mi corazón se aceleraba. Estaba enamorada.
—Debo de irme, en verdad —Tiré de mi mano, para soltarme. Me dejó ir, empecé a andar y para mi mala suerte el gorro se cayó, dejando ver el desastre que me había hecho en la cabeza.
—¿Qué te pasó?
—Quería un cambio de look y no funcionó.
—Joder, ... no te ves tan… —Dejó de hablar al pasar su dedo por un mechón de mi pelo, como siempre solía hacerlo al estar solos. Salvo que esa vez el mechón no siguió la onda, sino que se cayó.
—¡¿Qué te pasa?!
Me faltaba una nadita para echarme a llorar. Miré el mechón marrón, se lo quité de las manos y volví a ponerme gorro. Di grandes pasos, llamando un taxi por mi móvil. Pedri seguía persiguiéndome ¿Qué quería de mí?
—Déjame, en serio. Debo de ir al salón y ya perdí mi cita y ahora debo de encontrar a alguien que quiera arreglar este desastre. Así que déjame en paz.
—Te puedo llevar, no te alteres.
Estaba hecha furia, mi tono de voz estaba alzado más de lo normal. Juraría que está roja de lo furiosa que estaba y también notaba la tensión en mi frente y ceja.
¡Y el maldito taxi no llega!
Miré al pelinegro y por más que no quería estar cerca de él (bueno tal vez un poquito sí) no me quedaba opción de ir con él y arreglar el desastre.
—Vale.
Me llevó hasta su coche. Encendió el coche y fuimos muy en silencio, ni uno de los dos dijo nada.
Miré por la ventana y deseé que se pudiera arreglar lo que había hecho.
La única vez que le hablé a Pedri en el coche fue para explicarle la dirección del salón, era otra sucursal de la que siempre iba, y era la otra opción porque mis mamás debían de estar en la primera. Al llegar me bajé del coche y le agradecí por haberme traído. Caminé para entrar y volteé a verlo al escuchar pasos detrás de mí.
—¿Qué haces?
—Acompañándote.
—Pero no…
Entre al salón y lo ignoré, le pedí a la señorita de recepción que me atendieran lo más rápido posible. Su respuesta fue que todos los cupos estaban llenos por hoy y por todo el mes, me fue imposible no alterarme.
—Por favor, por favor, por favor, es el baile de mi graduación, por favor, por favor, se lo pido de rodillas —Estaba a punto de ponerme en rodillas, la mano de Pedri en mi hombro me hizo detenerme.
—Sí podría buscar una, se lo agradecería muchísimo —Lo miré, le estaba haciendo ojitos a la mujer.
Los pedazos de mi corazón se volvieron a caer.
—Usted es…
Era obvio que lo conocía.
—Pedri, soy yo —Sonrió tan coqueto que hasta yo estaba a nada de suspirar. Me quedé quieta y sin respirar al sentir como pasó su brazo por mi cintura—. Y a mi novia le gustaría un corte.
¿Novia?
Él no ayudaba en nada.
La mujer nos miró, Pedri acarició mi cintura y me pegó más contra él.
—Claro, alguien ha cancelado.
La recepcionista nos hizo un ademán para que la siguiera, nos dio la espalda y Pedri me soltó.
—Me debes una —susurró el pelinegro.
—Lo que te debo es un puñetazo, imbécil —Me separé como si él tuviera una enfermedad contagiosa de muerte y seguí a la recepcionista.
Miré de reojo atrás de mí, Pedri me seguía y no lo soportaba porque me inflaba la burbuja y luego ¡POOM! La pinchaba.
Tome asiento en una de las sillas giratorias.
Pedri me esperaba en una de las sillas adyacentes a mí. Esperaba el momento en que una de las Señoritas le dijera que se vaya a esperar a recepción, pero no le dijeron nada. ¡Nada! Beneficios de ser alguien famoso. Aj.
Me quité la gorra y vi la cara de susto de la señorita, le expliqué mi pequeña travesura, omitiendo ciertas partes. Me dijo que sería un desafío arreglar mi melena, pero acepto el reto. Tomándose el tiempo para restaurarlo. Pensé que Pedri se aburriría o tendría más cosas importantes que hacer, me equivoque. Se quedó del otro lado y cuando me pusieron papel metálico en el pelo y me dijeron que tenía que esperarme, él jaló más su silla hacia mí.
—¿Ya podemos hablar?
Me hice la que miré mi móvil.
Siguió insistiendo.
—Estoy cansada.
—Venga, Carla. Dame un minuto.
Me dio una mirada y un puchero que me derritió. Quise ser firme, pero no tenía escapatoria, le di un minuto.
—Te escucho.
—Soy un idiota, vale.
Que bueno que lo admita.
—No creí que te molestara lo que pasara con Ester, sé que es tu mejor amiga y que ante todo siempre la pondrás a ella antes que a mí y lo entiendo, la conoces más y sabes que soy un cabrón con las mujeres. Pensé con la polla y me hizo perderte.
Un puñetazo dolía menos.
—Era verdad que los futbolistas no tienen cerebro —dije y baje la mirada, obligándome a no llorar.
Río suave, dándome la razón y diciéndome “A veces no uso el cerebro” toda la verdad.
—Vale.
—¿Podemos seguir siendo colegas?
¿Amigos? Era muy tarado al preguntarme eso ¿Es que yo no era demasiado obvio? O ¿Él era demasiado ciego?
—Joder, pues…
—Podemos hacer un trato.
—¿Un trato?
—Volvemos a ser colegas y yo prometo no follarme a amigas tuyas o a alguien relacionado a ti.
Imbécil. Imbécil.
Un gran “NO” Le iba a gritar, pero yo no iba a ser un gran escándalo. Y si él no se daba cuenta de que mis sentimientos iban más allá que una amistad, no me iba a humillar al decírselo. Ya me humillé lo suficiente.
—Colegas.
Iré buscando una venganza.
Me dejé en manos de la peluquera, quien me fue explicando como sería el tratamiento. Me hicieron un corte, me aplicaron productos y varias horas después mi pelo había vuelto a ser rubio, no del mismo tono y las raíces habían quedado castañas. También había quedado 4 pelos y las ondas me las habían hecho con unas tenazas.
Me veía bien, pero tenía unas inmensas ganas de llorar.
—Has quedado más guapa.
Sin dejar de mirarme en el espejo le contesté con un cortante “Gracias”.
Me llevo a mi casa, él intentando hacerme conversación y yo respondiendo con monosílabos. Al llegar, estacionó al frente de la fachada, me despedí y apuntó de abrir la puerta, él me interrumpió.
—No deberías cambiar el color de tu pelo, solo para gustarle a un tío. Eres extraordinaria, Carla.
Me iba a morir de la vergüenza.
Él lo sabía. Y aun así seguía queriendo ser mi amigo. Auch.
—Que se joda ese tío, se está perdiendo mucho.
Esperen ¿Qué?
No podía ser tan ciego ¿Verdad? O es que de tanto jugar fútbol se le quemaron las neuronas.
—Que se joda.
¿Si le tiro un puñetazo y le digo que tiene un mosquito?
—Espera, no te muevas —Pedri se quedó quieto. Le tiré una bofetada y con cara de inocente dije: —. Tenías un mosquito y perdona, mi mano es pesada.
Se sobó la mejilla y se le fue asomando una sonrisa.
—¿Gracias?
Sonreí amable y me bajé del coche. No miré atrás y aún así el corazón se me aceleró al darme cuenta de que el motor no se escuchó hasta que yo entré a casa.
Me mantuve distraída, escuché a Taylor mientras me aseaba y alistaba. Ya tenía el peinado, que por más que no me convencía del todo, era lo mejor que podía obtener. Mis madres llegaron y al verme se asombraron por el cambio radical, no preguntaron, mi pelo ya se veía decente, pero si hubiese sido en las circunstancias anteriores, me hubiesen mandado a terapia. Mi padre me dijo que me veía bella y junto a mis madres me empezaron a tomar miles de fotos.
Habría dos fiestas, una en el salón con padres y profesores, y otra en una de las discotecas. Yo había organizado todo junto a la directiva, así que estaba 100% segura de que iba a ser la fiesta del año.
Como a las 8 tocaron el timbre y no era nada más ni nada menos que mi pareja. Bruno llevaba un traje formal, con una corbata color rosa, igual que mi vestido. Tenía una expresión de ¿Vergüenza? Sí, era vergüenza mezclada con nerviosismo.
—Toma.
Me dio una orquídea rosa con destellos dorados. En otras circunstancias románticas, hubiese sido perfecto, pero era Bruno y me entrego la flor con total sequedad. Yo misma me la puse en mi muñeca.
—Gracias, es bella.
Mis padres volvieron a tomarnos fotos, papá le dio esa mirada espeluznante a Bruno quien tragó saliva y se puso pálido.
En el coche de papá nos llevaron al baile, me encontré a Val quien llevaba como pareja a Raúl. La verdadera fiesta llegó en el After, los móviles estaban prohibidos y toda la discoteca era solo para nosotros.
A lo lejos vi a Ester, llevaba un vestido azul. Me miró como una perrita en un albergue. Yo iba a pasar de ella, como lo venía haciendo desde los últimos días, pero le sonreí. Solo por esta noche. Una tregua.
Entre las cuatro hicimos una tregua, nos divertimos como antes, como las amigas que éramos. Y aunque desee que sea así para siempre y aunque me doliera, una parte de ni sabía que después de esta noche, nuestro chat acabaría muriendo más de lo que ya estaba.
Baile con Bruno, era un tío divertido. Sus pasos de baile me daban gracia y yo los imitaba con una carcajada.
Perdí la noción del tiempo por cada chupito que tomaba hasta al fondo. De un momento a otro, me perdí de Bruno.
—Tía, te estaba buscando —Me encontré con Raúl.
—¿A mí?
—Sí, Valeria está ebria…
Le tapa la boca con una mano, al ver en la barra a mis padres divorciados que se tienen ganas.
—Sí, está en buenas manos. No te preocupes y un consejo entre amigos —Me acerqué más a él—. Deberías olvidarte de ella.
—¿De ella? ¿Hablas de Valeria?
—Sip, es un mal rollo que andes como perrito faldero detrás de ella. Eres guapo, de seguro alguien te quiere.
Di palmaditas en sus mejillas.
—De hecho… me gusta alguien más…
Alguien lo empujo que hizo que estuviera más cerca de mí.
—Lo siento, tío.
Raúl era más alto que yo y debía de estar con la cara inclinada hacia arriba para mirarlo a los ojos.
—¿Podemos hablar?
—Te escucho
Asentí y distraídamente miré hacia otro lado. Lo vi a unos metros de mí.
—Ahorita vuelvo ¿Vale?
Deje atrás a Raúl para acercarme a Pedri ¿Qué hacía aquí?
—¿Qué haces aquí?
—Chófer de Gavi —enseñó las llaves de su coche y las guardó en su bolsillo—. Deberías regresar con tu pareja.
Miró detrás de mí. Le seguí con la mirada y Raúl seguía ahí donde lo dejé minutos atrás.
—Raúl vino con Valeria —dije.
—¿Y te molesta?
Era un claro “no” no me molestaba en lo absoluto. Ella lo había invitado porque eran amigos y él y yo apenas si nos dirigíamos la palabra ¿Por qué me molestaría?
—Pedri —Ester volvió a hacerme un lado para colgarse del cuello de Pedri. Le volvió a besar, delante de mis narices y dándole un gran bofetada a mi corazón que se desplomó en la pista de baile.
Me aguanté las lágrimas y di media vuelta para largarme de ahí. No les quería ver ni aunque me dijeran que Taylor Swift estaba detrás de ellos.
—Eh, eh, Carla —Raúl se interpuso entre mi camino…
—¿Me llevas a casa? —pedí mordiéndome con fuerza el labio para no llorar delante de él, pero las lágrimas eran más fuertes que yo —. Espérame, voy al baño.
Corrí para que no me viera llorar y me encerré en uno de los cubículos del baño.
—Carla, amor —Sin ganas de aguantarla, acelere el retocar mi maquillaje—. Tú eres amiga de Pedri, deberías hablarme de mí. Se sigue haciendo el difícil, cuando ya follamos.
Guarde mis cosas e ignorándola acelere el paso para irme de una vez por todas. Quería llorar otra vez.
—¿Qué te pasa? ¿Me volverás a ignorar? —No le respondí, seguí mi camino y antes de salir, ella tiró de mi brazo. Me detuvo—. Carla ¿Qué te pasa, tía?
—Nada.
—¿Nada? Me has venido ignorando desde Málaga y recién me hablas hoy, y vuelves a ignorarme de nuevo ¿Por qué?
Me quedé muda, sintiendo la humedad en mis ojos. Las lágrimas ya estaban saliendo y Ester debió de darse cuenta.
—¿Es por Pedri? —recibió mi respuesta, un silencio y mis lágrimas con ira—. Es por él —afirmó y me soltó del brazo. Su expresión fue tan despreocupada que me dieron ganas de darle unas Hostias—. En mi defensa yo no sabía que te gustaba. No veo la razón del enojo.
Silencio.
—Tía, no te enojes. Deberías de alegrarte de que encontré un buen partido, además de seguro solo tienes un pequeño crush con él. Que el pringado de Gavi te presente otro amigo y todas felices. ¿Puedes ayudarme con Pedri?
—No lo entiendes ¿verdad?
—¿Qué? Me dirás “yo lo vi primero”, pues déjame decirte que él te ve como una amiga y a mí me ve como mujer. Además que yo le besé y follamos primero. A ti ¿Qué?
Me regaló un pez dorado y escucha Taylor Swift por mí.
—Carla. No te enojaras por una tontería ¿verdad?
—No es una tontería y te importaría si en verdad fueras mi amiga.
—Vale, estás celosa.
—¿De ti? —reí amargamente—. Él solo te uso para follar.
—Yo no sabía…
—No sabías, claro. Y si lo hubieses sabido, cómo sabías que Manú era novio de Valeria y te lo follabas, como sabías que Gavi era novio de Valeria y te le insinuabas y sigues insinuándote. Si lo hubieses sabido, también lo hubieses hecho, porque es lo único que buscas y es lo único que buscan los tíos de ti.
Una bofetada me hizo arder la mejilla. Mi mano ardió al devolverle el golpe.
—Lo siento.
Una curita no cubría toda la herida.
—¿En verdad lo sientes?
—¿Por qué me echan la culpa a mí de todo?
—Sí te fijarás más allá de tus acciones te darías cuenta de mucho. Como por ejemplo ¡que te cagaste nuestra amistad!
—No me eches la culpa a mí de eso. Valeria…
—Es lo que te dices para que tu conciencia esté bien, pero no. Te comportas como una verdadera perra.
—Solo lo dices porque te duele que Pedri y yo…
—Me duele, pero más me dolió que fuiste tú… que no te dieras cuenta.
Di media vuelta dispuesta a irme.
—Pedri nunca se fijaría en alguien como tú, tan solo mirate. Eres más mojigata.
—¿Así? Este truco te habrá funcionado con Valeria, pero no conmigo. Que me dirás ¿Qué soy una ñoña? ¿Una fanática de Taylor Swift? ¿Una niñata sin gracia? —Me fui acercando a ella—. Pues déjame decirte que él hace ñoñerías conmigo, que escucha Taylor Swift conmigo y sé muy bien lo que tengo. Tú serás muy bella por fuera, pero estás podrida por dentro y aunque hayas tenido una grandiosa noche de sexo con él, yo le puedo enamorar, cosa que tu alma podrida no podrá.
—¡Que te den!
—¡Ya te llegara el karma, medusa!
Me fui alejando.
—Carla, por favor…
—It was so nice throwing big parties.
Le dediqué una última mirada y me prometí cerrar todo vínculo con ella. A veces es mejor dejar ir antes de que arda la mano de tanto aferrarte. Y aunque dolía dejar los recuerdos atrás, era lo mejor.
Regresé a la fiesta y busqué con la mirada a Pedri para dios sabe que. No lo encontré, al que encontré fue a Bruno quien llegaba a mí con una copa de champaña.
—Hay que hacer un brindis. Here's a toast to my real friends.
Xoxo. Holi otra vez
Este capítulo es un poco más largo jsjsjs ¿Qué les pareció?
Pasaron muchas cosas.
¿Qué creen que pasará?
Carla quejándose de que Pedri es ciego, ella con Raúl y Bruno 🙈. Es que solo tiene ojos para Pedri 🙊
Por cierto tienen una imagen de Bruno y Raúl jsjsjs o sea un actor o alguien de como se lo imaginan. Lxs leo 😊
Espero les haya gustado. Me cuentan cuál fue su parte favorita 😁
Para desbloquear el capítulo de la siguiente semana
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Chauuuu
Maratón 2/2
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