Prefacio

Todo se encuentra en completa calma, casi podría jurar que el mundo a mi alrededor se quedó paralizado.

Respiró profundamente y me dispongo a salir de mi habitación, espero que nadie note que hoy me encuentro perdida de felicidad, que me encuentro totalmente enamorada.

Camino despacio y desde abajo me llega la inconfundible voz de mi hermana, no alcanzo a escuchar del todo sus palabras, eso es algo que me preocupa, últimamente siempre susurra cosas a mi madre y sé que tiene que ver mucho con el motivó de mi felicidad.

Alberto Quintana.

Mi hermana, Paola, aún no confía en él, todos los días me repite que no debo seguir a su lado, que esa relación nunca me traerá nada bueno, dice que el día que menos lo esperé hará algo que me rompa el corazón en millones de pedazos, ella asegura que no seré la misma nunca más; sin embargo ya no soy la misma, Alberto ya cambió mi vida para siempre.

-Mamá, no es casualidad que la señora Quintana mandará esto, lo que quiera que sea tenemos que...

Se detiene cuando me ve, su semblante hace que un escalofrío baje por todo mi cuerpo, la felicidad que me llenaba ahora es reemplazada por una terrible angustia y desesperación.

-¿Qué mando la señora Quintana? -les pregunto pero mamá se adelanta a entregarme un sobre amarillo, tiene mi nombre, mis manos tiemblan al intentar abrirlo.

-Vanessa -me susurra Paola-. Dámelo, yo lo hago por ti, lo que quiera que sea es mejor que yo lo vea primero.

Sin duda teme lo peor y yo... no puedo, ni quiero imaginar que es lo que contiene ese sobre, la señora Quintana nunca se ha mostrado feliz con mi relación con Alberto.

Puedo entenderla y es que yo solo soy una muchacha pobre que no tiene idea de cómo funciona su mundo, pero por Alberto estoy dispuesta a intentarlo, dar todo para que algún día me acepte, yo lo único que quiero es hacer feliz a su hijo y creo que es lo que más debería importar.

Paola extiende la mano y le entrego al sobre y antes de poder abrirlo el timbre suena y mamá corre a la puerta para ver de quién se trata, mi hermana mientras tanto solo fija su vista en mi, no tengo la menor idea de cómo interpretar su expresión, es una mezcla de enojo, tristeza e impotencia; estoy casi segura de que ella ya sabe de qué se trata.

-Vanessa -es mamá entrando de nuevo a la cocina-, te mandaron un sobre más.

Se lo arrebató de las manos y leo el nombre del remitente, Marisela Escalante, mi pulso incrementa de manera violenta y antes de que Paola pueda quitarme también este sobre, lo desgarró por la mitad.

Es una revista de sociales, me detengo a ver la portada y mis ojos se llenan de lágrimas que escapan son control de mis ojos.

"La pareja del año"
Un verdadero cuento de hadas. La noche de ayer Alberto Quintana y Marisela Escalante dieron a conocer ante toda la sociedad su compromiso.
Nuestras fuentes indican que la ceremonia se llevará a cabo en seis meses en San Miguel de Allende, México.

Debajo de esto hay una fotografía en dónde Alberto sostiene la mano de Marisela mientras le coloca un anillo y sus padres están detrás de ellos, se ven felices y eso solo provoca que mis piernas pierdan toda la fuerza y caiga de rodillas en el suelo.

«Nunca será tuyo, nunca va a casarse contigo estando yo presente en su vida»

Esas fueron las palabras de Marisela, y ahora estoy justo como quería, en el suelo, llorando por lo que todos me dijeron que él haría.

-Mi niña, todo estará... -aparto a mi madre y salgo corriendo a la sala, necesito que me diga que no es cierto, no Alberto no me puede hacer esto, no después...

Llamo una y mil veces y nada, Paola hasta ahora no ha dicho nada solo tiene las revistas en la mano.

En mi último intento por comunicarme por fin contesta.

-Mire ya es la quinta persona que me llama, entienda que no puedo dar más entrevistas, en la revista se encontrará todo lo que quiera saber, dígale lo mismo a los demás reporteros... ¿Hola? ¿hay alguien ahí? -dejo caer el auricular del teléfono.

Todo es real, todo fue cierto. Me levanto del sillón y le quitó de las manos las revista a Paola y voy directa a la cocina abro el otro sobre y no pueden ser más crueles, es una invitación, tienen el descaro de invitarme a mi propio funeral.

Me limpio las lágrimas del rostro y tomo un encendedor y... no puedo quemarlas, las llevo a mi pecho y las aprieto fuerte.

Paola y mamá vienen a verme y me rodean por completo, como si quisieran que no me desmoronara, pero eso es imposible.

Alberto no hizo pedazos mi corazón, él lo dejo hecho polvo.

Espero puedan darle una oportunidad a este proyecto al que le tengo mucho cariño.

Disculpen si llegan a encontrar algún error, yo no soy profesional, pero intentaré darles lo mejor.

Trataré de corregir cualquier falta ortográfica al cuando me encuentre editando la historia.

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