60.- Aunque el mar nos separe

El último mes ha sido algo complicado, entre la mudanza y las declaraciones en el ministerio público me encuentro acabada pero lo que más desgasta son los problemas en mi relación con Antonio, todo sigue en el mismo punto que hace un mes y sin temor a equivocarme puedo decir que he discutido todos los días con él, aunque sea por qué la mosca pasa.

Ya no encuentro la manera de como resolver nuestros problemas, seguimos con una distancia que me asusta y odio vivir así, me cuesta mucho seguir adelante sabiendo que le falle, el día de hoy me voy con el peso de no saber cómo recuperar su confianza.

—¿Es completamente necesario? —me pregunta mí hermana antes de que salga tumbó al aeropuerto.

Sólo tengo aproximadamente una hora y media para llegar al aeropuerto de Toluca pero la verdad es que no quiero moverme de mi casa, en este tiempo he llegado a acostumbrarme e inclusive a amar el hogar que formamos aquí y el solo hecho de salir de mi habitación me duelen pero lo que más me atormenta en este instante es dejar mi patria. 

Dejar todo atrás está doliendo mucho, pero es que ya no puedo hacer nada, la vida no se ha cansado de recordarme que este no es mi lugar, que yo no pertenezco aquí y que por más que lo intente, por más que quiera, por más que le eche ganas nunca voy a lograr que este sea mi hogar. 

—Sabes que si —si alguien sabe y entiende mi sentir es ella. 

—¿Qué puedo hacer para que cambies de opinión? —en este punto de mi vida creo que ya nada me haría cambiar de opinión, ni siquiera que las cosas marcharán bien, no puedo quedarme aquí a esperando que intenten arrebatarme a mi familia. 

—Nada, nadie puede hacerlo —mi hermana agacha la mirada, no soporta saber que el día de hoy me marcho para no regresar.

—Antonio podría —no, él dice que no quiere esto, aunque yo sé que sé es así.

Antonio siempre ve por el bien de los demás, en especial si se trata de mí pero yo no es así, ya no soy sólo yo, ahora está nuestra Roxanne y nuestro deber es cuidar de ella, asegurarnos que nunca nada intente dañarla y si queremos eso no podemos quedarnos aquí.

—Pero me estoy yendo por él, por mi hija —ya que sin ella no sabría cómo seguir en este mundo—. Paola sé que estás muy sensible, todo lo que ha pasado en el último mes te tiene así pero trata de tranquilizarte.

Ninguno de nosotros entiende que es lo que le está pasando, en ocasiones de la nada se pone a llorar y por más que intentamos tranquilizarla no podemos, Fernando está apunto de pedir lo mismo que mi marido, no lo ha dicho pero estoy segura de que ha pensado mandarla a valorar psicológicamente sólo para comprobar que no tiene nada pero yo sé que está bien, algo en el fondo de mi corazón me dice que está bien y que la causa de su tristeza es una muy distinta a un trastorno psicológico por el trauma que vivimos. 

—Pero es que... Te necesito, yo... no tengo nada más en el mundo —de nuevo vuelvo a ser demasiado egoísta porque ni las súplicas de mi hermana me harán cambiar de opinión, de nueva cuenta no importa el dolor dejé a mí paso, no pienso desistir—, algún día mis padres van a faltar y entonces no sé que haré.

—Ya no estás sola tienes a Fernando y a Camila —ellos sin duda la necesitan un poco más que yo.

—Pero no son tú —viene a abrazarme—. Mi soledad solo se desvanece cuando estás a mi lado.

Cuando empecé a los planes de mudanza jamás considere que mi hermana se sentiría así, yo pensé que la compañía de Fernando haría que olvidar el dolor por dejarme ir.

—Mi hermanita linda, me duele mucho tener que irme pero es completamente necesario, no puedo quedarme aquí y espero que lo entiendas —esta vez no me voy por cobarde, me voy porque ya no quiero hacerle más daño a nadie—; si no me voy todo lo que amo va a morir, si eso pasa entonces será mi ruina.

—Es por eso que tengo la firme intención de no impedirlo pero es que me cuesta mucho Vanessa, tu eres lo única persona que me ama incondicionalmente —eso puede tenerlo siempre por seguro, no importa lo que pase yo siempre voy a amarla—, Fernando sí, me ama o por lo menos quiero creer pero siempre existe la posibilidad de que no sea real. Siempre voy a tener miedo de que algún día se de cuenta de que no soy suficiente.

—Mírame Paola y escúchame muy bien —me separo un poco de ella para verle el rostro—. Fernando sería un completo estúpido si te deja ir porque tú eres una mujer extraordinaria de la cual cualquiera estaría dispuesto enamorarse completamente. No dejes que un fantasma te robe al amor de tu vida y no es la primera vez que te lo digo, tú lo amas y lo vas a amar de aquí hasta que te mueras, es más mira tu mano —hace unos meses ella era la siempre me recordaba que tenía que mirar mi mano—. Este anillo es una promesa, su promesa de amarte hasta el día que la muerte los separé y estoy segura de que te lo va cumplir.

—¿Vendrás a mi boda? —ni siquiera ella sabe cuándo podrá realizar ese sueño

Por lo que entendí el día que fui al despacho a firmar los poderes notariales están muy atareados con el caso, lo que me hace creer que la boda no será pronto, quizá para ese tiempo Antonio y yo hemos vuelto a ser los mismos de antes y puede que sí regresé —de entrada por salida por su puesto— pero si no, si seguimos como hasta ahora no pienso moverme de Andalucía, si insisto en mover las cosas seguro voy a lastimar más la relación con mi marido.

—No quiero hacerte una promesa que quizá no pueda cumplir —deja salir una lágrima, me parte el alma saber que le estoy causando tanto dolor—, no te lo mereces pero te juro que aunque el mar nos separe siempre te llevaré en mi corazón, eres mi hermana, hay algo que te une a mí y no es la sangre, es el amor que siempre he sentido por ti, te amo. Duda del amor de cualquiera pero no del mío.

—Lo siento mucho por el daño que te hice todos estos años, por no confiar en ti, ahora entiendo que no hay nadie más fuerte que tú... —no está respirando bien, inhala para tomar aire pero se desvanece antes de que pueda volver a hablar.

—¡Paola! ¡Paola! —me agacho a su lado, no sé qué pasó, sabía que no se sentía bien pero creí que era solo por el cansancio— ¡Mamá! ¡Ayúdame! ¡Papá!

El primero en llegar es Antonio se agachó junto a mí y levanta a Paola del suelo, después entran mis padres y mi mamá es quien le pide a mi marido que la lleve al hospital, tiene razón mi hermana siempre ha estado demasiado sana, es muy raro que algo la haga quedarse en cama así que lo que este pasándole es muy grave.



—No debieron traerme aquí, fue solo un desmayo por todas las emociones que estoy viviendo y además el cansancio —nos dice mi hermana en una de las salas del hospital, estoy esperando los resultados para saber si le digo a Fernando que venga no—. Cuando regresé del aeropuerto me tomaré el día libre y ya, mañana estaré como nueva.

Eso ya lo veremos, le hicieron unos análisis de sangre urgentes, dijeron que estarían en una hora y eso está bien porque aún alcanzo a llegar a tiempo a mi vuelo, Antonio ya se adelantó con mi hija y sus padres, en cuanto salga de aquí ya no habrá marcha atrás.

—Mira iré a ver qué pasa con tus análisis y tú quédate aquí tranquila, llama a Fernando y cuéntale lo que está pasando o lo haré yo y no te va a gustar lo que le voy a decir —lo voy a regañar por darle tanto trabajo a mi hermana, más cuando está consiente de que no se siente bien.

Asiente y voy a ver porque mis papás también están tardando mucho, ya hace rato que ellos salieron para ver los análisis y nada que regresan. Voy hasta la recepción evitando mirar hacia cualquier otro lado, temo encontrarme con Alina o con Alberto, de ellos me he despedido, no quiero hacer las cosas más difíciles así que a lo que voy.

Llegó a la recepción y me indican que en veinte minutos estarán listos y que irán por nosotras para decirnos que es lo que le pasa a mi hermana, de esa manera intento regresar a la habitación en donde se encuentra Paola pero camino ahí veo a mi padres platicando con unas personitas de las que me moría por despedirme adecuadamente.

Hace unos días estuvimos en el colegio por última vez, pude despedirme de la mayoría de mis alumnos y compañeros de trabajo, ahí ví por última vez a Alison y Guillermo pero ahora están aquí, les diré adiós de la manera correcta, ellos para mí son más que alumnos, he llegado a considerarlos mi familia. 

—Mamá, papá, ¿me dejarían a solas con estos jovencitos? —apenas me ven sonríen y mis padres se despiden de ellos, seguro se seguirán viendo porque nuestras familias son amigas de años.

—Si hija, te dejamos para que te despidas —me dice mi mamá alborotando el cabello de Guillermo, ese niño siempre fue su adoración, lamento mucho no poder darle la oportunidad de ver a mi hija crecer tal y como lo hizo con él.

—Era lo que estábamos platicando, ellos te estaban buscando y por suerte te encontraron a tiempo —casi me olvidó por completo de ellos, me hubiera arrepentido mucho de no despedirme.

—Tienes razón papá, ellos siempre están a tiempo —se despiden y me dejan a solas con ellos.

Alison parece que va a romper a llorar, Guillermo también pero se contiene, lo hace porque no le gusta que las demás personas lo vean débil pero él no es así, lo conozco y sé que es un joven excepcional. Como su profesora y se podría decir amiga me tocó ver cómo salía adelante y no lo hizo sólo, en su camino se encontró con chicos en la misma situación que él. Esos chicos —el club de los no abortados como les gusta hacerse llamar— han vivido cosas más duras que yo, desde que eran unos niños tuvieron que aprender a buscar su lugar en el mundo, han tenido que buscar su esencia antes de tiempo y me alegra decir que poco a poco la han descubierto, aún lidian con sus diferentes problemas y dolores pero siguen juntos. No van a permitir que los secretos destruyan sus vidas.

—De todos los alumnos que he tenido en mi carrera ustedes son de los que más orgullosa me siento —ambos me sonríen y se acercan para darme un abrazo, se apartan un momento después, siguen respetándome como si aún fuera su profesora—. Mi querida Alison, no me queda más que decirte que eres una chica dedicada, inteligente y muy perseverante, no me cansaré de decirte que eres mi alumna favorita —de ella no creo despedirme por mucho tiempo, Catalina me aseguro que le otorgarán la beca pero ese secreto no me corresponde a mi revelarlo—. Guillermo, Amalia tenía razón cuando te conocí, dijo que harías cosas extraordinarias y que nunca podría arrepentirse de convertirse en tu madre, has superado todas las pruebas que la vida te puso enfrente, me alegro por tu valía y confío en que pronto la vida te va a recompensar con las respuestas que deseas.

Aunque ya tiene algunas respuestas, quizá no puede decirme lo que sabe  pero está bien sus secretos son sólo suyos y la búsqueda de su identidad también le pertenece únicamente a él. Algún día se presentará como lo que realmente es y no lo definirá su nombre o quiénes son sus padres. 

—Gracias por los buenos deseos, la vamos a extrañar mucho —seguro que la profesora que me sustituya va a tener muy difícil su trabajo—. ¿Alguna última lección? 

Me sorprende que quieran que les dé una última clase pero ahorita no tengo tiempo para eso, sólo me queda darles un consejo y espero que lo recuerden siempre.

—Escúchenme bien los dos, es más quiero que le transmitan esto a sus compañeros —espero ellos no me lo tomen a mal—. No somos nuestro apellido, no somos nuestros padres, lo que moldea nuestras vidas son las acciones que llevamos a cabo, las decisiones que tomamos, por favor nunca se arrepientan aunque hayan causado mal, si quieren mejorar entonces tomen nuevas decisiones, está vez las correctas pero recuerden también que van a llorar y van a sufrir, de eso nadie se salva pero el dolor no dura para siempre, cuando salgan de la tormenta no serán los mismos pero si pueden ser mejores. Tienen que ser mejores.  

—Lo seremos —me dice Alison, me está haciendo una promesa pero en realidad tiene que hacérsela a ella misma.

Al final vuelven a abrazarme, me preguntan que si algún día voy regresar y les contesto lo mismo que mi hermana, quizá si pero lo más seguro es que no, no en un largo tiempo, no creo ser lo suficientemente fuerte para no regresar nunca.

Cuando nuestra emotiva despedida termina me dirijo directamente al consultorio que me indica la enfermera en recepción, tuve que regresar ahí porque ya no los encontré en la habitación en la que estaban. Mi hermana decidió entrar sola, mis padres y yo estamos sentados afuera del consultorio esperando, sólo cinco minutos después de mi llegada sale el doctor y me dice que entré, sólo yo. Eso me preocupa un poco y más me inquieto cuando la veo sentada totalmente conmocionada.

—Vanessa, no puedo —susurra mirando las hojas en sus manos—. Esto no puede ser posible.

—¿Qué tienes? —intento quitarle los resultados de las manos pero los aparta— Si no me lo dices no puedo ayudarte.

—Estoy embarazada —me alejo un poco para procesar la noticia, es que no me lo esperaba, es mucho mejor de que esperaba pero no quita la sorpresa y mi hermana está aterrorizada—. Di algo, ¿dime qué es lo que tengo que hacer ahora?

—Decirle a Fernando y luego ir con Alan —tiene la ventaja de tener todo en el mismo lugar.

—No me refiero a eso Vanessa, yo no puedo tener un hijo ahora —eso si va a ser un problema, en mi opinión la decisión de interrumpir su embarazo no es sólo suya—. Tengo demasiado trabajo y muchas cosas en las que pensar.

—Está bien, pero tienes que decírselo a Fernando, también es su hijo y tiene derecho a decidir —la situación lo requiere, aunque si no lo quisiera también sería mi deber apoyarla, bajo protesta pero no puedo dejarla sola.

—Tengo mucho miedo, ya le han hecho mucho daño y cuando descubran que estoy embarazada van a querer hacerle daño con este bebé —eso ya no va a pasar, ahora está totalmente protegida y si es necesario meterla en una caja de cristal para que nadie la toque lo harán, estará muy segura—. Tu sabes lo que es que te quiten a un hijo, yo no quiero que eso me pase.

—Antes de tomar cualquier decisión mírame a los ojos y contéstame —el miedo la está paralizado y eso no es propio de ella—, ¿quieres al bebé?

No se lo piensa ni dos segundos y la respuesta es justo la que esperaba.

—Lo quiero —entonces lo demás son sólo detalles.

—Haremos cualquier cosa para que tú y tu hijo este bien, cualquier cosa —es mi hermana haría hasta lo imposible por protegerla—. ¿Recuerdas que todos estábamos dispuestos a dar la vida por Roxanne? Lo mismo será por ti y por tu bebé, no lo dudes. 

Después de una plática un poco corta por las prisas logró hacerla entrar en razón y le pido que me deje ir solo con mis padres, ella tiene que ir a decirle a Fernando que en unos meses serán padres, estoy completamente segura de que él va a estar encantado; va a amar con su vida a ese niño y quiero creer que Camila también estará feliz, de nuevo tendrá una familia. Luisana desde el cielo debe estar feliz. El día de hoy mi hermana encontró una razón más para salir adelante, tiene algo por lo que luchar así que no estará triste, su mente estará ocupada en todo momento, sí lamentablemente en su trabajo pero también en su hijo.

El último abrazo fue el más duro, está vez teníamos la certeza de que sería el último en mucho tiempo y por eso lloramos más de lo que queremos admitir, vivir sin ella no es bonito, no es fácil, lo compararía a vivir sin un brazo, es parte de mi pero se puede vivir sin ello. Mi único consuelo es que me voy pero está vez ella no se avergüenza de mi, está vez me voy con el apoyo incondicional de mi familia.

El camino al aeropuerto fue en un tiempo récord y no porque mi padre hubiera querido llegar rápido si no que parece que la Ciudad de México está dispuesta a dejarme ir, no encontramos nada de tráfico lo que es realmente extraordinario, mientras iba en el carro sólo veía por la ventana, intentándome despedir de todo y de todos.

Está ciudad no es perfecta, el país tampoco pero tiene sus cosas buenas, tiene personas buenas y eso es lo que voy a extrañar, las cosas buenas. Algún día un presidente en un informé de gobierno llegó a decir, "Lo bueno casi no se cuenta pero cuenta mucho". Para él fue una justificación para las fallas dentro de su gobierno pero en cierta manera tenía razón, no podemos enfocarnos siempre en lo malo, no debemos seguir exaltando eso, hay que buscar lo bueno y concentrarnos en ello para así poder mejorar.

Mamá y papá me dan también un último abrazo, lo mismo con Antonio y mi Roxanne nos dan una bendición, con eso me doy la vuelta, me concentró en el camino al avión y no miro atrás porque se que voy a arrepentirme.

Isabel y Manuel se retiran a la parte trasera del avión con mi hija mientras que Antonio y yo nos quedamos al frente, nos dejan a solas porque ellos también desean que me arrepienta, la decisión que tome estará apoyada por ellos pero no voy a cambiarla, no quiero hacerlo. 

—Aún puedes arrepentirte —viene a sentarse a un lado mío—, no es necesario esto Vanessa, yo no quiero ser el causante de este dolor tan grande.

—Antonio pase lo que pase tú no serás el causante de este dolor, lo que pasa es simplemente que la vida nos obligó a hacer esto, yo dejé que la vida nos hiciera esto, así que la única culpable soy yo —eso sí tiene que empezar a entenderlo o tendremos más problemas—. Además esto no es un sacrificio, te amo y amo mi hija, quiero mejor para los dos, para la familia que somos; no importa que para lograr eso tenga que dejar a mi otra familia, ellos saben que no es con la intención de abandonarlos, eso jamás lo voy a hacer —saben que cuentan conmigo para lo que sea—. Quizá algún día la vida nos obligué a regresar pero para eso debe haber un acontecimiento tan fuerte como el amor que siento por ti.

—Quizá no merezco tu amor —eso me provoco un dolor parecido al del miedo que constantemente siento.

El miedo que sigo teniendo.

Me temo que este cambio de hogar no sea suficiente; si los problemas siguen entonces lo siguiente no será un viaje todavía más lejos sino una separación y eso me mataría, no podría vivir, no quiero vivir sin él y estoy dando todo de mi para que no se vaya. 

—No Antonio, por favor nunca vuelvas a decir eso —tomo una de sus manos y le doy un beso—. Tú mereces mucho más que lo que doy, voy a tratar de darte más de lo que soy, todo lo que tenga en mis manos para cumplirte la promesa que te hice frente a Dios, la promesa que te hice a ti. And please, believe me when I say I love you.

Bailando el tango de Roxanne me enamore de él, apareció de nuevo el día que nos casamos y de esa canción nació mi hija.

El día de hoy me recuerda lo bueno de ambos, espero que esa canción nos ayude a volver a enamoramos. 

Gracias por seguir leyendo.

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