Claustrofobia Ronald Knox y tu +18
Claustrofobia Ronald Knox y tu +18
Dedicado a NeliBonett
Espero que te guste :)
¿Acaso mis vecinos no duermen? Gruñí.
Estoy harta de vivir en estos jodidos apartamentos de estudiantes hormonales que solo se la pasan de fiesta en fiesta.
Está más que claro que no soy una chica de andar de fiesta en fiesta, suelo usar mi tiempo libre para leer y poder conservar la beca que tengo en una universidad de niños riquillos de esta ciudad, y una fiesta solo va a evitar que llegue a mi meta.
El timbre de mi apartamento sonó estrepitosamente. Rodé los ojos, y me incorporé de mi cama para abrir la puerta a ver qué coño querían.
- Buenas noches – Saludó alguien desde afuera
- ¿Quién es? – la persona soltó una carcajada
- Soy el vecino de arriba – semi abrí la puerta, y vi a un chico de cabello rubio y ojos de color extraño.
- Tu ruido me está jodiendo – terminé de abrir la puerta y me crucé de brazos – si no fuera porque soy chica te diría que tu estúpida fiestecilla me está tocando las bolas - el simplemente soltó una jodida carcajada – no hay nada gracioso en lo que he dicho
- ¡Claro que sí! – de un momento a otro el muy imbécil entró a mi apartamento
- O-oye, sal de mi jodido apartamento – el chico simplemente sonrió y se dejó caer en mi sofá
- Creí que todos los apartamentos serían iguales – miraba a su alrededor – pero veo que me equivoqué. Este es mucho más grande – pellizqué el puente de mi nariz, para luego cruzarme de brazos y mirar al chico.
- No todos los apartamentos son iguales – me senté en el sillón y me crucé aún más de brazos – sal de aquí, si no quieres que llame a la policía – el simplemente sonrió
- Debería ser yo el que llame a la policía – maldito idiota. Me puse de pie y apreté los puños
- ¿Por qué coño deberías llamar tú la policía? – el se acercó a mí y me rodeó la cintura
- Por ser una jodida mojigata y no aprovechar esas curvas- un momento ¿qué?
- S-suéltame – el soltó una risotada
- Nos vemos mañana en clase, niña bien – rodé los ojos y vi como se iba de mi apartamento.
No pegué el ojo en toda la maldita noche. Ese idiota sin nombre me dejó agotada mentalmente.
Eran las cuatro de la mañana y aún estaba despierta. Me rendí, de milagro no tenía clase de seis a once de la mañana, así que me dispuse a tomar una siesta.
Y lo único que hice fue soñar con el imbécil oxigenado.
La alarma sonó a las once, mi primera clase del día era a las doce y media. Hice mis necesidades, me bañé y me coloqué los retenedores transparentes que me dieron después de haber terminado mis cinco años de tortura china (brackets) me coloqué unos jeans oscuros, una blusa vino tinto y unas zapatillas blancas. Tomé mi mochila y las llaves del apartamento, para luego salir y encontrarme con el oxigenado.
- Buenos días mojigata con buen cuerpo – gruñí
- Deja de joderme – y me dispuse a entrar en el ascensor, pero el oxigenado entró - ¿Qué mierdas haces aquí? ¡deja de seguirme! – el oxigenado soltó una carcajada
- ¿acaso eres tonta? – maldito. No lo apuñales _____, no lo apuñales. – es el único ascensor del edificio, y no pienso bajar por las escaleras – rodé los ojos. Creo que él es nuevo aquí. Porque hubo un tiempo en que el ascensor estaba completamente inservible y a todos nos tocó bajar por las escaleras durante casi medio año, hasta que lo cambiaron.
- ¿eres nuevo? – posó su mirada en mi, y tenía un toque de... coquetería.
- ¿Te gusta el pan? – traté de reprimir una carcajada y lo único que salió fue una mueca
- C-cállate – aclaré mi garganta – olvídalo – solté un suspiro, el ascensor se estaba demorando más de lo usual. No le tenía miedo a quedarme encerrada, sin embargo, no me agradaba en lo absoluto quedarme encerrada con el idiota este.
- M-mierda... ¿crees que se va a parar? – traté de reprimir una carcajada. Maldita sea no es el momento para reírme de mis pendejadas
- Pfff – mierda –n-no creo que suceda – aclaré mi garganta –acaso tu... - lo miré a aquellos ojos color resaltador amarillo.
- ¿C-claustrofóbico? – su rostro se veía brillante por el sudor. Asentí – S-solo un poco – trató de reír, pero el pánico que sentía en esos momentos solo le permitió esbozar una mueca torcida.
No me di cuenta de en qué momento entrelacé nuestras manos.
- No lo malinterpretes – fue lo único que dije para luego ver el rostro del idiota sonrojado
Cuando llegamos a la primera planta solté su mano.
- Soy ________ López – y me dispuse a tomar el autobús.
Después de un día largo en la universidad, decidí que me merecía un jodido descanso. Eso significa... Pizza y helado.
Me colgué la mochila en mi hombro derecho y respiré profundamente. Debería trabajar como tutora y así ganarme otro dinero extra y así comprarme una moto.
- ¿a dónde vas ______? – miré hacía mi derecha y el oxigenado estaba sobre una motocicleta
- Me largo de aquí ¿no es obvio? – el rodó los ojos y sonrió
- ¿te llevo? – alcé una ceja con cierto temor. ¡vamos! Podría ser un violador al que le di la mano en un ascensor por ser claustrofóbico... amo mi coherencia.
- No voy a ir directamente al apartamento, Oxigenado – soltó una ruidosa carcajada
- Soy Ronald Knox – alcé mi dedo pulgar en forma de aprobación sarcástica y me encaminé hacia la heladería primero y luego iría a mi casa a pedir la pizza.- vamos, salgamos juntos – frené en seco.
- ¿estás desquiciado o que mierda?- fruncí el ceño –no querrás que te vean con una jodida mojigata – sonreí de forma sarcástica y me di vuelta
- Vamos nena – y me arrastró hasta su moto.
Después de unas cinco cuadras llegamos a la heladería.
- Quiero un tarro de chocolate con extra chips de chocolate y otro de brownie – la chica asintió sin despegar los ojos de Ronald. Rodé los ojos y pagué el helado.
- ¿te comerás todo eso? – asentí mientras que entregaba el dinero
- ¿algún problema? – fruncí el ceño y el negó con una sonrisa inocente.
Salimos del establecimiento y nos encaminamos hacia el edificio.
- ¿v-vas a tomar el ascensor? – asentí – o-o-oye, acerca de lo de esta mañana – se rascó la nuca – gracias, nadie había hecho eso por mi antes – me encogí de hombros
- Ni lo menciones. Lo hice porque no quería que entraras en pánico frente a mí y eso – subí al ascensor seguida de Ronald – solté un suspiro – si no quieres subir al ascensor no hay problema, puedes utilizar las escaleras.- soltó una carcajada
- Es un decimocuarto piso ______, no pienso subirlos – me encogí de hombros
- Tienes la opción – el ascensor subió sin problema alguno y porque el karma me odia y porque el destino quiere verme arder en el infierno... Ronald se quedó en mi apartamento para comer helado y pizza.
Y así pasaron tres meses, sino son más. Ronald subía y bajaba conmigo en el ascensor todos los días, íbamos a la universidad juntos, volvíamos a casa juntos, cenábamos juntos y a veces tomábamos siestas los dos juntos. Me había acostumbrado a su presencia, que cuando no podía volver conmigo de la universidad o cuando no podía quedarse en mi apartamento a cenar, simplemente se sentía muy solitario.
Por ejemplo, los viernes y los lunes tenían práctica de rugby en el equipo de la universidad y por lo general llegaba realmente tarde. En ese caso me tocaba bajar por él y subir hasta su apartamento por cuestión de la claustrofobia.
- ¿cómo te fue en la práctica de hoy? – el soltó un suspiro y se recostó en la pared del ascensor.
- Hoy fue... la más complicada de la temporada – se alborotó su cabello – se acercan las preliminares y estamos demasiado... - un estruendo interrumpió a Ronald -¿y-ya llegamos? – miré hacia el panel de botones y apenas estábamos n el quinto piso. Respiré profundamente y presioné el botón de alarma... pero parecía no funcionar.
- No te preocupes Ronald- tragué saliva y me mantuve serena – ya van a venir por nosotros – mentía. No tenía la certeza de si había funcionado o no.
- M-me falta el aire – su respiración era agitada y el sudor frío comenzó a hacerse presente en su piel
- Cálmate Ronald, comienza a respirar - agarré ambas manos con delicadeza y empecé a respirar junto a él. – calma Ronald, calma – estaba preocupada, Ronald no parecía calmarse en lo absoluto y entonces entré en pánico igual. – mírame Ronald, mírame Knox. Te prometo que vamos a salir de esta – tomé su rostro entre mis manos y junté nuestros labios. Ni siquiera sé por qué hago esto. Si se supone que necesita aire.
Mis labios y los suyos se buscaban con desespero. Ronald introdujo su lengua y me acorraló contra la pared. Nuestras lenguas seguían jugando, mientras que al mismo tiempo, nuestras manos exploraban nuestros cuerpos sobre la ropa.
Ronald posó su mano derecha en mi muslo y lo apretó, no pude contenerlo y solté un gemido sobre sus labios. El se separó de mis labios y fijó sus ojos en los míos.
- Esto no se va a quedar así – y al momento en que se dirigía a mi cuello el ascensor comenzó a funcionar. Nos separamos de golpe y podría jurar que ambos estamos igual de rojos.
Fue cuestión de segundos cuando llegamos a su piso.
- A-a-adiós- me despedí. Pero al momento en el que se iba a cerrar las puertas del ascensor Ronald las detuvo justo a tiempo y me jaló contra su pecho.
- No te voy a dejar ir
Sus dedos entraban y salían con cuidado de mi vagina, mientras que su lengua jugaba con uno de mis pechos.
- R-Ronald – gemí
- Maldición – alzó su vista y dejó de jugar abajo – si gimes mi nombre no voy a soportarlo más y vas a tener que usar silla de ruedas por el resto de tu vida – dijo mientras hundía su rostro en mis pechos
- Si es lo que yo quiero, no sería un mal plan – el sonrió sobre mi piel de mis pechos, para luego bajar hasta mi abdomen mientras dejaba un camino de saliva.
De un momento a otro su lengua se encargaba de mi clítoris y sus dedos de lo demás.
- Ronald – gemí. Maldición él es jodidamente bueno en esto. Sus dedos entraban y salían lentamente, para luego dejarle espacio libre a su lengua, lentamente la introducía y sus dedos acariciaban mi clítoris en círculos. – y-yo – y me corrí. Ronald saboreó y se terminó de bajar el bóxer holgado que traía puestos.
- Mi turno – me arrodillé en su cama y comencé a chupar su pene y lamerlo lentamente. Esto no era nuevo para mí, pero con Ronald, todo es diferente.
Lamí el cuerpo de su pene para luego introducirlo por completo en mi boca.
- M-mierda, esto es jodidamente bueno – seguí lamiendo y chupando, para luego sacarlo de mi boca y poner su pene entre mis pechos. – M-Mierda – continué con mi boca – Nena... y-yo – su semen bajó por mi garganta y un poco salió por la comisura de mi boca. Terminé de tragarme el resto, limpié mis labios con mi lengua y miré a Ronald - ¡N-no me mires así! E-es tu culpa. Desde que te conocí no tuve sexo con ninguna chica y mucho menos me masturbé – aguanté la risa
- ¿por qué? – el rodó sus ojos y colocó sus lentes en la mesa de noche
- Porque me gustas, por eso. S-s-suelo parecer un chico que no le interesa nada ni nadie, pero cuando alguien me gusta sinceramente suelo serle fiel sin siquiera notarlo – sus manos taparon su rostro enrojecido - ¿sabes lo difícil que fue para mí no follarte en el ascensor todas esas veces? –sonreí.
- En vez de estar tapándote el rostro, deberíamos estar follando – el me miró por entre sus dedos y sonrió.
- Buen punto – sus labios chocaron contra los mío y comenzó a jugar con uno de mis pechos.
Lentamente fue introduciendo su pene, lo cual me pareció extraño que ya estuviera duro.
- Esto es lo que tú me causas – susurró en mi cuello, para luego penetrarme con fuerza. – no voy a tener piedad contigo ______
Sus embestidas eran fuertes y rápidas. Quería más, quería tener a Ronald solo para mí.
- ¡Más, maldita sea, más! - Ronald obedientemente aumentó la velocidad y la fuerza, sentía que en cualquier momento me iba a derretir. -¡Si, más! – arqueé mi espalda y Ronald comenzó a acariciar mis pechos y succionarlos con su boca. De vez en cuando apretaba mis muslos y me azotaba con fuerza.
- N-nena – asentí y el líquido cálido me llenó por completo. Sentí como ambos líquidos se escurrían por la parte interna de mis muslos. Ronald se acostó a mi lado y me acercó aún más a él. – la próxima vez quiero que sea en el ascensor.- acarició mi rostro – nunca estuve tan agradecido de sufrir de claustrofobia – y juntó nuestros labios.
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