13: Veo chispas volar
Estaba soñando. Unos de esos sueños que eran como la realidad, pero que al final solo era producto de tu imaginación. Eso era lo que pensaba al despertar al lado de Pedri, había dormido con él ¡En la misma cama!
Lo que no entendía era porque Gavi estaba en mi sueño, el porqué me llamó bestia, el porqué seguía en mi sueño y por qué no me dejaba en paz. Me dejaron en mi casa y supe que era la realidad, era la vida real, había dormido con Pedri y no era un sueño. ¡NO ERA UN SUEÑO!
Y no me acordaba de ello, ni siquiera de cuando me quedé dormida. En ese punto diría que era una decepción y una completa maravilla.
Apresurada iba a mi habitación, tenía varios pendientes, acomodar mi bolso, mi rutina de skincare, maquillaje para la escuela, peinarme, cambiarme y verme increíblemente hermosa en tan poco tiempo, el cual se hizo más corto cuando papá me llamó.
—Señorita ¿A dónde cree que va?
—Duh, a cambiarme.
Se cruzó de brazos y me llamó por mi nombre completo. Estaba en problemas y mi única arma era hacerle ojitos.
—¿Qué sucede?
—¿Qué pasa con ese muchacho? ¿Ustedes dos… ustedes dos han tenido…?
—Somos amigos. No hay nada de qué preocuparse. ¿Puedo ir a alistarme? Tengo reuniones. —Sonreí mostrando todos mis dientes, lo abracé tranquilizándolo y fui a mi habitación.
Ya pronto le diría que al fin ya es suegro.
Papá me llevó al instituto. Para mi mala suerte, compartía la mayoría de clases con Thiago y no dejaba de lanzarme miradas o susurrarme en el oído que la pasó muy bien. Huí de él, a toda hora y minuto. La mayoría de veces siempre almorzaba con Ester, Pau y un par de amigos del equipo de fútbol, con Thiago incluido, la razón número uno por la que apenas empezó la hora del almuerzo fui una garrapata con Valeria.
—¿Alguien que me diga por qué comemos en el baño? —pregunté asqueada sin ganas de sacar mi emparedado.
Valeria y Bruno comían, o bueno, Valeria bebía de su café.
Bruno me miró fijo y sin dejar de hacerlo, le dio un mordisco a su emparedado. Lo miré con rareza.
—Si quieres te puedes ir —dijo en un tono seco, para nada amable.
—Eso fue grosero. —Miré a ver a Valeria—. Val, dile que fue grosero.
—Bruno, no seas grosero y Carla, no solemos comer aquí…
—No todos los días. —Terminó Bruno por ella.
—Pero le tienes miedo a las alturas, no podemos ir a la azotea.
Recordaba mi pánico, Val seguía siendo mi persona. Aunque solo fuera una simple oración, para mí lo era todo, era otro gran avance y esto merecía ser celebrado con un abrazo.
—Me aplastas —se quejó, su cuerpo se hallaba rígido. No me devolvió el abrazo, pero eso no importaba.
La solté y sin ganas de comer mi rica comida en el baño, que aunque estuviera reluciente, seguía dándome asco, pregunté:
—¿podemos comer en la biblioteca? De paso estudiamos.
Valeria miró a Bruno, él se encogió de hombros y bufó.
—Vamos, que me puedo meter en líos por estar en el baño de tías.
Aplaudí en mi lugar y me levanté, los tres fuimos a la biblioteca. En una zona donde se podía comer y estudiar. Sentía miradas, me senté en la mesa y acomodé mis libros junto a mi almuerzo. Vi como Valeria se puso sus auriculares y bajó la mirada.
—¿Qué sucede? —pregunté en un susurro.
—Mira a tu alrededor, genia —masculló Bruno, seguía teniendo un punto de rabia por lo que pasó en el club.
Miré a mi alrededor, miradas, móviles grabando, éramos el punto de los reflectores y ni siquiera había luces que nos apuntan en el escenario imaginario.
—Valeria —Un tío que no conocía se nos acercó, llamó a mi amiga y bajó sus audífonos al percatarse de que Val no le hacía caso—. ¿Es verdad que eres novia de Gavi?
—Privacidad, por favor —Todos seguían grabando y mirando—. Sé que nunca habían visto a unas tías extremadamente guapas, but guys, please give us some privacy.
Siguieron grabando y no me quedó más remedio que alzarles el dedo de enmedio. Intentamos comer y actuar normal, las cámaras de los móviles seguían pendientes y no fue hasta que Valeria se fue que la mayoría nos dejaron en paz.
—Bueno, yo me largo —Bruno se puso de pie y se marchó dejándome con la palabra en la boca y más sola que una nuez.
Pensé en irme, pero aquí los únicos que sobraban eran esas estúpidas tías que se la pasaban mirándome. Comí mi emparedado, poniendo buena cara para salir bella en donde sea que publiquen lo que estaban haciendo. Mi mirada se topó con un móvil, aquella funda de Ferrari me dijo que era el móvil de Val. Lo agarré y lo desbloqueé, Valeria era tan ingenua que iba por la vida con el móvil sin seguridad. Lo primero que me mostró la pantalla, era una foto de champiñón con mi mejor amiga, ambos abrazados, él besando su cabeza. Gracias a dios que cogí el móvil, esta foto daría mucho que hablar si sale a la luz en internet.
Aunque si la publico… ¿Sería darle un empujoncito?
El móvil sonó, sacándome de la mente todo tipo de plan. Me llegó la notificación de un mensaje, era João, desde el móvil de mi mejor amiga. Entre al chat.
João:
¿cómo va tu día?
Me:
Bien,
aquí en la escuela estudiando.
João:
¿algo interesante?
Me:
Quizá veas videos mios por tiktok.
Son insoportables.
—Tía, en verdad eres prima de Pedri —preguntó un tío que ni conocía, se sentó a mi lado a la espera de una respuesta que conteste.
—Sí, ¿no ves el parecido? LOL
—Puedes perderte —Ester lo espanto con solo esas dos palabras, se sentó a mi lado, de reojo vi que Pau también llegaba junto a Thiago y otro compañero. La montaña vino a moana. Genial.
—Así que ustedes dos tuvieron una cita —canturreó Ester, con una mueca satisfactoria en el rostro mirándome a mí y a Thiago.
¿Cómo sabía de eso? ¿Quién se lo dijo?
Thiago. Maldito hijo de puta.
—Salida de amigos —aclaré.
Toda la atención estaba puesta en mí, hasta que llegó Valeria con una cara de culo, de esas que Gavi siempre ponía. Eran tal para cual.
—¿Has visto mi móvil? —preguntó, solo mirándome a mí. No saludó, ni miró a los otros.
—Miren si es el alma de la huérfana —Se burló Ester.
La boca se me seco y quise saltar a defender a Val, pero eso sería pelearme con Ester y perder a dos amigas, y que digo a dos, a tres. Sería el fin de las cuatro, me quedé callada. Así era el humor de Ester. Así era ella. Me lo repetía tanto que me lo creía.
—Aquí está, Val —Le entregué el móvil y apenas lo hice, ella dio media vuelta.
—No está tan mal, pero Gavi puede conseguir a unas verdaderas diosas —dijo Thiago, sin importar que Val estuviera a menos de un metro de nosotros.
—No sé qué le ve o bueno tal vez porque ella lo llevó a su casa de playa y…
—Ester, no lo digas —Le sostenía la mirada, sujetándola de la mano con fuerza—. No lo digas.
—¿Qué no debería de decir? —insistió Thiago, apreté con más fuerza la mano de Ester, en un acto para que no abriera la boca y recordara que prometimos guardar el secreto—. Ester…
—Nada, líos míos.
La solté.
Thiago miró detrás de mí, volteé a ver a quién veía y me topé con Val, saliendo por la puerta,
—Sería top si me follo a la novia de Gavi —dijo con una risa que me provocó náuseas.
—Joder, hazlo —Ester aplaudió como si fuera lo más importante—. La tía es más aburrida que le das un libro y se te abre de piernas.
La miré con ganas de entender ¿Qué mierdas decía?
No lo entendí y solo quise creer que lo que decía Ester, solo era a causa de celos. Las cuatro volveríamos a ser amigas, saldríamos, planearemos viajes, solo necesitamos conversar.
Guardé mis libros y me puse de pie, escuchando varios “aguafiestas” y risas de la mesa, dos mejores amigas y dos hombres estúpidos que no tienen cerebro. Mire con pena a Ester y con más pena a Pau, lo que hacían para encajar.
Me fui, persiguiendo a la castaña. La vi en el área de los casilleros, mis pasos eran veloces para decirle que debíamos ir por un café o hacer una pijamada. Fui bajando mi velocidad al ya estar cerca, pero me quedé quieta al ver como Valeria corría hacia mí. No corría hacia mí, pasó de largo, huyendo de la directora. Corrí detrás de ella.
—Santo cielo ¿Por qué corres tan rápido? —Me agache sosteniéndome de mis rodillas para recuperar el aliento.
—¿Me seguiste?
Habíamos llegado al jardín.
—Sí, es que pensé… ¡Uy que divertido!
Tomé asiento en el banco, ella se sentó a mi lado. Su mirada era perdida, la traje a la realidad, preguntando:
—¿por qué corrías?
—La directora. Dinero, mucho dinero y solo tengo 10 euros en mi bolsillo que no me alcanzan para pagar este costoso instituto privilegiado…
—¿Pero… y el dinero?
Valeria se acercó a mí, su rostro se comprimió en una mezcla de tristeza y rabia. Sus cejas se fruncieron hacia abajo y negó.
—No te he contado algo…
Eso no era novedad. Estaba más decir que no me contaba nada.
—Puedes contármelo.
Valeria siempre tendría mi apoyo, siempre estaría para ella, para todo. Si mata a alguien yo sería la cómplice que la ayude a deshacerse del cuerpo.
Ella haría lo mismo conmigo ¿verdad?
—Te lo diré…
Se acercó más a mí y en un murmuró secreto, para que nadie se enterara, me lo contó.
—¡Es un hijo de puta!
—Shhh
—¿Qué es lo que harás?
—Conseguir el dinero…
—Pero es injusto, Valeria.
—Me las voy a arreglar.
No repliqué y decirle un “Te puedo prestar” era en vano y por más que la situación era realmente injusta, yo no podía ayudarla, porque ella me daba esa mirada orgullosa que tanto odiaba. Mi mente maestra empezó a hacer un plan, Valeria necesitaba dinero, su trabajo no lo cubría ¿y quién tenía dinero? Su novio millonario con una gran billetera. Era una grandiosa idea buscar la ayuda de Gavi ¿Verdad?
Llegué a mi casa luego de una gran cena en familia. Horas antes había estado con Pedri y estaba más decir que él estaba enamorado de mí. Era demasiado obvio, la excusa de la carta ya era un plato de segunda, estaba 100% segura de que le gustaba, solo faltaba que lo admitiera.
—Cariño. —Mi madre me llamó.
—¿Si?
—No te olvides que debemos de ver los departamentos. Valeria irá contigo ¿verdad?
—Eso es un hecho, Ma.
Es más, luego de que me contó su problema, estuvimos hablando un rato sobre la uni y la vida universitaria que tanto soñamos desde niñas. Un sueño que pronto se haría realidad y todo volvería a lo de antes.
—Vale, debemos de ir a Madrid. Avísale.
—Lo haré —besé su mejilla y en mi mente apunté que debía de buscar una manera de convencerlos de que ellos paguen la parte de Valeria del alquiler del apartamento, al menos por unos meses, hasta que la situación de mi amiga mejoré.
Fui a mi habitación y apenas me estaba quitando los tacos, una de mis madres llamó a la puerta y se asomó.
—Un muchacho ha venido a verte, princesa.
¿Un muchacho? Mis alarmas sonaron.
—¿Es pedri?
—No, es Gavi.
Se me borro la sonrisa.
—Jo, dile que pase.
Mamá me dio una sonrisa de reproche, abrió más la puerta y me dio una mueca. Suponía a por donde iba.
—Tu padre está. Nada de tíos en tu habitación, Carla.
—Pero, es un amigo.
—Nada de hacer pucheros, Carla…
Mi boca se detuvo del puchero inconsciente que estaba haciendo.
—Vale, voy abajo.
—Y no se demoren mucho, ya es tarde. Nos la hora para que una jovencita reciba visitas.
¿En qué época estamos?
Rodé los ojos y murmuré un “vale”, me puse de pie y caminé a por unas pantuflas de gato. Al estar lista, salí de mi cuarto y fui al salón donde recibía a las visitas. Al llegar, vi la ancha espalda de Gavi, estaba curioseando las fotos familiares.
—¡Eres un sapo!
Gavi brincó en su lugar causando que me riera, él frunció las cejas. Una cara de culo ante mis risas de burla.
—Solo estaba comprobando si eras rubia de nacimiento o no.
—Ya fantaseaste con mis ricitos de oro —Me puse a su lado, para ver las fotos junto a él—. Soy y era una preciosidad.
—Y yo pensaba que eras teñida.
—Idiota.
—Lindos gatos, ¿ya se comieron a tu pez o ya lo mataste tú? —preguntó con burla.
—Ja, ja, ja, que gracioso. Y para tu información, Tay está mejor que nunca.
—Claro, claro —Miro hacia arriba y volvió a mirarme para añadir—¿Ya dejó de dormir boca arriba?
—Está nadando muy feliz —La conversación se iba a ser eterna y antes de que mamá o mi padre viniera decirme que ya tenía que ir a dormir, su manera de decirme que Gavi se tendría que ir, y todo eso significaría que Gavi se burlara de mí por el resto de mi vida—¿A qué has venido?
—Mmm —Sonrió inocente y lo supe.
—¿Quieres saber novedades de Valeria?
—Mucha información, por favor.
—Creo que debería empezar a cobrarte por eso, Gavira.
—No, porque tu mayor sueño es tener sobrinos y sé que quieres que yo sea el padre de esos bebés.
Reí dramática.
—¿Has consumido hierba? —Movió su cabeza, negando—. Sueñas despierto.
Ya quisiera tener a alguien así.
Su visita a mi casa había venido como anillo al dedo. Tenía poco que contar y obviamente no le contaría lo de Madrid, por varias razones, tampoco le contaría acerca de los mensajes de joão, lo que si le contaría era sobre el pequeño problema de dinero que tenía Val. Así su mente poderosa ataría nudos y le quitaría ese peso de encima.
Para más comodidad lo jalé al sofá y le conté todo, omitiendo ciertas partes, grandes partes.
—¿Qué hará?
—No me deja darle dinero…
Y bueno, tampoco es que yo tenga esa gran cantidad, pero la cuenta de papi, sí.
—Se lo pago yo…
—No es… —Di que sí, di que sí. Acepta.
—Lo haré.
Gran problemón en que lo metí.
29 de mayo, 2022
Pedri:
¿Estás libre?
¿Quieres ir a desayunar?
Escupí, en el mismo vaso, el café con leche que estaba bebiendo.
«¿A que se debían esos mensajes? ¿Acaso se había dado cuenta de lo que sentía por mí? ¿Iba a confesarlo?» Fueron las preguntas que pasaron por mi mente.
Sin importarme que alguien me estuviera viendo, salté en medio del pasillo, celebrando mi gran logro. Con miles de preguntas en mi mente, escribí una rápida respuesta. El día aún iniciaba, tenía clases y aunque siempre asistía, no me importaba manchar mi asistencia perfecta, solo por esa cita.
Di media vuelta y a toda prisa salí del campus, caminé por unas cuadras hasta llegar a un semáforo donde Pedri pasaría por mí, no espere mucho, él ya estaba ahí. Era obra del destino. Me subí a su coche y mis oídos reconocieron la voz de Taylor Swift.
—¡Estás escuchando a Taylor!
—Te gusta y es buena.
—Tío, es grandiosa —Tamborileé la guantera, siguiendo el ritmo de la canción que empezaba a sonar. Fue fácil de reconocer y en un murmuró canté—The way you move is like a full-on rainstorm
And I'm a house of cards
You're the kind of reckless that should send me running, but I
Kinda know that I won't get far.
—Cantas bien.
—No seas mentiroso —reí y es que era verdad, no era una excelente cantante, pero mis intenciones eran buenas y divertidas.
Mi risa aumentó al escuchar a Pedri cantar o más bien tararear, no pronunciaba las palabras y se escuchaba un tarareo gracioso. Las chispas si volaban, como lo decía la canción.
Me llevó a un restaurante lujoso, era temprano y gracias a dios no había tanta gente y la que había no eran chavales para nada discretos.
Pedí unas tostadas con aguacate y un café, no era tan adicta a la bebida, pero necesitaba energías. Pedri pidió lo mismo, salvo que le añadió atún y en vez de café, se pidió un jugo.
—¿Qué tienes planeado para hoy? —pregunté, rompiendo el silencio.
—Nada interesante, tengo que grabar promociones. —Se encogió de hombros, restándole importancia.
—Eso es interesante.
—Y aburrido.
—JO, no lo creo.
—No es mi estilo —se justificó.
—¿Y cuál es tu estilo?
—Jugar al fútbol, jugar a la play y salir con amigos —dijo y sonrió a medias—. Supongo que soy un tío aburrido.
Lo era y a la vez no. Tenerlo todo y elegir lo más sencillo.
—Aburridísimo —vacilé y agregué: —Debes de estar emocionado por el próximo partido.
—El parón de selección me viene como anillo al dedo. Los verás ¿Verdad?
—Solo si me dedicas un gol —Las palabras salieron con valentía, sabiendo que él se reiría y sentiría. Lo hizo. Yo vería el partido y él me dedicaría un gol.
—Vale, lo haré, onditas —Su mano rozó la mía, un simple gesto me hacía sentir como una bella y romántica canción de Taylor Swift. Sonreía como una boba y en un intento de bajar los nervios, de mi bolso saqué un papel y empecé con el origami de un anillo.
—Más te vale, bananin.
Había hecho un montón de anillos, se me hacía tan fácil que en menos de un minuto tenía uno. Se lo di a él.
—¿Hay algo más en el que seas extraordinaria?
“Extraordinaria”
—Se me da bien lo de dibujar.
—Eso ya lo sé, tu habitación está repleta de dibujos.
—De arquitectura… —Nerviosa miré hacia abajo—. También puedo dibujar personas ¿Quieres ver?
Recibí su respuesta, una afirmación que causó más chispas. Emocionada, saqué la libreta de mis bocetos. Una libreta de lentejuelas doradas, me puse de pie y arrimé la silla para sentarme a su lado.
Abrí la libreta y le enseñé mi primer dibujo, que aunque no era una persona, era una perrita muy importante para mi familia y para mí. Se veía igual y al pasar la hoja se veía su versión animada.
Los dibujos eran seguidos, se veía un dibujo de mis padres y luego su versión animada, cada ser querido, amigas, Pau, Ester, Val, el corazón se me apretujo a ver el dibujo de Mar, pero reí nostálgica al ver su caricatura que reflejaba lo que era, una mujer graciosa y libre, una reina del baile.
—Mira, si es el niñato —dijo al ver una el dibujo de Gavi, una en donde se veía una mirada tierna, producto de un enamoramiento.
—A pedido de Valeria. Ella le tomó la foto. Será su regalo de cumpleaños.
Pedri siguió indagando los dibujos, realizados a carboncillos. Pasó las páginas, uno a uno, tomándose el tiempo de ver y detallar mi obra maestra. Llegó a la última hoja pintada, un último dibujo de nuestro pez dorado. Cerró el libro y, con un gesto de puchero, preguntó:
—¿Y yo?
—¿Tú?
Pensé en algo rápido y aunque me moría de ganas por trazar sus ojos expresivos, las cejas definidas que heredarán mis futuros hijos y una sonrisa que transmitía pura energía positiva. Me contuve de decirle que le dibujaría en ese mismo momento y para mantener el suspenso, echarle más leña al fuego, me negué.
—Dedicame el go, primero.
Le sostení la mirada, coqueta. Una conexión que yo misma rompí, para actuar normal.
—En casa tengo más bocetos, todos de Taylor Swift.
—Te dedicaré el gol, onditas —afirmó.
Me miró con complicidad. Mi corazón latía fuerte por una conexión entre los dos, las chispas volaban ante cada palabra que dijo y que se seguían repitiendo en mi cabeza. El simple hecho de imaginarme la escena de él dedicándome un gol me emocionaba y mis labios eran incapaces de contener la alegría que sentía. Todo se multiplicó por diez, cien, mil y un millones, cuando él en un gesto delicado y decidido, se inclinó hacia el florero de flores silvestres. Sus dedos expertos sacaron una flor hermosa, y antes de que pudiera anticipar lo que estaba sucediendo, sentí el roce gentil de los pétalos en mi cabello. Dejé de respirar.
La cara me ardió, de una manera linda y no era necesario mirarme al espejo para saber que mis mejillas habían sido ruborizadas por sí solas, mientras él, me miraba con esa sonrisa encantadora que ya quería dibujar.
—Combina con tus ojos.
—Muy romántico.
Era el momento. Era el momento del beso. Un beso que ansiaba y me preguntaba si sus labios eran suaves, si su barba sin rasurar me causaría cosquillas, si me besaría de una forma salvaje o solo me tomaría de una manera dulce. Me iba a besar.
—Creo que ya debemos de irnos.
¿Y el beso?
¿Debía de dar el primer paso yo?
Lo iba a hacer. Me iba a lanzar, un beso que le correspondería. Y así iniciaría mi primera relación, una historia de amor, porque yo estaba enamorada y él también lo estaba de mí. Las chispas volaban, yo las veía.
Iba a darle el beso y en el momento en que me estaba acercando, él habló.
—Pagaré la cuenta —dijo.
—Vale, pero la siguiente la invito yo.
Y así estaba segura de volver a tener otra cita.
Salimos del local y el volvió a dejarme en el instituto, me despedí de él y la sensación de que me volvería a besar, se hizo más fuerte. Se iba acercando, nerviosa cerré los ojos y los volví a abrir cuando sentí su dedo en mi mejilla.
—Tienes una pestaña.
Una pestaña. Una maldita pestaña.
Las ilusiones ya no tenían fin, necesitaba contárselo a mi mejor amiga y fantasear sobre ello. ¿Dónde diablos estaba Valeria?
Fui a mi casillero, llegaba justo a tiempo para la tercera clase y para eso necesitaba unos libros. Estaba sacando los libros, cuando escuche la voz de mi amiga llamándome por mi nombre. Giré a verla, emocionada y dispuesta a contarle que pronto tendría novio.
—Te debo de contar algo, te vas a morir.
La sonrisa se me borró al verla enojada, cejas fruncidas, labios apretados y una mirada oscurecida. Tragué saliva.
—¿Le has dicho a Gavi que me pagué el insti?
—Sí... yo…
Yo se lo insinué.
—Joder, Carla ¿Pero por qué mierda lo has hecho?
—Solo quería…
Quería ayudarla, tenía tantos problemas que pensé que uno menos le daría un respiro. Pero en vez de eso, pareciera que se estuviera ahogando y desquitándose conmigo.
—Ay Valeria, no te hagas la pobrecita. —Ester se metió como una víbora, su voz se escuchó como si tuviera un megáfono, todos escucharon y todos se quedaron a ver—. Es obvio que te quieres aprovechar del dinero de Gavi.
—Ester —Empecé y esta vez si la iba a poner en su lugar, pero Valeria me ganó.
—Jodete —Amenazante dio un paso hacia ella, creía que la golpearía y Ester lo dramatizo, poniéndose detrás de mí como una niña indefensa.
—Ni se te ocurra volverme a golpear.
Valeria la ignoró y toda su ira la enfocó en mí.
—¿No podías mantener la boca cerrada una vez? —Sus palabras salieron enojadas, nunca había visto cómo fruncía el ceño de tal manera, su mirada intensa —Jódanse, las dos.
Giró sobre sus talones, alejándose a pasos fuertes. La llame por su nombre y trate de perseguirla para explicarle que solo la quería ayudar, pero Ester me agarro de brazos y a los cuatro vientos grito: "sigue aprovechándose del dinero de Gavi"
—Ester, basta.
Me deshice de su agarré y la reté con la mirada, su comportamiento era muy infantil y solo gritaba para crear más y más rumores que dejaban mal parada a Valeria.
—Oh no Carla, ¿te estás poniendo en su lugar? —Golpeo mi frente con su larga uña roja—. Despabila, Valeria ya no es tu amiga, ya no es nuestra amiga.
Sus palabras fueron un puñete en mi garganta, generando unas ganas de llorar. No demoré en derramar lágrimas y salir corriendo por los pasillos, hasta esconderme en el baño.
Las lágrimas caían y por más que mis manos cubrían mi rostro, las gotas saladas seguían descendiendo.
Toc, toc.
—Vete.
—Que humor —La voz vacilante de Bruno se escuchó y luego su cabeza se asomó por encima de la puerta. Metió su largo brazo y le fue muy sencillo abrir el pestillo. Abrió la puerta.
—¿Qué haces, tío? —Se adentró al cubículo—. Es el baño de las damas.
Ignoro mi voz y estiró su brazo, dándome una flor.
—Se te cayó cuando saliste corriendo.
La flor de Pedri.
—Gra-gracias
Acepté la flor y la volví a poner detrás de mi oreja. Sequé mis lágrimas y estuve a la espera de que Bruno me dejara sola, para así poder llorar y crear un nuevo océano.
—Tienes moco —Su largo dedo señalo mi rostro.
Me morí de la vergüenza y lloré más, mientras trataba de limpiar el moco con la manga de mi saco.
—Vete. Ni siquiera te agrado, vete —No se movió—. Si te quieres burlar, hazlo y luego me dejas morir.
—Eres tan dramática, rubia.
—Vete.
—Si te consuela, Valeria se ha ido echa furia. Creo que va a buscar a ese futbolista, apuesto 5 euros a que le dobla la cara.
—Pero él solo quería ayudarla —lloriqueé.
—Sí, pero ella no buscaba ser salvada por un príncipe. Quería hacerlo por ella misma.
—Todo es mi culpa —Fui un mar de lágrimas, mocos y rimel, porque para mi mala suerte hoy no me había puesto Waterproof.
—Mhm pues sí. —Chillé por sus palabras—. Pero, tía, no te martirices. La has ayudado.
—Pero estás diciendo que es mi culpa.
—Desde cierta perspectiva. Lo importante es que eres una buena amiga, así que deja de llorar que se te caen los mocos.
Mi osita de Taylor Swift era mi confidente mientras la abrazaba y llenaba de lágrimas, seguía llorando por lo de la escuela, falté a clases y la casa estaba extremadamente sola para llorar con gritos y todo. Mi perrita, Lady Isabella, me ignoraba y me miraba con una cara que me incitaba a querer llorar más.
Estaba tan sumida en mi llanto que no escuché como tocaban la puerta, me llamaron y al no recibir respuesta de mi parte, la abrieron.
—¿Puedo pasar? —La cabeza de Pedri se asomó.
En ese instante quise morirme, él debía de verme guapa, no toda hinchada.
—Cla… claro.
—Me contaron…
—¿Te fueron con el chisme o no me digas que lo grabaron?
Me dio la respuesta con su cara. Abracé más a mi oso y lloré.
—Pero no te preocupes, ya me encargué de que lo bajaran.
—Gracias.
Limpié mis lágrimas y siguieron descendiendo. Repitiendo una y otra vez que tal vez Val ya no me quería, que tal vez Ester tenía razón.
—Onditas ¿Sabes cuántas hormigas caben en una ballena?
Mi vista estaba nublada a causa de las lágrimas, lo vi y supe que se venía uno de sus tontos chistes. Con el corazón partido, le seguí la corriente.
—¿Cuántas?
—Ninguna, porque va llena.
—Tremendo comediante.
Me contó un pésimo chiste, de esos que te hacen reír más por lo malos que son. A pesar de mis lágrimas por la tristeza que aún seguían bañando mi rostro, no pude contener la risa. Me dio alivio entre tantas lágrimas de haber perdido a una amiga, su presencia acompañada de sus pésimos chistes ejercía cierta calidez reconfortante. Nos encontramos charlando en mi cama, compartiendo chistes malos, risas que fueron acabando con las lágrimas y olvidando a Valeria por un momento. Mientras reíamos, noté que sus párpados comenzaban a pesar, y por alguna razón, decidió quedarse a mi lado. En silencio, observé cómo el cansancio se apoderaba de él, y antes de darme cuenta, se quedó dormido a mi lado. Su respiración tranquila y la quietud de la habitación crearon un espacio de paz.
—Pedri…
Mi voz apenas si se escuchó. Decidí no despertarlo, quizá su día había sido muy agotador y ante eso aun así había venido a alegrarme el día. Lo dejé dormir.
Cerré los ojos para descansar, pero el silencio de la habitación hizo que Valeria volviera a mi mente. Estaba furiosa, estaba mal ¿Y si ella intentaba…?
Eliminé todo tipo de pensamientos sobre esa escena que viví hace unos meses. Un escalofrío al tan solo recordar.
Era mejor actuar.
Con cuidado de no despertar a Pedri, me puse de pie y fui por el móvil que andaba en mi bolso. Al tenerlo entre mis manos, marque el número de Val. No contestó, seguí insistiendo y seguía sin responder. Los pensamientos volvieron y las lágrimas aparecieron. Llamé a Gavi, él sí contestó.
—Estoy preocupada por Valeria…
—Carla…
—Escucha, debo de decirte algo importante… ella… ella… —No contuve las lágrimas.
—Carla, ella está conmigo. —Al escucharlo, pude respirar tranquila.
—¿Está bien?
—Está bien, está durmiendo —Se le escuchaba preocupado y cansado.
—¿Te desperté?
—No te preocupes y debemos de hablar ¿Vale?
—Vale y cuídala.
Tranquila volví a echarme a la cama. Toda tranquilidad se esfumó al ser abrazada por el chico que tenía a mi lado, mi corazón estalló y las chispas volvieron a volar entre los dos. Causó cosquillas en mí al esconder su rostro en mi cuello. Me tensé y volví a relajarme.
—Hueles bien.
¿Ustedes ven las chispas volar?
Porque yo sí.
Xoxo. Holi pequeñas champiñonas 😚
Me extrañaron?
Hablemos de lo lindo que son.
Cuando lleguemos a 100k hago maratón 💜💜💜
Cuéntenme...
¿que les pareció el capítulo?
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¿que opinan de Carla y Pedri? ¿Tienen futuro?
Cuiden a su pez. Chaooo
Nos leemos pronto.
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Byeeee
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