🍂 Capítulo 5 🍂
Chaeyoung estaba curando sus heridas cuando escuchó algo zumbar, en lo que parecía ser, dentro de un cajón.
Su celular.
Corrió hacia su tocador como si su vida dependiera de eso. Una vez enfrente, trató de abrir el cajón, pero este se encontraba con llave.
¿Qué hago?
Pensaba constantemente la rubia, hasta que encontró una solución a sus problemas.
Se acercó al marco de su puerta para asegurarse que Dahyun estuviera dormida. Lo estaba.
Se acercó a su tocador de nuevo y abrió el cajón de la ropa interior de Dahyun; buscó entre todas las prendas hasta que encontró una caja de madera, esta, por suerte, no estaba cerra, por ende pudo abrirla sin problema alguno y sacó unas cuantas llaves.
Probó con todas, hasta que una pudo abrir el bendito cajón. Su celular estaba ahí, intacto, igual a cuando la Alfa se lo quitó.
Ahora agradecía el haber puesto alarma para todo.
—Por favor, Jane. Tienes que ayudarme a salir de aquí.
—Te lo dije, Chaeyoung. No es bueno que estés con ella.
—Deja los engaños para después. Ayúdame, quiero irme de aquí.
Jane, del otro lado de la línea, pensó un poco antes de responder. No porque no quisiera ayudar a su amiga, al contrario, pero no hallaba la manera correcta de hacerla.
—Escucha con atención, Chaeng. Hoy mismo sales de esa casa...
—¡Mina, mesa tres!
—Mina, ve por hielos.
—¡Mina, te dije que la mesa cinco te espera!
La susodicha estaba agotada. Se recargó levemente en la barra que separaba el salón principal de la cocina y limpió su sudor con la manga de su camisa.
Hoy no era su día.
—Sana, ayúdame un poco, por favor.— Le pidió a la Omega que pasaba por ahí limpiando un plato.
La rubia la miró con un poco de lástima y después asintió, ofreciéndose para atender a las mesas que faltaba.
Era un día bastante agotador, eso era bueno para su sueldo diario pero malo para su cuerpo, estaba a dos líneas de colapsar y tal vez desmayarse.
No desayunar ese día no fue buena idea.
—¡Mina, los hielos!—Le volvió a pedir Yeri
—¡Ya voy!
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