"¡Te odio! ¡Debiste haber muerto!"

Takeomi, de niño, no sabía porque su madre le miraba de forma rara al llegar a su casa.

El único posible momento donde ella lo abrazó con amor fue apenas nació.

Luego… nada…

A veces ella lo miraba con frialdad. No le dirigía la palabra.
Si de pequeño se lastimaba a ella no le importaba.
Takeomi pudo sobrevivir de milagro y tal vez un poco gracias a su padre el cual solo le quería para hacer una copia de él.

Aunque físicamente ya lo era.

Eso se lo recordó bien su madre cuando, tenía 9 años, esta intentó asesinarlo con un cuchillo de cocina luego de gritarle esas palabras.
Recibió algunas apuñaladas pero por suerte nada de gravedad.

Y su físico… ya sea ahora y en el pasado le jugó en contra…

-Yo… no quería asustarlos…- decía mientras lloraba encerrado en el baño de su habitación. Estaba solo en la casa.

Hace unas semanas atrás Bunko había hecho algo horrible a los gemelos, solo porque los dos infantes de 7 años descubrieron que habían nacido en el cuerpo equivocado.

Lo ocurrido fue algo horrible, pero gracias a dios que Wakasa llegó en el momento y pudo salvar a los gemelos…
Cuando Omi se enteró fue de mala manera ya que tuvo que ver cómo la ambulancia se llevaba a un ensangrentado Haruchiyo casi al borde del colapso… solo eso basto para desmayarse.
Al despertar estuvo un tiempo sin que le dejaran visitar a sus hermanos, pero cuando pudo hacerlo…

No salió muy bien que digamos…

- ¿Porr.. que..?- se preguntó mientras las lágrimas comenzaban a salir de sus mejillas mientras tiraba de sus hebras negras.

No entendía…

¿Porque su padre había hecho eso?

No entendía…

¿Porque sus hermanos le dieron esa mirada de odio y miedo?

“¡ALEJATE!”

La misma mirada que le dio su madre…

Todo por…

“Buen niño” “Serás igual a mi cuando crezcas” “Eres mi orgullo Takeomi”

No… no quería serlo…

No quería ser igual a su padre.

No quería ver de nuevo la mirada de horror en los gemelos.

No quería que le odiaran.

Se miró al espejo.

Su rostro lloroso y demacrado…

Tomo la navaja.

Comenzaría el primer cambio.