20
— ¿Bajamos?
Me preguntó Pietro sin dirigirme la mirada. Atando y desatando tres veces sus cordones como excusa, moviendo su zapatilla de un lado a otro examinándola.
Me reí rodando los ojos, este chico me matará algún día.
— ¿Para qué?
Me encontraba recostado otra vez en mi cama, pero ahora solo, sin nadie arriba mio que me esté dando besos en el cuello y.. Me desvíe de tema.
Giró su rostro para mirarme, aunque al hacerlo comenzó a ponerse un poco rojo, se sonrojó, que adorable. Suspiró antes de poder hablarme bien.
— No sé, tengo hambre.
— Comeme a mi — dije sin dudarlo y con un tono muy entusiasta, además de una sonrisa mostrando mis dientes.
Él se contrajo y se puso aun más rojo, si eso era posible. Sin decirme nada solo se echo a correr, saliendo de la habitación.
— Me dejaron solo, solin, solito.
Chillé falsamente, sabiendo que no estaba cerca.
— ¿Dónde estará Nalgas de oro?
De seguro debe de estar con ese Barrito, escondiendo todo lo que sienten como cobardes, teniendo todas las posibilidades de estar juntos con solo decirse un par de palabras, pero no, ellos se quedan callados por temor a ser rechazados. Aunque no se porque los críticos si soy igual.
— Me aburro — alargue la "o".
Que venga cualquier persona a molestarme, por favor.
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